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6

Tenía once años cuando lo conoció, la asamblea en el Valhalla acababa de concluir y fue entonces que, en compañía de sus tiós, lo ubicó.
Sus perezosos pasos avanzando  hasta ellos, tan solo para intercambiar unas pocas palabras con Adamas. Al inicio, ladensa atmósfera de oscuridad que emanaba del azabache fue motivo suficiente para mantener la distancia, e incluso llegó a creer que se trataba del mismo monstruo que asechaba sus sueños.

Pero para ese entonces ella solo era una niña.

Contadas fueron las veces que se topó con él en antaño, por lo regular   en el palacio de Hades, donde siempre lo veía platicar con el de cabellos platinados de temas que no era capaz de comprender.

Siempre que Poseidón decidía llevarla consigo a los dominios de su hermano, ella se negaba por miedo  a que ese sujeto estuviera también. Sin embargo, el temor que Beelzebub imponía sobre ella desapareció el día que accidentalmente se extravió dando un recorrido por los exteriores del palacio de su tío.

Recordaba que Poseidón le concedió el permiso de dar un paseo siempre y cuando no se alejara del límite establecido. Desafortunadamente para ella, el haberse ensimismado  mientras caminaba, la condujo  directo a una zona remota que  desconocía totalmente.

Fue en ese preciso momento que  Beelzebub la encontró, ofreciéndole su ayuda. Naturalmente desconfió de él, pero al entender que no habría otra forma de regresar, no le quedó más alternativa que confiar en su palabra.

El camino fue silencioso, él era un hombre de pocas palabras, taciturno. Y ella no se arriesgaba a preguntar mucho más. Ya dentro de los límites,  _________________ le agradeció infinitamente, todo parecía marchar de maravilla, eso hasta que Poseidón encontró al demonio teniendo una conversación con la chica. La presencia de aquel sujeto no le agradaba ni un poco, temiendo por la seguridad de la femenina.

Luego de que Hades interviniera en la pelea que estaba a punto de desencadenarse, Beelzebub prefirió marcharse y ciertamente ______________ no podía estár más molesta con el rubio por haber tratado de tal forma a la persona que le había dado una mano.

Tras lo sucedido ninguno volvió a tocar el tema, pero _______________ estaba dispuesta a darle las gracias una vez más a Beelzebub y de paso disculparse por el comportamiento de Poseidón. Hades la descubrió tratando de localizar al azabache y  prometiendo no decir nada al respecto, la guió por el camino correcto, ofreciéndole su compañía para que no estuviese sola.

—Has estado muy distraida— aseguró el rubio sin apartar sus ojos de la lectura.

_______________ se esforzó en camuflar su preocupación tras el libro que leía. Habían pasado unos meses de su último encuentro con Beelzebub, sintiéndose cada vez más confundida con respecto a los sentimientos que florecían a causa del demonio.

Las cosas habían evolucionado tan recientemente para ella, que no era capaz de organizar sus ideas.  Múltiples fueron las ocasiones en las que quiso consultarle a Poseidón respecto a lo que sentía por Beelzebub, pero evidentemente eso no acabaría bien. El rubio era tan inexperto como ella en dichos temas, al mismo tiempo temiendo que sospechara de la repentina pregunta. Otras veces consideraba seriamente en acudir a Hades, hasta que cayó en cuenta de que el rey de los muertos estaba incluso peor que su hermano.

Asimismo, la confianza hacia las deidades femeninas que podrían ayudarla a resolver sus dudas se reducía a nula. Más aún cuando ni siquiera entablaba conversación alguna con ellas.

—_______________— llamó una segunda vez a su nombre.

En esas circunstancias, la aludida no tuvo más alternativa que tratar de aparentar que el libro realmente la mantenía absorta.

—¿Uh?, ¿qué sucede?— fingió demencia, mostrando su mejor sonrisa.

El rubio arrugó su ceño, sus sospechas incrementaban segundo a segundo.

Estaba demasiado extraña últimamente.

—¿Hay algo que quieras decirme?— guardó silencio luego de formular la pregunta, esperando pacientemente a que ella estuviera dispuesta a hablar.

—Estoy bien, en serio— se puso de píe —no tienes que preocuparte tanto por mí— desvió su mirada, consciente de que el contacto directo sería el fin de sus secretos.

Era inviable ocultarle las cosas, aunque la idea de hacerlo tampoco  le complacía. No obstante, era Poseidón a quien se estaba dirigiendo y no era un misterio su evidente desprecio hacia el Señor de las Moscas.

El dios de los mares no insistió más, autorizando que la muchacha se marchara.

Se le dificultaba más desentrañar lo que pensaba ahora, que cuando era una niña.

—Ha estado comportándose de manera extraña desde nuestra última visita al inframundo— le hizo saber a Proteus, entre tanto y directo desde su ventana, se concentraba en vigilar  a ______________.

Ésta disfrutaba de su lectura matutina, sentada en una fuente de agua dulce que él mismo ordenó a construir para ella.

Proteus sonrió.

—Aún es joven mi señor. Si me lo pregunta, a esa edad también mostraba esa clase de comportamientos— explicó el mayordomo, remplazando las sábanas de seda que cubrían la cama de Poseidón —estoy seguro de que la señorita _______________ acudirá a usted cuando se sienta preparada, por el momento es mejor no insistir— aconsejó inclinándose ante su amo una vez concluida su labor.

Haciendo oídos sordos a las palabras de su mayordomo, el dios de los mares  salió a su balcón.

—Oye — la llamó, teniendo la atencion de la joven —¿estás lista? No tardaremos mucho en ir al Valhalla— anunció, ________________ asintió.

Aún cuando la reunión que determinaba la extinción o perduración de la humanidad tardaba en llevarse a cabo, Zeus convocó una junta obligatoria en el salón nórdico a fin de debatir ciertos asuntos vinculados a los humanos.

________________ se aventuró en el palacio, reparando como su cuidador decendía desde la segunda planta. Los dos abordaron el carruaje que los conduciría a Asgard y una vez llegaron a destino,  Poseidón no pasó por alto la forma tan frenética en la que la azabache buscaba a alguien entre la multitud.

—¿Buscas a alguien?— cuestionó de repente, sobresaltandola.

—Al tío Hades— excusó con normalidad, pero Poseidón no se tragó ese cuento —puedes entrar sin mí, sabes que no me gusta mucho permanecer en ese salón por tanto tiempo. Te esperaré en los jardines— indicó, despidiéndose de él con un rápido abrazo que la salvó de un reproche inminente por parte del rubio.

El dios de los mares retuvo un suspiro y resignado, se adentró  adonde se desarrollaría la plática.

Ausente a todo lo que acontecía en su entorno, aprovechó el tiempo para enfocarse en descubrir la causa de las conductas que la chica mostraba.

Entretanto, casi en el otro extremo del Valhalla, ________________ deambulaba por los extensos corredores en busca de la habitación de Beelzebub, que según tenía entendido, sería un oyente por medio de la gran pantalla de su respectiva recámara.

El dibujo de una mosca pintado en una puerta corrediza la forzó a  detenerse, no había dudas al respecto, era la sala que correspondía al demonio. Estaba dispuesta a tocar, más, la puerta se abrió para ella de antemano, infartándola.

—Supuse que vendrías— reconoció esa monótona voz al instante, era él  —pasa— ordenó concentrado en la pantalla que proyectaba las imágenes de la junta.

Obedeciendo, se aventuró en la sombría sala. Los libreros se extendían por doquier y las decoraciones de recipientes con seres cuyos orígenes desconocía le erizaron la piel.


—Lo siento, debí suponer que estarías ocupado— se disculpó, se sentía avergonzada de haber interrumpido al demonio en algo tan importante.

—No es algo que me interese realmente — la reconfortó incorporándose de su cómodo sofá —¿Necesitabas algo?— lentamente fue acortando la distancia entre ambos.

Inmediatamente un cosquilleo en el estómago de la chica se hizo presente, viéndose obligada a rodear la zona con sus brazos en un intento de que la molesta sensación disminuyera.

—No, solo quería verte..pasaron algunos meses y bueno..tú entiendes— balbuceó evitando la penetrante mirada del hombre que sonreía divertido con cada palabra u expresión emitida.

—Uh..¿me extrañaste?— alzó ambas cejas divertido y frente a esa pregunta, un color rojizo se concetró en las mejillas de ________________ —supongo que eso eso un sí..— murmuró retornando a su asiento —me dieron estos chocolates hoy, los guardé para tí— tomó entre sus manos una pequeña caja que dentro contenía diez chocolates —no como estas cosas— declaró con desinterés, esperando que ________________ los recibiera.

Ella los aceptó y agradeciendo el gesto tomó asiento junto a él, fijando su mirada en alguna parte del suelo.

—Lo estuve pensando y creo que es mejor que no nos volvamos a ver—  soltó de imprevisto.

La muchacha volteó hacia él desconcertada.

—¿De qué hablas?, ¿tiene algo que ver con Poseidón?— cuestionó incrédula.

—Esto no tiene nada que ver con Poseidón— dió a entender, su gélido tono le originó un escalofrío que se  propagó por todo su cuerpo —no quiero volver a saber de tí— rematando la conversación, sus orbes carmesí se posaron en los avellana de la chica, haciéndola flaquear —me lo agradecerás algún día—

Una hora antes de la cena, Poseidón llamó a su puerta pidiendo permiso para pasar. __________________ accedió sin abandonar la comodidad de su cama, en donde se mantuvo refugiada desde su regreso del Valhalla.

—¿Sucede algo?— con letargo le echó una estrépita ojeada al griego.

El rubio calló, buscando las palabras correctas para proseguir. Su conducta le preocupaba, especialmente ahora que la chica no había puesto un pie fuera de su recámara en lo que restaba del día.

—Sí, de hecho sí— con calma tomó asiento en el borde de la cama y _______________ se colocó a su lado —¿Hay algo que quieras decirme? Se sincera, no voy a molestarme— aseguró sereno.

Un interminable y extenso silencio se apropió del dormitorio. _______________ se cuestionó en contarle toda la verdad y tras  pensarlo a profundidad, llegó a la conclusión de que eso sería lo correcto.

Tomó aire, lista para darle explicaciónes.

—La verdad es que... hubo alguien que llamó mi atención, creí que todo iba bien hasta que él decidió que lo correcto sería distanciarnos. Tal vez me equivoqué y en realidad no era amor lo que sentía..no lo sé—  musitó jugando con sus manos.

Poseidón no se sorprendió, muy en el fondo sospechaba que el origen de esas conductas ajenas eran incentivadas por un tercero. Empero, sacar conclusiones precipitadas no lo llevarían a ninguna parte, por ello fue paciente y esperó a que ______________ fuese quien esclareciera sus dudas.

—Lo lamento, no quería preocuparte. Debí contarte todo desde un principio, pero tenía miedo— cabizbaja se disculpó, arrepentida de todo.

Poseidón revolvió los cabellos de la contraria, dándole a entender que no había nada por que disculparse.

—Es comprensible, no soy el más indicado para hablar de esos temas— habló con la mirada extraviada—supongo que tampoco he sido una figura paterna ejemplar, todo ocurrió de forma repentina. Cuidar de una recién nacida era todo un desafío y yo no tenía experiencia en el oficio. Al principio no me preocupé, convencido de que sólo estarías un par de días, pero no podía estár más equivocado. Acabé acostumbrándome a tu presencia y cuando quise alejarte ya era demasiado tarde— la confesión consiguió que _______________ alzara la mirada a fin de verlo con sus ojos tan grandes como dos platos de porcelana.

Al contrario de lo que él creía, _________________ consideraba a Poseidón como un buen padre. El rubio había tomado una responsabilidad que no le correspondía, tenía la opción de abandonarla a su mereced o peor aún, darle fin a su existencia. Pero no lo hizo, inclusive con una personalidad como la suya, soberbio y apático, accedió a responsabilizarse de ella, familiarizadose con su cargo con el correr de los años.

Y si bien no mostraba sus sentimientos abiertamente, al menos se esforzaba.

—Eso no es cierto, has sido el mejor— su declaración originó que en los labios del griego una efímera sonrisa se dibujara.

¿Cuándo fue la última vez que lo vió sonreír?

—Como sea— retornando a su seriedad habitual se puso de pie — no hay necesidad de que te preocupes por ese pedazo de basura— caminó hasta la puerta, deteniéndose antes de salir —será mejor que descanses mocosa, seguiremos hablando de esto en la mañana— dándole una última despedida, Poseidón abandonó la recámara.

Afuera de la misma, Porteus sostenía el tridente de su amo, entregándoselo tan pronto como salió.

—Cuida bien de ella, tengo asuntos de suma importancia que atender en  el inframundo— con furia, su puño se aferró al mango de su arma, iniciando su trayectoria al reino de los muertos.

Hablaría con Beelzebub personalmente.

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