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𝐕. ALL THE EYES ON YOU ...





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‎ ‎ ‎‎ IV... CAPÍTULO CINCO
‎ ‎ strategized, all the eyes on you ...
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Unos días después de la cena con su sobrina y el marqués, la Reina Charlotte recibió una carta de lady Danbury junto al clásico panfleto de Whistledown en una nueva edición.


Queridos lectores,

¡Es un placer volver a estar en sus hogares con las últimas novedades de la temporada de Londres! Esta vez, nuestros ojos se posan en la Reina Charlotte y su elección de diamante para brillar en la sociedad. Su majestad ha apostado por Edwina Sharma, una debutante que ha cautivado a todos con su belleza y encanto. Y parece que la elección de la reina ha sido todo un acierto, ya que la joven Sharma no ha dejado de recibir atenciones de los caballeros más distinguidos de la alta sociedad.

Pero no solo Edwina Sharma se encuentra en el centro de las miradas -y de un vizconde, según mis fuentes-. Se dice que la princesa, la encantadora Lilibeth, no se queda atrás en cuanto a pretendientes se refiere. Rumores aseguran que hay una larga fila de caballeros esperando ansiosos una audiencia con su alteza. Sin embargo, parece que su tía Lottie ha sido extremadamente exigente y sobreprotectora en la selección de los candidatos, asegurándose de que solo los más dignos puedan acercarse a su amada sobrina. ¿Habrá encontrado ya la princesa a alguien que llame su atención?

Permítanme revelarles un interesante detalle. En medio de las especulaciones y susurros de la temporada, ha surgido un nuevo nombre en la esfera social: el Marqués de Somerset. Este caballero, que ha llegado misteriosamente en esta temporada, ha sido visto transitando del palacio real a su mansión en Ivydale Hill. Resulta sospechoso que no se le haya visto en ningún otro evento social, lo que ha llevado a algunos a preguntarse: ¿ha captado ya la atención de la princesa?

Mis queridos lectores, solo el tiempo nos revelará la verdad detrás de estas intrigas cortesanas. Mientras tanto, sigan atentos a mis futuras entregas, donde desvelaré los secretos más jugosos de la alta sociedad de Londres.

Con afecto,

Lady Whistledown.


─ Bien... ¿Estás satisfecha con tu elección del diamante, tía? ─un atisbo de sinceridad se reflejó en los ojos de la princesa mientras dejaba su taza de té sobre la mesita en el jardín. Aunque su corsé le causaba molestias, se esforzaba por mantener una postura digna y elegante, al igual que su tía Charlotte, cuya presencia imponente siempre destacaba con sus extravagantes vestidos y perfectamente peinadas pelucas.

La reina miró el panfleto sin expresión alguna, soltando un bufido como respuesta a la pregunta de su sobrina. Parecía que la elección de Edwina no era del total agrado de la escritora.

─ Querida niña, no necesito halagos vacíos. Sé que tú eras la opción segura, pero debía escoger a Edwina. Aunque no puedo comprender cómo sacarla de su escondite ─la reina dio otro sorbo a su té y tomó una galleta que Brimsley, su fiel sirviente, había dejado a su lado en la mesa del jardín, donde disfrutaban del cálido sol mientras esperaban la llegada del padre de la princesa.

─ ¿Crees que esa es la razón por la que lady Danbury te ha escrito, entonces? ─las dos mujeres se miraron por un momento y la tía Charlotte frunció el ceño, concediéndole momentáneamente la razón a su sobrina. Acto seguido, tomó la carta de lady Danbury con premura y la abrió rápidamente, leyéndola con una sonrisa en los labios.

─ Parece ser que lady Danbury está organizando una velada para todos los pretendientes de mi diamante. ¿Cómo no se me ocurrió algo así antes? Betty, creo que tendremos que posponer tu encuentro con el marqués y centrarnos en que asistas a esta velada. Serás mis ojos y oídos, hagamos que lady Whistledown pague por su incompetencia.

A la princesa no le había molestado Lady Whistledown desde el día que llegó a Inglaterra. Era lo suficientemente inteligente como para no tomar personal nada de lo que la autora escribiera sobre ella. No le importaba, pero aún así sentía curiosidad así que le pidió a Brimsley que le prestara los antiguos periódicos publicados por la autora. A regañadientes, él accedió y le entregó los suyos, que venían guardados en una cajita de terciopelo morado. Agradeció y pasó un día entero leyéndolos. Desde el más nuevo hasta el más viejo.

Conoció a Daphne Bridgerton, se enteró de los encantos del Duque de Hastings y cómo ambos terminaron casados, incluso leyó sobre el cortejo de su primo hacía Daphne, no había mucho más que chismes baratos.

La princesa se desconcertaba ante la intensa indignación de su majestad por las acciones pasivas de una autora que destrozaba reputaciones. Aunque la reina era mencionada constantemente y, en ocasiones, descalificada como neurótica, la princesa no podía comprender por qué una mujer tan poderosa como la reina de Inglaterra se perturbaría tanto por algo así.

A medida que la princesa pasaba horas leyendo las palabras de Lady Whistledown, trataba de comprender la incomodidad de su tía hacia la autora. Sin embargo, fue en ese momento que finalmente comenzó a entender lo que había provocado que su tía quisiera alejar a Lady Whistledown de la sociedad lo más pronto posible.

Dos días después de que la escritora misma plasmara en sus palabras la historia de Daphne Bridgerton y la decisión de su tía de convertirla en el diamante de la temporada, un periódico vio la luz. El artículo destacaba cómo todos los hombres huían despavoridos al no poder cumplir con las expectativas de Anthony Bridgerton, y cómo la atención ahora se centraba en la señorita Thompson, ahora conocida como Lady Crane.

Y allí estaban, las palabras que revelaban la innegable necesidad de la escritora de herir a todos con una crueldad despiadada.

"Está autora se está preguntando si su majestad reconsiderará el gran cumplido que alguna vez le dio a la señorita Bridgerton. ¿Por qué? Todos debemos saber lo que a la Reina deprecia más que nada: equivocarse.

Y el salón de recepción de la casa Bridgerton parece estar más vacío que la cabeza de su querido rey George."

Fue en ese momento cuando la princesa comprendió la razón detrás de la necesidad de su majestad. No se requería una columna de chismes baratos para difundir rumores sobre la salud del rey, ni era necesario pasar tanto tiempo en Londres para no haber escuchado nunca sobre la persona que era su regente. Con momentos de lucidez o no, George era un hombre excepcional y un gran monarca. Hablar en voz baja, ocultándose tras un seudónimo, acerca de la salud de su amado tío le provocó un profundo malestar a la princesa, quien ahora se sentía compelida a buscar a la mujer despiadada que se escondía tras la pluma y las letras.

Sin perder tiempo, la princesa aceptó de inmediato y comenzó a prepararse para la gran noche en la residencia de lady Danbury, que también servía como hogar a las Sharma.

Se vistió con su atuendo más elegante, asegurándose de lucir impecable y radiante para la ocasión y tal vez así podría hablar también con Edwina, si Kate no tenía el valor de hablarle con honestidad a su hermana, ella lo haría.

Estaba harta de mentiras y falsedades a su alrededor, cansada de hombres siguiendo a las mujeres como si fuesen el mayor premio para demostrar su hombría y de una escritora lista para destruir a toda la sociedad si así lo deseaba.









Edwina Sharma siempre había sido una mujer dulce e inocente, pero no por eso era ingenua. Tenía claro lo que buscaba en un hombre, y desafortunadamente para Lilibeth Hannover y Kate Sharma, parecía que Anthony Bridgerton cumplía con esos requisitos.

Lilibeth convenció a Kate para que le hablara sin rodeos sobre las intenciones del vizconde. Kate comprendió la molestia de su hermana, ya que ella misma se culpaba por no haber enviado una invitación al vizconde a través del lacayo de lady Danbury.

Ambas hermanas se dirigieron a Edwina, y para ella se sintió como si fuera una emboscada contra el hombre dulce y caballeroso que le había regalado un caballo después de su encuentro en el hipódromo. El Anthony del que hablaban las mujeres parecía ser alguien completamente diferente, pero Edwina entendía lo que le decían. Sin embargo, también podía percibir cierto sentido del deber familiar en Lord Bridgerton, al estar dispuesto a casarse por obligación y no por amor.

Edwina estaba atrapada entre el deseo de encontrar un amor verdadero y la realidad de las responsabilidades sociales y familiares pero tranquilizó a ambas mujeres diciéndole que para eso era la velada. Hoy era la noche para encontrar a un hombre dispuesto a respetarla y honrarla en un matrimonio sano.

La velada transcurrió sin dejar una gran impresión en cada hora. A Kate le resultaba divertido observar cómo los hombres se humillaban en busca de la atención de una mujer, mientras la princesa se encargaba de rechazar a aquellos que intentaban coquetear con ella, sabiendo que momentos antes habían expresado su amor por la joven Sharma. La princesa se paseaba por la sala de recepción de lady Danbury, escuchando las conversaciones y aprovechando su título real para unirse a ellas, tratando de memorizar cualquier información que pudiera resultar útil para descubrir la identidad de Lady Whistledown.

─ Princesa Hannover ─la voz de lady Danbury interrumpió sus pensamientos, y la mujer la miró con una ceja arqueada, como si hubiera hecho una pregunta y la princesa se hubiera perdido en sus pensamientos ─. ¿Está usted bien?

─ Me encuentro perfectamente, lady Danbury. No escuché lo último que me dijo, lamento la distracción. Estaba pensando en algunas correspondencias que debo enviar a Francia lo antes posible. ¿Podría disculparme?

─ Por supuesto, su alteza. Le preguntaba sobre su cortejo. ¿La reina o su padre han considerado algún pretendiente digno de una audiencia con usted?

─ Algunos, mi lady, pero ninguno ha dejado una impresión duradera. He conocido a varios hombres que podrían ser el doble de mi padre en edad, y otros que solo parecen emocionados por el estatus que obtendrían al casarse con alguien de la realeza. ─la princesa se acomodó la tiara sobre el cabello mientras tomaba un pequeño sorbo de su champaña. Más hombres entraban por la puerta dispuestos a formar fila para impresionar a Edwina, Kate volteó a mirarla con un rostro de disgusto que hizo sonreír a la princesa─. Por el momento no he sido cautivada por nadie, si lo pregunta por lo que ha escrito Lady Whistledown de mí hoy.

─ Veo que también tiene claras sus preferencias en cuanto a un esposo. No esperaba menos de usted. Si me lo permite, siempre estaré aquí para brindarle consejo. ¿Me permitiría presentarle a una vieja amiga? Creo que está familiarizada con uno de sus hijos. ─la mujer dirigió su mirada hacia la puerta, y la princesa volteó para ver quién era. Lady Bridgerton y Eloise Bridgerton ingresaron al salón, y Violet buscó a la anfitriona de la velada hasta que la encontró, saludándola con una amplia sonrisa mientras empujaba a Eloise hacia ambas mujeres─. ¡Lady Bridgerton, señorita Bridgerton!

─ Lady Danbury, su alteza, ¡es una noche encantadora! ─otra pequeña reverencia. Violet miró a su amiga mientras Eloise sonreía a la princesa, recordando su primer encuentro en el debut y cómo la princesa la salvó de hacer el ridículo frente a la reina.

─ No esperaba verla aquí, su alteza. ─Eloise Bridgerton era la más franca de su familia y, aunque a veces se ponía nerviosa, también era la más inteligente. Después de escuchar las versiones de Benedict y Daphne sobre la princesa y el comportamiento de su hermano, Eloise tenía una idea clara de lo que estaba sucediendo entre ellos─. ¿Sabía que mi madre y mi hermana desean invitarla a tomar el té? Han estado hablando de eso desde el baile de la reina.

─ Oh, sería un honor. Me encantaría visitar su hogar, Lady Bridgerton, y tener la oportunidad de hablar más con usted, señorita Bridgerton. ─su tía le había mencionado a Eloise y los roces que tuvo con ella el año pasado mientras intentaba descubrir la identidad de Lady Whistledown. Tal vez Eloise podría ayudar a la princesa en esta ocasión─. Me han dicho que le apasiona la literatura. ¿Qué le parece intercambiar algunos libros cuando visite su hogar? Creo que disfrutaría mucho de la biblioteca del palacio en Francia.

─ ¿A usted le gusta leer? ─parecía sorprendida de que una princesa pudiera disfrutar de la lectura por placer y no solo por obligación o para enriquecer su educación. La princesa asintió emocionada y en ese instante, ambas sonrieron con complicidad─. ¡Cuénteme quién es su escritor favorito! ¿Le gusta la poesía? Apuesto a que los versos que recitan esta noche son terribles.

─ ¡Eloise! ─su madre la reprendió frunciendo el ceño, pero lady Danbury golpeó suavemente a lady Bridgerton, provocando que su expresión se transformara en una sonrisa.

La princesa y Eloise se miraron divertidas mientras Lilibeth extendía su brazo hacia la joven Bridgerton, quien lo miró sorprendida.

─ ¿Podría contarme sobre su poesía favorita? No soy muy hábil con ella, pero estaría encantada de aprender.

A Eloise Bridgerton parecía haberle causado una gran alegría la pregunta de la princesa, tomando el brazo de la pelinegra mientras daba un pequeño salto de felicidad. Vivir entre su familia y su madre la última temporada había sido demasiado difícil, intentando cumplir las expectativas de su madre después del casamiento de Daphne, era demasiada tortura para la oji-azul así que poder disfrutar de una conversación fuera de la compañía de Penelope y su hermano, Benedict, la mantenía tan contenta que siguió hablando de cada tema y libro que había leído los últimos meses con la princesa.

Por otro lado estaban las miradas de todas las mujeres a su alrededor. Mirando a Eloise cómo si fuese una enfermedad que se le pegaría a su vecina soberana en cualquier momento, mirándolas pasar mientras susurraban cosas desagradables sobre Eloise Bridgerton y de la falta de cordura -y buen gusto de la princesa-para juntarse con una mujer así. Pero a la princesa podría importarle menos pues por fin podía desahogar cada conocimiento que había aprendido durante tus años siendo institutriz de sus hermanos o leyendo cada libro de su biblioteca privada.

Estaba tan inmersa en su platica sobre Sir Walter Scott que no pudo notar cuándo una figura femenina se acercó a ambas. Con una sonrisa tierna, mejillas rosadas y cabellos pelirrojos rizados que caían sobre su rostro de porcelana, Penelope Featherington se acercaba con timidez, mirando a la princesa con algo ternura, dando una pequeña reverencia mientras "su majestad" salía de su boca, Eloise se burlaba de su amiga internamente por sus modales mientras la tomaba del brazo bruscamente para que se acercará más a ellas.

─ ¿Sabías que la princesa es gran admiradora de Jane Austen? Me ha dicho que ha traído una copia personalizada de "Mansfield Park" y me la prestará cuándo vaya a tomar té. ─sentía las mejillas rojas por hablar tan rápido pero Eloise se sentía emocionada y embellecida por la princesa que le perjuraba qué deseaba intercambiar su apreciada copia de Austen con algo de los favoritos de la señorita Bridgerton. Por su parte Penelope escuchaba con cejas levantadas y la misma sonrisa dulce.

─ Eso es maravilloso, Eloise. También es muy amable de su parte, su alteza, es un gusto saber qué alguien podrá hacernos compañía ahora, parece que nunca somos las más populares por aquí... ─su tono parecía algo decepcionado y frustrado mientras miraba a su alrededor, casi todos inclinados a ver la presentación de un Lord hacía Edwina, todos concentrados en la preciosa diamante que sonreía con la intensidad de mil estrellas.

─ Entonces tendré que estar con ustedes más tiempo, señoritas. Parece que alejan completamente a las madres e hijas impacientes por oler de cuántos quilates es mi corona. ─Penelope río mientras Eloise miraba con atención la tiara de la joven pensando seriamente de cuántos diamantes tenía la pequeña joya sobre la cabeza de Lilibeth─. Son catorce, Eloise, me ponía algo más pesado y mi cabeza se dislocaría de mi cuello...

─ Nosotros la alejaremos de las víboras, princesa, mientras yo sea bien compensada por libros y qué me alejé de mi madre diciéndole que estoy aprendiendo algo principesco para mi educación... ─Eloise se inclinó un poco mientras le susurraba a la princesa.

─ Creo que puedo hacer más que pagarle con libros y falsedades a su madre, señorita Bridgerton. Ya verá, la salvaré de un gran tormento. ─Penelope las miraba sorprendidas mientras Eloise volvía a tener ese brillo en los ojos.

─ Su alteza, ¿me permite hablar con franqueza? ─la suave voz de Penelope borro la sonrisa de la mujer y asintió─. Usted no es para nada cómo Lady Whistledown la ha descrito.

Eso hizo disgustar a la joven de la realeza pues una mueca se dibujó en su rostro y la sonrisa de Penelope desapareció dejándole un semblante asustado, Eloise frunció las cejas confundida.

─ ¿No le agrada Lady Whistledown, su majestad? ─la pelirroja musitó─. Perdoné si la he ofendi...

─ No me ha ofendido usted, señorita Featherington. Lady Whistledown lo hace, por favor no se sienta culpable. ─pero la mujer más baja no borro su semblante, se sentía un poco sorprendida pues no sentía haber visto ningún tipo de insultó en las palabras de la escritora.

─ ¿Por qué no le agrada? ─Eloise miraba casi fascinada a la pelinegra, cada palabra era algo más en común entre ambas─. Le he dicho a Pen que es una mujer muy desagradable.

─ Y tiene razón, señorita Bridgerton. Jamás he visto a una mujer tan cruel y desdichada en toda mi vida. ─Penelope parecía estar cada momento más pálida─. He visto todo sobre ella, he leído cada palabra, cada verso y aún no puedo entenderlo, señorita Featherington, ¿por qué disfrazar la crueldad con rumores baratos? Cada secreto, cada chisme daña la reputación de alguien, destruye familia, destruye reputaciones. ─Eloise comenzó a morder la lengua sin mucha fuerza tratando de no interrumpir dándole la razón.

─ No creo que su intención sea esa...

─ Pero lo es, Penelope. ¿Sabías tú la cantidad de veces que ha destruido el legado y la memoria de mi familia? He escuchado rumores sobre mi tío toda mi vida, llegué en algún momento tenerle miedo por esos rumores. Me ha partido el corazón como toda Inglaterra lo recuerda con lástima y otros ríen ante su legado. ─la menor de los Bridgerton se había quedado muda, sin poder articular gran palabra pues se sentía culpable y Penelope solamente la miraba atónica con un gran nudo en la garganta─. No necesitamos a una mujer cobarde escondiéndose detrás de palabras ofensivas para recordarle a todo un país que su rey está enfermo. Amo a el Rey, pero amo más a mi tío y no voy a permitir que esa mujer vuelva a destruir su corazón y su mente por unos minutos de atención.

En cada palabra que decía su voz sonaba más enojada de lo que había pensando. Aún intentando mantener el semblante normal, su rostro se había endurecido y parecía que Eloise lo había sentido igual porque se aferró al brazo de la princesa con más fuerza mientras la miraba con determinación. Penelope se sentía mareada, su estómago daba vueltas y por un segundo quiso desmayarse pero había recuperado el color en el rostro y se había quedado estática. La princesa no lo había notado hasta ese momento, frunciendo sus cejas tan fuerte que le causó un dolor en el centro de la frente.

─ ¿Está bien, señorita Penel...? ─la pelirroja se despidió mirando a sus lado hasta observar a Colin Bridgerton entrando al salón y pidiendo perdón por no poder "hablar más", la princesa ladeó la cabeza con confusión.

─ Eso... ha, sido, ¡increíble! Usted es mi persona favorita en todo Londres. ─Lilibeth sonrió al escuchar las palabras de su nueva amiga y ella le dio una pequeña palmadita a la mano de Eloise que rodaba su brazo con suavidad─. Por favor, jamás vuelva a Francia.

─ Tendría que tener una razón para quedarme... ─su sonrisa era grande mientras miraba a la joven Bridgerton, bromeando de nuevo con ella, mirando a los lados del salón esperando ver algo más que podría ayudarla esa noche─. Una buena razón... Anthony.

─ ¿Mi hermano Anthony? ─Eloise frunció el ceño y sacó la lengua asqueada.

─ No, su hermano está aquí, mire. ─apuntando hacía la puerta el vizconde Bridgerton entraba con pasos fuertes y firmes, siendo detenido en la puerta por Kate Sharma furiosa─. Eloise, ¿me permites? Creo que tengo que arreglar algo con tu hermano.

Eloise no digo nada, soltando el brazo de la princesa mientras asentía. La mujer comenzó a dar pasos firmes y rectos, mientras miraba la expresión frustrada del vizconde escuchando los reclamos de su amiga. Podía sentir su energía chocándole contra las mejillas y cuándo Anthony Bridgerton intentó decir algo sus ojos se toparon con los de la mayor de los Hannover. Su rostro se suavizó levantando sus cejas con sorpresa, casi hizo a un lado a la morena a su frente para poder ver mejor a la mujer que caminaba hacía él. Escuchaba su nombre ser llamado por Kate pero no podía mirarle de vuelta y no quería hacerlo.

─ Váyase de aquí, Lord Bridgerton. ─muy apenas se paró frente a él, la princesa sintió las miradas caerle encima, parecía hablar hablado demasiado fuerte. Trago en seco y suspiro─. No es bienvenido aquí.

Anthony frunció las cejas, dando unos pasos atrás, si no fuese por Violet que lo miraba de lejos, Anthony hubiese corrido como niño fuera del lugar.

─ ¿Disculpe? Lilitbeth... ─todos lo miraban y por un momento se sintió tan avergonzando que sus mejillas se sintieron calientes de la ira─. ¿La he ofendido?

─ Y mucho, vizconde. Pero no voy a hablarlo con usted ahora. ─murmuró para ambos, Kate se había alejado satisfecha dándole una mirada para tranquilizar a su hermana─. No tiene una invitación, así que no debería ser descortés.

Nadie digo nada, ella levantó un poco la voz que escucharán lo último y Colin que miraba desde lejos apretó los labios acercándose a su hermana que miraba la escena muy divertida mientras cruzaba los brazos.

─ Con que de eso estaba hablándome, Benedict. ─Colin sonrió mientras se llevaba una uva a la boca, Eloise asintió mientras tomaba el brazo de su hermano en complicidad─. Parece que es bueno volver a Londres por fin.

Anthony Bridgerton endureció el rostro mirando a la señorita Edwina y su madre para desviar la mirada hacía los ojos de su soberana, sonriéndole de una manera tan fría que ella misma sintió una apuñalada en el pecho. El hombre se inclinó y se despidió con una pequeña reverencia.

─ Su majestad, lamento la molestia.

Y se fue, se fue dejando a la princesa con el corazón dándole huelcos. Jamás había sido tan dura en su vida y sentía la respiración faltándole, el corsé asfixiándola y los susurros del salón lo hacían sentir más insoportable. Manteniéndose mirando a la entrada vacía y a Kate hablándole a su hermana, mientras ella pedía continuar con la velada. Lilibeth se dio la vuelta y evitó la mirada de Lady Danbury y Violet Bridgerton mientras se excusaba con Eloise y su hermano diciéndoles que necesitaba un momento, saliendo por la puerta directa a la cocina del hogar de lady Danbury.

Con las manos apoyadas sobre la mesa, la princesa soltó un suspiro profundo, sintiendo cómo la frustración se acumulaba en su interior. Se llevó las manos al estómago, que comenzaba a retorcerse de nauseas. Necesitaba desesperadamente aire fresco, o de lo contrario, temía desplomarse en cualquier momento.

Con paso tambaleante, se dirigió hacia una puerta trasera en busca de una salida. La encontró y la abrió con dificultad, agradeciendo el golpe de aire fresco que acarició su rostro. Cerró la puerta tras de sí y comenzó a caminar lentamente por los jardines de la mansión, buscando tranquilidad y claridad en medio de la oscuridad de sus pensamientos.

La princesa retrocedió casi corriendo al percatarse de la presencia, pero el estruendo que produjo al hacerlo solo empeoró las cosas. El heredero del vizcondado la observó con sus ojos fríos, lo cual provocó en ella una sensación de repugnancia. A pocos metros de distancia, Anthony Bridgerton la miraba con confusión, tensando su cuerpo y apretando los puños mientras se acercaba lo suficiente para hablarle sin necesidad de alzar la voz.

─ ¿Su alteza? ─su voz sonaba irritada y sarcástica─. ¿Puedo llamarla así, o eso también le resulta ofensivo, Lilibeth?

─ Le he pedido que se marche, Anthony ─su pecho subía y bajaba con tanta fuerza que resultaba evidente su agitación─. Por favor...

─ ¿Y qué más hará aparte de humillarme frente a todos mis conocidos? ─dio un paso hacia adelante─. Pensé que éramos amigos, señorita. Lamento si me equivoqué con usted.

─ No somos amigos, Bridgerton. Jamás me permitiría tener un amigo como usted ─se dio cuenta de que había ido demasiado lejos al decir eso, y Anthony dio otro paso hacia ella mientras ella retrocedía─. No sabe lo desagradable que ha sido para mí escuchar sus actitudes. Sus palabras me han causado insomnio. ¿Cómo un hombre como usted, con sus valores, puede pensar de esa manera sobre una mujer?

Anthony se quedó atónito, dando un paso hacia atrás y esbozando una sonrisa sarcástica. Una risa escapó de sus labios mientras se llevaba la mano a la boca.

─ ¿Así que todo esto es por los estúpidos rumores que has leído en Lady Whistledown? ¿Me has echado de un hogar que conozco desde niño por palabras sin sentido?

─ No, mi Lord. He escuchado suficientes mentiras de esa autora durante toda mi estancia aquí. No es fácil encubrir sus libertinajes y mucho menos sus pensamientos retrógrados sobre la mujer y el matrimonio. ─su voz sonaba molesta y a ella misma le sorprendía la rudeza en su tono de voz, ahora ella comenzaba a apretar los puños y a dar un paso enfrente─. Váyase.

─ Entonces ha sido Kate Sharma. ─ella frunció el ceño con molestia y Anthony le sonrió con ironía, comenzaba a hacerla enfadar─. ¿Qué le ha dicho sobre mi, la señorita Sharma? Aparte de lo que escuchó fuera de contexto, porqué le recuerdo, su majestad que esa mujer me conoce desde hace una semana.

─ Y yo también, incluso menos que eso, vizconde. ¿Está diciendo que la señorita Sharma miente ante su ideas sobre la matrimonio? ─Anthony se llevó ambas manos detrás de la espalda, cruzándolas mientras la mujer daba dos pasos más, estaban lo suficientemente cerca para comenzar a ser prohibido para ambos─. ¿Por qué perseguir a una mujer que desea casarse por amor? Acaso es tan egoísta.

─ Lamento decepcionar sus ideas falsas sobre mí, señorita Hannover. ─hacía tiempo que nadie la llamaba así y le resultó tan extraño─. He venido a retirarme del cortejo hacía la señorita Sharma, vine a disculparme y buscar a mi madre, mi hermana Hyacinth está enferma.

Mentía, Benedict Bridgerton se había burlado de su hermano unos minutos antes de llegar diciéndole que su poesía era un asco. Ya no estaba interesado en Edwina Sharma y después de escuchar algunos rumores sobre la presencia de Lilibeth esa noche inconscientemente había robado las palabras de su hermano sobre la mujer y las escribió en papel dispuesto a llegar a la velada y dárselas a la mujer que tenía enfrente.

─ Oh... ─se sentía estúpida y de su cabeza llena de reproches ya no salía nada más─. Bien, entonces espero pueda encontrar una mujer que desee esposarse con usted, señor Bridgerton.

─ Pensé que no me odiaba. ─su sonrisa se hizo más grande y ella apretó los labios molesta─. Nadie se esposaría conmigo, Lilibeth. Sería un honor cumplir mi deber y darle una vida digna llena de respeto y prioridades a mi esposa, soy un caballero.

─ Un caballero daría más de cinco pasos atrás. ─le susurró, Anthony pareció notarlo de enseguida, podía oler el perfume de la princesa y mirar sus labios rojizos, ni siquiera había notado las pequeñas pecas en todo su rostro pero no se movió─. No lo odio, simplemente sus ideas no será jamás de mi agrado.

─ No le gusta mi responsabilidad, entonces. Sí la he ofendido me disculpo, no he tenido la intención de ofenderla a usted y su sexo. ─ella fue la que retrocedió y asintió tomando las disculpas del vizconde mientras se relamía los labios y aclaraba la garganta─. Vuelva a dentro, me iré ya mismo, es un gusto haberla conocido, su alteza.

─ Intenté no ser tan ignorante la próxima vez, Anthony. Le diré a la lady Bridgerton sobre su hermana. ─el hombre inclinó la cabeza despidiéndose y ella dio media vuelta para irse─. Lord Bridgerton... lamento hablarle hablado así.

Anthony tensó el rostro y negó suavemente, se sentía un poco decepcionado y dañado pero no podía hacer más que hablar con la verdad y esperar que ella le creyera.

─ Discúlpese con ese baile que me debe en algún momento... ─parecía que su conversación había llegado al final pero por más que quisiera sentía una presión en el pecho que lo hizo detenerse aún cuando había dado varios pasos hacía atrás─. Su alteza...

Se detuvo, levantando delicadamente las cejas, lo que hizo que su corazón diera un vuelco tan intenso que sintió el impulso de perderse en aquellos labios que formaban una suave y curvada línea. Sus ojos brillaban bajo la luz de la luna, y nunca había visto una piel tan tersa y radiante. Anthony Bridgerton experimentó una vez más esa sensación de vacío al darse cuenta de que no podía hacer nada más que dejarse llevar por sus pensamientos prohibidos. Deseaba tocar su piel y confirmar si era tan suave como imaginaba. Aunque no podía ver sus manos enfundadas en guantes de seda, la piel que resplandecía a través de su vestido de encaje y su corsé adornado con flores le daba más motivo para divagar. Observó cómo su pecho subía y bajaba con una respiración tranquila, y cómo su cuello lucía con elegancia un fino collar de diamantes.

Estaba delirando de nuevo.

─ Esto es para usted, Benedict lo ha dicho pero, me gustaría que lo leyera. ─un pedazo de papel estaba entre los dedos del vizconde que alzaba su brazo para que la joven lo tomará, ella lo miró unos segundos y se acercó para tomar el papel entre sus dedos, inconscientemente Anthony rozó su mano con la suya y eso le provocó un escalofrío que lo hizo retroceder─. Me ha recordado a usted.

Eso provocó una sonrisa en ella, y ahí estaba, esa sonrisa que anhelaba ver una vez más. Sus mejillas adquirieron un suave tono rosado y sus ojos brillaron aún más intensamente, sumiendo a Anthony en un estado de delirio entre sus propios sentimientos y el deseo de robarle un beso.

─ Gracias, Lord Bridgerton. Que tenga una buena noche.

Desde luego, tanto Anthony como ella disfrutarían de una excelente noche.











No pasó mucho tiempo antes de que recibiera un elegante sobre de invitación, sellado con un bello emblema azul con la letra 'B'.

Violet Bridgerton y la Duquesa de Hastings la invitaban cordialmente a tomar el té en el acogedor hogar de la familia Bridgerton.

No disfrutaba mucho de los viajes en carruaje, especialmente aquellos que se prolongaban durante días y le dejaban el cuello adolorido al despertar, siempre había sentido una profunda afinidad por los caballos. A pesar de no ser particularmente hábil con ellos, disfrutaba de contemplar la ciudad a través de las ventanillas mientras el carruaje avanzaba.

Al no tener compañía para el viaje, decidió emprenderlo sola, pero con la promesa de que lady Danbury se uniría a ella junto a los Bridgerton en su destino. Lucía un encantador vestido de un verde liso, perfecto para resaltar sus ojos marrones.

El carruaje se detuvo frente a la imponente Bridgerton House, cuya entrada estaba adornada por un majestuoso portón negro. Un lacayo salió del carruaje y colocó un pequeño banco para facilitar la apertura de la puerta. En ese momento, Hyacinth Bridgerton y su hermano Gregory corrieron emocionados hacia la entrada, empujando a su hermano Benedict a su paso.

─ ¡Niños! ─exclamó la vizcondesa viuda, llevándose las manos a la cintura mientras fruncía el ceño─. ¡Hyacinth, deja de molestar a tu hermano!

Benedict soltó una risita mientras cerraba su libro. Su hermana Eloise y la Duquesa, junto con su esposo, esperaban en la puerta. Simon Basset había sido persuadido para pasar la tarde en la residencia de la familia de su esposa, siendo invitado por Anthony a tener un duelo de esgrima con sus hermanos.

─ Una princesa real en nuestra casa, es como un cuento de hadas ─dijo emocionada la pequeña Hyacinth, acomodando su vestido rosa y parándose frente a su madre. Soltó un pequeño grito de emoción cuando el lujoso carruaje se detuvo frente a su hogar.

La mujer de cabello azabache y grandes ojos marrones bajó del carruaje, susurrándole un suave "gracias" al servidor del reino que le había dado la mano para ayudarla a descender. Luego, colocó ambas manos sobre su estómago y caminó con determinación y una sonrisa hacia la numerosa familia que la esperaba.

─ ¡Lady Bridgerton! ─sonrió, y la mayoría de la familia se inclinó en reverencia, mientras Hyacinth miraba atónita. Gregory le dio un pequeño tirón para hacerla reaccionar, y Lilibeth rió─. Por favor, basta de reverencias, Duque, Duquesa, familia Bridgerton. El honor es mío.

Recibió suficientes halagos por su peinado, su vestido y sus joyas como para sentirse abrumada. Mientras la familia y la más pequeña entraban, ella miraba a su alrededor, preguntándose por qué el vizconde no la había recibido. ¿No era un gesto de cortesía?

─ Tendrás que conformarte conmigo, Lily ─murmuró Benedict Bridgerton, regalándole una tierna sonrisa a su amiga. Ella rió al verlo y tomó su brazo mientras seguían a lady Bridgerton, quien los guiaba hacia el jardín─. Sé que no soy tan malhumorado, aburrido, terrorífico y libertino, pero podría serlo si eso me garantiza tu atención.

Benedict Bridgerton solo había visto a la princesa en dos ocasiones en su vida, y una tercera vez cuando ella visitó uno de los museos de Londres y él la observaba desde lejos. La encontraba hermosa, lo suficiente como para tener algunos bocetos de su rostro guardados en algún rincón de su habitación. Comprendía los sentimientos de su hermano, pero nunca competiría con él. Ella era hermosa, pero disfrutaba tanto conversar con ella como lo hacía con su hermana Eloise, quien era su mejor amiga. Además, la princesa de cabello oscuro tenía un excelente gusto en arte.

─ ¿Estás intentando cortejarme, Benedict Bridgerton? ─su voz mostró cierta sorpresa. Benedict soltó una carcajada, lo que hizo que su madre los mirara con una ceja levantada─. Es una pena que tengas que ponerte detrás de otros ochenta caballeros, pero te consideraré para una audiencia.

El jardín trasero de la residencia Bridgerton era simplemente hermoso, digno de una familia de su estatus. Estaba lleno de flores y había una encantadora carpa de color azul cielo donde se había dispuesto un banquete con pasteles y galletas. Había sillas blancas ocupadas por los miembros de la familia. Simon y Daphne jugaban con su hijo mayor, mientras Gregory y Hyacinth correteaban por el jardín intentando llamar la atención del pequeño Basset. La anfitriona, Violet Bridgerton, se encontraba al lado de la mesa, frente a un desganado Anthony Bridgerton vestido con un chaleco blanco bordado, hundido en su silla mientras comía una galleta.

Benedict tomó asiento junto a la princesa, quien saludó al vizconde con un gesto de cabeza al que él respondió con un asentimiento. Violet Bridgerton abrió los ojos en busca de su hija mayor, quien se llevaba la primera taza de té a los labios incómoda. Daphne Basset habló con una sonrisa en los labios.

─ Entonces, Lilibeth, ¿te ha gustado Londres? Simon y yo hemos pensado en viajar a Francia en busca de algunas piezas de arte.

─ Eso es ofensivo, hermana ─exclamó Benedict mientras hacía un suave puchero. Colin, sentado frente a él, rodó los ojos─. La señorita Hannover es una gran conocedora de arte. Estoy seguro de que podría recomendarte muchos lugares a ti y a Simon.

─ Eso es cierto, mi querida Duquesa. No quiero sonar egocéntrica, pero la mayoría del arte en mi hogar en Francia fue escogida por mí. A mi padre no le interesa mucho ningún tipo de cualidad artística, pero le gusta leer. Tenemos una gran biblioteca ─pensó que estaba divagando por un momento cuando sintió todos los ojos sobre ella, excepto los del castaño que seguía intentando no verla, aparentemente avergonzado─. Lo siento, Londres es hermoso, sí... pero no es mi hogar.

─ Supongo que entonces no estás interesada en casarte esta temporada ─dijo Simon, quien jugaba con las diminutas manos de su hijo. Miró a la pelinegra, ella negó mientras tomaba un pequeño pastel entre sus manos enfundadas en bellos guantes de seda.

Anthony, por primera vez, levantó la mirada y se enderezó un poco para tomar la taza de porcelana fina entre sus manos. Miró a la princesa y ella volteó a verlo unos segundos antes de dirigir una sonrisa amable a la madre de la familia.

─ Estoy muy interesada en desposarme, de hecho. Pero mi familia es un poco... difícil ─soltó una risita nerviosa cuando Eloise asintió, brindándole apoyo moral─. Mi padre es un hombre muy exigente, y no detallaré las exigencias de la Reina. Solo he tenido un solo hombre interesado después de hablar con ellos dos.

─ El Marqués de Somerset ─dijo Eloise como si fuera lo más obvio del mundo. La mayoría de las personas en la mesa la voltearon a ver y ella encogió los hombros─. Lady Whistledown ha escrito toda una página sobre él. Es el hombre guapo, fuerte y misterioso de la temporada, y todos dicen que no ha visto a nadie más que a la princesa en el palac...

─ Tus modales, Eloise ─Anthony elevó la voz y soltó un suspiro, mirando a su hermana con cansancio─. No es correcto hablar sobre lo que dice Lady Whistledown con una implicada en el tema presente.

Lilibeth lo miró, confundida. Después de su última reunión, había leído aquel papel una y otra vez, tratando de entender en qué contexto Benedict pudo haberlo dicho. ¿Estaban hablando sobre ella? ¿Anthony le había comentado algo de sus sentimientos a su hermano? No podía entenderlo, y sus ojos jamás le decían mucho. Aquellos ojos marrones nunca revelaban nada, y ella se sentía mareada cada vez que intentaba descifrar lo que realmente deseaba Anthony Bridgerton.

─ No me molesta, mi Lord ─sonrió suavemente. El hombre apretó los labios y asintió─. Alexander Somerset es un gran hombre. Estoy interesada en casarme con alguien que me interese, Duque. Y la
relación con el Marqués, Eloise, es completamente política y me han obligado a llevarla debido a mi título.

El silencio se apoderó del jardín verdoso por unos segundos. Benedict aclaró la garganta antes de levantarse de la mesa.

─ Creo que deberíamos evitar hablar sobre los cortejos de la temporada. A la princesa no le gusta. Hoy ella quería conocer mejor a Eloise y a todos nosotros ─casi le gritó un "gracias" al escucharlo. Quería abrazarlo cada vez que el hombre la salvaba de sus propios comentarios─. Pero nosotros prometimos entrenar un poco de esgrima, así que tendrá que vivir sin la presencia de los hombres de esta casa, su alteza.

Ella sonrió divertida mientras se llevaba una mano al pecho y asentía, fingiendo dolor en el rostro. Simon, Colin, Benedict y Gregory desaparecieron en cuestión de segundos en busca de sus uniformes. Aunque Gregory era pequeño, era un niño habilidoso que había retado a su cuñado Simon por unos peniques. Todos estaban listos para disfrutar de una tarde de lucha mientras las damas los observaban tomando té y comiendo pequeños manjares.

─ Anthony, ¿no acompañarás a...? ─Violet pidió más té mientras el hombre ni siquiera pretendía levantarse de su lugar.

─ Lo haré, pero me gustaría saber la opinión de su alteza sobre la poesía. He notado que Eloise y ella comparten ese interés. Yo soy pésimo con la poesía.

Eloise iba a lanzar un comentario, pero Daphne la miró con reproche y la castaña se sintió regañada. Lilibeth miró nuevamente al hombre y sintió revolverse su estómago una vez más. Su corazón se aceleró cuando sus miradas se encontraron directamente, y sus ojos dejaron de tener esa aura misteriosa que siempre los envolvía. Se sintió vulnerable en aquel momento tenso y tuvo la tentación de salir corriendo.

─ Me encanta la poesía. Recientemente leí algo nuevo que ha sido lo mejor que he leído desde que llegué aquí ─eso pareció satisfacer al Vizconde, quien le sonrió y sus ojos se iluminaron. Pero eso hizo que la pelinegra se sintiera aún más nerviosa. Comenzaba a arrepentirse de su elección de vestido aquella mañana─. No recuerdo el autor, pero ha sido un regalo y tal vez pueda enseñárselo a Eloise. Ha cambiado mi forma de ver el mundo.

Rió mientras Eloise le sonreía con felicidad, Daphne miraba a Anthony confundida y a su alteza de la misma forma. Después de aquel encuentro entre ambos, no sabía cómo iba a reaccionar su ser al verlo de nuevo. Ahora ella estaba a punto de querer vomitar cuando el hombre le sonrió directamente y sus ojos dejaron de tener esa aura misteriosa. Se sintió vulnerable y por un momento deseó huir.

─ Me alegra que haya disfrutado de sus lecturas, su alteza. ¿Tal vez podría contarnos más sobre sus planes para Inglaterra si no desea casarse por un acuerdo político? ─la voz de Anthony la estaba confundiendo. Casi notaba molestia en su tono, pero a la vez se sentía serena y divertida, lo que la hacía sentir incómoda.

La Duquesa de Hastings estaba lo suficientemente enterada de la vida de su hermano como para comprender lo que estaba insinuando con su pregunta. Observó el lenguaje corporal de su hermano, buscando rozar mínimamente la mano de la pelinegra, con los ojos puestos en ella y el pequeño movimiento involuntario de su pierna cuando estaba nervioso.

Miró a su madre y ella abrió los ojos un poco antes de tomar un sorbo de su té. No necesitó más que mirarla para darse cuenta.

Anthony Bridgerton estaba interesado en una mujer y parecía querer conocer sus expectativas para cumplirlas.

¿Acaso la Duquesa acaba de presenciar al primogénito Bridgerton dando indicios de amor?





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Capítulo exageradamente largo porqué duré 7 en escribirlo, no sabía cómo plasmar mis ideas y la última parte aún estaba en borradores pero he decidió dejarla así, la voy a corregir cómo todo lo que llevo hasta ahora.

SE ACEPTAN SUGERENCIAS !!!!!! ❕❕❕⚠️

Espero les gusté y perdón por tardarme tanto.

- Swann.

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