Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❖ 8 ❖


—¿Reiko?

Ella se levantó para salir de la habitación, no quería darle explicaciones a nadie sobre lo que le estaba pasando, pero Nishinoya la detuvo.

—¿Que estás haciendo aquí?

—Eso no te importa.

No se atrevió a mirarlo directamente, después de haberle dicho todas esas palabras ella era la que volvía a ese lugar. De un empujón corrió al muchacho y salió de la habitación, Tanaka la siguió y sin decir nada la acompañó hasta la salida.

Ya afuera, la tarde comenzaba a caer, por esos días las noches se ponían más frescas y a la chica le gustaba eso. Más bien le gustaba salir a beber con sus amigos en las noches frías, pero ahora no tenía dinero ni amigos.

Tanaka tocó su hombro sobresaltándola. 

—Vas a necesitar esto— le extendió un celular y un sobre blanco, ella lo miró y estaba a punto de rechazarlo—. No te hagas la fuerte, sé que puedes cuidarte sola. Pero ahora más que nunca necesitas ayuda.

—Me tengo que ir.

—Nos encargamos del cuerpo de tu madre— eso hizo que lo mirara sorprendida—. Los muchachos la llevaron a un crematorio, en la mañana tendrás sus cenizas, puedes hacer lo que quieras con ella.

—Gracias.

De verdad apreciaba eso, no tenía como llevar el cuerpo ella sola hasta la amorgue, si la policía la veía cargando un cadáver sería la principal sospechosa. En estos momentos todo estaba realmente jodido, tenía que concentrarse y pensar con la cabeza fría cuál sería su próximo movimiento.


La noche cayó y ella no podía volver a su casa, simplemente no quería llegar y estar sola.

¿Como se acostumbraba uno a la soledad?, ¿siempre le dolería en el corazón, o se le pasaría algún día?

Se prometió que no olvidaría ese sentimiento, no hasta que su padre estuviera muerto y bajo tierra, no hasta que encontrara a sus amigos y estuvieran a salvo. 

Una lluvia comenzó a caer inundando las calles de la ciudad, lo que ocasionó que las personas salieran corriendo en busca de refugio o abrieran sus paraguas, a ella no le molestaba. Caminaba con normalidad dejando que la lluvia le refrescara los pensamientos, se debatió la posibilidad de unirse a la mafia y poder vengarse de ese maldito, pero lo que más le preocupaba era que después no pudiera salir de ahí. 

Le aterraba la idea de convertirse en una asesina, de no poder volver a su vida cotidiana porque sería buscada por todos lados, no soportaba la sensación de poner la vida y la muerte en una misma balanza, esperando lo peor.

La lluvia se detuvo y miró por encima de su cabeza, un paraguas estaba obstruyendo el pasaje del agua y el culpable era un hombre alto, de casi dos metros sin exagerar, tenía el cabello gris y negro que caía sobre su cara, pero no ocultaba su rostro. Reiko se quedó paralizada cuando vio sus ojos, parecía que le atravesaban el alma, tenía la mirada atenta como la de un búho.

—Es una noche muy fría, podrías enfermarte.

Su voz era fuerte pero no había violencia o malas intenciones en esta, de cualquier forma, no iba a bajar la guardia.

—Estoy bien, no se preocupe, ya estoy por llegar a mi casa— mintió la chica, el sujeto la tomó por la muñeca y sintió el peso sin que infringiera fuerza.

—Necesito que me acompañe a un lugar, señorita Reiko.

—¿Como sabe mi nombre?

La sonrisa del hombre le puso los pelos de punta, ¿sería policía?, ¿sería de otra mafia, como Hinata le había contado?

—Le puedo explicar en el camino— se hizo a un lado y dejó ver un auto deportivo negro—. Se que puede parecer una locura, pero tiene mi palabra de que no le va a pasar nada.

Ella se aferraba a la idea de que el celular que Tanaka le había entregado tuviera su número de contacto o de alguien de la mafia, por si se metía en problemas. 

Se golpeó mentalmente por pensar en esa gente y desear que la rescataran o simplemente recibir su ayuda como si fuera lo más normal de mundo.

El sujeto la condujo hasta el vehículo y ella entró primero, otro hombre conducía el auto, no omitió palabra alguna durante todo el camino. El bicolor estaba sentado a su lado, vestía un traje negro y camisa blanca sin corbata, el reloj dorado en su muñeca izquierda brillaba al igual que sus ojos.

—Mi nombre es Bokuto Koutarou, mi jefe se ha interesado en usted, tiene una propuesta muy importante para hacerle.

—¿Por qué a mí?, ¿qué tengo de especial?

—Esas preguntas yo las dejaría para después, ahora disfrutemos el viaje— sacó del bolsillo de su chaqueta un habano y lo encendió—. ¿Fuma?

—Solo cigarrillos.

—No hay problema— frente a los asientos había un compartimiento del que saco un paquete de cigarros, le extendió uno a la chica y ella lo recibió con miedo, no lo parecía, pero estaba aterrada por dentro.


El auto recorrió las calles de la ciudad que estaban iluminadas por los letreros de neón hasta llegar a un casino muy famoso de este distrito. En un aparcamiento privado se bajaron y ella siguió al tal Bokuto, las personas dentro del gran edificio relucían con sus atuendos caros, parecía como si sólo la élite pudiera ingresar a ese lugar. Ella por el contrario seguía con la remera y el short que Tanaka le había prestado cuando salió de bañarse, sus zapatillas fila -que ya estaban muy desgastadas de por sí- habían acumulado mucha agua de la lluvia y los pies se le estaban congelando.

Subieron a un ascensor de vidrio y Bokuto presionó el último botón de este, Reiko recordó cuando iba con Nishinoya en el ascensor, esa reunión extraña con otros miembros de mafia, y las ganas de irse lo antes posibles de allí. Ahora solo persistía la sensación de no saber dónde estaba y qué iba a pasar con ella.

Las puertas se abrieron y dio de lleno con una oficina gigantesca, no había pasillos ni nada por el estilo. Bokuto colocó una mano en la espalda de la joven y la guio escaleras arriba, era un entrepiso que conectaba la habitación, las escaleras eran algo parecido al vidrio, sus zapatillas dejaban una huella sucia en éstas y se preguntó si no sería un problema.

Al llegar arriba había una sala de estar, un juego de sofá y un hombre sentado en uno de estos, estaba bebiendo algo y cuando notó su presencia dejó de mirar por el gran ventanal de vidrio y se concentró en Reiko.

—Akaashi, ella es Reiko— habló Bokuto, a la chica le sorprendió que tratara tan informalmente a su jefe.

—Gracias Bokuto, por favor sírvele un trago.

—No, gracias, estoy bien así— lo último que necesitaba era que le echaran algo a la bebida y la drogaran o algo peor.

—Vamos, debes tener frío, no pude ignorar el hecho de que estás completamente empapada— tenía unos ojos azules que resaltaban con su piel clara y cabello negro—. ¿Bokuto no te ofreció su abrigo?

Ella no quería confirmar ni negar nada, no sabía dónde estaba ni qué tipo de personas eran estas, detrás de ella Bokuto se lamentó dramáticamente por no haber sido más comprensivo con la muchacha.

—Puedes tomar asiento Reiko— le ofreció Akaashi y ella le hizo caso, en un segundo Bokuto había depositado en sus manos un vaso con lo que parecía tequila—. Espero que todo esto no te tome tan de sorpresa, solo quería charlar contigo un poco.

—¿Sobre qué?

—Sobre tu relación con Karasuno.

—¿Quién?

—La mafia con la que has estado estos últimos días— ese era el nombre después de todo, pensó la chica—. Me informaron que hiciste un trabajo para ellos.

—En contra de mi voluntad, sí.

—Pero lo hiciste y eso es lo que importa— le dio un sorbo a su bebida y la miró como reprochándole que no estaba haciendo lo mismo que él—. ¿Es verdad que Karasuno tiene en sus manos las acciones de los hoteles Bushida?

—No sé si deba responder a esa pregunta.

—Si no lo haces, me das a entender que estás dentro de la mafia.

Bokuto se colocó detrás del sofá de Akaashi y la observó desde ahí, ella estaba segura de que debía tener algún arma escondida en alguna parte del cuerpo.

—¿Sus mafias no se llevan bien?— preguntó Reiko tratando de recabar más información.

—Claro que nos llevamos bien, el problema es que Karasuno nos está debiendo dinero y el tiempo estipulado se les está acabando. Y aquí radica nuestro problema, no podemos atacarlos porque están armados hasta los dientes como ya sabrás— ella no había podido recorrer toda la base, pero asumía que lo que decía Akaashi era cierto, había visto a muchas personas y todos llevaban armas a la vista—. Si la información que tengo es correcta, y Karasuno tiene en su poder los papeles de esos hoteles, no me queda otra opción que arrebatárselos, si no me entregan el dinero, claro.

Reiko presentía que estaba mintiendo, por más que tuviera el dinero en sus manos también querría los hoteles, parecía un hombre codicioso y que no descansaba hasta tener todo lo que quisiera.

—¿Y qué tengo que ver yo con todo esto?

—Que eres la carta que me faltaba para mi jugada maestra.

—Te equivocas, yo no soy importante para ellos, ni si quiera estoy dentro esa mafia ni de ninguna otra.

—Lo siento Reiko, pero creo que alguien más debía decirte esto— se levantó del sofá y se quitó el saco negro que tenía puesto sobre los hombros, se acercó y se sentó en la mesa ratona frente a ella—. Eres la hija de Bushida, no creas que no eres importante. Es de extrañar que a esta altura no estés siendo buscada por todas las demás mafias.

Reiko estaba temblando y apretó el vaso de vidrio para poder calmarse. Había más mafias, por lo que estaba escuchando, mientras más información tuviera sería más sencillo llevar a cabo su plan.

—No soy importante para mi padre.

—Ya demostraste que si al conseguir esos papeles, imagina todas las cosas que puedes arrebatarle a ese hombre, ni hablar de...

—No quiero hacerlo, no voy a volver a cometer más crímenes.

Akaashi rio y agacho la cabeza, cuando volvió la vista a ella sus ojos se habían oscurecido y Reiko temió lo peor.

—Aquí nadie te estaba preguntando si querías hacerlo.

Un disparo se oyó desde el piso de abajo y Bokuto sin pensarlo dos veces se trepó al barandal para observar de que se trataba, a Reiko le dio náuseas el solo ver como hacía aquello sin el menor cuidado.

—¡¡Akaashi!!— un grito se oyó desde abajo seguido de varios disparos al aire, Reiko se cubrió la cabeza con las manos y el mencionado se apresuró a ir hasta allá.

—¡Kageyama!, que sorpresa verte aquí.

¿Kageyama?, ese nombre le sonaba de algo a Reiko y no fue hasta que lo vio subiendo las escaleras a toda prisa que se acordó de ese chico. Era el pelinegro de ojos azules que intentó matarla cuando se enteró que Nishinoya no lo había hecho. 

—¿Te enviaron por rescate?— preguntó Akaashi cruzándose de brazos, Bokuto se le adelantó para protegerlo.

—Me enviaron por dos cosas, tengo el dinero que faltaba, pero a cambio me llevo a esta— dijo con seriedad.

—Ya me enteré para que la quieren, les beneficia mucho tenerla de su lado, pueden conseguir muchas cosas si ella coopera con ustedes.

—¿Temes que no sigamos pidiéndote dinero?, todos nuestros hombres recurren a tus hoteles y casinos, créeme que no te quedarás sin dinero, puedes estar tranquilo— eso pareció convencer a Akaashi que dejó de estar a la defensiva y se aproximó hasta Kageyama bajo la mirada atenta de Bokuto.

Kageyama sacó de su chaqueta negra un sobre blanco lleno de dinero y se lo entregó. Akaashi no se molestó en contarlo y lo arrojó sobre la mesa ratona.

—No hacía falta esa entrada— dijo Akaashi refiriéndose a los disparos que Kageyama había lanzado desde que llegó.

—Es que estoy de mal humor— se dio la vuelta y tomó del brazo a Reiko.

—¿Cuál era la segunda cosa?— le preguntó Akaashi al chico.

—Esto— tomó una botella de licor de la estantería y se apresuraron a bajar las escaleras.

Las zapatillas de Reiko seguían húmedas y casi se cae de cara por culpa de Kageyama, de un empujón la metió al ascensor y cerró las puertas lo antes posible.

—¿Quién te envió?

—El jefe— dijo irritado por el trabajo extra que estaba haciendo—. Eres una molestia, ¿lo sabías?— la miró por el rabillo del ojo.

—Si estás molesto por venir a buscarme se lo puedes decir a tu jefe, no trabajas para mi— ella le quitó la botella de licor de las manos y le dio un largo trago, se la devolvió y salieron del ascensor.

Cruzando entre las máquinas tragamonedas, las mesas de apuestas y demás juegos nadie parecía observarlos, ni si quiera cuando Kageyama levantó un brazo y dos dedos en una especie de señal. En un segundo aparecieron muchos hombres a sus costados vestidos de negro como Kageyama, ninguno la miró o hizo alguna pregunta, simplemente parecía que la estaban escoltando.

En el aparcamiento había una camioneta negra que Reiko reconoció, era la misma que la vez en que la secuestraron. Kageyama le abrió la puerta del acompañante y ella subió, dentro estaba Nishinoya al volante y la tensión que se generó cuando se encontraron fue inexplicable.

—Necesito que la lleves a su casa, y vigiles toda la noche. Como me entere que te dormiste en tu turno te mato— le señaló el pelinegro con un dedo a lo que Nishinoya asintió con un sí.

—No necesito protección, estoy bien.

—Escucha maldita, suficiente molesto estoy con tener que venir a buscarte para que también te estés quejando de este privilegio.

—Yo no lo pedí— le escupió las palabras a la cara, a lo que el muchacho frunció más el ceño si es que se podía.

Le cerró la puerta en la cara y la dejó con las palabras en la boca, de la rabia golpeó la puerta con el puño. Nishinoya no dijo una palabra y se apresuró a salir del casino, durante el camino se podía sentir la necesidad de hablar o decir algo, pero ninguno daba brazo a torcer.

—Puedes dejarme aquí— dijo Reiko cuando estaban llegando a su casa.

—No.

—¿Cuál es tu problema?

—Ninguno... la única que parece tener problemas aquí eres tú.

—¿Crees que tengo algún problema contigo?

—¿Lo estás admitiendo?— le interrogó Nishinoya a la vez que estacionaba la camioneta.

—Vete a la mierda— de un salto salió del vehículo y corrió escaleras arriba pero no fue suficiente porque el de mechón rubio la alcanzó sin ningún problema—. Ni sueñes con que vas a entrar a mi casa.

—¿Y cómo pretendes que haga mi trabajo?

—Arréglatelas tú solo. 

Cerró la puerta y lo dejó fuera al muchacho que golpeaba la puerta tratando de convencerla que era por su bien que debía vigilarla. Ella fue hasta su habitación y se recostó en su cama, no lograba conciliar el sueño, tenía muchas cosas en la mente.

Mañana le entregarían las cenizas de su madre y seguro la mafia le pediría algo a cambio de ese favor, para el amanecer ya debería tener una decisión tomada, se uniría o no a Karasuno. Se levantó y comenzó a anotar todo lo que sabía hasta ahora; Karasuno y Nekoma eran los nombres de las dos mafias que reconocía, Hinata le había dicho que Nekoma se especializaba en el hackeo, y los tipos de hace rato no parecían de ese tipo de mafia.

Eso quería decir que eran otra mafia, si estaba en lo correcto ya conocía tres, ¿cuántas más había? Muchas preguntas de ese estilo se acumulaban y no tenían respuestas.

O tal vez sí.

—Reiko, ábreme la puerta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro