Dos
Oregón, hospital central
21 de noviembre de 2018, 3:00 am.
Aurora's Pov
No podía sentir su pulso, la máquina desprendía aquel sonido que era capaz de llenar mis sentidos con un sentimiento de impotencia, entre el sonido de las paletas, las voces de las enfermeras y los gritos de la doctora Johansson.
La muerte anunciaba su llegada.
Mire el cuerpo inerte en la camilla, de su boca escurría espuma blanca y de sus venas brotaba la sangre que comenzaba llenar el suelo. Sus ojos de un color azul que alguna vez se lleno de brillo, se encontraban vacíos entre la nada.
Dieciséis años y su futuro se había esfumando.
-¿Hora de la muerte? - La doctora habló mientras cubría el cuerpo de la joven con una manta.
-Tres quince de la madrugada - me quite los guantes y comencé a caminar hacia la sala de espera, era tiempo de dar la noticia a sus padres.
-Yo lo haré - La doctora Johansson me detuvo - ve y refresca un poco tu mente.
Asentí lentamente, me dirigí al baño y comencé a frotar mis manos entre el jabón y el agua fría, la sangre seguía en mis manos, la sangre que le perteneció a ella. A ella, el sabor amargo y el ácido fueron de mi estómago hasta mi garganta, corrí hacia los inodoros y descargué la bilis que había acumulado.
Limpie mi boca como pude, moje mi rostro y mirando mi reflejo en el espejo, me maldije a mí misma, no podía seguir así, si quería ser doctora debía afrontar la realidad y no caer con la muerte de cada paciente que tenga. Debía ser fuerte. Mire las ojeras bajo mis ojos, por un momento pensé que la persona que estaba ahí, delante, mío no era yo, mi rostro se veía cansado, el brillo en el azul de mis ojos se estaba apagando, en su lugar solo quedaban aquellas mantas oscuras que reclamaban mis sentimientos y esparcían su malicia en ellos.
Mientras las gotas de agua bajaban por aquel rostro pálido con mejillas que comenzaban a hundirse, salí del baño y camine hacia la cafetería, necesitaba la cafeína, era mi única compañera durante los momentos de soledad en la madrugada.
Un par de enfermeros y viejos doctores que tosían y frotaban sus manos, algunos leyendo un libro, otros hablando de sus pacientes y un par que calificaban a las internas. Vertí el agua caliente junto a la cafeína en el vaso desechable, lo revolví un poco y bebí de la amarga bebida, me pregunte, ¿hace cuánto que había dejado de poner azúcar el café?, no lo sabía, supongo que han pasado años de la última vez que lo hice. Solté un suspiro y camine hacia una de las mesas, me senté y observe la hora en mi teléfono, mi turno había acabado hace cinco, tenía un poco de tiempo libre antes de las cuatro. El aroma de una colonia que pocas veces tenía la oportunidad de sentir llamo mi atención. Aparte la mirada del café y me encontré con los ojos oscuros de Alejandra una de mis compañeras.
-Café oscuro - comenzó a hablar - no creo que sea buena idea beberlo después de vomitar.
-¿Cómo lo sabes? - respondí dando un trago.
-Me preocupe cuando la doctora te envió a estar a solas contigo un rato - ella sonrió un poco - no debemos influir nuestros sentimientos Aurora, ¿lo recuerdas?
Asentí lentamente, me odiaba por no esconder o disimular mis sentimientos en ocasiones que son necesarias - lo sé, pero somos humanos después de todo.
Ella me miro de aquella manera triste en que lo hacia mi madre.
Mis ganas de vomitar volvieron.
Oregón, hospital central
21 de noviembre, del 2018, 3:20 am
Michelle's Pov
Ella se veía tan calmada, sus ojos permanecían sin lágrimas y una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios entre sueños. Teniéndola de esta manera, desee que el tiempo se detuviera, que ella siguiera así, sin dolor.
-Mark - susurro aquel nombre entre sueños.
Mark, aquel nombre que solo podía llenar de felicidad su boca, aquel nombre que podía llenar sus ojos de lágrimas, aquel nombre de la persona que más ha amado en este mundo. El nombre del hombre que la abandono. Ella era feliz recordándolo, cantando las melodías que alguna vez canto el, ella era feliz por sus recuerdos. Aun después de todo ella seguía enamorada, pero a pesar de eso, le habían roto el corazón.
Y ella estaba rompiendo el mío.
-Michelle - su voz apenas se escuchaba.
-Aun es de madrugada, duerme un poco más - me hacer y acodo la manta.
-Tengo sed - respondió cansada.
Tome un poco de agua de la jarra cerca del mueble en un vaso y con mucho cuidado le di a beber, su manera de beber era torpe y lenta, trato de tomar el vaso entre sus manos y al hacerlo un grito salió de sus cuerdas vocales. Sus manos aun le dolían, incluso estando un poco sedada.
-Soy una inútil que no puede tomar un simple vaso, que no puede ir al baño por sí sola, ni siquiera puedo cocinar o mantener limpia la casa para ti.
-No digas eso madre - quería romper en llanto al igual que ella - tu eres fantástica, tu eres mi madre - mire sus ojos llorosos, había tanto odio en ellos.
-Ni siquiera puedo acariciar la mejilla de mi niña, mis dedos curvados no me lo permiten, no sabes cuánto me gustaría tomar tu mano Michelle - tiro de su cabeza hacia atrás - tal vez por ser una inútil, tu padre nos abandonó, perdóname.
Yo solo negué con la cabeza.
-Por favor, duerme - comencé a dar caricias en su cabello.
-¿Michelle? - llamo entre susurros - por favor, nunca te vayas de mi lado, no me dejes sola.
-No lo hare - y tras mi respuesta ella se entregó al sueño.
Pero algo me decía que ella me abandonaría a mí.
Cuando se quedó dormida nuevamente, tome mi mochila y saque dos cigarrillos y un libro, salí de la habitación y camine a la salida trasera del hospital.
Hospital central
3:30 am
Aurora's Pov
Cuando finalmente llegue a la parte trasera del hospital, salí por la puerta y me encontré con oscuro cielo estrellado, la oscuridad era opacada por la pálida luz de la luna, que se mezclaba con la luz del foco artificial. El café entre mis manos trazaba nubes de humo con su calidez, el sonido de los grillos y el débil paso de los autos de la lejanía hacían que me sintiera en un lugar desconocido.
Cuando camine hacia el final de los escalones, una cortina de humo ajeno llamo mi atención, me acerque y tome asiento cerca de la joven que se encontraba sumergida en la lectura con un cigarrillo en sus labios. Su cabello oscuro podía distinguirse del color de la noche gracias a su brillo.
-Es bueno saber que aún hay personas que no fuman dentro del hospital - hable tratando de llamar su atención.
-Es gratificante ser una de esas personas - respondió encontrando su mirada con la mía.
No sé qué fue lo que sucedió en ese entonces, mi cuerpo se estremeció por completo cuando sus profundos ojos verdes se encontraron con el color azul de los míos, pero ahí en ese momento, pensé que el verde que se convertiría en la luz que sobresalía de la oscuridad de mis noches.
Y así fue por un tiempo.
-Soy Aurora - estire mi mano y ella tomo mi mano entre la suya.
-Michelle - el tacto de sus manos era un poco áspera, quizá por el trabajo - ¿descanso? - pregunto de repente.
-Si, al menos hasta las cuatro - respondí mientras observaba el libro entre sus manos - "El zorro que se enamoró de la Luna" - recite - ¿es bueno?
-Supongo, no por nada es mi libro favorito - puso el libro frente a mí - ¿quieres leer?
Estuve a punto de negar, pero mi curiosidad gano. Asentí y abrí el libro en una página cualquiera, ella sonrió ante eso.
"Entonces, el pobre y solitario zorro de pelaje como el color del fuego, se recostó sobre la tierra fría y húmeda, con patas entumecidas y un corazón triste, el zorro comenzó a llorar. Miro a su alrededor, las hormigas que llevaban hojas se miraban alegres, con corazones picaros ante la vida. Volvió su mirada a sus patas y se dio cuenta de que una de ellas ya no le respondía.
-Tal vez hoy muera - el zorro acepto el destino que su mente creaba.
-Tal vez no lo hagas si te quedas despierto - la voz más hermosa que jamás escucho, lleno por completo su soledad.
Mirò hacía el cielo y con la mirada firme, observó a esa dama blanca que predominaba sonre las estrellas, llenando de luz cada rincón del lugar, la belleza que desprendía y la realeza de su figura fascinó al zorro.
-¡Pero que belleza es la que reina los cielos nocturnos! - exclamo el zorro.
La luna en un estado de modestia formo una pequeña sonrisa ladina. La preciosa luna brillaba con más intensidad.
Y el pobre zorro se había enamorado."
Cerré el libro y sonreí.
-La luna no puede hablar - mire a Michelle y puedo jurar incluso hoy en día, que formo una sonrisa, una tan pequeña y rápida, que fue como ver un fantasma entre sus labios. Pero al fin y al cabo, una hermosa sonrisa.
-Tal vez sólo hable con un zorro - Michelle miró hacia el cielo, la luna que protagonizaba la historia, ahora lo hacía en este momento, ella era la estrella y nosotras la audiencia que se dedicaba a soltar suspiros y admirarla desde la lejanía.
El sonido de mi teléfono rompió el momento, lo observe, mi descanso había acabado.
-Me tengo que ir - tome el café y Michelle encendió un nuevo cigarrillo - me encantaría seguir leyendo, pero el trabajo me llama.
Ella asintió y se levantó junto a mí.
-Espero que lo disfrutes tanto como yo - puso el libro frente a mí.
-No creo que este bien, es tu libro favorito - negué nerviosa y ella sonrió divertida.
-Tengo una copia - alzo los hombros - quizá sea nuestro tema de conversación si alguna vez nos volvemos a encontrar.
Y así fue.
-Gracias - tome el libro - hasta que nos volvamos a encontrar.
Ella soltó el humo con olor a tabaco y se mezcló con el aroma del café.
-Hasta que nos volvamos a ver - sus ojos miraron nuevamente a los míos y mi corazón se sintió extraño, me sentí de alguna manera triste.
Tal vez en ese momento no lo note, quizá si me hubiese dado cuenta, me hubiese evitado tantas emociones futuras.
Pero, desde el momento en que nuestras miradas se encontraron por primera vez, algo dentro de mí me dijo que no la tendría a mi lado por mucho tiempo.
Que la perdería más pronto de lo que esperaba.
Pero en ese imperfecto y especial momento, ignore lo que mi subconsciente me advirtió.
Y entre una cortina de humo, olor a tabaco y café mezclándose en nuestro entorno.
Nuestra despedida comenzó.
-
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