Gulf estuvo toda la mañana nervioso. No tomó apuntes, se tropezó en los pasillos con más personas de lo que habitualmente lo hacía y llegó tarde a dos clases porque estaba tan distraído que condujo en la dirección equivocada tantas veces que perdió la cuenta.
Pero además de nervioso, estaba decidido.

   Agradeciendo al Cielo por aquella providencial motocicleta averiada, siguió a Mew hasta el taller mecánico en el que acaba de entrar, arrastrando su vieja moto. Lo había seguido a la salida de la universidad, al terminar las clases de la mañana.

   Gulf respiró profundo y se asomó por una de las entradas laterales.
Mew hablaba con un mecánico, no mucho mayor que él. Y por lo que alcanzó a oír, la moto estaba casi fundida, aunque parecía que aún tenía arreglo. Pero cuando el mecánico le dio el costo aproximado de las reparaciones, el rostro de Mew palideció.

   —Sabes que la necesito para trabajar. Si no hago los repartos, pierdo el empleo. Y si pierdo el empleo, tendré que irme de aquí y dejar de estudiar. La beca no cubre la totalidad de las cuotas... Por favor, ¿no puedes hacerme una rebaja...?

El mecánico se rió como si Mew le acabara de contar un chiste muy gracioso.
Gulf no esperó más y caminó decidido hacia los dos.

   —Buenos días...— la voz del mecánico se esforzaba por sonar gentil.

Había visto de reojo el automóvil importado que Gulf acaba de estacionar en la acera de en frente.

– ¿Algún problema con ese excepcional vehículo? Este es el mejor taller que...

   —En realidad... — lo interrumpió Gulf— vengo a hablar con él...

Mew miró a Gulf sorprendido. Y el mecánico miró primero a Mew, con su uniforme desgastado, arrugado y manchado y luego miró a Gulf, quien parecía que acababa de salir de una tintorería. Toda su apariencia brillaba en pulcritud.

   Ante la mirada inquisitiva del mecánico, Gulf comenzó a alejarse a paso rápido. Aún así alcanzó , involuntariamente, a escuchar el consejo que ahora recibía Mew:

   —Ten cuidado... Es rico y... es gay... ¡Quién sabe qué intenciones tenga contigo y lo que quiera hacerte...!

Cuando Gulf llegó a su auto, sintió que Mew se paraba cerca de él.

   —Seguro que...no sabes quién soy...— Gulf trataba sin éxito que su voz no le temblara tanto —Yo soy...

   —Ya sé quien eres, Gulf. Estás conmigo en la clase de Literatura Inglesa.

Gulf se sorprendió. No esperaba que Mew lo reconociera. Nunca habían hablado aún cuando cursaban la misma asignatura.

   —¿Querías...hablar conmigo?

   —Por favor...,no le hagas caso a ese comentario...yo no...

   —Tú no le hagas caso a él... Siempre dice tonterías. De verdad, estoy retrasado así que...

   —Sí, claro... — Gulf respiró profundo tratando de llenarse de valor.

Había practicado una infinidad de veces las palabras que iba a decirle pero ahora su mente estaba en blanco. Abrió la boca y balbuceó:

   —Reunión familiar...Fin de semana... Casa del lago...

Mew lo miraba sin entender demasiado. Gulf se dio cuenta de que se estaba impacientando y, antes de perder el poco valor que sentía, terminó diciendo:

   —Habrá reunión familiar...y ¡soy gay! ¿Entiendes...?

Mew lo miró como si Gulf le hubiera hablado en un antiguo y complicado idioma ya extinto.
Gulf volvió a respirar profundo y dijo:

– Hagamos un trato. Yo pago el arreglo de tu motocicleta y tú...te conviertes en mi novio para esa dichosa reunión familiar... ¿Aceptas...?