𝐕𝐈𝐈𝐈. THE LATEST WHISTLEDOWN ...
❪ ! ❫
VIII... CAPÍTULO OCHO
THE LATEST WHISTLEDOWN ...
Los problemas de Lilibeth Hannover empezaron a tomar forma y ese nombre era ni más ni menos que el de Anthony Bridgerton.
El aire pareció abandonar los pulmones de Lilibeth cuando el hombre, acompañado por una nerviosa Eloise, se dirigió hacia ella. Anthony no apartaba los ojos de la princesa y alguien rozó sus manos al pasar, lo que provocó que Lilibeth frunciera el ceño.
─ ¿Necesitas ayuda con él? ─susurró el marqués, y Lilibeth le sonrió negando con la cabeza─. Está bien. Si en algún momento deseas retirarte, simplemente toma mi brazo. Podríamos dar un paso juntos junto a Beatrice.
─ ¡Lord Bridgerton! ─Lilibeth intentó no tambalear mientras lo saludaba con una sonrisa nerviosa. No sabía que el vizconde le causara ese tipo de trastornos, pero su presencia no le agradaba en lo absoluto─. Es un honor volver a verlo.
Alexander estaba al tanto de los rumores, al parecer todo Londres lo estaba. Lady Whistledown había hecho un trabajo excelente al informar a la ciudad entera sobre el interés del vizconde Bridgerton en la princesa, y nadie parecía dispuesto a interferir, ni siquiera la reina Charlotte, quien había dejado en claro que mientras más drama, mejor. Así que ahí estaba Alexander Somerset, tratando de detener a un Anthony decidido a robarle la atención de la pelinegra. La hermana del vizconde y él mismo le dedicaron una reverencia.
─ He deseado verla desde aquella tarde de té en mi hogar, su alteza. Lamento interrumpir su cita... ─en ese momento, Anthony lanzó una mirada de reojo al marqués y le sonrió con un ligero gesto de cabeza. Alexander respondió con un movimiento similar, aunque la sonrisa desapareció de su rostro cuando el vizconde retomó la palabra─. Esperaba tener la oportunidad de ser presentado ante el Duque. Tengo interés en mantener una conversación con él.
─ ¿Para qué? ─soltó sin pensar, y Alexander lamentó el comentario en el mismo instante en que Lilibeth lo miró con una sonrisa burlona y Anthony inclinó la cabeza en confusión─. Mis disculpas, señor Bridgerton, me adelanté demasiado. ¿Y quién es la encantadora jovencita a su lado?
Eloise, hasta ese punto, se había sentido segura. Todo lo que había escuchado de Penelope y otras debutantes sobre el Marqués resultaba cierto. El hombre era excepcionalmente apuesto y su presencia irradiaba el porte más noble y refinado que jamás había visto. Parecía haber salido directamente de las páginas de un libro de fantasía y ahora la miraba con gran curiosidad.
Anthony dejó escapar una risa mientras tomaba del brazo a su hermana y sonreía con naturalidad.
─ Mis disculpas sinceras. Permítame presentártela, esta es mi hermana, Eloise. Esta es su primera temporada y estaba ansiosa por conocerle.
─ ¿Disculpa? ─la voz de Eloise sonó con un tono de molestia, y eso provocó que Alexander esbozara una sonrisa auténtica, siendo la primera mujer en todo el día que no parecía dispuesta a lanzarse sobre él.
─ Señorita Bridgerton, es un verdadero placer conocerla. ¿Está disfrutando de su primera temporada? ─Eloise lo miró con un atisbo de recelo en sus ojos, pero no respondió, solamente mostró una sonrisa sin enseñar su dentadura blanca.
Mientras tanto, Lilibeth observaba la interacción con atención. A pesar de sus intentos de ignorar la mirada de Anthony, su deseo de saber si él la estaba observando se hacía más fuerte.
─ Creo que podría presentarle a mi padre en este momento, Lord Bridgerton ─susurró Lilibeth, echando una breve mirada por encima de su hombro. El Duque de York conversaba con otros caballeros mientras mantenía a su hija en su campo de visión─. ¿Desea que lo acompañe?
Aunque no lo admitiera abiertamente, Anthony se sentía inquieto. La tentación de huir hacía la seguridad de la carpa de su familia era fuerte, pero no podía permitirse quedar como un cobarde frente a la sociedad, especialmente después de la última entrega de Lady Whistledown. Si no solucionaba las cosas en ese momento, en medio de la alta sociedad y en presencia del hermano del rey, ¿cuándo lo haría? Necesitaba restaurar su dignidad y dejar en claro que no había abandonado a la señorita Sharma por algún defecto en ella. Por tanto, debía obtener la aprobación del padre de la princesa -o incluso de la reina-, a fin de que dejaran de considerarlo un cazafortunas.
─ No es necesario, su alteza. ¿Podría cuidar a Eloise por mí? ─Anthony soltó el brazo de su hermana mientras la joven de ojos azules lo miraba casi suplicante, parecía que Eloise estaba al borde de un colapso. Sin embargo, Lilibeth, habiendo presenciado varios episodios similares, asintió con calma y observó cómo Anthony se despedía del marqués antes de encaminarse con determinación hacia su progenitor.
─ Eloise... ─murmuró Lilibeth, tomando el brazo de su amiga y entrelazando el suyo propio con el de ella. Eloise le respondió con una sonrisa agradecida, y Alexander, al notar que él era la fuente del nerviosismo de Eloise, se quedó momentáneamente paralizado. Rápidamente buscó a su hermana menor en la distancia. Beatrice se hallaba en la carpa real, disfrutando de panecillos de fresa mientras sostenía un libro en la otra mano.
─ Señorita Bridgerton, si usted me promete que no ha venido aquí para procurar mi mano en matrimonio, yo le prometo que no intentaré proponérselo ─Alexander se inclinó, sus labios rozando el oído de Eloise en un susurro. La sorpresa se pintó en los ojos de Eloise ante el repentino cambio en su actitud, y el hombre se alejó de inmediato haciendo ver su pequeña broma, el nerviosismo pareció disiparse─. Y por supuesto, no sería apropiado coquetear con otra dama mientras estoy en compañía de su amiga.
─ Si se acerca a ambas de esa manera, la gente pensará que intenta desposarlas a ambas, Alexander ─Eloise lo reprendió, dándole un suave golpe en el hombro para que se alejará, Alexander dio dos pasos atrás levantando ambas manos en forma de paz. Una risita escapó de los labios de Eloise cuando Lilibeth también dio un toquecito al mayor─. No se preocupe, mi lord. No tengo intenciones matrimoniales en mente, y no tengo interés en robarle la compañía a Betty. Además, es más entretenido ver cómo ella lo enfrenta con firmeza.
─ ¿Acaso todo esto es un plan para atacarme? ─preguntó Alexander, ofendido, llevando una mano a su pecho en un gesto teatral. Su semblante expresaba dolor, un espectáculo que Eloise encontró encantador─. Dos mujeres excepcionalmente astutas me han rechazado. ¡Oh, el inmenso tormento!
Lilibeth sonreía ampliamente mientras negaba con diversión, y la joven Beatrice, desde su posición, observaba con el ceño fruncido cómo su hermano mayor hacía el ridículo frente a una joven dama, algo que no solía presenciar.
─ Permítame decirle, marqués, que no es en absoluto lo que imaginaba. ─Eloise pronunció esas palabras mientras mantenía su sonrisa en el rostro. Alexander se vio forzado a admitir que la joven era hermosa, y el vestido azul resaltaba sus intensos ojos azules que asomaban detrás de su flequillo cuidadosamente peinado.
─ ¿Jamás ha visto a un hombre haciendo el tonto? Tal afirmación parece humanamente imposible, señorita Bridgerton. Pero le creo. Me siento honrado de ser el primer hombre al que no ha huido.
Mientras tanto, Lilibeth había quedado en silencio, observando la peculiar interacción entre los dos. Eloise respondía con observaciones mordaces, y Alexander respondía en consonancia. La princesa alternaba su mirada entre ellos, riendo de vez en cuando ante sus comentarios, y cuando se percató de que no era necesaria su intervención, sus ojos buscaron a aquel hombre que, desde el día en que lo conoció, había capturado toda su atención.
Anthony sostenía una conversación con un grupo de caballeros que rodeaban a su padre. Aunque no conocía a ninguno de ellos personalmente, Lilibeth pudo percibir el impacto que el vizconde Bridgerton dejaba en cada uno de los hombres con quienes interactuaba. Y si algo conocía bien, era la mirada analítica de su padre, que parecía inspeccionar a Anthony como si fuera una joya valiosa. Lilibeth sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que las cosas se volvieran más complicadas, si su padre se involucraba en el asunto.
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─ ¿Y bien? ¿Cómo te fue? ─preguntó Eloise con una chispa de curiosidad mientras observaba a su hermano mayor, Anthony, entrar en la sala de la casa Bridgerton.
─ No lo sé. Supongo que he sido una sorpresa. ─Anthony se encogió de hombros, su expresión una mezcla de cautela y leve optimismo.
Tras la animada charla entre Eloise y Alexander, la joven aceptó la invitación a la carpa de la familia real. Mientras tanto, Lilibeth se había sumido en una conversación con la hermana del Marqués. Eloise también se unió a la charla, y al final, acordaron tomar el té en algún momento. Eloise encontró la compañía de los Somerset inusualmente agradable, lo cual resultaba sorprendente. Después de reírse hasta las lágrimas con las ocurrencias de Alexander, Eloise había establecido una amistad con él. Ahora, solo aguardaba una oportunidad de encontrarse en un baile para poder avanzar en su conversación sobre la necesidad de una educación más completa para las mujeres.
Anthony, por su parte, se había perdido durante toda la tarde después de su encuentro en los jardines con el Duque de York. Animado por la conversación, el Vizconde Bridgerton había accedido a compartir una bebida con otros caballeros. Sin embargo, desde el momento en que mencionó su interés en la hija del Duque, las cosas se habían vuelto complicadas.
─ Solo Anthony Bridgerton podría llevar a su familia al borde de la desgracia por enamorarse ─comentó Benedict mientras emergía de la nada, sosteniendo un sombrero de copa y calzando botas de montar. Tomó un bocadillo de la mesita, masticando con un poco más de entusiasmo de lo necesario, lo que le valió una reprimenda de su madre.
─ ¿Y tú adónde te diriges? ─preguntó Colin, estudiando a su hermano mayor antes de observar a Gregory, quien alzaba los brazos al ver a su hermano.
─ Necesito un poco de aire fresco. Las feromonas de Anthony flotando en el aire están a punto de hacerme perder el conocimiento. ─Benedict rodó los ojos y soltó un suspiro, mientras su madre lo regañaba por su falta de modales. Después de una disculpa murmurada, Benedict se alejó de la casa apresuradamente.
─ ¡Benedict! ─exclamó Violet, reprochándole con una mirada furiosa. Luego, su atención se volvió hacia su hijo Anthony, quien, al quitarse el saco con un gesto enérgico, lo arrojó sobre el sillón.
Suspirando ante la escena, Violet continuó. ─ Cariño, ¿está todo bien? No necesitas agradarle a ese hombre. Podríamos encontrar una manera de...
Antes de que Violet pudiera terminar, Eloise y Colin, como si compartieran un pensamiento, intercambiaron una mirada y un rápido asentimiento. Parecía que ambos estaban tratando de idear una estrategia para manejar a Anthony antes de que su frustración se transformara en una rabieta completa.
─ Me dijo que Lilibeth se casará con Alexander.
Las palabras de Anthony hicieron que Eloise y Colin soltaran un "oh" simultáneo. Los dos intercambiaron una mirada significativa, conscientes de la tormenta que podría desatarse con esa revelación.
─ Y también me aseguró que tengo todo el derecho de cortejar a su hija. ─Anthony continuó, su expresión denotando una mezcla de irritación y desconcierto─. Ese hombre es un lobo con piel de cordero, intentó dirigir la conversación hacía asuntos de negocios relacionados con la princesa. Es inescrupuloso y manipulador. ¿Por qué un caballero hablaría de su propia hija cómo si fuese una mula en exhibición? ¿Acaso la reina permite que a su familia se le traté así? ¿Crees que debería ir hasta el palacio y...?
─ Anthony, basta. ─su madre dejó a un lado su hora de tejer para levantarse de su asiento y caminar hasta su hijo. Era la primera vez que veía a Anthony tan frustrado y estaba sorprendida pero preocupada al mismo tiempo.
Violet Bridgerton era una excelente madre y era poco lo malo que tenían que decir sobre ella. Había criado a hijos excepcionales y sabía que era una dicha que su familia fuese tan relevante en la aristocracia pero no sabía cómo actuar con su hijo intentando jugar al póquer contra la corona de Inglaterra.
─ Su opinión no importa, si es lo que deseas escuchar, hermano. ─Eloise se levantó con un Lady Whistledown en mano, Anthony frunció aún más el ceño─. El Duque no es del agrado de nadie, termina de leer y después espera a que lo que hiciste hoy sea publicado, estoy segura que la Reina te invitará al palacio después.
Anthony el panfleto entre sus manos y su madre quién le tocaba el hombro se acercó para leer junto a su hijo:
Pero dejando atrás al genio Vizconde, ¿por qué no hablar sobre su futura familia?
Hoy, nuestros oídos bien informados se deleitan nuevamente con el ardoroso rumor del círculo real. Esta vez, la cuestión central no es otra que el mismísimo Duque de York, un hombre cuyo nombre ha estado en la boca de la alta sociedad por razones que podrían rivalizar con las tramas más sensacionales de nuestras novelas favoritas.
¿Quién podría olvidar el escándalo que lo apartó de la línea de sucesión? El Duque, hermano menor del Rey George, estuvo a un paso del trono, listo para portar una corona que nunca llegó a ceñir. Un hijo ilegítimo, un hijo que resultó ser nada más que humo y espejos, fue el huracán que desencadenó su caída. Su destino como heredero se desmoronó en pedazos, dejándolo en un rincón oscuro, sumido en el pesar de su propia farsa.
El hermano del monarca siempre mantuvo su distancia del trono, un claro reflejo de la distancia que los separaba. La complicidad fraterna brilló por su ausencia, y es difícil no preguntarse si la naturaleza misma los unió solo por lazos de sangre y deber. Con una vida que prometía grandeza, ahora se encuentra en una posición inusual, marcado por un episodio que más parece sacado de las páginas de un drama trágico.
Pero aquí reside el quid de la cuestión: aquel que fue desterrado de la línea de sucesión no debería haber sido el encargado de presentar a la sociedad a su propia hija, la dulce Princesa Lilibeth Hannover. Los rumores la rodean como abejas a la miel, y es innegable que su presencia encarna todo lo contrario a su padre. Mientras él parece enredado en una maraña de resentimiento y venganza, ella deslumbra con su gracia y carisma, una princesa que bien podría ser la antítesis de su progenitor.
Se susurra que ha abandonado a sus hijos, dejándolos a merced de sus caprichos y libertinaje. Estas historias, tejidas con los hilos del chisme, parecen pintar un retrato sombrío de un hombre cuyos valores y compromisos se tambalearon en el torbellino de sus deseos.
─ Entonces la princesa no tiene una madrastra malvada, sino un padre malvado. ─Colin se inmiscuyó en la conversación con su característico humor, provocando una mirada fruncida de Eloise─. ¿Qué? Mi única diversión desde que llegué aquí ha sido observar todo este drama.
─ Te diría que busques alguna señorita y nos dejes en paz, pero el que terminará casado eres tú, no Anthony. ─Eloise retomó el libro que tenía sobre sus muslos después de soltar aquel comentario, y Colin, un tanto ofendido, se rindió ante la futilidad de sus peculiares bromas, llevándose a Gregory consigo.
Por unos momentos, Anthony quedó en silencio, un silencio que inquietó a su madre. Sin embargo, ¿qué podía decir Violet después de haber escuchado la desdichada historia del Duque de York?
─ Creo que todo esto ya no me involucra.
La mirada atónita de su madre cayó sobre él al escuchar sus palabras. No podía ser cierto que ahora, en este punto, Anthony se echara para atrás. Sus ojos se movieron entre su hijo y Eloise, esta última que los observaba por encima de su libro.
─ No puedo arriesgar a la familia por entrometerme en los asuntos de ese hombre. ─Anthony agitó el panfleto en el aire antes de dejarlo caer sobre el sillón, donde también había colocado su saco. Luego pasó ambas manos por su rostro, suspirando─. Mañana hablaré con la señorita Sharma y...
─ ¿Y ahora piensas cambiar de debutante como si fueras a cambiar de zapatos? Anthony, hace un momento hablabas de que un caballero no debía hacer negocios con una dama. ¿Quieres volver a ser el mismo tonto de hace solo dos semanas? ─Eloise soltó esas palabras con tono molesto, sorprendiendo incluso a su madre. Sin embargo, Eloise no cedió, se levantó y se colocó a unos pasos de su hermano─. No te conviertas en un cobarde que retrocede cuando las cosas se ponen difíciles. Si Lilibeth siente asco hacía ese hombre y si lo que Lady Whistledown ha revelado, sumado a lo ocurrido en la puerta de esta casa, es verdad, ten la valentía de seguir adelante. De lo contrario, no solo habrás mentido a una mujer digna, sino también a ti mismo.
─ ¿En qué momento te convertiste en la persona más sensata de esta casa? ─lady Bridgerton no podía evitar mantener la boca abierta mientras observaba la reacción de Anthony, que parecía haber quedado estático ante las palabras de su joven hermana. Eloise, por su parte, sonreía con una mezcla de satisfacción y triunfo─. Anthony, Eloise tiene razón...
─ ¿Y qué ocurre si ella no siente lo mismo por mí? ¿Debo quedarme con los brazos cruzados si decide casarse con Somerset? ─la voz de Anthony sonaba llena de preocupación y un toque de miedo, comprensible después de haber revelado sus sentimientos y enfrentado lo que podría ser un rechazo parcial.
─ Ella no te ha rechazado, pero tampoco te ha aceptado, Anthony. Escucha, ya sabes que detesto involucrarme en estas situaciones... ─Eloise se cruzó de brazos y aunque su estatura era menor, en ese momento parecía transmitir una sabiduría mucho más allá de sus años─. Pero tu cortejo ni siquiera ha comenzado formalmente. No te hemos visto bailar con ella, ni tampoco te hemos visto confrontar al Marqués por ella. Así que, por favor, deja de lamentarte. ¿Verdad, mamá?
La mirada de Eloise se dirigió a su madre, buscando su aprobación, y Lady Bridgerton no tuvo más opción que asentir, apretando los labios hasta que se transformaron en una delgada línea en su rostro. Por su parte, Anthony dejó escapar un suspiro resignado.
─ Está bien, ¿y qué hago si el Duque decide que no soy digno de la señorita Hannover?
─ Serás digno. No necesitamos su aprobación, sino ganarte el favor de la reina. Además, no olvides que eres el Vizconde Bridgerton, por el amor de Dios.
Nunca en todos sus años de vida se había sentido tan manipulada como en las últimas semanas.
Cada mañana comenzaba con un despertar que parecía más una marioneta siendo vestida para un espectáculo. Era conducida como una frágil muñeca de porcelana hasta una mesa con capacidad para al menos cincuenta personas, donde se sentaba a comer en una soledad que la envolvía. Paseaba, con sus pasos resonando solitarios, a veces en compañía de su dama de confianza, Sophie, cuyas conversaciones vacuas y superficiales eran como aguijones en su mente. Comía de nuevo, pero esta vez su soledad no hacía más que acentuarse, ocasionalmente divisaba a su tía que surgía de las sombras por momentos antes de desvanecerse nuevamente en su enigmático retiro.
Y luego llegaba la cena, la parte más desalentadora del día.
─ Anthony Bridgerton me ha acosado durante todo el día, como si fuera un perro entrenado, realizando trucos para impresionar. ─dejando caer su cubierto sobre el plato de porcelana, la princesa capturó la atención de su padre y de la reina, pero el hombre prosiguió hablando sin inmutarse─. Es asombroso el grado de desesperación que puede alcanzar un hombre en decadencia.
─ Claro, tú tienes un profundo conocimiento de eso, ¿verdad, querido padre? ─La respuesta de la princesa, acompañada de una sonrisa forzada, causó que el tenedor que había caído previamente volviera a sus manos, recogiendo un bocado con elegancia mientras mantenía la sonrisa intacta. La mirada enfurecida de su padre se encontró con la risita fingida de Charlotte, que resonó en la estancia, pronto secundada por las risas de los criados, obedeciendo a la orden de su majestad.
─ ¡Oh, Betty! ¡Qué sentido del humor tan peculiar posees! Eres una auténtica fuente de diversión. ─Charlotte soltó su comentario entre risitas, tomando un sorbo de su copa antes de aclararse la garganta─. Lord Bridgerton sería un pretendiente sobresaliente en lo que respecta al dinero y el estatus social, cuñado. Pero su historial no es precisamente intachable, y la familia Bridgerton tiene una inclinación a ocupar los titulares de los chismes aburridos de Lady Whistledown.
¿Ahora la Reina también se alineaba en contra de Anthony? A Lilibeth le resultaba un enigma insondable su tía, por mucho que intentara comprenderla. Charlotte pasaba su tiempo quejándose amargamente de la misteriosa escritora y desestimando cada palabra escrita por Lady Whistledown, hasta que los afectados por los chismes no fueran ella ni su círculo cercano.
A ese punto de la cena, Lilibeth sentía como si no pudiera tragarse otro bocado. El tiempo podía medirse en minutos, pero su ansiedad le sugería que había sido una eternidad sentada allí. El deseo de retirarse antes de que ella y su padre se enzarzaran en otra discusión a gritos la asaltaba, aunque en su corazón sabía que esto era solo la primera de muchas disputas en los próximos días. ¿Qué tenía de novedoso en eso?
─ Lord Bridgerton ha sido un perfecto caballero conmigo, y su familia ha demostrado ser encantadora. Aunque reconozco que no tengo voz en mi elección de esposo, por supuesto. ─el tono de la princesa destilaba ese sarcasmo sutil que solía exasperar al Duque, llevándolo en ocasiones a consumir una copa de vino más─. Es el único hombre que ha demostrado decencia en esta temporada, a excepción del Marqués. Tal vez, deberían ponerlo a prueba y considerarlo más.
Hubo un instante de silencio que se extendió como un aliento contenido en el aire, y cuando el Duque estaba a punto de liberar otro comentario mordaz dirigido a Anthony, la reina interrumpió.
─ Puede que tengas razón, aunque eso no cambia el hecho de que él fue el hombre que rechazó mi diamante. ─si no conocieran tan bien a Charlotte, bien podrían haber interpretado una pizca de tristeza o enojo en sus palabras. Pero Lilibeth sabía mejor; su tía estaba simplemente avivando las brasas de su ego herido, buscando halagos y consuelo.
─ ¿Le has preguntado a Lord Bridgerton por qué rompió con la señorita Sharma? Tal vez yo tuve algo que ver en eso. ¿Has leído a Whistledown, tía? ─Lilibeth pronunció la última frase con cierta malicia.
La ceja de Charlotte se elevó, trazando un arco sobre sus ojos meticulosamente delineados que se ocultaban tras la prominente peluca.
─ ¡Oh, pero por supuesto! Eres un auténtico tesoro, querida. La señorita Sharma es encantadora, ciertamente, pero tú, mi cariño... ─la sonrisa maliciosa de su tía se ensanchó como la luna creciente en un cielo nocturno─. Eres simplemente perfecta. No podemos culpar al buen gusto de Lord Bridgerton, ¿no es así, Edward?
─ Sigue siendo un hombre con cualidades de un perro. Quizás sería sensato que mantenga distancia de la familia si desea evitar conflictos. No deseo que pierda la razón por completo.
Un pensamiento acudió fugazmente a la mente de la princesa, un pensamiento que nunca podría decir en voz alta: "Por ti".
Anthony Bridgerton perdía la razón, por ella. Lilibeth tragó un bocado con premura y el ánimo que había mantenido en su voz previamente se desvaneció cuando levantó la mirada hacía su padre. La expresión en su rostro era una mezcla tumultuosa de ira latente.
Ahora era cuando recordaba vívidamente todo lo que le había dicho a Anthony esa noche. El hombre que la miraba con ese destello de hostilidad era aquel que la tenía en sus garras, un vínculo de control tejido a pesar de su ausencia en su vida. Era un hombre que había destrozado su corazón innumerables veces, cada grieta una herida emocional que había perdido la cuenta de cuántas veces había suturado. Lilibeth se hallaba adolorida en todas esas inseguridades, temores y oportunidades desperdiciadas debido al padre que nunca había optado por ser, al progenitor que no había alzado la bandera de la paternidad para cuidarla como a su propia hija. ¿Cómo podía romper esas cadenas?
Las palabras no dichas, las verdades apresadas en su garganta, todo lo que anhelaba compartir con Lord Bridgerton aquella noche, todo parecía girar en su mente.
Sí, lo extrañaba, un lamento constante de su alma que hacía latir su corazón desbocado cada vez que sus ojos se posaban en él. Un torbellino de nervios y ansiedad la asaltaba cada vez que se acercaba, pero aún así, la necesidad de verlo, de estar cerca, era avasalladora. ¿Cómo podía ser que cada palabra pronunciada por el vizconde en aquel encuentro se hubiera grabado con precisión en su memoria? Aquellos ojos cargados de angustia y el roce de su mano sobre su muñeca, un gesto desesperado por ocultar su presencia.
Lilibeth hubiese deseado que Anthony actuara de manera más audaz, que en ese momento alguien, un criado o una criada, los hubiera sorprendido en su confidencia. Si eso hubiera sucedido, tal vez habría tenido el valor de acallarlo con un beso, de sumirse en sus labios y silenciar con dulzura cada pensamiento turbulento que lo atormentaba.
Mientras Charlotte continuaba parloteando sobre los Bridgerton y barajaba la idea de traer a Violet al palacio para escudriñar las intenciones de Anthony, Lilibeth aumentó la velocidad de sus movimientos, con la conciencia de que probablemente se resentiría después por el desatino de su estómago.
─ Si algo es cierto, es que cuando se trata de dramas, más es siempre mejor. Estoy un tanto aburrida, quizás deberíamos invitar al Vizconde. Podría hacerle una entrevista y quién sabe, tal vez puedan dar un paso...
─ No, Bridgerton no será pretendiente de mi hija.
Las palabras de su padre retumbaron en la habitación, dejando en claro que no habría margen para la negociación. Lilibeth bajó la mirada, evitando el enfrentamiento visual. La cena continuó, pero su apetito había desaparecido, se quedó callada escuchando a sus dos mayores discutir sobre la familia Bridgerton, Lilibeth comenzó a marearse cada que su padre rechazaba al vizconde de las formas más groseras.
─ ¿Simon Basset no está en tu lista de hombres honorables, padre? ─le preguntó, sintiendo un dolor agudo en la frente al intentar comprender su punto de vista─. Me pareció que otro Duque estaría más en línea con tu estatus, después de todo, el Duque de Hastings está emparentado con los Bridgerton.
El duque arqueó una ceja, sus ojos recorriendo a su hija con un dejé de asombro.
─ ¿Y no fue este mismo hombre quien le arrebató la esposa a tu primo de Prusia?
Lilibeth sostuvo la mirada de su padre, desafiante. Tenía razón, y podía que su padre no confiará ni un poco en la familia Bridgerton por sus roces con la suya antes, pero eso no significaba mucho para la princesa. Las ideas de su padre jamás fueron de gran significado pero cuándo él decidía ponerse enfrente para que ella no pudiese seguir caminando, nada podía moverlo.
─ No estaban casados. ─respondió mientras le daba una mirada fugaz a su tía─. Ni siquiera llegaron a estar comprometidos, el cortejo de Frederick a Daphne fue demasiado corto, y yo conozco al Duque y la Duquesa, ambos están completamente enamorados, de hecho... ─se acomodó sobre su asiento, divisando a un lacayo que le miraba atentamente para escuchar que más podía decir, parecía que la servidumbre se divertía oyéndola hacer enojar a su padre─. Han venido para la temporada de Eloise, una gran amiga de mi tía Charlotte, y han traído a su heredero, Auggie. Mi tía debería conocerlo, después de todo ella bendijo esa unión, ¿o no fue así?
La mujer era inteligente y no sabía en que momento de la noche se había vuelto la defensora más fuerte del clan Bridgerton, pero le importaba lo que su padre podía pensar de ellos. «Por Anthony», pensó en algún momento de la noche, pero cómo podía estar defendiéndolo cuándo apenas unas noches atrás deseaba destruirlo por jugar con la preciosa Edwina. Por otro lado ella se aseguraba a sí misma que estaba llevándole la contraria a su padre porqué era mejor que estar de su lado, y jamás estaría de acuerdo con nada con ese hombre.
─ Es cierto, yo bendije esa unión, y ahora que sé que ambos están aquí, deberían ver a su reina. Edward, estás siendo demasiado molesto, déjala que todos los hombres de Londres la sigan. ─el tono despreocupado de la reina hizo que Lilibeth sintiera un escalofrío─. Ni siquiera sé porqué estoy discutiéndolo contigo, yo voy a elegir con quién debe casarse o no.
Lilibeth sonrió por primera vez cuándo la reina la miró y le guiñó un ojo en complicidad. Sintió un alivio sobre el pecho cuándo su padre no dijo nada más, pero Lilibeth siempre debía tener la última palabra.
─ ¿Y qué tan malo podría estar casada con el vizconde? Tendrías un perro fiel toda tu vida, padre. ─había intimidado el mismo tono de voz que él había utilizado toda la velada para insultar a Anthony.
El Duque de York no mencionó otra palabra. Sabía que si lo hacía posiblemente se tendría que enfrentar a una monarca con una peluca gigante muy enojada, así que prefirió no hablar, pero estaba seguro que los ojos de su hija no mentían y esto no era solamente para molestarlo, había algo más, e iba a averiguarlo. Y claro, destruirlo.
Por supuesto, Anthony no había meditado demasiado sobre la idea cuando, a la mañana siguiente de su paseo familiar, se encontró ante las grandiosas puertas del Palacio de Buckingham.
Actuó por impulso, sin dejar que su mente razonara sobre el hecho de que entrar en el palacio sin una invitación no sería tarea fácil. Y ahí estaba él, debatiéndose con un obstinado guardia sobre cómo solicitar una audiencia con la Reina.
La suerte parecía sonreírle al Vizconde, pues su título de nobleza le otorgó el privilegio de adentrarse en el recinto real. Sin embargo, estuvo a pocos minutos de ser escoltado fuera, pues la ausencia de una invitación estaba a punto de jugarle una mala pasada.
─ ¿Vizconde? ─una voz resonó en el aire, interrumpiendo su tensa conversación. Pero, en lugar de la melodiosa voz de la princesa, fue el perro de la Reina quien apareció, husmeando sus costosas botas.
─ Su Majestad ─doblándose en una ligera reverencia, Anthony demostró su respeto─. Lamento la intrusión, pero necesito hablar con usted...
─ Supongo que es sobre mi sobrina ─la Reina habló, su tono a la vez sereno y curioso─. ¿Tiene la gentileza de explicar por qué mi diamante ya no le pareció suficiente?
Anthony no lo ignoraba. Había comprendido, luego de una noche sin dormir, que necesitaba arreglar el desastre que había causado con su precipitación. A la mañana siguiente, se había dirigido al hogar de lady Danbury, pasando toda la mañana en profunda conversación. La mujer le había reprendido y, literalmente, golpeado en el proceso, pero al final, logró convencerla de ayudarlo. A través de su intervención, había obtenido el carruaje de lady Danbury, y este lo había llevado al Palacio de la Reina.
Las palabras exactas que diría no las tenía claras, pero sí una idea general para enmendar los malentendidos y, posiblemente, ayudar a la princesa en el proceso.
─ He venido para ofrecerle algo más que una simple explicación, Alteza ─las palabras fluían de sus labios mientras observaba la reacción de Charlotte─. Mi intención es presentarle hechos, además de una propuesta.
Anthony no solo había ido a casa de lady Danbury por su ayuda. También Edwina lo había buscado tan pronto se enteró de su presencia. La joven buscó respuestas y se disculpó por su hermana. Además, compartió la buena nueva de que otro caballero se encontraba interesado en Edwina. Esto alivió su conciencia, pero aún sentía la necesidad de aclarar todo antes de que el rumor lo manchara a él o a la señorita Sharma.
─ Deseo cortejar a la princesa, su Alteza. Quiero demostrar que mi interés no es por su riqueza, posición ni conexiones. ─ambas manos fueron detrás de su espalda para evitar su nerviosismo, con un porte digno de un caballero─. La admiró y la adoro, sinceramente y deseo que lo vea en cada acción.
Anthony llevó su mano al pecho, palmeando ligeramente su traje azul marino antes de finalmente sacar un sobre de tono celeste. Con expresión esperanzada, lo entregó a la Reina. A su vez, Charlotte pasó la correa de su perro a Brimsley, y avanzó un paso, observando con más atención al hombre frente a ella.
─ ¿Va a competir contra el Marqués y otros quince hombres, Bridgerton? ─sus palabras estaban cargadas de escepticismo, pero también de cierta curiosidad.
─ Hasta un duelo a muerte, si es necesario. Soy un caballero y voy a demostrárselo ─Anthony amplió aún más su mano, ofreciendo el sobre─. Por favor, deme una oportunidad.
Los labios de Charlotte se tensaron en una línea firme, mientras sus ojos escudriñaban al Vizconde con evaluación. Se preguntaba si todo este alboroto valía la pena. ¿Era prudente poner tanta presión en una joven? ¿No era demasiado para una dama inexperta en los juegos de la alta sociedad? Pero algo en la mirada de Anthony, algo en la sinceridad de su expresión, hizo que la Reina titubeara por un instante.
De manera instintiva, sus dedos tomaron el sobre azul celeste, rompiendo el sello distintivo de la familia Bridgerton. Los deslizó con suavidad, dejando escapar el contenido. Era una invitación. Un baile.
─ Un baile de mi familia, especialmente en su honor, su Alteza. Será una oportunidad para que la princesa y usted disfruten de nuestra compañía y vean por sí mismas ─Anthony no ocultó su esperanza, sus ojos buscaban la aprobación de la Reina.
En ese momento, un destello genuino de sonrisa cruzó el rostro de Charlotte. Era una sonrisa que Anthony, para su asombro, nunca antes había visto en la austera Reina. Ese instante de vulnerabilidad confirmó que lo había logrado.
Una posibilidad para corregir su error y demostrar su genuino interés. Sabía que no podía permitirse cometer más errores, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ganarse el respeto de la Reina. Y quién sabe, a su paso también el corazón de la señorita Hannover-Bremer.
Anthony Bridgerton, mi señor, mi alma, mi corazón, mi todo.
He vuelto, señoras, señores y niños. He vuelto, he resurgido desde las cenizas.
Después de semanas en depresión y llorando en modo Sadie Sink en "All To Well" por mi rompimiento, lo he superado. No había querido saber nada del amor por lo mismo, pero nadie me decepciona si lo escribo yo, y era obvio que tenía que poner a Anthony a trabajar por su chiquita, así que aquí tienen un Anthony en sus inicios de "How You Get The Girl" en honor de 1989 (Taylor's Versión) que se anunció ayer. 🩵🏙️
Por favor, pásense a leer la nueva fic de Benedict Bridgerton en mi perfil. Estaré subiendo el prólogo en estos días y quiero mucho que le den amor, porqué no quiero meter spoilers acá de la nada, vAYAAAAAN a leer, el plot está muy lindo, y será un libro muy divertido.
aND THAT'S HOW IT WORKSSSS THAT'S HOW GET THE GIRLLLL, vamos Anthony tú puedes, mi rey.
Nos vemos en el próximo capítulo, los veo lectores fantasmas, mínimo dejen un voto, sáquenme del flop. 😭
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