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Segunda parte

Continuación de una historia de maridie98, que ya ha escrito la primera parte del libro con el mismo nombre que este "Halloween: Cadáver exquisito"

Últimas frases del primer cap:

Suspiró volviendo a arroparse. Sólo necesitaba acostumbrarse a su nuevo hogar, después de unas semanas el malestar y la incomodidad se le pasaría, y no tendría por qué estar ansioso con la sensación de que alguien le vigilaba desde las sombras cuando claramente, el único allí era él.

Empezamos...

Pasaban los días, y a base de pequeños arreglillos como limpiar un poco el polvo, la casa iba recordándole un poco más a la que solía ser. Intentó quitar la cera de las velas de los antiguos y olvidados muebles, pero optó por pensar en cambiar todo el mobiliario inservible, pero todo a su tiempo.

En el jardín, estaba intentando despejar un poco la fachada de la casa, para pintarla de blanco, y no de ese tono gris oscuro que se había formado a lo largo del tiempo. Hacía un sol abrasador, pero las ramas de los altos y rígidos árboles los tapaban. Cortó un par de arbustos, un árbol pequeño y todas las malas hierbas.

Exhausto trás un largo día de trabajo en el jardín, decidió descansar en algunas de las sillas rojas del salón. Dejó los guantes de jardinería que llevaba en una esquina de la mesa y miró a su alrededor. A aquel lugar le hacía falta más que un par de arreglos. Suspiró, le llevaría un tiempo bastante largo. Apoyó la cabeza en el respaldo de la silla, haciendo que su vista se centrase en la lámpara de araña del techo. Estaba a punto de descolgarse y varios cables oscilaban, además de que algunos de los cabeceros de las bombillas estaban rotos.

—Uf... —Suspiró de nuevo mientras giraba la cabeza, clavando la mirada en la gran estantería.

Con curiosidad se levantó de su mullido asiento y avanzó hacia la estantería. Habían libros de todos los tamaños, colores e idiomas, pero... ¿qué idiomas eran esos? Cogió uno de los libros, uno mucho más ancho y largo de lo normal. Abrió la tapa de este, morada y algo desgastada, con cuidado de no estropearla. Las esquinas de las páginas amarillentas estaban rotas por el tiempo y mojadas en algunas partes por algún líquido que no llegaba a reconocer. Aún así, el abrir un libro antiguo inundó la estancia de ese agradable olor que tenía el paso del tiempo. Las letras estaban escritas a mano, intentó descifrar los signos, pero al no descubrir que idioma era, sacó el móvil por instinto.

Se dió una palmada en la frente, quizás nunca se acostumbraría a qué allí no había cobertura, estaba completamente aislado de la sociedad. Cerró el libro más bruscamente de lo que le hubiese gustado, haciendo que cayese al suelo.

—No, por favor, que no se haya estropeado... —Se dijo algo asustado.

Cogió el libro con muchísimo cuidado y vió que no había pasado nada, solo se habían caído unas hojas dobladas de alguna de las páginas del libro. Lo dejó en la mesa y se dispuso a coger los papeles del suelo. Fue a abrir uno de ellos cuando de repente un ruido le sobresaltó. Había venido del interior de la casa. Estaba empezando a anochecer, el tiempo se le había pasado corriendo, por lo que tuvo que utilizar una de esas velas antiguas que habían repartidas por los muebles. Comenzó a andar totalmente inseguro, se empezaba a plantear que allí hubiese alguien más. Pero era imposible, estaba allí solo, a kilómetros de distancia de todas las ciudades o pueblos cercanos. ¿Verdad?

Tragó saliva pesadamente y se dirigió a la cocina, aquellos chirridos del suelo nunca le habían resultado tan molestos y estruendosos. Entró en la habitación, y agarró un palo que había en una esquina. Era flexible, estaba roto y además era cortísimo, pero pensó que podría resultarle útil. Buscó por todos los rincones de la antigua cocina decorada con azulejos, casi todos caídos, pero no encontraba nada. Se planteó que tan solo hubiera sido una de esas ratas que entraban por los agujeros de la pared. Se giró aliviado de no haber encontrado nada, y ya había pasado el marco de la puerta cuando escuchó de nuevo ese ruido a sus espaldas.

Se volvió a toda prisa atemorizado, aún con el palo en una mano y la vela en otra. Aguzó la vista, y vió aquellos ojos de nuevo, los mismos que vió en su habitación aquella noche, los mismos que le llevaban atemorizando desde que estaba allí, los mismos que le producían una incertidumbre tremenda, los mismos que pensaba que eran objeto de su imaginación y sobre todo, esos ojos que conocía perfectamente... Su instinto le hizo tirar la vela y el palo a la vez, y echar a correr. Su corazón latía desbocado, y a cada paso que daba sentía más presión en el pecho. Al final, los latidos de su corazón, los ruidos de fondo y sus pisadas apresuradas se acompasaron, como si de una melodía se tratase, pero... de verdad estaba sonando una melodía, una melodía de piano.

Siguiente parte GemaEsmeri, ¡buena suerte!

Espero haber cumplido las expectativas de este proyecto y que os haya asustado jeje...

Un dibujito de regalo:

Espero que los escalofríos de esta historia conjunta os gusten...

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