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❛O11. omnia iam fient quae posse negabam

Caminamos al altar, integrándonos al grupo de desconocidos que esperaban por nosotras. Es un grupo de doce personas, edades variadas entre 16 a 45 años según mis cálculos. Había más hombres de mediana edad. La atención indivisa de cada uno de ellos me hace preguntarme cómo he llegado a esto, sobre todo cuando más de uno tiene cara de que quiere romper en llanto.

一No me siento digno de poder tan siquiera respirar el mismo aire que estas diosas 一uno de los hombres más viejos declara y se agacha al piso, haciendo una reverencia exagerada.

Uno de los sacerdotes le dio con un látigo, el cual tenía clavos de más de 10 centímetros de largo en su final, contra su cabeza. El señor expresa su dolor, mas no se quita de su posición.

一El único dios al que debes venerar es al dios omega 一entre cada palabra, flagelaba al pobre hombre一. Puedes adorar a Lovelle y Aveline, pero ellas están por debajo del dios omega.

Hyunjin estaba disfrutando de la tortura, pequeñas risas escapando de él a la par que contemplaba con sus brazos cruzados.

一Paren 一Lovelle intervino, poniéndose en frente de Chan y él se detiene al instante一¿Cuántas veces más piensas hacerle eso?

一Las suficientes para adoctrinarlo.

一¿Acaso quieres estar en su lugar? 一Hyunjin deslizó su dedo por la mandíbula de Lovelle.

Ante eso, la mujer frunce el ceño y se calló.

一Quiero que una cosa quede clara 一puede que hayan amenazado a Lovelle, pero al menos ha conseguido darle un respiro al señor, cuya cabeza estaba sangrando demasiado al punto en el que habían gotas de su sangre en el piso一. Este no es el peor castigo que pueden recibir si desobedecen.

Esperaba que alguno de ellos alzara la voz一ninguno lo hizo. Se limitaron a asentir con obediencia.

Siento mi estómago revolverse.

一Ya que hemos hecho un insignificante calentamiento, podemos iniciar con el rito de inicio para confirmar sus lealtades al dios omega 一los sacerdotes me miran y Chan me entrega el látigo que estaba usando. Al menos, eso quiere一me niego a poner un dedo en eso.

一Una blandengue, ángel. Qué decepción, tsk-tsk 一el dios omega negó con su cabeza, decepcionado一. Si quieres prosperar, tienes que ser sádica. Estos viles seres están por debajo de ti, no merecen más que sufrimiento y agonía en sus vidas.

Conecté miradas con Lovelle, buscando que ella me ayude, con lo que sea. Veo que traga con dificultad y miró hacia el piso.

一¿No lo vas a agarrar?

Me mordí el labio superior, sin querer arrancándome un pedazo de piel seca.

一Lovelle, hazlo tú 一Hyunjin indicó, el sacerdote le entrega el látigo a ella y lo agarró一. Quiero que se quiten sus camisas, camisetas, abrigo一lo que sea que cubra el torso. Felix, busca los baldes con residuo de cera de vela fresca.

Las personas siguen la indicación, los sacerdotes le dan instrucciones específicas sobre cómo posicionarse: arrodillados en las escaleras del altar, dando las espaldas.

Lovelle se sitúa atrás del primero en la fila, desde aquí veo su duda y temor.

一Un ruido y hay que iniciar la tortura desde cero 一al primero le vierten cera de vela fresca en la espalda, es cuestión de segundos para que su espalda se enrojezca por el calor. Respira entrecortado.

Unos segundos más de silencio.

一Lovelle, quiero que le destroces la espalda. Si no veo carne viva, no lo estás haciendo bien.

一Dios 一susurró Lovelle, apretando el mango metálico del látigo.

Lovelle levanta su mano y yo aparté la cara, cerré mis ojos con fuerzas. Envíe múltiples señales a Hyunjin de que quería dejar de ver. Por supuesto, ese demonio estaba prestando atención a cada detalle de la tortura afligida a estas pobres personas.

El rito de iniciación dura por lo menos media hora, Lovelle estaba jadeando cansada. Había charcos carmesíes en el piso, diminutos ríos que se dividían y goteaban por los escalones. Cómo puede un ser estar tan lleno de crueldad y depravación.

一Felicidades, corderitos. Han pasado la prueba, exitosamente 一Hyunjin señaló el final de la tortura一. He perdonado sus pecados. Si no quieren pasar por esto otra vez, más vale que traigan a más personas aquí. Hijos, y niños, sobre todo.

Me he aguantado las ganas de vomitar todo este tiempo, me siento débil.

一Adónde vas 一me detuvo el demonio en cuanto me vio caminar al baño一¿Crees que puedes desobedecerme sin consecuencias?

一A qué te refieres 一siento mi corazón hundirse, pensando en lo peor. 

一Hum, veo que empiezas a tomarme en serio 一no parece contento, ni una pizca一. En algún momento tendrás que hacer lo mismo que Lovelle y peor. Tienes que acostumbrarte a hacer daño.

一Prometo que no te rechazaré la próxima.

一Jaja, pobre Aveline 一se acerca a mí y da una vuelta alrededor de mí, sus manos en su espalda一. Pobre, ingenua Aveline. 

一chasqueó sus dedos, los sacerdotes acuden al instante. No puedo escuchar lo que le está diciendo y siento un sudor frío despertar escalofríos y piel de gallina por igual.

Chan y Felix asienten y caminan hacia mí. Aprisionan mis brazos entre cada uno.

一Qué me van a hacer 一estoy al borde de sufrir un ataque de pánico, me siento incapaz de tan siquiera forcejear.

En lugar de dar una respuesta verbal, me arrojan a un cuarto oscuro y cerraron la puerta.

Mis extremidades al fin reaccionan y corrí hacia la puerta, la golpeo con mis puños y grito ayuda.

La puerta se vuelve a abrir, la luz de afuera me deja ver que son los desconocidos quienes han entrado.

Oí pasos y de repente, unas manos tocándome.

一Qué mierdas crees que haces, suéltame 一regañé a quien sea que me estaba tocando imprudentemente一. Te dije que me soltaras.

一El dios omega nos ha dado permiso 一un señor respondió, sus dedos buscando introducirse entre mis piernas. Las ganas de vomitar han regresado一. A no ser que nos hagas daño, no pararemos.

Sin darme tiempo a responder, alguien me hace tropezar y me di contra el piso. Quise ponerme de pie, pero las manos desconocidas no me lo permitían. Solo uno había comenzado, ahora los otros habían cobrado agallas para acariciarme sin permiso, siento cómo arrancan mi blusa, los botones saliendo disparados por doquier.

一¡Deténganse! 一pataleé, con la intención de patearles en la entrepierna. Alguno de ellos se ocupa de ese obstáculo al sostener mis muslos, mis piernas separadas. Fue suficiente con oír una cremallera deshacerse, cuando decidí meter mis dedos en sus ojos, presionando hasta oír que suplicara que me detuviese.

Las caricias repugnantes paran al instante. A pesar de eso, no fue suficiente y metí mi pulgar en su cuenca, mi dedo índice y pulgar hacen contacto y arranqué el ojo.

Un poco de luz de afuera entra en la pequeña apertura que hay de la puerta cuando la abren. No lo tuve ni que pensar, huí de este horrible cuarto.

Estoy segura de que, si los corazones pudieran salirse, el mío estaría en el piso ahora. Abracé a la primera persona con la que me topé, creo que este sacerdote se llama Felix. Lágrimas frescas salían de mis ojos, mi cuerpo se estremece patéticamente. Entretanto, el sacerdote estaba pasando sus dedos en mi cabello, repitiendo “ya pasó, ya pasó”.

 一Un ojo arrancado 一Hyunjin se mofa, en la palma de su mano está el ojo de aquél sujeto一. Me hubiera sorprendido más si le hubieras arrancado ambas orejas, pero con esto me basta. 

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