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4

Hades y Poseidón estaban demasiado ocupados discutiendo sobre asuntos relacionados al trabajo como para percatarse de que ______________ se había alejado de ellos. El señor de las moscas aguardaba pacientemente a que ambos hermanos concluyeran la plática, para así poder solucionar unos asuntos que tenia pendientes con Hades. Para matar el rato decidió comer unas jugosas peras que el mismo se dispueso a traer,  estaba tan concentrado en degustar su sabor que nunca advirtió la presencia de la niña hasta que ésta, dejando su timidez a un lado, jaló su túnica con el propósito de tener su atención.

Extrañado, decendió su mirada, topándose con los curiosos ojos de _______________ observarlo con detenimiento. Arqueó una ceja, siempre prefirió mantenerse al margen de los niños gracias a malas experiencias pasadas, esos demonios con caras de ángeles resultaban ser una verdadera molestia para él.

—¿Necesitas algo?— Preguntó con simpleza, cortando una rebanada de la fruta y llevándola a su boca.

No hubo respuesta, como si esa pequeña abominación no tuviera la capacidad de comunicarse. Eso lo hizo fruncir el ceño ligeramente, volviendo su vista a la niña que parecía inmóvil ante él.

—¡____________!— la iracunda voz de Poseidón exaltó a la aludida, que rápidamente se giró en dirección a su tutor.

El rubio se acercó, fulminando a Beelzebub con su mirada, algo que tuvo sin cuidado al  demonio. El griego tomó la mano de la pequeña, la cual arrepentida de su acción, bajó su mirada, echándole un rápido y  disimulado vistazo a Hades por sobre su hombro.

—Nos vamos— demandó más frío que de costumbre.

Con su mano libre ella se despidió de su tío y en compañía de Poseidón abandonó el inframundo.

Al llegar a su respectivo hogar, Poseidón caminaba unos metros adelante sin dirigirle la palabra o la mirada. Se veía molesto, y eso la afligió todavía más.

—Lo siento...— detuvo su andar, Poseidón imitó su acción —no quería que te molestaras..— murmuró, sus ojos no tardaron en cristalizarse y aunque Poseidón no la estuviese viendo directamente, por el tono de su voz juzgaba que hacía un gran esfuerzo por retener el llanto.

Volteó hacia ella, llevando su mano al pequeño y frágil hombro de la menor.

—No estoy molesto— aclaró suavizando su tono —sólo que.. ese sujeto es peligroso— dejó salir un suspiro agotador, revolviendo los suaves y lacios cabellos de ______________.

Ella asintió, frotando sus ojos para eliminar todo ratro de lágrimas. En en ningún momento se atrevió a alzar su mirada, no tenía el valor suficiente. Por otro lado, a Poseidón no le agradaba verla así por su culpa, pero tampoco era bueno para animarla.

Cuidar de un niño no era tarea sencilla, en especial con una personalidad que contrastaba con la suya.

Y entonces lo recordó, algo que la pequeña regularmente le pedía pero que él, por sus tareas como dios, tendía a rechazar.

—¿Te gustaría ver el mar?—

Los ojos de la niña se iluminaron con esa simple pregunta.

Corría tanto como sus piernas se lo permitían, no obstante, el vestido que traía puesto no facilitaba la tarea. Existía el riesgo de tropezar y sufrir daños severos, sin embargo nada de eso importaba ahora, no cuando tenía a un dios enfurecido casi pisándole los talones.

—¡Maldita mocosa, ven aquí ahora!— el enfurecido grito de Poseidón resonó por todo el palacio, motivo que la hizo correr más rápido. Si la atrapaba, la arrastraría con él a la reunión que tendría lugar en el palacio de Zeus.

Ya contaba con la apariencia de una joven de quince años, pero su timidez en público seguía siendo la misma de siempre. 

Avanzó velozmente hasta el exterior, asegurándose continuamente de que Poseidón no la estuviera siguiendo desde atrás, y como resultado de no tener la vista al frente, acabó por estrellarse bruscamente con alguien. 

—¡Eh! ¿Por qué tanta prisa?— el golpe sacó de lugar a Hades, cuya presencia allí probablemente estuviera relacionada con la junta en el castillo de el padre del cosmo.

—¡__________!— la repentina aparición de Poseidón fue motivo suficiente para que ella se escondiera detrás de su tío, esperando a que éste fuese un poco más comprensivo  —ya déjate de tonterías o llegaremos tarde— caminó hasta ellos con cara de pocos amigos, la impuntualidad nunca fue algo propio en él—sube a tu habitación y arréglate— ordenó sin una pizca de paciencia en su tono.

—Sabes que odio ese tipo de reuniones, ¿no puedo quedarme aquí?— salió detrás de su "escondite" negándose a acompañar a su cuidador.

—¿Y dejar que provoques una inundación como la última vez? Olvídalo— sujetó su brazo, dispuesto a arrastrarla dentro del castillo, pero _____________ actuó más rápido y con toda la fuerza que poseía se aferró a Hades —____________, ya no eres una niña pequeña, suéltalo— jaló de ella, tan solo provocando que la aludida hiciera más fuerte el agarre.

Hades tenía dificultad para procesar lo que estaba sucediendo, y tener a la chica casi asfixiándolo no facilitaba las cosas. Poseidón no se daba por vencido, jalaba de ella con tal de deshacer el agarre, pero entre más fuerza aplicaba él, más fuerza era con la que ______________ se sujetaba a su tío.

—Tío Hades, dile algo— desesperada recurrió al peliplateado, pero no hubo respuesta por su parte.

—Suéltalo maldita sea— el rubio sabía que si utilizaba toda su fuerza terminaría por dañar a la menor, y de paso a Hades.

—¡Bueno, es suficiente!— en cuanto el dios de los muertos reaccionó, ______________ tomó distancia de él inmediatamente —por el Olimpo, hasta Cerbero se comporta mejor que ustedes— los regañó acomodando su ropa, la cual gracias a su sobrina acabó en un estado deplorable —___________ hazme el favor y alistate por favor— pidió recobrando la compostura.

La femenina se resignó y obedeciendo a su tío fue hasta su habitación para alistarse. 

—De pequeña no daba tantos problemas— confesó el rubio frotando su cien.

Hades carcajeó, definitivamente su hermano nunca cambiaría.

—Aún es muy joven, además siempre ha sido alguien bastante tranquila— agregó cruzándose de brazos, recibiendo una severa mirada de su hermano —¿qué?— se hizo el desentendido.

—La proteges demasiado— replicó volviendo a su inexpresivo semblante.

Hades se encogió de hombros.

—Mira quien lo dice— contraatacó.

Poseidón chasqueo la lengua y tan pronto _____________ regresó ya lista, ambos caminaron hasta el carruaje del rubio. Dejando a Hades atrás.

—Tío, ¿acaso no vendrás?— se detuvo confusa, volteando hacia él.

—Temo que no, tengo demasiadas responsabilidades que atender. De hecho vine por Proteus, él me ayudará con algunas cosas— _____________ asintió ante su respuesta —buena suerte a ambos— se despidió con la mano, perdiéndose de vista tan pronto se internó en el castillo.

El aire fresco de la noche los recibió con una agradable sensación, sarandeando sus cabellos con suavidad, para ambos fue un amivio dejar atrás aquella aglomeración de dioses. La reunión transcurrió con normalidad, sin embargo Poseidón había preferido abandonar la misma mucho antes de que concluyera. _____________ no tuvo objeción, al contrario, agradecía que  así lo hubiese querido.

En silencio bajaron las escaleras principales, y  donde al final de las mismas el carruaje aguardaba para escoltarlos de regreso a su hogar.

—Perdona, hoy solo te causé problemas— la arrepentida voz de la azabache incentivó a que Poseidón -quien caminaba unos metros mas adelante- detuviera su marcha y le echara un vistazo por sobre su hombro —no volveré a comportarme así de nuevo, lo prometo— aseguró mostrándole una honesta sonrisa.

Poseidón la examinó con detenimiento, aborrecía los comportamientos infantiles, y seguramente si alguien más hubiese estado en el lugar de ______________, no habría dudado en silenciarlo de por vida. En cambio, al tratarse de ella, a quien cuidó desde que tan solo era una recién nacida, la historia era otra. Era capaz de soportar hasta lo que creía imposible, y es que en todos los años que llevaban conviviendo, las veces en las que _____________ mostró tal comportamiento eran contadas

—Confío en que así será,  también me oponía a ciertas cosas cuando tenía tu edad— suavizó sus facciones y haciéndole saber que todo estaba bien, revolvió vagamente sus cabellos oscuros.

—¿Hablas en serio?— cuestionó asombrada, como si se tratase de la declaración más insólita de todas.

—No— dió por terminada la conversación.

______________ rodó los ojos, antes de que ingresara al carruaje distinguió  a la distancia el manso sonido del oleaje. Inevitablemente un brillo se adueñó de sus ojos, hacía bastante tiempo que no visitaba personalmente el mar, y Poseidón pareció percatarse de ello.

Formó una casi indistinguible curva en sus labios, avanzando  directo a las costas.

—¿Qué hacemos aquí— su desconcertada mirada se topó con la del ojiazul al llegar a destino —creí que querías regresar a casa..— murmuró esta vez centrando su atención en aquella Imponente extensión de agua.

Una cálida sensación envolvió su pecho ante tal espectáculo.

—Y yo creí que extrañabas el mar— replicó deshaciéndose de su chaqueta, para seguido de eso colocársela a ella de una forma que la protegiera del frío que asaltaba el la zona al caer la noche —tienes quince minutos, ve antes de que me arrepienta. Te esperaré aquí— indicó  con seriedad.

Una sonrisa de oreja a oreja se pintó en los labios de _____________, quien  tras abrazar al rubio y agradecerle  repetidas veces el gesto, se apresuró en llegar al agua.

—Esa mocosa..en verdad es un dolor de cabeza— sonrió con ironía, escuchando en las lejanías los gritos de emoción que la azabache emitía al saltar las olas.

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