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He wolf

Este fanfic fue subido por un concurso de Halloween.
Está basado en el Werewolf AU! de Craziiwolf.
Todos los créditos de este universo van a ella.

Género: narrativo, angst.

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—¿Estás seguro de que este camino no es peligroso, hermanito?
—Por supuesto que sí, Natsu, he venido por aquí mucho y mírame, no me ha pasado nada.

Poco después, una rama crujió unos metros adelante.
—...Shoyo, algo se ha movido ahí alante.
—N-no digas eso, s-seguro que es una rama...
—¿Estás asustado?
—Pff... ¿Asustado yo? En que momen...— según avanzaban, Shoyo pudo ver unos ojos que les observaban en medio del follaje.
—Natsu, corre.

La chica empezó a correr delante suya, pero un golpe en la espalda le obligó a caer.
Después, vino la oscuridad tragándose los gritos de su hermana llamándole.

• • •

El bosque es un lugar frío de noche.
Frío y oscuro.
Y eso fue lo primero que notó Shoyo al despertarse.
Tenía el cuerpo adolorido y estaba desorientado, tampoco recordaba mucho qué había pasado.

Su recuerdo más reciente era haber salido con Natsu a dar un paseo. Todo iba bien hasta que apareció un... ¡lobo!

Eso era, les había atacado y él la protegió.

Inmediatamente se levantó, pero al hacerlo notó que su cuerpo era distinto; seguía siendo él, pero algo había cambiado.
Se había convertido en un hombre lobo.

Al darse cuenta, su única reacción fue acurrucarse y llorar.

Perdió la noción del tiempo, por lo que se quedó ahí sin saber si pasaron minutos, horas o semanas.
Hasta que el hambre llegó.

Él sabía que los hombres lobo cazaban humanos, pero no quería herir a nadie; fue en ese momento en el que vio un pequeño cuervo atrapado en una trampa.

A fin de cuentas, un pájaro era mejor que una persona.

—Tranquilo pajarito, no voy a hacerte nada... —mintió el chico.

El cuervo no dejaba de moverse e intentar escapar.

El pobre animal estaba asustado, realmente le daba pena.

Pero tenía tanta hambre...

Empezó a estirar la mano para capturar al pájaro cuando escuchó un chasquido detrás suya, se giró y vio a unos metros a un cazador apuntándole con una ballesta.

—Si te mueves, disparo.— fue lo único que dijo.

Shoyo intentó acercarse a él para preguntarle si había visto a su hermana, cuando notó un pinchazo en el abdomen.
Bajó la mirada, el cazador le había disparado.
Solamente cerró los ojos, y se dejó caer.

• • •

Cuando se despertó, notó que estaba en una cabaña.
Al incorporarse sintió una punzada de dolor en el torso.
Miró hacia el origen de la molestia, dándose cuenta de que estaba vendado.
¿Había sido el cazador?

—Pensaba matarte— una voz le distrajo.— Pero creo que igual podía sacarte información, así que consideré que me convendría mantenerte con vida.

—¿Qué te hace pensar que te contaré algo?— preguntó Hinata mientras volvía a recostarse.—Ni siquiera sé quién eres.

El otro chico se levantó y tomó su arma.
—Oye, aquí las preguntas las hago yo —le apuntó a la cabeza— Y vas a responderme a todas.
—No vas a dispararme.— contestó cerrando los ojos.
—Ya lo he hecho una vez.
—Pero me necesitas, no vas a volver a hacerlo.

El cazador resopló.
—¿Qué tengo que hacer para que me contestes?
—Dime cómo te llamas.
—Tobio.— respondió con brusquedad
—¿Ya está? ¿Solo Tobio?
—Tobio Kageyama.

—Un placer conocerte— respondió con sarcasmo el pelirrojo. —Yo soy Shoyo Hinata.

—No te había pregunta- Espera, ¿tienes nombre?— preguntó sorprendido Tobio.
—Pues claro, ¿qué te crees?— escupió Hinata.
—Suponía que los tendríais, pero no que fuesen, ya sabes... humanos.

Shoyo dejó escapar una risilla.
—No sabes nada de los hombres lobo, ¿no?
—Sé lo suficiente sobre vosotros— respondió indignado el moreno. —Sois bestias que matan gente según os conviene.

No pudo terminar la frase, porque Hinata había saltado encima suya, tirándole al suelo.
—Insisto, no tienes ni idea de por lo que pasamos— empezó a cerrar los puños, clavando las uñas en las muñecas del otro chico.— También era humano, todos lo éramos.— lágrimas se empezaron a escapar de sus ojos, mientras iba aflojando su agarre.— Era normal, tenía una vida normal, una... una familia y una hermana pequeña.

Empezó a sollozar y soltó completamente su agarre.
—Era feliz, pero lo he perdido todo.

Tobio se sorprendió ante la historia del contrario e ignorando las heridas de sus muñecas, le empezó a acariciarle el cabello.

Hinata se acurrucó cerca suya y al rato se quedó dormido. Kageyama se levantó y empezó a curarse las heridas.
Después, salió a buscar comida.

A los quince minutos, oyó un aullido proveniente de la dirección en la que venía. Eso sólo significaba una cosa.
Hinata se había despertado.

Lo ignoró, pero a ese aullido le siguieron otros más, y no paraban.
Empezó a correr hacia el origen del ruido y cuando llegó a la puerta la abrió de una patada.

—¡Qué crees que estás haciendo, idiota!— gritó, sorprendiendo al pelirrojo. —El que estemos en medio del bosque no quita que el sonido se propague, Hinata-idiota.
—Ya me ha quedado claro que soy idiota, Tontoyama.
—¡No me llames así!— exclamó, alterándose más.—No puedes ir haciendo todo el ruido que te de la gana. Ahí fuera hay otros cazadores que no te tratarán tan bien como yo, y por lo que tengo entendido, si te matan, se acabó para tí.—acto seguido, añadió con decepción. —Además, si te encuentran conmigo, Oikawa-san no volverá a confiar en mí jamás.

—¿Es tu jefe?— no obtuvo respuesta.— Oye, responde...
—Ya no— respondió el moreno cortante.—Trabajo solo. Ahora levanta, te voy a cambiar la venda.

Shoyo iba a hablar, pero al abrir la boca, Tobio le calló.
—Y nada de preguntas.

Mientras le empezó a aflojar la venda, Hinata se fijó en las que tenía el otro chico en las muñecas.
—Perdona.— Kageyama le miró interrogante.— Tus muñecas, lo hice yo, ¿verdad? Lo siento.
—No tienes por qué disculparte. No llevas ni dos días como lobo es, en cierto modo, entendible.

Al callarse se hizo un silencio que realmente no resultaba incómodo, pues se oían los animales del bosque y el viento moverse, lo cual relajaba a ambos.
Tras el paso de diez minutos, el de ojos azules rompió el silencio.
—Me abandonaron.— el contrario miró sorprendido.—Oikawa nos mandó a mí y otros chicos a patrullar el bosque, pero me empeñé en ir en busca de un lobo. Lo encontramos. Hirió a un compañero, pero seguía empeñado en capturarlo. Al final me dejaron solo.—Apretó la venda y se alejó de Hinata. —Pero eso es cosa del pasado, ahora hago las cosas por mí mismo sin tener que encargarme de nadie...

—Lo siento.— susurró Shoyo.
—No te disculpes, fue todo culpa mía y estoy pagando por ello.— Kageyama se dirigió a la puerta. —He notado que ya casi se te ha curado la herida de ayer, al parecer sí es verdad que os curáis más rapido.

—¿Verdad que sí?—dijo animado el pelirrojo.—Ahora ya podré ir a buscar a Natsu sin preocuparme por heridas tontas.

—¿Natsu es tu hermana?—Hinata asintió y Kageyama se levantó. —Entonces, ¿por qué no vas a buscarla?

—Es que... —contestó nervioso. —No sé dónde dónde está mi pueblo.
—¿Me estás diciendo que saliste al bosque sin saber a dónde ibas?
—Más o menos...
—Hay que ser idiota, Hinata. Bueno, si no salimos ahora, no llegaremos nunca.

Hinata salió disparado por la puerta, antes de que Kageyama pudiese decir nada.
Empezó a correr en su dirección, pero le era imposible seguirle el paso, ya hasta le había perdido de vista.

Estuvo dando vueltas por el bosque, hasta que más adelante oyó un disparo, seguido de un aullido de dolor y después, una voz que reconoció.
—¡Mira Iwa, tengo uno!

Tan pronto como su cuerpo le permitió, salió corriendo en esa dirección.
Según avanzaba, oyó que a aquel primer disparo le sucedieron varios; tal vez tres, tal vez cinco.

Cuando llegó, no había rastro ni de Oikawa ni de Iwaizumi.
Solo se encontró con el pequeño cuerpo de Shoyo, con varias heridas de bala tirado en el suelo.

—Kageyama... —susurró el pelirrojo. —Ya encontré el camino. —tosió. —Saluda a Natsu de mi parte.
—Hinata, no, vas a ir tú mismo a verla. —lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, mientras el agarre del contrario se iba aflojando en su mano.

Por un momento notó cómo este se hacía un poco más fuerte, como si lo abrazase.
—Tobio, nos vemos. —tras decir eso, sus brazos se soltaron completamente y su pecho paró.

—Te prometo que la visitaré. —respondió Tobio, aún sabiendo que Shoyo ya no podía oírle.

• • •

La chica de cabellos rojos estaba sentada en el sillón de la sala de estar, como hacía todos los días, todavía con la esperanza de que su hermano volviese.
Entonces, oyó cómo llamaban a la puerta.
Corrió a abrir, encontrándose con un chico de ojos azules y cabello azabache, con la mirada algo perdida.

—Hola, ¿eres Natsu Hinata? —la chica asintió, extrañada. —Mi nombre es Tobio Kageyama y venía a hablarte de tu hermano.

Natsu, al ver la cara del hombre, supuso qué había pasado y empezó a llorar.
—Pasa, por favor.

Ambos entraron a la casa y tras de sí, cerraron la puerta.

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