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K O R A W A L K E R
La iluminación tenue y los adornos sobrios contrastaban con el brillo de los ojos humedecidos por las lágrimas. Muebles antiguos y fotografías de momentos felices adornaban las paredes, recordándoles a todos la ausencia que dejaba el ser querido que yacía en el ataúd. Las manos temblorosas de algunos de los presentes se entrelazaban, buscando sostén y apoyo mutuo. Algunos se aferraban a pañuelos empapados de lágrimas, mientras trataban de contener los sollozos que amenazaban con escapar.
—Que su alma no sufra más, y te dignes a resucitarla con los santos el día de la resurrección y la recompensa — El sacerdote parecía un faro de esperanza en medio de la penumbra. Su voz serena invocaba a la divinidad, buscando consuelo y paz para el alma que había partido. — . Perdónale sus pecados, para que alcance junto a ti la vida inmortal en el reino eterno...
La promesa de la vida eterna que se vislumbraba en las palabras del sacerdote brindaba un consuelo que trascendía la tristeza del momento. La fe se convertía en una fuerza que sostenía a los presentes, en un recordatorio de que el amor y los lazos que unen a las personas trascienden incluso la muerte.
Con el "Amén" unánime, se sellaba la despedida. El dolor seguía presente, pero también estaba presente la esperanza de un encuentro futuro. Aunque el corazón doliera, había una fe arraigada en la certeza de que el ser querido descansaría en paz y sería recibido en el reino eterno.
La sala quedaba envuelta en un suspiro colectivo, mientras todos se abrazaban en un gesto de solidaridad y consuelo. La tristeza no desaparecería por completo, pero la promesa de un encuentro futuro brindaba una chispa de esperanza que iluminaba el oscuro camino del duelo.
Incapaz de contener la angustia que invadía mi ser, apenas pude balbucear: "¿Por qué ella?"
Con ternura, mi padre acarició mi cabello negro, tratando de consolarme —Sé lo mucho que la querías, sé lo profundo de tu amor hacia tu abuela. Ahora — prosiguió mi padre, su voz cargada de melancolía — , ella ha partido para estar junto a nuestro señor. Ahora descansa entre los santos ángeles, aquellos que también fueron arrebatados por la implacable mano de la muerte.
Observé las fotografías de mi abuela que decoraban las paredes, y cada imagen parecía susurrar su recuerdo con un eco interminable. Las memorias de su espíritu cariñoso y su amor incondicional, ahora se mezclaban con las lágrimas y el desasosiego que se aferraban a mi alma.
Me resultaba difícil aceptar que ella se había ido. El pensamiento de no volver a escuchar su voz ni sentir su abrazo desgarraba mi corazón en mil pedazos. La tristeza se arremolinaba dentro de mí, encerrándome en un oscuro laberinto de emociones turbulentas.
•
En medio de nuestro viaje por la carretera, me refugié en mis pensamientos mientras observaba cómo los árboles pasaban rápidamente a través de la ventana del automóvil. Sin embargo, una inquietud persistente me inundó y no pude contenerme más. Me dirigí a mi padre con la pregunta que había estado atormentándome horas seguidas.
—¿Por qué lo hiciste? — inquirí, sabiendo que había llegado el momento de enfrentar la realidad.
Concentrado en la conducción, mi padre no apartaba la vista de la carretera y se mostraba visiblemente confundido por mi interrogante.
—¿Qué quieres decir? — preguntó, buscando una aclaración.
—¿Por qué decidiste enterrar su cuerpo en Wagner? — indagué, esperanzado en que esa respuesta me ayudara a comprender los motivos ocultos detrás de tan impactante elección.
—Wagner es realmente un lugar iluminado por nuestro señor, Kora — contestó papá con una sonrisa resplandeciente y una expresión que reflejaba su devoción sin límites. Sus ojos brillaban mientras pronunciaba estas palabras, como si una luz divina se reflejara en ellos — Oye... Me llena de felicidad que hayas decidido venir a vivir conmigo, hija — un brillo de alegría continuaba irradiando en su rostro, incapaz de esconder la inmensa satisfacción que le embargaba.
—No tuve más opción, la mujer que había representado el papel de mis padres a lo largo de mi vida ha partido de este mundo — pronuncié en un tono gélido, sin desviar mi mirada de la imponente presencia de los árboles.
A pesar de mis palabras frías. mi padre no se amilanó. Extendió su mano y la posó delicadamente en mi pierna, casi como buscando consolarme — Kora — llamó con tono suave y compasivo — , a pesar de que la muerte se haya llevado a Marceline, Dios nos ha brindado una oportunidad para comenzar de nuevo, padre e hija.
— ¿Una oportunidad? — repetí de inmediato, arqueando una ceja incrédula mientras una media sonrisa de impotencia se dibujaba en mi rostro — ¿Acaso crees que después de todos estos años voy a comenzar a ver en ti a un "padre"?
Mi padre apartó su mano, sorprendido y herido por mi respuesta — ¿Qué es lo que esperas de mí, Kora? — Sus ojos mostraban tristeza y anhelo, pero también había una pizca de culpa.
—No espero absolutamente nada de ti. No eres mi padre, eres simplemente alguien que lleva ese título — mis palabras fueron cortantes, y pude ver cómo mi padre luchaba interiormente para controlar sus emociones. No me importaba. No quería formar parte de su farsa de "familia" ahora que Marceline, la mujer que realmente fue como una madre para mí, ya no está.
Seguí mirando fijamente hacia los árboles, tratando de mantener la compostura y no dejarme llevar por el dolor y la ira que llevaba guardados durante tanto tiempo.
Mi padre suspiró profundamente antes de tomar una decisión — Kora, entiendo que estés herida y enfadada, que no confíes en mí. Pero te prometo que haré todo lo posible para ganarme tu amor y tu confianza.
No dije nada. No había palabras que pudieran cambiar lo que sentía por él en ese momento. Para mí, ya era demasiado tarde. Mi padre se quedó en silencio, dejando que el peso de mi desprecio y mi decepción llenaran el espacio entre nosotros.
No había amor, ni oportunidades de empezar de cero. Solo dolor y distancia.
Desde que tenía memoria, mi padre había sido el ejemplo más claro de un ser despreciable. No podía evitar recordar cómo mi infancia había estado marcada por su ausencia constante en mi vida. Se sumía en su propio mundo de tristeza y autocompasión después de la devastadora batalla que mi madre había perdido contra el cáncer. Parecía haberse desconectado completamente de su responsabilidad como padre, como si fuera un fantasma. No mostraba interés alguno por mi bienestar y en cambio canalizaba su tristeza en ira, convirtiéndome en su trágico títere.
Su dependencia a sustancias adictivas y su perpetuo anhelo de encontrar consuelo en prostitutas era una compulsión que se resistía a controlar. En vez de confrontar sus dificultades con madurez y responsabilidad, encontraba en esos vicios su única manera de evadirse de la realidad. Me convertí en una víctima impotente de sus explosiones de ira despiadadas, anhelando desesperadamente escapar de su incesante agresión.
Fue gracias al cálido hogar de mi abuela, Marceline, que encontré algo de paz en medio de tanto caos. Aunque ella nunca mencionaba a mi padre, siempre evitaba hablar del tema, llenando el aire con un silencio lleno de secretos. Ese silencio solo hacía que mi curiosidad sobre la verdadera naturaleza de aquel hombre creciera. ¿Podría existir una brizna de bondad en su alma? ¿O era simplemente un ser despiadado y egoísta que había abandonado a su propia hija tras la trágica muerte de su esposa? La mera mención de su nombre provocaba una expresión de desagrado en Marceline, alimentando así mis dudas y temores.
A medida que fui creciendo, los rumores sobre mi padre empezaron a llegar a mis oídos. Parecía ser que había dejado atrás su vida de alcohólico y holgazán, encontrando consuelo en la religión. Ingresó en un centro de rehabilitación y se sumergió de lleno en su fe, asistiendo a la iglesia diariamente. La comunidad afirmaba que había experimentado una transformación impactante y que incluso estaba en camino de convertirse en el nuevo sacerdote de una pequeña localidad conocida como Wagner.
Necesitaba más que rumores y palabras de la comunidad para comenzar a considerar la posibilidad de que mi padre pudiera haber cambiado verdaderamente.
Durante todo el trayecto hacia la casa de mi padre, reinó un silencio incómodo entre nosotros. Sin embargo, al llegar, nos dimos cuenta de que un grupo de señoras mayores nos observaba detenidamente, evaluándonos de arriba a abajo mientras murmuraban entre sí.
Primera impresión: este pueblo estaba lleno de chismosas.
A pesar de mi incomodidad, decidí forzar una sonrisa hacia ellas en un intento de romper el hielo. Para mi sorpresa, las señoras correspondieron a mi gesto amistoso y me sonrieron de vuelta, pero continuaron murmurando sin apartar la mirada de cualquier movimiento que hacía.
—Aquí en Wagner, todos nos conocemos, ya que todos los habitantes vamos a la Iglesia — afirmó él, mientras me brindaba su ayuda para llevar las pesadas maletas hasta dentro de casa — En este pueblo, Kora, es imperativo que asistas a la casa de Dios. Si optas por ignorar esta tradición, serás considerada una intrusa, una forastera en Wagner. Es fundamental que todos pongamos un pie en la Iglesia para pedir perdón por nuestros pecados y estar cerca de nuestro señor. Todas las chicas de este lugar siguen la cultura de Wagner, y si te unes a ellas, participando en la vida religiosa durante varios días, serás aceptada como una de los nuestros. Aunque puedas no creer en la fe de Dios en este momento, Kora, te aseguro que muy pronto te verás envuelta en ella.
Con expectación, crucé el umbral de la habitación que mi padre había dispuesto para mí, lista para desempacar todas mis pertenencias. En cuanto mis ojos se posaron en ella, quedé maravillada: su amplitud era impactante y las vistas que ofrecía al inigualable bosque de Wagner eran simplemente impresionantes. No había duda alguna, fácilmente podría adaptarme y vivir en este lugar. Mi padre, por su parte, se encontraba ausente; había mencionado que tenía un asunto que resolver.
Exhalé con profundidad al tomar asiento, hundiéndome en el suave colchón que ahora sería mi lugar de descanso. Frente a mí, un imponente espejo adornado con delicados bordes plateados reflejaba mi cansado rostro. Mis ojos, de un gris profundo y penetrante, destacaban en contraste con mi exuberante melena negra y de las ojeras oscuras debajo de mis ojos, que eran testigos mudos de las innumerables horas que había pasado llorando sin consuelo. Mi rostro estaba marcado por la tristeza y el dolor, reflejando la angustia y la desesperanza que habitaban dentro de mí. Mi tranquilidad fue bruscamente interrumpida por el vibrar insistente de mi teléfono, y sin dudarlo, rechacé la llamada al reconocer el número en la pantalla, cubriendo mis ojos con mis manos.
Sabía que mi propósito en Wagner no era estar bajo el techo de mi padre mientras no encontraba otro lugar al cual ir. A fin de cuentas, tenía un apartamento propio, pero era en esa ciudad donde me habían encomendado una misión, un trabajo trascendental. Del bolsillo de mis ajustados jeans de cuero negro saqué mi arma, sosteniéndola entre mis manos con un suspiro prolongado. De repente, el teléfono volvió a anunciarme que la misma persona insistía en comunicarse conmigo.
—¡¿Qué pasa contigo?! ¿Eres una compañía telefónica, Darío? — contesté la llamada, enfadada — ¡Ni siquiera puedo tener paz estando de luto, por todos los diablos! ¡Búscate una novia!
—Kora — mis ojos se abrieron de par en par al escuchar mi nombre, Pero para mi sorpresa, no era mi engorroso compañero de trabajo, Darío, quien me llamaba, sino mi jefe. Un nudo se formó en mi estómago al darme cuenta de que estaba a punto de recibir una reprimenda —Comprendo tu situación, pero, es absolutamente fundamental que tengas un dominio sobre tus emociones. Tu papel como agente encubierto del prestigioso Centro Nacional de Inteligencia va mucho más allá de tus asuntos personales y es crucial que recuerdes cumplir con las reglas en todo momento — con un tono serio, mi jefe comenzó a regañarme por mi actitud.
A pesar de que solo podía oír "bla, bla, bla" a través del teléfono, él continuó con su sermón inquebrantable. No importaba que solo estuviera recibiendo un eco vacío, su voz resonaba en la habitación. Sus palabras fluían como un torrente, llevando consigo la fuerza de sus ideas y argumentos.
— Bueno... ¿Has recibido la documentación? — preguntó él con voz apretada, sin cambiar su tono serio.
— Sí — contesté tras un largo silencio, observando la caja dónde se encontraba toda la documentación. Antes de mi presentación en Wagner, llevé a cabo una astuta maniobra: entregué mi currículum falso en el centro de salud mental de dicha localidad, repleto de mentiras que me conferían el perfil de una profesional experimentada. Esto provocó una reacción de asombro en quienes lo leyeron. Pero la sorpresa se multiplicó cuando se dieron cuenta de que yo era la hija del respetado sacerdote de Wagner. Mi padre ostentaba una influencia majestuosa sobre este pequeño poblado, imbuido por el fervor religioso. Establecí una conversación telefónica con el jefe de la institución psiquiátrica y, tras deliberar, acordamos que mi primer día de trabajo sería mañana. La emoción y los nervios fluían en mi interior, mientras imaginaba los desafíos que enfrentaría en este nuevo puesto.
—¿Qué ocurre? ¿Acaso no te ves capaz de cumplir con la fundamental tarea que le he asignado?
A decir verdad, no puedo contener mi emoción al pensar en infiltrarme en una institución psiquiátrica, asumiendo el papel de la psiquiatra que fue brutalmente asesinada por el paciente al que debo atender. ¡Me estremezco de emoción cada vez que lo pienso! — aunque a veces pueda parecer lo contrario, quiero dejar claro que estoy siendo sarcástica y valoro mi vida en ciertos momentos — A pesar de todo, soy consciente de que he enfrentado misiones mucho más difíciles. Cada uno de los lugares en los que he tenido que infiltrarme ha dejado una huella en mi pasado, persiguiéndome constantemente con múltiples identidades falsas. He invertido tiempo y esfuerzo en mi preparación física y emocional para adaptarme a cualquier posición que se me haya asignado: he sido militar, azafata, espía infiltrada en una organización terrorista, médico, abogada, periodista... La lista es interminable.
A lo largo de mi carrera, he tenido que transformarme en diversas personalidades, adoptando diferentes roles y comportamientos para llevar a cabo cada misión. Cada identidad falsa que he utilizado se ha convertido en una segunda piel, permitiéndome camuflarme y adentrarme en los escenarios más peligrosos.
La adrenalina y el peligro se han convertido en compañeros constantes en mi vida. A veces, la línea entre el yo real y las identidades falsas que he creado se difumina. Mis múltiples personalidades se entrelazan, adaptándose a cada escenario, a cada situación. Vivo en un constante estado de alerta, siempre pendiente de cualquier peligro que pueda surgir.
— Kora... Tengo plena confianza en tus habilidades y sé que eres consciente de la gravedad de la situación. Eres la única persona en la que puedo confiar para llevar a cabo esta misión tan crucial. A lo largo del tiempo, siempre has demostrado una dedicación excepcional a todas las tareas que te han sido asignadas, sin importar la dificultad que presenten. Tu valentía es simplemente envidiable, y la forma en que asumes cada rol que se te presenta es absolutamente impresionante — pronunció él, con un tono de voz que transmitía sinceridad, aunque no exento de seriedad.
Me pregunto si esto es su estrategia para convencerme de embarcarme en una misión que podría significar mi propia muerte.
—Mañana, Kora, tendrás que asistir a una importante reunión y representar el papel de una psiquiatra de alto nivel. No será una tarea fácil, ya que te adentrarás en el grado cuatro, un área lúgubre donde se encuentran recluidos los pacientes más peligrosos del centro de salud mental Wagner. Pero esta no es una misión cualquiera, estamos tratando con un objetivo específico: un psicópata extremadamente peligroso, quién ha dejado un rastro de horror a su paso. Cada uno de los cadáveres que se descubren lleva un mensaje, una premonición macabra que se cumple sin excepción. Estos mensajes incluyen los nombres de las jóvenes de las que cubren sus muertes a través del suicidio. La situación es espeluznante, y lo peor es que nadie está interesado en investigarlo. Ni siquiera los cuerpos policiales hacen algo al respecto, como si estuvieran involucrados en el crimen. Este individuo no es alguien con quien se pueda lidiar a la ligera. Su mente retorcida y manipuladora, junto con su capacidad para llevar a cabo planes siniestros, lo convierten en una figura a la que debemos tratar con extrema precaución. Recuerda, Kora, estamos hablando de un individuo altamente peligroso. Estamos hablando de Darek Hale.
Nota de la autora
Y... ¡Con este capítulo le damos inicio al backstory!
🥳
¿Cómo están, espías? ¿Qué os ha parecido este capítulo? Os leo. 🕵🏻♀
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