El Enemigo Final

El aire dentro de la cámara se volvía cada vez más denso, como si la misma atmósfera estuviera siendo aplastada bajo la presencia del Vástago Primordial. Su mera existencia era una manifestación de caos puro, y Darius sentía su fuerza psíquica acechando, intentando invadir su mente con cada segundo que pasaba. Pero el Spartan no era alguien que cediera a la presión. Sabía que este era el enemigo final, la fuente de la oscuridad que había desatado el caos en el planeta.

El Vástago Primordial, con su cuerpo fluctuante, avanzaba hacia él con una calma que solo aumentaba la sensación de peligro inminente. Sus ataques eran impredecibles. Cada vez que levantaba sus manos, las ráfagas de energía negra tomaban formas distintas: ondas devastadoras que destruían las estructuras a su alrededor, explosiones de vacío que absorbían la luz, y columnas de energía que lo forzaban a moverse rápidamente, siempre al borde de ser alcanzado. Darius sentía que estaba enfrentando algo que superaba lo físico y que solo podría ser derrotado con algo más que fuerza bruta.

Mientras continuaba esquivando los ataques, una idea comenzó a formarse en su mente. Sabía que sus armas convencionales apenas hacían mella en el Vástago Primordial, pero también sabía que había activado un poder mucho más grande: el núcleo del planeta y la antigua arma de los alienígenas. Todo dependía de esa sincronización, y si había una manera de canalizar la energía que estaba circulando por la sala hacia el Vástago, podría tener una oportunidad de destruirlo.

—Inteligencia.—Gritó Darius mientras esquivaba otra ráfaga de energía.—¿Cómo puedo redirigir la energía del núcleo hacia esta cosa?

Hubo un momento de silencio antes de que la inteligencia respondiera.—Spartan, el flujo de energía del núcleo es inestable. Si intentas usarlo directamente, podrías sobrecargar la cámara y destruirte a ti mismo en el proceso. Sin embargo, hay una posibilidad... Si logras atraer al Vástago Primordial hacia el centro de la cámara, podrías liberar la energía en una sola explosión. Pero necesitarás contenerlo lo suficiente como para activar el dispositivo.

Darius observó el dispositivo en el centro de la sala, la esfera con los anillos giratorios que aún irradiaba energía incontrolada. Si lograba sincronizarla nuevamente, podría canalizar la energía en una sola ráfaga, lo suficientemente poderosa como para eliminar a la entidad de una vez por todas. Pero eso significaba que tendría que acercarse peligrosamente al Vástago y atraerlo al lugar correcto.

El Vástago Primordial lanzó otro ataque, pero Darius, en lugar de esquivar, comenzó a moverse hacia el centro de la sala, esquivando solo lo necesario para mantener su distancia. Disparaba ráfagas de energía concentrada que desintegraban pequeñas porciones del ser, forzándolo a seguirlo. El ser, furioso, parecía volverse más agresivo, sus ataques más violentos e impredecibles. Pero Darius no se detuvo.

Cuando llegó al centro de la sala, el Spartan activó el panel de control de la esfera, tratando de iniciar el proceso de liberación de energía. Los anillos alrededor de la esfera comenzaron a girar más rápido, y la luz en la sala se volvió más intensa. Pero la sincronización tardaba en completarse, y el Vástago Primordial estaba cada vez más cerca.

Darius necesitaba más tiempo. Sabía que no podía vencer a la criatura solo con disparos, así que ideó un plan desesperado. Lanzó una de sus granadas de pulso directamente hacia el suelo bajo el Vástago, esperando que la explosión electromagnética desestabilizara momentáneamente su forma. La explosión iluminó la sala, y el Vástago Primordial se detuvo, su cuerpo etéreo temblando por la interferencia. Era la oportunidad que Darius necesitaba.

Con un último esfuerzo, Darius ingresó los comandos finales en el panel, y la esfera emitió un destello cegador. La energía contenida en el núcleo del planeta se liberó en un solo punto, directamente hacia el Vástago Primordial. La entidad intentó resistir, pero la ráfaga de energía pura lo atravesó, desintegrando su forma poco a poco. Un grito profundo y escalofriante resonó en la sala, el eco de un ser antiguo que se desvanecía de la existencia.

El Vástago Primordial comenzó a disiparse, su cuerpo se desintegraba en fragmentos de sombra hasta que no quedó más que una fina niebla que se desvanecía en el aire. La energía en la sala se estabilizó, y los anillos alrededor de la esfera volvieron a girar con un ritmo constante, controlado. Darius cayó de rodillas, exhausto, mientras su visor mostraba lecturas de que el planeta comenzaba a estabilizarse lentamente.

—Spartan.—Dijo la inteligencia.—Lo lograste. El Vástago Primordial ha sido destruido. Su influencia sobre los demás Vástagos ha desaparecido. La amenaza ha sido neutralizada.

Darius respiró hondo, sabiendo que el costo había sido alto. El planeta había sido devastado, y él había estado al borde de la muerte en varias ocasiones, pero había cumplido su misión. Los Vástagos no representarían más una amenaza para la galaxia.

Se levantó lentamente, sus músculos doloridos por la batalla, y se dirigió hacia la salida de la cámara. Sabía que aún quedaban desafíos por delante, pero había derrotado al enemigo final.