La rosa negra
CAPITULO III
Después de esa corta conversación con el chico guapo y misterioso, voy de regreso a casa, llevo las pizzas y algunas cosas para comer.
Paro en la vía por la pequeña tranca que hay, policías y cuerpos de seguridad rodean el lugar, la cinta amarilla que alerta que hay una escena de crimen.
Bajo del auto y me acerco manteniendo la distancia prudente, el cuerpo ha sido desmembrado.
Uno de los policías se acerca al sheriff, lleva unos guantes blancos y en sus manos trae una corona fúnebre de rosas negras.
— Que ironía Mason, regresaste al pueblo y volvieron los asesinatos — Me reprocha el sheriff con su tono de voz tan exasperante y sometedor. — Tus amigos y tu son unos malditos bastardos.
— Lo que ocurrió en el pasado fue un maldito accidente, no tienes prueba para involucrarme en nada — Respondo sin bajarle la mirada.
— Te estaré vigilando Mason, ya tengo a dos de ustedes, pero iré por ti, tarde o temprano iré por ti — Me responde mientras se acerca a mí, oliendo mi cabello como un maldito psicópata.
Fue ahí en ese preciso momento que comencé a entender las consecuencias que me traerían los errores del pasado.
No soy lo que todos en este pueblo piensan y debo demostrarlo, así me toque sumergirme en aguas muy turbias.
Regreso al auto y acelero mientras los policías mueven sus patrullas abriendo el paso, el sheriff me ve y me da una sonrisa muy perturbadora.
Me sentía muy asustada y nerviosa fueron cuatro años de terapia y medicamentos para poder dormir, un error del pasado me condenaría para toda la vida.
Pensar en el chico misterioso me daba inquietud y paz al mismo tiempo.
¿Quién será?
¿Cómo se llamará?
Son preguntas que divagan en mi cabeza desde el primer momento que lo vi.
Llego a casa y me encuentro a Briana ordenando y limpiando.
— acabo de escuchar en la radio que encontraron un cuerpo desmembrado en la vía un chico de quince años — Comenta Briana mientras limpia sin parar — No llevamos ni veinticuatro horas aquí y ya comenzaron las muertes.
— ¡Lo sé! ¡Lo vi! Justamente cuando venía de regreso, me conseguí al Sheriff Williams.
— Ese hijo de perra ¿Aun está vivo?
— Y con su odio intacto hacia mí.
— Está obsesionado contigo Megan o se te olvida que casi te viola.
— Pero no lo hizo.
— No lo hizo porque tu padre entro y lo golpeo hasta dejarlo inconsciente.
Esos recuerdos no salen de mi mente, tenía tan solo quince años cuando ese maldito hijo de perra quiso abusar de mí, sentía sus asquerosas manos recorrer mis senos su repugnante olor a tabaco ligado a un pachuli que me revuelve el estómago.
Si no hubiese sido por mi papá que lo golpeo tan fuerte dejándolo desmayado en el piso me hubiese violado. ¿Dónde lo iba a denunciar? Si es el sheriff del condado y hermano de la máxima autoridad de Blackriver, el alcalde.
No tuvimos otra opción que salir huyendo como ratas o acabaría con mi familia.
Tocan el timbre y rápidamente Briana abre la puerta.
Kerry Thompson la pelirroja con cara pálida y muy pecosa, siempre con una voz tan dulce que empalaga, trae una bandeja en las manos que tiene impregnada la entrada de la casa con un olor a chocolate y limón, su vestido color rosa y flores blancas.
Por un momento nos quedamos en silencio mirándonos las caras, Kerry no era precisamente la chica que se sentaría hablar con nosotras, siempre fue muy sola y dedicada a sus estudios la numero uno del salón de clases.
—Hola chicas, bienvenidas. Hace poco me enteré que volvieron al pueblo y quise tener un detaslle con ustedes. — Comenta Kerry mientras le entrega la bandeja a Briana — Jamás imagine que volverían.
—Gracias Kerry, la verdad eres muy amable, Por favor pasa, hay un poco de desorden. La casa lleva años sola.
— Lo sé, desde que ustedes se fueron han ocurrido muchas cosas, pero insisten en culparlos a ustedes el caso más reciente fue el de la señorita Charlotte al parecer el rio se la trago, buscaron durante meses por todo el condado y solo encontraron parte de su ropa interior y un mechón de su cabello en una cinta roja, todos comentan que la familia Roberts la desapareció por haberse metido con su hijo menor y quedar embarazada.
Charlotte Davis era la bibliotecaria, una mujer muy hermosa con una cabellera tan rubia y ojos color azul, tan azul como el mar, siempre dispuesta a colaborar con la comunidad.
— Colin es el menor de los hermanos Roberts, a diferencia de sus hermanos es el más educado y dulce, no parecía de esa familia.
— Lo sacaron del pais y lo enviaron a vivir a Suiza, nadie ha vuelto a saber de él.
— La situación está peor de lo que imagine, del chico que consiguieron hoy en la vía ¿Quién era?
— Rowan, no tenía quince años como dicen las noticias, tenía veinte años y estaba investigando a la familia Palmer y a los Roberts, el chico venia de los Ángeles su compañero logro salvarse, pero juro no volver a poner un pie en este lugar.
Con toda esta información y la nota de esta tarde era suficiente para salir huyendo, pero en el fondo sabía que no debía hacerlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro