❖ 7 ❖
—¿Entendiste todo lo que te dije?
Tanaka cargaba su arma mientras le explicaba a Reiko como tenía que transcurrir la entrega.
—Ni una palabra de más, no pueden sospechar bajo ninguna circunstancia que no tenemos a su hijo. Pronto se acabarán las veinticuatro horas y si todo sale bien nunca lo volveremos a ver.
Eso esperaba Reiko también, no quería volver a verlo nunca más. Era la segunda vez que lo veía desde que tenía cuatro años, pero sabía perfectamente que si lo veía por la calle lo podía identificar sin problemas, era un hombre poderoso y estaba en los medios. Cualquiera reconocía al famoso señor Bushida, pero jamás habrías oído hablar de su hija bastarda.
—Ya es la hora.
Justo cuando Tanaka decía aquello, un auto gris se estacionaba cerca de ellos, habían elegido un lugar público pero la entrega era dentro de un jardín escondido de las cámaras.
Reiko bajó del auto y se encaminó hacia allá. Se encargó de que la vieran ingresar al lugar y como lo predijo, el señor Bushida se bajó del vehículo con un maletín en las manos. Lo que Tanaka temía era que llevara compañía y así fue, dos guardaespaldas se bajaron junto a él.
El rapado maldijo y se apresuró a ir hasta donde estaba la chica, llegó justo a tiempo y ella le frunció el ceño al verlo ahí.
—¿Que sucede?
—Viene con dos hombres más, si te ve sola puede matarte fácilmente.
Quería decir que eso era una locura, pero ni si quiera ella conocía a su padre realmente, ¿Qué certeza tenía de que él no haría eso?
—¿Reiko?
—Señor Bushida.
Se sentía muy extraño tratar a su padre con formalidad, pero ni si quiera sabía cómo referirse a él, jamás había estado presente en su vida, no podía considerarse ni una figura paterna.
—Acá está lo que pediste— ambos se acercaron y él le entregó el maletín, ella se apresuró a abrirlo y revisar como Hinata le había dicho, para su suerte estaba todo en orden, volvió a cerrarlo y sacó de su sudadera, que en realidad era de Tanaka, un sobre amarillo— ¿Qué es eso?
—La dirección donde está tu hijo, no se preocupe, está bien como coordinamos.
—No hables de mi hijo como si se tratara de un paquete.
Ella rio ante esa frase.
—¿Y que fui yo para ti?, porque tu hija veo que nunca.
—Ni si quiera tienes el derecho de portar ese título, ¿qué esperabas conseguir con esto?, ¿un aplauso, una felicitación?
—No, claro que no... solo quería encargarme de que sufrieras un poco aunque sea.
—¿Crees que esto me hará sufrir?, solo es un puñado de dinero y unas propiedades, puedo hacer todo el dinero que quiera, tengo más hoteles en todo el mundo.
—Aquí esta dirección, tómala y márchate.
Él tomó ese pedazo de papel y salió de allí, Reiko quería destruir todo, estaba hirviendo por dentro, pero solo consiguió reír.
—¿Estás bien?— preguntó preocupado Tanaka porque la muchacha se reía de la nada.
—Lo que daría por ver la cara de ese estúpido cuando se dé cuenta que su hijo no está ahí.
—Eso es muy psicópata de tu parte— bromeó el rapado, sacó un cigarro y se lo extendió a la chica.
❖
Ya frente al jefe, colocó el maletín sobre el escritorio, el sujeto revisó y asintió diciendo que estaba todo en orden.
—¿Entonces ya me puedo ir?
—Efectivamente quedas en libertad, Reiko... nos vemos pronto.
—Espero que no— dijo Reiko, se dio vuelta para irse, pero Tanaka golpeo su cabeza con el mango de la pistola y ella se desmayó instantáneamente.
Todo estaba negro, no reconocía donde estaba, si ya había despertado o era un sueño.
Comenzó a oír voces a su alrededor.
De a poco empezó a recobrar la conciencia, estaba tirada en el piso frio y sucio, había gente a su alrededor porque veía muchos pies, como pudo empezó a reincorporarse.
Le dolía el lado izquierdo de la cabeza, recordó que Tanaka la había golpeado y por un segundo imaginó que todo había sido un mal sueño, que todo aquello no había ocurrido.
Estaba en Kabukicho otra vez, pero era de día.
Se levantó y comenzó a caminar para salir de allí, tenía que volver a su casa.
Se percató que no tenía su celular ni la tarjeta del metro, parecía imposible caminar hasta su casa, pero no tenía otra opción, estaba sola y sin dinero.
Esperaba encontrar a Yamaguchi o Terushima allí, o en el peor de los casos a su madre en estado furioso por no haber aparecido por dos o tres días.
Subía las escaleras del edificio donde vivía desde que tenía memoria.
Cuando estuvo frente a la puerta no se atrevía a abrirla, deseaba que alguien lo hiciera por ella. Esperó unos segundos, pero no oyó nada, ni si quiera el característico sonido de su madre llevándose por delante cualquier cosa que encontrara.
Fue motivo suficiente para abrir la puerta de un empujón y encontró vacío el lugar.
Se dirigió hasta la habitación de su madre y allí estaba ella.
Muerta.
❖
—Hace dos días que ese imbécil no vuelve por aquí, dile que necesito la renta o se quedará sin lugar para dormir— el conserje del edificio donde Terushima vivía se quejaba de que su inquilino no daba señales de vida.
—Lo entiendo, le diré.
Reiko había revisado en la casa de sus amigos y ellos tampoco estaban, al parecer nadie los había visto, era como si hubieran desaparecido de la faz de la tierra. Temía lo peor, temía que también estuvieran muertos como su madre.
Se apoyó sobre una pared ya sin fuerzas y se dejó caer, el llanto salió solo.
Los gritos que trataba de ahogar con sus manos se le atoraban en la garganta.
Así estuvo casi una hora.
¿Y ahora que haría?, realmente estaba sola, realmente no tenía nada.
Su madre, sus amigos, su casa. Todo había desaparecido, y estaba convenciéndose cada vez más de que el culpable era su progenitor.
Era su forma de vengarse por lo que ella le había mentido sobre haber raptado a su hijo. ¿Era este el verdadero castigo que merecía por haber hecho eso?
Se reincorporó.
Cada paso que daba le pesaba más, las lágrimas no paraban de salir y ya no podía ni respirar.
Comenzó a correr hasta allá, hasta el lugar donde se había prometido no volver nunca más, donde tanto había deseado salir.
Volvió a la base abandonada.
❖
El corazón se le iba a reventar, las bocanadas de aire que daba no eran suficientes.
A lo lejos, se alzaba la base abandonada.
Dos hombres que estaban allí le apuntaron con sus armas cargadas y ella solo pudo pronunciar el nombre de Tanaka.
Ellos sin estar muy convencidos la llevaron hasta adentro del lugar, sabían que no cualquiera conocía a Tanaka, por más que fuera de nivel tres, un simple perro que seguía órdenes.
Reiko estaba mareada, sentía todo muy lento, cerraba los ojos y ya estaba en otro lugar. Parecía como si estuviera drogada pero no había consumido nada, seguro se debía al cansancio y la falta de comida.
Acababa de pasar por una experiencia traumática y estaba volviendo al lugar de las pesadillas.
Una cachetada la despabiló rápidamente.
Era Tanaka.
—¿Qué mierda haces aquí?
—Ta-Tanaka, necesito... hablar con tu jefe— decía la chica mientras trataba de respirar y mandarle señales a su cerebro de que se concentrara.
—Estás realmente loca.
La levantó en sus brazos y la llevó hasta donde ella le pedía, cuando estuvieron frente a la oficina le pidió que la bajara, ella aseguraba que estaba bien pero apenas podía mantener el equilibrio.
No esperó a llamar la puerta y entró como si de su casa se tratase.
El jefe estaba en el escritorio como era de esperarse.
—¡Reiko!, que sorpresa verte aquí.
—¡Cierra la boca maldito imbécil!
—¡¡Reiko!!— le regañó Tanaka detrás de ella.
Se apresuró hasta la mesa de vidrio y apoyó ambas manos para no caerse de cara al suelo.
—Sabías perfectamente que esto iba a pasar y no fuiste capaz de avisarme.
—Jefe creo que está delirando— se disculpó Tanaka.
—No está delirando Tanaka... creo que Reiko está canalizando su odio en nosotros.
—Te voy a matar hijo de puta, ¡sabías que si él se enteraba de esto iba a ir directo por mi madre!
—¿Eso es verdad, jefe?
—Cualquiera habría deducido eso, ¿qué esperabas?, ¿que podías volver a tu casa como si nada?, Reiko, no seas tan ilusa... la vida no es color de rosa.
—¡¡Ustedes me trajeron aquí!!, ¡me hicieron hacer cosas igual de horribles que ustedes!, ¡Yo jamás pedí estar aquí!, ¡¿cómo mierda va a devolverme mi vida?!
—¿No crees que tu vida ya era un desastre antes de venir aquí?
—Por lo menos tenía a mis amigos, ahora no sé dónde están.
—¿Te gustaría que te ayudemos a encontrarlos?
—No necesito su ayuda, ya suficiente daño me hicieron como para que pueda volver a confiar en ustedes— se dio media vuelta y caminó hasta la puerta.
—¿Y qué te parece la venganza?
Lo había pensado todo el camino.
—Voy a tomarla por mis propias manos.
—Ja, ja, ja, por favor Reiko, estás hablando del hombre más rico de Japón, no puedes destruirlo tu sola.
—Pues mírame hacerlo.
Salió de allí pero no llegó muy lejos. Se detuvo en unas escaleras y se sentó a recobrar el aliento.
—¡Reiko!
Tanaka llegó más rápido de lo que ella esperaba, se inclinó hasta estar a su nivel y tomó la cara de la chica con una mano.
—Estás hecha una mierda... ven.
—¡No!— de un manotazo se lo quitó de encima—. No quiero que vuelvas a tocarme, me voy de aquí ya mismo— él apoyó una mano en su hombro impidiéndole levantarse.
—Te juro que no sabía que tu padre iba a hacer eso, se cómo te sientes...
—¿Que mierda podría saber un asesino como tú?, no tienes idea por lo que estoy pasando ahora mismo.
—Claro que lo sé... yo también estuve en tu lugar, y no voy a dejar que te hundas en la mierda.
El rostro del chico denotaba seriedad, ¿podría confiar otra vez en esta persona?
—¿Por qué?
—Porque la mierda no puede hundirse en más mierda— dijo burlón.
—Cierra la boca...— de un tirón la levantó y la cargó en su hombro, ella ya no podía luchar, ya no le quedaban fuerzas.
Estaba muy cansada, solo quería estar sola, lejos de ese lugar, lejos de todos. Necesitaba pensar en algo para encontrar a sus amigos.
Tanaka la deposito en el suelo frío de un baño, este era privado por el tamaño que tenía, salió y volvió con ropa en sus manos. Le abrió el agua de la bañera y le ordenó que se diera una ducha, cuando salió de allí, ella se arrastró hasta la bañera como pudo, se quitó toda la ropa y se sumergió.
Estando ya sola, volvió a llorar. Pero esta vez no se molestó en ocultar el llanto, los gritos desgarradores inundaban el lugar, se tomaba el cabello con fuerza, se maldecía por haber sido tan estúpida, por haber aceptado hacer ese trato.
Habría sido mejor morir en la primera oportunidad que se le presentó.
Tanaka estaba impaciente en la habitación, caminaba de acá para allá. Él había estado en su situación, también había perdido a una persona muy importante para él, sabía que la chica necesitaba su tiempo para desahogarse. Por más que le doliera escuchar esos gritos sabía que era necesario dejarla sola.
Pasaron varios minutos desde que los sollozos dejaron de escucharse y la puerta por fin fue abierta, allí estaba Reiko con la mirada perdida. Llevaba puesto un short deportivo que era de Nishinoya y una remera de Tanaka que era tres veces su talle, por suerte Nishinoya era casi parecido a ella en cuanto a contextura.
—Ven— le dijo Tanaka tomándola de la mano y sentándola en la cama, él volvió a entrar al baño y trajo consigo un cepillo.
Comenzó a desenredar el cabello de Reiko y esta no opuso resistencia, tenía la mirada en un punto fijo del suelo.
—¿Por qué tienes un cepillo si eres calvo?— le preguntó de repente, a lo que Tanaka rio.
—A Hinata le pareció muy buena idea regalármelo para mi cumpleaños.
—¿Cuándo es tu cumpleaños?
—Eso no es importante.
—Eso le solía decir a mis amigos para que no me regalaran nada, pero cuando descubrieron la fecha nunca me dejaron en paz.
—Yo hacía lo mismo, pero mi hermana era la única que sabía de mi cumpleaños— dijo eso último con un tono de tristeza que Reiko pudo notar—. Necesito que me escuches, ¿lo harás?
—Si.
Tanaka soltó un suspiro y dejó de cepillar su cabello que ya estaba completamente liso, tomó los cigarros de su mesa de luz y le extendió uno a la chica, los encendieron y pasó unos segundos hasta que el rapado habló.
—Yo perdí a mi hermana... también como tú, la asesinó un maldito hijo de puta que todavía está suelto por ahí. No sabes todo lo que he hecho para conseguir información sobre ese bastardo...
—Lo siento mucho.
—Lo que quiero decirte... es que entiendo tu dolor y desesperación. Quiero que entiendas que aquí puedes confiar en que si te ofrecen ayuda no dudes en tomarla.
—Jamás volvería a confiar en esta mafia, ¿por qué no me mataste en el primer momento en que tuviste la oportunidad?
Aquello heló la sangre de Tanaka.
—Reiko— se arrodilló en el suelo y la observó a ella que estaba sentada en la cama—. Créeme que puedes hacer que ese tipo pague por lo que hizo, pero necesitas la ayuda de estas personas. ¿Como planeas hacerlo sola?
Ella no contestó, sabía que no había forma de matar a ese maldito sola.
¿En realidad pensaba en matarlo?
—Tanaka...— las lágrimas comenzaron a salir otra vez—. Quiero matarlo... quiero que ese hijo de puta sufra por lo que me hizo... Eso me hace igual de asesina que él.
—No, jamás has matado a nadie y no lo harás, cualquier otra persona puede encargarse de eso...
—Ni lo sueñes, no podría poner esto en las manos de otra persona.
—¿Entonces?, ¿te quedarás de brazos cruzados?
—No, solo...
La puerta de la habitación fue abierta y Nishinoya apareció detrás de esta.
—¿Reiko?
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