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Despertar al Enemigo

El silencio que siguió a la activación del núcleo fue espeso, como si el planeta mismo contuviera la respiración. Darius permaneció inmóvil, observando cómo las ondas de energía se propagaban desde el núcleo hacia los cielos, sabiendo que su decisión había encendido un faro que se extendería más allá de los límites del sistema. La calma que lo rodeaba era temporal; en su entrenamiento había aprendido a reconocer ese vacío justo antes de la tormenta.

Mientras la señal se dispersaba, las torres y estructuras antiguas a su alrededor comenzaron a cobrar vida, emitiendo sonidos metálicos, mientras enormes generadores enterrados bajo tierra se activaban tras siglos de inactividad. Los Vigilantes, esas imponentes criaturas alienígenas que lo habían estado siguiendo desde su llegada, no se movían, pero sus posturas reflejaban una tensión creciente. Sabían lo que venía.

Darius se acercó a uno de los paneles del sistema, donde el holograma del antiguo Emperador aún permanecía activo.—El enemigo que destruyó tu civilización.—Dijo Darius con voz firme.—¿Quiénes son?

La figura holográfica, envuelta en su armadura ceremonial, lo observó en silencio por unos instantes, antes de responder.—El enemigo que aniquiló a mi gente no es de este universo. Vienen de más allá de las estrellas, de una dimensión donde el tiempo y el espacio no tienen significado. Los llamamos Los Herederos del Vacío. No buscan conquistar... solo consumir y desintegrar todo lo que tocan.

Las palabras del Emperador resonaron en la mente de Darius. Estos Herederos del Vacío no eran un enemigo tradicional. No era una raza que pudiera ser detenida con tácticas militares convencionales. Eran una fuerza de destrucción, una plaga que había arrasado con la civilización avanzada que una vez habitó este mundo.

—Cuando envié la señal, ¿los desperté a ellos?.—Preguntó Darius.

El Emperador asintió con gravedad.—Así es. Dormían en el frío vacío del espacio, pero ahora saben de tu presencia. Vendrán para acabar contigo y cualquier otra forma de vida que encuentren.

Darius sabía que el tiempo se acababa. Si quería tener alguna posibilidad de sobrevivir y advertir a la humanidad, debía actuar rápido. El mensaje ya había sido enviado, pero también había desatado la ira de un enemigo incomprensible.

De repente, una alerta en su visor atrajo su atención. El sistema de escaneo de su traje comenzó a detectar grandes objetos acercándose desde el espacio exterior. Eran naves, y no tardaron en aparecer en las pantallas de su HUD. Eran enormes, oscuras, y de formas angulares que no seguían ningún diseño que hubiera visto antes. No parecían naves construidas por manos humanas, ni por ninguna especie conocida por la UNSC.

—Están aquí.—Murmuró para sí mismo mientras las primeras señales de las naves alienígenas se registraban en sus sensores. Un escalofrío recorrió su espalda. Los Herederos del Vacío habían llegado más rápido de lo que había esperado.

La figura del Emperador continuaba observándolo.—Aún tienes una oportunidad.—Dijo, su voz grave resonando en la sala.—Este planeta fue diseñado como una trampa para detener al enemigo, aunque nunca llegamos a utilizarla. Las defensas automáticas están activándose, pero necesitarás más que eso para detenerlos.

Darius comprendió que no bastaría con solo esperar el ataque. Debía encontrar una manera de usar las defensas del planeta para enfrentarse a lo que estaba por venir.—Muéstrame cómo activar las armas.—Dijo con decisión.

El Emperador holográfico hizo un gesto con la mano, y ante él aparecieron varios diagramas holográficos de las instalaciones subterráneas del planeta. En el corazón de estas estructuras, se encontraba un vasto arsenal de armas de energía, diseñadas específicamente para enfrentar a los Herederos del Vacío. Eran armas que no respondían a principios conocidos de la física humana, sino a tecnologías exóticas que la antigua civilización había desarrollado en su desesperada lucha por sobrevivir.

—Debes activar el generador principal.—Explicó el Emperador.—Está enterrado en las profundidades del planeta. Solo cuando esté encendido, las defensas podrán mantener a raya al enemigo el tiempo suficiente para que envíes una señal más fuerte, o para que encuentres una manera de escapar.

Darius asintió. No tenía tiempo que perder. Si las naves enemigas llegaban antes de que las defensas estuvieran completamente operativas, no habría esperanza de sobrevivir. Activó su mapa y trazó la ruta hacia el generador principal. Sin decir una palabra más, se encaminó hacia el pasadizo que lo llevaría hacia las profundidades del planeta.

Mientras corría por los corredores oscuros y húmedos, las vibraciones en el suelo se hacían más intensas. Los sistemas del planeta estaban despertando, y con ellos, los ecos de la antigua guerra. A su alrededor, paneles se iluminaban, y las luces azules brillaban más intensamente, como si el propio planeta reconociera la inminente amenaza.

De repente, una explosión sacudió el suelo. Las naves enemigas habían comenzado su ataque, y Darius podía sentir las reverberaciones de los impactos en los cielos sobre su cabeza. Los Vigilantes, siempre en las sombras, ahora corrían en diferentes direcciones, activando mecanismos de defensa que no había visto antes. A pesar de su presencia imponente, incluso ellos parecían prepararse para lo inevitable: el ataque de los Herederos del Vacío.

Cuando Darius llegó a la sala del generador, quedó impresionado por su escala. Era una estructura colosal, con torres de energía que se extendían hacia arriba como columnas de luz. En el centro, una esfera gigantesca latía con una energía contenida, como el corazón del planeta mismo.

El Spartan activó los controles, siguiendo las instrucciones que la inteligencia alienígena le había proporcionado. Lentamente, el generador comenzó a girar, y la energía en la sala aumentó. Las luces brillaron más intensamente, y Darius pudo sentir el zumbido de la energía fluyendo a través de las paredes.

Las defensas estaban listas.

Afuera, los cielos estallaron en destellos de luz mientras las primeras armas planetarias se activaban, disparando contra las naves alienígenas que se acercaban. Pero Darius sabía que esto solo era el comienzo. Había despertado al enemigo, y ahora debía luchar por sobrevivir.

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