Pequeño, pequeño saltador.
Durante la secundaria, participé en el club de volley durante los tres años. Aunque realmente nunca me apasionó ese deporte. Debía practicar deporte por una cuestión de salud. Y durante los tres años mi mejor amiga me rogaba y rogaba que la acompañase al club, por diferentes motivos.
Soy calma y calculadora por naturaleza. Y como realmente no me apasiona el juego, no perdía la calma. Por eso terminé siendo capitana mi último año, supongo. Calma y constante, sabía analizar las jugadas y animar a mis compañeras. Y también, debido a mi condición, debía tomarme las prácticas muy en serio.
Fue en mi primer año de preparatoria. Me las kouhais estaban muy nerviosas con el siguiente intercolegial así que me llamaron para darles ánimos y ayudarlas a tranquilizarse.
Por supuesto, fuí. Quería volver a la escuela. Quería ver a las nuevas. Y volver a ver a mis kohais.
Las reuní, les expliqué cómo eran esos intercolegiales y las organicé en un partido de práctica. Y allí estaba él, entrenando solo, en un pequeño rincón del gimnasio de práctica. Me lamó la atención. Siempre había pensado que era parte del club de soccer, así que no le había prestado mucha atención el mdio año que compartimos cancha.
Pero él practicaba. Solo. Y más que algunas de las de primer año.
Aunque tuve que contenerme de mirarlo, cada vez me costaba más despegar mi vista de él para pasarla a mis kohais.
Así que dí por frustrado mi intento después del segundo set. Le dí unas cuantas instrucciones y correcciones a las chicas, y y les dí ánimos, diciendo que sin duda lo lograrían ese año.
No llegaron a las nacionales, pero llegaron a la final.
Lo que a mí me importó era que debía entablar contacto con ese chico. Mi corazón me lo pedía a gritos.
—Hinata. Hinata Shoyo.
La voz de mi sucesora a mi lado me asustó más de lo que mi orgullo me permite admitirlo. Yo estaba sentada en la banca, mirando sin disimulo al pequeño correr mientras practicaba rebotes.
Golpeaba cada vez más fuerte y la pelota se le iba cada vez más alto. La miré, roja porque con su mirada ya me dejaba en claro que sabía.
—Pero es de primero, sempai~ ¡Roba niños!
—¡T....! ¡¡TRATA CON MÁS RESPETO A TU SEMPAI, KORAAA!!
Le grité, aunque casi sin voz, mientras la salía a correr. La atrapé alos pocos segundos y la obligué a practicar doscientos saques y treinta recepciones. Las sempais la copiaron, quizás porque pensaron que les hablaba a todas ellas.
En el momento en el que me tomaba un descanso e iba a las máquinas expendedoras, lo ví, practicando ahí al costado.
Seguramente no se dio cuenta que no debía estar ahí, ya que tenía el uniforme escolar. Así que me pude acercar sin problemas.
—Ey, ¿Cóno te llamas?
—¡¡HI...Hinata Shoyi, señora!!
Eso me pegó más fuerte que los saques de mis kohais. Al verlo me resultó obvio que él me había visto ponerme en dura y ahora me temía. Yo le sonreí dulce.
—Hinata-kun entonces. ¿Esta escuela tenía club de volley masculino?
—S...soy su único miembro.
—...¿Y por qué sigues con eso?— estaba sorprendida. Y luego le ví los ojos decididos, y sentí que mi corazón saltaba— L...lo siento, fuí estúpida.
—N-n-No diría eso...
—Si, lo fuí. ¿Qué razón necesitas? Puedo ver lo mucho que te gusta el volley en tu mirada. Creo que eso es suficiente. ¿Qué posición juegas?
—¡REMATADOR IZQUIERDO!
—¿Aspiras a ser una estrella?
—¡Si! ¡Como el "Pequeño gigante" de Karasuno!
No tenía idea de quién me hablaba, pero su carita como de niño de primaria me bastaba. Le pripuse hacer algunos remates, así yo también practicaba mi recepción.
Fue un pequeño crush en todo aspecto. Él era más pequeño que yo en altura y edad y mi capricho por él no pasó más de esa tarde.
Pero me hizo recordar por qué no dejé el volley durante la secundaria, a pesar de que mi entrenadora era muy severa. Y a pesar que pasamos por tiempos duros como equipo.
El volley no era mi pasión, ni lo iba a ser. Pero....
Jugar con Hinata me hizo pensar que el volley era divertido, después de todo.
Así que dejé el equipo de fútbol en el que me había inscrito y me fuí al equipo de volley femenino de la preparatoria a la que iba.
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