Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6. Sueños febriles

NO REGRETS.
capítulo 6: sueños febriles.

—Los caballos son su único medio para escapar ahí afuera, son extremadamente rápidos y mansos, no se asustan con un titán.

Calynn se introdujo en el establo seguida de los tres reclutas, la muchacha con la que compartía color de cabello tenía una mirada asombrada y brillante, ver a todos los caballos se comparaba a la de un niño en dulcería. La soldado se tomó su tiempo en pasar su mano por los hocicos de cada animal que pasaba como saludo hasta que llegó al suyo, Fenrir que estaba al fondo se acercó con la esperanza de salir de ahí. Aunque había sido entrenado para que al verla ya pensara que lo necesitaba. Ella le sonrió y acarició su crin.

—Son enormes —admiró el castaño pasando cada animal con cuidado, casi con temor, Isabel en cambio y sin importarle mucho que una de sus misiones esté ahí frente, se acercó a Calynn de un salto para ver de cerca a su caballo. Farlan y Levi se detuvieron cuando ella lo hizo, observaron la clara diferencia de altura entre ambas mujeres. Farlan anotó burlarse de su amiga, Beyhan era demasiado alta.

—Es hermoso, ¿es tuyo? —preguntó con la mano alzada pero temerosa de alguna manera, amaba los animales pero nunca había estado tan cerca de uno así de grande. Calynn asintió viéndola con una pizca de ternura—. ¿Cómo se llama?

—Fenrir, puedes tocarlo si quieres, lo máximo que te hará es lamerte —ofreció mientras ella rascaba su carrillo, el caballo de color marrón bufó como si gustara la atención que tenía.

Calynn lo sujetó con ambas manos y bajó su cabeza lo suficiente para que Isabel pudiera alcanzar. Al principio se acercó temerosa pero ni bien llegó a tocar el pelaje suave de Fenrir no hubo marcha atrás, soltó un chillido emocionada y comenzó a acariciarlo desde la garganta, el hocico hasta la cara.

—Ahora no te dejará en paz —advirtió la voz de quien reconoció como Farlan, Isabel lo ignoró, toda su atención estaba en Fenrir y en cómo al animal le gustaba su presencia.

Calynn se limitó a sonreír antes de alejarse a un lado, se acercó hasta otra caballeriza la cual abrió luego de fijarse en el nombre, no quería equivocarse y darle un caballo ajeno. El animal tenía el pelaje gris claro, de los pocos que no eran marrones, era delgado pero con la complexión perfecta para aguantar largas cabalgatas. Sin montura lo agarró de la crin caminando de vuelta hasta los demás, especialmente a Isabel.

—Este es para ti, se llama Lucky —presentó adelantando al animal para transpasarle. La reacción de Isabel fue lo más tierno que había visto que le dio risa, la más baja abrió los ojos y jadeó como si fuera el mejor regalo que le hubieran dado, tal vez sí lo sea, pensó. No tardó en alejar sus manos de Fenrir y llevarlas a Lucky.

Los dejó conocerse antes de volver a irse a otra caballeriza, esta vez trajo un caballo marrón dos tonos más claros que la de ella. Pasó a lado de la aún muy emocionada Isabel hasta los hombres, suspiró para ella misma acercando al animal hasta Farlan. Sorprendido por ello levantó sus manos lentamente para sujetarlo, su nuevo amigo de cuatro patas soltó un suspiro mirándolo atentamente, para cuando volteó para hablarle a la pelirroja esta ya no estaba, en cambio sacó a un caballo negro explendido, mucho más grande que los dos que había traído con ella. Su pelaje brillaba, sus ojos eran dos posos tan negros como la noche sin estrellas, los tres no habían visto muchos animales pero pudieron reconocer que aquel purasangre era el más hermoso que iban a ver en sus vidas.

Calynn se acercó entonces a Levi, bajo la vista de Isabel y Farlan. Alzar la cabeza para fijarse en el animal frente a él no le disgustó como pensaba, era majestuoso, y se lo estaba dando a él.

—No tiene nombre, ninguno de los dos, solo Lucky, le pueden poner el nombre que deseen así se acostumbra a ustedes —explicó mirando a ambos hombres, acercó el corcel al más bajo quien parpadeo sin decir nada. Calynn alejó sus manos obligando a que el otro lo sujetara, chasqueó la lengua sin intención alguna de pedir ayuda puesto que no tenía idea de que hacer ahora—. Es el más rápido que tenemos, creo que irá bien contigo.

Hizo un ademán pasando su mirada café de caballo al actual dueño, Levi le aguantó la mirada y todo intento de ser amable murió en los labios de la asistente. ¿Por qué tenía que mirarla con ese gesto tan odioso? No sabía cuanto tiempo se quedaron en la misma posición tirándose odio hasta por los poros, Farlan e Isabel compartieron una mirada. Calynn achicó los ojos, ¿pensaba que se había burlado de él? Alzó una ceja sin evitar que una sonrisa divertida creciera en sus labios, solo para enojarlo más.

Se alejó sin decir nada, frustrada y maldiciendo internamente a Erwin por dejarle el trabajo de entrenarlos a montar. Levi en cambio evitó poner sus ojos en blanco, aunque ganas no le faltaron.

—¿Iremos a cabalgar? —preguntó Isabel luego de aclararse la garganta, queriendo cortar la tensión que se había formado en el aire.

Nop —pronunció la ‘p’ con más ahínco para dejarse escuchar mejor, caminó hasta Fenrir abriendo la puerta para así dejarlo salir, entró un momento a la caballeriza y al salir tenía una montura un poco desgastada en brazos—. Primero tienen que saber como ponerle esta cosa. No es difícil, solo síganme.

Les enseñó como ponerles la montura con una increíble paciencia y aunque la idea de los tres no era quedarse hasta el día de la exploración, bien podían escapar en sus propios caballos cuando terminaran el trabajo, así que pusieron cuidadosa atención. La pelirroja resultó ser una buena maestra, era notorio que no era la primera vez que hacía esto con los soldados recién ingresados. Levi falló solamente una sola vez, la primera, reacio a querer seguir sus órdenes, Farlan lo miró con obviedad, casi escucho el chillido de sus dientes, rodó los ojos y a la segunda le salió perfecto.

—Muy bien, Levi —admiró Calynn, el pelinegro giró hasta ella solo para comprobar que no estaba siendo sarcástica, asintió una sola vez al notar que hablaba en serio.

A Calynn le parecía muy raro lo poco que hablaba, entendía que el desagrado era por parte de ambos y aún así era muy difícil siquiera estar cerca de él. Bueno, él le cortó la mano y casi le raja la garganta, ella lo tiró desde cuatro metros y casi mata a su amigo, ya estaban a mano, se dijo. Chasqueó la lengua continuando con un suspiro al revisar la tarea que le asignó a Isabel y Farlan. Cuando lo aprobó salieron al campo, esta vez empezaría enseñándole a cada uno y ni siquiera dudó en elegir primero a Isabel.

Estaba haciendo lo posible para alejarse de ambos hombres.

• • •

Dmitri siempre había tenido un toque muy suave, era la razón por la que los soldados confiaban en él para realizar los primeros auxilios correspondientes, pero incluso con todos los cuidados su mano realmente le dolía. Le desesperaba. Aunque no era algo a lo que no esté acostumbrada, el dolor había sido parte de su vida, lo que le disgustaba era como su mano reaccionaba. Dmitri tuvo que suturar la herida ya que no dejaba de sangrar y para eso, Calynn tuvo que reunir todas sus fuerzas para disimular que no le dolía como sus compañeros pensaban.

Ese pinchazo y la tensión de sus músculos por haber sido cosidos en carne viva se mantuvo ahí cuando tocó la puerta de la oficina de su Capitán. Al escuchar la voz de Erwin indicarle que podía entrar, abrió la puerta con su izquierda, como todo lo que hacía de ese lado. El hombre que se mantenía sentado frente a su escritorio alzó la mirada y relajó los hombros cuando notó quien era. Calynn se aproximó con pasos perezosos y se desplomó en la silla. Estaba cansada pero había trabajo que hacer, tal vez mucho más de lo adecuado.

Erwin extendió su mano en silencio y con la intención dibujada en su rostro, la pelirroja fijó sus ojos en él y en su mano. Extendió la suya propia dejando caer la que estaba envuelta en vendas en la de su Capitán con notorio aburrimiento. Erwin solamente lo apreció sin tocarlo realmente, Calynn no desvió sus ojos del otro en ningún momento, tratando de atravesar sus escudos y que finalmente le diga lo que pensaba hacer. Era su asistente lo que significaba que lo ayudaba con sus documentos y lo solía acompañar cuando él lo necesitaba, sin embargo, Erwin Smith le ocultaba muchas cosas. No debía atravesar la barrera de superior/subordinado que los separaba, pero muy en contra de su moral se había encariñado con el rubio. Lo quería como si fuera su propia familia pero a veces —muchas veces— la sacaba de quicio.

—¿Qué tal te fue con los reclutas? —preguntó el rubio, Calynn meneó la cabeza.

—Bien, aprenden rápido, decidí que trabajaría con cada uno, Isabel no tiene ningún solo problema incluso ya lo domina —sonrió orgullosa, tal vez no confiaba mucho en ellos pero siempre le llenaba el pecho ver como sus alumnos se volvían expertos jinetes—. Te informo mañana sobre Farlan.

—¿Dejarás a Levi al último? —alzó una ceja, aunque no estaba sorprendido de aquella decisión.

—Si —admitió encogiéndose de hombros sin ningúna sola vergüenza, causandole gracia a su Capitán—. Le di el purasangre negro —Erwin alzó las ceja, eso sí que no lo esperaba, ella sonrió de lado viendo su mano vendada, era muy pequeña entre las manos del rubio—. ¿Qué? Es bueno —admitió—, alguien así de rápido necesita un caballo igual.

—Fue una buena elección —asintió, era justa y buena aunque ella quisiera negarlo. Calynn se mordió el labio interno.

—Oye, sobre lo de esta mañana —comenzó a decir, moviendo su mano para sujetar la de él—. No eres ningún problema, Erwin, disculpa si con mi actitud te hago ver de esa forma, estoy nerviosa por lo de la nueva formación nada más —puso una mueca intentando que fuera divertido pero era más tenso de lo que pensaba. Erwin apretó su mano teniendo cuidado de no lastimarla.

—Siempre reaccionas de maneras inusuales, Lynn, no hacia falta una disculpa pero gracias —sonrió de forma suave relajando el semblante de la pelirroja —. Te ves cansada, fue un día largo, ve a descansar —recomendó el hombre a lo que ella sonrió en respuesta.

—¿Y dejarte toda la diversión a ti solo? No lo creo, Capitán. No me perdería por nada ir a hacer café, firmar documentos y discutir contigo. Es mi pasatiempo favorito —suspiró poniendo su mano izquierda bajo su mentón, él seguía sin soltarla. Erwin levantó la mirada con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.

—¿Tu pasatiempo? Calynn, no seas tan dura conmigo —ladeó la cabeza con voz condescendiente dejando que la pelirroja soltara una carcajada.

Negó para si misma recostándose por la silla, por consecuencia alejó su mano del tibio tacto del rubio. No dijeron nada más, no hacia falta, Calynn sujeto un par de documentos que Erwin le entregó y fueron trabajando a medida que la noche caía, en algún punto fue a buscar dos tazas de café para ambos. Con la tarea de la nueva formación y los reclutas nuevos sabía que tal vez dormir no sería su mayor necesidad.

La manecilla del reloj resonaba dentro de la habitación en un momento donde ambos permanecieron en silencio, tic tac. Del mismo modo como hojeaba cada documento o movía el mapa de la estrategia centrada sobre el escritorio, tic tac. La pluma raspaba cada vez que se lo utilizaba y el secundero seguía moviéndose, porque así era el tiempo, continúo e irreversible.

Calynn puso una mano en su sien mientras leía el informe de las bajas de la última expedición, sus ojos se movieron rápidamente sin detenerse, sin que sus ojos notaran algún cambio al ver el número de muertes y desapariciones. ¿Por qué debería sorprenderse o sentirse mal? Se sorprendería el día que salieran cien personas y las mismas cien regresen, eso si que sería asombroso y sacado completamente de su rutina. Luego de cinco años de ver como comían a sus compañeros ya podía pararse frente a un cadaver sin sentirse mal consigo misma, ya podía abandonarlo porque ya se dio cuenta que era más importante las personas vivas que un cuerpo a medio comer, por más que las personas le lloren al caído eso no lo iba a devolver a la vida.

No pensaba volver a sentir el hueco en su pecho como la primera vez, las cosas malas siempre sucedían, especialmente en su línea de trabajo. Era estúpido aferrarse a la vida. Era una linda mantra del cual aferrarse.

Cuando menos se dio cuenta, el tic tac dejó de oírse y la oscuridad de la sala la envolvió.

Calynn.

Se sobresaltó y todos sus instintos se activaron, la voz había sonado distorcionada, era el mismo tono pero casi parecía que hablaban muchas personas a la vez. Alzó rápidamente la cabeza encontrándose a Erwin y la habitación sumida en oscuridad, pero ella seguía viéndolo a la perfección. Era Erwin, sin embargo, no sonaba como él y tampoco se veía como él... era confuso, ¿cómo alguien podía asemejarse a alguien pero a la vez no?

¿Te culpas a ti misma?

—¿Qué?

El mareo de la confusión la aturdió, se sentía rara no solo por la situación, su cuerpo parecía ligero hasta el punto que no se sentía el de ella y tampoco se le pasó por la cabeza cómo había terminado en un lugar que no era para nada similar a la oficina. También se sentía cansada, como si hubiera pasado más tiempo en ese lugar de lo que pensó, le abrumaba la sensación de sentir todo y a la vez nada, de ver todo pero no saber quien es la persona parada —¿o sentada?— delante de ella. Calynn había oído hablar sobre las drogas medicinales que los campesinos en María vendían para sobrevivir o de la sintética que viajaba entre distritos pobres. Esto era lo más cercano a estar drogaba de lo que estaría en su vida.

Bueno, es bastante común sentir culpa en esta clase de... situación.

—¿Qué situación?

El semejante a Erwin o no, ya no sabía ni siquiera si se trataba de un hombre, ladeó la cabeza cómo sintiendo pena por su estado o por la ignorancia en su voz. La pelirroja soltó una exhalación y el vapor que salió de su boca fue visible, hacía frío, demasiado frío y aunque hubiera posibilidad de que se congelara, no sentía nada, ni siquiera cuando la persona señaló la sangre que corría de su garganta partida. Se inclinó hacia adelante abriendo levemente la boca, la sangre se derramaba de todos lados y ella seguía sin sentir nada, ni cuando comenzó a ahogarse.

La electricidad de un rayo la impactó cuando la sombra le puso una mano en su hombro, una fuerza la mantuvo quieta como una estatua sin el poder de moverse a su elección, aunque la sangre seguía cayendo de todas direcciones.

Tus muertes.

Presenció la llegada del dolor mucho antes de que la mano la soltara, cayó de rodillas sobre una superficie fina y suave como la seda antes de levantar la cabeza demostrando el corte en su garganta, completamente partida a la mitad, era una vista horrorosa pero la presencia no se inmutó.

Calynn se ahogó cuando escuchó el tintineo de unas cadenas, el sonido ahogado de un coro de niños cantando en un idioma que no conocía, tan ahogado como si ella estuviera dentro de una crisálida, y abrió los ojos horrorizada al ver el rostro de la persona frente a ella.

—¡Calynn!

Abrió los ojos de forma brusca con un temblor breve sacudiendola, tenía a Erwin delante de ella levemente desenfocado. Parpadeó frunciendo el ceño, el calor de la oficina la envolvió y el frío en su piel fue desapareciendo. Se fijó en el rubio quien tenía la mano sobre su hombro y estaba parado a su lado.

—Oi, no me grites —se quejó, miró a su alrededor sin entender que había pasado.

—No te he gritado —frunció el ceño, la soltó pero la mantuvo a su lado—. Te quedaste dormida, te veías agitada, ¿qué soñabas?

—¿Ah? Oh, pues... —rebuscó en su memoria, ni siquidra recordaba el momento en que cayó dormida—. No lo sé, no lo recuerdo —se encogió de hombros estirando sus músculos soltando un bostezo y dándose calor en las manos, sentía mucho frío de repente. Erwin la miró poco convencido pero no solo por la actitud, no era la primera vez que la veía tener un mal sueño para luego despertarse como si nada.

—Ve a descansar, estás cansada —respondió en cambio tragándose sus pensamientos, Calynn alzó la cabeza para mirarlo, abrió la boca a punto de quejarse—. No digas nada, es una orden, obedece.

La pelirroja bufó, odiaba cuando se ponía de mandon en momentos como estos, él también necesitaba descansar pero era más fácil hablar con un titán que lograr aquello. Se levantó de la silla rendida mientras Erwin volvía de su lado del escritorio, acomodó el espacio que había utilizado antes de caminar hasta la puerta.

—Calynn —su llamado la detuvo de abrir la puerta, su mano izquierda sujetó la manija a la vez que giraba para volver a verlo—. Si necesitas cualquier cosa puedes decírmelo.

—Esta bien —frunció el ceño pero al final asintió—. Buenas noches, Erwin, trata de dormir también.

Salió de la oficina y se dirigió hasta su habitación, ser asistente del Capitán le había ayudado a tener una propia que compartía con Dmitri, no quería estar sola así que lo había traído hasta el edificio con ella, él tampoco se había negado. Cuando entró al cuarto notó al peliblanco dormido en su propia cama en la pared contigua a la suya, todo su lado estaba cubierto de dibujos pegados por la pared, con libros y anotaciones esparcidos, sonrió al ver su cabellera blanca como la nieve alborotada sobre la almohada. En cambio su lado estaba ordenado y pulcro, solamente con algunos dibujos que Dmitri le había regalado.

Se quitó el uniforme poniéndose una ropa más cómoda, se acostó en silencio para no despertar a su acompañante, se durmió enseguida.

Esa noche soñó con arenas movedizas y rocas que caían del cielo.

Al día siguiente, como era costumbre, no recordó nada.

BUENASSSS, que capítulo más fumado ahre no, si me gustó tbh en fin, cada vez vemos más cosas turbulentas en la vida de nuestra prota y lo que se viene uff.

No tengo muchas cosas que decir, espero les haya gustado 🥺

¡Nos leemos!

Mag.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro