❖ 3 ❖
Estaba ella sola contra el mundo.
El cansancio se había llevado consigo los espasmos y solo quedaba el rastro de las lágrimas surcando su rostro.
No tenía idea de si había pasado una hora o dos, solo que estuvo llorando durante mucho tiempo.
Con la mirada fija en la oscuridad, trataba de buscarle una solución a todo esto que le estaba pasando, pero le era imposible. Las advertencias que su amigo le había dado se repetían como una canción en su cabeza, pensó que seguro Yamaguchi le diría "te lo dije", cuando lo volviera a ver.
Si es que lo volvía a ver.
La puerta se abrió de repente y de ella entró una luz que le quemó la vista, no le dio tiempo de verificar quién era, pero por el fuerte agarre dedujo que sería el rapado. Recordó que se llamaba Tanaka, o al menos ese era su apellido, tampoco era como si le interesara mucho indagar en la identidad de sus captores.
Simplemente, a estas alturas, ya no podía pensar con claridad. Sumando al hecho de que no había comido nada desde que salió de su casa, no le sorprendía que no estuviera al cien por ciento, en cualquier momento caería descompuesta.
Salieron de esa habitación oscura y la condujo por pasillos zigzagueantes, bajaron una sola escalera y, al parecer, llegaron a su destino. Una puerta de estilo metálica los recibió, tenía un cuervo negro pintado con aerosol, todo en aquel edificio se veía igual, las paredes de concreto gris rotas, las escaleras de piedra, algunas partes de los pasillos sin luz y el frio que había en estos.
El rapado tocó cuatro veces con su puño y no tardaron ni un instante en responderle abriéndole la puerta que chirrió, detrás de esta estaba el chico de mechón rubio que miró a Reiko con una cara de preocupación.
-Tanaka, idiota, ¿no la has llevado al baño? - preguntó frenético.
-¿Por qué debería hacer eso?
-¡¿Es que acaso no ves la cara que tiene?!
-¡Yo quiero verle la cara!- gritó una voz dentro de la habitación, el pelinaranja apareció por encima del otro chico-. Definitivamente esa es mi cara cuando quiero cagar.
-Déjense de estupideces- Tanaka la empujó para que entrara al lugar.
Era la típica habitación de interrogatorios de las películas, una mesa y una silla metálicas en medio del lugar, un gran espejo que cubría toda la pared en frente de la silla; demás estaba decir que no sabía quién podía estar detrás de éste. Destacaba una computadora de escritorio en una esquina y un dispensador de agua, el pelinaranja tomó asiento en la computadora, Tanaka la sentó de un tirón en la silla y le colocó unas esposas entre su muñeca derecha y la pata de la silla, el de mechón rubio observaba todo con las cejas fruncidas; no parecía enojado, sino preocupado.
Reiko lo siguió mirando, tratando de descifrar que estaba pasando por su mente, ¿Qué era lo que le preocupaba tanto?, sus ojos avellana no le sacaban la vista de encima.
-Bien- habló el rapado mientras sacaba un cigarrillo y comenzaba a prenderlo-. Ahora lo que haremos será hacerte un par de preguntas.
-¿Cuánto durará?
-Tal vez toda la noche, ¿quién sabe?
-¿Cómo esperas que conteste si ni siquiera me han dado algo de comer?
-Vamos a ver...- se le acercó hasta estar enfrente de ella-. ¿Qué te crees?, ¿Qué estás en un puto hotel, maldita?
El escalofrío le recorrió la espalda a la joven, estaba tratando con personas peligrosas, ¿Por qué pensaría que tendría el simple privilegio de respirar?, podrían matarla si tan solo tuvieran la orden de hacerlo.
Una mano separó el espacio que había entre su rostro y el del rapado, el chico de mechón rubio sostenía un vaso de agua en frente de ella, se lo estaba ofreciendo con la misma expresión de antes y Reiko no dudó en tomarlo, bebió todo el contenido y le pareció poco, pero sintió que no estaba en posición de pedir más.
-¡Hey!, me haces quedar como idiota ofreciéndole agua después de haber dicho eso.
El más bajo lo miró con -ahora sí- una expresión de enojo a su compañero.
-No puedes negarle un simple vaso de agua, por favor- le quitó el cigarro de la boca y procedió a fumarlo él, Tanaka largó un chasquido y sacó otro.
-Si me das un cigarrillo, te diré todo lo que quieras - él la miró molesto, seguro le diría algo como "qué tal si te golpeo y empieza a hablar", pero seguro se arrepintió de lo que estaba por decir, ya que su compañero volvería a reprocharle, así que encendió otro cigarro y se lo tendió.
Ella lo tomó y se recargó sobre el respaldo de la silla esperando todas las preguntas que estaban a punto de hacerle.
-Empecemos de una vez con esto, ya estoy cansado... ¿cuál es tu nombre completo?
Ya empezamos mal, pensó la chica. Con solo decir su apellido estaría dando paso a un motón de problemas, como no respondía, el rapado empezaba a desesperarse.
-Bushida Reiko.
Como era de esperarse, la cara del rapado cambió instantáneamente.
-Hinata, busca ese apellido- le dijo al pelinaranja.
-Estoy en eso...- por unos segundos la habitación quedó en completo silencio hasta que el chico volvió a hablar-. Oye, Tanaka... si no nos está mintiendo, es la mismísima hija del señor Bushida, el que tiene la línea de hoteles por todo el mundo.
-Por tu bien espero que no estés mintiendo... ¿Tienes tu documentación contigo?
-No...
El objeto de plástico le quemaba el bolsillo trasero de su jean al negar su existencia, y justo como lo pensó empezaron a revisarla, el de mechón rubio sacó su documento y se lo entregó a su compañero.
-Eres la maldita hija de Bushida, ¿sabes todos los problemas que esto nos trae?
-No creo que tengan problemas, no he visto a mi padre desde los cuatro años, si hay algo que mi padre detesta en este mundo, es a mí- le dio otra bocanada al cigarro y expulsó el humo lentamente por la boca-. Estoy segura de que si piden rescate él no los escuchará, aunque no lo crean, está muy ocupado con su vida para preocuparse por una hija bastarda.
El rapado seguía mirando el documento, hasta que volvió a hablar -Bushida... ¿Sabes lo que significa tu apellido?
-Por supuesto que lo sé... significa "samurai" o "guerrero", es todo un orgullo portar ese apellido... ¿Crees que alguien como mi padre hubiera permitido que se supiera de mi existencia?, sumando al hecho de que soy una mujer dentro de su larga línea de hijos varones herederos de su inmensa fortuna, también soy una bastarda.
-¿Dónde vives?
-Esa información no te serviría de nada, si quieren ir a saquear mi casa háganlo, seguro mi madre los recibirá con gusto... si es que no está drogada y tirada en la cama sin poder levantarse.
El cigarro ya se había consumido por completo así que lo tiró al suelo con cansancio.
-Hinata... ¿Qué otra información necesitamos?- el pelinaranja no tardó en responderle.
-¿Edad?
-Diecinueve.
-Antecedentes criminales.
-Jamás me atraparon.
Y así siguió el interrogatorio, cuando parecía que había terminado, el rapado salió de la habitación sin dar explicaciones, después de unos minutos volvió con una bolsa de color negro entre sus manos, le sacó las esposas a Reiko y la volvió a conducir fuera de ese lugar. Parecía que volvían a recorrer los mismos pasillos hasta donde la habían dejado la primera vez, pero en su lugar llegaron a un baño, sin decirle nada le dio la bolsa a la muchacha y le cerró la puerta dejándola adentro.
Cuando se dio vuelta, se encontró con numerosas duchas dispuestas una al lado de la otra. Abrió la bolsa para ver el contenido y efectivamente era ropa, un jabón y un cepillo. No tardó ni dos segundos en pensarlo y se desvistió para bañarse, el agua salió fría pero su cuerpo la aceptó con normalidad, tal vez el cansancio ya no le dejaba sentir nada, jabonó su cuerpo y cuando estuvo satisfecha salió de allí. Secó su cuerpo y cabello con la remera que tenía de antes, ya que Tanaka no le había dado una toalla, había sido un gesto muy grande el que le hubiera dado ropa y jabón, no se atrevería a pedirle una toalla.
Una remera negra larga con unas pequeñas letras que ponía en el pecho "bastard" y un pantalón gris claro con el logo de "thrasher" en los costados de las piernas, sentía que todo se le caía de lo grande que era.
Cuando estuvo vestida se miró en el espejo, las ojeras resaltaban su rostro pálido, tomó el cepillo y comenzó a desenredar los nudos del pelo, ya estaba terminando cuando la puerta volvió a abrirse, sin decir nada siguió a Tanaka.
El chico la miraba de reojo mientras caminaban, seguro se preguntaba si la ropa estaba bien porque era obvio que era como tres talles más grandes que el de ella.
Llegaron otra vez a la habitación de la primera vez, ahora un foco encendido iluminaba cada parte del lugar, pudo notar que había un futón en una esquina, al lado de este en el suelo, descansaba un ramen instantáneo que echaba un leve vapor.
-Mañana hablaré con el jefe, él decidirá qué haremos contigo- estaba por cerrar la puerta, pero se detuvo a unos centímetros-. Te sugeriría que disfrutaras el ramen... tal vez sea lo último que comas.
Y cerró la puerta con llave.
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