Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Una puerta


—Esta mañana llegaron los trabajadores. ¡Yo no sabía que tú papá era el jefazo de todos! No sé porqué. Pensé que era un empleado.
Pero no, todos le obedecen.
Lo divertido es escuchar cómo tu papá obedece a tu mamá.

Misha desenredaba los caballos de Ángel con los dedos. Deshaciendo los nudos de un cabello que seguía creciendo mes a mes. Bastante más largo que cuando lo conoció.

—Llegaron ocho hombres. ¿Puedes creerlo? Cuando mi hermana se casó, construyeron en la casa un par de cuartos.
Pues es que ya estaba embarazada, así que se tenían que casar.
¡Pero no te creas que la pasaron mal! ¡Para nada! Mi hermana y mi cuñado se amaban. Todavía se miran y babean.
Esa vez, nada más teníamos a un albañil para construirlo todo. Don Ramón se llamaba. Un viejito como de sesenta años, con la cara arrugada, pero era muy fuerte. Él solito levantó los cuartos, construyó el baño. Aplanó las paredes y pintó.

Los recuerdos lo hacían sonreir.

—Yo estaba chiquito, tenía como nueve o diez y me encantaba estar ahí con él. Le llevaba agua, las herramientas o los ladrillos.
Era su ayudante —dijo con orgullo lleno de bonita melancolía—. Don Ramón era bueno y muy paciente conmigo. A la hora de la comida, él me compraba unas papás fritas, unos cheetos, algo así. Y mi hermana preparaba la comida y hasta a él le tocaba. Le servía un plato enorme de sopa y frijoles.

Pedido en sus bonitos recuerdos de infancia, detuvo el relato de las cosas que seguían ocurriendo mientras Ángel dormía.
Después de un rato de flotar en la plácida lejanía de las aguas quietas de su memoria, sonrió.

—Los trabajadores de tu papá tienen uno de esos martillos neumáticos. Yo creo que tienen picos. ¿Escuchas el golpeteo? Uno de los albañiles, no sé sí conoces a los trabajadores de tu papá, le dicen "el Güama". Bueno, ese, le dio un golpe con el sapapico al primer escalón —El chico rompió a reir. Lo que contaba a su Ángel dormido era únicamente lo que escuchó, pues todo el tiempo permaneció encerrado en la habitación—. ¡Tu mamá casi se lo come vivo!

Como para dejarlo más claro, en el piso de abajo se escuchaba el repetitivo sonido de un pico golpeando y de vez en cuando el grito de una mujer.

—Tu mamá hizo que tu papá supervisara personalmente. Para que la escalera de "su casa" fuera retirada pieza por pieza sin ningún daño y la quiere de vuelta en el mismo sitio y en las mismas condiciones al finalizar.

Misha no aguantó la risa. Todo le parecía divertido, pero su risa era para Ángel. Sentía que, de algún modo, podría escucharlo y pensar que todo iba bien, que no estaban enfrentándose a cosas tan oscuras.

—Después de que retiraron todo, tu mamá quiso subirnos comida. Es decir, a mi. Tú no... —Por un momento, la pena asomó por la ventana de su mirada. Mantuvo, sin embargo, ese ánimo ligero en su voz.

—El caso es que ya no podía subir. ¡Fue tan gracioso! No sé porqué a nadie se le ocurrió que la escalera era la única manera de subir. Y nosotros, bueno, yo, me quedé atrapado aquí.

Misha lo observaba por momentos y después continuaba hablando. El cuerpo tibio, su pecho subiendo y bajando era, de todas maneras, algo hermoso para mirar.
Por encima de todo, no quería que Ángel se sintiera solo.

—Tú papá dio instrucciones y un par de hombres subieron por lo que quedaba de escalera. Y rompieron la pared del otro lado. ¡Entonces sí que morí de risa! Por las cosas que tu mamá les gritaba a los trabajadores. ¡No pensé que tu mamá supiera esas palabras! Tu papá no sé dónde estaba. Creo que huyó de la casa.
Mina se llevó a tu mamá a la cocina y le preparó un té.
Le dijo que para relajarla pero, creo que la mató, porque no la volví a escuchar por horas —. No pudo seguir hablando por la risa que tenía, hasta un rato más tarde.

—¡Y ya tiraron la pared y construyeron una escalera de madera. Así que ahora podemos subir y bajar por el otro lado, bueno, yo podría, si me dejaran salir de aquí. La van a quitar cuando todo esto termine.

Los ruidos de picos cesaron. Pasos, voces, un arrastrar de cosas pesadas. La puerta de la casa abriéndose y cerrándose y al final, silencio que en esos dias era tan pesado que casi podia tocarse.

—Me alegra que al menos alguien en esta casa se divierta —dijo Sandra, con los brazos cruzados. Había escuchado buena parte del relato. Era gracioso, sin duda. De todas maneras, mantuvo el ceño fruncido para guardar las apariencias de severidad y respeto.

—¡Sandra! Lo siento —Misha se levantó como si un resorte lo hubiera lanzado de la cama—. No pensé que escucharías.

—No sé si eso lo hace peor o mejor— hizo que Misha volviera a sentarse en la cama, como estaba. Ella la rodeó y fue a sentarse igual, al otro lado. Sostuvo la mano cálida de su hijo entre las suyas y suspiró—. Ya se fueron los trabajadores. La mujer que has traído dijo que nadie que no tuviera relación de sangre con esta casa debía quedarse después de que se ocultara el sol.

Misha dijo que si con un gesto, preguntándose porque él podía quedarse.

—Ella es muy amable —. Sandra estaba un poco más tranquila que de costumbre. Incluso un poco desconectada—. Ese té que me preparó era potente. Creo que me desmayé después de beberlo.

Misha rio, sin dejar de acariciar a su novio dormido. No muy consciente de ello, pasaba la mano por su brazo o la dejaba reposando sobre su vientre. Sandra lo observaba, con cierta ternura aleteando en su corazón.

—Te he traído algo. Es un regalo—. Metió la mano en la bolsa de la chaqueta que portaba, ya que el frio que imperaba en la casa era intenso. Sacó un llavero de metal, pesado y fino. Era la estilizada figura de un bailarín

—Es un juego de llaves de toda la casa. Luciano y yo hemos hablado mucho de Ángel y de ti. Entendemos y aceptamos que son una pareja y estamos de acuerdo en que uno es bueno para el otro. Se quieren, se cuidan y se tienen confianza.
No se puede pedir más.
Eres bienvenido a quedarte aquí todo el tiempo que quieras, hasta que termines la escuela o más tiempo aún si quieren.

—¡Sandra! ¡No sé qué decir!

—Puedes decir que si —. Ella sonrió—. Es una sugerencia,  nada más. Cuando Ángel despierte, pueden hablarlo y ya nos dirán cuál es su decisión.

—Gracias.

—Sin embargo, hay una cuestión importante.

—Si Sandra, perdón. Dime.

—No pueden dormir en la misma habitación. Tanto Luciano como yo no nos sentimos cómodos con eso. Ya sé que a lo mejor piensas que es una tontería anticuada. Creo que yo misma pienso eso.

Misha no dijo nada.

—Pero creemos que son demasiado jóvenes para tener una relación con vida conyugal. Aceptamos que sean novios y que vivas aquí por la escuela. Pero ustedes deben comportarse.

—Sandra, si te preocupas por el sexo, nunca lo hemos hecho.

—¿De verdad? Quiero decir... ¡Que bien! —Aunque hubiera querido disimular, la madre no pudo hacerlo. Le brillo una sonrisa que se apresuró a reprimir.

—Al menos, no todo el camino...

—¡Bien! —Interrumpió y sacudió la mano frente a su cara, como para borrar las imágenes que llegaron a su cabeza—. Eso es su intimidad y ni Luciano ni yo creemos que esté bien intervenir en eso. Las reglas son esas, no dormirán en la misma habitación y te pido, por favor, que eviten a toda costa que los pillemos en un momento así. Eso no tiene nada que ver con que sean... es decir, nunca nos van a encontrar a Luciano y a mi haciendolo en la cocina, ¿me explico?

—Mejor de lo que hubiera querido, sin duda —. Misha arrugó la nariz. Sexo heterosexual de sus suegros era la última cosa que quería tener en la cabeza.

—Te traje algo más —. Una bolsa de papel con los conocidos arcos de oro impresos—. Seguramente no comes hamburguesas o sería imposible que tuvieras esos abdominales, pero no tengo nada preparado y Luciano escapó de casa un rato. Me puse un poco estresada. De paso, compró hamburguesas y papas para todos —. Sandra se puso de pie y fue a la puerta—. Cuando todo termine, subiré a avisarte.

Misha aceptó la comida rápida con una sonrisa. Cuando Sandra salió, comenzó a comer. En verdad que casi nunca comía eso, más por el precio que por la dieta. Le supo deliciosa.

—¿Ves? Ya soy aceptado como otro miembro de la familia. ¡Cómo me hubiera gustado ver tu cara cuando dijo que no los pillaríamos "haciéndolo"!

🌾

Luciano apartó los revestimientos de lámina que mandó colocar muchos años atrás. Detrás, encontró madera vieja y al retirar esa capa, hallaron una puerta antigua, cuya existencia nadie tenía idea. Mina suspiró con tristeza

—Aqui yace la fuente del dolor que inunda a esta casa. Tómense de la mano, los dos. Se necesita mucho amor aquí.

Luciano aceptó. Era tan extraño todo lo que estaba ocurriendo, que no tenía caso resistirse. Iría hasta el final y si no funcionaba, irían a Houston o a donde fuera necesario.
Sandra en cambio, aún quería retroceder. Su miedo era grande. Un viejo terror de infancia. Miedo de todas las cosas que escuchó de su madre. De las que imaginó, mucho peores de lo que eran en verdad.

—Piensen en su hijo —, aconsejó la vidente. Tenía otra vez ese aspecto de mirar lejano—. Tengan muy presente cuánto lo aman y lo que son capaces de hacer por su bien. Ese es el amor que falta aquí, el más grande que existe. ¿Es cierto, verdad? ¿Es el amor más grande que ustedes han sentido?

Los dos asintieron. Luciano aferró la mano de su mujer y con un buen tirón, logró abrir la puerta. Del otro lado descubrieron una escalera de madera y un sótano sumergido en tinieblas.

El aire viciado los golpeó con fuerza

Él padre de Ángel, con mucha precaución, apoyó el pie en el primer escalón y en el segundo antes de avanzar. Llevaba en la mano su celular con la potente lámpara encendida, pero no alzanzaba a iluminar los tres metros, por lo menos, que la escalera tan antigua se enterraba en la profundidad siniestra.
Con cuidado y sin soltarse, descendieron juntos, muy despacio.

No sabían que un espíritu iracundo golpeaba fuertemente, tratando de romper las protecciones que Guillermina colocó alrededor de esa área de la casa y de la habitación donde Ángel dormía y Misha le hacia compañía.

De no haber sido por esas barreras, por las fuerzas de luz a las que llamaba "ayudantitos" y por el poder vivo que fluía de ella, la pareja hubiera sucumbido bajo el aplastante peso del odio, ardiendo incólume, por siglos.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro