12
El Despertar del Caos
Darius se acercó al panel de control, ubicado cerca del núcleo, y comenzó a manipular los antiguos mecanismos. La tecnología alienígena era compleja, pero su Mjolnir había comenzado a descifrar los patrones y los comandos, permitiéndole activar el proceso. Poco a poco, las luces en la sala comenzaron a intensificarse, y el núcleo brilló con un resplandor cegador. El suelo temblaba, y el aire se llenaba de una energía estática que hacía que los pelos de la nuca de Darius se erizaran.
A lo lejos, un rugido bajo, profundo y antinatural resonó desde las profundidades del planeta. Algo oscuro y maligno comenzaba a despertar.
La inteligencia habló por última vez antes de que los sistemas se sobrecargaran.—Buena suerte, Spartan. Que tus acciones no sean en vano.
De repente, un destello de luz cegadora inundó la sala, y todo se sumió en el caos. Darius se cubrió los ojos, sintiendo que el suelo temblaba bajo sus pies, como si el mismo planeta estuviera reaccionando a la activación del núcleo. Un sonido ensordecedor, como el crujido de la tierra desgarrándose, resonó en sus oídos, y Darius supo que los Vástagos ya estaban despertando.
Al abrir los ojos, la sala estaba envuelta en una bruma de luz, con fragmentos de energía chisporroteando en el aire. El núcleo había comenzado a liberar su poder, y Darius podía sentir cómo la energía se acumulaba, presionando contra él con una fuerza abrumadora. Las luces intermitentes parpadeaban, y el panel de control emitía alarmas en un frenesí desesperado.—¡No puedo permitir que esto falle!.—Pensó, forzando su mente a concentrarse.
A través de la neblina de luz, pudo vislumbrar sombras en las paredes de la sala: figuras oscuras que se movían con rapidez, y un rugido que crecía cada vez más en intensidad. Los Vástagos estaban rompiendo el sello que los había mantenido prisioneros durante milenios.
—¡Darius, tienes que moverte!.—Instó la inteligencia.—Los Vástagos están libres. ¡Debes activar el cañón antes de que sea demasiado tarde!
Sin pensarlo dos veces, Darius se dirigió hacia el cañón de energía, que ahora vibraba con una energía poderosa, pulsando con un resplandor casi cegador. A medida que se acercaba, una sombra se abalanzó hacia él desde la oscuridad. Era un Vástago, su forma indistinta y retorcida, cargando con una ferocidad primitiva. Darius reaccionó instintivamente, levantando su rifle y disparando, el proyectil perforando la criatura y dispersando su forma en un estallido de oscuridad.
Pero era solo el comienzo. Darius se dio cuenta de que otros Vástagos se estaban acercando, sus ojos brillantes y voraces, ávidos por la energía que ahora liberaba el núcleo. El Spartan no tenía tiempo que perder. Se acercó al cañón y comenzó a calibrarlo, sus dedos moviéndose rápidamente entre los controles, sintiendo la presión del tiempo en cada segundo que pasaba.
—Necesito estabilizar la energía.—Murmuró, mientras ajustaba los parámetros. Las luces del cañón parpadeaban, indicándole que la energía estaba acumulándose.—Vamos, vamos…—La tensión era palpable, y el sonido de los Vástagos resonando a su alrededor aumentaba la sensación de urgencia.
Los ecos de los gritos y los rugidos resonaban en la sala, como si la misma tierra estuviera gritando. Darius sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no se detuvo. Activó el modo de carga máxima en el cañón, sabiendo que eso significaba un mayor riesgo de sobrecarga, pero no tenía otra opción. Necesitaba disparar antes de que lo abrumaran.
Las sombras de los Vástagos se acercaban, y Darius pudo ver cómo sus formas se distorsionaban, cambiando en una danza macabra. Un rugido ensordecedor llenó la sala, y una de las criaturas, más grande y amenazante que las demás, se lanzó hacia él, con una boca llena de afilados dientes. Darius disparó, el proyectil atravesando a la criatura, pero su cuerpo continuó avanzando, empujándolo contra el panel de control.
—¡Darius!.—Gritó la inteligencia, desesperada.—¡Cuidado! ¡Detrás de ti!
Aprovechando la inercia, Darius se giró, esquivando el ataque mientras un segundo Vástago se abalanzaba sobre él. Con movimientos rápidos, se sacudió de la criatura y se levantó, su entrenamiento Spartan fluyendo en cada acción. Cada paso que daba se convertía en un baile mortal, y Darius se movía con una agilidad sobrenatural.
—¡El cañón está casi listo!.—Gritó, sintiendo que el sudor comenzaba a acumularse en su frente. La energía del núcleo resonaba a su alrededor, envolviéndolo en un halo de poder, mientras la presión aumentaba a niveles peligrosos.
Finalmente, con un último giro, Darius se lanzó hacia el cañón, ajustando la dirección hacia el centro del grupo de Vástagos que se agolpaban en la entrada.—¡Ahora!.—Pensó, alineando el objetivo y presionando el botón de activación.
El cañón emitió un rugido ensordecedor, y un rayo de luz pura se disparó hacia adelante. La sala se iluminó con una intensidad deslumbrante, y Darius sintió la onda de energía atravesar su cuerpo, empujándolo hacia atrás. El rayo de energía impactó en los Vástagos, desatando una explosión de luz y destrucción que desintegró a las criaturas en un instante, convirtiéndolas en cenizas.
Pero no se detuvo ahí. A medida que el rayo continuaba su trayectoria, todo el espacio a su alrededor se iluminó en un brillo deslumbrante, y Darius vio cómo las sombras que aún permanecían se disolvían. El caos se desató mientras el rayo seguía recorriendo la sala, alcanzando cada rincón y destrozando todo a su paso. Las paredes vibraron con el poder del disparo, y el sonido de la explosión resonó en su mente, casi ensordecedor.
Mientras la luz se desvanecía, Darius sintió que la energía del cañón comenzaba a disminuir.—¡Bien hecho, Darius!.—Celebró la inteligencia.—Has contenido a los Vástagos, pero no tenemos mucho tiempo. Tienes que salir de aquí, y rápido.
Darius respiró hondo, sintiendo el agotamiento apoderarse de él, pero sabía que no podía rendirse. Aún había más Vástagos en las profundidades del planeta, y aunque había conseguido contener a algunos, el peligro no había pasado. Se giró hacia la entrada, con el sonido del temblor aún resonando en el suelo.
Al avanzar hacia la salida, pudo ver que el caos se había apoderado del complejo. Las paredes estaban desgarradas, y una lluvia de escombros caía del techo.—¿Por dónde ahora?.—Preguntó, buscando una salida entre la destrucción.
—Debes regresar al núcleo.—espondió la inteligencia.—Debemos activar el protocolo de emergencia. Solo así podremos sellar el núcleo y evitar que los Vástagos se liberen nuevamente.
Sin dudar, Darius corrió hacia la sala del núcleo, el suelo temblando bajo sus pies. A medida que avanzaba, las sombras se movían a su alrededor, y pudo ver algunos Vástagos heridos pero aún en pie, buscando recuperar la fuerza para atacar.—No puedo permitir que se agrupe.—Pensó, mientras levantaba su rifle y comenzaba a disparar nuevamente, cada bala impactando con precisión en las criaturas que se acercaban.
Finalmente, llegó a la sala del núcleo, y las luces comenzaron a parpadear, indicando la inestabilidad del sistema. Darius corrió hacia el panel de control y comenzó a ingresar los comandos para activar el protocolo de emergencia. "Vamos, vamos," murmuró, sintiendo que la presión aumentaba nuevamente.
—¡Darius!—Gritó la inteligencia.—¡Están llegando! ¡Apresúrate!
Darius trabajaba rápidamente, sus dedos danzando sobre la consola. Con un último esfuerzo, activó el protocolo, y el núcleo comenzó a emitir un zumbido profundo.—¡Lo tengo!.—Exclamó, pero al mirar a su alrededor, vio que los Vástagos comenzaban a rodear la sala, con sus ojos brillantes y llenos de hambre.
—¡No, no, no!.—Darius sintió cómo la desesperación comenzaba a apoderarse de él. Las sombras se acercaban, y el caos estaba a punto de desatarse de nuevo. Con el núcleo activo, sabía que tenía que permanecer en pie y luchar.
El caos se intensificó mientras los Vástagos se lanzaban hacia él. Darius disparó, su rifle resonando en la sala, pero sabía que no podría mantenerse en pie por mucho tiempo. Cada disparo que hacía parecía solo irritar a las criaturas, y la energía de el.
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