𝐕𝐈. THE ARCHER SAY THE TRUTH ...
❪ ! ❫
IV... CAPÍTULO SEIS
the archer say the truth
Tal vez las palabras de un hombre enamorado como Simon Basset hicieron razonar al corazón endurecido de Anthony Bridgerton.
O tal vez solamente estaba cometiendo el error más grande su vida. Había rechazado al diamante de la temporada pero ahora estaba encaprichado con la joya de la monarquía que brillaba hasta dejarlo sin aliento.
Llevaba un vestido color verde esmeralda oscuro y brillante -siempre le había parecido curiosa su vestimenta-, aún usaba un corsé completo, uno que siempre traía las piedras más hermosas o flores bordadas, de vez en cuando la veía usar vestidos como los de sus hermanas pero jamás lucía tan hermosa como cuando parecía haber salido de un cuadro de hace un veinte años, con su pequeña tiara, sus manos libres de guantes y un gran collar que lucía sobre la piel blanca y radiante de su pecho.
Se preguntaba qué tan difícil podría ser quitar ese incómodo corsé, si tendría que deslizar sus dedos por su espalda y deshacerse de cada nudo que le apretaba el pecho, jalarlo y dejarlo caer sobre el suelo. Pensó en lo difícil que sería quitar ese collar de esmeraldas y evitar romperlo sin tener una deuda con la corona de por vida. Pensó en sí sus labios sabrían a durazno debido a su color rojizo naranja y su piel brillante era terca como se veía.
Pensó muchas cosas pero Anthony era un caballero respetable y él no debería pensar de esa forma en una señorita, menos si esa señorita respondía el nombre de su monarca de alguna forma.
- ¿Lord Bridgerton? -la voz de lady Danbury interrumpió sus pensamientos, ella lo miró mientras levantaba una ceja, analizando el rostro del hombre -. Parece que debería tener cuidado con dónde fija la mirada.
Los ojos marrones de la mujer se dirigieron hacia la princesa, arrodillada en el césped sobre una pequeña manta de seda, intercambiando libros y conversando alegremente con la señorita Bridgerton. Hyacinth hacía preguntas con entusiasmo, mientras que su hermana la observaba con desaprobación. Parecía que Anthony se había perdido en sus pensamientos una vez más y ni siquiera recordaba cuándo lady Danbury se había unido a la hora del té o cuándo se había quedado absorto contemplando la belleza de la mujer a pocos metros de distancia.
- Y-yo...
Pero las palabras no salieron de sus labios. Su madre lo observó mientras se levantaba nervioso de la silla, casi derribándola por la fuerza con la que se impulsó para ponerse de pie. Daphne se sobresaltó ante la conmoción de su hermano y miró a su pequeño hijo, que emitió un pequeño balbuceo al ver a su tío casi huir despavorido del lugar.
- Lo siento, voy a cambiarme. Jugaré con ellos - sus ojos vagaron hacia los hombres Bridgerton, que estaban disfrutando de un animado juego de esgrima con el Duque de Hastings, algo totalmente inapropiado para Gregory, quien reía mientras observaba a Colin perder contra Benedict -. Lady Danbury, madre, hermana.
Salió apresuradamente del lugar, mientras la mujer a la que había estado mirando de reojo levantaba una ceja.
Lilibeth casi escupió el té cuando el hombre hizo varias preguntas sobre su ideal y por qué no le agradaba el Marqués.
Nunca había dicho eso. Alexander era increíblemente guapo, carismático y tenía una sonrisa encantadora, pero no había más que halagos, respeto y una habilidad asombrosa para leer su alma cada vez que estaban juntos. Sentía nerviosismo ante el poder de comprensión que él tenía sobre ella, su paciencia y su entusiasmo por conocerla. A pesar de ser una mujer adulta, nunca antes se había sentido tan presionada por un hombre, y mucho menos por dos. Criarse como la hermana mayor "malvada" y cuidar a sus hermanos no le había dejado mucho tiempo para conocer hombres que no estuvieran interesados en su hermana menor o que no buscaran desposarla para aprovecharse de la fortuna de su familia. Sea lo que fuera, había huido de Alexander por su propia curiosidad, cancelando su cita, y ahora se encontraba en el hogar de otro hombre que la hacía sentir sometida con su mirada y sus preguntas. Sin embargo, por alguna razón, no sentía ese revoloteo en el estómago cada vez que Anthony Bridgerton la miraba. Se sentía desafiada por mantener su mirada fija en el vizconde y ver quién podía comprender mejor el alma del otro.
Y eso era curioso.
- Últimamente Anthony ha estado actuando de manera extraña, ¿no crees, Eloise? -la voz de Hyacinth hizo reír a su hermana, mientras la joven de cabello castaño y hermosos ojos azules miraba en la dirección en la que su hermano mayor había desaparecido-. ¿Está bien?
- Anthony siempre parece a punto de explotar, Hya. No sé por qué te sorprendes. Parece que siempre intenta cargar el mundo sobre sus hombros.
- ¿Es por papá, verdad? -Lilibeth observaba fijamente la cubierta dura de los libros cuando la pequeña Bridgerton habló. El rostro de su hermana se endureció ligeramente y apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea-. Lo siento, fui imprudente. Lamento si te hice sentir incómoda, princesa.
- Tú nunca me harías sentir incómoda, querida flor. Eloise... ¿estás bien? -parecía que su amiga había sufrido un pequeño colapso mental y Eloise asintió con tristeza. Sus ojos reflejaban un dolor inmenso y Lilibeth juraría haber visto el corazón roto de Eloise a través de esos hermosos ojos azules-. Lo siento, señorita Bridgerton.
- No es nada. Si querías conocernos, creo que deberías saber que el dolor de perder a un padre aún persiste en esta familia -el corazón de Hyacinth se comprimió y sintió que la culpa abrazaba su alma-. Disculpe si mi hermano puede actuar como un tonto. Me tomó años comprender que su desdén hacia el mundo era porque el mundo lo había decepcionado cuando él no estaba preparado. Tendrá que disculpar a Hyacinth, a veces es imprudente.
Pero la mujer miró enojada a su amiga cuando la joven casi se desmoronó llorando en el jardín de su hogar. Eloise la observó con el ceño fruncido, intentando ocultarlo detrás de una sonrisa incómoda para no incomodar a su alteza.
- Ella es solo una niña, Eloise, tú también lo eres. Déjala ser, ella puede hablar de su padre, y tú también puedes hacerlo, aunque sientas tristeza en tu corazón después de todos estos años. ¿Me entiendes? -su mano tomó la de Eloise, y sus guantes de seda se fusionaron en un mismo color, casi perdiéndose entre ambas-. Eres muy inteligente, sentir es un proceso humano, y ninguna de las dos debería prohibirse sentir jamás.
En ese momento, su corazón pensó en Anthony y en lo que había dicho la señorita Bridgerton. ¿Cómo habría sido para el mayor de los Bridgerton perder a su padre? No sabía cuántos años tenía Anthony cuando su padre partió de este mundo, ni cuántos años tenía en la actualidad. Pero podía comprender que habían ocurrido muchas cosas que ella desconocía, y eso lo sabía por el dolor reflejado en los ojos de Eloise y la melancolía de Hyacinth, quien se sentía abrumada por su error.
- No quiero que mi madre escuche, princesa, así que prefiero no hablar de esto ahora.
Tal vez tenía razón. Aunque los años pasaran, el dolor de perder a un padre nunca sanaría por completo. Ni siquiera la pequeña Hyacinth se sentía cómoda hablando de su padre. Lilibeth lo entendió porque los ojos de una madre nunca mienten, y cuando miró a Violet Bridgerton a unos metros de distancia, lo comprendió.
Toda la familia Bridgerton todavía luchaba por sanar sus corazones rotos.
♡
La respetable Duquesa de Hastings y hace apenas un año, Daphne Bridgerton, había notado algunas peculiaridades en su hermano desde el día que llegó juntos a su esposo a Londres para la primera temporada de su hermana.
Primero pensó que era el estrés de encargarse del matrimonio de su hermana, más si había un reto tan como conseguirle un esposo a Eloise Bridgerton pero luego pensó que había algo más. Ni quieres se había inmutado a moverse o enojarse cuándo el debut de su hermana había sido interrumpido abruptamente por la reina. En otro caso el hombre hubiese hecho un escándalo pero no lo hizo, y sabía que su mente -y tal vez su corazón- había divagado en la mujer de caminaba como si fuese una pluma.
Mientras Daphne recogía los juguetes de madera de su pequeño hijo, el tintineo de la puerta de la sala al abrirse captó su atención. Giró en dirección al sonido y vio a su hermano, Anthony, entrar en la habitación con una expresión de frustración en su rostro y arrastrando los pies con desgana. A su alrededor, Colin y Benedict compartían risas cómplices, mientras Gregory se dejaba caer sin ceremonias en el sillón más cercano.
La joven rubia, aún sosteniendo entre sus manos un pequeño caballo de madera, no pudo contener su ingenio.
- Vaya, ¿mi esposo ha sido sepultado en algún lugar del jardín? -exclamó con una sonrisa pícara, llevándose las manos a la cintura-. No quiero convertirme en una viuda tan joven.
Simon Basset ingresó en la habitación en ese preciso instante, con un brillo de sudor en su frente y una sonrisa que abarcaba de oreja a oreja. Sin perder un segundo, depositó un beso en los labios de su esposa.
- Serías una viuda hermosa... -murmuró con complicidad, haciendo referencia a la charla de la noche anterior en su hogar sobre cómo alejar a la princesa de la Duquesa y de su madre.
Después del incómodo momento, Daphne percibió la inquietud en la mirada de su madre. No tardó en ofrecerse a acompañarla para tomar un poco de aire fresco. Una vez dentro de su hogar, Violet Bridgerton decidió tomarse unos momentos de descanso en su habitación antes de reunirse nuevamente con sus hijos y los demás invitados. Por su parte, Eloise había subido para colocar sus nuevos libros en la biblioteca, mientras Hyacinth y la princesa disfrutaban de un breve paseo por los jardines de la mansión.
- Hyacinth ha estado jugando con ella mientras ustedes intentaban matarse. -replicó la Duquesa con un tono divertido en su voz, sus ojos divagaban por la habitación hasta encontrarse con su hermano mayor, quien se encontraba disfrutando de unas uvas mientras fijaba su mirada en un punto distante-. Le encantan los niños y parece que no le molestan en lo absoluto aquellos ruidosos como Gregory y Hyacinth.
El menor de los Bridgerton se sintió ofendido ante el comentario y no tardó en expresar su indignación. Sin embargo, para sorpresa de Daphne, Anthony parecía prestar especial atención a sus palabras, lanzándole una mirada de reojo mientras jugueteaba con las uvas entre sus dedos. Mientras tanto, Simon prefirió no indagar demasiado en el maquiavélico plan que su esposa estaba forjando en ese preciso instante. Sabía muy bien que cuando Daphne Basset se fijaba una meta, no descansaba hasta alcanzarla.
- ¿No tenía Hyacinth una clase de cerámica hoy? -preguntó Benedict, dirigiendo su mirada a su hermana. Sus ojos cómplices se encontraron con los de Colin, quien abrió los ojos de par en par antes de soltar una risa burlona y levantarse del sillón, mientras Anthony los observaba con confusión.
- Y yo debía asistir a una reunión en White's, cuestiones de negocios. ¿Me acompañas, Benedict? -ni siquiera fue necesario decirlo dos veces, pues el pelinegro se levantó de inmediato para seguir a su hermano.
Anthony apenas comenzaba a hablar cuando Daphne le dio un suave golpe en las costillas con su codo a su esposo pidiéndole un poco de ayuda, Anthony estaba dispuesto a seguir a sus dos hermanos al bar más cercano.
- Ni se te ocurra, Anthony, no vas a dejarme solo. No es que me ofenda, amor. -miró a su esposa con ternura, y soltó un suspiro-. Eres una compañía increíble, pero tu madre y tus hermanas me asustan. -Daphne entrecerró los ojos mientras negaba con la cabeza y dio unos pasos hasta tomar asiento junto a su hermano, quien resopló resignado al ver cómo los otros dos Bridgerton desaparecían de su campo de visión en cuestión de segundos-. Tú te quedarás aquí y atenderemos todas las solicitudes que las mujeres de esta casa tengan, tú también, Gregory...
El pequeño niño, que apenas se había estado escurriendo sigilosamente en puntillas de pie, soltó un resoplido que rozaba el bufido. Cerró los ojos y se dejó caer nuevamente en el sillón.
- Anthony, deberías ir a avisarle a Hyacinth que la están esperando para su clase. -sugirió Daphne al tiempo que tocaba el hombro de su hermano, quien reaccionó ligeramente asustado ante su contacto-. Lo haría yo, pero tengo que buscar a mamá. No se sentía bien y se ha recostado unos minutos.
- Está bien, no parece que tenga otra opción, ¿verdad? -respondió el vizconde, levantándose con cierta reticencia. Simon no pudo evitar hacer una mueca de terror al imaginarse el tipo de tormento que la joven princesa tendría que soportar en cuestión de segundos. Por su parte, Daphne sonrió orgullosa mientras ajustaba su suave vestido de color lila-. ¿Hay algo más, Duquesa?
La sonrisa sarcástica de Anthony provocó la risa de su hermana. El hombre no era tonto y entendía perfectamente las intenciones de la mujer. Ella le dirigió una sonrisa satisfecha.
- Invítala a cenar con nosotros, Anthony. Sé un caballero...
Anthony esbozó una sonrisa irónica y asintió antes de emprender su camino hacia el jardín de su hogar. A medida que se acercaba, su corazón latía descontrolado y una mezcla de temor y emoción lo invadía. No podía controlar sus sentimientos cuando se trataba de la princesa Lilibeth. Cada vez que percibía el dulce aroma a lavanda que la envolvía y se encontraba con sus penetrantes ojos marrones, su cordura parecía desvanecerse. Recordaba vívidamente la acalorada discusión que tuvieron en el jardín de lady Danbury, cuando ansiaba tomarla entre sus brazos y robarle un beso, deseando ser descubiertos para así poder retenerla a su lado para siempre. ¿Qué clase de caballero era él con pensamientos tan imprudentes? Comenzaba a odiarse por ello.
- ¡Anthony! -exclamó la pequeña Hyacinth, saludando alegremente a su hermano mientras este se acercaba con paso decidido hacia ambas mujeres-. Ven, hemos encontrado una mariposa.
Anthony encontró a las dos damas cerca de la fuente, absortas en la contemplación de una delicada mariposa que revoloteaba a su alrededor. La princesa destacaba con su delicadeza y porte real, mientras que su hermana menor tomaba su mano con suavidad. Un ligero aleteo de nerviosismo recorrió el estómago de Anthony, y tragó saliva intentando dominar sus emociones.
- No quiero ser el villano de tu historia, pequeña. Debes asistir a tus clases. -dijo Anthony a su hermana con una sonrisa, viendo cómo su rostro se ensombrecía ligeramente y se formaba un adorable puchero. Conmovido, se acercó y extendió la mano hacia ella-. Pero si decides hacerme caso, prometo convencer a mamá de que te permita asistir al próximo baile.
-¿Y bailarás conmigo? -preguntó Hyacinth, sus ojos iluminados de alegría. Anthony tuvo que pensarlo dos veces, no quería ilusionar a su hermanita. Después de todo, ella era como una hija para él.
- Haré todo lo posible, con todas mis fuerzas, para poder bailar contigo. Te lo prometo. Eres mi compañía favorita, lo sabes. -respondió Anthony sinceramente. Parecía que esas palabras alegraron el corazón de su hermana, ya que soltó la mano de la princesa y se despidió alegremente antes de salir corriendo dando pequeños brincos, luego de despedirse de su hermano y su alteza.
- Vaya... quién diría que Anthony Bridgerton es tan bueno con los niños. -comentó la princesa con una sonrisa juguetona, haciendo reír a Anthony. El hombre miró a su alrededor y tomó asiento junto a ella, y las risas se desvanecieron. La princesa lo miró con una expresión de culpabilidad-. Lamento haberme dejado llevar por las opiniones de la señorita Sharma. -dijo ella, carraspeando suavemente mientras sus manos se deslizaban por su vestido, alisándolo con cuidado.
- Y yo lamento haber sido un patán. La señorita Sharma tiene toda la razón para odiarme. Lo que escuchó era la voz de un hombre frustrado y enojado consigo mismo. -enfatizó Anthony con seguridad. Sus ojos reflejaban honestidad y ella no pudo evitar fruncir el ceño-. No soy ese hombre, aunque quizás mis creencias sean un tanto... horribles. Aún me cuesta creer en las fantasías que mi madre tiene para mí. -admitió Anthony. La princesa carraspeó interrumpiéndolo casi de un inmediato. Él se asustó, tal vez la había molestado de nuevo.
- ¿No cree en el amor, mi Lord? Se contradice a si mismo, ¿lo sabía? -preguntó ella, con un atrevimiento que sorprendió a Anthony.
- ¿Siempre tienes que ser tan directa? -preguntó él, casi ahogándose por la sorpresa. Ella soltó una risa tan vibrante que lo dejó aturdido-. No creo que sea la primera vez que un hombre le dedica poesía, alteza.
Anthony sintió otro revoloteo en el estómago, una mezcla de miedo y angustia que amenazaba con hacerlo sucumbir a su mente enemiga.
"El amor es una pérdida de tiempo", el aire parecía más denso a su alrededor, como si estuvieran atrapados en una prisión de emociones no resueltas.
- Bueno, la mayoría de las veces la poesía surge de su propia cabeza, no de la de su hermano.-respondió ella con picardía, eso hizo que Anthony se sintiera un poco culpable lo cuál se demostró en tu rostro y ella volvió a sentirse culpable, ¿era tan tonta que siempre tenía que arruinar sus buenos gestos qué tenía el hombre con ella? Busco su mirada y cuándo encontró sus ojos café le sonrió con ternura-. Jamás me habían dedicado poesía, me siento honrada al saber qué pensó en mí con aquellas palabras.
Eso le devolvió un poco de vida a Anthony qué apenas formó una pequeña sonrisa sobre sus labios. Admitía que se sentía culpable por no ser tan inspirador como Benedict para poder leer, sentir y expresar su sentir al mundo a través de grandes obras o escribiendo poemas sobre la belleza de la mujer. Tampoco era igual de aventurero que Colin que hablaba con cada mujer y las hacía reír hasta que ellas caían enamoradas por él, Anthony no tenía ninguna cualidad especial más que su sentido de la responsabilidad y su exigencia.
- No soy bueno con los poemas, lamento sí la decepcioné al no recibir palabras mías...
-¿Y en qué es bueno, Vizconde? Déjese de rodeos y muéstreme a Anthony Bridgerton, no tiene porqué copiarle a otros, parece un hombre interesante. -sus hombros se encogieron y Anthony ladeó la cabeza con una pequeña chispa en los ojos.
- ¿Le parezco interesante? -preguntó el vizconde Bridgerton, sorprendiéndose a sí mismo por su propia audacia. Aunque habían hablado poco, no le incomodaban sus palabras-. Últimamente se me ha tachado de muchas maneras... pero le aseguro que soy aburrido.
Un suspiro escapó de los labios de la princesa, evidenciando un atisbo de cansancio. Sabía tan poco del hombre con el que estaba hablando que la frustración la embargaba, y no podía evitar sentirse incómoda al darse cuenta de que él evitaba hablar de sí mismo.
La princesa se levantó, apretando los labios y llevando al vizconde a levantarse de inmediato para seguirla.
- No tengo deseos de hablar de mí, Lord Bridgerton. Tampoco de escuchar cómo evita hablar de sí mismo. No quiero ser otra mujer que lo interroga para ver si puede convertirse en la candidata perfecta a vizcondesa... -pero Anthony no tenía esa intención, y ella se dio cuenta de su error al ver cómo el hombre apretaba la mandíbula con molestia-. Sé que esa no es su intención, pero desde que llegué ha estado interrogándome como si hubiera cometido un crimen, y es abrumador. Será mejor que regrese al palacio.
Un impulso incontrolable se apoderó de Anthony, apenas consciente de sus propias acciones. Antes de que pudiera darse cuenta, su mano agarró con firmeza la muñeca de la princesa, deteniendo sus pasos mientras ella se detenía en seco, preocupada y ligeramente asustada. Sus ojos vagaron por el entorno y, al darse cuenta de la soledad en la que se encontraban, su mirada se posó en su muñeca, parecía tan delicada en comparación con la mano del hombre que ahora aflojaba su agarre, deslizando su palma hasta tomar su mano entre las suyas.
- ¿Sería una locura si empezara a verte como mi vizcondesa? -sus palabras enternecieron a la princesa, generando un suave cosquilleo en su cuello. Por su parte, Anthony comenzó a sentir culpa por lo que había dicho-. Nunca serías una "candidata", serías la única si así lo deseas.
Sin embargo, algo salió mal. Lo supo por la expresión en el rostro de la mujer, que se endureció y palideció ligeramente. Sus ojos perdieron su brillo característico y ella se soltó suavemente de su agarre, manteniendo su porte real, pensó Anthony. Lilibeth tragó saliva y sus ojos se llenaron de una mezcla de melancolía que desgarró el corazón de Anthony, quien no quería escuchar su respuesta.
- No, no podemos. Mi familia y yo... no podemos, yo no puedo -sus palabras temblaron, transmitiendo su angustia. Y antes de que pudiera evitarlo, su cuerpo salió involuntariamente de la propiedad de los Bridgerton, casi corriendo, con Anthony siguiéndola y susurrando su nombre en voz baja para no llamar la atención de su familia.
- Por favor, perdóneme. Siempre termino huyendo de mí misma... Lilibeth, por favor -su voz resonaba tras ella mientras buscaba su carruaje fuera del lugar, sintiéndose miserable por no despedirse y con un nudo en la garganta que amenazaba con desatar sus lágrimas. De repente, ella se detuvo en seco y se giró, encontrando la mirada del hombre llena de preocupación y angustia-. Mis sentimientos siempre causan este tipo de situaciones...
- No se culpe por sentir, mi Lord. Es hermoso tener un corazón tan generoso -murmuró, y Anthony se sintió mareado por un momento tras sus palabras-. Pero yo no soy digna de desencadenar un corazón tan precioso, no lo merezco.
¿Cómo podría decirle a aquel hombre que, por más que lo quisiera, no podía corresponderle? No se trataba del tiempo ni de su estatus social, era ella.
Era el dolor que le causaba el hecho de saber que alguien podría amarla. Sentirse triste al pensar que había alguien que la miraba con felicidad y amor, odiaba su posición social al sentir cómo millones de mujeres la veían con envidia y cariño. Odiaba tener que complacer a todos por miedo a quedarse sola. No podía evitar sentir una profunda desesperación y temor por las acciones impulsivas que su propio corazón podría cometer. El recuerdo de las secuelas dejadas por su padre y sus consecuencias en la vida era una herida abierta que nunca sanaría por completo. Lilibeth era consciente de la carga emocional que la acompañaba cada vez que percibía la figura imponente de Anthony Bridgerton frente a ella, no quería admitirlo pero lo sentía, lo sentía porqué deseaba huir de él y no quería sentir más por vizconde jamás. Su corazón se rompía al no poder corresponder.
- ¿Por qué de repente la qué busca evitar sus demonios es usted? -Anthony sonaba molesto, pero una fachada para ocultar la pequeña pizca de dolor sobre su pecho-. Ni siquiera le he pedido qué se case conmigo, me interesa, deme la oportunidad de conocerla.
Anthony se sentía atrapado en una tormenta de emociones, incapaz de encontrar una solución que no implicara más dolor para la mujer que tanto anhelaba. El dolor en su mirada revelaba una historia que Anthony no podía ignorar, un pasado que dejaba cicatrices invisibles pero profundas. El deseo de amarla y protegerla se mezclaba con la frustración y el anhelo de romper las barreras que ella misma había construido en ese instante en torno a su corazón herido.
- ¿Por qué? -fue lo único que salió de sus labios carmesí, sus ojos incrédulos la hicieron dar un paso más, acercándola al hombre qué la miraba con atención-. Tenía a la señorita Edwina, puede tener a cualquier mujer de Londres... ¿por qué yo?
El Duque de York, aquel hombre que había dejado su huella oscura en la vida de la princesa, se había convertido en un fantasma que la atormentaba día y noche. Sus palabras hirientes, sus actos de violencia emocional, habían dejado una marca indeleble en su alma, convirtiéndola en una criatura frágil y desconfiada y eso estaba siendo demostrado en cada palabra qué daba. Había tenido la confesión que tanto había pensando, aquellas miradas mutuas desde el día que debutó eran ciertas, la necesidad de siempre buscarse entre ellos era cierta, ella era correspondida pero ahora se sentía ahogada en ese sentir.
- Es la mujer más hermosa que he visto... -se había guardado eso en el pecho desde el momento qué la miró por primera vez, era como quitarse mil espadas del cuerpo, su corazón golpeaba con fuerza y ella abrió los ojos con una sorpresa y tristeza-. Podría ser superficial, podía ser solamente algo físico pero usted, usted... -un paso más, detrás de ella el carruaje esperándola y detrás de él su hogar que seguro ocultaba a su hermana y su familia escuchando su conversación-. Tiene el corazón más sencillo y hermoso qué he visto, su amabilidad, las historias qué la gente cuenta de usted, ¿por qué es tan difícil entender qué usted es el ser humano más sencillo de amar en éste planeta?
Ni siquiera sabía que había sentido después de escucharlo hablar. Su corazón se puso nervioso pues empezó a sudar su cuerpo, sus ojos quisieron llorar y su boca formó una sonrisa torcida, la mujer tomó suavemente la mano del vizconde y la apretó con calidez.
- Ha sido un placer hablar con usted, mi Lord. Despídame de su familia, tengo que irme. -Anthony sintió su corazón rompiéndose, pero qué podía hacer en aquel momento, había sido sincero y tal vez era tanto el daño dentro del corazón de la mujer que no podía creerse lo dicho así que no podía juzgarla, al final, él tampoco se sentía merecedor de ella o de un amor puro.
- ¿Bailará conmigo? -preguntó, haciendo que la mujer frunciera el ceño por unos segundos, su rostro se relajó y sonrió en ironía asintiendo agotada-. La haré cambiar de opinión, lo prometo.
La mujer se alejó bajando los escalones de la entrada de color marfil del hogar de los Bridgerton, subiendo al carruaje y alejándose en su propia melancolía. Mientras tanto, Anthony continuaba observándola desde la distancia, con los ojos llenos de compasión y esperanza. Era cómo él. No iba a renunciar a ella, a pesar de los obstáculos que se interponían en su camino y ahora lo tenía claro.
Todas esas noches sin dormir, sus celos, su cansancio, su falta de sueño y hambre. Todo era debido a que la necesitaba, y la quería en su vida, y ahora estaba decidido a ser su protector, su confidente y su apoyo incondicional, aunque eso significara esperar el tiempo que ella necesitara para sanar las heridas de su corazón.
Sabía que la princesa merecía encontrar la felicidad, y estaba dispuesto a esperar el tiempo que hiciera falta para demostrárselo.
Incluso si así aprendía a demostrárselo a sí mismo.
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gracias nuevamente a antiherqshit
por la belleza de los gif que ven arriba.
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He vuelto, después de muchísimo tiempo, aquí estoy. La verdad es qué me perdí un poco escribiendo esto pero hoy tuve un mal día y terminé reflejando mi situación en el capítulo, espero puedan disfrutarlo y se viene lo chidooo *se frota las manos*, Anthony mi bebé enamorado listo para luchar por su mujercita sin importar qué. <<<3
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