navidad.
advertencia;
muerte de personaje, homofobia, ataques de pánico, mención a trastorno de depresión, mención a pastillas antidepresivas, navidad themed :)
felis sambalentí n
Cuando JeongGuk llegó al instituto aquella mañana, no se imaginó ser recibido por la algarabía, la multitud que no entraba al edificio: policías, alumnos, profesores esperaban nerviosos en la puerta del lugar. La nieve caía apacible en la plaza de al frente, donde se reunían sus compañeros de todos los cursos, creando una ilusión de azúcar flor y una temperatura mínima que hacía temblar a todos los presentes. Avanzaba por el lado de la plaza, tras los árboles que protegían a los adolescentes de la nieve, se arropaba insistentemente en su abrigo verde neón y dejaba las huellas de sus zapatillas plasmadas en el blanco y suave piso. Buscaba a sus amigos, extrañado y con un mal sabor de boca, un mal presentimiento apoderándose de él. ¿Dónde estaría él? ¿Qué había pasado? Mordió su labio justo al momento de encontrar a su grupo de amigos, los cuales estaban parados en círculo, conversando en voz alta como todo el mundo.
El pueblo no era grande, y oculto entre las montañas, daba la impresión de estar varado en el tiempo, y tal vez por eso a JeongGuk le bajó la impresión de, quizás, estar encerrado repentinamente en una mala historia de suspenso: todos a su alrededor parecían curiosos y miraban de reojo a la entrada del instituto. El director apareció desde dentro del mismo, claramente perturbado y con el rostro más pálido de lo usual. JeongGuk se acomodó entre sus dos mejores amigos, NamJoon y SeokJin, intentando ponerse al día con el tema de conversación.
— Yo digo que es una tontería: nunca pasa nada importante aquí. ¿Cómo diablos llegaría una bomba al instituto? — preguntaba retóricamente Roseanne, una chica de rasgos dulces y flequillo castaño oscuro. La muchacha era una amiga cercana, puesto que se sentaba con NamJoon en clases de Química Avanzada, y por la misma cercanía varios le contestaron de vuelta al mismo tiempo.— Ay, NamJoon hyung...
— ¿Por qué dices hyung si eres una chica?
— Cierra el pico, HoSeok.
— ¿Qué pasó aquí?
Lo último fue dicho por el mismo JeongGuk, quien no podía más con la curiosidad. Todos sus amigos lo miraban de vuelta, desde HoSeok con su suéter arco iris hasta Mina la de cabello rubio desteñido. De repente se sentía más pequeño que todos y fuera de lugar, pero el mismo HoSeok le respondió con una expresión sombría en su rostro, algo que no era muy común en él, el muchacho de sonrisa eterna y chistes que alivianaban cualquier ambiente. Bueno, cualquiera menos éste:— De eso mismo estamos hablando, Gguk. Nadie aparte de la policía y algunos profesores sabe bien qué está pasando. Lo que sí se sabe es que pasó en el sótano y que es grave, porque vino hasta un equipo forense desde la ciudad, y eso no pasa nunca.
— TaeHyung, ¿dónde está TaeHyung? Su padre debe saber, es policía. — interrumpió Mina, completamente preocupada y quizás un poco más de la cuenta.— Dios santo, si se apareciera luego... tal vez encontraríamos respuesta a toda ésta confusión. ¿Sabes dónde está TaeHyung, Gguk ah?
— No... — murmuró JeongGuk en una voz baja que usaba sólo cuando se sentía cohibido. Frunció el ceño, mirando por encima de la cabeza de Roseanne hacia el instituto. Los policías entraban y salían, completamente desfasados y cansados a pesar de la hora, el director se pasaba un pañuelo de hilo por su frente y calva brillante. Aún no aparecía el sol por completo y los faroles iluminaban tenuemente la situación, dándole un aspecto terrorífico al asunto: JeongGuk sentía unos nervios bastante importantes en su pecho, nervios que comenzaban a irrumpir en su respiración. Sobre todo cuando pensó en lo peor;— Y ¿han visto a JiMin?
— No responde el teléfono. — respondió Lalisa, quien era amiga cercana del nombrado y mantenía una expresión turbada, difícil de descifrar para desconocidos, en su pequeño rostro. La tensión comenzaba a apretarle el cuerpo a los presentes, quienes de repente estaban en silencio, un milagro entre tanta gente que hablaba sin cesar. Al lado de ellos, TaeYong de la clase menor discutía acaloradamente con Huening Kai sobre lo que pudiera ser la causa de tanto revuelo, una ChaerYeong se paseaba nerviosa entre los presentes, seguida de YuNa, SooBin y RyuJin. Tantas personas mareaban a JeongGuk, a quien le gustaban los espacios abiertos con poca gente, pero no se movió de su sitio, más preocupado por lo que hubiera sucedido al interior del edificio.
El sol aparecía lentamente desde detrás de las montañas, llenas de árboles invernales que parecían miniaturas de galleta cubiertas de azúcar glas, y el frío los hacía temblar cada vez un poquito más, sobre todo cuando la gélida brisa se paseaba por sus rostros entumecidos y rojizos. JeongGuk ni siquiera sentía la nariz a aquellas alturas, lo cual no sabía si le gustaba o simplemente no le importaba, porque de verdad le preocupaba más lo que estaba pasando al interior del instituto. Roseanne habló de nuevo sobre las posibilidades de que no fuera un aviso de bomba, y NamJoon la apoyó diciendo que si fuera una bomba no se deberían haber tardado tanto en desactivarla, teniendo en cuenta que los forense estaban ahí desde hacía bastante rato. Jennie y Lalisa susurraban cosas entre ellas, sin dejar de mirar a los profesores y al director, HoSeok parecía curioso y fruncía el ceño en claro signo de preocupación.
De repente, uno de los profesores subió las escaleras que daban a las enormes puertas dobles del instituto, y sosteniendo un megáfono, llamó a la atención de sus alumnos;
— Buenos días, pequeños. Sé de sobra que esto puede ser bastante preocupante pero les pedimos que por favor regresen a sus casas. Hoy se suspenden las clases, quedan libres. No podemos decirles nada, así que rogamos comprensión. Tengan felices Navidades y el mejor año nuevo posible, considerando las circunstancias. — dijo, la voz haciendo eco en el lugar y haciendo el silencio entre los demás cuando terminó de avisar lo correspondiente. El profesor Choi apagó el megáfono y se dio media vuelta, la ansiedad de sus alumnos creciendo constantemente como la espuma y causando un estallido de voces indignadas mientras el pobre profesor simplemente ingresaba al instituto, seguido de sus compañeros de trabajo y el director. Este parecía más conmocionado que nadie, y mientras cerraba la puerta del lugar tras él, sus manos temblaban y llevaba el pañuelo a sus labios delgados.
JeongGuk fruncía el ceño en señal de indignación, justo en el momento en que TaeHyung aparecía a la distancia con el paso apurado: si fuera un día de clases normales, estaría atrasadísimo, pero se dio cuenta pronto de la situación ante la conmoción y la multitud reunida en la plaza y las inmediaciones del instituto. Se unió pronto al grupo en círculo, siendo recibido con expresiones de enojo y profunda duda.
— ¿Qué sucede? — preguntó a modo de saludo, con la respiración acelerada. JeongGuk le saludó con la mano, Roseanne con una inclinación de la cabeza.— ¿No saben aún lo que pasó?
— No, pensábamos que tú sabrías, siendo hijo del policía... — respondió NamJoon, mirándolo a los ojos. JeongGuk hizo lo mismo, un tanto sorprendido de que TaeHyung no supiera las andadas de su padre. Y es que el muchacho siempre estaba al pendiente de lo que el jefe de policía supiera, ya fuera a escondidas del mismo o preguntándole directamente lo que pudiera pasar. El chico siempre estaba enterado de lo que pasaba en el pueblo, era extraño que algo pasara y él no tuviera respuesta: aquella extrañeza le dio más mala espina a JeongGuk, pues significaba que algo más grande y peligroso estaba pasando.
Lamió sus labios, de repente todos miraban al hijo del jefe de policía, expectantes a una explicación. TaeHyung la dio sin titubeo alguno, demostrando sin palabras que estaba diciendo la verdad;— Papá salió hoy temprano por la mañana, no dijo absolutamente nada: estaba apresurado. En realidad creo que me dijo algo, pero anoche me acosté tarde y estaba demasiado adormilado como para prestarle atención. Tal vez me dijo que no viniera..
— ¿Sabes dónde está JiMin?
La pregunta de JeongGuk lo dejó desconcertado, a él y a sus amigos, quienes lo miraron como si le hubiera asomado una segunda cabeza desde la sien. NamJoon quería responder pero de la sorpresa apenas podía articular palabra alguna. El mal presentimiento dentro de JeongGuk creció, apoderándose de su sudadera verde neón, haciéndolo temblar levemente por la insistencia de su sentimiento. Los demás aun no respondían, mientras que de fondo los estudiantes se alejaban del lugar para irse a sus casas, quizás a pasarla bien en el día libre. Al fin y al cabo, era el último día antes de las vacaciones de Navidad.
— No, no... ¿Por qué preguntas?
— Hay algo que me dice... lo que sea que esté pasando dentro del instituto, tiene que ver con él. Anoche me llamó asustado pero su padre me habló a mitad de la llamada. — se explicó JeongGuk, recordando la tensa llamada de la noche anterior. Recordaba estar acostado en su cama, disfrutando de una tarde sin deberes, cuando el teléfono vibró a su lado, cortando de repente la música navideña que escuchaba.— Fue rápido. Su padre me dijo que estaba teniendo un ataque de pánico, una alucinación, pero me cortó antes de que pudiera preguntar algo. Pensaba en hablarle hoy, preguntarle si estaba mejor, porque no se escuchaba como un ataque leve o algo similar.
El silencio se hizo, Jennie y Roseanne se miraron asustadas y NamJoon arrugó el entrecejo de nuevo, pensando. No era una vista muy extraña, pues NamJoon siempre pensaba en lo que pudiera estar sucediendo detrás de bambalinas, casi siempre adivinándolo por adelantado. Pero esta vez no pudo responder nada, cada segundo que pasaba era un segundo más de silencio, un segundo más de no entender qué pasaba en absoluto. JeongGuk tampoco entendía muy bien qué estaba sucediendo, pero realmente no tenía un buen presentimiento sobre aquello.
— Estás uniendo cabos de manera apresurada. Quizás sea un aviso de bomba y les está costando sacarla, nada más. — habló Lalisa, insistente con su teoría de la bomba. Roseanne le dio un codazo y Mina puso los ojos en blanco, todos comenzando a caminar en grupo.— ¿Qué? Es lo más probable.
— Nunca pasa nada interesante aquí, Lisa. — dijo de nuevo la muchacha de flequillo a su lado, ganándose un asentimiento por parte de Mina y Jennie. Avanzaban lentamente, enfrascados en la discusión por completo y cruzando la calle que daba hacia el sector turístico del pueblo. Aquel estaba plagado de agencias de caminatas deportivas, alpinismo y comercio general, los cuales estaban cerrados a esas tempranas horas de la mañana. El sol comenzaba a bañar los alrededores, por fin asomándose tras los inmensos cerros.
— Esto está completamente fuera de lo común. Hay que pensar en que sí, puede ser cualquier cosa increíble. Es decir, habían equipos forense, el director estaba claramente afectado...
JeongGuk no escuchó más. Sólo los siguió camino al local de comida rápida del pueblo, cabizbajo y sin entender muy bien lo que sucedía. Entendía que era algo grave, pero estaba igual que los demás en cuanto a sacar conclusiones, quizás un poco más apresurado debido a la llamada de la noche anterior, pero prefería preocuparse de más y ser un tanto precavido. Mientras entraban al local de comida rápida, el único abierto en esas horas de la mañana, y se sentaban en una de las bancas acolchadas, no podía dejar de pensar en que JiMin estaba en peligro, que quizás le había pasado algo grave.
Lo peor es que no estaba equivocado en absoluto.
★
El día pasó causando revuelo entre los habitantes del pequeño pueblo de Jeongseon, lento y tortuoso: estaba en boca de todos lo que estaba pasando al interior del instituto, y pronto los rumores se esparcieron como la pólvora. Los policías no declaraban nada en absoluto, parecían hacer su trabajo en el más grande y ominoso de los silencios. Como no decían nada, pronto todo comenzó a salirse de las manos, llegando a rumores de infiltración de terroristas hasta asesinato de alguno de los alumnos. Éste último rumor le ponía los pelos de punta a JeongGuk, quien quería estar al tanto de todo lo que pudiera pasar mientras paseaba con sus amigos en un burdo intento por calmarse a sí mismo y a sus pensamientos desordenados y alterados por tanta confusión.
No, era demasiado impensable que las cosas pudieran ser tan extremas. Eso se repetía mentalmente una y otra vez, mientras bebía de su lata de Coca-Cola e ignoraba la conversación que sus amigos mantenían. Caminaban hacia la zona residencial del pueblo, codo a codo con TaeHyung, este hablando con HoSeok animadamente sobre el videojuego del año, algo que a JeongGuk le interesaría un montón en una situación normal, pero ahora no. Ahora estaba preocupado por lo que estuviera pasando al interior del instituto. La pequeña vocecita de su cabeza lo distraía del mundo, le decía que las cosas estaban por tornarse muy turbias para el pueblo. Y eso no le agradaba en absoluto.
— Y entonces le dije 'no me toques el pie, fetichista', ¿y puedes creer que fue lo suficientemente descarada como para intentar lamérmelo? Es mi prima, santo cielo, ¡mi prima es fetichista de pies! — exclamó TaeHyung, haciendo reír a sus amigos, especialmente a HoSeok. Espera, ¿no estaban hablando de videojuegos? Quizás las cosas estaban pasando muy lentamente para JeongGuk, quien desorientado, se detuvo en la acera.
El sol caía perezoso y lejano conforme pasaban los minutos, la iluminación ámbar bañaba los alrededores, las gigantes colinas plagadas de pinos y árboles nativos. TaeHyung se detuvo y miró hacia atrás, donde su amigo parecía absorto en su mundo. HoSeok le copió, los tres quedando atrás del grupo más grande de amigos. JeongGuk lamía sus labios, indeciso, comenzando a hilar un plan que parecía salirse de control absolutamente, y alzando así la mirada hacia sus amigos, decidido, con el ceño arrugado en decisión plena. Los dos amigos adelantados se miraron, luego a su menor, hablándose sin necesidad de palabra alguna y pasmados ante este sin resquemor alguno. El cabello rojo de TaeHyung brillaba con fuerza, siendo agitado por el mismo viento que revolvía los de sus dos amigos, castaños y cobrizos.
— ¿En qué piensas, Gguk? — preguntó temeroso HoSeok, un tanto asustado, antes de que pudiera decir algo.— No me digas que sigues pensando en JiMin...
— Necesito saber qué es lo que está dentro del instituto.
El silencio se hizo. La misma brisa de antes se transformó en un viento que enredaba la cabellera larga de JeongGuk, sus mechas onduladas corriendo con el gélido aire de invierno que amenazaba con dejarlos congelados si no se movían pronto. Mordió su labio inferior ante las miradas que nuevamente se dedicaron sus amigos, los cuales parecían cada vez más preocupados por él. Santa mierda, ¿es que no se les hacía extraño? ¿Acaso no podían entender la preocupación de JeongGuk por... su 'amigo'? ¿Se preocupaban siquiera por el más bajo del grupo? Parecía que no, eso le hervía la sangre en rabia.
— Oye, si quieres saber dónde está JiMin deberíamos ir a preguntarles directamente a sus padres, ¿no crees que sea lo más sensato? — apuntó TaeHyung mientras HoSeok asentía fervientemente con la cabeza. JeongGuk tragó saliva y desvió la mirada, concentrado en lo que tenía que decir y cómo podría hacerlo, pero su amigo pelirrojo abrió la boca por él;— Sientes que JiMin tiene que ver con todo ésto, ¿no? Bueno, no te culpo, las piezas encajan completamente, pero... ¿no te parece mejor ir primero a donde sus padres?
— Quiero actuar lo más pronto posible.
— JeongGuk, no vas a querer meterte en el instituto ahora, ¿no?
Las palabras de HoSeok hicieron que el nombrado lo mirara directamente a los ojos, instalando miedo en cualquier persona cuerda, con dos dedos de frente: el muchacho tenía una manera de observar sus alrededores bastante fría y calculadora cuando estaba demasiado metido en sus ideas, irónicamente. Ambos chicos intercambiaban miradas de manera violenta, aunque JeongGuk era el que violentaba a HoSeok con sus ojos oscuros y profundos, demandantes por llevar la batuta en la situación. El muchacho de mechones rojos avanzó hacia JeongGuk y puso una de sus grandes manos sobre el hombro trabajado de su amigo, demandando su atención con la misma agresividad que JeongGuk demostraba y HoSeok parecía no querer devolverle con algo más que no fuera temor.
— Oye, primero vayamos a la casa de JiMin. De seguro hoy no pudo estar en el insti por el ataque de anoche, vas a ver que está mejor, ¿dale? — intentó calmarlo, pero JeongGuk suspiró con el entrecejo arrugado, bajando sus ojos hacia la acera, cubierta de escarcha que no parecía querer derretirse en ningún momento. Tenía la sensación de que, con el frío que hacía, daría un paso y el hielo se formaría de repente bajo sus zapatillas, haciéndole caer de espaldas.— Tranquilo. Yo también he estado preocupado pero de seguro no pasa nada.
— Sí, ya verás que todo pasará y no será más que un mal recuerdo. Uno del que podrás reírte en un futuro próximo.
— Exacto.
JeongGuk alzó la mirada, sus oscuros azabaches brillando en derrota y dolor absolutos, para luego asentir con la cabeza, sin palabra alguna. Sacó su teléfono para mensajear al grupo de amigos, viendo que había recibido un mensaje de sus padres. Ignoró ambos textos y se metió de inmediato al grupo, mientras comenzaba a caminar en dirección a la casa de los Park.
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jenjen( '◡‿ゝ◡')
ya pero no te robes mis papas
rose✿
papi no te robes mis papas dijo la marceline
olivia hyeju୧( ˵ ° ~ ° ˵ )୨
hola me llamasteeds
chicos, vamos a la casa de jimin
rose✿
así que por wso se alejaron :0
suerte hyung :3
de seguro está bn
namjoon muslos d ángel
Cuídense, por favor
Dicen que hay un asesino suelto
mina。◕‿◕。
y t crees eso?????
mis viejos dicen lo mismo pero
son súper exageradosss
seokjin(◍•ᴗ•◍)
Hola, no fueron al insti al final?
Supe que no habían clases hoy
pasó algo
voy a entrar en la noche
taete( ╹▽╹ )
QUE!?!??¿???
╚════════════════════════╝
— Oye, jamás me dijiste eso.
— Toca la puerta, mierda.
— Pero...
— La puerta. Después hablamos lo otro. — insistió HoSeok, en un burdo intento por terminar con todo el asunto lo más pronto posible. JeongGuk suspiró y tocó la puerta de la casa de los Park, ganándose así por fin el silencio de sus dos amigos.
Pasaron algunos segundos antes de que se escucharan pasos, momentos en los que los tres chicos esperaron con un nudo en la garganta y los nervios a flor de piel. La puerta comenzó a abrirse mientras ellos temblaban un poco, de repente teniendo el peor de los presentimientos. TaeHyung pensaba en que quizás JeongGuk tenía la razon, quizás el chico no estaba siendo exagerado, no estaba saltando a conclusiones antes de unir cabos. No, lo más probable es que estuviera totalmente en lo correcto. Miró a HoSeok, quien estaba parado al lado de ellos con una expresión indescifrable en su rostro lozano, los labios quietos y los ojos sin brillo. Como si estuviera pasmado.
La puerta se abrió, revelando al señor Park con los ojos hinchados tras los anteojos de montura fina y rectangular. Llevaba el cabello desordenado a pesar de tenerlo lleno de gel seco, la ropa desaliñada, como si llevara puesto lo mismo del día anterior, y sus rasgos aniñados parecían ensombrecidos por una emoción indescriptible. Como si hubiera envejecido de golpe. A JeongGuk se le formó otro nudo en la garganta, algo le cayó hondo en el estómago cuando recibió la mirada del hombre cansado que era el padre de JiMin.
— ¿Hola?
— Hola, señor Park. — saludó TaeHyung, rápido al hablar antes que sus amigos. Los cuatro quedaron en un incómodo silencio, en el que sólo se pudo escuchar la forma en que el señor Park se sorbía la nariz fuertemente. JeongGuk quiso hablar pero fue interrumpido por TaeHyung quien, de nuevo, tomaba la palabra en la ansiedad de ver que nadie hablaba.— Se ve terrible... ¿Pasó algo?
— JiMin... Mi niño... — musitó el señor Park, bajando la mirada al suelo con una nostalgia y tristeza tremendas.— No aparece.
Parecía estar inmerso en un trance. A JeongGuk se le hizo algo extraño pero prefirió no hablar, viendo que TaeHyung sacaba a flote sus habilidades de detective para sonsacarle información al hombre, preguntándole más cosas a las que el padre no respondía o negaba responder. Era incómodo y triste ver la desesperación en ambos crecer lentamente, curioso también puesto que HoSeok rodeaba la escena en un burdo intento por entender al señor Park. JeongGuk mordía su labio inferior una y otra vez, recordando la promesa de la tarde anterior y sintiéndose culpable.
— Pero... usted... ¿no habló por teléfono con JeongGuk anoche?
La pregunta de nuevo no le sacó palabras al señor Park, pero ahora su mirada era de confusión profunda, como si algo no cuadrara de repente. La expresión de HoSeok de nuevo se tornó indescifrable, mientras que JeongGuk paseaba sus ojos por la escena hasta llegar nuevamente al señor Park: ambos se intentaron hablar sin palabras mientras, lentamente, el hombre negó con la cabeza, como obligándose a sí mismo salirse del trance. TaeHyung y HoSeok intercambiaron miradas, el primero intentando luego unir a JeongGuk al momento y fallando rotundamente cuando este, ahora con el rostro igual de ensombrecido que el señor Park, cerró los ojos y soltó un suspiro que parecía ser de derrota.
— Está bien, muchas gracias por aclararlo, señor Park. — agradeció JeongGuk, hablando por primera vez en la situación y haciendo una reverencia de noventa grados. Implícitamente sus amigos entendieron que también debían hacerla, y repitieron su acción con cierto miedo instalado en los temblores de sus cuerpos. No caía nieve de nuevo, ellos tiritaban definitivamente por la expresión de JeongGuk. El señor Park cerró la puerta de su casa suavemente, perturbado, y el menor de los tres se dirigió de nuevo hacia sus amigos, con el entrecejo arrugado en una decisión hecha por rabia.— Vamos a entrar esta noche al instituto, no puede ser que nadie nos diga nada. ¿Qué pasa si efectivamente hay un asesino suelto?
— Pero JeongGuk, si fuera algo importante nos habrían dicho hace siglos lo que sucede. — interrumpió HoSeok, entre cansado y temeroso. Se notaba que no quería estar en aquella situación y que se le hacía incómoda, siendo él una persona sensible a las auras y a lo que sintieran los demás. TaeHyung concordó con él, asintiendo la cabeza violentamente rápido, el vaho saliendo de sus labios carnosos.— Piénsalo bien, es algo que deben notificarle a las personas para que se cuiden.
— Pero no han dicho nada, y me preocupa. Aparte la policía nunca dice algo de manera oficial hasta que se confirma lo que sucedió, al menos aquí en Jeongseon: todo lo sabemos de antemano por el papá de Tae. Y necesito saber, descubrir por cuenta propia qué es lo que pasó en el sótano del instituto y por qué JiMin no está en la casa. Si no quieren acompañarme, cosa de ustedes. Yo voy de todas formas esta noche.
Con ello, dio unas zancadas hacia la vereda, enojado, sintiendo el calor dejar su cuerpo lentamente mientras la nieve parecía tragarse la luz poco a poco. Ya estaba oscureciendo, tal vez más rápido de lo usual gracias a las nubes negras que se acercaban para cubrir el firmamento naranja, y sumado al aura que emanaba del muchacho, todo alrededor suyo parecía ser o estar especialmente oscuro. TaeHyung tragó saliva, siguiéndole los pasos de una manera un tanto robótica, HoSeok quedándose atrás con la misma mirada perturbadora desde que abrió la boca. JeongGuk no prestaba atención a ninguno de los dos, eso sí, avanzando por la acera con paso decidido y enojado, como si no pudiera soportar la maraña de sensaciones que le recorrían de pies a cabeza. Fue cuando TaeHyung abrió la boca, parado a unos cuantos metros del menor:
— ¡En tu casa a las once y media! Voy a ir contigo. — exclamó lo suficientemente fuerte como para que hiciera eco y, a la distancia, un par de aves negras salieran volando sobre las casas del pueblo, como si fueran un mal augurio de película de terror. JeongGuk se detuvo en su lugar, dándose media vuelta y no creyéndose las palabras de su amigo, y alzó una ceja a modo de pregunta, como desafiándolo a decir alguna tontera, a delatar que realmente no iba a hacerlo. Sin embargo, el más alto de los tres se quedó mirándolo a los ojos, los propios brillando en una nueva determinación.
— ¿No estás jugando conmigo?
— Para nada, Jeon: lo que dices tiene más sentido que todo lo que dijo el señor Park. Y creo que tienes razón. Si uno no lo hace, entonces, ¿quién?
El nombrado suspiró con una leve sonrisa de esperanza esbozada en sus labios delgados, asintiendo con la cabeza, aceptando así la ayuda de su amigo. Miró a HoSeok quien caminaba para estar al lado de TaeHyung pero negando con la cabeza, apretando sus labios.— Vayan ustedes, yo paso. No quiero tener nada que ver en algo así de turbio.
— Suena a que sabes lo que pasa ahí dentro. — molestó TaeHyung con un falso pavor haciendo que sus brazos temblaran mientra se llevaba las manos al rostro, la boca abierta en el mismo miedo fingido que expresaban sus grandes ojos almendrados.
— No, es que no quiero meterme en lugares donde no tengo idea lo que pasa.
— Lo que pasa es que eres un miedoso. Pero te respeto, Hobi miedoso. Hobi gallina. Cocóooo, cocorocó.
TaeHyung aleteaba con los brazos doblados, acercándose a HoSeok con sonidos similares a los de una gallina saliendo de su boca entreabierta, inclinándose hacia él mientras se aguantaba la risa. Tanto HoSeok como JeongGuk pusieron los ojos en blanco, pero luego el segundo se echó a reír porque, siendo honestos, HoSeok tenía una cara graciosa cuando se enojaba. Aunque luego diera miedo, daba risa de todas formas.
Así, el menor de todos se alejó de la casa de su mejor amigo con una convicción que le daba miedo a sus dos acompañantes, dando largos pasos mientras pensaba en cómo irrumpir en la calma y tranquilidad de la noche en el instituto que, siendo de un pueblo donde nada pasaba, ahora estaba más que asegurado que la presencia de policías y agentes de la ley les dificultarían la entrada al recinto. TaeHyung y HoSeok intentaban hablar para romper el hielo de la situación, pero conforme avanzaban entre las calles silenciosas y la nieve que se tragaba la luz y el sonido de sus pasos, se dieron cuenta de que realmente JeongGuk estaba más que seguro de lo que haría, y el cómo lo haría quedó claro desde que salieron de la calle residencial, acelerando sus pasos escuetos hacia la plaza del pequeño pueblo.
Estaba seguro de que algo ocultaban. Y sería el primero en averiguar lo que escondían recelosamente.
★
Salieron de la casa de JeongGuk a las doce en punto a través de la ventana de su habitación, que estaba en el segundo piso y al lado de un enorme árbol nativo que jamás se atrevieron a cortar. TaeHyung temblaba a pesar de estar abrigadísimo, con guantes de lana y un gorro de algodón sintético. Minutos antes, había llegado a la casa y un acelerado JeongGuk le recibió lo más silenciosamente posible debido a que sus padres dormían y eran sensibles al ruido. Los dos adolescentes habían subido al segundo piso para ponerse guantes y escoger un modus operandi seguro, que les permitiera no ser atrapados por algún conserje o algo similar.
— Entonces entramos por atrás, ahí está el techo y no se van a marcar nuestras huellas.
— Sería mejor entrar por delante, en ese lugar siempre tienen todo despejado.
Tras minutos enteros de discusión y negativas por parte de TaeHyung, los dos adolescentes salieron desde la ventana de la habitación, y raudos, caminaron por la calle de la zona residencial hacia el instituto, que estaba a minutos de la casa del menor. En el silencio de la noche, corría una leve brisa que les helaba la sangre, y por más que sus cuerpos acelerados estuvieran tibios por el movimiento, temblaban ligeramente al ir cada vez más cerca del lugar. El cielo oscuro no mostraba ninguna estrella en su gran extensión, pareciera que la nieve caería en Jeongseon otra vez antes de que comenzara la mañana, y eso hizo bufar a TaeHyung, quien no disfrutaba mucho del frío y la humedad que proporcionaba un clima nevado y nublado. Bordearon la plaza secundaria, las calles, la escuela de primaria y llegaron a la parte trasera del instituto con las respiraciones sonoras, inhalando y exhalando a través de la boca.
En silencio, JeongGuk hizo una señal y, desordenando un poco la leve capa de hielo que congelaba el pasto, subieron por la reja del patio trasero, levantando las piernas con cuidado para no herirse con las puntas peligrosas de la reja gris y azul. Corrió un viento más fuerte que les permitió aterrizar en las baldosas de cemento con un ruido sordo sin ser advertidos por los guardias que, aburridos, se paseaban desde atrás con sus ojos fijos en los teléfonos celulares y la nada, sintiéndose un tanto seguros porque no pasaba nunca algo en el pueblecito.
Oh, qué ironía.
El menor de los dos hizo otra señal y, agachados, avanzaron por debajo del techo que resguardaba el patio trasero y, con algo de cuidado desmedido, corrieron hacia la puerta doble de cristal que daba entrada al pasillo principal del instituto. Entraron sin problema alguno, dándose los cinco apenas estuvieron dentro, y ahora erguidos de forma correcta, se dirigieron en silencio hacia el subterráneo del lugar, donde sospechaban estaba el suceso criminal. Intentaron ir por sitios muertos, donde las cámaras no los grabarían, pero tuvieron que meterse en uno de los almacenes de limpieza para no ser descubiertos, TaeHyung tirando de la camisa a JeongGuk antes de cerrar la puerta en silencio.
Los dos apegaron sus orejas en la puerta, y lo primero que escucharon fueron pasos sonoros que daban eco en el pasillo de baldosas y cemento. JeongGuk sospechó que se trataba del conserje, con sus botas gigantes y peso grande, avanzando con inseguridad hacia un lugar cercano a la puerta del almacén de limpieza.
— YongSun, alguien se metió al insti. — efectivamente, se trataba del conserje que, apurado, encendió una linterna para iluminar los alrededores.— Vi a dos personas avanzar por éste mismo pasillo a través de las cámaras de seguridad. Están cerca. ¿Crees que son los asesinos?
— Calma, hombre. — respondió la voz de una mujer desconocida, quizás una de los policías debido a su entonación grave y educada, a la vez que relajada. TaeHyung tragó saliva, mirando fijamente a JeongGuk, claramente reconociéndola y susurrándole algo que pasó inadvertido una vez que la severa voz de la mujer hizo eco en el lugar, como amenazando indirectamente a quien estuviera metido infraganti.— Dudo que el modo de operación del asesino sea trabajar con algún compañero. Aparte, en la escena del crimen sólo había muestra de un criminal y la víctima. Creo que son periodistas o estudiantes que vienen a rompernos las pelotas. Tú encárgate de la entrada y yo del patio trasero. Voy a avisarles a mis compañeros.
Se alejaron mientras los dos adolescentes intercambiaban miradas asustadas, una más segura que la otra. ¿Escena del crimen? ¿Asesino, víctima? JeongGuk se dio cuenta quizás más rápido que TaeHyung, porque abrió la puerta sin fijarse en si aún estaban los dos adultos presentes y cruzó el pasillo hacia el piso inferior, bajando acelerado, esperando que aquella fuera una broma de mal gusto, especialmente fabricada para él en navidad. Sus pasos hicieron eco en el lugar, y de inmediato, camino al teatro del instituto, lo vio.
Con las piernas temblando en diversas emociones, sintiendo el mundo en cámara lenta, se acercó y lo vio tendido en el suelo, rodeado por un charco de su propia sangre, oscura y espesa. Mientras avanzaba y cruzaba la delimitación marcada por los largos listones amarillos de plástico, se permitió observarlo con los ojos llenos de lágrimas que luego no cesarían, en estado de shock, pena absoluta. Aún recordaba la tarde del día anterior, haberlo dejado con HoSeok y Mina en el teatro para que ensayasen la obra de final de año con calma. Recordaba todavía la forma en que se había despedido de él, con un beso en los labios y la promesa de salir con él la tarde siguiente para estar solos por una simple vez.
Pero aquello no fue posible porque, tendido en el suelo, muerto y con la garganta cortada de lado a lado, descansaba para siempre Park JiMin, de mirada pristina fija en la nada.
La tarde era extrañamente cálida a pesar de que ya fuera invierno, quizás por la cercanía de su cuerpo, o por la manera en que sus ojos parecían profesar más de mil palabras de cariño a la vez. En silencio, se tomaron de las manos mientras avanzaban por el pasillo vacío del instituto, sonriendo con la timidez que parecía característica de los dos cada vez que se juntaban, compartían palabras, abrazos y ojeadas largas, sentimentales. El cielo caía en un tono sirope a través de los enormes ventanales del lugar, y ellos alcanzaban la luz ámbar una y otra vez, sin querer salir aún de aquel estado de bienestar.
— La obra me está consumiendo, Gugu. — aún podía recordar la voz suave del chico, mientras apoyaba su cabeza en el hombro del más alto, mirando adelante y caminando tranquilamente, confiándose de que nadie saldría a mirarlos: los profesores estaban en una reunión con el director, los pocos alumnos que quedaban estaban en sus respectivos talleres extracurriculares, y el conserje jamás pasaba por ahí durante esa hora. Era el ambiente perfecto para sus caminatas seguras y simples, donde hacían poco y sentían mucho.— Te juro que HoSeok y Mina no hacen nada más que coquetear... aunque ya sabes, es Mina la que no deja de coquetear con él. Hobi es arromántico creo yo, jamás ha mostrado sentimientos por alguna persona.
— ¿Sabes qué? Tampoco lo he visto sintiendo cosas por otra persona. — rió JeongGuk, apretando suavemente la mano del más bajo contra la suya, grande y callosa, extrañamente aún suave por la crema de durazno que se había echado en la mañana para impresionar a JiMin. De repente, pensando en alguna cosa que pareció conectarlos, ambos se sonrojaron y miraron hacia sitios opuestos, avergonzados y coquetos al mismo tiempo. El más alto tragó saliva y se atrevió a mirar a JiMin con una sonrisa, quien se había dejado de apoyar en el hombro del muchacho.
Tenía unos rasgos particularmente bellos; desde el tabique de su nariz irregular y pequeña hasta los labios carnosos, angostos, similares a un beso por parte de un ángel. El cabello azabache y levemente ondulado le caía por encima de los párpados hinchados, sus ojos elegantes y pequeños delineados con un tímido lápiz de ojos café que parecía querer ser rebelde pero sin romper realmente las reglas. JeongGuk se enternecía pensando en que el chico sería en un futuro alguien transgresor, pero ahora recién estaba floreciendo como persona y tenía que avanzar poco a poco.
En un principio, cuando recién se conocieron, JeongGuk pensaba que le tenía envidia; lo había visto por vez primera bañándose en el río junto con sus amigos y su primo, que estaba de visita. Lo vió con un tímido desplante, las puntas de los pies chocando mientras el cuerpo más bien rechonchito parecía temblar aunque fuera verano y el sol quemara con una intensidad asombrosa. Fue presentado por parte de NamJoon, quien lo había conocido el día anterior y se enterneció de inmediato con su presencia parecida a la de un ángel. Los demás estaban metidos en las aguas tibias del río serpentorial, zigzagueante a través de las montañas, y lo recibían con amabilidad, instándolo a que se metiera con ellos para capear calor, cosa que JiMin denegaba una y otra vez por la razón de su tímido y vergonzoso comportamiento, hasta que Roseanne lo arrastró desde su sitio, haciendo que diera un chapuzón en las aguas cristalinas y cuidadas por los pueblerinos. Fue algo gracioso, porque de repente el chico perdía timidez y se estaba sacando la camisa para tirarla en el borde del río mientras NamJoon se metía al lugar con sus amigos y de repente comenzaban a tirarse agua entre los cinco, gritando alegres, lejanos a sus casas pero disfrutando el clima y el ambiente.
JiMin se había ido a vivir a Jeongseon con su familia a los trece años, a la misma edad en que conoció a su primer grupo de amigos; NamJoon, Roseanne, JeongGuk y HoSeok. La familia Park siempre fue compasiva y amable, la madre preocupada por sus trabajos que se repartían en todas partes del país, el padre siendo un poco tradicional amo de casa, ambos dispuestos a entregarlo todo por sus hijos, el pequeño JiMin y su hermano mayor JiHyun, que vivía en Estados Unidos y ya había hecho su vida. Aunque no estuviera cerca y fuera un adulto, tanto sus padres como su hermano menor tenían la predisposición a cuidarlo y darle todo el cariño posible: no había dramas en la familia Park, todo era transparente y deseable para los pueblerinos que, acostumbrados a una vida más conservadora, los veían como unos citadinos especialmente extraños. ¿En qué familia la madre trabajaba y era la jefa de hogar? ¿En qué familia se mostraba tanto cariño a sus hijos, tanta condescendencia, cuidado y aprecio? ¿En qué familia el padre quedaba relegado a limpiar la casa, atender a sus hijos y dedicarse a conversar con las vecinas? Sólo en la familia Park.
Tal vez JeongGuk se fijó en JiMin, primero que nada, por eso. La curiosidad de no tener una madre que le pegara o un padre casi ausente era especialmente fuerte pero conforme pasaban los meses... se daba cuenta de que en realidad sólo tenía ojos para JiMin, su perfil cincelado, la voz cristalina, las expresiones sinceras y el cuidado que expresaba por sus amigos que, rápidamente, se habían vuelto cercanos. Era la brisa fresca en medio de un desierto árido, la gota de agua que hacía rebalsar el vaso de lo bello y el deseo adolescente que nacía poco a poco. No se fijaba en nadie más que él, acaparaba toda su atención, sus risas y bromas, le hacía sonreír y eso era lo que más le gustaba del chico bajo: su sonrisa sincera, marcada por los labios gruesos y los dientes blancos, brillantes. En las noches donde acababan sus días junto a él, se encontraba pensando en aquella sonrisa y el corazón se le aceleraba en el pecho, retumbando y dándole una intensa oleada de adrenalina en la que, ansioso, se dedicaba a fantasear con un beso suyo, un 'te quiero' que lo confundía a la vez que lo hacía feliz de la manera más hermosa posible.
Por eso, cuando JeongGuk se decidió a salir por la puerta de cristal del instituto, y JiMin se acercó a darle un tímido beso en los labios, su mundo parecíó detenerse por unos segundos que le parecieron eternos. Estaba por salir del lugar pero se quedó quieto con medio cuerpo fuera del pasillo y el rostro rojo como un camarón, haciendo que la risa clara del más bajo reveberara por la larga habitación.
— Nos vemos mañana, Gugu.
JeongGuk no pudo hacer más que sonreír, sin pensar en absolutamente nada más que lo que acababa de suceder como si fuera algo impensable. Pareciera que de tanto mirar a JiMin, no se fijara en la manera que lo hacía él de vuelta, con el mismo deseo y la misma sonrisa boba.
— ¡Mimi! Te... — agachó la cabeza un poco, volviendo a entrar al pasillo para poder conversar cómodamente con él. Estaba aún sonrojado, pero tampoco la sonrisa se desvanecía de su rostro pequeño y marcado. JiMin lo miró lo mejor posible, confuso, curioso de lo que tuviera que decirle.— ¿Te gustaría pasar Navidad conmigo?
Devolviéndole la sonrisa, sus ojos pequeños volviéndose dos líneas adorables, respondió:— Claro que sí.
Estaba vuelto loco, en shock, respirando rápido y sintiendo que la sangre le bajaba desde la cabeza hasta las puntas de los pies. Habían conseguido escapar de la policía y el conserje, pero la imagen del adolescente muerto, con la manzana de Adán cortada en dos, la sangre seca rodeándolo... era algo de lo que jamás lograrían escapar. Se agachó en mitad de la calle despejada, la luz de los faroles acariciando tenuemente su espalda mientras la voz de TaeHyung parecía no llegarle correctamente a los oídos, en los cuales sonaba un pitido constante de alerta, de horror. Llevó sus manos a la cabeza y respiró igual de fuerte una y otra vez, de manera sonora, el aliento escapándose desde lo más profundo de su garganta en señal de pánico.
No había nadie saliendo de las tiendas, de las casas apiladas una tras otra: por el contrario, pareciera que la presencia de los dos adolescentes no sería notada en absoluto por nadie en el pueblo aunque JeongGuk lanzara un grito de desesperación al cielo oscuro y profundo, se tirara los pelos mientras rodaba por la acera, cabeceara con fuerza contra una de las paredes de concreto de alguna casa. TaeHyung seguía hablándole pero no escuchaba ninguna de las palabras que su amigo le decía, absorto en el pánico que le había provocado la imagen de ver a su persona especial completamente muerta. Mierda, las preguntas lo atormentarían después, mareándolo y haciéndolo sentir extrañamente poderoso, pero ahora no podía hacer más que llorar y tirarse el cabello con los nudillos de sus manos volviéndose blancos de tanto apretar la nada. Sorbió su nariz, dándose cuenta así de que estaba llorando en silencio, temblando violentamente al punto de parecer tener un ataque.
La mano de TaeHyung se posó sobre su espalda, haciendo que el chico se sobresaltara en señal de miedo y alerta. Alzó la cabeza para poder ver a su amigo, pero no podía distinguir bien las figuras borrosas que se habían formado en sus cuencas, gracias a las lágrimas que emergían copiosamente en un silencio extraño y apabullante. Sorbió su nariz otra vez, temblando aún, sintiéndose más miserable que nunca.
— Tae, pude... pude ayudarlo... — susurró JeongGuk con pena, el rostro rojo de rabia y llanto, las manos bajando de su cabeza hasta el pecho para poder agarrarse el corazón en una mano a través de la piel que lo encajaba en su interior. Quería ser capaz de hacerlo, de tomar el órgano y lanzarlo lejos, hacia los gigantes cerros cubiertos de árboles y nieve, perderlo y nunca jamás encontrarlo. Castigarse por no poder prevenir aquella situación. Por ser tan inepto.— Pude hacer q-que... — lágrimas gordas caían por su rostro pequeño, copiosamente.— Pude...
— No, idiota. — espetó TaeHyung, abrazándolo en medio de la calle vacía. Se sentía extrañamente hogareña la forma en que sus ropas mullidas parecían formar una barrera, mezclada con la calidez de una sensación específica de confort que luego se transformó en escalofríos. JeongGuk escondió su rostro en el hombro ancho de su amigo, manchando su abrigo con lágrimas y mocos que no podía controlar, no podía evitar por más que quisiera.— Tú no hiciste nada malo. No pudiste hacer nada más porque no estaba en tus manos cambiar la mente del enfermo que hizo ésto. A-a mí también me du-duele... — ahora también estaba rompiendo en llanto, pero de una forma mucho menos estruendosa que su amigo.— Pero... no somos l-los que deciden... éstas co-cosas.
— Tae. — sorbió su nariz, acurrucándose en su figura, completamente indefenso ante la muestra de pena, de dolor que lo invadía.— Tae, JiMin m-me gusta... gustaba...
Silencio. TaeHyung no lo soltó, sólo acariciaba su cabello ondulado, castaño, con una de sus manos grandes y morenas, mientras susurraba para sí mismo y su amigo que todo iba a estar bien. Que las cosas no se pueden cambiar, pero la vida avanza, la vida sigue y se encuentran nuevos rumbos, nuevos amores, parejas, trabajos, libros y pasatiempos. Que a veces la vida es injusta, pero ¿qué hacerle? No se puede seguir adelante en base al dolor y a la pena. Pero que también a veces es necesario sentir ese dolor para sentirse más vivo que nunca y darse cuenta de que nada es perfecto. Lo susurraba con una convicción floja, como repitiendo palabras ajenas, y JeongGuk recordó que TaeHyung había perdido a su madre a una temprana edad. Probablemente estaba repitiendo lo mismo que le habían dicho cuando era pequeño y no podía evitar llorar todas las noches, llamando a su progenitora a gritos y lágrimas.
— Tae...
— ¿Sí?
JeongGuk se sintió especialmente basura por tener aquella duda, pero necesitaba consuelo, palabras de amor y cariño que le confirmaran que las cosas se ponían mejor a pesar de lo oscuro que pareciera todo en un principio. — ¿C-cómo su... superaste... la muerte de tu... tu–
— Cuando murió HeeYeon, lloré como nunca lo he hecho en toda mi vida. — confesó entre lágrimas, pero recobrando la compostura rápidamente, tal vez como mecanismo de defensa. Sin embargo, no había agresividad en ninguna de sus palabras ni entonación, ni siquiera en sus ojos. JeongGuk comprendió que, aunque era un tema difícil para él, había madurado en torno a aquello.— Una muerte así no se supera, se acepta. Se aprende d-de ella. Es... es difícil verlo ahora, l-lo sé... Pero te prometo que las cosas se ponen... se ponen mejor.
Ahora fue el turno de JeongGuk, entre lágrimas, poner una mano sobre el hombro de su amigo, mirándolo a los ojos con confianza.— Aún duele...
— Sí. — asintió el moreno, desviando la mirada al cielo con los ojos más nostálgicos y empapados que nunca, pero con una sonrisa en los labios carnosos y anchos.— Pero JeongGuk, tienes que ser humano y aceptar aquello que... que te afecta. Y seguir con la... la convicción de que l-las cosas mejoran. — lo miró de nuevo, ahora desordenando su cabello. Se notaba que las palabras que soltaba también eran para él mismo, pero JeongGuk agradecía su madurez emocional y la manera en que todo lo hacía encajar a pesar de la grimorosa situación. El muchacho de tez pálida bajó la mirada y abrazó en llanto de nuevo a su amigo, sin poder soportar el dolor que se acumulaba en su pecho, queriendo explotar. Había escuchado que las personas podían morir de pena, y por un segundo, a pesar de todo lo que habían hablado, deseó morir de pena. Que la vena de su corazón explotara por el llanto y la angustia, llevándolo a mejor vida, donde JiMin parecía esperarlo con una herida eterna en el cuello.
★
Cuando despertó a la mañana siguiente, TaeHyung aún durmiendo en la cama improvisada que se habían inventado la noche anterior, sintió una oleada de valentía corriendo por su cuerpo. Las lágrimas aún lo hacían ver extrañamente muerto por dentro, más vacío que nunca, al posar sus pies sobre el suelo alfombrado, sentándose en el borde de la cama y suspirando con la sensación de dolor y pesadez aún presentes en el lugar donde su corazón latía a duras penas. Apoyó sus antebrazos en los muslos y dejó que los rayos de sol mañanero, pálido, irrumpieran a través de la ventana amplia de su habitación no tan amplia.
Solía entrar a sus cuatro paredes adornadas de dibujos y pósteres de videojuegos para sentirse a salvo, resgurardarse en un refugio que le permitía distraerse de los problemas exteriores. Solía jugar en línea con sus amigos en el computador que descansaba al lado del clóset blanco y rayado con plumón permanente negro, a veces bailaba en el centro del lugar, sobre la alfombra gris y con los parlantes al máximo de su capacidad, pero ahora... ahora no hallaba sentido en aquellas cosas, sumido en la ansiedad que le provocaba toda aquella situación.
Ni siquiera podía decírselo a su madre, llorar en su hombro, como medida de extremada necesidad. Ni siquiera podía comentárselo a su primo favorito, porque el chico era un cotilla y le costaba mantener secretos. Estaba atrapado en una constante pelea consigo mismo de no poder exteriorizar lo que sentía sin ser tachado de loco o de estar concluyendo cosas donde los demás no veían pruebas. ¡Mierda! Dolía demasiado. Las lágrimas no podían correr por sus ojos llenos de lagañas, porque no le quedaban, pero sentía la misma presión en el pecho de antes de llorar profusamente, y eso le molestaba. Llorar no, le molestaba no ser capaz de hacerlo porque sentía que algo le faltaba. Se tomó los mechones chocolate de la cabeza, tirándolos a ambos lados al mismo tiempo y escondiendo su rostro hacia el piso, en silencio absoluto, sufriendo en una situación donde se sentía completamente desgastado.
Fue cuando agarró su teléfono de la mesita de noche y, desconectándolo del cargador, lo desbloqueó. Con suerte, alguno de sus amigos estaría despierto aún por jugar videojuegos hasta tarde.
╔════════════════════════╗
rose✿
y entonce m tocó la teta
fue demasiado hot,
10/10
namjoon muslos d ángel
Roseanne, la pregunta era si vas a jugar COD con nosotros
rose✿
aaaaa lmao
perdon't hyung
sí, voy a jugar
seokjin(◍•ᴗ•◍)
Los chicos no han dicho nada desde ayer
Y aún no aparece Jimin
Me estoy preocupando
¿Alguien sabe qué fue lo que pasó?
olivia hyeju୧( ˵ ° ~ ° ˵ )୨
djame llamar a jeon
no, no me llames
estoy aquí
namjoon muslos d ángel
Dios mío, ahí estás. ¿Qué pasó? ¿Están TaeHyung y JiMin bien?
seokjin(◍•ᴗ•◍)
Ya inicié partida
Ah no
Cancelado#
Hola Jeongguk
:( ??
hola seokjin
saben qué
necesitamos juntarnos
namjoon muslos d ángel
¿Qué?
pasó algo grave
olivia hyeju୧( ˵ ° ~ ° ˵ )୨
está taete contigop?
y jimin?
tae está aquí
[ 📷 Imagen adjunta ]
jimin e
jim
rose✿
mierda pasó algo malo
:(
dnd nos juntamos mi gente?
seokjin(◍•ᴗ•◍)
Ofrezco mi camioneta para irnos juntos a la mierda
namjoon muslos d ángel
No debería reírme pero me reí JSJSJSJS
rose✿
en la camioneta hacia qué lugar?
chicos, dudo que la policía
nos deje salir del pueblo
demasiado
aparte de que las salidas siempre se bloqueuan
en ests epoca
namjoon muslos d ángel
Right
Entonces, ¿qué quieres hacer?
en una casas dria mas seguro
seokjin(◍•ᴗ•◍)
La mía sirve
olivia hyeju୧( ˵ ° ~ ° ˵ )୨
pero jeon,
qué padó?
no peudo decurlo
╚════════════════════════╝
Llegar a la casa de SeokJin fue extraño. Para empezar, tuvo que despertar a TaeHyung lo más discretamente posible, y gracias a que ninguno de los dos se habían puesto pijama la noche anterior, sólo fue cosa de peinarse un poco, lavarse los dientes y salir silenciosamente hacia el sector donde vivía el mayor del grupo. Aún no terminaba de salir el sol, por lo que fueron cuidadosos en cuanto a sus pasos, esperando no encontrarse de frente con quien hubiera cometido aquella fechoría. Pero tampoco querían exponer a sus amigos, por lo que avanzaron rápidos, cruzando el pequeño pueblo por las calles más anchas y fáciles de transitar. El entorno del lugar seguía pareciendo una pequeña ciudad bañada de azúcar flor, pero ellos no le prestaban atención a la afabilidad visual del pueblo, transitando acelerados y temerosos, unidos lo máximo posible.
Al llegar a casa de SeokJin, en el sector sur del pueblo, tocaron la puerta con suavidad. JeongGuk aún tenía lagañas en sus ojos, por lo que se las quitó rápidamente con sus dedos antes de ser recibidos por el dueño de casa, que los hizo entrar rápidamente para que el frío no les afectara tanto. TaeHyung sorbió la nariz y fue directamente a abrazar a SeokJin, demostrando la amistad cercana que tenían sin tapujos, hundiendo su rostro en el hombro ancho del ajeno para buscar el mismo consuelo que JeongGuk buscaba la noche anterior en el mismo moreno. El menor del grupo se sintió algo culpable, pero luego recordó que debía dejar aquella culpa de lado y simplemente aceptó que a veces las personas forman una cadena de emociones que no se pueden evitar. Se sintió bienvenido cuando SeokJin extendió un brazo hacia él, guiándolo hacia su cuerpo en un abrazo grupal donde él parecía ser la figura de consuelo principal.
Así se mantuvieron por unos segundos largos, en donde TaeHyung no supo hacer más que exhalar con fuerza, la mezcla de los escalofríos y la situación haciendo que su cabeza diera tumbos de la misma forma en que JeongGuk parecía estar a punto de deshacerse en cualquier momento.
— ¿Qué pasa? Se ven demasiado... turbados. — habló SeokJin cuando se sentaron los tres en los amplios sofás del vestíbulo. La casa era completamente para él solo, pero con la cantidad de amigos que tenía, no había reparos en el tamaño de las cosas, de las comidas y las habitaciones. De hacía un par de días, quedaban cuatro tazones sobre la mesita de café, la gigante bandera del orgullo colgaba en la pared aledaña a la gigante televisión plasma, haciendo contraste con el oscuro tono oliva del lugar, el ambiente invitaba a que la gente se relajara para conversar y compartir un rato. Ante las palabras del mayor, JeongGuk tragó aire sonoramente y agachó la cabeza, seguido de un suspiro apesadumbrado de TaeHyung. SeokJin frunció el ceño, sin entender.— Me están asustando, chicos.
— Es algo importante, pero que no podemos decirle a nadie. Igualmente... lo vamos a decir. Pero cuando lleguen los demás. — habló decidido TaeHyung a pesar de la expresión temerosa de sus gigantes y profundos ojos. JeongGuk se descubrió a sí mismo sin palabras, aún agachando la cabeza, con el cuerpo rígido.
No podía hacer más que recordar la figura tendida de JiMin sobre su propio charco de sangre seca, la luz tenue del pasillo entrando al salón desordenado, sus labios entreabiertos en terror al igual que sus ojos cristalinos, para siempre abiertos de par en par ante el horror que pudo ser el haber sido asesinado a sangre fría. Recordaba el rostro pálido que alguna vez hizo sonrojar suavemente, esos labios resecos que tal vez pudieron haberle besado con más brío en la fecha pertinente, el cabello opaco que flotaba con el viento cada vez que salían a pasear juntos en las tardes, por el pueblo más vacío que pudieran presenciar. Todo le pesaba demasiado, desde la información hasta la responsabilidad de cargar con ella en un lugar donde los secretos se esparcían rápidamente. Podía imaginarse al padre de TaeHyung quejándose al ver la escena del crimen, y se sintió culpable e irresponsable por meterse en aquel lugar sin permiso alguno, probablemente manchando las pruebas que aún no descubrían.
SeokJin y TaeHyung intercambiaban palabras pero el menor de todos no podía dejar su propio mundo, absorto en la sensación de pesar que lo invadía hasta inmovilizarlo. Tal era su pena y pavor que hablar le resultaba completamente inservible, aparte de imposible de lograr.
— Pero mierda, ¿por qué...?
— Sé paciente, por favor. — expresó cansado TaeHyung. SeokJin iba a reclamarle aún más, pero la puerta sonó, y de inmediato se levantó para recibir al resto de sus amigos. Los dos muchachos quedaron solos, y el moreno le intentó sonreír a JeongGuk pero... no había caso. Por más que lo intentara sacar, el chico de ojos expresivos no hacía más que sumirse en su mundillo de tristeza absoluta, dejando a TaeHyung solo en la cruda realidad que tenían que enfrentar juntos, por más que el chico se resistiera a hacerlo. La casa se llenó de voces sonoras, femeninas y masculinas, conforme pasaban los minutos en los que, una y otra vez, sonaba la puerta.
Una media hora más tarde, con el sol ya alcanzando un punto estable en el firmamento, ya estaban todos los amigos disponibles de aquel día: NamJoon, HyeJu, HoSeok, Roseanne y Jennie, todos sentados en los gigantes sofás que SeokJin tenía. Los ocho amigos parecían expectantes, pero rellenaban su presencia con palabrería y unas cervezas mañaneras que sacaron del refrigerador portátil del dueño de casa. El universitario les reclamó porque usualmente las tomaba para hacer trabajos, pero no pudo hacer más que acceder a la pseudo invitación de sus amigos. Él mismo terminó tomando una Guinness, expectante ante las palabras que tendrían que decir los que habían llegado primero.
Pronto, todos esperaban en silencio, mirando a TaeHyung.
— ¿Y bien?
La tensión se hizo palpable de un segundo a otro, en el que HyeJu dejó de lado la cerveza para agacharse en contra de sus rodillas, SeokJin agarrando esta para esconderla entre sus piernas, así la chica no podría agarrarla de nuevo. Siempre la molestaban con que era menor de edad, pero SeokJin sabía que la muchacha tomaba antidepresivos y sólo intentaba cuidar de ella. JeongGuk, que no había tomado cerveza, terminó agarrando la lata y bebiendo un profundo trago que sorprendió a todos, ya que el castaño no era alguien a quien le gustara tomar alcohol.
— JiMin está muerto.
La sorpresa los dejó a todos perplejos, y casi de inmediato HoSeok y NamJoon se miraron con risas nerviosas, Jennie dándole un codazo al primero para callarlo y lográndolo con una rapidez que asustó a más de uno. Sin embargo, los presentes no reaccionaron con nada más que silencio después de aquello, sin saber qué decir. Los ojos de Roseanne se aguaron de inmediato, las cejas de HoSeok se alzaron al darse cuenta de que en serio... en serio lo estaban diciendo. Qué extraño.
— ¿Cómo? — preguntó tartamudeando NamJoon, frunciendo el ceño e intentando entender lo que TaeHyung acababa de soltar con pesar. JeongGuk se tomó otro sorbo gigante de cerveza y SeokJin, preocupado, se la quitó y la dejó en su entrepierna con una convicción que no sorprendió a nadie.
— Lo vimos. — respondió susurrante el moreno, apretando la mandíbula. Los demás comenzaron a cuchichear (más para sí mismos que entre ellos) ante la sorpresa, y Roseanne rompió en llanto casi de inmediato, seguida por un NamJoon que aún parecía no creérselo.— Nos metimos al instituto anoche, y JeongGuk corrió hacia el sótano. Estaba ahí, en una de las salas. Todavía no lo iban a buscar y... Mierda. — se le atoró la voz, los ojos aguándose igual de rápido que los de Roseanne. HyeJu se levantó y cruzó el pequeño salón para sentarse al lado de su amigo, abrazándolo mientras se rompía en un doloroso llanto que, por más que intentara ser silencioso, calaba en los corazones de los demás. Se encogían ante la molesta sensación que inundaba sus pechos con amargura.— Alguien lo... lo mató.
La declaración hizo que los demás tragaran un grito, llevándose las manos a la boca, mirándose entre sí, llorando uno a uno frente a la noticia que cada vez se iba torciendo más y más. JeongGuk se llevó las manos a la cabeza y se agachó sobre sí mismo, temblando de repente gracias al pesar incómodo que lo invadía poco a poco, mareándolo, haciendo que un molesto deseo por morir lo ahogara hasta apoderarse de él. TaeHyung seguía hablando, portando la voz en la situación, y el castaño agarraba su cabello con la mayor fuerza posible, cada vez más nauseabundo y con las lágrimas corriendo por su rostro una vez más. Pensaba que no le quedaban, pero a duras penas amanecían por los bordes de sus grandes y negros ojos.
Alguien lo mató. Pero, ¿quién? Por primera vez, la pregunta le caló hondo. Sentía que había una mano intentando calmarlo sobre su espalda, pero al no poder prestar atención a su alrededor, no escuchaba absolutamente nada. Alguien le trajo una botella de tres litros de Coca-Cola, obligándolo a beber de éste, mientras su mente seguía vagando por la pregunta de quién mierda se había atrevido a terminar con la vida de alguien tan radiante como JiMin. Sentía el líquido efervescente y azucarado corriendo por su garganta, algunas gotas resbalándose por las comisuras de su boca mientras todos lloraban, todos susurraban, gritaban, no sabían cómo reaccionar.
Lo siguiente que supo era que estaba acostado sobre el sofá, con el estomago lleno de Coca-Cola y la cabeza dándole tumbos. Se sentía un poco mejor, pero la sensación de dolor de residía en su pecho no se había aminorado en ningún sentido. Poco a poco recobraba la audición, y lo agradeció profundamente cuando HyeJu y Jennie aparecieron en su campo de visión, mirándolo con preocupación.
— ¿... Gguk? ¿Estás aquí? — preguntaba preocupada Jennie, llevándose las manos hacia los brazos para abrazarse a sí misma, teniendo un frío inexplicable de repente. JeongGuk no se incorporó, tan sólo cerró los ojos para asentir suavemente, casi ni siquiera estando presente pero haciendo un esfuerzo gigantesco.— Te dio un ataque de pánico... fuerte. Por eso te servimos Coca-Cola. ¿Te había pasado antes?
— No. — respondió de forma escueta gracias al cansancio que sentía de repente. Jennie miró a HyeJu, la que hizo una mueca triste antes de levantarse e ir a buscar la mochila que dejó sobre el sofá. Jennie también se alejó, pero de inmediato SeokJin y NamJoon se arrodillaron a su lado, con las expresiones más apesadumbradas que nunca, las lágrimas secas adornando sus mejillas como nunca antes lo vió. Sonrió levemente.— Quería decirle gracias a Jennie y HyeJu...
— No te preocupes, Gguk, es lo que hacemos los amigos. — respondió HyeJu desde el sofá, haciendo que el nombrado alzara una mano para mostrarle el pulgar en señal de agradecimiento. Después de eso un extraño y vacío silencio invadió el lugar, y NamJoon lo miró a los ojos como queriendo llamar su atención de nuevo, posando una de sus grandes manos morenas sobre el cabello largo del menor, alzando las cejas en una pena indescriptible. SeokJin no decía nada, cada vez más apagado conforme pasaban los segundos.
Y mientras el silencio invadió a todos de una sola vez, JeongGuk comenzó a pensar más allá de la situación y, frunciendo el ceño, declaró sus siguientes palabras con una convicción que caló hondo en sus amigos.
— Voy a descubrir quién mató a JiMin.
★
— No puedes estar más loco, mierda.
— Pero pregúntale, hombre.
Se miraron a los ojos, desafiándose entre ellos de manera directa e implícita, si se puede ser de aquella forma. JeongGuk parecía más cansado que nunca, encerrado en la camioneta de SeokJin aquella tarde fría y agarrando su teléfono móvil con las manos temblorosas. Habían pasado un par de días desde que descubrió el cuerpo muerto de JiMin, y al parecer la idea de la última juntada no se le había salido de la cabeza; por ello mismo, le acababa de preguntar a TaeHyung si podía conseguirle información a través de su padre. El pelirrojo se negaba rotundamente mientras apretaba los labios y lo observaba con recelo, analizando sus ojos cansados, las ojeras profundas y oscuras, el cabello desordenado y los labios resecos.
Usualmente JeongGuk era quien más cuidaba de su apariencia –espués de JiMin–, por lo que verlo en aquel deplorable estado hacía que los demás se preocuparan por él. Los últimos días parecía nervioso, triste, más reservado de lo usual y fácil de enrabiar, y no entendían muy bien el por qué de aquello. Es decir, sabían que JiMin y él eran más cercanos que el resto, pero actuaba como si quisiera venganza por la muerte de quien amaba. Y eso era lo que ellos no sabían, que en secreto los dos adolescentes estaban más unidos de lo socialmente esperado.
TaeHyung negó con la cabeza y se sentó correctamente en su sitio, mirando a través de la ventana. El interior de la vieja camioneta estaba decorada con luces de navidad portables, mantas de tela escocesa roja y una música navideña que intentaba subirle el ánimo a los cuatro presentes, y SeokJin sentado en el asiento del piloto, observaba nervioso la escena mientras bajaba lentamente el volumen de la vieja radio. NamJoon apretó sus labios carnosos para llevar una mano a su rostro, frunciendo el ceño ante la pelea estúpida que se había formado entre los dos menores del cuarteto.
— No te entiendo. — susurró JeongGuk, completamente dolido y sumido en su rabia interna. Lo miraba con el entrecejo arrugado y los ojos brillantes de lágrimas, apretaba el puño libre sobre su pierna trabajada, lamiendo sus labios.— Es como si no quisieras saber qué le pasó. Como s–
— ¡No te atrevas! — le gritó enajenado el pelirrojo, un dedo alzado ante su rostro pequeño y marcado por las líneas de expresión que delataban una tristeza profunda. Respiraba acelerado y fuerte cuando apretó sus dientes, las lágrimas corriendo por sus mejillas sonrojadas, el silencio apoderándose rápido e incierto en el interior de la camioneta. Suspiró, JeongGuk agachando la cabeza con vergüenza y llevando las dos palmas de sus manos hacia sus ojos, deseando lo haber dicho aquello.
Se escuchó el suspiro cansado de NamJoon.
— Lo siento. — soltó débilmente, dejando que sus ojos cansados soltaran las lágrimas de aquella noche. Los tres chicos comprendieron la clase de desesperación que sentía el pobre muchacho, y no podían hacer mucho más que asentir en silencio porque se ponían en su lugar y... terminaban destrozados. Tanto como el muchacho. De alguna u otra forma, lograban entender que el lazo entre JiMin y él era más fuerte de lo que aparentaba a primera vista, y sólo podían asentir en señal de respeto.
Pero por su parte TaeHyung no dijo nada, desbloqueando su teléfono móvil para sumirse en un mundo de pantalla blanca e imágenes erráticas. Desde el asiento del copiloto, el universitario subió el volumen de la radio, y NamJoon no pudo evitar murmurar la letra de la cursi canción de Mariah Carey a pesar de que la tensión no lo ameritaba. Sin embargo, los otros tres chicos se relajaron ante su voz profunda, cabeceando un poco, suspirando en relajo, mirando al suelo mientras SeokJin les ofrecía una bolsa de papitas a cada uno. Las luces de navidad eran tenues pero brillaban constantemente, y la sensación hogareña pronto los dejó más calmados, menos fijos en la pelea que acababa de ocurrir.
JeongGuk se tiró el cabello largo ondulado entre sus dedos, apretando los labios con fuerza ante la pregunta que no lo estaba dejando dormir: ¿quién fue la persona que mató a JiMin? Quería seguir su instinto y decir que conocía a aquella persona, pero mierda, no había ninguna prueba que lo aseverara y aquello le carcomía el interior como una polilla tragándose las telas más caras y elegantes. Apoyó su mejilla en la mano y aceptó la bolsa de papitas de SeokJin antes de zamparse un par de ellas y dejar el papel aluminio de lado, desganado. No había estado comiendo mucho así que el mayor del grupo se quejó en voz alta de aquello y le dio un golpe suave en la cabeza desde el asiento del piloto.
— Come algo, imbécil. — su voz era un reto amigable que no se torcería ante nada, pero su rostro daba a entender la preocupación genuina que sentía por él. JeongGuk no se fijó demasiado en ello, ignorando las palabras del universitario, pensando aún en la incógnita que lo dejaba fácilmente idiota frente a los demás. NamJoon cambió la sintonización en la radio a una de música clásica, y por un momento todos estuvieron a punto de echarle los perros encima, pero recordaron que NamJoon solía escuchar música clásica cuando el estrés se lo comía vivo. Entonces no dijeron nada, y decidieron no comentar sobre la decisión del chico en ningún momento.
TaeHyung escribía en su teléfono móvil todo lo posible, rápido y enérgico, frunciendo el ceño a veces y borrando palabras una y otra vez. Ninguno estaba muy atento a ello hasta que levantó la cabeza y carraspeó;
— Mi padre está dispuesto a hablar contigo, JeongGuk. — declaró con la tensión palpable en su voz profunda, el cabello rojo brillando demasiado por la iluminación desde el interior del carro. El nombrado lo miró a los ojos y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios delgados, triunfante, simple, incluso adorable. SeokJin miró desde el espejo y NamJoon le bajó el volumen a la radio para escuchar mejor lo que tenían que decir los muchachos. La tensión se disipaba con lentitud e inseguridad, pero funcionaba.— Quiere retarnos en persona por lo que hicimos la otra noche pero... te entiende.
— Mierda, sí. Gracias, TaeHyung. Y perdóname por mis palabras, en serio. No salieron de mí, salieron de mi desesperación...
— Por supuesto, JeongGuk: no tienes que decirlo más. Entiendo la sensación de angustia que te ahoga ahora mismo, pero por favor no vuelvas a decir algo así. Recuerda que él también es... — se tragó su propio aire, agachando la cabeza y unos momentos antes de mirarlo de nuevo a los ojos.— El también era mi amigo.
— Lo sé. — susurró JeongGuk, bajando la mirada con vergüenza antes de estirar la mano hacia TaeHyung para un apretón de manos. El pelirrojo entendió el ademán y unió las palmas en un apretón amigable que comenzó a calmar un poco al cansado y ansioso chico. Cuando ambas extremidades se apartaron, le fue imposible al de cabello castaño soportar las ganas de abrazarlo con fuerza, e ignorando la bolsa de papitas fritas (que se aplastaba con quejas sonoras bajo su muslo), lo hizo.
Por un momento, lo único que se escuchó fue La danza del hada de azúcar de Priotr Ilych Tchaikovsky en voces bajas y con elegantes arpegios que terminaron de aminorar el ambiente de estrés profundo. NamJoon subió el volumen cuando la pieza terminó, el momento justo en que JeongGuk y TaeHyung se separaron y golpearon con suavidad sus hombros de forma mutua, entendiéndose a pesar de la pena que los embargaba profundamente. El mayor de los cuatro susurró algo parecido a 'niños', y se acomodó de cuclillas sobre el viejo asiento de cuerina para comer con mayor calma y resignación su propio paquete de papitas fritas, mirando a través de la ventana congelada.
Su respiración se detuvo cuando, entre los comentarios de voz baja de sus amigos, vio una figura caminar entre la neblina baja. Dejó la bolsa sobre sus piernas delicadas y frunció el ceño, inclinándose para ver mejor a la figura delgada y larguirucha que se paseaba sospechosamente entre los arbustos de la casa de al frente. Y no era sospechoso porque sí; ninguna persona del pueblo salía ahora de noche después de lo que había pasado, y ver a alguien medio agachado transitando en medianoche por la calle vacía era... claramente un signo de alerta. Mandó a callar a sus menores con un fuerte 'shh' que los dejó a todos helados, y apagó de sopetón las luces conectadas a la batería portátil para poder tener una mejor vista de lo que transcurría en el exterior del automóvil.
Apresurado, sacó su móvil para escribirle a su grupo de amigos, a ver si sabían algo. Era poco probable, pero sin embargo entendía que cualquier cosa que dijera sería tomada en cuenta por sus compañeros de risas y malos ratos. Sus dedos transitaron por la pantalla apresuradamente antes de enviar el primer mensaje y una foto con quizás demasiado zoom hacia la figura oscura.
╔════════════════════════╗
seokjin (◍•ᴗ•◍)
Perdón por la paranoia, pero con Namu, Gguk y Tae estamos en mi camioneta
Y hay una persona afuera de la casa de al frente
[ 📷 Imagen adjunta ]
Es alguno de ustedes?
olivia hyeju୧( ˵ ° ~ ° ˵ )୨
no soi io
ta flakito
@hoseok( ◜‿◝ ) so vo?
namjoon muslos d angel
Oh síiiii, se parece a Hobi
rose✿
???
ay pero wtf hobi igual nunca le presta atención al teléfono
es él
taete( ╹▽╹ )
kIE
espera no estarás sospechando de él
qué te pasa jk es nuestro amigo
estoy paranónivo
perdón TTT
pero sí se parece muchísimo
jenjen( ´◡‿ゝ◡')
hello d qe me perdí
??
lisa(⊃ • ʖ̫ • )⊃
27981 mensajes desde el diecinueve de diciembre wtf
acaso no se cansan?
ah mierda que padó con el que nunca atiende el móvil?
jenjen( ´◡‿ゝ◡')
tú eres la qe nunca atiende el móvil
rose✿
SJKDJSKSJ enfin
extraño a jichu
hoseok( ◜‿◝ )
Hola
Qué pasó?
Sí estoy afuera
qué haces afuera hobi?
hoseok( ◜‿◝ )
No, ya no estoy afuera
Nada especial
...
seokjin(◍•ᴗ•◍)
Huh
╚════════════════════════╝
Como entrar a la casa de SeokJin no era algo especialmente atractivo, los cuatro muchachos terminaron acostándose en la camioneta, el mayor de todos aún atento al HoSeok de al frente. No dejaba de mirarlo mientras JeongGuk intentaba unir cabos en el asiento de atrás, mirando también de vez en cuando al chico sospechoso. Pero pronto el muchacho de largas extremidades se apartó del lugar, dejando la casa de la señora Yoon libre de inflitrados. JeongGuk llevó sus manos al rostro cuando finalmente de desistió en observar la escena, y apoyó su cabeza en la silla reclinable de la camioneta, abriendo nuevamente el chat de su teléfono móvil. Lo que vió luego no fue el grupo de amigos, si no que sus conversaciones privadas con JiMin.
Mientras uno a uno caían rendidos en los brazos de Morfeo, JeongGuk se encontró llorando una vez más, cansado de no tener respuestas que le dijeran lo que había pasado aquella noche de diciembre. La nieve comenzaba a caer lentamente en el exterior, y arropado en la calefacción y las mantas rojas del lugar, se permitió sollozar en silencio mientras analizaba el cielo a través de las ventanas congeladas.
Sentía que, al igual que la nieve, caía lento en un letargo de muerte interna.
★
Al día siguiente, TaeHyung abría la puerta de su casa con una mezcla de confianza y nerviosismo que se traspasó al menor de los dos fácilmente. La puerta blanca de la casa barata fue apartada para que los dos entraran, y cuando se hallaron dentro reconocieron el aroma cálido de las galletas de jengibre típicas de la casa en aquellas fechas. Cuando JeongGuk cerró la puerta tras él, el ambiente cambió radicalmente a un estado de tensión: el padre se asomó desde el umbral de la cocina, y reconociendo a su hijo sus ojos se iluminaron, pero al ver a su amigo, pareció envejecer de sopetón, las sombras ocultando sus facciones casi de inmediato. JeongGuk tragó saliva y saludó con una mano, pero el señor Kim simplemente desapareció de la vista de los dos adolescentes, siguiendo con sus galletas de jengibre y el aroma cálido que emergía desde el horno.
Los dos muchachos fueron hacia la cocina, el hijo más confiado que su amigo, quien le seguía con un caminar más cohibido pero extrañamente decidido. Porque fuera lo que pasara, no desistiría en investigar lo que había pasado durante la noche del asesinato.
Una luz mañanera entraba por la gran ventana de la cocina, sin árboles ni nubes que interrumpieran su paso, dándole a las baldosas y paredes blancas un brillo cautivador que encegueció al pobre JeongGuk a primera vista. Se sentaron en el mini bar del centro de la cocina, y observaron lo más tranquilamente posible al hombre que, agachado frente al grande horno, vigilaba mas galletas por más idiota que pudiera parecer. Cuando se irguió y dio la vuelta para verlos a los ojos, su mirada era peligrosa y amenazadora. Cruzó los brazos sobre su pecho antes de cambiar de opinión y apoyarlos sobre la isla de mármol blanco, alzando una de sus cejas pobladas.
— ¿No saben que lo que hicieron es ilegal? Se metieron en una escena de crimen sin permiso, supervisión y probablemente arruinaron las pruebas. Dios mío, ¿qué pasaría si los hubieran pillado? Son unos imbéciles, los dos. — los señaló con un dedo, los ojos abiertos de par en par, más enojado de lo usual. Más serio. Más estricto.— ¿Qué hubiera pasado si ya no estaba el cuerpo? Mierda...
— Ya pasaron a buscar el cuerpo, ¿no? — preguntó TaeHyung con una voz más segura de lo que quizás debía estar. Su padre le dirigió la palabra con los ojos bullendo en rabia, completamente indignado por la falta de arrepentimiento que demostraba.
— S-sí. — carraspeó, tan enojado como descolocado ante la pregunta. Miró al suelo por unos segundos antes de nuevamente prestarles atención de nuevo, más relajado que antes. Sí, el padre de TaeHyung era especialmente cambiante.— Miren chicos, perdón por retarlos tan... arduamente, pero es que ¡mierda! Ustedes son menores de edad y deben cuidarse de cosas así. Aunque el chico haya sido su amigo, no tienen derecho alguno sobre su figura más que los familiares mismos. ¿Qué pretendían hacer acaso? ¿Resolver el misterio como si tuvieran todas las herramientas, las pistas y la experticia necesaria? ¿Eh?
Los dos muchachos compartieron palabras a través de los ojos, pensando al unísono en una misma y sola persona; Jung HoSeok. Aunque ni siquiera había motivos para culparlo a él, y ellos estaban haciendo lo mismo que él en la camioneta de SeokJin, pero había algo sospechoso en la manera que se había hecho presente la noche anterior. Y sólo tenían eso, la leve sospecha. Por lo que miraron de nuevo hacia el señor Kim y negaron con la cabeza, sorprendidos por la audacia del padre.
— Nadie.
— Bien. ¿Qué quieres, Jeon?
Ahora era algo entre el señor Kim y JeongGuk, que siempre era llamado así por el policía, puesto que tenía la costumbre de llamar así a todo aquel que no perteneciera a su familia. El aura del lugar se podía cortar con el más burdo de los cuchillos, tan tensa y poderosa era como para molestar a los demás en demasía. El pelirrojo extendió su mano hacia la masa cruda de jengibre que sobraba sobre la tabla de madera, y su padre le golpeó la mano con suavidad, como advirtiendo sus movimientos. JeongGuk quiso reírse pero sabía que aquella no era la situación, por lo que intentó mantener la compostura ante la cruel mirada del señor Kim. Mordió su mejilla antes de empujarla con la lengua, claramente nervioso.
— Quiero saber todos los datos y pruebas que hayan descubierto en los últimos días. — expresó con la mayor calma posible, haciendo que el hombre diera un soplido agresivo y, con las manos en las caderas trabajadas, girase su cuerpo hacia la ventana, dándoles la espalda a los dos adolescentes. Aprovechando la situación, TaeHyung sacó un poco de la masa cruda para comérsela, disfrutando de la nula atención que recibía por el momento.— Tengo la imperiosa necesidad de ayudar.
— Pero es que no puedes. — se dió la vuelta el señor Kim, apuntándolo amenazadoramente con uno de sus dedos gruesos. Tenía la cara deformada en rabia de nuevo, y la mueca que hacía no era nada atractiva a la vista. TaeHyung puso sus ojos en blanco y se apoyó sobre la isla de mármol, queriendo no formar parte de la conversación.— ¡No puedes! Eres menor de edad, no formas parte del equipo forense, ni tienes la inteligencia lo suficientemente entrenada como para soportar éste caso. Ya nos está dando dolores de cabeza, no me imagino a tí carcomiéndote todo lo existente por saberlo. Sé que ustedes dos eran muy unidos, pero carajo, no tienes lugar aquí.
Las palabras del señor Kim dejaron sin aliento a JeongGuk, quien apretó sus labios sin pensar con claridad a pesar de lo claro que era, irónicamente, lo que estaba hablando. Por un momento le halló la razón, porque era lo correcto dejarle a los adultos resolver aquel problema tan difícil de resolver, pero por otro lado... no dejaba de pensar en que le debía algo a JiMin: sentía culpabilidad por no haberse quedado con él aquella tarde, protegerlo de quien fuera el que lo terminó matando, tal vez correr de la mala experiencia juntos. Todo habría terminado completamente diferente y lo sabía. Por ello no se dejaba de echar la culpa, por ello no encontraba nada mejor que hacer más que insistir con ayudar. Con encontrar al malhechor y cobrar venganza.
Miró a TaeHyung, quien parecía alzar las cejas por debajo de su flequillo recto, sospechando de lo que estaba pensando a duras penas en aquel momento. El menor de los tres suspiró para fijar sus orbes oscuros en los del padre de su amigo, con las cejas en picado, una expresión facial completamente molesta apoderándose de él. Ni siquiera estaba sintiendo tanta rabia, pero sabía que necesitaba énfasis para hacerse entender, y lo haría costara lo que costase. Mientras el dedo del señor Kim bajaba poco a poco, JeongGuk abrió los labios con la voz más amenazante que pudo conseguir desde lo más profundo de su pecho;
— Tengo lugar aquí porque necesito ayudar a su memoria. ¿Acaso no lo entiende? Usted mismo lo dijo, él y yo éramos muy unidos. Le apuesto que haría lo mismo si pudiera, aunque trabajara en otra cosa nada que ver con la policía y la ley. — ahora el muchacho era quien lo señalaba con un dedo, levantándose poco a poco de su asiento rojo. TaeHyung lo miraba con los ojos rebosando en un temor que jamás pensó sentir de su amigo, y su padre tragó saliva aunque no dejaba de tallar su rostro en el enojo que lo caracterizaba en aquella situación tan tensa.
Nuevamente, tal como había estado pasando los últimos días alrededor del muchacho, el silencio cayó y el ambiente demostró un calor que no era propio de la época. El policía inhaló y exhaló fuertemente en un suspiro pensativo, bajando la cabeza a la vez que el pitido del horno sonaba, indicándole que las galletas estaban listas. TaeHyung por poco no salió a recogerlas, pero estaba tan interesado en lo que tendrían que discutir su amigo y su padre que se quedó mirándolos a los dos, ignorando el paso del sol hacia las nubes que lo esperaban en el firmamento gris. Por su parte, JeongGuk se sentó de nuevo en la silla y mató quinientas veces con la mirada al señor Kim, sintiéndose especialmente enojado a medida que los segundos pasaban.
Mierda, hacía menos de un minuto no estaba para nada enojado, y ahora parecía bullir de rabia. ¿Qué tan desequilibrado estaba su sistema emocional? En aquel preciso momento sentía las más inmensas ganas de llorar, pero no lo hizo, agachando la cabeza una vez más en señal de frustración y cerrando los ojos con fuerza, apoyándose en el mármol pulido. Todas las acciones eran repetitivas, pero es que la tensión no los dejaba actuar de otra forma, atrapados en una cantidad de opciones que de todas formas los harían sentir incómodos.
TaeHyung puso sus ojos en blanco de nuevo.— Perdón por meterme en la conversación, pero debes darle una oportunidad, papá: JeongGuk es inteligente, agudo y rápido. Puede competir con los mejores hombres forense y sería parte de los equipos más especializados.
— Tú no sabes nada de forense, Kim TaeHyung. — le espetó el nombrado, mirándolo con la misma rabia que sentía JeongGuk. Sin embargo, el pelirrojo no se desfasó en ningún momento, manteniendo la misma actitud imperturbable en todo momento, haciéndole frente a las emociones violentas de su padre. Eso parecía enrabiar al mayor, quien siguió con su perorata.— Eres sólo un niño, ¡ustedes no son más que niños pequeños! Ni siquiera yo sé cómo funcionan los forense, es un tema tan complicado que mucha gente deja la carrera a mitad de camino. No se juega con la ley, ni mucho menos con los muertos.
— Señor Kim, necesito descubrir quién carajos fue el que terminó la vida de la persona a quien más quería en el mundo. — interrumpió JeongGuk, sus palabras calando hondo en el espacio de la cocina. Pareció dar eco en torno a los pasillos y el comedor, y eso sorprendió un poco al mismo JeongGuk, quien se apartó los mechones de cabello de su rostro con el mismo ademán que solía usar JiMin. Ese mismo movimiento hizo que tanto a TaeHyung como a su padre le dieran escalofríos desde la base de sus columnas vertebrales.— Si es necesario, intervendré en la investigación. Tómelo como una amenaza de un simple adolescente a un cuerpo policial entero, pero lo lograré y nadie se entrometerá en mi camino. Lograré justicia. Que sea lo último que salga de mis labios.
Se levantó del asiento y salió por el umbral de la cocina para salir e ignorar las miradas asombradas de los dos Kim, dando un portazo cuando se hubo puesto los zapatos y salido de la casa. Detrás suyo la nieve comenzaba a caer nuevamente, pero el calor de su rabia lo dejaba con una temperatura agradable mientras avanzaba por el sector acomodado del pequeño Jeongseon. Las casas eran diferentes la una de la otra, algunas eran viejas y descuidadas por el ambiente, otras tan brillantes y pulcras que parecían sacadas de una película. Pero al fin y al cabo todas eran casas grandes, con patios gigantes, rodeadas de árboles y con electricidad estable. JeongGuk aprovechó de enviarle un mensaje a su madre para asegurarle de que estaba bien e iba camino a casa, cada vez más calmado pero aún con el corazón latiendo fuertemente en su caja torácica.
Cuando iba por la mitad del camino, entró a una de las pocas tiendas de conveniencia que no estaban en el centro del pueblo, esperando encontrar un buen desayuno consistente de ramyun y queso, hervido en leche. Apenas entró al lugar de vidrio y metal, vio a HoSeok haciendo fila.
Dios, HoSeok. Apretó sus labios para acercarse al muchacho quien, enfrascado en una conversación con el cajero, no se dió cuenta de la presencia del más joven hasta que estuvo a plena vista suya. Fue cuando lo saludó amigablemente, como siempre, y le presentó al chico que hacía de cajero, un muchacho de su barrio a quien había visto antes pero que no conocía casi nada. JeongGuk no se sintió bienvenido en la conversación, así que excusándose en su hambre fue directo a la sección de ramyun instantáneo para escoger uno extra picante, luego un cartón pequeño de leche y finalmente un palillo de queso mozarella. Pagó todo y se fue a cocinarlo en la parte trasera de la tienda, donde había agua hirviendo, sazonadores, microondas y mesitas para sentarse a pasar el rato.
Mientras calentaba el ramyun lleno de leche, queso y sal con pimienta, observó de lejos a HoSeok, quien parecía extrañamente alegre aquel día. De hecho, estaba más alegre que nunca, dando pequeños saltitos y alzando la voz en una risa confiada que JeongGuk jamás pensó en escuchar antes. El muchacho larguirucho se terminó alejando del cajero para dirigirse a donde JeongGuk esperaba su ramyun calentándose en el microondas, y fue cuando el menor se dio cuenta de lo que llevaba en sus manos.
— ¿Por qué tanta comida, Hobi?
— Me mandaron a comprar apenas desperté. — se quejó HoSeok con un puchero, sentándose en la mesa donde JeongGuk había dejado los palillos de madera reciclable. Comenzó a juguetear con ellos, enfrascado en su mundo.— Como sea, ¿estás bien? Anoche SeokJin y tú estaban muy paranóicos.
El recuerdo de la figura de HoSeok a la distancia en medio de la noche fue suficiente como para hacer que JeongGuk tragara saliva un poco, pensando en quizás alguna salida donde su amigo no era el culpable. Mierda, el chico no había hecho nada malo, el pequeño Jeon sólo buscaba respuestas y pilló lo primero que le pareció sospechoso ante sus ojos. El microondas dió sus pitidos y JeongGuk sacó de éste su ramyun con queso mozarella, dirigiéndose a la mesa donde HoSeok se hallaba sentado. Éste le pasó los palillos y, después de darle un par de removidas al plato de cartón, se llevó un gran bocado de los fideos para saborearlo todo y llenar un poco su estómago vacío y quejumbroso.
— No lo sé. Es que te vimos afuera en la calle de SeokJin por muchísimo rato, diría que una hora, y la verdad se nos hizo raro porque... parecías pensar. Pero como dijiste que no eras tú, tú estabas en otra parte... No sé. Estoy pensando de más, la m-muerte... — le costó decir en voz alta la palabra por primera vez en el día, sin la valentía que había usado en casa de TaeHyung, y eso le hizo suspirar cansado, a lo que su amigo respondió poniendo una de sus manos sobre el hombro del menor.— Perdóname, ya no sé qué pensar desde lo que pasó con JiMin. Mi mente ha dado vueltas intentando descubrir quién terminó con su vida y todo parece encajar de las maneras más extrañas posibles, sin evidencia alguna.
— Amigo... esto es algo que no deberías hacer tú. Déjale el trabajo a la policía, ellos saben lo que hacen. — opinó HoSeok, sonriendo amablemente.— Digo, si no resuelven el caso, no tienen plata para la comida al final del día. Tienen que encontrar una solución a todo esto.
JeongGuk soltó un suspiro más, y dejando sus palillos sobre el recipiente de cartón, llevó sus manos a la línea de su cabello para comenzar a llorar de una vez por todas, completamente devastado ante la conversación tan directa. Sorbió su nariz y pasó el borde de su manga para limpiársela, sintiendo sus orbes arder ante la insistencia de su llanto, la mano de HoSeok acariciando su hombro, sintiéndose extraño por su presencia a pesar de que era un amigo cercano. ¿Lo era acaso? Ni siquiera se veía afectado en serio por la muerte de JiMin, pero había acusado de lo mismo a TaeHyung anoche en un arrebato y se terminó arrepintiendo profundamente. ¿Estaría sintiendo lo mismo, sin identificarlo con claridad? Porque si era así, después se sentiría culpable, y no le gustaba sentir aquello.
— Está bien. Gracias. — susurró el muchacho, ganándose una risita grave por parte del mayor de dueto.
— Es lo que puedo hacer por un amigo.
★
Aquel fue un atardecer amigable, cuando JeongGuk se bañó por primera vez en días; su madre lo estaba retando porque olía demasiado mal mientras se cocinaba una ensalada simple mediterránea, por lo que subió las escaleras y de tomó una caliente ducha de cinco minutos que no le subió el ánimo pero sí las ganas de seguir con su propósito de descubrir al culpable de la situación. Una vez vestido, subió de nuevo hacia su habitación con la ensalada en sus manos, y comiéndola en el camino, pensó de nuevo en la bolsa de HoSeok de aquella mañana.
En realidad no había ninguna prueba contundente para culpar al pobre de HoSeok, pero mientras más lo pensaba, más se daba cuenta de que el chico era un tanto extraño. Desde su comportamiento irregular hasta la falta de emoción en algunas ocasiones, de empatía, de cercanía con lo que pasaba a su alrededor. No por nada había pensado que, al revelarles la muerte de JiMin a sus amigos, era extraño que HoSeok reaccionara con aquella expresión tan pasmada y sentimental. La verdad no tenía nada especial en contra de su amigo, era sólo que desde que lo conoció... se dió cuenta de lo extrañamente alejado del mundo que era.
Recordó la vez en que lo conoció, cuando eran más pequeños pero lo suficientemente maduros como para darse cuenta de lo que eran la moral y lo correcto. Fue una tarde en la que HoSeok le dijo frente a frente que no sentía absolutamente ningún remordimiento o pena cuando alguien sufría por culpa suya. A sus doce años, JeongGuk alzó una ceja, pensando en lo edgy que estaba resultando su nuevo amigo, pero luego HoSeok lo miró a los ojos, y éstos no tenían brillo alguno, ninguna emoción.
“Siento que debería preocuparme por ello, pero mierda, ¿por qué no lo hago? ¿Estaré roto por dentro?”
JeongGuk en su momento le respondió que debía comentárselo a sus padres, quizás investigar por cuenta propia lo que tenía, pero su nuevo amigo no expresó nada más que indiferencia ante aquellas soluciones, como si realmente no le importara y quisiera rellenar los temas de conversación en un inicio. En su momento, el chico castaño no le prestó demasiada atención, pasando al siguiente tema en un santiamén y olvidándose de la conversación por unos buenos meses en los que se concentró en conocer mejor a HoSeok. Pero ahora se daba cuenta de que... quizás la falta de empatía que demostraba en algunas ocasiones podía ser consecuencia de algún problema que le impidiera darse cuenta, emocionalmente, de lo que estaba haciendo.
El chico sabía que su amigo, Mina y una compañera de clases estaban ensayando la obra de teatro cuando dejó a JiMin en el instituto aquella tarde, y que luego el chico lo llamó completamente asustado en medio de la noche. Quería recordar bien sus palabras antes de que el supuesto padre le atendiera, tal vez algo se conectaría para dar cuenta de lo obvia que estaba siendo la respuesta todo este tiempo. Apretó sus labios, sentándose en el suelo con la espalda apoyada en la cama, más pensativo que nunca mientras dejaba la ensalada de lado, preocupándose nulamente por su alimentación y más por el asesinato de JiMin.
Luego estaba Mina, la chica rubia que se había vuelto cercana al grupo en muy poco tiempo. No era sospechosa porque realmente lucía como una chica muy dulce, callada y amable. Había estado viviendo en su natal Japón por toda su vida hasta que su padre consiguió un trabajo en Jeongseon, cosa que la llevó al instituto hacía un par de años atrás. Y aunque no la conociera tan bien como al resto, sabía que no haría nada malo, teniendo en cuenta lo amable que era con la gente a su alrededor, con los animales y con sus mismos amigos. Lucía muy humana a diferencia de HoSeok.
Siempre regresaba a pensar en HoSeok, ahora cayendo en cuenta al cien por ciento de su lejanía respecto a la muerte de JiMin, como si no fuera uno de sus amigos más cercanos. Pensaba en la falta de emoción en sus ojos cuando lo miró, poniendo una mano sobre su hombro cada vez más delgado, simplemente alzando las cejas y dándole una sonrisa triste que ni siquiera parecía real. Dios, estaba tan convencido de que HoSeok tenía algo que ver en aquello que no podía evitar el decidirse sobre el culpable. Ni siquiera había pruebas, pistas que lo guiaran a él, pero su instinto nada profesional le decía que había sido él, el chico de cabello borgoña, con la nariz pequeña y respingada, de sonrisa de corazón y un supuesto miedo a flor de piel.
“No quiero tener nada que ver en algo así de turbio.”
Agarró el teléfono móvil con una peligrosa convicción instalada en su cabeza, viendo su directorio de llamadas cuando alguien tocó la puerta de su habitación. Casi como queriendo ocultar un oscuro secreto, JeongGuk apartó el móvil con un movimiento violento de sus brazos y espetó un 'pase' bastante apagado para la sorpresa que se había llevado.
Su madre apareció en el umbral de la puerta, arrugando la nariz ante el desorden que tenía y mirándolo luego con una expresión preocupada en su rostro joven.— Jeon, hay un oficial forense en la puerta. Dice que te quiere en su oficina para interrogarte. ¿Qué hiciste, mierdecilla?
— Nada. — suspiró JeongGuk, bajando la cabeza mientras se levantaba, agarrando el teléfono móvil en su mano grande y delgada, sorbiendo su nariz y llevando la capucha de su sudadera gris por encima del cabello desordenado y brillante.— Supongo que sus padres le dijeron que JiMin y yo somos cercanos... éramos cercanos. Quizás encuentren alguna pista en mis palabras.
— Si resultas ser el culpable te voy a pegar hasta en los testículos con un alambre de púas. ¿Me entendiste, muchachito? — su madre ya no le pegaba, pero las amenazas estaban a la orden del día si es que vivías con ella, y aunque en un principio JeongGuk estuvo feliz por aquel cambio, ahora no sentía más que rabia y pena por sí mismo y por su progenitora, la que siempre estaba preocupada por él pero lo expresaba de la peor manera posible. Pasó al lado de ella sin responderle, dejándola ser mientras bajaba las escaleras hacia el primer piso y pasaba al lado de su padre quien, absorto en el diario local de Jeongseon, no le dijo absolutamente nada.
Se puso los zapatos y abrió la puerta para encontrarse con un hombre y una mujer forense, ambos de expresiones duras y aromas fuertes a perfume caro, vestidos con traje negro, esperando pacientes y tiesos a la llegada del muchacho. Cuando lo vieron, sacaron sus insignias para acreditarle al adolescente que eran parte de la institución, y luego se dieron los tres una reverencia de noventa grados, como dictaba el protocolo. La forense sacó una libreta pequeña de su bolsillo y revisó las hojas rápidamente, con la experticia que el padre de TaeHyung se aseguró de remarcarle aquella mañana.
— Usted es el joven Jeon JeongGuk, diecisiete años, residente del número 25 de la calle Signo Otorgado, Jeongseon, ¿no? — preguntó la mujer, mirándolo con el rostro más impávido que pudo presenciar hasta el momento. El nombrado asintió profusamente y la mujer escribió algo en su libreta, luego apartándola para mirarlo a los ojos.— Mi nombre es Oh YoonAh, y éste es mi compañero Kim MyungJae, ambos parte de la brigada especializada en asesinatos de Seúl. Fuimos asignados al caso del asesinato de Park JiMin, quien tenemos entendido fue, en vida, tu amigo más cercano. ¿Es eso correcto?
— Correcto. — respondió el muchacho, asombrado ante la falta de tacto de los dos policías, pero no diciendo nada al respecto. Ellos le guiaron hacia el automóvil negro que habían aparcado al frente justo cuando su madre y su padre salieron de la casa, poniéndose encima las chaquetas y los abrigos que JeongGuk no tuvo ganas de ponerse. Los cinco se subieron y el hombre encendió la máquina para partir hacia el cuartel donde le harían preguntas. Al menos esperaba que fuera eso.
Una vez hubieron llegado al pequeño edificio de aspecto cálido (incluso en pleno invierno) pero poco amigable, JeongGuk se permitió ver los alrededores para relajarse un poco, ya que de repente le habían subido los nervios; ¿qué pasaba si erróneamente creían que él era el culpable? ¿El padre de TaeHyung le habría dicho a los dos forense lo que había pasado esa misma mañana en su casa? ¿Se lo habría tomado tan en serio? De repente se arrepentía de sus palabras mientras permanecía levantado en medio de la sala de espera, mirando las paredes naranja del lugar, los archivos apilados sobre cajas y estanterías varias, la gente que paseaba errática de un pasillo al otro lado de la sala. Había visitado antes el cuartel de policía en compañía de TaeHyung, HoSeok y NamJoon para esperar al padre del primero, quien solía darle la mesada a mediodía a la hora de almuerzo por alguna razón, y no sabía si era el caso en específico o la hora, pero ahora mismo estaba más que atiborrada la capacidad del lugar.
La señora y el señor Jeon parecían estar igual de pasmados que su hijo, pero lograban permanecer con la misma expresión seria que los caracterizaba cuando estaban en público. Algunos se los quedaban mirando, al cabello abundante y ondulado de la señora Jeon, a las gafas rectangulares del señor Jeon, al aspecto limpio pero desaliñado del hijo. Pero nadie dijo nada hasta que los hicieron entrar a la sala de interrogación. La señorita Oh esperaba sentada en una silla con papeles sobre la mesa blanca, una luz tétrica iluminaba el espacio desde la parte de arriba, los hicieron sentarse al frente de ella para que, una vez cerrada la puerta, la mujer hablara.
— Voy a comenzar, MyungJae. — avisó a su compañero, que estaba vigilado a un extremo de la sala oscura y abrió una libreta para apoyar el lápiz de tinta negro que llevaba encima. JeongGuk suspiró, esperándose lo que fuera.— No tengas miedo, JeongGuk, esto es simplemente procedimiento debido a la línea de tiempo que se ha formado con el paso de los días, ¿está bien? Bueno, ¿juras decir la verdad y nada más que la verdad? — JeongGuk asintió para luego decir un 'sí' en la voz más segura que pudo sacar de su pecho.— Vale, empezaré diciendo que, según las cámaras de seguridad del pasillo, tú y el joven Park esuvieron juntos la tarde del asesinato. — los dos padres miraron a JeongGuk, quien asintió con la sangre bajándole a las piernas por alguna razón.— Fue así: pasearon un momento juntos, al salir tú del establecimiento se dieron un beso de despedida y luego lo dejaste solo. ¿Es eso correcto?
— ¿¡Se dieron un beso!? No, señora, mi hijo no es ningún maricón. — negó rotundamente el señor Jeon, negando con la cabeza y pareciendo salir del letargo eterno que parecía encandilar su propio mundo. JeongGuk puso sus ojos en blanco y lo miró directamente.
— Papá, salí del clóset hace dos años.
— No, son puras invenciones tuyas. Tú eres un hombre y te vas a casar con una mujer, tendrás hijos y...
— JeongKyo. — interrumpió la señora Jeon, con la misma voz alzada que usaba con JeongGuk. Una de las pocas cosas buenas de su madre era que aceptaba su sexualidad y no había problema con ello. En teoría.— Acéptalo de una vez. Ahora no estamos hablando de tus traumas respecto a la sexualidad, estamos hablando de que JeongGuk y JiMin fueron los últimos que se vieron juntos en la tarde de su muerte.
— Correcto, señora. — asintió la señorita Oh, mientras bajaba la mirada para anotar algo pequeño en las hojas sueltas que estaban sobre la mesa. El muchacho pasó nervioso su mano por el largo cabello ondulado y se inclinó hacia la forense, mirándola al rostro.— Entonces, ¿lo confirmas?
— Sí, señorita.
— ¿Sabes con quién lo dejaste?
— Jung HoSeok y Myoui Mina estaban en el teatro del sótano, ensayando la obra de fin de año, habían algunos alumnos en sus talleres de tarde y creo que había también una reunión de profesores en una de las salas del pasillo.
La mujer asintió, anotando todo en puntos pequeños y todos sintiendo el pasar rápido de la pluma del forense masculino a sus espaldas. Y aunque el señor Jeon estuviera aún mascullando cosas sobre maricones y niñitos afeminados, nadie le prestaba atención al hombre, poco menos ignorando su molesta e insistentemente homofóbica presencia. JeongGuk agradeció aquello internamente desde lo más profundo de su corazón, mientras la mujer lo miraba de nuevo, tan estóica como se había mostrado desde que la conoció, media hora antes.
— ¿Sabes algo sobre quién puede ser el asesino? ¿Tienes sospechas?
El chico cayó en la cuenta de que lo que había dicho el padre de TaeHyung era completamente real: no había pruebas ni conexiones hacia un posible culpable. Y sí, tenía sospechas, pero estaba cayendo en la realidad de ser simplemente un adolescente afectado por las circunstancias, desesperado por ayudar pero causando problemas. Era una sensación molesta que lo hizo encogerse un poco, haciendo una mueca y provocando en los demás cierta duda, como si su comportamiento fuera el del asesino o algún cómplice. La señorita Oh alzó su ceja derecha mientras bajaba levemente su cabeza, interrogándolo así sin palabras.
— ¿Y bien?
— Nada oficial, señorita. — susurró JeongGuk, aceptando la derrota mentalmente aunque la señorita Oh no dejaba de mirarlo dubitativa, sin creerle demasiado. Diablos, la mujer sabía muy bien cómo leer a sus interrogados, quizás podía oler la culpabilidad que sentía JeongGuk respecto a la penosa situación en la que se hallaba. Mordió el interior de su mejilla y luego la empujó con su lengua, nervioso, la oreja derecha sonrojándose calurosamente y su padre fijándose en esta con un rostro sorprendido.— Tengo mi sospecha pero... no hay ninguna prueba que la acredite.
— Me alegra que sepas verlo de esa forma tan madura. Pero necesitamos al menos un nombre para guiarnos, y las razones por las cuales consideras que es sospechoso. — declaró la mujer, de manera quizás poco profesional, entrelazando los dedos de sus manos arrugadas por sobre la mesa y los papeles en blanco y negro.
Con un suspiro, y admitiendo la segunda derrota, JeongGuk abrió los labios para comenzar a explicar el por qué de sus sospechas sin fundamento aparente, sin mirar en un inicio a los ojos de la mujer debido a la vergüenza, pero logrando establecer cierta confianza con ella como para mirarla fijamente sin sonrojarse ni ponerse nervioso. Repetía una y otra vez que no estaba seguro, que no habría motivo aparente por señalarlo como culpable, pero que mientras más lo pensaba más le hacía sentido. Hasta que de repente la mujer lo interrumpió con los ojos brillantes;
— Pero dime, tú hablaste con el difunto antes del asesinato, ¿no? — preguntó suavemente la señorita Oh, como teniendo cuidado. Fue cuando JeongGuk se dio cuenta de que él mismo estaba derramando lágrimas cálidas y saladas, que le acartonaban y hacían arder los ojos y la piel de sus mejillas. Se llevó los dedos al rostro para limpiárselo lo mejor posible pero se halló ahora empapado del agua salada que no se cansaba de salir de sus cuencas. Apretó sus labios y frunció el ceño, tragando saliva en el proceso.
— ¿Cómo lo supo?
— Revisamos el directorio de llamadas del joven Park, y a la hora del asesinato, sale tu nombre.
— Bueno, debí comentarlo antes supongo pero... JiMin me llamó cuando estaba acostado a punto de dormir. — nuevamente se sonrojó, aquella noche estaba a punto de hacer cosas para mayores de veinte años. Pero no podía decirlo frente a sus padres. Prosiguió con la mayor calma posible.— Sin embargo, su padre me terminó hablando, diciéndome que estaba teniendo un ataque de pánico y que no debía preocuparme. Supongo que fue mi error creerlo porque... JiMin no tenía antecedentes psicológicos, y... hablé con su padre el día después y no parecía recordar haberme hablado por teléfono.
Con las dos cejas alzadas, perfectamente delineadas y agresivas, la señorita Oh se reclinó sobre la silla con los brazos cruzados. El señor Kim pareció rasgar violentamente el papel con la punta del lápiz mientras comenzaba a pasear alrededor de los cuatro presentes, analizando la escena lo mejor posible.
— ¿Sabe quién es buen imitador de voces? Jung HoSeok. — dijo de repente la señora Jeon, inclinándose hacia adelante con la voz fuerte y susurrante a la vez. Su hijo la miró a la cara con una expresión asombrada, porque mierda ¡no se acordaba de aquello para nada!— Supongo que estaré condicionada por mi hijo, pero ese niño jamás me dió buena espina, ¿sabe? Siempre tan extraño, apático, sin una emoción real en su rostro... Parece como si estuviera apagado en cuanto a la inteligencia emocional. Y cada vez que iba a nuestra casa, se la pasaba imitando las voces de sus amigos para gastarnos bromas. Era bastante convincente, no me imagino lo creíble que puede ser a través de una línea telefónica.
— MyungJae, llama a la familia Jung. — concluyó la señorita Oh al erguirse en su silla negra, agarrando el lápiz y anotando posibles datos y conclusiones que los demás no habían sacado antes.— Tenemos a un posible sospechoso.
★
Podía recordar su aroma a duraznos frescos y jugosos cuando caminaron juntos a casa por primera vez. Solía recordar aquel olor con anhelo y felicidad, para relajarse con el pensamiento de su sonrisa clara arrebatándole la respiración y una sonrisa igualmente sincera y bonita. Pero ahora no podía sentir otra cosa que no fuera nostalgia y arrepentimiento, el dolor de su pecho negándole la presencia de cualquier sentimiento ameno que antes pudiera provocarle el recuerdo más lindo que pudo tener en lo que consideraba era su miserable vida. Parecía desesperado cuando se encerró en su cuarto y llevó las manos a su rostro desfigurado en rabia y pena, llorando una vez más porque no tenía otra forma de expresar lo que sentía sin terminar igual que el mismo JiMin.
Lo extrañaba tanto, tanto... que el solo recuerdo de su rostro lograba encogerle el corazón con una fuerza incomparable, tétrica y tan palpable como las lágrimas que caían desde sus ojos lagañosos, las mejillas rojas y brillantes, el recorrido de las gotas saladas anteriores dejándole la cara dura, como un cascarón que se rompe dificultosamente. Mordió su labio inferior mientras pataleaba, las manos en el cabello, tironeándolo, más desesperado que nunca y al borde de la desquiciante idea que tenía en su mente, instalada desde que la forense lo dirigió afuera de la sala para hacerle firmar papeles. Tragó saliva, sollozando con el aire atrapado en la boca, pensando en una mezcla de JiMin, su voz, su sonrisa, su mirada angelical, con las palabras de la señorita Oh retumbando en su cabeza.
Interrogarían a HoSeok por su culpa. Demonios, ni siquiera tenía que ser tan importante si es que el muchacho no era el responsable, pero algo en la parte de atrás de su casco le decía incansablemente que debía hacerle caso. Las imágenes se volvieron borrosas, dió vueltas en la cama desordenada y gritó en silencio, sacando la mayor cantidad de aire posible desde su pecho, sin querer alarmar a sus padres después de algo tan chocante como una interrogación policial. Hazme caso, le susurraba la voz de su conciencia, una y otra vez en el mantra más atrapante que pudo experimentar antes.
Pero todo fue interrumpido cuando la voz de su madre se alzó de sobremanera desde el salón principal.
— Ese niñito, ¡ahora no saben dónde se fue! — exclamaba la señora Jeon con la voz severa que la caracterizaba. JeongGuk sorbió su nariz y sollozó involuntariamente, saliendo de su habitación rápidamente para agacharse en el inicio de las escaleras, limpiándose lo mejor posible las lágrimas secas de su rostro.— ¿Puedes creerlo, cariño? El chiquillo se escapó al parecer, porque cuando la forense fue a su casa a buscarlo ellos estaban desesperados. No contesta el teléfono móvil, algunas prendas de su ropa están desaparecidas y al parecer robó dinero en efectivo de la pieza de sus padres. Mi cielo, esto parece una telenovela.
— Haciendo eso se reveló a sí mismo como el culpable. ¿Qué crees que tenga que lo haga así, amor? — preguntó su padre, con la voz cansada pero preocupada al mismo tiempo. No hablaba tan fuerte como su esposa pero se daba a entender con claridad.
— No lo sé. Su falta de emociones básicas me hace pensar en los psicópatas de los libros de Stephen King, o de las películas de terror. — claramente tembló, y se pudo entender por la forma en que su joyería tintineó violentamente.— Ojalá JeongGuk no se entere, tengo la sensación de que hará lo posible para meterse en el asunto e intentar tomar las riendas de la situación. Algo así no termin bien, y lo sabes.
— Sí, nuestro hijo puede llegar a ser muy impulsivo. — suspiró el señor Jeon. JeongGuk podía visualizar la manera en que se sacaba las gafas de montura de plata y miraba al suelo, pensando en las siguientes palabras para decir.— ¿Crees que eso tenga que ver con el hecho de que sea... maricón?
El chico puso sus ojos en blanco y se levantó para encerrarse nuevamente en su habitación, apoyando la espalda en la puerta rayada y llena de pósteres variados. Lamió sus labios resecos y sorbió su nariz de nuevo, sintiendo el rostro hinchado cuando sacó de su bolsillo el teléfono móvil. Miró por unos largos segundos la pantalla apagada, recordando la voz falsa del supuesto padre de JiMin intentando relajarlo, sintiéndose más miserable que nunca por habérselo creído tan a pecho. Pero desbloqueó la pantalla rápidamente y marcó el número del pelirrojo, tragando saliva pero más seguro que nunca de su decisión.
No le importaba que a ojos de los demás fuera impulsivo. Él quería cobrar venganza por el asesinato de JiMin, y ahora seguiría su instinto por más que los demás le dijeran que estaba equivocado.
— ¿Dime? — saludó TaeHyung desde el otro lado de la línea, se notaba que estaba intentando relajarse pero JeongGuk no estaba para un momento así.
— Nos juntamos ahora mismo en el instituto, trae el automóvil de tu padre. — respondió con la voz más firme y seria que nunca.
— ¿Qué estás diciendo? — el pelirrojo parecía alarmado, y JeongGuk cerró sus ojos con un suspiro.
— Tomaremos las riendas de la situación. Te espero.
★
Entrar al instituto no fue nada fácil para los dos adolescentes, por más que ya lo hubieran hecho antes exitosamente. Porque ahora ninguna puerta estaba abierta, y aunque no hubiera vigilancia como antes, ellos necesitaban entrar al lugar para conseguir cosas que no poseían, como los balones de ejercicio que usaban los de teatro musical, o la utilería de los escenógrafos. Sin embargo, a falta de mejores recursos, se dirigieron al gimnasio que nunca usaban por la ventana rota, y entraron a través de la misma para analizar los alrededores.
Un espacio amplio y gélido les recibió, sumido en la quietud que sonaba de alguna forma u otra, oscuro y tenebroso. No iban a limpiar muchas veces al mes el lugar debido a su nulo uso, pero al menos no se formaban telarañas ni tampoco habían ratones o roedores colados de forma evidente. Tampoco era una belleza pulida, brillante y en perfecto estado, tenía sus años y, como dije, no la iban a limpiar mucho, pero estaba bien. Sin embargo, mientras castañeteaban los dientes por el frío que se colaba por todas las hendiduras y agujeros, sus pasos fueron firmes y rápidos hacia el armario de implementos que, JeongGuk adivinó, estaba abierto.
Agarraron los dos bates de béisbol disponibles y corrieron de vuelta al automóvil del señor Kim, sin preocuparse de si hacían mucho ruido o no porque de todas formas aquel lugar no tenía seguridad de ningún tipo. Una vez se hallaron dentro del amplio vehículo policial, respiraron sonoramente y se miraron a los ojos, el pelirrojo completamente asustado y JeongGuk más y más seguro de sus apresuradas decisiones. Parecieron batallar en silencio pero el menor de los dos ganó, haciendo que TaeHyung pusiera los ojos en blanco con ciertos nervios y encendiendo el motor al encajar y girar la llave en su sitio. Arrancaron marcha en dirección a la calle principal con la radio encendida y los dos sumidos en un silencio de palabras que parecía extraño, ya que los dos eran reconocidos en su grupo por charlar más de la cuenta.
— ¿Por qué no le pediste a SeokJin o NamJoon que te llevaran? Ellos son tus mejores amigos. — preguntó con cautela el mayor de los dos, sin atreverse a mirarlo directo a los ojos de nuevo. Giraba el manubrio del automóvil con cierta experticia digna de quien practica manejo todos los días gracias a su estricto padre, y por un momento se detuvo para bajar la cabeza y apartar las manos del volante.— Es decir... igual tengo una idea de lo que será, pero aún así me pregunto cómo... ¿por qué?
— Con ellos no podría contar para esto. — susurró el adolescente castaño, analizando el oscuro contraste entre la luz amarillenta del automóvil y la oscuridad nevada del pueblo. TaeHyung tragó saliva sonoramente.— Apenas les hubiera dicho del plan... me habrían mandado a freír monos a Estados Unidos. Sé que puedo contar contigo para este tipo de cosas más arriesgadas, sobre todo porque estás bastante bien entrenado por tu padre.
El pelirrojo pasó una de sus delgadas manos por las hebras de su fino cabello rojo fantasía.— Mh, gracias por el cumplido.
JeongGuk puso sus ojos en blanco de nuevo y soltó un bufido de gracia, abriendo la boca de nuevo.— Por el sendero del cerro oeste, el camino Mariposa.
Sin decir más, el mayor de los dos avanzó de nuevo sobre el camino asfaltado del pueblo en dirección al oeste, donde pronto el recorrido pasó a ser de una tierra fina, polvillo, que no se levantaba gracias a la humedad del invierno. Casi en un instante, se hallaron subiendo por el sendero angosto, la iluminación de los faroles del automóvil dándole un toque tenebroso a la situación. JeongGuk se encontró temblando sobre su asiento a pesar de que la calefacción del vehículo estuviera encendida, pero logró ocultarlo gracias al movimiento errático del automóvil sobre las piedras y acumulaciones duras de tierra en el cerro. El ambiente comenzó a poblarse de árboles oscuros y finos, de madera fuerte, a medida que seguían adelante. Por un momento, TaeHyung tuvo que bifurcar por la ruta, luego, se halló subiendo en un espiral incansable.
Cuando el pelirrojo le había preguntado cómo es que sabía que HoSeok se escaparía exactamente por ahí, JeongGuk le había respondido con lógica pura: era el único camino despejado después de la ventisca de nieve del otro día, la segunda después de la retirada del cuerpo de JiMin, y eso significaba que los senderos que subían a los cerros eran los indicados. Ahora, para saber cuál en específico, era cosa de recordar que los otros no tenían salida a una ruta alternativa, ni siquiera a alguna casa privada, pero el camino Mariposa cruzaba el cerro directamente hacia la ruta principal de la provincia, y eso le permitía escaparse en base a quien le llevara a la ciudad más cercana. TaeHyung se había maravillado en su momento, pero ahora le resultaba tan obvio que hasta se echó a reír de sí mismo cuando subió al automóvil por vez primera en aquella noche.
JeongGuk recordó de repente la escena del cumpleaños número once de TaeHyung, cuando recién de habían conocido pero tampoco eran tan amigos, sólo compañeros de clase. Había reconocido a HoSeok a la distancia, empujando a algo desde el borde del camino hacia abajo, y por unos momentos se halló teniendo unos violentos escalofríos que le hicieron cerrar los ojos y desviar la cabeza hacia un lado, frunciendo el ceño.
La madre de TaeHyung usaba un vestido blanco que flotaba al viento, hecho de lana de algodón natural, con el pelo castaño y largo corriendo tras su espalda. No recordaba su rostro, sólo el momento en el que un niño se había acercado a ella y sin querer le había dirigido un manotazo. Mierda, ese niño era HoSeok, ¿por qué tenía que ser él? Llevó las manos a su cabeza, otra vez sintiendo que los puntos comenzaban a conectarse a medida que... recordaba. Que iba rememorando datos y cosas que pensó estaban escondidas en lo más profundo de su cerebro, sin oportunidad a tener salida.
Pero ahora lo veía sin ninguna dificultad, el trauma de su niñez disipándose como en una consulta médica y psicológica para curarse la mente. Veía a HoSeok acercándose y, con las manos estiradas, empujando adrede a la señora Kim, enviándola bajo el cerro con alaridos y gritos de dolor. Recordó a TaeHyung llorando, HoSeok haciéndose el confundido y mirando el cuerpo de la mujer rodando inconsciente por la ladera nevada del cerro, chocando con varios árboles y ramas peligrosas. El cabello castaño completamente desordenado sobre su cabeza, los huesos rompiéndose con ecos desgarradores que se pudieron escuchar en todo el valle.
HoSeok era un asesino. Ante aquel pensamiento claro agarró el bate de béisbol desde la base y apretó la madera lijada y barnizada entre sus dedos y las palmas de sus fuertes manos, alzando la cabeza, divisando el sendero que poco a poco se hacía más y más angosto. Ni siquiera se tomó su tiempo para bajar y correr hacia la figura que parecía querer escabullirse a mitad de camino,, larguirucha y con una gigante mochila colgada sobre sus hombros. No dudó ningún segundo el pegarle de lleno con el bate en la cabeza, semi noqueándolo, dejándole en el piso mientras TaeHyung detenía el automóvil y marcaba el número de su padre en sonoros alaridos de terror. Diablos, usualmente las películas no lo afectaban tanto, pero aquello era la vida real, y su mejor amigo estaba teniendo un ataque de ira en el que soltaba el bate y le pegaba en el rostro a Jung HoSeok.
— ¡Tú lo mataste!
— Sí. — estaba hecho mierda, sangrando en el piso mientras su antiguo amigo le agarraba el cuello del abrigo, queriendo agitarlo hasta matarlo de un mareo. Los moretones más fuertes se comenzaban a formar de manera paulatina mientras el dueño sonreía.— No dejaba de hablar de tí, me dio asco. Me dio rabia.
— Maldito hijo de puta. — respondió en un susurro asombrado e irascible el muchacho, propinándole otro golpe y viendo rodar por el camino la comida que le había visto comprar en la tienda de conveniencia aquella mañana. Todo calzaba y no lograba mantenerse en calma por ello, dándole más y más golpes, bofetadas e incluso un par de escupitajos.— Te voy a hacer pudrir en la cárcel, asesino de mierda.
Ante la promesa, HoSeok sonrió ladino. JeongGuk le dió un golpe final en pleno rostro y, cansado, el homicida cayó desmayado en el suelo de polvillo húmedo.
★
Era una radiante tarde de navidad en la que JeongGuk recibía en su hogar al primo YoonGi y su familia perfecta de hermana menor, padres jóvenes y casados y el abuelo EunHwi. Caía la nieve con suavidad una vez más y el joven muchacho estaba más deprimido que nunca, escuchando todas las versiones existentes de Hallelujah con los audifonos puestos. Ignoraba a todo el mundo a su alrededor, tendido en el sofá, permitiendo que el gigante suéter feo de aquel año lo arropara como si fuera la manta más cálida del mundo. No hacía nada, observaba la nada, sentía nada. Todo era un vacío eterno para él, en el que se sumía con el aspecto más deplorable de todos. Ya no soltaba lágrimas, pero le dolía todo el cuerpo por el esfuerzo de hacía dos noches atrás.
Cuando el padre de TaeHyung y los equipos respectivos de investigación hubieron llegado a la escena, JeongGuk les entregó a HoSeok, pateando su cuerpo hacia ellos. Estuvo cerca de ser sentenciado por violencia gratuita, pero las leyes en Corea del Sur eran extrañas y, cuando el chico asesino declaró, el menor de todos fue absuelto y liberado de sus cargos, en cambio siendo retado por el señor Kim y alabado por la brigada de forenses asignados al caso. Aún le costaba asimilar que había logrado lo que quería, pero tampoco quería desarrollar sentimientos en torno al tema. Simplemente quería cerrar los ojos apaciblemente y dormir por unos largos años hasta despertar y darse cuenta de que había superado la muerte de su ser amado. Quizás incluso olvidarse de él.
Luego recordaba que lo último que quería hacer era olvidarse de su sonrisa, de las carcajadas y el tacto de sus manos pequeñas contra la piel de su dorso, tomando uno de los grandes dedos. No quería dejar de pensar en su cabello, en el pequeño delineado rebelde, en la forma que solía hablarle y hablar de él cuando pensaba que no lo estaba escuchando. Le gustaba pensar en todas esas cosas y en las memorias de sus tardes juntos, de su primer día en cada año de clases, en el día en que se conocieron como los niños de trece años jugando en el río de Jeongseon.
— ¡Báñate, mocoso! Antes de que tus primos se den cuenta de lo mierda que estás hecho. Apestas. — le retó su madre, interrumpiendo sus pensamientos y las lágrimas que amenazaban con asomar desde las cuencas de sus ojos decaídos. A duras penas el muchacho pudo hacerle caso, dejando el móvil sobre el sofá y sin preocuparse si la música seguía reproduciéndose. Subió las escaleras sintiendo que un par de miradas estaban fijas en él, y se metió en el baño lo más rápido que pudo ser, es decir, bastante lento.
Cada uno de sus movimientos era un letargo insoportable del que no podía salir vivo, y mientras encendía la llave del agua y se ponía debajo de la regadera, pensaba en que quizás la ducha lo ayudaría un poco. Sin embargo, cuando salio y de arropó en una toalla blanca, se sentía igual de mierda que antes, pensando en todo momento lo que JiMin haría, la manera en que habrían pasado juntos la navidad. Joder, dolía más que cualquier rotura de hueso posible, más que un dedo salado metiéndose en la herida profunda de su pecho. Más incluso que la manera en que extrañaba su primer y último beso con él.
Le costó vestirse, pero por suerte lo hizo porque de repente tocaron la puerta desde el otro lado, y sin esperar respuesta, entró YoonGi con su característica mirada gatuna, genuinamente preocupado por su primo cuando cruzó la pieza alfombrada y se sentó a su lado en el borde de la cama burdamente estirada en un intengo por parecer ordenado. No pudieron mirarse a los ojos porque JeongGuk no dejaba de mirar el suelo, completamente deprimido y sin expresión positiva en sus ojos grandes. Aquellos que antaño brillaban en alegría y felicidad, ahora sólo brillaban encandilados por la presencia de las lágrimas que cristalizaban todos sus orbes.
— Alguien abajo te busca. — susurró con su característica voz suave, la que contrastaba con su apariencia dulce de gatito. JeongGuk ya estaba acostumbrado a ello, por lo que no se inmutó incluso YoonGi estando acercándose a él como queriendo decir 'ven abrázame, te sentirás mejor'.— ¿Vas a ir? ¿Te acompaño?
El castaño negó con la cabeza mientras se levantaba e ignoraba la preocupación de su primo, dejando que su cabello estilara mientras bajaba las escaleras afelpadas y se dirigía a la entrada de la casa. Desde el comedor se escuchaba a todos los adultos hablar de cosas que a él aún no le interesaban, así que decidió ignorarlos también, agarrando el teléfono móvil y cortando por fin la música. Lo tiró de nuevo al sofá, sumido en su letargo de pérdida y reflexión profunda, sin saber muy birn cómo actuar frente a los demás sin que estos pesaran que estaba loco de remate por su antiguo crush. Abrió la puerta, y se encontró frente a frente con el señor Park. Lucía más compuesto, el cabello más corgo y ordenado, la ropa limpia y elegante, abrigadora, sosteniendo un paquete pequeño en sus manos.— En noviembre, mi hijo te preparó un regalo de navidad. — saludó, en el mismo estado en que se hallaba JeongGuk. Retrocedió un paso con las manos detrás de su espalda, los ojos muertos y las manos enguantadas temblorosas.,— Felices fiestas, hijo.
En aquel mismo sitio, JeongGuk cayó de rodillas y rompió en llanto.
reescrito de la wea q hice en 2017
t_____t ojalá les guste
lo mejoré caleta lmao
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