Entonces regresa ahora, regresemos al carrusel del que nunca debimos bajar.
Regresa y te enseñaré el azul del cielo que se aprecia mejor en la tierra.

El brillante sol que cálidamente cubre nuestra alma.

¿Recuerdas la postal del amanecer?
El sol sigue brillando y lo hará eternamente.
A veces el cielo se pinta de rosa.
A veces el cielo se pinta de gris.

Las veces que estuve arriba podías saludarme en cada vuelta.
¿A dónde fuiste?

Ahora que sigo en el carrusel, ahora que sigo arriba.
¿Dónde estás para saludarte?

Podríamos correr en el sendero con un algodón de azúcar en las manos.
Arriba en la rueda de la fortuna admiramos el horizonte, podemos mirar más allá del cielo.

Si estiras tus manos puedes tocar las nubes, recuerda que el brillo siempre lo has tenido en tus ojos. Son como unas estrellas brillando en el universo.

Y tus manos cálidas como el calor de una playa, si no estás conmigo el amanecer no llega.

Así que regresa y vuelve a subir al carrusel conmigo, acércate que quiero verte, quiero ver el sol brillando en tu rostro y tu cabello volar con el aire.

No dejes de creer en ti, eres mi otra mitad.
Cuando el brillo del sol sea opacado por la oscuridad y el carrusel dejé de dar vueltas.

Podré esperarte y verte regresar, como el invierno lo hace en cada equinoccio.