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I: Magia de Sombras

—¡SINCLAIR!

—¡Corre, Goody, corre! ¡GOODY!

A medida que corría, sus dos largas coletas trenzadas se desordenaban con el viento. Su cabello rubio cenizo resultaba más oscuro de lo normal debido a la oscuridad de la cripta. Goody se odiaba enormemente por haber soltado la mano de su compañera, pero ambas sabían que no tenían muchas opciones. «¡Yo me encargo de detenerlos, CORRE!», fueron sus últimas palabras antes de que su compañera Sinclair de cabello negro azabache soltara su mano.

Mientras corría, Goody miró hacia atrás, atemorizada por dejar sola a su compañera, pero principalmente enojada consigo misma por no advertir que Sinclair definitivamente haría algo tan imprudente como soltar su mano. Por unos segundos Goody solo quiso tratar de recordar la agradable sensación de la cálida mano de su compañera, pero Goody era demasiado inteligente como para saber que eso sería incluso más imprudente. Aunque no le gustara, la única posibilidad de que ambas se salvaran dependía de la rapidez de Goody y de que su compañera sirviera de distracción. La posibilidad de supervivencia de ambas era mínima, pero al menos existía. En cambio, si ambas se empeñaban en continuar juntas en el interior de esa cripta, definitivamente no cabía la posibilidad de que ambas sobrevivieran.

Goody nunca se consideró una acérrima creyente como Joseph Crackstone, pero ahora solo oraba, sinceramente desde el fondo de su corazón, para que, al finalizar toda esta pesadilla, ambas pudieran regresar a salvo.

Finalmente dobló en un pasillo, sabiendo que estaba cada vez más cerca. Llegó al final del camino y se encontró frente a una enorme pared con diversas inscripciones cifradas y con ranuras con forma de gemas. Goody, debido a la desesperación, pese a que intentaba actuar lo más calmadamente posible, al meter su mano en su bolsa atada al cuello, sintió que no encontraba el dichoso objeto. Movió agitadamente su mano dentro de la bolsa, pero sintió algo sólido e instintivamente se alegró cuando sacó una gema de color rojo, que colocó en la última ranura de la pared.

Todas las demás ranuras tenían otras gemas, de distintos colores. Con aquella oscuridad no se podía distinguir el color, pero tras colocar la última gema, la piedra comenzó a iluminarse y un hilo de luz conectó a todas las gemas que ahora brillaban intensamente con sus respectivos colores. Anteriormente Goody lo hubiera dado todo por saber qué había detrás de aquella pared, que comenzaba a abrirse lentamente como una puerta; pero ahora Goody solo pensaba en su compañera Sinclair, así que corrió nuevamente, lo más rápido que pudo, sin mirar atrás. Si estaban en lo correcto, al colocar la última gema en la pared, se activaría el encantamiento que las protegería a ambas. Sin embargo, a pesar de que no debería haber fallos en sus deducciones porque Goody siempre se aseguraba de no cometer errores, Goody esta vez no dejaba de sentirse inquieta. ¡Esta vez no podía cometer fallos!

La pequeña piedra que Goody tenía atada con un cordel en su muñeca derecha debería reaccionar al encantamiento de la pared y activar una especie de escudo espiritual que la protegería a ella y a Sinclair, que también tenía otra piedra protectora, pero... Goody no sentía la más nimia sensación de cambio en su muñeca o en cualquier parte de su cuerpo. ¡¿Esto en serio iba a funcionar?! ¡La magia tenía que funcionar! ¡La vida de Sinclair dependía de esto justo ahora!

Sinclair, Sinclair, Sinclair... Mientras continuaba corriendo, Goody casi deja escapar una carcajada de autodesprecio. Siempre se había empeñado en llamar a esa chica por su apellido, desde que se conocieron por primera vez. Incluso cuando ambas tuvieron más confianza la una con la otra, como para llamarse por los nombres, Goody insistía en llamarla Sinclair solo porque sabía que a ella le molestaría. Pero... ahora sentía que dirigirse a ella por su apellido hace un momento estuvo completamente erróneo. Se le hizo costumbre y por eso no la llamó por su nombre, pero si morían y lo último que le dijo fue su apellido se sentiría devastadoramente mal... No, ellas no morirían, no podían morir, no después de prometer que estarían juntas para siempre. “Para siempre” era un período muy largo de tiempo, y ellas eran demasiado jóvenes. Ya lo habían perdido todo una vez, y definitivamente ninguna de las dos quería perderlo todo por una segunda vez. El dolor que Goody sentiría si la perdiera a ella... eso...

Una explosión.

Justo cuando Goody estaba a solo unos pasos de la entrada a la cripta, escuchó y observó la devastadora explosión que ocurrió en el exterior. Allá debería estar Sinclair luchando contra sus enemigos, tratando de distraerlos con tal de ganar tiempo para Goody. La chica de cabello rubio no sabía si su compañera estaba viva antes de la explosión, pero... después de aquella detonación... ¿qué tan poderosa puede ser una magia para protegerte de algo así? Incluso su vestido terminó con algunos rastros de polvo y ceniza debido a la explosión. Las probabilidades de supervivencia eran...

Los ojos de color marrón oscuro de Goody se cerraron por un momento, tratando de reponerse psicológicamente y procurando controlar su corazón que se agitaba y la hacía comenzar a respirar de forma entrecortada y exasperada. Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos todavía cerrados, y recorrieron dolorosamente sus tiernas y pecosas mejillas. Pero... definitivamente Goody no podría aceptar la peor de las situaciones, no quería pensar ni por un momento que jamás volvería a ver los hermosos ojos azules de su compañera. No perdería todo lo que amaba por segunda vez, no quería, se negaba rotundamente a volver a experimentar ese desgarrador dolor.

—Por eso... —su voz era muy débil, apenas perceptible, casi como un susurro debido a lo afónica que se encontraba por las lágrimas— ¡Por eso! —gritó, recuperando poco a poco toda la energía de su voz— ¡Por eso ni pienses que te voy a volver a llamar por tu nombre si no estás viva! ¡Tienes que estar viva, definitivamente! ¡¿Me oíste?! ¡¿Me oíste, SINCLAIR?! —se formó un desgarrador eco frente al humo de la explosión.

[...]

—Pero debes admitir que fue divertida la visita a San Francisco —Enid sonaba orgullosa del otro lado del teléfono. Wednesday, mientras tanto, intentaba concentrarse en dejar plasmada su historia en su máquina de escribir.

La chica gótica se había rendido a la tecnología en cuanto a lo de aceptar tener un teléfono celular para comunicarse con sus compañeros, pero seguía obstinada en cuanto a usar una máquina de escribir en vez de un método más moderno como una laptop. La misma Enid le había dicho que usando la laptop sería mucho más fácil y cómodo, pero tal vez justo por eso la chica Addams se empeñaba en usar algo tan complicado como una máquina de escribir. Por suerte Enid entendía que habían ciertas cosas acerca de Wednesday que era mejor dejarlas así y no insistir mucho en ello. La lobisona estaba más que feliz por poder comunicarse con Wednesday a través de sus teléfonos, por ahora eso era más que suficiente.

—Debo admitir que, pese a tu habitación llena de colores, tus hermanos que no estaban quietos ni por un segundo, tu madre que no dejaba de hablar sobre cosas innecesarias y primitivas, los vecinos que eran demasiado metiches para el gusto de cualquier ser humano... —Wednesday posiblemente hubiera seguido enumerando, pero notó en su vista periférica que Enid fruncía las cejas esperando que la opinión de la chica Addams acerca de la visita a San Francisco no fuera tan horrible pese a todo lo que estaba diciendo ahora—... En fin, a pesar de todo eso... fue bastante...

—¿Sí...? —Enid inquirió, con una ligera y nerviosa sonrisa.

—... No estuvo mal del todo.

—Realmente no te mataría decir que fue divertido, ¿sabes? Jajaja.

Enid comenzó a reír del otro lado de la videollamada, y aprovechando que la lobisona cerró los ojos por un momento, Wednesday mostró una ligera sonrisa pero rápidamente prosiguió con su novela en su máquina de escribir.

—Entonces... —Enid dejó salir su voz sutilmente, obviamente quería sacar a colación un tema importante. Wednesday lo notó, pero no parecía preocupada al respecto, tal vez un poco intrigada y nada más— Se mantiene en pie lo de ir a visitarte este fin de semana, ¿verdad? —por un momento, Wednesday dejó de escribir.

La chica Addams no se había olvidado del tema, pero su cerebro al parecer intentó ignorarlo y lo mínimo que esperaba en la conversación era hablar de ello. Debido al silencio en el que de repente Wednesday se había sumido, Enid se preocupó y comenzó a tartamudear nerviosamente.

—O... Oye, si tienes algún problema o surgió algo y no podemos, pues... pues... ¡No hay problema, en serio! Tan solo... Dijiste... que podíamos...

—Sí, Enid, recuerdo lo que dije, pero...

Wednesday no sabía cómo decirlo. En realidad, ni siquiera sabía cómo explicar lo que sentía. Cuando pasaron tiempo juntas en San Francisco, por alguna razón, se sintió un poco nerviosa. Wednesday no estaba acostumbrada a preocuparse por lo que los otros pensarían de ella, pero inexplicablemente se vio en una situación donde esperaba no causar una mala impresión. ¿Qué demonios? Tal vez se trataba de un hecho tan intrigante que ni Wednesday tenía la explicación para ello, y... si ella se sintió de esa forma, no quería que Enid se sintiera así de incómoda o peor...

De por sí, Wednesday tenía que reconocer que su familia no era la más común del mundo. Tal vez todo era debido a lo diferentes que eran Enid y Wednesday, pero la chica Addams todavía no se conformaba con esa explicación. En todo caso... tenía que admitirlo... independientemente de la respuesta correcta, la verdad era que no le gustaría que Enid se sintiera mal. Es por eso que ahora mismo estaba dudando tanto.

—Sí, ¡ya te dije que voy! ¡¿Por qué tanta prisa?! —al parecer, de repente Enid comenzó a discutir con alguien en su casa.

Wednesday tuvo la extraña sensación de que había sido “salvada por la campana”, o lo que sea que fuera eso.

—¿Es tu madre? —preguntó la chica Addams, y Enid asintió con una expresión complicada— ¿No habían mejorado su relación desde que fui a San Francisco?

—Sí, pero, sigue siendo complicado. Seguimos siendo madre e hija. Tiene que haber fricción si queremos que esto funcione, ¿sabes? Jeje... Bueno, lo siento mucho, Wens, mi madre quiere que haga algo ahora. Ehm... No sé, piénsalo y luego me dices, acerca de lo de ir a visitarte. No importa qué decidas, no me molestaré, solo quiero que ambas estemos bien. Ya sabes, tú eres como eres, y yo como soy. Y eso... está perfectamente bien... sí —tras Enid decir esto, Wednesday creyó que la chica Sinclair había dejado escapar una risilla nerviosa. Por supuesto, Addams no podía entender a qué se debía—. Es decir... solo quiero que tú y yo estemos bien, siempre... ¿sí?

—Sí... claro... —Wednesday respondió a la tímida pregunta de Enid, pero sintió una extraña sensación en su pecho. Era una situación inusual, no era incómodo, pero... no sabía qué significaban todas esas pausas tímidas entre ellas y ese titubeo constante en Enid que en otro tiempo a Wednesday le hubiera resultado fastidioso, pero ahora lo veía... tierno. Definitivamente había algo mal en Wednesday.

—¡Que sí, mamá, ya voy! Disculpa, Wens, bueno, luego me escribes un mensaje y me dices, tómate tu tiempo. Ehm... ¡Adiós!

La videollamada finalizó y Wednesday solo pudo mirar su máquina de escribir. Obviamente no estaba pensando en su historia, otros pensamientos invadían su mente.

Thing, su fiel pero metiche compañero, había estado presenciando todo. Dio un par de toques en la mesa de escritorio de Wednesday, y la chica Addams arqueó una ceja confundida por lo que la mano le sugería.

—No pasa nada, Thing... Solo... Sí, ya sé que tú quieres volver a verla —Thing volvió a repiquetear en la mesa, y dejó casi sin palabras a Wednesday, que comenzó a mirar lentamente hacia abajo y hacia los lados, tratando de cavilar al respecto—. ¿Yo? Bueno... sí, quiero verla, pero... No lo entiendo. Ya la vi hace unos días, no hace tanto de eso, ¿por qué ella querría verme de nuevo? Desde mi punto de vista no tiene sentido. Es decir, incluso si quisiera verme, podemos comunicarnos por ese dichoso artefacto. Esa cosa está llena de mensajes de texto de Enid, ¿de dónde saca tanto tema de conversación? No es como que diga muchas cosas coherentes, pero... —inopinadamente Wednesday sonrió con dulzura mientras hablaba, fue escandaloso hasta para ella, que rápidamente frunció las cejas sin comprender su propio comportamiento.

Thing parecía divertido ante esto, y Wednesday no tardó en advertirlo.

—Yo... ¿sonreí? Pero, ¿por qué? No existe una cuestión lógica por la cual yo debería haber sonreído, yo... —volvió a mirar a Thing que cada vez parecía más divertido al respecto— Thing, por el bien de tu preciada manicura, espero que no te estés burlando —su compañero automáticamente dio una especie de salto y puso una postura firme mientras negaba la acusación de la chica Addams—. Hm, más te vale.

Aunque dubitativo y medio asustado, Thing volvió a repiquetear en la mesa. Esta vez, la postura de Wednesday al atender a su compañero no fue tan seria, sino que sinceramente parecía tomar en cuenta cada uno de sus planteamientos.

—... Sí, me gustarí-- es decir, no me molestaría que Enid viniera a verme, pero... Solo quiero que no se sienta incómoda entre nosotros, eso es todo —Thing volvió a decir algo, y Wednesday reaccionó un poco ofendida—. No es que me preocupe si Enid se siente cómoda o no, yo... Eso es, Sinclair se esforzó mucho en darme la bienvenida en su casa, así que aunque lo considere un completo fastidio, lo mínimo que puedo hacer es tratar de recibirla lo más decentemente posible. Sí, es eso —Wednesday cruzó los brazos con una sonrisa satisfactoria.

La chica Addams estaba orgullosa de su razonamiento, pero Thing sabía que su compañera se cruzaba de brazos en situaciones muy específicas, y una de ellas era cuando usaba los argumentos más lógicos para defenderse de su comportamiento ilógico. Aunque en su cabeza sonara muy creíble, Thing solo no se burlaba abiertamente de su compañera por el bien de su preciada manicura.

Finalmente, su fiel compañero decidió cambiar ligeramente de tema y le preguntó la cuestión más importante: «Entonces, ¿vas a decirle a Enid que puede venir?». Wednesday no lo notó, pero su expresión facial se relajó tiernamente. De alguna forma, su conversación con Thing le había hecho soltar un peso de encima, y ya tenía algo de “agallas” para darle una respuesta decidida a Enid.

—... Sí, se lo voy a decir a Enid —Wednesday se levantó, sus movimientos delataban una especie de nerviosismo que para ella era inexplicable, pero de alguna forma agarró su teléfono celular y tecleó lenta pero decididamente.

En lo que Thing pensaba por qué era necesario levantarse de su asiento para teclear un mensaje de texto, Wednesday colocó el teléfono en su oreja, y la sorpresa de su compañero fue mucha. ¿En serio había necesidad de llamarla?

—¡Oh! ¿Sí, Wens? ¿Qué sucede? —preguntó Enid desde el otro lado de la llamada, su voz parecía sorprendida pero alegre. Wednesday tuvo que tomar una ligera bocanada de aire para poder soltar lo que quería decir.

—Sinclair —dijo, en tono serio, como aquella vez cuando pensaban que se despedirían en Nevermore y Enid con tristeza le preguntó si Wednesday se olvidaría de ella, la única diferencia era que en aquella ocasión la llamó por su nombre, y no por su apellido—, llamo para informarte que la respuesta es afirmativa. Puedes venir a visitarme este fin de semana si es lo que quieres.

—¿Sinclair? Jeje, normalmente me llamas así solo cuando es un tema serio, ¿por qué me llamas Sin...? —Enid estaba tan concentrada en comprender el sentido de que Wednesday la llamara por su apellido en vez de por su nombre, que tardó unos cuantos segundos en comprender que la chica Addams había dicho algo mucho más importante.

—...

Por un momento las dos se quedaron en un silencio. Para Wednesday no fue incómodo, pero se sentía algo ansiosa por lo que Enid diría a continuación.

—... E... ¡¿Estás bromeando, Wens?! ¡Es la mejor noticia del día! ¡Te Amo!

Hasta Thing llegó a escuchar esas últimas palabras de la lobisona que había proferido con tanta emoción. Wednesday quedó en un estado de aturdimiento tal que parecía más pálida de lo usual, tratando de asimilar lo más rápido que le permitiera su cerebro lo que acababa de pasar. Sentía que los engranajes en su cabeza estaban a punto de colapsar. Enid parece que notó el silencio y comenzó a tartamudear nuevamente.

—Eh... Es decir, te amo porque somos mejores amigas, o sea, es completamente normal que te ame. No quiero que te sientas incómoda con eso o... Bueno, creo que estoy hablando de más, yo... ¡Estoy muy contenta de poder ir a visitarte! Solo eso, que nos vemos este fin de semana y que lo espero con ansias, ¡adiós!

Al parecer la lobisona estaba nerviosa, porque se percibió que tuvo problemas antes de colgar la llamada. Wednesday lentamente bajó su celular de su oreja y lo colocó delicadamente encima de la mesa. Thing no sabía por dónde empezar.

«¿Cómo te sientes?», fue lo que llegó a preguntarle su compañero.

—... ¿Cómo se supone... que debo sentirme?

Thing nunca la había visto así, normalmente si bromeaba al respecto, Wednesday sería capaz de amenazarlo, pero ahora su compañero estaba tan preocupado que no sabía qué sería lo correcto para decirle en esta situación.

«¿Por qué la llamaste? ¿No hubiera sido más sencillo un mensaje de texto?», Thing optó por no bromear y solo fue sincero. Wednesday abrió los ojos como si no hubiera pensado acerca de eso, y caviló en silencio.

—No lo sé... Es cierto... Pero... Tal vez solo...

Tal vez solo quería escuchar su voz.

[...]

—¿Me estás escuchando, Goody? —llevaba un tiempo hablando muy emocionado mientras caminaban, así que el silencio de su compañera y que solo hablara para saludar a las personas del pueblo, no le daba mucha seguridad de que estuviera atendiendo a lo que él decía con tanto entusiasmo.

—Gracias —Goody agarró las flores que un niño le ofreció, le sonrió, y una vez que el pequeño se fue muy contento y saltarín, Goody se dirigió a hablarle a su fiel amigo de cabello negro esponjoso y alborotado—. Sí, Eugene, te estoy escuchando. Y sé que te apasiona la idea de crear una escuela para que todos nosotros podamos entrenar y perfeccionar nuestras habilidades, pero también tenemos que ser prácticos, y actualmente no contamos con las condiciones necesarias para crear una escuela. Me gustaría apoyarte, pero no veo muy posible que tu idea se pueda realizar en un futuro muy cercano. A lo mejor dentro de unos años.

—Eres horrible animando a las personas, ¿lo sabías? —preguntó su amigo Eugene, pero bromeando, sin ánimo de recriminarla e incluso sonriéndole desenfadadamente. Goody le sonrió un poco disgustada consigo misma.

—Disculpa, no es mi intención desmoronar tus sueños ni mucho menos, es solo que... No sé, últimamente he sentido muy malas vibras... Como si algo malo estuviera a punto de pasar y... bueno, eso me pone un poco inquieta. Siento que deberíamos estar protegiéndonos contra algo, pero no sé exactamente de qué.

—¿Has tenido otra de tus visiones?

—Mmm... No sé si llamarlo “visiones”, pero... últimamente he visto a una chica muy parecida a mí, solo que con un color de cabello diferente como negro azabache, y... vistiendo una ropa extraña, un estilo que nunca había visto... Normalmente solo la veo cuando me voy a dormir, así que todavía no logro distinguir si es una visión o no...

—¿Y has hablado con tu mamá acerca de esto? Tal vez ella pueda ayudarte.

—... Sabes que no quiero molestarla. Lo mínimo que necesita es preocuparse por mí. Desde que papá murió y ella enfermó, solo yo puedo ocuparme de todo en casa.

—Aunque... —Eugene sonrió divertido, para confusión de Goody— No solo eres la líder en tu casa, en todo el pueblo también —dijo, y señaló con un movimiento de cejas hacia adelante. Goody se volteó y observó que más personas se acercaban a ella con la intención de iniciar una conversación. Goody se sintió un poco agobiada, pero disimuló eficazmente con una sonrisa.

—¡Goody, qué bueno verte! Toma, unas manzanas para tu mamá y para ti —dijo un señor muy risueño, acompañado por tres mujeres y dos hombres más.

—No es necesario, en serio, Señor Faulkner —dijo Goody—. Guárdelas por si este año no tenemos una buena cosecha. Ah, señora Faulkner, ya estamos resolviendo poco a poco el problema de aquella casa. Los lobisones se están encargando amablemente de la reparación. Espero que no le moleste que estemos construyendo esa casa lejos de ese lugar... Es decir, sé que es un lugar especial para vuestra familia, pero ya le había dicho que era un sitio peligroso porque estaba rodeado de muchas rocas que podían desprenderse. Por suerte cuando cayó encima de la casa nadie estaba dentro y nadie salió herido, pero... —se detuvo con una mirada complicada.

A Goody le pasaba comúnmente que se compadecía muy rápido de los demás. Era normal en ella sentir los problemas de los otros como suyos propios. Por eso, no era de extrañar que todo el pueblo la considerara la líder, aunque ella no pretendía serlo.

—Ay, querida Goody, eres tan buena —dijo la Señora Faulkner con una tierna sonrisa—. Me alegra mucho que mi hijo Eugene y tú seáis tan buenos amigos. Eres una persona de absoluta confianza, y no te preocupes por lo de la casa. Por suerte estamos viviendo con los tíos de Eugene, y aquel lugar seguirá siendo especial para la familia, incluso si no podemos estar allí. Así sucede con las cosas importantes: en realidad, nunca se desprenden de nosotros —aquellas últimas y enternecedoras palabras llegaron al corazón de Goody, que sonrió amablemente.

—¿Cómo está la Tía Addams? —preguntó un chico con un pañuelo alrededor de su cabeza, que no parecía ser de la familia de Eugene, pero sí un amigo cercano de los Faulkner. Goody le sonrió con intenciones de bromear al respecto.

—¿Quién es tía de quién? Mamá no tiene sobrinos, no quieras infiltrarte en la familia —bromeó Goody, y todos rieron divertidos, incluido el chico con el pañuelo en la cabeza—. Jeje, solo era una broma. Ella está bien, Ayden, pero tiene que seguir tomando su medicamento. Muchas gracias por preocuparte.

—Bueno, dejemos descansar a nuestra líder, que debemos agobiarla mucho —sonrió cordialmente el Señor Faulkner.

—Papá, sabes que a Goody no le gusta que la traten como la líder —dijo Eugene, y su padre sonrió.

—Pero aunque no lo acepte, es básicamente nuestra líder. Siempre está ayudándonos y cuidando de nosotros. Le debemos mucho.

—Incluso así, insisto en que no soy vuestra líder —recalcó Goody, pero con una expresión tranquila—. En este pueblo no tenemos líderes. Simplemente todos nos ayudamos siempre que podemos, nos mantenemos unidos y por eso siempre hemos podido seguir adelante, nunca olviden eso.

—¡Ya escucharon a la líder! —bromeó nuevamente el Señor Faulkner, y todos rieron divertidos, excepto Eugene que suspiró por la actitud despreocupada de su padre, y Goody que sonrió incrédulamente sin saber qué decir al respecto.

—Bueno, nos vemos luego, querida —dijo la madre de Eugene, y se retiró con los demás. Goody les sonrió mientras se despedían, y luego miró a su compañero.

—No sé qué más hacer con tu familia, en serio —bromeó Goody, y Eugene se encogió de hombros con una sonrisa.

—Al menos sabes que siempre puedes contar con ellos, y conmigo, por supuesto. Así que, como tu mejor amigo, es mi deber decirte que desconfíes de cierta señorita que se está acercando justo ahora —dijo Eugene. Goody volvió a mirar hacia la dirección en la que su amigo señalaba con los ojos, y observó que una muchacha, de aproximadamente la misma edad que los dos, se acercaba como tímidamente.

—Ehm... Lo siento, ¿interrumpo algo? —preguntó la chica de cabello castaño claro y expresión amable y tímida, tenía unos preciosos ojos verdes y un lindo lunar en el rostro; su voz era muy delicada y parece que acostumbraba la mayoría del tiempo a tener la cabeza agachada y mirar tímidamente a todos hacia arriba, pese a que su altura era bastante alta para alguien de su edad.

—No, no interrumpes, pero... ¿Pasa algo, Tyna? —inquirió Goody, que había notado un rastro de preocupación en los ojos de la chica, al parecer fuera de lo usual.

—Creo que es... importante... En la costa... hay... —Tyna ni siquiera tuvo que terminar de hablar. Al parecer no tenía palabras para describir lo que ocurría, pero ya Goody tenía un mal presentimiento que ahora se intensificaba.

Casi todo el pueblo se acercó a la costa, y observaban atentamente cómo se acercaban cinco barcos. Goody tenía la cara seria, aquella situación no le gustaba ni un poco, tenía los brazos cruzados frente a su pecho, con una mirada casi agresiva. Eugene, a su lado, se preocupaba cada vez que la veía así, porque no era nada usual.

—No me gusta cuando cruzas los brazos, se te nota lo inquieta y violenta más de lo normal. Es difícil relajarte una vez que cruzas los brazos —le dijo Eugene en voz baja, a solo unos pasos se encontraba Tyna casi que escondida detrás de uno de los árboles, y a ambos lados de los muchachos se encontraba el resto de las personas del pueblo que habían llegado para observar lo que sucedía.

—Son demasiadas naves, esto no me gusta —dijo Goody—. Sé que esto iba a ocurrir de un momento a otro, pero mi mal presentimiento es cada vez mayor.

—¿Qué hacemos, Goody? —preguntó el Señor Faulkner.

—... —Goody lo había escuchado, pero se mantuvo en silencio unos segundos, meditando en silencio, con la mirada fija en los barcos que se acercaban— Los Faulkner tengan preparadas a las abejas, los lobisones que se mantengan en la misma posición. Todos, solo deben reaccionar a mi señal. Tenemos muy pocas gorgonas, pero igual sería muy arriesgado usar su habilidad, lo dejaremos solo como última alternativa.

—Entendido... —dijo Eugene, aunque no dejaba de estar nervioso al respecto.

Después de unos pocos minutos, las cinco naves habían terminado de desembarcar. Un hombre desde el navío observó a sus espectadores y los saludó con una majestuosa sonrisa como un rey que saluda a sus súbditos. Eso a Goody no le gustó nada. El hombre, que se disponía a bajar hacia tierra por el portalón de madera, tenía una constitución promedio, con cabello rubio canoso y ojos azules oscuros, usaba un sombrero de copa, bastón y capa; se aseguró de darles unas indicaciones a sus subordinados, tal vez que nadie más bajara, para no causar disturbios innecesarios.

El hombre se acercó a Goody por inercia, ya que ella se encontraba en el centro y al frente de todos los demás habitantes reunidos del pueblo. De cerca, ella pudo notar que el desconocido vestía un jubón y llevaba el cabello largo y bien peinado.

—Buen día, agradables personas, mi nombre es Joseph Crackstone —dijo el hombre, con una sonrisa casi de oreja a oreja. Todos se mantuvieron en silencio, expectantes—. Supongo que estéis informados de mi llegada.

—De vuestra llegada —dijo Goody, haciendo énfasis en que no se trataba de una sola persona—. ¿Era necesario tantas naves?

—Oh, así que esta jovencita es la líder —sonrió Crackstone observando a Goody, quien no dejaba de verlo con una mirada todavía agresiva.

—¡Sí! —justo cuando Goody se disponía a negarlo, el padre de Eugene afirmó.

—Genial, tan joven y líder de todo un pueblo, es admirable.

—Mi amiga le hizo una pregunta —dijo Eugene, sorprendiendo un poco a Crackstone. Eugene no era, ni siquiera en apariencia, de los que expresaban abiertamente sus pensamientos a los desconocidos. Crackstone debió haberlo juzgado así, y tal vez por eso se impresionó ligeramente por las palabras del chico Faulkner.

—... Efectivamente, no iban a ser tantas naves, pero decidimos ser precavidos y asegurarnos de que les llegasen todos los materiales indispensables para nuestro pequeño acto colaborativo. ¿Hicimos mal? —preguntó Crackstone casi divertidamente.

—Como si romper una promesa no fuera lo suficientemente cuestionable, además, se alteran las palabras con tal de quedar como las buenas personas que les conviene ser —dijo Goody, con una sonrisa desafiadora. Eugene estaba un poco preocupado, y miró alerta a Crackstone, pero este, al escucharla, sonrió como si estuviera alabando la valentía y astucia de la muchacha.

—¡Señorita, ya le dijimos que no puede! —se escuchó la voz de uno de los subordinados de Crackstone, desde el barco. Todos miraron hacia allá, incluso el propio Crackstone que parecía sinceramente confundido. Al parecer, una muchacha decidió bajar por el portalón sin hacer caso de las indicaciones que Crackstone había dejado.

—¿Por qué no me sorprende? —se preguntó Crackstone casi que con un suspiro cansado. Goody observó la incredulidad del hombre y automáticamente pasó a tener interés en la persona que sería capaz de ignorar la autoridad de Crackstone.

A medida que la chica se iba acercando, con una actitud tan tranquila como si no estuviera haciendo algo malo, Goody parecía tener más interés.

—Bueno, si no queda de otra, les presento a una de las protectoras más importantes de este viaje, la señorita Badley Sinclair —dijo Crackstone, una vez que la muchacha en cuestión estaba justo frente a ellos.

La chica, de un hermoso cabello negro azabache, corto hasta los hombros, y unos preciosos ojos azules claros, se colocó justo al lado de Crackstone. La muchacha apellidada Sinclair era increíblemente hermosa, llevaba un vestido blanco y una especie de blazer también blanco que llevaba por encima de los hombros; de un extremo a otro de las solapas de su saco, colgaba una preciosa gema.

Tal vez por su belleza, o por su elegante manera de vestir, Goody bajó la guardia por un momento y descruzó los brazos dejándolos caer. Aunque la actitud de la chica Addams seguía siendo firme, Eugene no dejó de advertir el extraño comportamiento de su amiga, pese a que él mismo casi se deja abatir por la presencia de la nueva desconocida. Ciertamente, Badley Sinclair tenía una mirada y una sonrisa tan provocadoras y confiadas que no parecían de este mundo, casi como si fuera una especie completamente diferente a todo lo que habían visto anteriormente.

—Creí haberle indicado a todos que se quedaran en la nave, Lady Sinclair.

—Disculpe, Señor Crackstone, pero no toleraba ni un minuto más estar en esa cosa que parece seguir en movimiento aunque siga estando quieta —bromeó Badley dejando escapar una risilla para indicar el toque de desenfado.

—En fin, no hay problema si se trata de usted —dijo Crackstone—. Déjeme entonces presentarle a... —y se quedó observando a Goody, ya que no sabía su nombre.

—... Goody. Goody Addams —dijo, aunque con un poco de renuencia.

—Un placer... Goody Addams —sonrió Badley al voltear a ver por primera vez a Goody, la chica Sinclair ahora hablaba con una naturalidad y tranquilidad que parecían seductoras. La manera en la que miraba a Goody había cambiado de su anterior mirada; ahora no estaba observando despreocupadamente a alguien, sino que se había quedado casi encantada con aquella muchacha a la que veía por primera vez.

Las miradas de las dos chicas que se veían por primera vez eran como si se estuvieran analizando mutuamente, con cierta expectativa. Por un momento parecía casi una competencia visual, ya que no se apartaban las miradas la una de la otra. Sin embargo, Goody fue la primera en ceder solo para mirar rápidamente de arriba abajo y luego mirar nuevamente a los ojos a Badley, aquella chica que consideraba tan inusual.

—Bueno, son casi de la misma edad, ¿no? Qué suerte. Creo que podrían llevarse bien y ser buenas amigas —dijo Crackstone con una sonrisa.

—Estoy de acuerdo —volvió a sonreír, esta vez pícaramente, Badley, sin dejar de observar a Goody—. Por cierto, Señor Crackstone, ¿dónde vamos a dormir? Ya casi está oscureciendo, y... me preguntaba si estas agradables personas podrían tratarnos como sus huéspedes. Yo realmente no tendría inconveniente en dormir en la misma casa que-- —pero Badley fue interrumpida intencionalmente por Goody.

—Lo siento, no será posible —la chica Addams alzó lo suficiente la voz para que su respuesta sonara alto y claro. Badley estaba solo un poco sorprendida.

—Bueno... —sonrió Crackstone disimulando despreocupación— Ustedes dijeron que no tendrían inconveniente con prestar algunas de sus casas, ¿no es así?

—Ciertamente —afirmó resueltamente Goody—, pero eso era tomando en cuenta que serían tres naves, no cinco, y también los esperábamos unos días después, no ahora. Ustedes se presentaron inopinadamente, me parece que lo mínimo que pueden hacer, para mantener los futuros lazos entre nosotros, si eso es lo que pretenden, es dormir hoy en vuestras naves, y dejarnos preparar las casas y el resto del pueblo en lo que queda de día. ¿Le parece bien... señor Crackstone?

—... Estoy completamente de acuerdo —dijo Crackstone—. Me parece justo, y me alegra que usted sea una persona tan juiciosa, Señorita Addams.

—Una pregunta —dijo de repente Badley, llamando la atención de todos—. ¿Al menos yo puedo quedarme en alguna casa? Es que... estoy muy agotada debido al viaje.

—Lo siento, pero eso no va a ser posible —dijo Goody—. Muchas de nuestras casas no están en condiciones para atender huéspedes en estos momentos. Yo misma estoy la mayor parte de mi tiempo en casa de un amigo, porque mi casa es un completo desorden, no hay quien viva ahí. Lo siento.

—... Entendido... —dijo Badley, quien no se podía imaginar siquiera si todo aquello era mentira o no, y solo podía conformarse.

—Entonces, dicho esto, supongo que ninguno de ustedes se acercará a nuestro pueblo y... Hablaremos mañana, al mediodía —dijo Goody.

—Está bien, me parece perfecto —sonrió Crackstone, quien hizo una ligera reverencia y dio la vuelta en dirección hacia su nave. Los demás pueblerinos se observaron disimuladamente y comenzaron a retirarse en dirección al pueblo. Goody y Badley fueron casi las últimas en retirarse, se miraron una última vez y Goody fue la primera en rápidamente dar la vuelta e irse; Tyna se apresuró en seguir a la chica Addams, mientras la muchacha Sinclair suspiraba antes de volver al barco.

...

—¿Estás segura de esto, Goody? —preguntó Eugene, que estaba muy preocupado. Era ya casi de noche, y los dos amigos se encontraban frente a los árboles por los que se pasaba en dirección hacia la costa.

—No tenemos ninguna certeza de que esas personas no nos atacarán mientras dormimos. Serían muy imprudentes si lo hicieran, pero nosotros seríamos mucho más imprudentes si nos confiamos y no nos mantenemos alerta. Tampoco podemos mantener a todo el pueblo en vigilancia, si todos amanecemos cansados se darán cuenta de que sospechamos de ellos. No te preocupes, iré yo sola, todo está bajo control —dijo Goody, mostrando un libro que antes no llevaba.

—... Sigue siendo muy peligroso... al menos déjame acompañarte.

—No, Eugene.

—¡Dices que no porque sabes que es peligroso y no quieres ponerme en peligro! ¡Pero yo también estoy preocupado por ti! Eres mi mejor amiga, Goody.

—Y no me pasará nada. Soy más fuerte de lo que parezco, tú mejor que nadie, por ser precisamente mi mejor amigo, lo sabes —le sonrió Goody, y Eugene aunque todavía preocupado, no tuvo más remedio que quedarse en silencio.

—Al menos piénsalo una segunda vez, piensa si no estás haciendo mal las cosas.

—Todo está bien, Eugene. Me voy ahora, ¿vale? —preguntó Goody, y él asintió.

...

La mayoría de los árboles eran palmeras, y por suerte a Goody le gustaba andar por esa zona, porque ya la oscuridad era tan espesa que cualquier otro hubiera tropezado. Cuando llegó al final de los árboles, se ocultó detrás de un tronco fuerte y amplio, posiblemente el mismo donde Tyna estaba oculta hace unos minutos. Goody tenía listo su libro de hechizos por si hacía falta uno, ya sea de ataque o de defensa. Observaba atentamente los barcos y se sorprendió cuando no vio a nadie ni siquiera haciendo guardia. Eso, o era increíblemente imprudente, o solo significaba que estaban subestimando a los pueblerinos, lo cual le desagradaba mucho más a Goody.

Finalmente... lo que menos esperaba era ver a Badley Sinclair, con la misma ropa con que la vio por primera vez, como si no fuera capaz de dormir, dando vueltas por los bordes de la cubierta del barco. Parecía dudar, hasta que terminó apoyándose en el parapeto y asomó la cabeza, pareciendo que quería...

—¡¿Se va a suicidar?! —se preguntó Goody, asegurando que solo fuera apenas un susurro, pero se apresuró a correr lo más rápido posible para salvarla, aunque ni siquiera sabía qué hacer o si llegaría a tiempo. Para esto realmente no estaba nada preparada. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando entendió que Badley no pretendía suicidarse, sino que estaba soltando las “consecuencias” de su mareo náutico.

—Ah... Odio los barcos —susurró Badley, irritada.

Goody suspiró incrédulamente y decidió volver a esconderse, aunque sinceramente no había necesidad. Ningún guardia vigilaba, y la única despierta era Badley, quien estaba todavía muy ocupada atendiendo su malestar.

... Goody estaba sintiendo una compasión extrema por esta chica.

—Oye —gritó, solo un poco, la chica Addams, una vez que estaba justo frente al barco. Badley, que tenía la cabeza agachada sobre el parapeto, se sorprendió casi incrédula al escuchar una voz. Al levantar la cabeza y observar que se trataba de Goody, continuó sorprendida, pero ahora un poco más confundida.

—¿Qué... Qué haces aquí?

—Estaba... caminando... porque no podía dormir —empezó diciendo Goody, pero era tan mala con este tipo de mentiras piadosas, que Badley de repente comenzó a sonreír divertida, mientras observaba atentamente las excusas de la chica Addams—. Y... te vi, y me sentí culpable por no permitirte quedar en una de nuestras casas... Tú... no eres buena con los viajes en barco, por lo visto, ¿no?

—Debo admitir que no soporto este tipo de viajes, pero... ¿qué se puede hacer? No se ha inventado un medio de transporte más eficaz para atravesar los mares. ¿Tú conoces alguno? —preguntó divertida Badley, y Goody comenzaba a impacientarse.

—Como sea, si prometes no comportarte de forma petulante, si quieres, puedes venir a mi casa —dijo Goody, confundiendo solo un poco a Badley.

—Mmm... No pienses mal de mí, pero... ¿No desconfías de nosotros? Tal vez todo esto lo estoy actuando justo ahora con tal de ganarme tu confianza.

—¿Y cómo sabrías que iba a venir precisamente yo a vigilarte? ¿Sabías que iba a estar yo aquí? —preguntó Goody, siguiéndole el juego a Badley.

—Si te soy sincera no, pero esa es la cuestión, no puedes saber que te estoy diciendo la verdad justo ahora, ¿no? —preguntó la chica Sinclair, divertida.

—Me estás impacientando, ¿quieres ir a mi casa o no? —preguntó Goody, un poco irritada, y Badley volvió a sonreír divertida.

—Oh, eso sonó como una propuesta indecente.

—Se acabó, me voy —dijo Goody, dándose la vuelta para retirarse. Badley, preocupada, se dispuso a detenerla.

—¡No, espera! Solo estaba bromeando. Por favor, no me abandones en esta cosa flotante, no lo soporto ni un minuto más —tras decir esto, Goody suspiró nuevamente y regresó, volviendo a apoyar su mano izquierda en el casco del barco, mirando hacia arriba donde se encontraba Badley.

—Entonces baja, no tengo toda la noche.

—Mmm... A pesar de que tengo miedo de que optes por abandonarme... Lo tengo que decir, ¿cómo se supone que baje de aquí sin llamar la atención del personal del barco? ¿Crees que puedo cargar yo sola con el portalón? —preguntó Badley, y aunque a Goody no le gustara que ella casi todo lo dijera bromeando o burlándose, lamentablemente la chica Sinclair tenía razón. Goody ni siquiera sabía por qué estaba haciendo algo tan imprudente como esto justo ahora.

Badley tenía razón en otra cuestión, la chica Sinclair bien podría ser una espía encargada de ganarse la confianza de los pueblerinos y luego traicionarlos, pero incluso así Goody acudió a ella tan fácilmente la vio pasando por una “dificultad”. Ni siquiera pensó cómo bajar a Badley sin llamar la atención de los demás, estaba siendo imprudente en niveles exorbitantemente extremos, que no eran propios de ella.

Goody bajó la mirada tratando de pensar qué hacer, y Badley, que la observaba atentamente, terminó sonriendo con cierta dulzura.

—Oye, Addams —dijo, haciendo que Goody alzara nuevamente la mirada, confundida—. Jeje, tienes una mirada interesante... hermosamente interesante.

¿Quién demonios era esa chica? ¿A qué venía eso? La mirada de Goody no era nada interesante ni mucho menos hermosa, según la propia Addams; en cambio... la mirada de la chica Sinclair era no solo hermosa, sino cautivadora. Era Goody quien tendría que decirle algo así, no al revés.

Espera, ¿qué estaba sucediendo? Goody sacudió su cabeza e ignoró esos ilógicos pensamientos que solo la hacían perder el tiempo, y comenzó a moverse hacia una parte del casco que tenía algunos espacios donde supuso que podría colocar los pies y subir.

—Déjame intentar subir por aquí.

—Eh, no creo que sea buena idea, Addams. Pero no te preocupes, yo sé cómo bajar —dijo Badley, deteniendo a Goody que parecía un poco sorprendida.

—¿Cómo?

—Una dama tiene sus trucos, pero preferiría que te alejaras unos pasos y me dieras la espalda. Después de todo soy una dama, así que no quiero que veas algo indecente por error —parecía decirlo como una broma, pero aunque le daba curiosidad, Goody decidió por alguna razón no indagar al respecto e hizo lo que Sinclair dijo.

Mientras Goody se esforzaba por no mirar hacia atrás, abrió disimuladamente su libro. El plan no había salido como lo tenía previsto, pero al menos podía poner un encantamiento pequeño, que la avisaría en caso de que alguien más aparte de Badley y ella cruzaran la barrera. Al menos así sabría si alguien de la gente de Crackstone incumplía las normas establecidas, pero seguía existiendo la posibilidad de que, en ese caso, los pueblerinos actuarían demasiado tarde. Tal vez Eugene tenía razón cuando sugirió que era una tarea demasiado complicada para que la ejerciera solo Goody.

—Ya está —dijo Badley de repente apareciendo al lado de la chica Addams, que se volteó hacia ella, y miró en varias direcciones hasta que terminó mirando de abajo hacia arriba a Sinclair que sonreía con suficiencia.

—¿Cómo hiciste eso?

—Secretos de chicas —sonrió Badley, y Goody prefirió no indagar al respecto.

—Está bien... Vámonos.

...

—Así que esta es tu casa... —comentó Badley en voz baja, ya que en el pueblo todo estaba tan oscuro y en silencio que fácilmente podrían despertar a los demás.

Una vez dentro de la casa, Goody no parecía preocupada por hacer ruido, así que la chica Sinclair se relajó un poco.

Goody encendió un candil y, con la sala mejor iluminada, Badley se sorprendió al notar que la casa estaba en un estado de desorden tal que era muy difícil caminar.

—Ten cuidado y no te tropieces. Puedes hablar, pero no es como que puedas gritar, allá arriba-- —Goody iba a terminar de decirle algo, pero se escuchó un fuerte ruido en el piso de arriba. La chica Addams, alarmada, salió corriendo.

—¿A... Ayudo en algo? —inquirió Badley, dubitativa.

—¡Quédate aquí! —gritó Goody mientras subía las escaleras después de esquivar todos los muebles y objetos que había alrededor de la sala.

Badley estaba un poco ansiosa, y una vez que la chica Addams había desaparecido por las escaleras, se volvió a escuchar otro fuerte ruido.

—... En fin, ella no tiene por qué darme órdenes —bromeó consigo misma Badley, que estaba dubitativa hasta que decidió subir.

En el primer cuarto del piso de arriba, Goody había entrado y estaba tratando de ayudar a una señora a levantarse y acostarla en la cama.

—... Disculpa, pero, ¿no necesitas una ayuda? —inquirió Badley. Goody se sorprendió por verla, pero terminó asintiendo con la cabeza.

La chica Sinclair se acercó y sujetó delicadamente a la señora, aunque Goody sintió una extraña sensación de que Badley tenía tanta fuerza que levantó en un instante a la mujer, pero decidió ignorar eso por ahora.

—¿Necesitas algo más? —preguntó Badley, una vez que habían colocado a la señora cómodamente en la cama.

—... Alcánzame aquella medicina —dijo Goody, señalando a una pequeña mesita al lado de la cama, mientras se sentaba junto a la mujer.

—¿Esta? —preguntó Badley al agarrar un pequeño frasco. Goody asintió y agarró la medicina, dándosela a la mujer.

—Mamá, disculpa, yo... No sé qué tenía en la cabeza. Debí estar aquí.

—No... No te preocupes... Goody... Eugene pasó por aquí y me explicó todo.

—Disculpa, en serio lo siento. Soy una horrible hija.

—No, mi querida niña. Eres la mejor hija de todas —le dijo tiernamente la mujer, mientras acariciaba con dulzura la mejilla de Goody, y luego notó mejor a Badley que se balanceaba sutilmente hacia delante y hacia atrás, tratando de actuar como si estuviera en su propio mundo y no escuchara nada—. ¿Y esta hermosa jovencita quién es? —preguntó, y Goody miró solo un momento a Badley.

—Es...

—Badley Sinclair —se presentó la mencionada—. Soy una ayudante del Señor Crackstone, por así decirlo. Debe haber escuchado de él, ¿cierto? Su hija es una chica muy agradable, me prometió que mañana me daría un pequeño paseo por los alrededores del pueblo —sonrió con naturalidad, y Goody volteó a verla, incrédula por lo que acababa de escuchar. La mujer, sin percatarse de la mirada de su hija, sonrió.

—Ya veo, una nueva amiga. Cuida de mi hija Goody.

—Claro, aunque creo que ella es lo suficientemente increíble como para cuidarse por sí sola —sonrió Badley, y Goody decidió cortar la conversación rápidamente.

—Madre, ella va a dormir aquí porque se siente mal, pero... Si necesitas algo me avisas —dijo Goody, y la mujer le sonrió asintiendo con la cabeza.

—Buenas noches —dijo Badley, siendo la primera en salir de la habitación, seguida de Goody, quien antes colocó su mano en la frente de su madre.

Goody dejó escapar un poco de magia del libro que tenía en su mano derecha, era lo que debía haber hecho desde el principio, para estar informada de si algo malo le pasaba a su madre, pero Goody se odiaba por haberla descuidado sin pensar mejor las cosas. Nuevamente Eugene tenía razón cuando le dijo que tal vez debería pensar una segunda vez lo que hacía, y pensar si no estaba haciendo mal las cosas.

—No deberías sentirte culpable —dijo Badley bajando las escaleras.

—¿A dónde vas? Dormiremos en un cuarto cerca del de mamá.

—No hace falta, ¿verdad? Es muy poderosa la mano que un hijo coloca delicadamente sobre la frente de su madre, ¿no? —preguntó Badley, con un tono que dejó sorprendida a Goody.

¿Qué tanto sabía o sospechaba esta chica?

Uno de los mayores temores de Goody era pensar que la gente de Crackstone podría matarlos a todos solo por tener poderes o habilidades especiales. Tal vez Crackstone y los demás tenían poderes también, o al menos algunos de ellos, así como dentro de los mismos pueblerinos no todos tenían poderes, pero... no era algo que Goody preguntaría abiertamente solo para salir de dudas.

—Eso sí, ¿no crees que tu madre se sentiría mejor en una casa más organizada? —inquirió Badley como analizando cada detalle sin preocuparse especialmente por lo que iba diciendo— Por lo visto, no mentiste del todo cuando dijiste que no había quien viviera aquí. Pero no creo que en serio vayas a vivir a casa de un amigo y dejes aquí a tu madre. En eso sí mentiste, jeje.

—Yo no mentí. Mis palabras exactas fueron que yo estaba “la mayor parte del tiempo en casa de un amigo”.

—Bueno, incluso así no quita que seas una pésima mentirosa. Como cuando dijiste que no podías dormir y me viste de casualidad.

—Y tú, por lo visto, eres una excelente mentirosa. Dices mentiras con tanta naturalidad que es muy difícil confiar en ti, ¿sabías? ¿Qué fue eso de que prometí dar un paseo contigo para que conocieras el pueblo? Casi me lo creo hasta yo, que sé que no es verdad, nunca prometí nada de eso.

—No es como que sea tan grave, ¿no? —sonrió Badley volviendo a mirar provocativamente a Goody— Tenemos hasta el mediodía antes de reunirnos con Crackstone, podemos dar una vuelta por el pueblo y no le hacemos ningún mal a nadie. Sé que tienes una gran antipatía por nosotros, y no lo juzgo, pero yo solo puedo responder por mí misma. Soy una persona de confianza, al menos soy una persona que nunca haría daño a los demás por beneficio propio.

—¿Y cómo puedo confiar en ti?

—Bueno, eso depende de lo que tú consideres importante. Y creo que eres una persona que valora los sentimientos por encima de todo, ¿me equivoco? —preguntó, pero Goody permaneció en silencio, con los brazos cruzados, y Badley sonrió— El que calla otorga. Bien, yo, por mi parte, admito que no tengo a “los sentimientos” en un nivel muy alto de mi escala de valores, pero sí aprecio y estimo los principios. No hay nada más admirable para mí que las personas que no traicionan hipócritamente sus principios. ¿Sabes por qué vine hasta aquí en un fastidioso barco que no tolero? —Goody permaneció en silencio, seria pero expectante ante lo que Badley diría, y la chica Sinclair sonrió sardónicamente— No, no es por riquezas como piensas que todos nosotros venimos buscando. Es precisamente porque tengo mucho dinero que no quiero desperdiciar mi vida estancada en un lugar que no me otorga ningún tipo de felicidad. Lo menos que quiero es venir hasta el otro rincón del mundo montada en un barco que no tolero, solo para hacerles la vida imposible a un montón de desconocidos. Creo que ningún tipo de maldad merece que gaste mi escaso tiempo de vida en perjudicarme a mí más de lo que supuestamente podría ganar... ¿Sabes por qué tengo tanto dinero como para pagar los gastos de toda una expedición de cinco barcos, Addams?

—...

—Porque mis padres están muertos.

Aquellas palabras perforaron el pecho de Goody, quien no se lo esperaba.

—Soy la última de mi familia, al menos hasta donde yo sé. Créeme, Addams, incluso si existiera un medio para resucitar a los muertos, el dinero no sería el que me otorgara la posibilidad de ver a mis padres aunque sea una sola vez. Así que, al menos, estoy orgullosa de que mi felicidad no depende de la infelicidad de otros —dijo, dejando sorprendida a Goody—. ¿Qué hay de ti, Addams? ¿Crees que me divierte ver que tu mamá está enferma? ¿Crees que soy así de cruel? Mmm... Lamentablemente no soy un ser tan bajo para contentarme con la miseria ajena, pero, ya te dije, solo puedo responder por mí. Parece que solo soy una loba solitaria. ¿Y tú, Addams, qué clase de criatura eres? ¿Una criatura que se alimenta devorando a los demás, o una criatura que rechaza la monstruosidad? —preguntó Badley y, por último, mostró una orgullosa sonrisa, en lo que terminaba de bajar la escaleras, dejando a Goody detenida en las escaleras. La chica Addams apretó fuertemente el libro en su mano derecha.

En realidad, sí había una manera de ver de nuevo a los muertos. ¿Qué clase de criatura sería entonces Badley Sinclair si se enterara de esa posibilidad?

[...]

Wednesday había terminado de colocar los objetos indispensables dentro de su bolsa, y, por último, agarró el segundo snood que le regaló Enid en su visita a San Francisco, el segundo diseño tenía unas pequeñas betas rosadas entre tanto color negro y blanco, pero Wednesday fingió no darse cuenta cuando Enid se lo obsequió.

Thing parecía disponerse a bromear al respecto, pero Wednesday se apresuró a fulminarlo con la mirada:

—Cállate.

Thing hizo rápidamente un gesto como indicando: “No dije nada”.

Wednesday salió de su cuarto y se apresuró a bajar las escaleras. Era jueves, y el sábado era cuando Enid llegaría, por lo que tenía tiempo para sus cosas. Hacía mucho que no salía a cazar para distraerse, un poco de adrenalina le serviría para inspirarse en su novela que, por alguna razón desconocida, estaba tomando un rumbo morboso de felicidad y romance; obviamente Wednesday necesitaba despejar un rato.

Lurch, el mayordomo, estaba esperándola justo debajo de la escalera con un arco y flechas dentro de un carcaj negro.

—Gracias, Lurch —le dijo, y justo cuando él se disponía a marcharse arrastrando los pies, Wednesday observó que su madre se acercaba sonriéndole.

—¿Vas a cazar después de tanto tiempo?

—He estado... ocupada estos días.

—Entiendo... ¿Alguna información importante que darle a tu madre?

—... No es como que sea tan importante, sino estrictamente convencional, pero Enid viene a pasar el fin de semana con nosotros.

—¡Oh, estupendo! Ah, la juventud, al final siempre hacemos amigos donde menos nos lo esperamos. Bueno, me aseguraré de darle una cálida bienvenida.

—No prepares el horno en la entrada, tampoco desates a los monstruos en el sótano. Eso tal vez sirva para darle una cálida bienvenida al resto de la familia, pero Enid es un poco... delicada para esas cosas. Se desmaya fácilmente.

—Entendido. Ella es muy... colorida, ¿no? ¿Le molestará que no haya mucho color en la casa? —preguntó Morticia, observando con una sonrisa los alrededores.

—No creo que le moleste, de hecho lo que me preocupa es que ella sea la que venga con mucho color. Es como un arcoíris andante.

—Bueno, puede que nos acostumbremos, y de todas formas lo importante es que tendremos en casa a alguien a quien podremos presumirle nuestra querida Wednesday.

—Eso me temía... Terminantemente no quiero que muestren fotos mías o... Ahora que lo pienso, deberíamos quitar los cuadros familiares donde salga yo... —Wednesday pretendía advertir a su madre, pero terminó cavilando ella sola en voz alta. Morticia, por su parte, obviamente haría como que no escuchó nada, y sonrió.

—Entonces no te distraigo más. Ve a tu horrible día de caza, cariño.

Wednesday volteó a ver a su madre con una mirada escrutadora, pero la ignoró ni bien Morticia se había alejado. La joven Addams caminó hacia la puerta y golpeó intencionalmente con su arco al oso que usaban como tapete.

Al salir, casi a punto de entrar al bosque, sintió algo en el bolsillo de su chaqueta. Confundida, después entendió que se trataba de su teléfono celular, aún tenía que acostumbrarse a esa cosa.

—¿Por qué tiene que hacer esos ruidos insoportables cada vez que alguien llama o manda un mensaje? ¿Será Enid? —preguntó casualmente, y dio clic en atender la videollamada. El rostro alegre de Eugene asomó en el artefacto.

—¡Hola, Wednesday! ¿Cómo está todo?

—Tres asesinatos y no entiendo cómo el protagonista tiene tiempo para romances. No es propio de mí —dijo la chica, confundiendo a su amigo.

—¿Cómo? ¿Asesinato? ¿Romance?

—Perdona, me refería a mi novela. Estoy caminando en dirección al bosque para cazar y despejar un poco. ¿Qué sucede, Eugene?

—Nada, solo quería saludar y... Espera, si vas al bosque a cazar, ¿no te estaría interrumpiendo? ¿Y si te sucede algo malo?

—Soy lo suficientemente habilidosa como para cazar y hablar contigo al mismo tiempo, no me subestimes. ¿Tu llamada es por algo en específico?

—Eh... Bueno, estaba un poco aburrido, y quería preguntarte si podía visitarte un día de estos. Oh, si quieres venir a mi casa tampoco hay problema, aunque es aburrido aquí. Supuse que en tu casa sería más emocionante.

—Esta casa es demasiado aburrida.

—Jaja, debe ser porque ya estás acostumbrada a ella, pero dudo que los Addams sean la familia más aburrida del mundo.

—En todo caso, ¿por qué todos quieren venir a mi casa? ¿Es alguna especie de código de la amistad que ignoro? —preguntó Wednesday mientras dejaba el teléfono apoyado en una roca para que Eugene pudiera observarla y ella a él mientras la chica Addams agarraba su arco y sacaba una flecha de su carcaj.

—Ehm, supongo que sí. Los amigos hacen ese tipo de cosas. Aunque tampoco soy un experto, fuiste mi primera amiga en Nevermore, por eso...

Wednesday no pudo evitar sentir un poco de cariño por Eugene en ese momento, pero volvió a apuntar con su arco como si no le afectara lo que él había dicho.

—Espera, ¿alguien más va a ir a tu casa?

—Enid, este fin de semana.

—Oh... supongo que no puedo ir yo también, ¿verdad?

—... No sé, pregúntale a Enid, ella fue la de la idea.

—Bueno, mejor para la próxima entonces. Si es la primera vez que ella va a tu casa dudo que quiera que alguien más esté ahí, ni siquiera pienso que invitase a Yoko o a Ajax —ese último nombre incomodó un poco a Wednesday, que al lanzar la flecha falló por muy poco el disparo y agarró otra flecha como si nada, aprovechando que Eugene no podía ver si la chica fallaba o no desde su posición—. Aunque igual dudo que tuvieras tanta confianza con ellos dos como para permitirles entrar a tu casa, jeje.

—Ciertamente solo Enid y tú tenéis esa especie de “privilegio”, por así llamarlo. ¿A qué le di? —preguntó de repente Wednesday, un poco sorprendida.

Eugene sintió que algo pasaba y preguntó al respecto:

—¿Está todo bien, Wednesday?

—Estaba apuntando a un ciervo, pero... Le di a algo... una sombra negra...

—... Okay... Supongo que tu sorpresa se debe a que eso no es muy normal ni siquiera en la casa de los Addams, ¿cierto?

—... —Wednesday parecía muy aturdida como para responder, pensando qué sería lo mejor para hacer en ese momento— Voy a ver qué era, espera.

—¡No, es una locura! ¿Y si es algo malo? ¿Te imaginas que sea otro Hyde?

—¿Cómo va a ser un Hyde, Eugene? Eso no tiene sentido.

—¡Si insistes en ir al menos llévame contigo, si es algo malo al menos querrás que yo sea testigo por si necesitas que alguien más te crea, ¿no?!

—... Debo admitir que es un buen argumento. Estoy orgullosa de ti, Eugene —dijo Wednesday casi sonriendo, y agarró él teléfono con su mano derecha. De su bota izquierda sacó un cuchillo que mantuvo alerta en caso de un ataque imprevisto.

Se acercó lentamente al lugar donde creyó que había caído la sombra, pero a medida que creía estar más cerca, menos pensaba que pudiera haber algo, hasta que notó una pequeña bajada y, justo ahí, detrás de una pequeña roca, notó un talismán, de color negro y en forma de círculo con unas pequeñas inscripciones.

Eugene y Wednesday se quedaron en silencio durante unos segundos.

—... Supongo que no sabes qué es —dijo el chico.

—... Voy a cogerlo —dijo Wednesday y, justo cuando tocó el talismán apenas con un dedo, sintió como un fuerte electroshock que la hizo levantar la cabeza y quedarse inmóvil durante unos segundos.

De repente, Wednesday no se encontraba en el bosque frente a su casa, sino en Nevermore, o, al menos, estaba ella vistiendo el uniforme de la escuela. De hecho, se estaba viendo a sí misma, pero esta visión parecía ser del futuro. La Wednesday del futuro miraba casi como aterrada hacia un lugar en específico, parecía no haber notado a la Wednesday del presente que estaba justo a su lado izquierdo.

Decidió mirar en la misma dirección que su yo del futuro, y sintió posiblemente la misma sensación de horror. Una niña, tal vez solo un año o dos menor que Wednesday, estaba tumbada en el suelo, con los ojos abiertos, eran azules y posiblemente en un pasado se verían preciosos, pero ahora se encontraban desprovistos de luz, de su estómago corría sangre. Wednesday no entendía por qué le dolía tanto observar en ese espantoso estado a esa niña que no recordaba conocer. Tenía el cabello rubio y usaba dos coletas como la chica Addams, pero nunca antes la había visto hasta ese momento; le llamó la atención que portaba el mismo talismán negro como un collar.

La sangre llegaba como un pequeño río hasta la persona más cercana que parecía ser una chica. Aquella muchacha, presumiblemente la causante del presunto asesinato porque tenía las manos ensangrentadas, llevaba botas rosadas y, a medida que la observaba de abajo hacia arriba, el espanto de Wednesday fue cada vez mayor, se trataba de Enid, no podía ser otra persona.

—En... —incluso antes de que la Wednesday del presente pudiera expresar su sorpresa y confusión, su yo del futuro habló.

—¿Por qué hiciste eso, Enid? ¡¿Cómo pudiste hacer eso?!

La Addams del presente decidió limitarse a observar atentamente cada uno de los detalles. Después de observar a su otra yo, volteó a ver a Enid, quien estaba de espaldas a ellas hasta ese momento, pero decidió girarse y ver a la Wednesday del futuro, la única a la que posiblemente podía ver. Sin embargo, al ver los ojos de aquella Enid, Wednesday estuvo a punto de negar que fuera ella: sus ojos no eran los de Enid, al menos no eran los de la Enid que ella conocía, eran unos ojos fríos, y la expresión de su rostro también era gélida, como la de un asesino que no tiene el más mínimo arrepentimiento. Tenía que ser alguna especie de equivocación, pero por alguna razón su yo del futuro parecía estar convencida de que se trataba de Enid.

—... ¿Te sorprende, Wens? —inquirió Enid después de una pausa, sonriendo, o casi burlándose de forma despiadada— Tú eres la siguiente —y, tras decir esto, la Wednesday del presente no pudo ni siquiera prever cuándo Enid se impulsó hacia adelante, pero ya había chocado contra su yo del futuro, quien se encontraba arrinconada contra la pared y con la mano izquierda de Enid en su cuello. De repente su otro yo comenzó a soltar un pequeño hilo de sangre de su boca, fue cuando notó que las garras de la mano derecha de Enid habían atravesado el vientre de Wednesday—. Dime, Wens, ¿qué clase de criatura crees que soy? ¿Podrás perdonarme en el otro mundo?

Justo en ese momento Wednesday regresó de su visión, y tuvo que sentarse automáticamente en el suelo, tratando de controlar su agitada respiración. Eugene parecía que desde hacía un buen tiempo estaba gritando su nombre.

—¡Wednesday! ¡Wednesday! ¡Menos mal que por fin reaccionas, ¿qué sucedió?! ¿Fue una visión? ¡Dime algo! ¿Estás bien?

—... Sí... Fue... una visión...

—¿Qué viste? ¿Hace cuánto no tienes visiones?

Wednesday, después de calmar un poco su respiración, tocó instintivamente el colgante que le dio su madre, mientras asimilaba todo lo que había observado.

—... Hace bastante tiempo que no tenía visiones... No sé por qué ahora...

—¿Qué fue lo que viste?

Wednesday no sabía si debía contar absolutamente todo, así que pensó qué decir durante unos segundos:

—Una niña... muerta... creo que en Nevermore, pero... No sé quién era.

—... ¿Estabas tú en la visión?

—Sí.

—¿Quién más estaba en la visión?

—... ¿Para qué quieres saber tanto?

—¡¿Quién más estaba, Wednesday?! —de repente Eugene alzó la voz, no era común en él, así que ambos amigos se sorprendieron— Lo siento, solo... quiero ayudarte. ¿Viste a alguien sospechoso? ¿Alguien que pudiera ser el asesino?

—... Solo sé que esa visión no tenía el más mínimo sentido.

—... ¿Y si no vamos este semestre a Nevermore? Al menos la visión no debería cumplirse si no estás tú ahí, ¿no? Porque se trata del futuro, ¿verdad?

—... Eugene, todo está bien. Después me escribes y decidimos qué día quieres venir a visitarme. Por ahora, estoy un poco cansada, quiero descansar. Estoy bien, no te preocupes. Esa visión no tiene el más mínimo sentido, no pasará nada.

—Pero... —Eugene se disponía a decir algo más, pero Wednesday ya se estaba levantando y preparando todo para retirarse.

—Adiós, Eugene —y la chica Addams terminó la videollamada. Guardó su teléfono en el bolsillo y observó durante unos pocos segundos el talismán todavía en el suelo, hasta que decidió recogerlo y guardarlo en el otro bolsillo de su chaqueta.

Recogiendo por último el arco y las flechas, llegó a casa y en la entrada volvió a golpear al tapete de oso, aunque esta vez solo por mal humor. Mientras se dirigía a la biblioteca, no dejaba de pensar acerca de esa absurda visión.

En realidad, las visiones nunca eran del todo confiables porque se podían malinterpretar muchas cosas. Pero esta en específico resultaba visualmente muy creíble, sin embargo, los hechos eran simplemente absurdos. Aunque la idea de Eugene sonaba práctica como precaución para evitar que todo ello ocurriera, no era posible. Por experiencia, Wednesday sabía que todas sus visiones se cumplían, pasara lo que pasara.

Al igual que tenía visiones del pasado que no podía cambiar, las del futuro eran igual de irremediables. Pero la idea de que Enid fuera una asesina a sangre fría... no, eso no podía ser posible... Es que, incluso si Enid fuera una asesina, ¿por qué intentaría matar a Wednesday? En su visión parecía estar actuando por voluntad propia, y no coaccionada. Tenía que haber algún tipo de error, o estaba malinterpretando algo, pero, por mucho que forzaba a su cerebro a pensar en ello, no se le ocurría ningún tipo de explicación lógica que le negara que Enid intentó matarla.

Por ahora, solo podía intentar averiguar quién era esa niña. Se parecía a Wednesday, pero en un nivel diferente a Goody. Como es su antepasada, resulta natural que Wednesday se pareciera tanto físicamente a Goody, pero el parecido con aquella niña no era tal como para esquematizarla como una antepasada lejana; en todo caso, se trataba de un parecido más cercano, como alguna prima que no conocía.

Sin embargo, Wednesday creía conocer muy bien a todos los miembros de su familia, al menos en un nivel básico, y el rostro de aquella niña lo veía por primera vez. En cambio, el talismán puede que no lo haya visto por primera vez, recordaba varios libros que hablaban de reliquias familiares. Al entrar a la biblioteca, observó que Pugsley estaba sentado leyendo un libro, Wednesday le echó un vistazo rápido al título en la carátula, pero no era lo que necesitaba. Su hermano estaba confundido por lo “acelerada” que Wednesday se encontraba.

—¿Todo está bien?

—Sigue leyendo en silencio —dijo Wednesday, y subió por una pequeña escalera para acercarse a los libros de más arriba, leyendo el título uno por uno, hasta que encontró algo que le resultó llamativo: “Reliquias de los Addams”.

—¿Qué es eso? —preguntó Pugsley cuando Wednesday bajó de la escalera con el libro y se sentó en el escritorio que normalmente usaba más su padre.

—¿Qué parte de “en silencio” no entiendes, Pugsley?

Tras preguntar esto, su hermano decidió mantenerse callado, pero no dejaba de alternar su visión entre su propio libro y su hermana que parecía muy preocupada a medida que pasaba las páginas.

Tardó un poco, pero encontró una imagen de un talismán que no podía ser otro sino el que Wednesday tenía en el bolsillo. Miró disimuladamente a Pugsley para asegurarse de que no la observaba, y sacó el talismán de su bolsillo, ocultándolo detrás de la mesa, y comparándolo con la imagen del libro. Era ese, sin dudas.

En el libro explicaba que se trataba de: “Un artefacto muy poderoso, capaz de potenciar las habilidades de los individuos psíquicos, y en especial fortalecía la magia de sombras y todos los usos de dicha magia”. Era obviamente una información muy escueta, pero no se podía esperar más de un libro de al menos 500 páginas que tenía que dedicarse a hablar de forma general de todas las reliquias de los Addams que, hasta donde Wednesday sabía, eran muchas.

La chica Addams suspiró incrédulamente, entendiendo que ahora debía estudiar más acerca de la dichosa “magia de sombras”, de la cual nunca había escuchado. Tal vez Goody sabría de qué se trataba, pero la conexión entre las dos se había roto hace mucho, y no era común en Wednesday depender de los demás.

—Al parecer, siempre estoy involucrada en serios problemas... —susurró Wednesday, un poco cansada por todo lo que imaginaba que pasaría a continuación.

—¿Dijiste algo?

—Que sigas leyendo.

...

Wednesday pasó tantas horas leyendo y estudiando acerca de la “magia de sombras” que su hermano Pugsley estaba preocupado. La chica Addams a veces se recostaba en el suelo de la biblioteca y seguía leyendo. Ella conocía muy bien la rutina de su familia, así que procuraba que sus padres nunca supieran lo que estaba haciendo, no quería preocuparlos y, en especial, no quería que se enteraran de que estaba leyendo algo que tal vez no debería estar leyendo por cualquier razón.

Si era algo grave (al menos era algo de lo que Wednesday nunca había escuchado y eso de por sí era muy raro), lo más probable es que sus padres intentarían prohibirle de alguna forma la lectura de la dichosa magia, así que Wednesday procuraba no encontrarse con ellos en los lugares de la casa, a la hora que frecuentaban estar. Pugsley era el único que sabía, y Wednesday se había encargado de cuidadosamente advertirle (amenazándolo, obviamente) para que no se fuera de la lengua.

Hasta ahora, solo sabía que la “magia de sombras” se encontraba única y exclusivamente en usuarios psíquicos, pero no todos los individuos con poderes psíquicos podían aprender “magia de sombras”. De hecho, era una habilidad tan rara que solo se daba después de muchas generaciones. Posiblemente por eso, entre otras cosas, Wednesday no sabía hasta ahora de la existencia de dicha magia, ya que no conocía a ningún familiar con dichos poderes.

—Wednesday —dijo Morticia, cuando su hija se encontraba encerrada en su habitación. Por si acaso, la joven guardó el libro sobre “Magia de Sombras” que estaba dentro de una de las gavetas de su escritorio.

—¿Qué sucede? —inquirió Wednesday.

—Baja, te tengo una sorpresa, cariño.

—¿Una sorpresa? —se preguntó Wednesday en un susurro. En otro momento hubiera ignorado a su madre, pero llevaba demasiadas horas en las que creía no haber entablado una conversación con ella, por eso prefería atenderla en esta ocasión y no levantar más sospechas. Agarró su chaqueta y se disponía a salir— Ya voy.

Cuando Wednesday abrió la puerta de su habitación, no encontró a su madre, así que asumió que esta había bajado las escaleras. Aún así, procedió con cautela y confusión. No entendía qué sorpresa podía ser esa, así que bajó lentamente las escaleras. Notó que su madre estaba frente a la puerta de la casa, que se encontraba cerrada.

—¿Qué sucede, madre? —preguntó Wednesday, cruzándose de brazos.

Morticia solo sonrió muy feliz, y cuando abrió la puerta, del otro lado, con sus maletas, estaba Enid, con una resplandeciente sonrisa.

Wednesday pensó que lo primero al verla sería un desagrado por la cantidad de colorines en su ropa y maquillaje, pero estaba tan atónita que ni siquiera pudo decir algo. ¿Por qué Enid estaba aquí? Ella llegaba el sábado, hoy era...

—¡Hola, Wens! —exclamó muy emocionada Enid, que llevaba su snood rosado con betas blancas y negras alrededor del cuello.

—... Enid, ¿qué día es hoy? —preguntó Wednesday tratando de aparentar calma.

—Sábado, tontita, es cuando acordamos que yo vendría —sonrió la rubia.

—... —Wednesday, después de un aturdido pero rápido silencio, decidió cerrar la puerta de la casa. Morticia estaba muy confundida, y parece que la propia  Wednesday no sabía por qué fue su primera reacción, así que abrió la puerta nuevamente— Perdona, Enid, ahora mismo abro, es que necesito hacer algo primero.

—O... Okay —sonrió un poco más aliviada Enid, que parece se había asustado por el portazo de Wednesday. Una vez que la joven Addams cerró de nuevo, Enid dio la vuelta para observar el exterior con una sonrisa tranquila, balanceándose de adelante hacia atrás, de forma distraída.

—¿Wednesday? —preguntó Morticia, confundida.

—¡Quita todos los cuadros donde yo salga, ahora! —exigió.

...

—Por un momento pensé que se te había olvidado que yo venía —dijo Enid, sonriendo, mientras desempacaba su ropa. Wednesday también la ayudaba aunque intentaba solo agarrar la ropa con menos color.

—Seré sincera, estos días estuve muy ocupada con unos asuntos, así que...

—¿Tiene que ver con esa visión que tuviste hace dos días? —preguntó Enid, y Wednesday dejó de organizar las pertenencias de la lobisona, sorprendida.

—¿... Cómo sabes...?

—Me lo dijo Eugene —aclaró sencillamente Enid—. ¿Qué? También es mi amigo, nuestro amigo, y ambos estamos preocupados por ti —tras decir esto, Wednesday se sumió en un silencio, como pensativa, tratando de distraerse en continuar organizando la ropa de Enid—. Verás, te conozco, así que no insistiré en que me cuentes todo sobre esa visión, en especial si no quieres, pero... Solo quiero decirte que siempre que necesites ayuda, yo estaré a tu lado. Incluso si no pides ayuda, yo te ofreceré todo lo que tengo... porque eres especial para mí, Wens —Enid hablaba un poco tímidamente, pero a la vez con firmeza, como si le asustara un poco cómo reaccionaría Wednesday con esta declaración.

Con esto no debería haber duda. Enid no era una mala persona, no importa lo que haya visto Wednesday, la chica Addams sabía muy bien que Enid era incapaz de hacerle daño. Era increíble que Wednesday comenzó a investigar sobre la “magia de sombras” solo porque quería confirmar que era imposible que Enid fuera una asesina, y terminó perdiendo el sentido del tiempo a tal punto que pasó de jueves a sábado sin percatarse de ello. Y, cuando vio hoy a Enid por primera vez, no pasó por su cabeza ni por un momento que estaba viendo a una mala persona, todo lo contrario, a Wednesday lo que más le preocupaba era que Enid no viera sus fotos familiares, algo tan tonto como eso. Wednesday nunca sospechó ni sería capaz de sospechar de Enid, el nivel de confianza que tenía con ella era algo difícil de describir.

—Bueno... Cambiando de tema —dijo tímidamente Enid, jugueteando con su dedo en su ropa, sin atreverse a mirar a Wednesday—, pensé que... por ser la primera vez que nos veíamos después de unos días... Podríamos, es decir —sonrió un poco nerviosa antes de continuar—, pensé que podrías recibirme con un abra... —pero ni siquiera tuvo que terminar, en algún momento, sin darse cuenta, Wednesday se había acercado a la chica Sinclair y la abrazó tiernamente.

Enid estaba tan sorprendida que tardó en reaccionar, pero se apresuró a también abrazar a la chica Addams, temiendo que el abrazo terminara. Fue un momento cálido que Enid deseó que durara siempre, cerró los ojos con una sonrisa.

—... —después de casi un minuto, Wednesday fue la primera en alejarse, aunque lenta e indecisamente, sin atreverse a mirar a Enid a los ojos después de eso— Lo hice solo porque sabía que me pedirías esto tarde o temprano y... bueno, me resulta un poco molesto que siempre que quieres abrazarme me pidas permiso como si fueras un piloto de avión pidiendo permiso para aterrizar.

Enid sonrió divertida.

—Bueno, y disculpa si el saco de dormir que tenemos es muy negro, no tenemos nada mejor de otro color —dijo Wednesday.

—Oh, aunque a mí no me molestaría dormir contigo, es decir... si te parece bien... —sugirió Enid lo más sutilmente que pudo, esperando pacientemente la respuesta de su compañera mientras cerraba los labios un poco nerviosa. Wednesday observó atentamente las expresiones de la lobisona, como analizándola, y terminó asintiendo con la cabeza después de unos segundos.

—Está bien, solo porque sería muy problemático sacar el saco de dormir que no me dio tiempo preparar... pero no te acostumbres, Sinclair.

—¡Entendido! —sonrió Enid, evidentemente muy feliz.

...

—Creo que les gusté a tu familia, ¿también lo crees? —preguntó Enid, acostada en el lado izquierdo de la cama de Wednesday, junto a ella.

—Lamentablemente creo que sí, pero hubiera preferido que el primer amigo que traigo los sacara de quicio —dijo la chica Addams, que estaba quieta boca arriba en la cama, a diferencia de su compañera que a su lado no dejaba de moverse inquietamente cada vez que decía algo. A veces Wednesday se preguntaba cómo una persona podía tener tanta energía como Enid.

—Oh, ¿soy entonces la primera persona que te visita? —preguntó un poco emocionada Enid, Wednesday volteó a verla por un momento, como confundida.

—¿Y qué otra persona sería si no fueras tú? —inquirió Wednesday, tan natural que Enid se quedó sin palabras por un momento.

Ambas miraron hacia el techo, confundidas por lo que acababa de pasar.

—Tú... supongo que no fui yo la primera persona que visitó tu casa —dijo Wednesday, tratando de cambiar ligeramente de tema—. Supongo que ya debe haber ido Yoko... o Ajax —la chica Addams no hubiera querido mencionar ese último nombre, pero su curiosidad al respecto fue mucho más fuerte.

—En realidad, de Nevermore sí fuiste la primera persona que invité y que visitó mi casa —se sinceró Enid, y Wednesday por alguna razón se sintió orgullosa.

—... ¿Todo va bien con Ajax? —preguntó de repente Wednesday, y ni ella sabía por qué le gustaba tanto torturarse preguntando cosas que tal vez no le gustaría escuchar. Por suerte, Enid no pareció encontrar extraña la pregunta.

—Sí... todo va bien, aunque... Apenas hablamos estos últimos días. No tuvimos ninguna pelea o algo así, es solo que... —Enid no sabía cómo explicarlo.

—Es solo que por fin se dio cuenta de lo insoportable que es su novia —dijo Wednesday como bromeando, pero en realidad la chica Addams no toleraba un segundo más hablando del novio de su compañera.

—¡Oye! —se quejó Enid riendo, y Wednesday mostró una pequeña sonrisa solo para confirmarle a la chica Sinclair que estaba bromeando— Jeje, ¿conoces a muchos Addams que fueran así de fríos como tú?

—No existe otra persona como yo, ni siquiera en mi disparatada familia.

—¿Ni siquiera Goody Addams? —preguntó casualmente Enid, y como advirtió la expresión complicada de Wednesday, la rubia intentó apresurarse y aclarar las cosas— ¡Ah, no estoy sacando el tema porque quiera saber más de tu última visión, lo juro! —aseguró Enid, y al verla a los ojos, Wednesday automáticamente le creyó.

—... Creo que Goody era muy diferente de mí... Es decir, tenemos cierto parecido, no solo físico, pero... Creo que era una persona más dedicada a ayudar a la gente que yo... —dijo Wednesday, un poco reflexiva.

—¿Y qué crees de eso? ¿Crees que deberías ayudar más a la gente?

—Ese sentimentalismo no sería propio de mí, soy más de pensamiento... En cambio, creo que el sentimentalismo es algo muy propio tuyo. Por eso... no creo que sea necesario cambiar algo en mí cuando te tengo a mi lado...

Ni siquiera Wednesday sabía por qué se atrevió a decir algo tan vergonzoso como eso, pero Enid no pareció notar nada extraño y solo sonrió feliz.

—Ciertamente nos complementamos, por eso creo que siempre que estemos juntas todo saldrá bien —sonrió la lobisona.

—... Sí, puede ser...

—Por cierto, ¿por qué Goody tiene el apellido Addams? ¿Es antepasada de tu padre o de tu madre? —preguntó de repente Enid, tan despistada como de costumbre, lo que provocó que Wednesday sonriera por un instante antes de responder.

—Mi padre y mi madre son parientes muy lejanos, pero ambos descienden de los primeros Addams. ¿Qué hay de tu familia?

—Mmm... No sé mucho de mi familia, si te soy sincera, nunca me interesé mucho —se sinceró Enid.

—Chicas, vengo a dejar chocolate caliente —dijo Morticia entrando con dos tazas encima de una bandeja. Wednesday se sorprendió mucho al verla.

—¿No dijiste que ibas a cerrar la puerta? —le preguntó a Enid.

—Tu madre me dijo que no cerrara porque nos traería chocolate caliente.

—¿Tan poco se conocen y ya congenian con tal de torturarme?

—Y, también traigo el otro álbum que te prometí, Enid —dijo Morticia, dejando las tazas con chocolate en la mesita a la derecha de la cama, y mostrando un álbum de fotos que casi le provoca un mini infarto a Wednesday.

—¿Cómo? ¿Esas no son mis fotos? Y, ¿eso significa que ya vio más fotos mías?

—Le llegué a mostrar solo las de cuando eras una bebé.

—¡Es que te veías tan linda, Wens!

—¡Ya sabía que no podía descuidarlas a ustedes dos un solo segundo! ¡Vete, madre! ¡Con el álbum, llévate el álbum! —exigió Wednesday, incluso levantándose de la cama y empujando a Morticia para que saliera de la habitación con el álbum de fotos. Se aseguró de cerrar la puerta con pestillo y suspiró recostándose a la pared.

Cuando Wednesday decidió mirar hacia Enid, se sorprendió al notar que la rubia observaba con una encantadora sonrisa una foto...

—¿De dónde sacaste eso? —le preguntó la pelinegra.

—La saqué del álbum antes de que te lo llevaras.

—Dame eso ahora mismo —dijo Wednesday acercándose a Enid y extendiendo la mano, pero la rubia sacó la lengua muy divertida.

—No, voy a atesorar esto toda mi vida, ¡te ves ridículamente linda cuando pequeña! —dijo Enid, pero Wednesday intentó agarrar la mano de la rubia que tenía la foto, y terminó cayendo a la cama encima de ella.

Durante unos segundos de silencio solo pudieron mirarse fijamente a los ojos, sin atreverse a decir algo. Wednesday había agarrado la muñeca izquierda de Enid con su mano derecha, y tardó un poco en aprovechar el momento para agarrar la foto y levantarse. Una vez que lo hizo, las dos continuaron en silencio mientras Wednesday guardaba la foto en una gaveta que se abría solo con una llave que llevaba en un colgante al cuello. Se colocó de nuevo el colgante y Enid pudo advertir que Wednesday también llevaba como un collar una especie de talismán negro.

—Vamos a dormir —dijo la pelinegra, acostándose en la cama.

—¿Y el chocolate caliente? —preguntó la rubia, fingiendo tristeza.

—Estás castigada sin chocolate caliente por tu mal comportamiento —dijo Wednesday, y Enid terminó haciendo un puchero como un cachorrito. La pelinegra sonrió un poco, pero se acostó de espaldas a la rubia.

—... Wens... ¿podemos dormir cogidas de las manos? —preguntó Enid, que observaba la espalda de la chica Addams, esperando respuesta.

—¿Por qué eso de repente?

—Porque siempre acostumbro a dormir abrazada a algo, pero no traje ningún peluche, y no quiero abusar como para pedirle un abrazo a Doña Desamorosa —medio que bromeó Enid al final, y Wednesday no tuvo más remedio que sonreír de forma incrédula, mientras se volteaba para quedar con su rostro frente al de Enid.

—¿Qué eres? ¿Una niña pequeña? —preguntó, pero levantó su mano izquierda, indicando que podían cogerse de las manos.

—Gracias —sonrió muy feliz Enid, quien cogió con su mano derecha la mano izquierda de Wednesday, y las dos cerraron los ojos para quedarse dormidas.

[...]

Goody se despertó, y tardó unos segundos en darse cuenta de que alguien estaba tocando la puerta. Se desperezó lo más rápido que pudo y se acercó a la puerta.

Ella y Badley se habían quedado dormidas en dos sofás de la sala, porque las demás habitaciones estaban en un estado de desorden peor que el salón principal. Cuando intentó llegar a la puerta, Goody sin querer debió hacer un poco de ruido, o fue casualidad que Badley comenzara a despertarse en ese momento.

—¿Quién es? —preguntó Goody cuando abrió la puerta. En su rostro se notaba que todavía estaba un poco adormilada, y se sorprendió solo un poco cuando vio a Tyna del otro lado— Oh, Tyna, eres tú. ¿Qué sucede?

—Vine solo a...

—¿Quién es, Goody? —preguntó Badley, asomándose despreocupadamente mientras también se desperezaba frotándose el cabello despeinado.

Un silencio incómodo surgió cuando ambas, Badley y Tyna, se vieron la una a la otra. Goody notó un poco de tensión agresiva por alguna razón, así que decidió intervenir de alguna forma.

—Voy a salir un momento, Badley. Enseguida regreso —dijo Goody, y salió de la casa, cerrando la puerta.

—... Ella... ¿Es la chica que venía con ese tal Crackstone? —preguntó Tyna.

—Sí. Es una larga historia. Después te cuento.

—¡Cuéntame ahora! —dijo de repente Tyna, sorprendiendo a Goody—... Por favor —susurró después, avergonzada.

—... No es nada realmente, solo la traje porque se sentía mal por tanto tiempo viajar en barco... No parece peligrosa, y aunque lo fuera, lo tengo todo bajo control. Confía en mí, Tyna —dijo Goody, tratando de tranquilizar a la chica.

—... Vine porque quería disculparme.

—¿Disculparte por qué? —preguntó Goody, confundida.

—Porque soy una inútil —comenzó diciendo Tyna, y Goody cerró los ojos casi incrédulamente—. No tengo poderes y no soy casi de utilidad para las personas del pueblo, lo único que hice ayer prácticamente fue traer la mala noticia de que Crackstone y su gente estaban llegando; solo fue eso, una mala noticia. Si tan solo tuviera poderes como la mayoría de los del pueblo, podría... podría... serte útil, Goody.

—... Ya esto lo hemos hablado antes, Tyna —dijo Goody con una voz amable—. No eres una inútil, y tampoco eres la única que no tiene poderes. Incluso hay personas sin poderes dentro de una familia con poderes, eso a veces sucede y tú no tienes la culpa. Todos somos útiles para algo, y a mí personalmente me basta con que tú estés bien. ¿Estás bien, Tyna? —preguntó Goody cordialmente, y Tyna aunque tardó en responder sin despejar la mirada de los ojos de la chica Addams, asintió varias veces con la cabeza y saltó a abrazar a Goody, quien se sorprendió un poco.

—Gracias, muchas gracias —sonrió Tyna, casi llorando de felicidad.

—Está bien. Ahora vuelve con las personas del pueblo, eres la más rápida de nosotros, así que eres la más útil para dar mensajes, seguro te necesitan —le sonrió Goody después de terminar de abrazarse, y Tyna sonrió asintiendo con la cabeza, y luego se marchó. La chica Addams se despidió con su mano derecha, y luego entró a la casa. Suspiró un poco cansada por estar todavía acabada de levantar.

—¿Qué te parece? —preguntó Badley, llamando de repente la atención de Goody, quien se sorprendió al notar que la sala estaba casi completamente ordenada. Por lo menos, ningún mueble estaba obstruyendo el camino, y Badley los había colocado todos en una posición que parecía la indicada.

—... ¿Cómo hiciste todo eso en tan poco tiempo? ¿Y cómo los cargaste?

—Una chica tiene secretos —reiteró Badley, y Goody suspiró incrédulamente sin ganas de insistir en el asunto.

—Bueno, ya puedes irte.

—Mmm... sabes, desde mi punto de vista, creo que solo por ordenar la sala que estaba en un muy, muy, muy pésimo estado, deberías concederme ser mi guía durante un paseíllo por el pueblo. ¿No crees?

—... A veces me pregunto, ¿de dónde sacas ese carácter tan creído?

—Es un don, supongo —sonrió divertida Badley.

—... Tú y yo... somos muy diferentes...

—¿Y eso es malo? —inquirió la chica Sinclair, confundida— Como lo veo yo, las personas parecidas son aburridas. Creo que es importante estar con una persona que te complemente, no que te limite. Es más satisfactoria la presencia de alguien que intenta comprendernos, antes que estar con alguien que pretende hacernos creer que nos entiende, pero no nos comprende.

—... Eres una persona...

—¿Bella, encantadora, interesante? —preguntó Badley, medio bromeando.

—Iba a decir “diferente”, pero tú entiende lo que quieras.

Badley sonrió satisfecha, y luego juntó los labios medio pícaramente:

—Y... ¿Quién era ella? Esa chica... —aclaró, cuando notó que Goody no comprendía la pregunta— Tengo curiosidad, también soy una persona curiosa... Es... ¿alguien de quien no puedas hablarme?

Goody tardó en decir algo, cavilando, pero decidió hablar:

—Tyna, Tyna Galpin. Sus padres murieron hace unos años debido a una enfermedad. En ese sentido, ustedes dos son parecidas, ambas se sienten fuera de lugar.

—No, no creo que seamos parecidas. Yo me siento muy bien en el lugar que estoy, porque es el lugar donde he decidido estar. No creo que ella tenga tanta fuerza de voluntad como yo, si decide depender de otros para venir hasta la casa de alguien más.

—Creo que estás siendo injusta, no es como que estén en las mismas condiciones. A ti tus padres te dejaron una gran fortuna, pero ella no tenía ni tiene nada. Es difícil escoger algo cuando ni siquiera tienes algo que escoger.

—... Ella es... ¿alguien importante para ti? —preguntó Badley, que se había puesto un poco seria en este punto, para confusión de Goody tanto por la pregunta como por la expresión casi de berrinche de Badley.

—¿Importante? ¿A qué te refieres?

—No sé. ¿Cómo la ves a ella? ¿Cómo una amiga, una hermana...?

—Una persona —respondió Goody, todavía confundida—. ¿Cómo ves tú a las personas, Sinclair? —preguntó la chica Addams, y Badley terminó sonriendo un poco por la forma en la que la rubia se había dirigido a ella.

—Recipientes —dijo Badley, sorprendiendo a Goody—. Veo a las personas como recipientes. Recipientes que puedes llenar de diferentes tipos de emociones... Amor, odio, ira, celos... La mayoría de las personas mueren porque desbordan su recipiente con las emociones equivocadas, y el resto de las personas viven tratando de llenar inútilmente un recipiente destinado a permanecer incompleto.

—... Y... ¿qué clase de recipiente eres tú, entonces? —preguntó Goody, curiosa.

—... Un triste recipiente destinado a morir vacío —sonrió Badley, pero, detrás de esa sonrisa, Goody atisbó tristeza, y no pudo evitar sentir compasión por la chica Sinclair. ¿Cómo podía decir algo tan triste sobre sí misma y todavía poder sonreír?

Badley sonrió cerrando los ojos, disponiéndose a cambiar de tema:

—Bueno, hagamos lo siguiente, si me das un pequeño paseo por el pueblo, prometo que ordenaré el resto de las habitaciones de esta casa. Creo que será muy saludable para tu mamá poder habitar en un entorno... habitable —medio que bromeó al final, y eso hizo que Goody reflexionara sobre la compasión que estaba sintiendo, pero decidió dejarlo pasar por un momento y asintió con la cabeza.

—Está bien... —dijo Goody, observando a su alrededor, pero no encontrando el reloj donde se suponía que debía estar.

—Ah, el reloj lo coloqué allá —señaló Badley, comprendiendo las intenciones de Goody, esta última que se sorprendió por la intuición de la pelinegra, pero observó hacia donde le indicaban, y volvió a asentir con la cabeza.

—Todavía es temprano, tenemos tiempo antes de la reunión con Crackstone. Si quieres, puedo mostrarte el pueblo —dijo Goody, y Badley sonrió encantada.

...

Todos los pueblerinos observaban confundidos a Badley que caminaba tan despreocupada al lado de Goody. La chica Addams intentaba aparentar seguridad para calmar a las personas, pero le era muy difícil con tantas miradas encima de ellas. Por suerte, Badley no parecía atenta a esas cosas, y disfrutaba observando los alrededores.

—Este lugar es increíble, Goody —dijo despreocupadamente Badley.

—Addams —corrigió la rubia, y la pelinegra sonrió divertida por esto.

—Este lugar es increíble, Addams. Pensé que seríais un pueblo muy atrasado, pero tenéis lugares muy interesantes —dijo Badley.

—Tus amiguitos vinieron un par de veces y nos proporcionaron materiales para construir gran parte de lo que observas, pero... al parecer no les fue suficiente y volvieron... esta vez con la intención de permanecer aquí definitivamente.

—Yo no tengo amiguitos, y si los tuviera, no serían marineros. No confío en nadie que sea capaz de permanecer tanto tiempo en el agua y no quejarse —a Goody le pareció divertido el comentario de la pelinegra, pero no quería sonreír de más delante de los pueblerinos, para que no pensaran que tenían demasiada confianza la una con la otra.

Después de unos minutos, llegaron a una especie de campo abierto, donde podían observar, desde un pequeño acantilado, una tranquila vista de prado inmaculadamente verde que se extendía hasta unas pequeñas montañas y rocas mucho más adelante. Badley se acercó para observar el hermoso paisaje debajo y frente a ella.

—Este lugar es... asombroso —comentó Badley, después de una bocanada de aire fresco que parecía disfrutar con todo su corazón. Goody, a su lado, sonrió tras observar la sincera opinión de la pelinegra.

—Sí, es un buen lugar.

—Y es perfecto para corretear por aquí —dijo Badley con una sonrisa divertida.

—Bueno, supongo... Espera, ¿corretear? —preguntó Goody, un poco confundida de por qué alguien con un porte tan elegante diría algo así, pero Badley ya había retomado el camino, de nuevo hacia el pueblo, y Goody no tuvo más remedio que seguirle el paso a la chica Sinclair.

Cuando volvieron al pueblo, la familia de Eugene estaba tratando de llamar por señas a la chica Addams, y esta le indicó a Badley que la esperara un pequeño momento. La pelinegra asintió observando disimuladamente a los Faulkner.

—¿Qué sucede? —preguntó Goody.

—Eso queríamos preguntar nosotros, ¿todo bien? —inquirió el Señor Faulkner.

—Pensábamos que debíamos tener cuidado con la gente de ese tal Crackstone —comentó la Señora Faulkner—. ¿Esa chica no es una de sus subordinados?

—Badl... Lady Sinclair no es subordinada de nadie —dijo Goody, apenas rectificando a tiempo la manera tan informal con la que iba a llamar a la chica pelinegra—. Pero no podemos tratarlos siempre con tanta agresividad, porque seremos nosotros los que pareceremos malos y hostiles.

—... Vale, tiene sentido... —dijo el Señor Faulkner, y Goody en su interior dio un suspiro de alivio— Pero si tienes problemas o sucede algo malo no dudes en avisarnos —aclaró, y la chica Addams les sonrió.

—Tranquilos, no pasará nada —y diciendo esto se despidió, acercándose nuevamente a Badley, quien le sonrió mientras retomaban el paseo.

—Qué emocionante es que hablen mal a tus espaldas —comentó risueñamente Badley, para completa confusión de Goody.

—No estaban hablando mal de ti... pero, ¿por qué te resulta emocionante?

—Porque significa que se preocupan más por ti que tú misma. Significa que eres importante, ¿no? —preguntó Badley con su común orgullosa sonrisa, y adelantó el paso, despreocupadamente. Goody como siempre terminaba sorprendida con los comentarios de la pelinegra, pero sonrió finalmente tratando de volver a su lado.

Ese día la reunión con Crackstone fue muy satisfactoria. Todos, pueblerinos y peregrinos hicieron una pequeña celebración para entrar en confianza. Sirvieron mucha cerveza y jugo, y brindaron por la prosperidad entre ambas gentes.

Badley con su típica sonrisa de suficiencia levantó su copa en su mano derecha de forma disimulada mientras veía a Goody, esta hizo lo mismo con su mano izquierda, desde el rincón opuesto de la posada donde todos festejaban.

Pasaron unos pocos minutos hasta que llegó Eugene, le dijo algo al oído a Goody, y esta salió con su amigo fuera de la posada. Esto no pasó desapercibido para Badley, que los observaba atentamente, y sin que se dieran cuenta, salió detrás de ellos.

Eugene llevó a Goody hacia casa de esta, se aseguraron de cerrar la puerta y se sentaron en uno de los sofás que había ordenado Badley.

—¿Y bien? —preguntó Goody.

—Encontré esto —dijo Eugene, sacando un libro de debajo de su capa.

—... “Muerte a los Brujos” —Goody leyó el nombre del libro, y su mal presentimiento volvió a hacer palidecer su rostro.

—Mis abejas encontraron este libro entre las pertenencias de Crackstone cuando pude infiltrarme —dijo, y algunas abejas aparecieron a su alrededor esperando alguna especie de caricia de parte de Eugene, pero no solo de él, sino que de Goody también recibieron caricias. La chica Addams estiró la mano para dejar que unas pocas abejas se posaran en su palma y así indicarles su agradecimiento.

—Así que es como temíamos, Crackstone es un fanático religioso dispuesto a todo para imponer su “justicia divina” y castigar a todos nosotros que somos pecadores ante los ojos de su maldito Dios —dijo Goody, con un poco de molestia y abatimiento en su voz. Eugene hizo una mueca sin saber qué decir para animar a su amiga.

—Así que es verdad —se escuchó la sonrisa confiada de alguien, que abrió la puerta, sorprendiendo tanto a Goody como a Eugene. El chico se levantó y dejó a sus abejas zumbando a su alrededor, listas para atacar, pero Goody solo se agachó un poco, lista para sacar un cuchillo que guardaba en su bota izquierda.

La persona que entró a la casa era Badley Sinclair, para sorpresa de ambos amigos. La pelinegra los observó con su misma sonrisa de suficiencia.

—Así que ciertamente sois... brujos, ¿es así como os hacéis llamar realmente? —preguntó, medio divertida. Goody no tardó en levantarse y mover el cuchillo.

[...]

—Wednesday. Wednesday. Wednesday —la joven Addams creía escuchar una voz conocida, que la terminó despertando. Cuando abrió los ojos, su sorpresa fue tanta que abrió los ojos como platos. Goody Addams estaba observándola, parada al lado izquierdo de la cama, detrás de Enid Sinclair que dormía plácidamente.

Por suerte, Wednesday siempre fue buena controlando sus expresiones, y no profirió ningún grito. Goody de todas formas había colocado su dedo índice derecho verticalmente frente a sus labios fantasmales para procurar que Wednesday no gritara.

La pelinegra cuidadosamente se levantó, ya que continuaba cogida de la mano de Enid. Fue cautelosa y dejó durmiendo a la lobisona. Salió del cuarto sin hacer el mínimo ruido y el fantasma de Goody atravesó la puerta para confirmar la sospecha de Wednesday. Efectivamente, alguien que no debería estar ahí, había vuelto.

—¿Alegre por verme? —preguntó Goody con una sonrisa.

—No realmente —Wednesday cruzó los brazos, y la rubia sonrió.

—Te recomiendo que hables un poco más bajo. A mí no me pueden escuchar, pero a ti sí —comentó el fantasma.

—¿No se supone que no volveríamos a vernos?

—Ni siquiera yo sé qué fue lo que hizo que nos volviéramos a encontrar, pero algo debió haber desencadenado esto. Si tuviera que adivinar... tal vez fue Enid, es una Sinclair después de todo, y parecen tener cierta habilidad para lograr lo imposible. Badley era igual que ella —sonrió Goody, nostálgicamente.

—¿Enid? ¿Una Sinclair? ¿Quién es Badley? ¿Cuánto sabes de Enid?

—Esto no es importante, por ahora. La cuestión es que... —dijo Goody, levantando su mano derecha, y levantando un poco el talismán negro que tenía Wednesday como collar. La pelinegra se sorprendió mucho por esto.

—¿No se supone que tus manos, y todo tu cuerpo... debería atravesar los objetos? —preguntó Wednesday, confundida.

—Este objeto en especial no. Ahora resido dentro de ese talismán.

—¿Entonces por qué Enid sería la que ocasionó esto? Encontré este talismán antes de que viniera Enid.

—Y solo aparecí cuando vino Enid —sonrió Goody, dejando sin palabras a Wednesday—. Sé lo que estoy diciendo, sin embargo... no sé mucho.

—¿... Qué sabes de este talismán? —preguntó Wednesday.

—Una vez me perteneció... me ayudaba a conjurar “magia de sombras”, pero ahora le pertenece a otra persona... Otra persona que... no sé quién es —dijo Goody.

—¿Y cómo podemos averiguar de quién se trata?

—Piensa bien, Wednesday.

—... Siempre te gusta hablar en código, no me gusta eso.

—Es cierto, es una mala costumbre que tomé después de conocerla a ella.

—¿A quién?

—Olvídalo. Tan solo piensa de quién podría ser el talismán, te ayudaré.

—... Si una vez te perteneció... ¿Le pertenece a un Addams?

—Correcto.

—¿Pero sabes o no sabes quién es? Decídete.

—No sé quién es, porque no conozco a esa persona, pero puedo llegar a las mismas conclusiones que tú. Sigue pensando.

—... Esa persona... no debería existir, al igual que tú.

—Oh, ¿por qué?

—La “magia de sombras” es un fenómeno que se da con muchas generaciones de por medio. Nunca supe de ese tipo de magia hasta la aparición de este talismán. Eso significa que en mi familia no existe actualmente nadie capaz de conjurar “magia de sombras”. Lo que significa que... —de repente, Wednesday se quedó en silencio.

—Adelante, dilo.

—Es... imposible.

—Sabes que no es imposible.

—... Solo se me ocurre que es alguien que haya viajado en el tiempo... del pasado... o del futuro... —la simple idea dejó atónita a Wednesday, que no se atrevió a decir más. Goody sonrió observando a la pelinegra.

—La “magia de sombras” es demasiado poderosa, tal vez no hayas estudiado lo suficiente como para saberlo, pero estaba segura de que lo intuirías... La “magia de sombras” nos permite viajar entre dimensiones, dimensiones de todo tipo... Eso, obviamente, incluye que podemos viajar en el tiempo.

—¿Pero entonces quién y por qué...? —la pregunta de Wednesday no solo se quedó en el aire por su propio asombro, sino que escuchó en ese momento un ruido al final del pasillo que levantó más sospechas, como de un jarrón cayéndose.

Wednesday corrió rápidamente y, al doblar en el pasillo, encontró a una niña. No era la primera vez que la veía, lamentablemente... la anterior y primera vez que la vio, fue cuando observó su muerte a manos de Enid, en su visión.

Era la misma niña, el pelo rubio cortado hasta la altura de los hombros, pero con reflejos negros en las puntas, y dos largas coletas trenzadas rubias caían por su pecho. Debajo de sus ojos que eran azules claros, tenía unas cuantas pecas por encima de la nariz, y poseía una sonrisa encantadoramente sardónica. La niña, que llevaba un sencillo vestidito negro, estaba sentada encima de un escaparate donde antes había un jarrón que ahora se encontraba roto en el suelo. Tenía las piernas cruzadas, y ambos codos encima de sus rodillas, con las palmas de sus manos en sus mejillas, observando despreocupadamente a Wednesday, y posiblemente también a Goody que acababa de llegar y observaba todo con calma.

—Oye, tú —dijo la niña, dirigiéndose a Wednesday—. Creo que... tienes algo... que me pertenece —comentó, mientras tenía la palma de su mano derecha hacia arriba y solo apuntaba con su dedo índice a la pelinegra.

Wednesday, sin dejar su asombro, colocó su mano derecha instintivamente en el talismán negro que colgaba de su cuello.

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