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Las Maniobras de Kink
En los vastos confines del espacio, la nave UNSC Deliverance flotaba majestuosa, una fortaleza de metal que cortaba la oscuridad con su imponente presencia. En su interior, entre los pasillos fríos y estériles, se encontraba el Spartan Darius-017, revisando su equipo como de costumbre. Cada hebilla, cada placa de la armadura Mjolnir estaba en su lugar, ajustada con precisión. No era la primera vez que realizaba este tipo de maniobras, pero como buen Spartan, Darius no dejaba nada al azar. Su misión era simple: maniobras rutinarias en el planeta Kink. Desplegarse desde la nave base en una nave ligera, la Xion, realizar un aterrizaje en la superficie, comprobar los sistemas y regresar. Nada fuera de lo común.
El planeta Kink no era un destino memorable. Era un cuerpo celeste desolado, cubierto de rocas, cráteres y un tenue rastro de atmósfera tóxica que apenas sostenía vida. Su único propósito en las operaciones del UNSC era servir de campo de prácticas para entrenamientos de aterrizajes difíciles y maniobras tácticas en condiciones adversas. Una tarea fácil para un Spartan, pero importante para mantener las habilidades al máximo.
Darius abordó la Xion en el hangar de la Deliverance. La pequeña nave brillaba con su color gris metálico, diseñada para ser rápida y ágil, pero equipada solo con lo necesario para un viaje corto. Revisó los controles, siguiendo el protocolo al pie de la letra: chequeo de motores, sistemas de navegación, estabilizadores, y las funciones vitales de la nave. Todo estaba en orden. Darius sabía que las rutinas podían ser engañosas, y la disciplina era lo que mantenía a un Spartan vivo, incluso en las misiones más simples.
Con un rugido suave, la Xion se desprendió del hangar, saliendo al vacío del espacio. Darius observó cómo las estrellas se extendían en su campo de visión mientras el sistema de navegación trazaba la ruta hacia Kink. El planeta, visible en la distancia, era un orbe oscuro contra el brillo de las estrellas. A medida que se acercaba, su superficie rugosa y sin vida comenzaba a hacerse más clara, con montañas y planicies que parecían esculpidas por el tiempo y la erosión.
El Spartan comprobó el panel de control de nuevo, ajustando la trayectoria para el descenso atmosférico. La nave respondió perfectamente, como siempre lo hacía. Todo indicaba que esta sería otra maniobra sin complicaciones. Un ejercicio más que quedaría registrado y olvidado rápidamente. Pero, mientras Darius iniciaba la entrada a la atmósfera de Kink, algo inusual sucedió.
De repente, los controles comenzaron a vibrar bajo sus manos. Las luces del tablero parpadearon erráticamente, y las alarmas empezaron a sonar. El sonido era agudo y penetrante, una advertencia que no había oído antes en una misión tan rutinaria. Un pitido tras otro, los mensajes de error llenaron su visor:
—Fallo en sistema de navegación
—Avería en el control de vuelo
Darius apretó la mandíbula, intentando mantener la calma. Había enfrentado situaciones mucho peores que esta, pero los sistemas de la Xion no respondían a sus órdenes. Tiró de los controles manuales, intentando recuperar la dirección, pero la nave comenzó a inclinarse, alejándose del planeta en lugar de acercarse. La Xion ahora estaba siendo arrastrada hacia un rumbo desconocido, cada vez más lejos de Kink.
—Esto no está bien.— Pensó Darius, ajustando su asiento y revisando los sistemas con rapidez. Las alarmas eran más insistentes, con nuevos fallos que aparecían en las pantallas. Los estabilizadores fallaban, los motores emitían zumbidos inusuales, y la presión dentro de la cabina fluctuaba peligrosamente. Entonces, una nube de humo blanco comenzó a emanar desde las rejillas de ventilación, llenando el pequeño espacio con un olor químico y abrasivo.
Darius intentó activar el protocolo de emergencia, pero el humo ya había comenzado a afectarlo. Su respiración se volvió pesada, su visión se nublaba mientras su cuerpo empezaba a sucumbir a los efectos. Las advertencias del sistema resonaban en sus oídos como ecos lejanos. El sonido agudo de las alarmas se desvanecía, y un cansancio abrumador lo cubrió como una manta pesada.
—Protocolo de invernación activado.
Esa fue la última frase que escuchó antes de caer en la inconsciencia. Su cuerpo se relajó contra el asiento mientras sus sistemas vitales se ralentizaban y entraba en una especie de hibernación inducida. La Xion, ahora completamente fuera de control, se alejaba de Kink a una velocidad creciente, su curso desconocido y sus sistemas dañados.
Mientras el Spartan dormía en un sueño forzado, la pequeña nave siguió su trayectoria errante, perdiéndose en la vasta oscuridad del espacio. Sin rumbo y sin destino claro, la Xion se convirtió en una cápsula abandonada, flotando en el vacío, con Darius suspendido en el tiempo, atrapado en un limbo entre la vida y la muerte, ajeno a lo que vendría después.
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