𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 2
Volvió a pasar la piedra para quitar las escamas del pescado. Era el cuarto que tenía que cortar y limpiar para poder cocinarlo en la hoguera más tarde. Miró a su derecha viendo como la chica ya había terminado de limpiar los peces que le tocaban. Solo quedaba el que él tenía entre las manos.
—¿Te ayudo? —preguntó ella.
—No hace falta —negó—. Solo queda este, mejor ve encendiendo el fuego.
La chica asintió, antes de marcharse alzó la vista al cielo que ya tenía el sol casi en su cúspide. Tras eso suspiró.
—Será mejor que me de prisa para que todo esté listo antes de que vuelvan. Lo último que necesitamos es que se enfaden —dijo—. Njord cuando acabes con eso tráemelo todo.
Njord asintió sin levantar la vista del pescado que cortaba como podía. Esos cabrones ni siquiera se habían preocupado en ayudarlos a él y Athanasia a buscar algo que pudieran usar para cortar y destripar. Ellos mismos tuvieron que buscar unas piedras lo suficientemente afiladas como para usarlas.
Maldita la hora en la que decidieron acercarse a las cabañas que vieron en la playa. Si hubiera sabido que se encontrarían con ese trío hubieran corrido en dirección contraria.
Cuando el último pescado estuvo listo para ser cocinado lo puso en la cesta de hojas de palmera que Athy había improvisado, junto al resto de peces, y se la llevó con él. La chica ya estaba avivando el fuego para cocinarlos cuando él se reunió con ella.
—Ven, tráelo.
Njord obedeció y, como si de brochetas se tratara, atravesaron los trozos de pescado de lado a lado con unas ramas finas. Lo suficientemente resistentes para no partirse ante el peso adicional del pescado. Los clavaron en la arena, cerca del fuego, para que se asaran mientras tanto. Los dos se sentaron al lado para vigilar que no se quemara y esperar al resto para comer.
—Deberíamos marcharnos —dijo Njord rompiendo el silencio—. Estaremos mejor por nuestra cuenta que con ellos.
—No lo sé... es una isla desierta, no sabemos si hay alguien más o no. Y por si no fuera poco no sabemos qué clase de animales salvajes o peligros puede haber ahí dentro —señaló Athy la selva con la cabeza.
Njord miró donde ella señaló con expresión seria y pensativa. Tenía razón, lo admitía, pero quedarse con el grupo de Rex no era la mejor solución. Aún menos a largo plazo.
Cuando despertó en la isla Njord se topó con Ahanasia tirada inconsciente en la arena a algunos metros de él. La despertó y ayudó a levantarse. Ella estaba igual de perdida que él y tan solo pudieron caminar por la playa buscando a alguien más que pudiera ayudarlos, o al menos un sitio donde poder cobijarse. Cuando encontraron un montón de cabañas en la playa pensaron que habían tenido una suerte incríble.
Las cabañas tenían camas, escritorios y armarios en su interior. No había comida, ropa u objetos que les sirvieran, pero al menos había camas y estaban en un interior protegidos del sol y el viento. Los únicos objetos con los que contaban eran esos que se habían encontrado al despertar: una libreta con un bolígrafo en el caso de Njord y un mapa en el caso de Athy.
Gracias a ese mapa ahora sabían la distribución de la isla y que esta tenía dos islotes unidos a la isla central. El islote del este parecía ser una zona más montañosa que boscosa y el islote del oeste sí que era una selva. Tenía vegetación mucho más densa que el resto de la isla.
Lo malo era que al ser un simple mapa de relieve no aparecían edificios o zonas de interés, si es que había. Así que no les eximía de tener que explorar para encontrar alimento y agua dulce. Aun así, era mejor que nada y les ayudaba enormemente a saber como estaba distribuida toda esa área, incluso lograron averiguar en qué punto estaban ellos.
Estaban instalándose en las cabañas cuando fueron atacados por tres personas que, al parecer, ya habían hecho de aquel su territorio. Ellos dos por supuesto no tenían ni idea de eso y ni siquiera se habían dado cuenta de que había más gente allí. Al principio pensaron que podría formar un grupo todos para sobrevivir en la isla mientras encontraban una forma de pedir ayuda, no se esperaban terminar siendo prácticamente los sirvientes de aquellos tres.
Les superaban en número pues eran tres contra dos, además el que era el líder del trío, Rex Remington había dicho que era su nombre, les superaba en tamaño y fuerza. De haberse encarado a él solo hubieran recibido una paliza, tenía la constitución de un soldado. Y ya por si no fuera poco el objeto que él tenía era una navaja. Mientras que ellos dos iban desarmados y solo tenía una libreta y un mapa. Era demasiado injusto.
Por supuesto no le habían comentado nada acerca del objeto de Athy. No necesitaban una disputa con él por eso también y el mapa era demasiado valioso como para perderlo desde el principio.
—Buenos chicos, veo que lo habéis preparado todo —fue el saludo de Rex cuando regresó junto a sus dos compañeros— ¿Ves? No era tan difícil —añadió fijando su mirada en Njord con una sonrisa de autosuficiencia.
Que ganas tenía de borrarsela de un puñetazo.
—Toma —otro chico le lanzó algo a Athy encima.
La chica se horrorizó al ver que tenía entre las manos un par de pájaros que no supo distinguir y un búho. Se quitó a los animales muertos de encima y los dejó caer en la arena.
—Son la cena —dijo el que los había lanzado como si nada—. Os toca desplumarlas y deshuesarlas para que las podamos comer.
—¿Y por qué no lo haces tú? —frunció Njord el ceño.
—Por que nosotros las hemos cazado, a vosotros os toca cocinarlas, eso es lo que pactamos.
Pactaron unilateralmente por supuesto. Porque no permitieron que Athy o Njord se negasen.
—Aunque si no te gusta siempre podemos usarte como cebo para cazar algo más grande —amenazó.
—Infinity —la chica a su lado le agarró del brazo—. Déjalo. Lo harán y ya está, es lo que les ordenó Rex, no merece la pena que discutas con ellos.
Njord miró de reojo como Rex tomaba asiento cerca de la hoguera y cogía una de las brochetas de pescado mientras jugueteaba abriendo y cerrando la navaja entre sus manos. Aunque parecía un mero entretenimiento para él, Njord captó enseguida la amenaza latente en ese acto.
Chasqueó la lengua y se limitó a coger él también una brocheta sin discutir más con Infinity.
Athy no pudo evitar ver como los otros dos también tomaban asiento al lado de Rex. Infinity Beyond era la mano derecha de ese maleante, había actuado así desde el primer momento. Pero seguía sin comprender qué pretendía la chica.
Amelia Hall era mucho más amable y razonable que Infinity o Rex y, sin embargo, obedecía a ambos e iba tras ellos como un perrito faldero. Al principio pensó que también la tenían amenazada como a Njord y ella. Sin embargo, ninguno de los dos chicos, ni ella misma, demostraron en ningún momento que esto fuera cierto. ¿A qué estaba jugando? ¿Solo quería ganarse el favor de quienes pensaba que eran los más fuertes?
No los trataba mal o con superioridad como sus dos compañeros, e incluso trataba de evitar los conflictos llegaran a las manos. Pero tampoco era como que los defendiera a capa y espada, les era más bien indiferentes.
—¿Quieres un poco más? —le preguntó Amelia a Infinity cuando este se terminó su parte.
—¿Tú no quieres más?
Amelia negó ofreciéndole su última brocheta al chico.
—No tengo mucha hambre. Creo que no soy de comer mucho.
Infinity finalmente aceptó la comida que le ofrecía la rubia. En cuanto Njord terminó de comer se levantó y cogió los pájaros que Infinity había traido consigo. No quería pasar más tiempo del necesarios con esos... esos...
—¿Te vas? —preguntó Athy.
—Voy a empezar a desplumar estas cosas —dijo—. Ni siquiera sé como se puede cocinar un búho —hizo una mueca extraña antes de marcharse a la parte de atrás de las cabañas, el mismo sitio donde rato antes habían estado limpiando el pescado.
—Por cierto, deberíais daros una ducha —intervino Infinity—. Oléis a pescado.
Por suerte Njord ya estaba demasiado lejos como para oírlo, sino Momo estaba segura de que hubiera estallado otra pelea. Ella se levantó al terminar de comer y fue junto a Njord para ayudarle con lo que fuese que estaba haciendo. Siempre sería mejor que permanecer allí.
/*—————•$•—————*\
—¡Ajá, lo atrapé! —gritó cuando vio al pequeño conejo atrapado con las lianas.
—No me puedo creer que realmente haya funcionado —rodó su compañera los ojos.
—Te dije que podíamos usar esas lianas como cuerdas resistentes —se cruzó de brazos el chico—. Tú dudaste de mí.
—Oh venga, Hocus. No cojas un berrinche ahora.
Hocus frunció el ceño haciéndole saber que seguí molesto. La chica suspiró.
—No volveré a dudar de ti, lo prometo.
—Eso está mucho mejor.
Hocus dejó de lado su fingido enfado para coger una roca del suelo. Con ella en manos se acercó al conejo. Se detuvo a un paso de él para mirar a su acompañante.
—Esto no va a ser bonito —advirtió.
Ella se encogió de hombros, ni siquiera parpadeo cuando golpeó al pobre animal con ella para matarlo y poder comerlo más tarde. Era supervivencia. Si iban a comérselo no tenía sentido ir de sensible cuando tenías que matarlo.
—¡Yune, Hocus! —la voz de otra chica llegaba desde el exterior del bosque.
Yune la reconoció en seguida, era la voz de Glacia. Contestó en seguida alzando la voz para que la contraria supiera que la estaba escuchando. Hocus mientras cogió al conejo por las patas traseras y comenzó a atarlas con esa cuerda improvisada.
—¡Viene alguien! —esas dos simples palabras alertaron a los dos cazadores.
Desde que habían despertado el día anterior anterior en la isla, habían estado solo ellos tres.
Yune despertó mareada y desorientada, sin entender nada de lo que sucedía a su alrededor. No fue hasta pasados varios minutos, y que su mente empezó a esclarecerse, que recordó su nombre: Yune Nakajima.
Glacia Vessal era la chica a la que había conocido poco después. Solo había caminado un par de metros en la arena cuando vio su cuerpo tendido en esta no muy lejos de donde ella estaba. En el caso de Hocus tardaron casi medio día en encontrarse con él.
Al principio las atacó, oculto en la selva las vio pasear por la playa y se lanzó a por ellas. El chico creía que eran las responsables de que se encontrara en aquel lugar. Cuando se dio cuenta de su error se disculpó e incluso las ayudó a buscar algo de alimento. Así fue que decidieron permanecer juntos, al menos temporalmente.
De ahí y durante las siguientes 24 horas no habían tenido noticias de nadie más. Llegaron incluso a pensar que estaban solos y, sin embargo, los gritos de Glacia ahora decían lo contrario.
Los dos corrieron hasta salir del bosque, reuniéndose en la playa con la otra chica que había estado recogiendo algunos cocos. Glacia señaló al fondo, en efecto se veía a dos personas caminando hacia ellos.
Seguro que con los gritos de Glacia para advertirles ya se habían dado cuenta de que estaban ahí. Mantenerse de pie en medio de la playa desierta tan solo confirmaría las sospechas.
—¿Qué hacemos? —preguntó Glacia.
—Ya nos han visto, no merece la pena escondernos —dijo Yune—. Además puede que nos sean de ayuda. Cualquier pista para descubrir cómo hemos acabado aquí o qué nos sirva para salir es bien recibida.
—Y en el caso de que las cosas se pongan feas los superamos en número —recalcó Hocus.
Las chicas asintieron y los tres se quedaron quietos en el sitio esperando a que las dos nuevas personas se reunieran con ellos. Eran dos chicos, y aunque uno de ellos tenía una expresión amable el chico con el pelo recogido en dos moños no les dio una buena primera impresión.
—Hola, es una suerte encontrarnos con alguien más aquí, pensábamos que estábamos solos en esta isla —habló uno de los chicos con una voz tan suave que les trasmitía una gran calma—. Hemos pasado estos dos días caminando por la playa con la esperanza de encontrar a alguien.
—¿Vosotros también despertásteis aquí ayer? —preguntó Yune.
—Si, tirados en la arena y sin recordar nada, solo nuestros nombres.
Yune suspiró internamente. Estaban igual que ellos, no serían de mucha utilidad para conseguir información. Lo único que sacaban en claro de todo aquello era que, si ellos dos habían estado vagando por la isla ese tiempo, podía haber más personas allí.
—¿Somos las primeras personas con las que os encontráis? —preguntó.
El chico asintió convencido.
—Me encontré con él nada más despertar, y desde entonces hasta que os hemos encontrado a vosotros no nos hemos cruzado con nadie más —explicó—. Por cierto, no nos hemos presentado. Soy Darko Marković, un placer.
—Maxim Millennium —habló por primera vez el chico que lo acompañaba.
Su presentación fue seguida por una amplia sonrisa que le puso los pelos de punto a Yune. Glacia también parecía inquieta por eso mientras que Hocus se veía divertido. Darko por su parte no pareció notar esa sonrisa siniestra. ¿Tenía de verdad esa sangre fría o solo es que ya se había acostumbrado?
—Yune Nakajima, y ellos Glacia Vessal y...
—Hocus Sesame —le cortó el chico para presentarse por sí mismo y devolverle una turbadora sonrisa a Millennium.
Bueno, acababan de juntarse el hambre y las ganas de comer, y eso a Yune no le entusiasmaba.
—No nos gustaría molestar pero... ¿os importaría que nos quedáramos con vosotros? —preguntó Darko— Es que creo que juntos podríamos ayudarnos mutuamente, y además en lugares desconocidos como este es mejor quedarse en grupos grandes. La unión hace la fuerza.
Aunque aún no se fiaba de Maxim del todo no tenía el poco corazón de echarlos de allí, menos a Darko que había demostrado ser amable y bastante educado. Y obviamente no iba a aceptar a uno si y a otro no, sobretodo teniendo en cuenta que Darko había hablado en todo momento en plural contando siempre con su compañero. No parecía dispuesto a dejarlo atrás.
—Claro, por qué no —aceptó Yune mirando de reojo a sus compañeros.
Glacia se encogió de hombros y Hocus seguía demasiado ocupado con su guerra de miradas con el otro chico como para prestarle atención.
—Ahora mismo estábamos consiguiendo algo de comer —Yune señaló con su pulgar el conejo que Hocus aún mantenía entre sus manos colgando.
—Se me da bien la caza, puedo ayudaros —se ofreció Maxim.
—Cierto, él consiguió toda la comida durante estos dos días mientras que yo me limité a recoger fruta —admitió avergonzado Darko.
—Bien, que él venga con nosotros entonces y Darko se quede ayudando a Glacia —dijo Hocus—. Que nos enseñe de qué es capaz.
El reto se notó en su voz y Maxim lo aceptó con gusto. Dejó caer el conejo al suelo y los dos se internaron en el bosque sin esperar a Yune. Antes de marcharse susurró algo en el oído de Glacia.
—Vigílalo, aún no me fío.
Glacia asintió y Yune se fue siguiendo los pasos de los dos chicos.
/*—————•$•—————*\
Morgan tuvo que parar a recuperar el aliento. Llevaban horas caminando por el interior del bosque, bordeando la playa, y ya no podía más. Le dolían las piernas, se sentía como en un microondas por el calor y la humedad hacía que su piel se sintiera pegajosa. Lo odiaba. No estaba hecho para la vida en la naturaleza y no necesitaba sus recuerdos para estar seguro de eso.
—¿Hasta donde pretendes ir? —le preguntó al fin a Jade.
—No aguantas nada. Si eres igual en la cama no me extrañaría que no tuvieras novia.
—¿Y eso a qué viene?
Jade rió, era como si molestar al pobre chico fuera su nuevo pasatiempo favorito.
—Solo quiero explorar la isla, quedarnos en el mismo sitio no nos ayudará —explicó—. Si vamos bordeando por el bosque los árboles nos protegerán del sol y también nos esconderán.
—¿Escondernos? ¿Escondernos de qué?
—No lo sé, tal vez nos encontremos con alguien que no queramos que nos vea a nosotros.
—Ya —Morgan no tenía mucha fé en el plan, pero tenía razón en lo de que los árboles les protegían del sol. Si ya se estaba muriendo de calor a la sombra no se quería imaginar al raso—. Y supongo que no nos alejamos de la playa más para no perdernos.
—¡Exacto! Lo vas pillando, principito.
Rodó los ojos, no tenía ganas de contradecirla así que solo le seguiría el juego.
Miró con curiosidad a su alrededor, ya que no iban a parar al menos quería tratar de comprobar si podía encontrar o ver algo que les fuera de utilidad. Escuchaba el viento, las hojas de los árboles siendo movidas por este, sonido de animales y por supuesto el sonido del mar. El olor era simple olor a sal y a tierra mojada. Y no se veía nada a parte de arena y agua a un lado y árboles a otro.
Caminaron por lo que él imaginó que fueron horas hasta que el sol empezó a caer. Jade al fin se detuvo y Morgan solo pudo dejarse caer en el suelo apoyando su espalda en el tronco de un árbol.
—Nunca más —habló con voz entrecortada—. Nunca más repetiremos esto.
—Pues entonces nunca avanzaremos.
—No —tomó una gran bocanada de aire para poder hablar de seguido—. Pondremos un límite de tiempo de caminata y con los descansos necesarios, o sino juro que me ato a un árbol y no sigo.
—Unos fetiches un tanto extraños.
—¡No lo sexualices todo!
—Eres tú es que dices muchas cosas con doble sentido sin darse cuenta.
—No, definitivamente el problema eres tú —suspiró.
Decidieron asentarse en esa parte del bosque. Recogieron un par de cocos para beber y comer algo después de un cansado día e iniciaron un fuego. Aunque por el día hacía demasiado calor, por la noche la temperatura bajaba de forma considerable.
—Nunca recuerdo haber visto tantas estrellas —reconoció Morgan mirando el cielo nocturno—. Bueno, no es como si recordara mucho en realidad.
—En las grandes ciudades no se puede ver nada parecido por la contaminación luminica, estoy segura de que tú eres de una de esas —dijo Jade—. No se te ve como un chico de campo, más bien como un estirado de capital.
—Ni siquiera sé si debería sentirme ofendido —rió Morgan y Jade le siguió.
El chico no tardó en quedarse dormido mientras que Jade se limitaba a mirar el fuego de la hoguera. Su brillo era algo realmente bello, iluminando la oscuridad con unos tonos tan cálidos. Le resultaba tan familiar que sentía como los recuerdos querían llegar a ella sin éxito.
Al final cerró los ojos agotada. Su memoria regresaría cuando tuviera que regresar, no servía de nada darle vueltas. El calor y la luz producidas por el fuego la envolvieron. Las llamas trataban de alcanzar sus más escondidos recuerdos.
/*—————•$•—————*\
Se les había hecho realmente tarde haciendo todas las absurdas tareas que Rex e Infinity les habían obligado a hacer. No solo tuvieron que preparar esas aves para la cena, también les tocó ir a por cocos para conseguir algo de bebida ya que aún no habían encontrado una fuente de agua dulce en esa isla. También arreglaron unos tablones sueltos en una de las cabañas y fueron a pescar.
Lo que hicieron sus otros tres compañeros durante ese día era un misterio para Njord y Athy. Estaban casi seguros de que Rex había pasado casi todo el día encerrado en su cabaña, mientras que Amelia e Infinity habían estado de aquí para allá por la playa, no trabajando, sino simplemente pasando el tiempo.
—Voy a dormir, estoy agotado —dijo Njord una vez pudieron regresar a las cabañas.
—Descansa, mañana nos espera otro día intenso —dijo Athy—. No sé que absurdos trabajos nos pondrán pero no nos darán un respiro tan pronto.
Njord bufó exasperado. Si bien a Athanasia le fastidiaba toda aquella situación era evidente que a Njord aún más. La chica no lo conocía lo suficiente como para poder asegurarlo, pero estaba bastante segura de que el chico era demasiado orgulloso como para aceptar ordenes de otra persona. Era notorio para ella que le gustaba tomar sus propias decisiones y esa convivencia con Remington le fastidiaba a lo grande.
Había ayudado a Njord con varios de los trabajos, le había dado consejos e incluso corregido en algunas de sus acciones sin notar ni la más mínima molestia por esto. Era orgulloso y le gustaba mejorar cada vez más, para lo que era necesario que a veces le corrigieran y guiaran. A veces debía obedecer a otra persona y no tenía problema con ello siempre que estuviera de acuerdo con lo que se le había pedido y sintiera que le aportaría algún beneficio a la larga. Obedecer las ordenes de esos desquiciados no cumplía ninguno de esos dos requisitos.
—Trata de descansar tú también —le dijo Njord y Athy sonrió en respuesta.
Vio a Snio entrar en su cabaña, la suya estaba casi al lado y no tuvo que andar más de dos o tres metros para llegar a la puerta. La abrió entrando al edificio. Antes de poder llegar a cerrarla tras de sí una mano tiró de la puerta abriéndola de nuevo.
—¿Rex? Qué demonios...
—Tenemos que hablar, ahora —su tono y expresión no dejaban opción a negarse.
Athy le dejó entrar a regañadientes para por fin poder cerrar la puerta de su cabaña. No se sentía cómoda con Rex rondando por ahí, así que esperaba que la visita fuera corta. Más que corta, fugaz.
—¿Qué pasa? —preguntó al fin.
—Tu mapa, dámelo.
La chica se quedó sorprendida.
—¿Qué mapa? —era mala mintiendo.
El ceño de Rex se frunció. No se suponía que él supiera de la existencia de ese mapa.
—No me hagas quitártelo por la fuerza, se una chica buena y obediente y dámelo.
Athy tragó saliva con dificultad. No se lo daría ni loca. Tenía que buscar otra solución o forma de salir de esa situación rápido.
—Sé que tienes un mapa de la isla, es el objeto con el que despertaste, igual que yo con esta navaja, Infinity con ese bote de pintura o Amelia y su condenada cuerda —dijo el chico—. Podría hacerte pagar con creces que me ocultaras algo tan importante, pero si me lo das tal vez olvide tu descaro y te perdone.
—No sé de donde has sacado que yo tengo un mapa —siguió con su poco fructífera idea de hacerse la loca—. Te aseguro que yo no tengo nada como eso. Ya sabes que Njord despertó con una libreta y yo con el bolígra...
No pudo terminar de hablar porque Rex la agarró del cuello. La levantó haciendo que solo pudiera tocar el suelo con las puntas de sus pies.
—Te lo voy a repetir porque veo que no estás entendiendo la situación —tanto su voz como su expresión hicieron que Athy temblara de ira y un poco de miedo—. Ese mapa es lo más útil que podría haber aquí y no me voy a arriesgar a que esté en tus manos o las de Njord. Dámelo.
Athanasi no hubiera podido contestar ni aunque quisiera por culpa de la mano que el mayor mantenía al rededor de su cuello. Tampoco se esforzó por tratar de darle una respuesta, su silencio fue suficiente.
Rex perdió la paciencia con ella. Sacó del bolsillo de su pantalón la navaja con su mano libre. Acercó la hoja peligrosamente a su cara.
—Un par de cortes y algunos golpes no es lo peor que puedo hacerte, créeme —siguió hablando mientras le soltaba el cuello para posteriormente empujarla bruscamente contra el escritorio—. Hay cosas mucho peores, sobre todo para ti.
apretó los dientes para no gritar al sentir como le hacía un corte en la mejilla. No se consideraba débil, su fuerza física era suficiente para poder defenderse en una pelea, era dolo que Rex parecía mucho más preparado que ella. Además contaba con un arma que ella no tenía. No estaban en igualdad de condiciones.
—Lo preguntaré solo una vez más, ¿dónde está el mapa?
Dárselo significaba perderlo para siempre. Jamás lo recuperarían de manos de Rex y los suyos. No es como si contuviera localizaciones importantes o sitios con todas las respuestas que buscaban. Aun así como bien Rex había dicho, era lo más útil que tenían en aquella situación.
Pero si lo perdía ahora... La hoja de la navaja se posó ahora sobre su clavícula. Rex ejerció la presión suficiente para hacerle un corte superficial pero doloroso. Trató de resistirse inútilmente, Rex no aflojaba ni un ápice su agarre en ella.
Su pánico era tal que ni siquiera se dio cuenta de que uno de los cajones del escritorio se abrió y cayó al suelo con un sonido estrepitoso. Rex sí que se fijó en él, y al ver un papel en su interior lanzó a Athy a un lado de un fuerte empujón.
La chica cayó al suelo golpeándose fuertemente su brazo izquierdo. Un quejido salió de su boca al contacto con el suelo.
Rex cogió el papel y lo desdobló. Era el mapa que había acudido a buscar. Sonrió satisfecho guardando el papel en el bolsillo de su pantalón. No presto atención a la consternada Athy que seguía tirada en el suelo al salir.
Ya no se sentía asustada, sino enfadada, rebosante de ira. No solo porque había estado dispuesto a sobrepasar la peor línea de todas y luego la había lanzado como a un insignificante animal. No, la gente trataba mejor a los animales de lo que Rex la había tratado a ella cuando vio el mapa en el suelo.
Se levantó para recoger el cajón caído. Se quedó mirándolo fijamente unos segundos eternos. No habían tocado o empujado tanto el escritorio como para abrir el cajón tan bruscamente que hasta saliera disparado al suelo. Había sido demasiado oportuno.
Era como si tuviera un ángel guardián.
༒︎༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༒︎
𝑀𝑖𝑟𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖𝑎 𝑎𝑟𝑟𝑖𝑏𝑎, 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎 𝑎𝑙 𝑐𝑖𝑒𝑙𝑜
𝑀𝑖𝑟𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖𝑎 𝑎𝑟𝑟𝑖𝑏𝑎 𝑦 𝑛𝑜 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒́
𝑂ℎ
𝑆𝑜𝑙𝑜 𝑡𝑜𝑚𝑎 𝑢𝑛 𝑎́𝑛𝑔𝑒𝑙 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎𝑠 𝑎𝑙𝑎𝑠
𝑅𝑢𝑒𝑔𝑎𝑙𝑒 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑜𝑑𝑜
𝑅𝑢𝑒𝑔𝑎𝑙𝑒 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑚𝑎́𝑠
❥︎𝐀𝐭𝐡𝐚𝐧𝐚𝐬𝐢𝐚 𝐋𝐞𝐢𝐥𝐚 𝐆𝐚𝐫𝐝𝐢𝐧𝐞
༒︎༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༄༒︎
Y aquí llega el capítulo 2 con una nueva tanda de presentación de personajes.
Hemos podido ver como no todos los grupos se llevan tan bien, o son capaces de trabajar en grupo, como en el caso de los grupos del capítulo anterior. También hemos podido ver las dudas de Yune acerca de las personas de esa isla y las de Njord acerca de aguantar a sus adorables compañeros.
Poco a poco iré añadiendo los temas de cada personaje al final de los capítulos como ya habéis podido comprobar. Al final del capítulo escojo un par de frases de la canción que siento que van con el personaje, y en la multimedia os dejo la canción completa.
Espero que os haya entretenido y ya nos veremos por el capítulo 3 uwu
~Nova/Dreamer ♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro