𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 5
Sol estaba molesto por la actitud que esos científicos del Proyecto Ark estaban teniendo. Se suponía que debían conseguir cambiar a esos presos, que ya no tuvieran el instinto criminal. Redimirlos.
Sin embargo, eso comenzaba a parecer el espectáculo de un circo. Un reality show. Se limitaban a observar sentados lo que los presos hacían en la isla y a apuntarlo todo, sin intervenir en lo más mínimo. ¡Remington pudo haber matado a Gardine! Y aun así nadie lo impidió.
Lo único que lamentaba de haber actuado para ayudar a la joven era haber metido a Camellia en problemas. Ella no merecía la regañina que le dieron por su culpa. La compensaría trabajando mucho más duro, era una gran mujer que no merecía ese trato por parte de nadie por muy enviados de la ONU que fueran.
Iba de camino a la enfermería donde empezaba su turno de guardia en unos minutos. Pasó por delante de la sala de monitorización donde seguro que Travis y el resto estaban vigilando la isla. Miró la puerta como si en cualquier momento fuera a derretirla con la mirada. Le habían prohibido la entrada a la sala durante la duración del proyecto. En palabras de Aquilina Schiller: no querían más intervenciones innecesarias.
¿Cómo que innecesarias? Salvar la vida a una persona no era innecesario. Sí, eran criminales. Eran asesino, ladrones, estafadores, pero seguían siendo personas. Cualquier vida humana era valiosa, esa era su moral y su ética profesional y humana, por eso optó por hacerse enfermero de prisión en lugar de trabajar en cualquier hospital. Ellos ya cumplían una condena por sus actos en la cárcel. Convertirlos en conejillos de indias por mero entretenimiento ¿no era cometer los mismos errores? ¿No hacia que esos célebres eruditos titulados por las más prestigiosas academias, y colmados de premios, estuvieran al nivel de esos criminales?
Antes de darse cuenta ya había llegado a la enfermería. Pasó su tarjeta de identificación por el lector y esta se abrió de manera automática. Una cámara de seguridad en la esquina superior vigilaba sus movimiento. A pesar de ser un trabajador y no uno de los internos de esa prisión, gracias a las numerosas cámaras se sentía como uno.
Al menos la enfermería, de forma contraria a muchos otros que les provocaba rechazo, le daba un dulce sentimiento de calma. Con sus paredes, suelo y muebles completamente blancos, y los aparatos médicos apagados pero listos para ser usados de ser necesario. Sentía que tenía un absoluto control de cualquier situación allí, que sabría desenvolverse si ningún problema. A diferencia de en el resto de lugares de aquel edificio.
—Buenas tardes —saludó caminando hacia un perchero con varias batas blancas colgadas—. ¿Cómo ha ido la mañana? —cogió una, la suya.
Se puso la bata y sacó un cordón correa del bolsillo. Enganchó su tarjeta de identificación al extremo del cordón, para después colgársela al cuello.
De detrás de un biombo de tela blanco salió otro chico. Tenía una tabla porta papeles en las manos y ojeaba los folios atrapados en ella. Al ver a Sol la llevó bajo su brazo para saludar al chico con una sonrisa.
—Bastante tranquila —admitió—. Solo tenemos a un interno en la enfermería hoy. Ha estado todo bastante tranquilo.
Cronus Fourseason era otro de los enfermeros que trabajaba allí junto a él, Camellia, Skie Blue y Bay Laurel. Entre los cinco se turnaban para las horas de guardia, y cuando había más trabajo podían llegar a estar allí dentro trabajando hasta dos o tres de ellos a la vez. Les tenía un gran cariño a sus compañeros. Camellia había sido una gran jefa y mentora para él, le había ayudado a acostumbrarse al trabajo en la prisión al ser la más reciente incorporación. Skie era como una hermana pequeña, pero que se desenvolvía mucho mejor que él, y era más bien ella la que lo apoyaba cuando trabajaban juntos.
Bay era con quien más horas de trabajo solía compartir. Sus turnos coincidían muchas veces, o cuando él terminaba era Bay el que empezaba su trabajo y tenían algunos minutos para charlar durante él cambio de guardia. Cronus, por otro lado, era con quien menos horas de trabajo había compartido. La mayoría de veces tenían turnos completamente opuestos siendo que el contrario prefería los turnos de noche. Y aun así las pocas charlas que había podido compartir con él habían sido muy agradables.
—¿Qué interno?
Cronus le extendió el portapapeles para que lo viera por sí mismo.
—Syo Kurosaki, del módulo B-3. A tenido una pelea con uno de los guardias, Caleb Stonewall —explicó un poco por encima ya que los detalles podía verlos Sol en los documentos.
—Algunos rasguños y un moratón en las costillas por una patada —Sol suspiró—. Stonewall tiene la mecha corta, se enfada con bastante facilidad y tiende a solucionar los conflictos con los presos a golpes —dejó el portapapeles sobre uno de los escritorio y se apoyó en él para mirar a Cronus—. Entiendo que los presos tienen que guardar respeto a los guardias, pero esta no es forma de solucionar los choques.
—Si cree que después de esto voy a respetarlo va listo.
La intervención de una nueva voz hizo que Sol girara su cabeza a la derecha. Por el biombo no lo había visto antes. Kurosaki estaba tumbado tan campante, como si nada hubiese pasado, en una de las camillas.
No tenía la camiseta de su uniforme de preso puesta y por ello podía ver el cardenal el su costado derecho. Brillaba un poco, seguro que fruto de alguna pomada que Cronus le habría aplicado.
Tenía los brazos cruzados tras su cabeza y los ojos cerrados. Mostraba una despreocupación total que a Sol le arrancó una sonrisa.
—Le hice una radiografía para asegurarme de que no tenía ninguna fractura en las costillas. Cuando me he asegurado de que estaba bien le he puesto algo de crema para los hematomas, a ver si así ese color morado se va pronto —dijo Cronus colgando su bata en el perchero y cogiendo en su lugar una americana—. Como le dolía un poco le ha dado también un analgésico. Con eso debería bastar para que mañana ya no tenga nada. Cuando se encuentre mejor avisa a McArthur y que lo devuelvan a su celda.
Sol asintió y vio a Cronus salir de la enfermería. Tenía tres largas horas por delante él solo en la enfermería, hasta que llegara Skie para acompañarlo. Luego tendría que estar allí otras tres antes de dejar que Skie y Bay se encargarán ellos de el turno de noche ese día.
Se giró para mirar a Syo, seguía con los ojos cerrados y no había vuelto a hablar, pero había pasado muy poco tiempo como para que se durmiera, ¿verdad?
Miró después la montaña de papeleo que Cronus le había dejado pendiente sobre otro escritorio en el fondo izquierdo de la enfermería. Solo de verlo ya se sentía agotado. La mayoría serían revisiones de presos que habría que archivar, informes de los veinte elegidos para el Proyecto Ark y como evolucionaban, y algunos formularios que el alcaide habría enviado.
—Parece que tienes cosas por hacer.
Miró a Syo, ahora tenía los ojos abiertos, pero seguía tumbado. Miraba con indiferencia los papeles de la mesa.
—Deberías dejar de meterte en líos con los guardias, ¿sabes? —cuando Syo se centró en él le sostuvo la mirada— Sé que algunos, en especial Stonewall o Beacons, pueden ser algo insufribles. Aun así, pelearte con ellos no te ayudará. Si dejaras de hacer eso tendrías mayor posibilidad de optar a la condicional por buena conducta.
—No me interesa —volvió a cerrar los ojos.
La sinceridad de aquel chico era envidiable y peligrosa a partes iguales. No era de los presos más problemáticos de la Prisión Imperial, a veces tenía encontronazos con algunos guardias y acababa en la enfermería con heridas menores o en reclusión por algunos días, nunca pasaba a mayores. Incluso fue considerado para el Proyecto Ark junto a algunos otros que, como él, terminaron por quedarse fuera.
Sol le dedicó una última mirada antes de centrarse nuevamente en el montón de papeles. Esperaba poder menguar todo ese montón antes de que llegara Skie, o seguro que la chica diría que había estado escaqueándose del trabajo administrativo otra vez.
¡No era su culpa! Él había estudiado enfermería para atender a personas, ayudarlas como profesional. No para pasar horas frente a un escritorio rellenando y archivando documentos.
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En la isla llegó un nuevo día.
Aitor, Nikolas y Tezcat habían estado preparándose para su inminente marcha de las cuevas. Aunque al principio hubieran estado un poco inseguros, se habían dado cuenta, tras reflexionarlo, que no podían quedarse allí por siempre si querían encontrar una manera de salir.
Nikolas y Aitor habían salido a cazar un poco, también a recolectar algunas frutas para llevarlas como comida de emergencia encima. Debido a que no tenían ningún recipiente o botella no podrían llevar agua. Esperaban no tener problema para encontrar agua dulce una vez fuera.
Tezcat se había quedado preparando algunas flechas más y afilando un par de piedras para que Nikolas y Aitor pudieran usar a modo de cuchillos. Únicamente si se veían en la necesidad de defenderse, por supuesto. Y, aunque Tezcat no lo dijera en voz alta, en el fondo era también como medida de precaución, por si esas personas que encontrarán no fueran del todo... amistosas.
Levantó una flecha ya terminada. Estaba orgulloso del resultado. Se veía mucho más estilizada y útil que las anteriores improvisadas que usaba. Esas seguramente no se desviarían tanto al dispararlas.
Un fuerte dolor de cabeza atravesó su sien.
Se sintió como si le atravesaran la cabeza con una aguja gigante. Soltó la flecha como si quemara y llevó las manos a su cabeza. El dolor apenas duró unos segundos pero fue horrible. Durante ese corto espacio de tiempo una escena se reprodujo en su cabeza como una película.
Aparecía él mismo moviéndose por una selva muy parecida a la de esa isla. Llevaba en sus manos una escopeta, caminaba con lentitud asomándose por un par de arbustos hasta ver a un jaguar y su cría cerca de un riachuelo.
Alzó su arma apuntando hacia los dos animales. Luego, disparó.
Ahí acabó aquel extraño recuerdo. Porque sí, eso debía de ser un recuerdo suyo. ¿El había estado ya en esa isla? No, aunque las vegetación era muy similar y también había jaguares, no parecía exactamente el mismo sitio. ¿Ya se había visto en una situación parecida antes?
Miró la flecha que había dejado caer, confundido, aun sintiendo un leve mareo por el fuerte dolor de cabeza anterior. Ahora más que nunca aborrecía la amnesia que padecía. No tenía ningún sentido que todos allí la tuvieran. ¿Qué estaba pasando realmente? ¿Quién era él? ¿Por qué estaba allí?
—Hemos vuelto —escuchó la voz de Nikolas llegar por el túnel.
Dejó de lado sus cavilaciones y recogió la flecha del suelo apilándola con el resto de acabadas. Poco después Cazador y Makris llegaron cargando un par de pájaros y de pescados. También pudo ver que Aitor llevaba entre sus manos un par de cocos y algunos plátanos.
—Veo que os ha ido bien la mañana —comentó Tezcat obligándose a dedicarles una sonrisa.
No quería que notaran que estaba un poco alterado por ese fugaz recuerdo. No quería que le preguntaran porque se vería obligado a mentir o poner una tonta escusa. No le apetecía compartir por el momento sus preocupaciones en voz alta porque básicamente seguían siendo las mismas que el primer día.
Solo lograría volverlos locos a ellos dos también. Y ahora que iban a marcharse los necesitaba centrados y no preocupados por algo sin arreglo como él.
—Hemos traído todo lo que podíamos cargar —dijo Nikolas orgullosos de su recolección—. Mientras Aitor se ha quedado cazando los pájaros yo he ido a pescar un poco.
—¿Has ido a pescar o a pelearte con los peces? —rió Aitor ante su propia pregunta.
Tezcat notó que Nikolas enrojecía levemente.
—Era mi primera vez pescando, lo he hecho lo mejor que he podido.
—Cuando he llegado estaban tú más mojado que los peces.
El rubio casi se atragantó con su propia saliva por la indignación. Tosió tratando de disimular su vergüenza sin éxito, las orejas rojas lo delataban.
—Eso no es cierto... No del todo.
Ahora que Tezcat se fijaba traía su camisa blanca doblada en un hombro y sus pantalones y camiseta parecían un poco húmedos. Tal vez Aitor no mentía.
No dijo nada, sin embargo, para no echar leña al fuego. Era consciente de la manía de Aitor por buscarle las cosquillas a su compañero.
—Dejadlo todo al lado de la cabaña, con eso no tendremos que preocuparnos por la comida por hoy y mañana —señaló Tezcat y los dos chicos obedecieron—. El resto del día podremos usarlo para terminar las armas y descansar un poco. Es muy probable que, una vez ahí fuera, no tengamos muchas ocasiones de volver a hacerlo.
Mientras que los dos chicos dejaban la comida Tezcat miró las flechas que había estado preparando. Casi toda la mañana invertida en eso y solo llevaba terminadas cuatro. Le gustaría salir de allí mañana con al menos una docena. Si quería lograrlo tenía que esforzarse más. Por no hablar que no había empezado con los cuchillos de Aitor y Nikolas aún.
—Nikolas, ¿puedes ayudarme con esto? —llamó al final al rubio siendo consciente de que sin ayuda no terminaría nunca.
Makris se acercó a él y se agachó a su lado. Miró lo que hacía sin comprender qué debía hacer exactamente.
—Pones esta piedra sobre esta otra, la grande plana —señaló ambas viendo como el chico le obedecía tomándolas con un cuidado que le pareció gracioso—. Y ahora con esa otra golpeas esta. Tienes que ir dándole una forma puntiaguda, de cuchillo —trató de explicar de forma sencilla—. La piedra con la que golpeas tiene mayor dureza que la que es golpeada. Por eso se irá rompiendo poco a poco y esa no. Es como esculpir.
Nikolas no se veía muy seguro de eso. Era como un niño que cogía un cuchillo para pelar una patata por primera vez. Tezcat no pudo ocultar su sonrisa divertida.
—No te preocupes si haces algo mal, cuando termine con las flechas yo mismo las repasaré. Es solo para ir avanzando.
Eso pareció aliviar a su compañero. Cuando golpeó por primera vez ya no se veía tan rígido e indeciso. Se desenvolvía mejor de lo que Tezcat había esperado.
—Bueno, mientras que vosotros os ocupáis de eso yo iré a vigilar fuera —dijo Aitor cogiendo los prismáticos que principalmente usaba Nikolas—. Puede que vuelva a ver el humo de ayer, o incluso algún otro indicio de que allí fuera haya alguien más. Tampoco estaría de más vigilar a los gatitos de ahí fuera.
Tezcat asintió ante lo dicho. Vio a Aitor volver al complejo de túneles para ir al exterior mientras que Nikolas seguía concentrado en su trabajo.
Sintiendo que ya no se tenía que preocupar más por sus compañeros se centró en su propio trabajo. Cogió una nueva flecha, de las que aún no habían sido perfeccionadas, y separó la punta de la vara de madera. Usaría la propia punta de flecha para ir cortando la vara y retocándola un poco.
Entonces un nuevo flash llegó a su cabeza, acompañado de un nuevo agudo punzazo en su sien. Este dolió menos que el anterior, pero aun así le molestó por unos segundos.
La imagen que le había llegado era de una habitación, parecía un sótano, y estaba lleno de jaulas.
¿Qué era ese sitio? ¿Que clase de recuerdos le estaban regresando?
—¿Estás bien? —esta vez Nikolas se había dado cuenta del extraño movimiento.
—Si, es que me he cortado sin querer —sin que el rubio se percatara hizo un suave corte en su dedo índice con la piedra y se lo mostró—. Ten cuidado, no seas igual de torpe que yo.
No podía dejar que Nikolas empezara a sospechar que algo andaba mal. Era demasiado listo y observador para creerse una escusa cualquiera.
—Tú te haces un pequeño corte, yo capaz y me quedo sin dedo —rió Nikolas sabiendo que, aunque lo dijo en tono de broma, era muy capaz de hacer que sucediera.
Tezcaz sonrió volviendo a centrarse en su trabajo. No era un corte muy aparatoso, así que en poco dejaría de sangrar. De todas formas eso no era lo que le preocupaba. Tenía que dejar de lado todos esos recuerdos segmentados y centrarse en lo que era importante en ese momento.
Ya habría tiempo de pensar en su amnesia remitente.
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El grupo de Yune ya había emprendido el camino. Ambas chicas propusieron la noche anterior al grupo ir al islote del este a explorar un poco. Quedarse todo el tiempo en la misma zona no ayudaría mucho. Maxim y Hocus parecieron conformes con la idea, un lugar nuevo sería encontrar nuevas formas de competir. Porque sí, esos dos usaban cualquier cosa como escusa para ver quien lo hacía mejor, era más rápido o podía terminar antes. Desde cazar o pescar hasta simplemente ir a por algo de agua o unos cocos.
Nadie les dijo nada puesto que así al menos se entretenían y ayudaban en el campamento. También le daban más tiempo a las chicas para planificar ese nuevo objetivo suyo.
Por otro lado, aunque Darko no había dicho nada en contra de marcharse, si que se veía algo menos conforme que él resto. No, conforme no era la palabra, Yune lo definiría más bien como que estaba preocupado.
No le apetecía demasiado hablar con él después de la extraña conversación que habían tenido el día anterior. «¿No llegaron él y Maxim del este el día que nos encontraron?», estaba segura de ello e intuía que la inquietud de Markovic tenía algo que ver con eso.
Desvió su mirada a Maxim, caminaba hablando con Hocus, Darko estaba cerca de ellos, tan solo unos pasos más a la derecha. Intervenía en la conversación de los dos chicos solo cuando Maxim le preguntaba algo. Tendría que preguntarle a él si quería saber.
No sabía si Millennium le contaría algo de utilidad, o si siquiera le diría la verdad, pero había que intentarlo.
—Dame un segundo —le dijo a Glacia, que caminaba a su lado, antes de acercarse a los dos chicos.
Glacia la miró curiosa, vio como se metía entre Sesame y Millennium, centrando su atención en este segundo.
—Maxim, ¿puedo preguntarte algo? —le habló Yune en un tono bajo, no quería que Darko escuchara.
¿Aunque, qué era exactamente lo que no quería que escuchara? Tampoco iba a preguntarle algo que fuera un secreto de estado.
—Técnicamente ya lo has hecho —fue la respuesta que descolocó un poco a Yune, Maxim rió—. Es broma, solo dime.
—¿Dónde aparecisteis tú y Darko al despertar en la isla?
Hocus alzó una ceja y ella solo ignoró su mirada inquisitiva.
—Justo a medio camino entre la isla principal y el islote del este —no se lo pensó mucho, lo que sugería que era sincero—. ¿Por qué?
—Bueno, eso significaría que sois los que más cerca habéis estado de allí... ¿no visteis nada? No sé, algo que nos diera algunas pistas de lo que puede haber. ¿Por qué fuisteis hacia la isla principal en lugar de hacia el este?
—Esto me suena a un interrogatorio...
Las palabras de Maxim, un poco más altas que las anteriores, llamaron la atención de Darko. Aunque esa era una preocupación menor para Nakajima después de ver la mirada sombría de Maxim.
Se sintió intimidada, un escalofrío recorrió su columna al mirar a sus ojos. Sintió que Hocus a su lado se ponía en guardia, atento a cualquier movimiento que ella hiciera.
—...Y no me gustan —terminó su frase.
La mano de de Darko sobre el hombro de Maxim hizo que esa mirada desapareciera. Darko mostraba una tranquilizadora sonrisa que hizo que Maxim también sonriera.
—¿Qué quieres saber exactamente? —preguntó entonces el peliazul.
Yune se había quedado sin palabras. Carraspeo recuperando la compostura y la voz, sintiendo la boca seca.
—Si sabéis algo del islote y por qué tomasteis el camino que tomasteis.
Darko asintió y volvió a mirar a Maxim como indicándole que no pasaba nada.
—Hay algo allí, y eso es lo que me tiene preocupado —admitió finalmente.
Glacia, quien se había mantenido unos pasos por detrás del grupo, se reunió con ellos al escuchar hablar a Markovic.
—¿A qué te refieres con que "hay algo allí"? —cuestionó Vessal—. ¿Qué visteis?
—Ver como tal no vimos nada —negó Darko—, pero si lo escuchamos. Rugidos. Rugidos provenientes del islote. Parecía que había bestias allí.
—Entre una isla que parece tranquila y otra donde parece haber algo peligroso... la decisión estaba clara —dijo Maxim.
—¿Y por qué no nos lo dijisteis antes? —Glacia se veía alarmada, Yune la calmó para poder retomar la palabra.
—La verdad es que hubiera sido un detalle, no voy a mentir —asintió la albina.
—Porque no estamos seguros. Solo lo escuchamos una vez, y estábamos alterados por acabar de despertar, no saber donde estábamos y tampoco recordar nada —se defendió Darko.
Yune se quedó callada y pensando unos segundos. Poniendo sus ideas en orden. Tratando de decidir cual sería la mejor opción ahora que tenían esa nueva información.
Cabía la posibilidad de que Darko y Maxim se hubieran equivocado. Que la confusión y el pánico del momento les hiciera confundía algún sonido, o que incluso se lo imaginara. Pero si de verdad había algo en el bosque solo Pocus y Maxim tendrían con qué defenderse, unas piedras afiladas que habían usado en algunas de sus sesiones de caza y pesca. Las que usaban para quitar la piel de los animales y cortar la carne.
—Bordearemos —dijo entonces—. Si de verdad hay algo ahí no podemos arriesgarnos. Iremos por la costa, vigilaremos los alrededores y regresaremos al campamento. Vamos a tener que aumentar nuestra defensa para entrar al corazón de la selva.
Todos parecieron estar de acuerdo.
Yune volvió a disminuir el ritmo para queda unos metros por detrás de los chicos. Glacia la imitó quedándose a su lado.
—¿Crees que hablaban en serio? Sobre el rugido de bestias en la isla —Glacia no se veía muy convencida.
—Es muy posible que haya depredadores en la isla dado que hay jabalíes y liebres de un tamaño considerable. No creo que los lagartos o los albatros que a veces vuelan sobre la isla sean los responsables de mantener la población de esos animales a raya.
—Entonces el dilema está en saber cuantos de esos animales hay.
—Y dónde.
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El sol seguía bajando, el cielo ya tenía profundos matices anaranjados, estaba atardeciendo. A pesar de que se fueron de las cabañas cerca de la media noche, y ya habían pasado casi 24 horas, el paisaje que los rodeaba no había cambiado demasiado.
Njord había podido ubicarse gracias a la posición del sol, había seguido las indicaciones de Athy y solo habían parado a descansar cuando la fatiga era demasiada o para beber agua y comer. El chico no sabía a donde se dirigían exactamente. Athanasia tampoco sabía decir demasiado. Solo sabían que de toda la isla solo el lugar al que se dirigían parecía ser un lugar destacable, al menos que ese mapa mostrara.
—¿Crees que queda mucho? —preguntó Njord en una de las últimas paradas que habían hecho.
Encontraron un pequeño arrollo que corría entre las rocas de un montículo. Athy se había sentado en una gran roca y estaba masajeando sus pies. Caminar por la selva sin el calzado adecuado complicaba la tarea.
—Deberíamos de estar cerca —Athy levantó la cabeza, no sería bueno que la noche los volviera a pillar en medio del bosque—. El mapa no tenía una escala con las distancias pero no debería de estar a más de un día o día y medio de camino desde donde nosotros estábamos.
—Además, casi no hemos parado de caminar, y hemos ido a un ritmo rápido —reflexionó el chico—. ¿Crees que nos hemos desviado?
Gardine no supo que contestar. No lo creía muy probable, pero de ser posible lo era. El claro no parecía tan grande, así que si se iban demasiado al sur o al norte se lo podían pasar de largo.
—Sigamos un poco más —Athy se puso de nuevo las deportivas—. Si cuando se haga de noche no hemos llegado descansaremos. Por la noche de todas formas no se ve demasiado, podríamos no ver el sitio a pesar de tenerlo frente a nuestras narices.
Njord asintió de acuerdo. Prosiguieron su camino esquivando árboles, rodeando pequeñas colinas y hasta cruzando algunos riachuelos. La luz del día iba menguando con las esperanzas de ambos jóvenes de encontrar el claro ese día.
Njord estaba a punto de dar por finalizada la caminata cuando, para su sorpresa, Athy echó a correr. Estaba confundido, no entendía la reacción de la chica. Podía ser peligroso separarse cuando la noche estaba a punto de caer.
—¡Athanasia, espera! —gritó antes de echar a correr también tras ella.
Athy frenó, llegó a una amplia parte de la selva que no tenía tantos árboles y plantas por medio. El claro que habían estado buscando. Y en medio de este... algo que nunca esperaron encontrar en aquella isla.
—¿Qué demonios es eso? —preguntó Njord en lo que fue casi un balbuceo por la sorpresa.
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𝑉𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑦 𝑠𝑖𝑒́𝑛𝑡𝑒𝑡𝑒 𝑣𝑖𝑣𝑜, 𝑎𝑚𝑜𝑟
𝑉𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑦 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟
𝐺𝑟𝑖𝑡𝑎𝑙𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒
𝐿𝑜 𝑔𝑟𝑖𝑡𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑝𝑢𝑑𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟
𝑁𝑜 𝑣𝑜𝑦 𝑎 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟 𝑣𝑒𝑟𝑔𝑢̈𝑒𝑛𝑧𝑎, 𝑚𝑎𝑑𝑟𝑒
¿𝑃𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑟𝑜𝑚𝑝𝑒𝑟 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑑𝑒𝑛𝑎𝑠, 𝑎𝑚𝑜𝑟?
𝐺𝑟𝑖𝑡𝑎𝑙𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒
𝐴ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑣𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑒𝑠 𝑢𝑛𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒
❥︎𝐍𝐢𝐤𝐨𝐥𝐚𝐬 𝐌𝐚𝐤𝐫𝐢𝐬
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Bueno y aquí tenemos la primera escena que incluye nuevos personajes fuera de los chicos de la isla y los encargados del Proyecto Ark. Habrá más escenas como esta que serán importantes para ir explicando ciertas cosas. Así que pronto aparecerán los OC que restan y que tendrán un papel como trabajadores.
Aprovecho para avisar que la semana que viene regreso con una actualización de Rapsodia. Esa será la historia que actualice el próximo jueves.
También, y como última anotación, decir que en los próximos días inauguraré un nuevo blog. Así que se vienen algunos retos y cosillas interesantes por ahí ewe
~Nova/Dreamer ♥
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