15
El Camino Hacia la Salvación
Darius se encontraba ante la imponente puerta que bloqueaba el acceso a la cámara donde se encontraba la última esperanza de detener a los Vástagos. La estructura, con sus inscripciones alienígenas talladas en la superficie, emanaba una presencia antigua y poderosa, como si detrás de ella se guardaran los secretos de una civilización que había perecido luchando contra el mismo mal que él enfrentaba ahora.
La inteligencia artificial, que hasta ahora lo había guiado, sonaba más débil en su canal de comunicación.—Darius, redirigiré la energía del núcleo para abrir la puerta, pero esto no será inmediato. Los Vástagos ya están alertados de tu presencia y vendrán por ti. El flujo de energía atraerá su atención.
—¿Cuánto tiempo?.—Preguntó Darius, con los ojos fijos en su entorno, alerta por cualquier señal de movimiento.
—Unos minutos.—Respondió la inteligencia, su voz distorsionándose por la creciente inestabilidad del sistema.—Pero con cada segundo que pase, la manifestación de los Vástagos será más completa. No podrán ser detenidos con tus armas convencionales, pero... hay algo más.
—¿Qué es?.—Inquirió Darius, sus instintos ya preparados para lo peor.
—Los antiguos guardianes dejaron fragmentos de su tecnología en los sistemas del complejo. Al activar el flujo de energía, se ha despertado una parte de esos fragmentos. No es mucho, pero podrías canalizar energía a través de tu armadura para repeler a los Vástagos temporalmente.
Darius revisó sus sistemas. Su armadura Mjolnir, aunque afectada por el constante deterioro desde que había llegado al planeta, todavía tenía reservas de energía. Si lograba amplificar la señal a través de los sistemas antiguos del complejo, podría generar una breve barrera, una especie de escudo contra las entidades etéreas.
—Voy a iniciar la transferencia de energía ahora. Prepárate.—Dijo la inteligencia. De inmediato, la puerta emitió un zumbido profundo, y una vibración recorrió el suelo bajo sus pies. La energía del núcleo estaba siendo redirigida hacia la puerta, pero Darius podía sentir cómo algo más se estaba activando a su alrededor.
El aire se volvió aún más denso, cargado de una energía maligna. Las sombras, que hasta entonces habían permanecido en las esquinas, comenzaron a moverse con más rapidez y propósito. Eran los Vástagos, manifestándose cada vez más claramente. Ya no eran solo siluetas borrosas; ahora sus formas eran más definidas, cuerpos etéreos flotando en el aire, sus rostros vacíos como máscaras que absorbían la luz a su alrededor.
Darius ajustó su visor y activó la amplificación de energía sugerida por la inteligencia. Un campo brillante, débil pero efectivo, rodeó su cuerpo, creando un halo de luz que repelía temporalmente a los Vástagos. Las criaturas se movieron con cautela, manteniéndose a distancia, pero el Spartan sabía que esto no duraría mucho.
—El flujo de energía está estabilizando la puerta.—Informó la inteligencia, su voz cada vez más entrecortada.—Un minuto más.
Un rugido bajo y profundo, similar al que había escuchado cuando activó el núcleo, resonó por todo el complejo. Los Vástagos, al parecer conscientes de que Darius estaba a punto de tener acceso al arma que los podría destruir, comenzaron a volverse más agresivos. Uno de ellos se lanzó hacia él, su cuerpo fluctuante traspasando el campo de energía de Darius, aunque no completamente. El Spartan dio un paso atrás, disparando su rifle de asalto en un intento desesperado de ganar tiempo, pero las balas solo atravesaron al ser como si no existiera físicamente.
Los escudos de su armadura emitieron una advertencia, y Darius supo que estaba al límite. Tenía que resistir solo un poco más.
Finalmente, con un estruendo metálico, la puerta comenzó a abrirse. Un haz de luz intensa salió disparado desde la cámara, proyectando un brillo que momentáneamente hizo retroceder a los Vástagos. Darius aprovechó el momento y se lanzó hacia el interior, atravesando el umbral justo cuando la puerta se cerraba tras él, sellando a los Vástagos afuera.
Dentro de la cámara, el Spartan se detuvo por un momento, recuperando el aliento. Ante él, la sala era vasta y majestuosa, iluminada por cristales que brillaban con una luz azulada. En el centro, sobre una plataforma elevada, se encontraba el arma. No era como ninguna otra arma que hubiera visto antes. Era una estructura monumental, con runas y circuitos que recorrían su superficie, irradiando una energía que parecía vibrar con el aire mismo.
—Lo has logrado.—Dijo la inteligencia, ahora solo un susurro en su oído.—Esta es la última esperanza de detener a los Vástagos. Pero no será fácil. Esta arma requiere una cantidad masiva de energía para activarse. Debes vincularla al núcleo del planeta.
Darius, aunque exhausto, asintió. No había otra opción. Se acercó a los controles de la plataforma y comenzó a interactuar con los sistemas. Su Mjolnir, aún luchando por descifrar la tecnología alienígena, comenzó a integrar los comandos.
Mientras trabajaba, sintió una presencia. A pesar de que la puerta había sellado a los Vástagos fuera de la cámara, no podía deshacerse de la sensación de que algo más lo observaba, algo más profundo, más antiguo que los propios Vástagos. Quizás era el legado de la civilización que había construido el arma, o tal vez algo que había quedado atrapado aquí con ellos. No lo sabía, pero no podía permitirse el lujo de detenerse.
Finalmente, la plataforma emitió un zumbido bajo. Las luces en la sala comenzaron a brillar más intensamente, y un haz de energía azulada surgió desde el centro de la estructura. La arma estaba lista para ser activada.
—Darius.—Dijo la inteligencia, su voz ahora casi imperceptible.—Una vez que actives el arma, no habrá vuelta atrás. El destino de este planeta y, tal vez, de toda la galaxia, depende de este momento.
El Spartan respiró hondo, consciente del peso de lo que estaba a punto de hacer. Colocó su mano en el panel de activación y, sin vacilar, lo activó.
Un estallido de luz inundó la cámara, y el poder del arma antigua se desató.
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