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━;;❀【Fase:3. Perdiste】

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Anime: Boku no hero Academia.
Shipp: Ninguno.
Tema: Noche de Halloween.
Advertencias: Ooc.
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Corría con todo de lo que sus pequeñas piernas le daban. Intentaba llegar lo más rápido posible junto a sus amigos y frenarlos. Porque lo que estaban apunto de hacer, era una pésima idea. Ya que estaba prohibido además de también ser un pecado.

Al llegar, pudo verlos reunidos en medio del gran salón principal.

—¡Kacchan! —exclamó apenas había llegado—. No lo hagas... Si las monjas se enteran ¡les irá muy mal!

—¡Cállate, estúpido Deku! —soltó con odio al mismo tiempo que bufaba—. No se enteraran, claro, si es que un inútil no se va a acusarnos.

Lo miró de reojo expresando en él, todo el desagrado que sentía por aquel niño de su misma edad. Izuku no quería acusarlos con las monjas, porque sabía que castigarán a su amigo. Pero lo que estaba haciendo era muy peligroso.

Aquellos niños vivían en un orfanato liderado por monjas, niños sin nada que quedaban atrapados en ese lugar en la espera de conseguir algún día unos padres. Pero en este caso, aquello no importaba.

El pequeño de cabellos verdes quería frenar a su amigo, a como de lugar. Pues este iba a hacer un especie de ritual por la noche de "Halloween", dentro de la iglesia. ¡Eso es inaceptable!

No sólo estaban haciendo algo imperdonable, también aquello era algo que podría ponerlos en riesgo.

—Por favor... No lo hagas Kacchan —habló con su voz temblorosa mientras se acercaba a ellos.

Pudo ver como aquel niño rubio sacaba un gran cuchillo que de seguro en algun momento había robado, para luego acuchillar a una pequeña muñeca de trapo quien era un juguete de alguno de los niños que estaban en el orfanato.

Los latidos del pecoso iban en aumento a medida que su amigo seguía con los pasos para realizar aquel acto.

—Bien, si esto funciona, la muñeca tendría que buscarnos cuando estemos escondidos.

—¡En serio Kacchan!, ¡detente! —exclamó llamando la atención de los niños que se encontraban presentes.

-—¡Ya cállate! —se enfureció el rubio caminando a pasos firmes hasta el pecoso y empujarlo, haciéndolo caer—, ¡Si tienes miedo solo lárgate!

Sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas por todos los sentimientos mezclados que surgían. Siempre quiso verle bien, siempre deseo poder ser igual que el rubio. Pero en esta ocasión de verdad no estaba de acuerdo con él.

Bajó la mirada mientras sollozaba en lo bajo y se repetía en la mente lo inútil que era por no poder detener a aquel niño.

—Bien, vamos —ordenó el rubio caminando junto a su banda, ajándose de la muñeca.

Aquel juguete, estaba sentado sobre una de las sillas que estaban cerca. Se notaba que ésta había sido cortada en el "abdomen" y que le sacaron el relleno para poder ahí colocarle arroz y después amarrarla con una cuerda roja.

Miró con nerviosismo toda la escena, tragando saliva en su seca garganta que llegó a lastimarlo.

—¡Ven deku! —lo llamó uno de los niños de la banda—, si te quedas ahí no funcionará.

A duras penas fue levantándose mientras que su piernas temblaban, al ser cubierto por sus miedos. No quería quedarse, no deseaba que su amigo fuera castigado y mucho menos participar en aquel juego.

Pero ¿qué podía hacer contra ellos que comenzaron a estirarlo en contra de su voluntad?

—¡Por favor Kacchan, para esto! —pidió mientras sus lágrimas caían y era llevado con ellos—. ¡No es buena idea!

Katsuki ya no lo soportaba, solo deseaba jugar ese tonto juego y probar que en realidad era falso. No iba a sucederle nada, no a él. Era el mejor de todos, no podía pasarle nada. Pero ese tonto de Izuku no dejaba que pudiera disfrutar de su juego. Por lo que decidió aquello.

—¡Ah! —exclamó molesto— ¡Enciérrenlo en una habitación para que ya no joda!

Miró aterrado a su amigo y en aquel momento simplemente intentó forcejear a la par que era arrastrado hasta una de las habitaciones más cercanas que se encontraban vacías.

—¡Por favor! —rogó al ser lanzado en el duro piso de aquel solitario cuarto.

—Quédate ahí idiota —ordenó el pequeño rubio—. Cuando todo termine, tal vez volveré por ti. Si lo recuerdo.

Sin darle tiempo a reaccionar, los niños cerraron la puerta, dejándolo ahí. El pequeño, se levantó rápidamente y fue para intentar abrirla, pero lo hacían encerrado.

—¡Kacchan, déjame salir por favor!

Luego de tanto llorar, suplicar y golpear la puerta para que alguien lo oyera... ya se había cansado. Rendido, se acomodó en una esquina de la habitación mientras abrazaba con fuerza sus pequeñas rodillas.

Algunas que otras lágrimas recorrían sus mejillas, aún dolido por el actuar de su amigo. Pero no sólo era eso, también estaba preocupado.

Ya había pasado un largo tiempo y aún el rubio no volvía. Mucho menos había señal de que estuviera cerca. Sus ojos comenzaban a pesarle, dándole a entender de que ya era tarde, muy tarde.

Sus ojos le ardían y el hambre ya no lo sentía tanto por las ganas de descansar que lo hacía querer dormir. Parpadeó un par de veces intentando despertarse, pero no pudo más.

Y cayó rendido por el sueño.

Su vista se notaba borrosa a la par que iba abriendo sus ojos. Tenía mucho frío, logrando que con ello soltara un pequeño suspiro.

Miró a sus costados aún confundido y luego recordando que aún seguía encerrado en aquella habitación.

Un escalofrío había recorrido todo su cuerpo.

No era por el frío que sentía que podía helarle hasta los huesos, sino, era porque la puerta de la habitación... se encontraba abierta.

Quiso pensar que su amigo al fin había vuelto y que le abrió la puerta para que pudiera irse, pero muy en el fondo, sentía que no era así.

Aún muy desconfiado y con una extraña presión en el pecho, se levantó para ir a buscarlo.

Paso a paso, todo era escuchado en ecos mientras seguía en su búsqueda. Con voz temblorosa, llamaba a su amigo para que al menos le diera una diminuta señal de que estuviera bien.

No podía ir con las monjas, porque de esa manera ellas descubrirían lo que habían hecho y aquello podría costarles mucho. Por lo que descartó esa idea y prefirió seguir buscando por su cuenta.

Buscó y buscó, pero pese a eso, no encontró a nadie.

Las ganas de volver a llorar, comenzaron a volver. Pero esta vez, era por desesperación.

Al final, pensó que el chico podría encontrarse en su cuarto durmiendo. Por lo que esperanzado, corrió hasta ese lugar.

Cuando llegó, notó que todo estaba en orden, al menos así se veía superficialmente. Lentamente y con el corazón en la mano fue hasta la puerta que era la correspondiente del chico e ingresó en el.

Todo estaba a oscuras y el silencio reinaba en el cuarto.

Con su diminuta mano, comenzó a buscar el interruptor sin despegar su mirada del frente. Pero en su fracaso en encontrarlo, desvió la mirada para poder presionarlo.

La luz cubrió toda la habitación cuando por fin lo había encontrado, segándolo por un momento.

Rápidamente volvió a mirar al frente.

Y sus ojos se fueron abriendo lentamente al mismo tiempo que se llenaban de lágrimas. Para que el pavor entrara en su persona deteniendo sus latidos.

En frente de él, en la pared, había una palabra escrita.

“Te encontré”

Todos sus sentidos se habían puesto en alerta y en un intentó por escapar, dio unos pasos hacia atrás. Hasta que se detuvo, al sentir un frío recorrerle la espalda y un susurro, dejarlo sin aliento.

“—Perdiste”

EditorialGreatHeroes 1270 palabras.

Nota:

He de decir que no planeaba subirlo ya que sufrí un horrible bloqueo, además de que no se me ocurría nada para hacer. Intenté hacerlo lo mejor que pude, pero sinceramente creo que está horrible.

-SpiritBlast >;v

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