10
H E A T H E R
Un instante después, el silencio fue interrumpido por un sonido metálico que resonó en el aire. La puerta se abrió. Pero para mí sorpresa, no era su mirada con la que me encontré. Ni con la de ningún otro de los que habitan en esta lujosa mansión.
La figura que se alzaba frente a mí era una chica de apariencia impecable. Su cabello largo y sedoso caía en cascadas oscuras sobre sus hombros, contrastando con su piel pálida como la porcelana. Sus ojos, claros y grisáceos, parecían penetrar en lo más profundo de mi ser. Una sonrisa confusa adornaba su rostro mientras apoyaba su figura delicada en el marco de la puerta. Cada rasgo estaba en armonía, desde sus pómulos ligeramente marcados hasta sus labios suavemente rosados. Esa belleza deslumbrante me dejó impactada, haciéndome sentir insignificante en comparación, pues mi autoestima se vio afectada al enfrentar su deslumbrante apariencia.
—¿Buscas a alguien, niña? — preguntó, pude notar un cambio en su tono al pronunciar la última palabra. Fue en ese preciso instante en el que levantó una ceja y, de manera casi instantánea, su sonrisa se desvaneció de su rostro.
—Necesito hablar con Blake, ¿está en casa? — exigí, curiosa.
—Hm... No, no está — ella voltea su mirada hacia el interior de la mansión y luego vuelve a entrelazarla con la mía — ¿De qué lo conoces?
Sin embargo, la respuesta que me dio me dejó completamente desconcertada, ya que de repente, justo detrás de la chica, apareció aquel lobo con ojos de distinto color que adora a Blake. Siempre los veía juntos, por lo que la presencia del lobo debería implicar que Blake esté en casa, ¿no es así? O... ¿Es este sentimiento de desconfianza qué me ejercen sus palabras?
—Somos amigos — contesté, analizando su tono de sorpresa.
—Oh, eso es tan curioso, ¿sabes? — una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro — Estoy súper convencida de que mi chico es asocial o algo por el estilo... Pero, supongo que eso me hace dudar.
Sus palabras penetraron en mi pecho como un puñal afilado. Era como si su voz resonara en el aire, repitiéndose una y otra vez, creando un eco incómodo en mi interior.
Mis pensamientos se enredaron en un torbellino de dudas y desconfianza. ¿Podía realmente confiar en sus palabras? ¿Podía creer en lo que estaba diciendo? Un sentimiento de incredulidad se apoderó de mí, ya que apenas conocía algo de él aparte de su nombre. ¿Qué razones tenía para desconfiar, aparte de mi propio escepticismo?
Intenté negar la verdad incómoda que brotaba a través de sus labios mientras un nudo se amarraba en mi garganta. Era evidente que ella estaba segura de sí misma, asegurándome que el chico que besé ayer era su novio.
Para mi sorpresa, la chica con la que hablaba se veía diminuta y poco importante, como si solo fuese una figura borrosa en el trasfondo de mi visión al encontrarme con sus ojos heterocromáticos a las espaldas de la desconocida. Aquella mirada reflejaba ese destello especial que solo podía apreciar cuando estábamos a solas. Ahí estaba él, con gotas de agua resbalando por su cabello húmedo y goteando sobre sus hombros desnudos. Solo una toalla cubría su cadera, como si acabara de salir de la ducha. Su cuerpo musculoso parecía tensarse al verme parada en la puerta de su casa, hablando con la chica que aparentemente era su novia. Respiré hondo una vez más, tratando de reunir todas mis fuerzas para despedirme con dignidad sin desatar el nudo de emociones en mi interior.
—Gray, ¿por qué sigues aquí? — se limitó a decir Blake, su rostro adquirió una expresión de enojo.
Gray.
Así que mi deducción era cierta, me había mentido.
—Yo ya me iba. Gracias por atenderme, Gray. Ten buen día — con una sonrisa forzada me despedí, tratando de ocultar lo que realmente sentía. Pero en cuanto me di la vuelta, sin pretender seguir fingiendo, las emociones que se habían acumulado en mi interior estallaron.
Cuando escuché la voz de Blake pronunciar mi nombre, un vendaval de emociones abrumadoras me invadió por completo. Sin embargo, decidida a no dejar que eso me detuviera, avancé con paso apresurado hasta llegar a la asociación donde sabía que encontraría a Catalina, la única persona capaz de soportar mi carga emocional y a quien confiaría mi desahogo sin reservas.
Una vez dentro de la asociación, decidimos alejarnos de la bulliciosa multitud y nos dirigimos hacia un extenso césped salpicado de hermosas bancas.
—¡¿A qué esperas para soltarlo?! — exclamó Catalina, ansiosa de conocer el motivo por el cuál mi rostro se asemeja al de un auténtico zombie.
—Yo... — comencé a decir, pero, Catalina me interrumpió de inmediato.
—¡Espera, espera! — para mí sorpresa, entrelazó sus dedos y comenzó a musitar.
—¿Estás...? ¿Estás orando? — pregunté, casi de manera irónica, pero era realmente lo que mis ojos estaban viendo.
—Hacía mucho tiempo que no tenía chisme, sólo estoy agradeciendo a nuestro superior — confirmó antes de continuar, tras un silencio inquieto volvió a incorporarse — ¡Suéltalo!
—Después del espectáculo que montó Eleanor en la Iglesia por culpa de mi padre... — los ojos de Catalina parecían echar chispas de la emoción — Fui al hogar de los Werner, toqué la puerta y...
—¡¿Apareció Blake?! — exclamó interrumpiendo de nuevo mis palabras, sosteniendo su rostro con las palmas de sus manos.
Negué con la cabeza, adolorida.
—¿Apareció Darek? — su expresión de emoción se transformó en una mirada perpleja y su ceja se elevó ligeramente.
—No, no... Fue... — traté de soltar lo que menos podría esperarse, pero de nuevo, volvió a interrumpirme.
—¿Dark? — me detuve por unos segundos para examinar su rostro, ya que pensé que lo decía con tono irónico, pero su expresión reflejaba una absoluta seguridad.
—¿Cómo iba a abrir la puerta un lobo?
—¿Y quién fue entonces? ¿Azael? — incansable, Catalina estaba ansiosa por conocer quién se encontraba tras la puerta. De nuevo, negué con la cabeza —¿Entonces? ¿Quién abrió la puerta?
—Su novia — solté, volviendo aquella punzada en mi pecho.
Me quedé asombrada, esperando a que Catalina reaccionara, pero sus ojos abiertos se mantenían fijos en mí, sin cambiar su expresión, como si estuviera congelada en medio de un juego, sin siquiera parpadear. Empezó a preocuparme su inmovilidad. Con el dedo índice, acaricié su mano, esperando que esto pudiera despertarla de nuevo.
Después de unos segundos... Catalina, mientras reía, empezó a golpear la mesa, convencida de que mis palabras eran falsas. Sin embargo, en cuanto vio mis ojos conteniendo las lágrimas, su risa se interrumpió de inmediato. —¿De verdad? ¿Su novia?
Asentí con la cabeza, ella golpeó la mesa, gesto que me sorprendió.
— ¡Preferiría que hubiese sido el lobo! ¡Diablos! ¡¿Cómo que tiene novia?! Maldita sea... ¿Le gustan los pasteles? ¡¿Le gustan los malditos pasteles, no?! — Catalina agarró la caja de pasteles de mi bolso y, dando la impresión de ver una figura sombría y amenazante envuelta en un aura oscura y espeluznante, empezó a golpear la caja una y otra vez. — ¡ahí tiene sus pasteles! ¡Sus sucios pasteles! ¿Quién fue el genio que ideó esta trama de telenovela ridículamente dramática? ¡¿Quién?! — tras el estrepitoso grito de Catalina, múltiples aves se dispersaron rápidamente desde los árboles. — ¡Esto no va a quedar así!
Quedé perpleja. Mi boca se entreabrió instintivamente, sorprendida por sus acciones. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, Catalina recuperó la compostura y liberó un largo suspiro. Parecía como si ella hubiese absorbido todas las emociones que había en mi interior y las hubiese liberado de una manera un tanto agresiva. Quise preguntarle si estaba bien, si quizás había tenido un mal día, y aquello le hubiese llevado a reaccionar de tal manera, pero me invadió el miedo al pensar en el acto que acababa de cometer — ¿quién sabe si podría acabar igual de amasada que aquellos pasteles? —.
— Lo lamento, estoy... Bien — escondió su sonrojo desviando la mirada de la mía, mientras tarareaba una canción.
Pero, nuestras miradas se entrelazaron de inmediato cuando un sonido que parecía provenir de un dispositivo se escuchó cerca de nosotras. Ambas nos miramos sospechosamente en un largo silencio, ya que ninguna adolescente del pueblo tenía permiso para usar cualquier dispositivo electrónico que nos permitiera comunicarnos con otros.
—Juro que no soy yo — dijo Catalina, elevando sus manos cómo si estuviera a la mira de un arma.
Una vez más, escuchamos el mismo tono, pero esta vez logré identificar su origen. Catalina siguió mi mirada y ambas descubrimos de dónde provenía: de la caja de pasteles.
Sorprendidas, quitamos la tapa de la caja y encontramos un dispositivo móvil envuelto en una pequeña bolsa de plástico.
—¿Cómo ha llegado esto aquí? — pregunté, antes de sostener en mis manos el dispositivo.
—¡No, no! ¡No lo agarres, Heather! ¡Puede ser una bomba! — Catalina se deslizó rápidamente frente a los ojos, escondiéndose en un abrir y cerrar de ojos debajo de la mesa.
A pesar de todo, saqué el celular de donde lo había guardado en la bolsa. Después de esperar unos segundos a que se encendiera, el dispositivo comenzó a vibrar indicando que estaba recibiendo una llamada telefónica
Con impaciencia, deslicé mi dedo por la pantalla del teléfono y pulsé el ícono verde que me indicaba que la llamada estaba a punto de comenzar. Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras esperaba ansiosamente a que la otra persona respondiera al otro lado de la línea.
—Es un placer, Heather. Esperaba tú señal. — una voz profunda y resonante llenó el aire, enviando escalofríos por mi columna vertebral.
Sorprendida, Catalina se levantó rápidamente de su escondite, golpeando su cabeza contra la mesa en el proceso. A pesar del dolor repentino, no pudo apartar la mirada ni un segundo del teléfono — ¿Es...? ¿Es Dios? — tuvo el valor de hacer la pregunta, sus ojos reflejaban lágrimas llenas de asombro.
—¿Quién eres y cómo sabes mi nombre? — me atreví a preguntar, los latidos golpeaban mi pecho mientras Catalina se mordía las uñas, aterrorizada.
A través del teléfono, fui capaz de percibir una risa profunda que me resultaba familiar.
—Ya te lo dije, Heather — comenzó a decir, su voz resonando en el aire — . En algún momento tendrás la oportunidad de hacerme esa pregunta tan esperada. Y ese momento ha llegado. Te invito a que vengas a la catedral al anochecer. Será ahí, en ese sagrado lugar, donde podré revelarte las respuestas que tanto anhelas. Seremos solo tú y yo, sin nadie más que nos perturbe.
En mi mente, volvió la imagen de aquella enigmática figura, aquel hombre con el que me encontré inesperadamente al abandonar la catedral.
—¿Qué pasa, Heather? ¿Ya te habías encontrado con este hombre? — preguntó Catalina, inquieta ante mi silencio.
—Yo... — comencé a decir, pero agarré con fuerza el teléfono — No pienso ir a dónde estés. Será mejor qué me digas quién eres, ¡y el porqué conoces mi nombre!
—Oh... Siempre buscando respuestas, pero nunca eres capaz de conocerlas. Dejas que tú espíritu se aventure, y te refugias en personas que no son ningún hogar. ¿Quién sospecharía de una persona de la que se siente atraída al mismo tiempo? ¿Quién permitiría ser golpeada y ser vendida a un desconocido por parte de quién le dio la vida? ¿Quién ignoraría la oportunidad de conocer todo aquello que le provoca insomnio? — susurró, su voz llena de confianza y convicción — Permíteme darte una pequeña pista. Debo decirte, que soy tu salvador.
Un escalofrío helado recorrió mi columna vertebral cuando escuché sus palabras siniestras a través del teléfono, mientras la adrenalina bombeaba por mis venas. Con manos temblorosas, traté de recobrar la compostura antes de que la llamada terminara, dejándome sumido en un mar de incertidumbre.
M A N S I Ó N H A L E
(Narrador externo)
Después de presenciar la partida de Heather, Blake quedó sumergido en un silencio opresivo. El hecho de ver a Heather marcharse había despertado una ira ardiente dentro de él, una mezcla de dolor y resentimiento que amenazaba con desbordarse en cualquier momento. Cada músculo de su cuerpo se tensaba, sus puños se cerraban involuntariamente, como si estuviera preparándose para descargar toda su furia sobre Gray. Sin embargo, Blake se mantuvo inmóvil, hasta que su mirada se tornó oscura y furiosa cuando escuchó la risa burlona de Gray que resonaba a sus espaldas.
—¿Y bien? ¿Piensas quedarte ahí viendo cómo se va? Deberías alegrarte de verme, ¿no crees? Siempre nos hemos llevado como el perro y el gato... — pero las palabras de Gray se vieron interrumpidas por el rápido movimiento de Blake, quién agarró sus brazos y la empujó contra la fría pared.
El impacto hizo que la sonrisa de Gray desapareciera de su rostro, reemplazada por una expresión desafiante. — ¿Qué le has dicho? — preguntó Blake, agarrando a Gray con cólera.
—Me preguntó por un tal Jared Harrington... —dijo Gray, sus ojos llenos de falsa preocupación—. Me contó que había desaparecido y fingí estar triste, como cualquier persona decente haría. No tienes nada de qué preocuparte.
Gray mostró una mirada atemorizada, el lobo de abundante pelaje negro a las espaldas de Blake, le mostraba sus afilados dientes. Pero detrás de aquel gesto, se escondía un sentimiento de orgullo que solo ella conocía. Era consciente de su excepcional habilidad para mentir, una destreza que dominaba con maestría, y no podía evitar disfrutar de ello.
Antes de que las palabras llegasen a un punto de no retorno, la puerta se abrió de golpe y entró Darek, seguido de cerca por Azael. La tensión en la habitación se elevó aún más ante su presencia.
— He ido a... — comenzó Darek, con una expresión llena de incertidumbre — Gray.
—Parece que la cara de amargado se ha heredado en la familia —musitó Gray, con un tono cargado de rencor.
Darek, con un gesto amargo en su rostro, retrocedió unos pasos para abrir paso a Gray a través de la estrecha puerta. El aire de tensión era palpable, las miradas de Darek y Blake reflejaban una seriedad inquebrantable mientras anhelaban arduamente que Gray abandonara el lugar, pues su sola presencia resultaba irritante para ambos.
—Será mejor que te marches — ordenó Darek — , ahora.
Acariciando su larga melena, con un rostro desquiciado, Gray se encaminó hacia la puerta mientras refunfuñaba. Sin embargo, su avance fue detenido de repente cuando Darek agarró su brazo con furia.
—A pesar de ser su hermana, siempre has deseado acabar con ella, ambicionando todo lo que tenía: sus logros e incluso sus relaciones amorosas.... Cada vez que te presentas, lo haces con el único objetivo de superarla, de dejar tu marca por encima de la suya. Sin embargo, eres incompetente y no consigues hacer ningún impacto. No sé cómo has descubierto nuestra ubicación, pero sea lo que sea que estés tramando, te recomiendo que no te interpongas en nuestro camino, porque no sentiré el mínimo remordimiento de acabar contigo. Tu actitud es tan despreciable... Que llega al extremo de retar mis límites. Tienes serios problemas mentales, Gray, es algo en lo que deberías reflexionar — la mirada retante de Darek parecía convertir en piedra a cualquiera que le mirase.
Gray giró la cabeza y se encontró con los brillantes ojos grises de Azael. Después, su mirada se dirigió hacia Blake, quien, con los brazos cruzados, apenas lograba contener su ira.
—Cuida bien de ellos, Darek — Gray se elevó suavemente sobre la punta de sus pies hasta que su aliento rozó delicadamente el oído de Darek. — Puede que alcances la gloria, puede que le prometas a tú mujer fallecida ganar esta guerra... Pero, ¿estás al tanto de las consecuencias que tus dos debilidades sufrirían?, ya que, al fin y al cabo, será ahí donde todos los enemigos concentren sus ataques. Sería glorioso ver cómo te quedas solo y desamparado, un paria desechado por todos. Serías tan insignificante como la sombra de tu arrepentimiento, lamentando con amargura haber perdido esta cruel guerra que tú empezaste. Pero lo que más me llenaría de orgullo, es ver cómo pierdes lo único que te quedaba de Kora, sus dos bellos hijos. En ese caso, tendrías una percepción distinta de mí.
Y tras su discurso, Gray, la hermana de la esposa del Sr. Hale, abandonó el lugar, dejando tras de sí un aura de inquietud que se apoderó de la imponente mansión. Sin embargo, lo que realmente despertó la curiosidad insaciable de Darek, y de su hijo, Blake, fue la escena que presenció: el misterioso recorrido de Gray hacia un opulento coche negro, cuyo conductor ocultaba su rostro tras un sombrero siniestro, vestido por completo de negro.
Nota de la autora
¿Acudirá Heather a la catedral al anochecer con el desconocido? ¿A qué se debe la aparición de Gray? Y lo "más" importante... ¿Catalina seguirá creyendo que el desconocido es Dios? Próximamente lo descubriremos. 😶🌫️
¿Qué os ha parecido este capitulo? 👀
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