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━;;✿【Fase:2. El señor de la noche】

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Anime: Boku no hero Academia.
Shipp: BakuMomo.
Tema: Paranormal.
Advertencias: AU/Ooc/
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Lo habían planeado por años, por fin poder salir de aquella pequeña casa en donde con anterioridad vivían. Luego de haber juntado el dinero suficiente, ambos comprarían un terreno en donde comenzarían una nueva vida y un nuevo hogar.

Y así fue.

Fueron a un lugar en donde parecía un campo, pues la gente de ahí se encontraba acostumbrada a hacer cultivos y a la ganadería.

El terreno que habían comprado era amplio, también en él, ya se encontraba una construcción de una casa de material, medianamente grande. No estaba mal, pero en la ambición de ambos estaba construir una casa aún más grande para ocupar ese gran espacio y también dar un lugar mejor para el futuro nuevo integrante de la familia.

Sí, la pareja tendría un bebé. Bakugō, el padre, no se lo había creído en aquel momento y a pesar de las condiciones económicas que ambos tenían, él se sentía feliz. Amaba con toda su alma a la joven de cabellos negros que estaba a su lado y quería darle lo mejor.

Momo miraba desde la ventana de la cocina todo el terreno que ahora era de su propiedad. En él, había montones de plantas y árboles haciéndolo un poco boscoso, pero no le molestaba del todo al tener en ellos también varios tipos de flores que adornaban el lugar.

Sonrió levemente al imaginarse a su hijo jugar en el patio mientras que ella como su esposo, lo observaban y jugaban con él. Todos en familia.

Sin embargo, aún le parecía extraño el porqué de el precio tan bajo del terreno. De verdad, era inmenso, además de que también la casa está en un buen estado. Pero no podía quejarse, estaba contenta.

Dejó de mirar en la ventana para, con lentitud, dirigirse a su cuarto y recostarse ya que su redondo ombligo producto de ocho meses de embarazo, ya le estaba haciendo peso.

Al llegar, lentamente se recostó en la cama y tomó en control de la televisión para así descansar viendo algún programa que sea de su interés. Ya que Katsuki le había prohibido hacer alguna actividad de esfuerzo físico o algo parecido.

Suspiró al recordar sus palabras, prohibiéndole hacer casi cualquier cosa que no sea recostarse y descansar. A pesar de la personalidad del rubio, él era muy atento y cuidadoso con ella.

Comenzó a pasar cada uno de los canales disponibles, pero ninguno le había llamado la atención. Así que simplemente se contentó con ver programas de problemas de la gente que suelen ser sobreactuados.

Miró la hora en su móvil que se encontraba a un lado de ella y pudo notar que era el medio día. Hizo una mueca al tener que esperar hasta la tarde para poder ver a Katsuki, pero sabía que el está trabajando para así juntar más dinero para ambos.

Se sintió algo mal por no poder ayudarlo con todos los gastos del bebé y demás cosas ya que desde su embarazo había dejado de trabajar.

Sin embargo, de repente, un sonido había hecho que todos sus pensamientos se disparan.

Un silbido.

Era un silbido agudo que se escuchaba de lejos, pero al mismo tiempo pareciera que no se alejaba demasiado. Miró a los costados dudosa.

Mas decidió ignorarlo para seguir viendo su programa, quiso pensar que podría ser simplemente cualquier niño que pasaba cerca.

—Ya... —se quejó frustrada.

Aquel sonido no paraba, era largo y tranquilo. Que solo a veces pausaba pero rápidamente volvía a sonar de la misma manera.

No sabía de donde podría provenir tal sonido ni quién estaría haciéndolo, pero por alguna extraña razón sentía a su corazón latir a mil por hora, incomodándola más.

Se levantó ya cansada. Pensaba salir a fuera e investigar quién era el responsable de ello.

Pero extrañamente tenía miedo.

Por lo qué en busca de algo rápido para defenderse, agarró una escoba que estaba cerca de ella.

Caminó hasta la puerta delantera y llevó su mano hasta la llave, pero se detuvo.

Su mano permaneció en la llave aún indecisa de abrir o no, algo en ella decía que no lo haga y no sabía porqué.

El sonido seguía y esta vez se hacía más fuerte, hasta haciéndole pensar que aquello que lo producía podía estar detrás de ella. Suspiró con profundidad para sacar toda la tensión que estaba comenzando a acumular y solo por mera curiosidad, giró para mirar detrás de ella. Pero simplemente no había nada.

Relamió sus labios nerviosa y volvió a mirar hacia el frente, específicamente a la llave. Ahora mismo ya no sentía las mismas ganas de querer ver qué o quién era el que seguía con ese ya molesto ruido. Por lo que, fue hasta la ventana que se encontraba al lado de la puerta.

Con lentitud, iba haciendo a un lado las cortinas y con el corazón latiéndole con fuerza, fue acercando su rostro para así saber que era lo que ocurría.

Pasó su vista por todo el patio, pero no había nada. Sin embargo, el sonido seguía.

Apretó sus dientes y en un impulso de valor, abrió rápidamente la puerta para con ello salir al patio.

Y el silbido se detuvo.

Miró a los costados y lo que podía desde su posición, pero como antes había visto, no se encontraba nada. Volvió a respirar profundamente intentando calmar sus nervios para nuevamente ingresar a la casa.

Al girar para volver a dentro, en su espalda recorrió un sentimiento de ser observada que logró hacerla temblar. Por lo que con prisa cerró la puerta tras ella.

Ahora decidió llamar a Katsuki y pedirle que regrese lo más rápido posible. No le dijo el porqué, pero en realidad, comenzaba a sentirse incómoda.

Ya era de noche y Katsuki ya había vuelto, él le había preguntado el porqué se comportaba de una forma algo extraña, pero para no preocuparlo, decidió no decir nada.

Ambos habían cocinado y cenado juntos, ya dejando de lado aquel ambiente tenso que se había instalado cuando él llegó.

Después de realizar todo lo cotidiano, ambos se pusieron a dormir abrazados el uno al otro en la cama para nuevamente amanecer juntos para otro día más.

Pero esta vez fue diferente.

Momo se había despertado en medio de la madrugada, tenía ganas de ir al baño. Miró a su costado para ver a su esposo quien estaba profundamente dormido, normal después de un día de trabajo. Por lo que con cuidado, fue bajándose de la cama para no despertarlo.

Salió de la habitación para ir a la puerta delantera y salir para así llegar al baño. Si, lo malo de esa casa es que el baño no se encontraba dentro de la domicilio, sino en el patio de atrás, un poco alejado.

Rápidamente se dirigió al patio trasero para así hacer sus necesidades en el baño y así lo hizo.

Cuando terminó, fue caminando hasta así llegar a su puerta.

Un escalofrío recorrió su espalda haciéndola temblar hasta los huesos.

Soltó un suspiro entrecortado al sentir como un frío extraño la invadía y una sensación de malestar comenzaba a sentirse.

Parpadeó un par de veces intentando relajarse, así que tomó la llame de la puerta e iba a abrirla.

De nuevo, aquel silbido.

Sus latidos se agitaron con fuerza haciéndola mirar rápidamente hacia atrás, miró por todas lados queriendo saber de que se traba, pero nada.

Sin perder el tiempo, abrió su puerta e ingresó a su casa, asegurando todo con llave. Rápidamente volvió con su esposo y ahí se aferró a él.

No había visto nada, pero aún así alguien debía de estar haciendo ese sonido. Y el no saber que era, comenzaba a asustarla.

Al día siguiente, ya no podía guardárselo. Por lo que decidió hablarlo con su esposo.

—Katsuki...

—¿Hum? —volteó a verla mientras que se servía un café.

—¿Tú... no has sentido algo extraño u oído algo? —preguntó algo dudosa de su pregunta.

—No ¿Por qué lo dices? ¿Pasó algo raro?

—No sé... es que suelo escuchar silbidos extraños —explicó algo incómoda—. He salido a fuera para saber de quién se trata, pero siempre que veo no hay nadie.

—Hum... —se quedó pensativo por un momento— tck, si quieres puedo llamar a la vieja para que venga a acompañarte. Estoy seguro que no tendrá problema con ello.

—¿Mitsuki?.. No quiero molestarla para que venga hasta aquí solo para acompañarme.

—La llamaré para saber si puede venir.

—Oh, Katsuki —lo llamó tomando su mano—... no hace falta.

—No seas testaruda —se quejó llevando una de sus manos a su mejilla y acariciándola—. La vieja estará encantada de venir a verte, especialmente porque esta más que contenta por el bebé —explicó acercándose a ella y besando sus labios.

—... Esta bien.

Como era dicho, Mitsuki llegó para hacerle compañía a la joven. Ambas se llevaban muy bien, así que el ambiente era alegre y se la pasaron hablando de diferentes temas, pasando una agradable tarde.

Pero en ello, Momo decidió comentarle lo de aquellos silbidos que solía escuchar.

—Se lo conté a Katsuki, no me dijo nada de ello, pero me ofreció el que usted venga a acompañarme.

La rubia escuchaba en silencio y atenta a todas las palabras de la de cabellos negros. A diferencia de hace unos minutos, ahora la mayor se encontraba sería y hasta se podía notar en su mirada signos de preocupación.

—¿Mitsuki?

—Momo... ya no salgas sola en las noches.

Un sabor amargo inundó toda su boca al oírla decir aquello. Se quedó en silencio unos momentos analizando lo que le había dicho y con el pecho presionado por la inquietud, le preguntó.

—¿Por qué lo dice?..

—Él... quiere a tu bebé.

Pasaron los meses y el pequeño bebé ya había nacido trayendo consigo alegría y felicidad para la ahora familia Bakugō.

Un adorable niño de cabellos negros como su madre, de forma puntiaguda al igual que su padre y ojos rojos idénticos también a él.

Lo miraba con tanta admiración mientras que este dormía en su cuna, parecía un lindo muñeco. Sonrió llevando su dedo y presionando sus regordetes cachetes sonrojados.

Desde hace un tiempo aquellos acontecimientos que la preocupaban, frenaron. Haciendo que en esos momentos todo fuera perfecto.

Pero al recordar todo aquello, hacía que su humor cambie. Nunca iba a poder olvidar aquellas palabras.

"Él... quiere a tu bebé"

Frunció el ceño al volver a rememorar aquello.

Suspiró negando con la cabeza, debía olvidarlo y solamente disfrutar de la plenitud que sentía al tener a su pequeño hijo sano y a su maravilloso esposo a su lado. Si, era eso lo único que debía de pensar, en gozar su felicidad.

Se levantó de la silla en la cual estaba sentada y se dirigió a la cocina para así comenzar a cocinar lo que comería en el almuerzo. De paso también comenzando a planear que hará en la cena para Katsuki, quería hacerle algo especial.

Fue hasta el refrigerador y comenzó a mirar que había en él.

Su labio inferior tembló levemente a la vez que subía su cabeza.

Una vez más, escuchó ese ruido.

Cerró con lentitud la puerta del refrigerador y giró su cabeza sintiéndose raramente mareada.

Sus ojos poco a poco se fueron abriendo hasta su límite. Su cuerpo se había quedado helado y su respirar parecía haberse cortado ya que sentía que el aire ya no llegaba a sus pulmones.

Cerca de la puerta en una esquina de esta, algo se encontraba presente.

Y algo era claro, no era una persona.

Su cuerpo deforme y curvado, apenas le llegaría hasta las rodillas. Tenía el cabello largo que le cubría el rostro mientras que miraba al suelo y su piel, que parecía estar cubierto por un pelaje negro, solamente teniendo una tela marrón cubriéndole, lo que debería ser, sus partes íntimas.

Siguió mirándolo en silencio.

No podía moverse y su mente se encontraba totalmente en blanco, pero no podía quedarse por siempre así, ya que en un momento, aquella criatura comenzó a mover su cabeza.

Hacia ella.

Sus ojos se cargaron de lágrimas y el terror mezclado con la desesperación absoluta se juntaron haciendo que reaccionara para así mover su cuerpo.

No le importó nada, así que se dio vuelta para así correr hacia su cuarto.

Podía oírlo, estaba persiguiéndola.

A pesar de que sus piernas comenzaron a sentirse como plomo y su corazón que bombeaba alocado logrando que su vista comience a estar borrosa, por suerte, había llegado hasta su habitación y de un portazo cerró la puerta impidiendo que aquella cosa entrara a su cuarto.

Respiraba agitadamente mientras tenía su espalda pegada a la puerta y sus lágrimas seguían cayendo mientras rogaba entre susurros que por favor esa cosa se vaya.

De repente, la puerta era golpeada con fuerza.

—¡Por favor! ¡Ayuda! —gritó desesperadamente entre lágrimas mientras intentaba empujar la puerta.

Con los llantos del bebé por haber despertado, junto a los golpes de la puerta que parecían que en cualquier momento podría tumbarse, la estaba volviendo loca.

Sin embargo, milagrosamente todo se detuvo. Aún seguía temblando sin parar, mientras que su bebé lloraba con intensidad. Agarró la silla y la acomodo en la puerta usándola como seguro para luego ir hasta su hijo y tomarlo en sus brazos. No tenía ni la más mínima intención de abrir de nuevo la puerta.

Bakugō estaba apurado intentando llegar a su casa junto a su familia. Su esposa le había llamado alterada, contándole lo que había sucedido. No creía en esa mierda, pero Momo de verdad parecía afectada, por lo que no lo iba a pasar por alto. Y quien fuera que estuviera molestando a su familia, lo pagaría muy caro.

Mas lastimosamente, no pudo llegar temprano por la lejanía de su trabajo y por más que se esforzó en llegar lo más rápido posible, cuando estaba cerca ya era de noche.

Llamaba al número de su esposa pero esta no contestaba, sumándole aún más la preocupación.

Caminó a pasos firmes por el inmenso patio de su casa, con la mirada fija hacia la puerta. Hasta que escuchó a alguien silbar.

Paró en medio de su camino extrañado, mirando a los costados, molesto. En aquel momento, recordó las palabras de su esposa contándole algo similar. Por lo que creyó entenderlo.

—¡Bastardo de mierda! ¿¡Quién eres!? —exclamó enfrentado a lo que sea que estuviera haciendo ese sonido— ¡Deja de molestar a mi familia! ¡Sal de una maldita vez!

Escuchó algunos sonidos entre las plantas que se encontraban a un costado, por lo que giró en esa dirección. Abrió levemente su boca y su sorpresa fue mayúscula al notar aquella figura surgiendo entre las plantas.

Intentó avanzar hacia él pero algo parecía haberle aprisionado los brazos impidiéndole moverse. Aquel ser poco a poco iba saliendo de la oscuridad y a pesar de su oscura piel, pudo ver perfectamente sus ojos que llenaron en él, por primera vez, el verdadero terror.

En aquel momento, un fuerte grito se escapó de él. Tan fuerte que podría haberse escuchado a cuadras de su casa, tan fuerte que hasta pudo sentir rasgarse sus cuerdas vocales.

Por fin, sus manos fueron liberadas y un fuerte golpe en su pecho lo hizo retroceder.

No dudó en correr con todas sus fuerzas hasta donde estaría su familia. Al llegar, la puerta fue abierta por una asustada Momo.

—¡Katsuki!

—¡¡Cierra la puerta!! —exclamó desesperado mientras lo aseguraba con todo lo que tenía.

Momo por primera vez pudo ver a su esposo de esa manera, estaba respirando agitadamente y estaba más alterado que ella. Él, se recostó en la puerta temblando.

Los llantos desesperados del bebé comenzaron a escucharse. Por lo qué la chica fue corriendo hasta la habitación viendo como la cuna de su hijo se movía de un lado a otro, como si algo quisiera llevárselo.

Con todo el valor que pudo reunir y los nervios en su cuerpo, corrió a sostener a su hijo en brazos para huir de la habitación e ir con su esposo de nuevo.

—Katsuki ¡¿qué sucede?! —preguntó alterada mientras que él murmuraba cosas incomprensible a lo bajo.

Y Momo podía jurarlo, pero en ese momento vio los ojos de su marido, totalmente en blanco.

La mujer, venía a toda prisa luego del llamado de su nuera. Le había contado todo lo ocurrido así que no dudó en venir a auxiliarlos sin importar las altas horas de la noche. No sin antes, llevar algunas cosas que le servirían en aquel momento.

Cuando llegó a la casa, apenas puso un pie ahí, pudo sentir una presión sobre sus hombros que le dificultaba respirar.

Y lo entendió todo.

Llegó hasta la puerta principal y fue recibida por Momo que estaba llorando. Le explicó más detalladamente lo ocurrido y vio a su hijo acostado en la cama, aparentemente desmayado.

De su bolso, sacó lo que sería agua bendita y un rosario.

El rosario lo colocó en una de sus manos y con el agua bendita en la otra, comenzó a mojar a su hijo, luego a su nuera y nieto.

Momo no comprendía lo que sucedía, pero dejó a la mujer actuar.

Mitsuki fue hasta el patio y mientras iba esparciendo el agua bendita por todos lados, sentía más que nunca aquella presencia fuerte que la presionaba. Aún así, siguió hasta llegar al portón principal que llegaba hasta los límites del terreno.

—¡Vete de aquí! —exclamó al aire— ¡Nadie te quiere aquí!

Y con seguridad, cerró con fuerza el portón del terreno para luego ir de nuevo con su familia.

Mientras que una presencia, los observaba en silencio entre la oscuridad.

Y así es, como él, conocido como "Pombero" había acechado a Momo en busca de mujeres embarazadas y bebés recién nacidos. El Pombero, también conocido como "El señor de la noche".

EditorialGreatHeroes

El Pombero es una especie de duende o espíritu de la mitológia guaraní. Este mito es propio del acervo cultural de Paraguay y del norte de la región del Litoral argentino.

3000 palabras. 

—Mavs.

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