Hambre de humanos - única parte
Terry corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron. Detrás de él iban cinco personas, con los dientes afilados y la ropa rasgada.
La llamada Neblina había acabado ya con todas las ciudades; el frío extremo matado a las personas y la paranoia ocasionado el suicidio de muchos. Pero eso no fue lo peor; lo peor llegó cuando la tierra quedó seca y desabrida, a causa de la neblina. Aquella tierra, de la cual brotaban plantas y alimentos, ahora era infértil y nada podía crecer de ella. Los animales empezaron a morir por la falta de plantas, hasta quedar extintos.
La cadena alimenticia, ahora se componía de un sólo eslabón: los humanos. Y a raíz de la falta de alimentos los padres se comieron a sus hijos, los esposos a sus esposas, los tíos a sus sobrinos, y viceversa. La carne de humano se convirtió en el alimento codiciado.
Los niños fueron los primeros en morir. Su carne tierna era un nuevo manjar, quienes se alimentaban de ellos comparaban su sabor con el de la carne de ternera. Bebés, niños y adolescentes no tardaron en ser devorados.
Las mujeres embarazadas fueron segundas en la lista. Algunas personas dejaban nacer al bebé, lo mataban para comerlo primero, luego ordeñaban los senos de la madre, en búsqueda de leche materna. Otros; abrían el vientre para devorar la placenta, el embrión y el cordón umbilical, desechando solamente el líquido amniótico.
Pocos fueron quienes sobrevivieron a base de reservas, semillas secas y agua contaminada. Entre ellos se consideraba Terry, un hombre de treinta y siete años, bien nutrido y sano, quien cometió la equivocación de entrar en una casa, en apariencia, abandonada; pero que resultó ser el hogar de un grupo de caníbales que buscaban algo fresco para alimentarse.
Eran estos caníbales quienes ahora lo perseguían, cinco en total; completamente perdidos por el aspecto y aroma de Terry. El hambre voraz que los embargaba, ya los había transformado, de seres humanos a bestias salvajes. Los ojos estaban desorbitados, las uñas eran garras y la boca una trampa de oso, que arrancaba la piel.
Terry avanzó rápidamente. Su previo entrenamiento en el área 32, también llamada La Burbuja, en donde los más adinerados, poderosos e importantes vivían seguros, le había servido para luchar con uno o dos caníbales. Pero en esta ocasión eran cinco contra uno. Su pistola se había quedado sin balas y no tenía un cuchillo a la mano.
Tuvo que moverse rápido hasta que visualizó un río a lo lejos, a unos cien o doscientos metros de él. Aceleró aún más el paso e, ignorando la contaminación y las posibles enfermedades que contraería, saltó al agua helada para intentar cruzarlo.
Solamente uno de los caníbales que lo perseguían fue directo al agua y logró atraparlo por la pantorrilla, incrustando sus afilados dientes en esta. Terry luchaba por soltarse, pero la fuerte corriente del río no le permitía coordinar sus movimientos para escapar de las manos de su captor, este lo haló hacía la orilla para devorarlo. Sin embargo, Terry lanzó una patada con la pierna libre; logrando alcanzar la mandíbula de aquel caníbal y, a pesar de la mordida sufrida en su pierna, volvió a lanzarse hacia el agua.
El hambriento persecutor se dio por vencido, y retrocedió en la orilla hasta juntarse con el resto de sus desagradables compañeros. Terry, a pesar de haberse escapado, había perdido mucha sangre a través de su herida y cuando el agua helada y contaminada del río logró envolverlo completamente, perdió la consciencia.
Una joven encontró a Terry en la orilla del río, con la pierna cubierta de sangre. Se acercó lentamente, ya que debía ser precavida. Observó el tono pálido en la piel de aquel hombre, el cual le daba el aspecto de muerto. Sin embargo, el leve movimiento en el pecho, le dio esperanzas de que el hombre aún estaba vivo. Ella lo haló hasta su escondite, vendó su herida y esperó a que despertara.
Después de lo que parecieron horas de inconsciencia, Terry logró despertarse. El miedo no tardó en alcanzarlo cuando notó la oscuridad que lo rodeaba; pensó lo peor.
La joven mujer estaba buscando un poco de comida en las sobras que tenía, y cuando volvió con el hombre que había encontrado; ya este no estaba. Las vendas llenas de sangre yacían en el suelo. No había ningún rastro de él.
Se sentó desanimada por haber perdido la posibilidad de tener compañía, y comió las pocas sobras que había encontrado, acompañándose por la luz de las velas.
Terry se encontraba escondido detrás de una pequeña estantería, vigilando a su rescatista; un tintineo a su derecha llamó su atención. Un pequeño cuchillo filetero descansaba en lo que parecía ser una mesa. Lo sujetó fuerte en su mano y en un movimiento rápido sorprendió a la chica poniendo el cuchillo en su cuello.
- ¿Por qué me rescataste? -la cuestionó-. ¿Acaso quieres comerme?
-Y-yo n-no co-como ca-car-carnehu-huma-humana -tartamudeó.
- ¿Qué hago aquí, entonces?-continuó preguntando.
La joven tragó saliva y se movió, ocasionando que el cuchillo hiciera un pequeño corte. -Allá fuera te hubieran devorado.
Terry dejó de hacer presión en el largo cuello de la mujer y dio un pasó hacía atrás.
- ¿Cómo has sobrevivido?
-A base de sobras. -Respondió la chica y suspiró aliviada de no tener el cuchillo en la yugular-. Papá tenía este bunker por si una bomba atómica caía, y aunque no sirvió para eso, me ayudó a sobrevivir.
- ¿Y dónde está él? -Preguntó Terry, aún dudando de las palabras de su rescatista.
- Murió, cuando mamá enloqueció y se lo comió. Yo me escondí aquí hasta que ella murió a causa de otros caníbales.
-Lo siento mucho -se disculpo Terry, al notar la aflicción en la chica- No creí...
- ¿Y tú qué haces aquí? - Cuestionó la joven, mirándolo fijamente, los ojos cafés del hombre resplandecían ante la débil luz de la vela-. No pareces ser de por aquí.
-Vine en una misión de rescate, lo demás es clasificado.
- ¿Eres de los malditos que nos abandonaron cuando más lo necesitábamos? -El semblante tranquilo de la mujer cambió-. ¡De los millonarios y poderosos que nos dejaron en éste mundo de mierda!
-Supongo-Terry no sabía que decir-. Soy uno de los especiales, dedicado a rescatar gente en específico.
- ¡Vete! -vociferó-. ¡Sal de aquí! ¡Lárgate!
-Espera... -Terry necesitaba refugio, al menos por esa noche-. Si me ayudas, te llevaré conmigo.
- ¿Qué?
-Ayúdame y te daré un lugar en La Burbuja.
- ¡Mientes!
-Lo juro --Terry besó sus dedos pulgar e índice, que formaban una especie de cruz.
-Yo...
-No sobrevivirás -la interrumpió-. Te queda, a lo mucho, comida para dos meses. ¿Y después qué harás? Si sales mueres, si te quedas también. Pero, sí vienes conmigo vivirás, y en mejores condiciones.
Ella mordió su labio. El hombre tenía razón, si se quedaba ahí lo más probable era que terminaría matándose; debido al encierro y la ansiedad que, en cada noche, la consumía.
-Está bien -aceptó finalmente, poco convencida.
-Soy Terry.-Le tendió la mano-. Prometo sacarte de aquí.
-Kira. -Tomó la mano de él-. Me gustaría decir lo mismo.
A pesar de la gran desconfianza que la llenaba, Kira lo guiaba entre los bosques muertos hasta la dirección que Terry le mostró en el mapa. Él le había dicho su nombre, además de informarle que venía de un grupo especial dedicado a salvar personas en específico, proveniente de La Burbuja y los más importante le juró llevarla si lo ayudaba. El sudor de su frente le causaba molestia, la sed en su boca la debilitaba y la falta de una buena alimentación ya hacía estragos en su cuerpo. Si todo era una trampa para comérsela, atraparla o hacerla pedazos, ella caería sin luchar.
Terry iba siguiendo los pasos de Kira; lo único que miraba era la coleta negra que danzaba de un lado a otro con cada paso que daba. El nombre de la chica, lo alteraba. Se traducía como "asesina" en japonés, no parecía el nombre de una dulce chica cuya madre la quiso devorar, pero no tenía otra opción, tenía que confiar en ella.
Pensaba en lo que le había prometido. Si resultaba útil la ayudaría. Sus influencias en La Burbuja y el éxito de su misión, favorecerían en gran manera a la decisión que tomaran los altos mandos.
«Si todo sale bien, entrará conmigo», pensó, «si no es así, la mataré a la primera oportunidad.»
El lugar indicado en el mapa era una mansión, encerrada por rejas altas en todo el perímetro; con amplias áreas llenas de polvo y escombros. El lugar parecía abandonado y saqueado, incluso inhabitable. Su grandeza preocupó a Terry y a Kira, era un sitio perfecto para almacenar personas, ocultarse, esperar... Y ellos irían directo a ello.
- ¿Estás seguro que es aquí?
-Lo es -Terry sacó una fotografía del bolsillo trasero de su pantalón-. Éste es el lugar.
-Vayamos entonces, mientras más rápido mejor.
Bajaron la pequeña colina que los separaba de la mansión, y con un crujido, abrieron la reja que los separaba de un destino incierto.
La neblina, apenas perceptible, comenzaba a descansar en la superficie. Kira sabía que no faltaba mucho tiempo para que la temperatura descendiera. A lo mucho tenían unas tres horas para entrar, encontrar a quién sea que estaban buscando y volver al bunker antes de que murieran a causa de la hipotermia. Y para empeorar, los caníbales disfrutaban de dar asilo a las personas que, en un intento de huir, quedaban atrapados a mitad de una tormenta.
Terry apresuró el paso al ver que Kira también lo hacía. La neblina estaba disminuyendo su visibilidad, y cuando se vieron cubiertos por completo de ella, tuvieron que correr hacia al interior de la casa.
Al entrar; el eco de la puerta cerrándose detrás de ellos, recorrió cada rincón del lugar. Las respiraciones entrecortadas hacían parecer que había más de dos personas en su interior.
- ¿A dónde vamos? -Kira recobró la postura y acomodó el arma blanca que colgaba de su cinturón.
-Cocina -exhaló Terry-. Pasaje... Debajo.
El aire tardó en llenar los pulmones de Terry. Era curioso que, siendo un hombre dedicado a correr, brincar, saltar y escapar, una corrida entre la neblina helada lo dejara sin aire.
Recorrieron el lugar hasta la cocina. Terry, se apresuró a entrar, tomando fuertemente el cuchillo en su mano. Se detuvo en seco al ver la cocina bañada en sangre, una serie de vísceras y partes de cuerpo regados por los estantes. Distinguió, debajo de una de las sillas desgastadas de madera, una argolla metálica, de lo que parecía una pequeña puerta. Y aunque su estómago se retorció por el asco, fue hasta ella y la haló.
Kira iba detrás de él, con un paño en la nariz para evitar el nauseabundo olor, y lo vio introducirse en la trampilla. La neblina era densa, el frío helado que recorría cada extremidad de su cuerpo, le provocaba escalofríos. Agudizó el oído para descartar que algún ruido anormal se escuchara cerca de ella. Esperó en medio de la gran cocina, rodeada de sangre y carne humana, a que Terry saliera.
Al bajar por la escalerilla, a la cual daba paso la pequeña puerta en el suelo, el olor putrefacto se intensificó, provocando que Terry devolviera lo poco que había en su estómago. Unos gemidos de dolor llamaron su atención y avanzó entre los pasillos subterráneos, tratando de localizar la procedencia de aquel sonido. Estaba seguro de que lo que buscaba estaba cerca.
Se topó con varias personas, en estado deplorable, encadenadas a las paredes, con algunas partes de sus cuerpos mutiladas y otras con grandes y desconcertantes heridas. Ancianos, mujeres, e incluso un par de niños, los cuales gritaron al verlo. Al fondo, un chico que apenas si rebasaba los quince años, lo miraba fijamente.
-Carlos - le susurró Terry.
El niño haciendo un ademan con la cabeza señaló que entendía el susurro de Terry. Después de examinar rápidamente al chico, Terry suspiró aliviado al ver que, a pesar de su estado de desnutrición, se encontraba bien.
Kira ya había vomitado, por segunda vez, lo poco que había comido. El olor que salió de la trampilla, después de una hora abierta, hizo una mezcolanza de olores que iban desde mierda, carne putrefacta y sangre. Quiso abrir una ventana, pero el aire helado se lo impedía. Sólo quería salir de ahí. Volver a su bunker, sobrevivir y cuando llegara la hora, matarse.
Ese era una solitaria, triste y sombría forma de morir.
-Kira -el llamado de Terry, la sacó de sus deprimentes pensamientos-. Ayúdame.
La mujer se acercó a la trampilla encontrándose con una mirada azulada, del color del cielo. Levantó al chico con facilidad para sacarlo de ahí. Con cuidado logró acostarlo en la cocina. Al poco tiempo Terry salió del agujero, limpió la suciedad del rostro del chico con el paño de Kira y lo cargó sobre su espalda.
El sonido de la puerta siendo forzada los alarmó. Una serie de voces, riendo y celebrando una nueva cacería los hizo trasladarse de forma rápida hacia el comedor. Kira se tapó la boca al ver un cuerpo abierto sobre la mesa, siguieron de largo hasta llegar al recibidor, en donde las voces eran menos audibles.
El chico soltó una especie de líquido amarillento en el hombro de Terry debido a los movimientos tan bruscos y la debilidad de su cuerpo. Kira iba a tratar de limpiar al chico con el trozo de paño, cuando se percató que en medio de la conmoción, al salir apresurados, lo había dejado sobre la cocina.
En ese momento una de las voces se alzó.
- ¡Oye, pendejete!, ¿Está cosa es tuya?
- ¿Qué es eso?- Respondió una segunda voz.
- Un paño, y está húmedo.
Kira haló a Terry cuanto antes; sabía que la conversación pronto terminaría con los hombres descubriéndolos, para luego iniciar su persecución. Se apresuró a buscar la salida trasera. Sin embargo, aunque logró dar con la puerta, esta estaba cerrada bajo llave. La única salida que tenían era la puerta frontal o alguna de las ventanas, pero en estas últimas corrían el riesgo de terminar en una situación peor.
-Deben salir de aquí -le pidió a Terry-. Yo los distraeré.
Una serie de pasos se aproximaban a ellos.
-No puedes quedarte. Te comerán viva.- le reprochó el hombre.
-Soy rápida -agregó-. Y tienes que salvarlo, por eso viniste hasta acá.
-Pero...
-Te daré ventaja. -Kira sonrió-. Y si no escapo, les daré pelea. No me dejaré comer tan fácilmente.
-Algo se nos ocurrirá.
Kira hizo una pausa antes de salir corriendo a distraer a los hombres, sonrió de lado y en un movimiento rápido, junto sus labios con los de Terry, en un corto beso. Aquel beso duró solo unos cuantos segundos y tomó a Terry totalmente por sorpresa. Sin embargo, fue suficiente para colarse en la memoria de ambos.
-No me gustas. Sólo fue curiosidad -afirmó, al separarse de él-. Y me llamo Scarlet. Mi papá fue apodado Kira por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, lo demás no tiene explicación. - continuó diciendo, para luego darse la vuelta y correr hacia el interior de la casa
Terry vio como la chica se fue directo a los brazos de la muerte. El impulso de detenerla, hacer un plan y escapar juntos lo invadió hasta que la respiración del chico sobre su espalda lo detuvo. Tenía una misión. Regresar al hijo del jefe sano y salvo, a costa de cualquier otra vida.
A costa de la vida de Kira.
- ¡Una mujer!- escuchó como gritaba uno de los hombres, en la entrada de la mansión-. ¡Ha subido!
La serie de pasos subiendo los escalones estremecieron a Terry. El silencio espectral lo hizo moverse con cautela. Lo gigantesco de la mansión le sorprendió.
Quizá Scarlet sí podría salir de ahí.
Mientras tanto, ellos solo pudieron aprovechar la distracción de Kira, para lograr escapar de aquella mansión y, después recorrer el camino al área 32, entregarle el chico a su padre.
Al llegar a La Burbuja, Carlos, el hijo del ahora vicepresidente, había elogiado su rescate, con lo cual logró que le ofrecieran a Terry La Medalla del Heroísmo y Valor; por enfrentarse a los caníbales y a una tierra helada.
Terry pidió salir de La Burbuja; para encontrarse con alguien a quien le había prometido una vida tranquila. Pero le negaron el permiso. Su trabajo fuera de La Burbuja había terminado.
Fuera de La Burbuja; Kira, después de enfrentarse a los sanguinarios caníbales, logró por fin salir de aquella mansión, de la cual Terry había logrado rescatar al joven Carlos. Arrastró su pierna herida por la tierra y ramas secas. Era buscada por varios grupos de caníbales y sabía no tardaría en ser encontrada debido a la cantidad de sangre que emanaba su pierna, por el hachazo que sufrió cuando logró escapar.
Reunió toda la fuerza que pudo para continuar avanzando hasta el bunker. Sin embargo, llevaba la mayoría de la noche caminando sin rumbo; sus labios estaban de un color morado, ya no sentía las extremidades de sus dedos y el aire helado que inhalaba parecía pequeñas navajas que cortaban sus pulmones.
Iba a morir, y no sentía miedo de hacerlo. Sentía horror de ser devorada y acabar en el estómago de los demonios de aquel infierno. Deseaba encontrar pronto su escondite, para tomar el revólver de su padre y apuntarlo en su sien. Desparramar sus sesos en la oscuridad y apagar el fuego con su sangre.
El dolor en su pierna la hizo gritar tan fuerte que de existir todavía algún ave o animal, en aquel desolado lugar, estos volarían y correrían lejos por la perturbación de su hábitat.
En medio de su camino, la neblina la envolvió; el frío llegó a ella de manera instantánea, el dolor que sentía desaparecía. Sus dientes comenzaron a tiritar, su cuerpo a temblar. Ya no podía pensar, ni siquiera recordar cómo había sido la vida antes de que el mundo se convirtiera en una cacería.
Continuó arrastrándose hasta que la movilidad de sus manos desapareció. Una helada calma la invadió. Sus labios sangraban, sus ojos lloraban. Terry fue la última imagen en su mente, aquel hombre que le prometió esperanza y ella, por ayudarlo, había arriesgado su vida.
Sabía que ahora la neblina se estaba llevando su vida lentamente, y ella no haría nada por impedirlo.
***
Terry decidió salir de aquella área segura, aún en contra de las órdenes recibidas. No fue difícil lograr escabullirse fuera de La Burbuja, había sido entrenado para misiones más difíciles. Caminó con cautela hasta el lugar donde Scarlet lo había encontrado, pero la nieve había pintado todo de un virgen color blanco; impidiéndole ubicarse en aquel terreno desierto.
Dio varios pasos buscando el río, en el cual se había lanzado cuando huía de los caníbales, hasta que sintió que su pie se enfriaba de inmediato. Retrocedió, sorprendido por encontrarse con una capa fina de hielo en aquel afluente. Se concentró en buscar una señal de Kira. Después de unos momentos la vio, en medio de la corriente del río.
Observó como la mujer que lo rescató yacía en una piedra en medio de todo, no reaccionó hasta que un líquido caliente recorrió su espalda. Un dolor instantáneo se extendió por su cuerpo; un ardor, que sentía lo quemaba en cada parte de su torso; ni siquiera pudo sentir el resto de las mordidas que una desquiciada mujer le propinaba rápidamente. En cuestión de segundos tenía sobre él a cuatro mujeres poseídas por el hambre y la desesperación; arrancando la carne de su brazo y violando la paz, de aquel lugar cubierto de blanco, con el color rojo de la sangre.
Lo último que se reflejó en su mente fue la imagen de Scarlet hundiéndose en el río mientras un gran número de bestias, llamadas humanos, iban por él.
FIN
Si te gustó esta historia no olvides de votarla, también puedes dejarnos un comentario!!
Si quieres leer más cuentos e historias de Fantasía y Ciencia Ficción, solo ve a nuestro perfil y dale al botón SEGUIR. También podrán estar al tanto de aquellos concursos para Wattpaders que realicemos aquí!!
También no olvides de darle Me Gusta a nuestra Fanpage de Wattpad: https://www.facebook.com/WattpadFF
A continuación les dejamos los CRÉDITOS de aquellos quienes participan en la producción de nuestras historias:
- AUTORA: Jenifer Luna / Wattpad: @JeniferFuLu
- DISEÑADOR DE PORTADA: Fernando.
- LECTORAS BETA:
Maru / Wattpad: @Voronwe
Karen / Wattpad: @Karenrebk
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro