Capítulo 44
Los días se volvieron coloridos y brillantes. No recordaba un día que no hubiera sido opaco desde que había llegado a Irlanda, y no fue hasta que Dillon pidió un parar todo cuando por fin los colores fríos se esfumaron. Por meses pude sentirme como si mi única responsabilidad tan solo fueran mis amigos, mi familia, preocupaciones universitarias y Dillon.
Ir a almorzar a diferentes lugares después de clases con todos, ir de compras con Eithne, salir con Dillon cada viernes por la noche y pasar tiempo con él y mi familia cada fin de semana era la rutina que había seguido por varias semanas, y era perfecto. Los días eran perfectos.
Las noches por otro lado me causaban ansiedad y remordimiento al saber que vería a Dillon y su perfecta sonrisa al siguiente día. Una presión en mi pecho recaía cada noche que recordaba como rompía la promesa que le había hecho, y cada vez que descubría algo nuevo.
Debajo de mi cama se encontraban todas las anotaciones que había hecho, y cada texto que había leído.
Darren, Eithne y Dillon cortaron comunicación con Zéphyrine la noche que descubrieron lo que ocultó de nosotros. Mas no pude hacerlo a pesar de haberles hecho creer que también me había alejado de ella. Nuestros encuentros se volvieron nocturnos y lejos de cualquier área que frecuentáramos.
Lo había ocultado por meses.
—Me saludas a tu mamá —pidió Dillon apenas mi mano alcanzó la perilla de su auto.
—¿No quieres pasar?
Negó sin dejar decaer su sonrisa.
—Es demasiado tarde y creo que prefieres ir a descansar que estar obligada a ser participe en una conversación en la que tus padres nos envolverán por mínimo una hora.
Solté una risa, dándole la razón.
Realmente estaba cansada, y ansiaba poder dormir apenas mi cuerpo tocara la cama. Pero como de costumbre, sabía que no dormiría por algunas dos horas.
Lo miré a los ojos. Seguía teniendo la misma curiosidad que al medio día cuando nos reunimos a la hora del almuerzo. Sonreí levemente, y me giré hacia él.
—Anda, pregunta —dije con resignación.
—¿Cómo te fue?
Los últimos días, nuestra última preocupación fue la misma que todo alumno de nuestro grado poseía, pasar el Leaving Certificate, el examen mas importante y el cual define si eres merecedor de entrar a la universidad de tus sueños, en mi caso, Cambridge.
—Creo que superaré el porcentaje que Cambridge me pide.
Mi respuesta ensanchó su sonrisa, y en sus ojos podía ver reflejado el alivio y la emoción que le había dejado.
—Estoy seguro de que algunos meses más estarás caminando por los pasillos de Cambridge.
Meses atrás, cuando recién había dejado Londres, mi único objetivo era resistir un año para volver. Ansiaba hacerlo en un pasado y también en un presente, pero el saber que los cuatro nos separaríamos me hacía desear extender el año escolar. No sabia si estaba preparada para no verlos diariamente y tampoco sabía si lo estaría cuando el momento llegara.
—No nos veremos frecuentemente —susurré— ¿Qué hare...?
—Hemos huido de goblins y una bruja zombies con magia oscura que se alimenta de criaturas mágicas, ten la certeza que la universidad no nos va a separar —aseguró con confianza—. Además, estoy seguro de que nos veremos más veces de lo que desearías y te hartaras de mí.
Mi intento de reír fue inútil.
No importaba las veces que nos recentráramos en vacaciones, no serían suficientes por que no sería diario.
—Supongo —logré formular.
Duramos un minuto en silencio, hasta que fue roto por Dillon.
—¿Paso por ti mañana para ir a desayunar? —asentí—¿A las nueve está bien? —volví a asentir— Entonces te veré a esa hora.
Posó un pequeño beso en mi frente antes de que saliera de su auto. Me despedí de él una vez abajo y entré a mi casa.
No era bastante tarde, pero era lo suficiente para ser raro que las luces de la sala estuvieran encendidas.
—¡Ela! —me detuvo mi madre en la entrada, apenas cerré la puerta— ¿Cómo te fue?
Su sonrisa revelaba el entusiasmo que sentía, y el cual intentaba contener. Cada vez llegaba de una cita con Dillon no tardaba en pregúntame cada detalle. Era obvio que lo amaba.
—¡Bien! Descubrimos que las tragedias amorosas de personajes americanos creados por Hollywood son graciosas —no pareció entender mi comentario, y tampoco pretendía explicarlo—. Espero que la próxima película sea de terror. Tengo ganas de estar al borde de infartos por dos horas seguidas.
Su mirada intentó reprimirme durante mi trayecto a la cocina.
—Me refería al examen —me siguió.
Abrí la nevera y saqué la jarra de jugo, bebí un poco de él dejando a mi madre con el suspenso por un par de segundos.
—Hay grandes esperanzas —contesté como si mi emoción fuese nula y no tuviera tanta importancia. Le informé con lo opuesto a mis emociones en el momento.
Me sorprendió con un abrazo y gritos que exclamaban lo feliz que estaba y a pesar de estar igual o mas emocionada que ella, me forcé a mantener la calma.
—¿Y Dillon? ¿Te dijo algo? ¿Se le hizo fácil? ¿Difícil? ¿Lo terminó?
Comencé a caminar hacia las escaleras, demostrando mi intención de subir a mi habitación, y por supuesto, mi madre me siguió.
—Dillon terminó el examen y creeme cuando te digo que no me sorprendería si llega a sacar una nota más alta que Darren —intenté calmarla—, o la más alta de todo el país —me dije a mi misma en susurro y nuevamente, mi mamá chilló—. Iré a dormir, fue un día cansado.
Conforme comenzaba a subir las escaleras sus gritos llenos de entusiasmo se desvanecían cada vez con mas intensidad. Cerré la puerta de mi cuarto con seguro y saqué todo el contenido que logré recolectar y traducir durante las semanas que se encontraban debajo de mi cama.
El sonido de un mensaje salió de mi teléfono, abrí la imagen que Zéphyrine envió viendo un tipo de caja antigua dorada dibujada sobre un libro bastante antiguo, si no supiera todo lo que sé, diría que se tratase de una reliquia antigua perteneciente a una subasta con un valor muy alto, pero sé que se trata de una pista y un objeto mágico.
«Lo reconozco». Fue lo primero que llegó a mi mente.
Estiré mi mano alcanzando uno de los libros de Dillon y yo trajimos de Dublín y el cual permanecía repleto de notas escritas por mí en tinta invisible.
"sigillum aureum"
Permanecía escrito debajo de la imagen.
Guardián de la oscuridad, contenedor de toda mística
criatura de magia oscura. Su poder debe igual de fuerte
que la voluntad de quien la desee, un sacrificio deberá ser
entregado como señal de conciencia del místico
poder que se requiere presenciar.
La advertencia de la nieta de la bruja que reprimió mis poderes volvió a atormentarme. Mi futuro permanecía oscuro por que no tenia futuro.
"Cubierta en desdicha quedará
abrazando la resiliencia,
que su destino marcado en
oscura eternidad quedará."
Escuchar decir a alguien que mi futuro sería trágico era impactante, mas no creíble. Leerlo en libros mágico que respaldaban que en efecto moriría, era paralizante.
¿Cómo se suponía que debía de hacer paz con eso?
Una nueva notificación se escuchó de mi teléfono. Con una nueva foto.
Una imagen de una hoja antigua muy descuidada con un texto a punto de ser borrado por completo y con una frase que seguía resaltando.
"Quid de damnatis"
Devolví mi atención al libro, pasando unas cuantas páginas, parando en un mapa similar al actual de la ciudad sin ninguna marca ni nombres, tan solo el texto "flammae etiam animam revelare".
El fuego revela hasta el alma.
—Una frase motivacional no es. De un poema tampoco —dije en voz alta, intentando hacer sentido de la relación entre el dibujo y la frase.
Observé por varios segundos el mapa, y al momento de querer pasar de hoja, automáticamente se prendió en fuego. Lo solté de inmediato y cayó al piso.
Me maldije por no se cuidadosa, quizás una foto hubiese servido como prueba de su existencia, y hubiese sido útil para averiguar que era en un futuro.
La hoja comenzó a ponerse oscura, y después de unos segundos, el fuego se extinguió por si mismo. No dejó cenizas, ni daños, tan solo marcas y palabras que antes no se encontraban.
Realmente, había sido magia.
Marqué el número de Zéphyrine de manera inmediata, y no esperé mucho para escuchar su voz.
—¡Encontré algo! —grité al instante— Ha-Había un l-libro ¡Y la ho-hoja se quemó! ¡Y e-el mapa!
—Ela, tranquila —la escuché decir con calma. Respiré hondo, tratando de contenerme—. ¿Qué sucedió?
—En un libro que le pertenecía a Gwenhwyar había un mapa el cual se prendió en fuego.
Intenté de explicarme lo mejor posible intentando dejar mi shock de lado y dando cada detalle que mi cerebro recordaba, antes y después del fuego.
Silencio.
Por varios segundos se escuchó silencio por parte de Zéphyrine.
—¿Qué tipo de marcas? —pregunto con cautela.
Como todo mapa, a siempre vista parecían ser garabatos sin sentidos, el cual al prestarles atención podían ser visto como grietas que referenciaban a ríos que se hallaban por toda la ciudad.
No había una cantidad inmensa de ríos que pasaran por las calles, y sobre todo, no se unían en cierta parte del bosque. Cierta parte a la cual nos adentramos al ir en busca de Dillon cuando fue raptado. Cierta parte donde mi ansiedad estalló transformando parte del bosque en caos puro. Cierta parte donde había criaturas de las cuales había ignorado su existencia hasta verlas sin vida por un árbol que absorbía magia para fortalecer a una criatura malvada. Cierta parte donde se encontraba el famoso Black Annis.
Altum fodere, dig far.
Magicae cohibenti curandum est, et contra creaturam obscuram adhibenda.
Aita immolata est, ut cetera o superstes cedere velitis.
Aut...
Pasé mi teléfono al reconocer el idioma. Latín. Por suerte, uno humano que mi teléfono podía traducir.
Cava profundo, cava lejos. La magia en la caja debe cuidarse y usarse contra la criatura oscura. Una vida sacrificada debe estar dispuesta a renunciar para que el resto sobreviva. O...
—¿O qué?
Una parte, al extremo de la hoja se desintegró por completo haciendo imposible leer el resto.
Repetí el texto una y otra vez, la parte incompleta debía dar una solución alterna. Requería un sacrificio para acabar con el Black Annis... permanentemente.
Permanentemente. De manera definitiva...
La hermana de Gwenhwyar vino a mi mente, al igual que las cartas que Gwenhwyar le respondió a Khaospyrhos.
Volví a dirigir mi mirada hacia el mapa, y el momento donde todas las líneas imprecisas se conectaban.
—¿Ela? —escuché mi nombre ser pronunciado a través del teléfono.
—Creo que lo tengo —susurré, la resignación notándose a través de mi voz—. Te veré en tu casa.
Tomé el libro, mi teléfono y mi mochila con la información esencial y salí por la ventana, Volando hacia la casa de la pixie.
Todo cobró sentido al instante, todo se conectó de manera inmediata. Quería grabar lo que mi cerebro había descifrado en caso de que entrara en shock y olvidara todo.
Dos opciones se presentaron frente a mi aliviando la opresión de mi pecho un poco. Al menos tenía la oportunidad de elegir.
Comencé a descender unas cuadras antes de llegar a la casa de Zéphyrine, y tan pronto toqué el asfalto sentí como si fuese observada. Me quedé quieta por segundos intentando escuchar algún ruido. Todo permanecía en silencio.
Observé al mi alrededor comprobando que era producto de mi imaginación el creer haber sido vista. Estaba completamente sola a la mitad de la calle en medio de la noche.
Caminé con cautela y con prisa hacia la casa de la pixie y oprimí el timbre con rapidez y en repetidas ocasiones al volver tener la sensación de ser vigilada.
—Eso fue rápido —dijo Zéphyrine al verme, abriendo el cerco. Entré y me apresuré a cerrarlo—. Luces... exaltada —me acusó, examinándome.
—Vamos.
Entré rápidamente cerrando todo detrás de mi y me encaminé a la cocina. Estaba consciente de que ella podía sentir mi desesperación, pero no me importaba.
—¿Qué encontraste? —demandó saber, conteniendo la calma.
—La imagen que enviaste. Ese objeto es lo que contuvo al Black Annis, y sospecho que es lo único que puede contenerlo —su silencio fue la señal que necesitaba para proseguir—. Se en donde está. Podemos terminar con esto. Esta noche.
Mi seguridad me intranquilizaba, y la vez, me causaba cierta sensación de paz.
Esperé a que dijera algo, pero nuestra conversación fue interrumpida por el sonido del timbre.
Mi corazón dio un vuelco.
No estaba siendo paranoica. Alguien me estaba observando.
¿Eithne?
¿Darren?
Por favor no Dillon. Él no.
Nos quedamos inmóviles aún tras seguir escuchando el timbre ser tocado repetidas veces. Hasta que no se volvió a escuchar. Intercámbianos una mirada, y en cuestión de segundos la puerta principal de su casa fue abierta con brusquedad, y de manera sobrenatural. Con magia.
—Tiempo sin verte Ela.
No supe cómo responder, ni cómo actuar.
Alethya, la nieta de la bruja que reprimió mis poderes cuando era una niña se encontraba sonriendo en el marco de la puerta, y entró sin permiso. Zéphyrine tomó posición de ataque, pero la detuve antes de que hiciera algo.
—¡¿Qué haces aquí?! —corrí hacia ella. Sorprendida, pero con cierta calma.
Alethya mostró una calmante sonrisa.
—Me van a necesitar para lo que van a hacer —aseguró.
Pasó por mis manos una hoja, igual de antigua y conservada que las del libro de Gwenhwyar, escrita en un texto que no reconocía. No era alguno antiguo humano, ni alguno utilizado especialmente por criaturas mágicas.
—¿Y exactamente qué crees que es lo que queremos hacer? —cuestionó Zéphyrine, sin intentar demostrar su desconfianza.
—Acabar con esa criatura... de manera definitiva.
Plan A.
Plan B.
Plan C.
Planear, planear, planear y seguir planeando.
No podía ver errores y todo podía pasar. Ninguna de las tres se arriesgaría a que algo fallara.
En plan general consistió en encontrar el artefacto contenedor mágico y en si contener a la criatura, la cual, según Alethya no estaría muy lejos del artefacto si sentía que algo se aproximara a él.
De acuerdo con ella, la criatura debía sentir la necesidad de custodiar ese objeto, pues estaba consciente que podía volver a ser encapsulada, lo cual generó muchas dudas.
—¿Por qué no solo destruirlo si no quiere ser contenida de nuevo? —pregunté abiertamente.
—Debe ser un artefacto protegido, tal vez sea indestructible, o tal vez ella no pueda destruirlo. No lo sé con certeza —contestó Alethya.
—Hay algo que no entendiendo —dije en voz alta, mirando el mapa que estábamos a punto de seguir— ¿Qué es lo que quiere esa criatura? Entiendo su historia, entiendo la parte de una posible bruja malvada consumida por magia negra, pero no comprendo como terminó en la tierra mágica ni que es lo que quiere ahora.
Zéphyrine resopló, en modo de resignación. Y nuevamente supe que estaría a punto de revelar algo que había ocultado de nosotros.
—Se cree que logró encontrar uno de los portales que dan a la tierra mágica y comenzó a absorber más poder en vez de simples almas humanas. Claro que se volvió un problema para todas las criaturas de la tierra mágica y por eso la contuvieron, la regresaron al mundo de donde venía, para que la magia de mi mundo no interfiriera.
Era demasiado tarde para molestarme por otro dato revelado a último momento. Pero aun así de su explicación, más intrigada quedé.
—¿Portal? ¡¿Hay portales?! —exclamé sin medir mi tono de voz.
—Debe de, mi tío escondió uno y he intentado encontrarlo desde siglos. No he tenido éxito —confesó.
Puse mi voluntad absoluta para no concentrarme en esa nueva información. La prioridad seguía capturar y encerrar esa cosa a como diera lugar, y para nuestra desventaja, teníamos poco tiempo, pues el sol amenazaba con comenzar a salir.
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——————✧◦⚜◦✧——————
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Tomé una foto del mapa y de la información que necesitaríamos en caso de alguna emergencia para no comprometer los textos originales.
Zéphyrine cargó a Alethya durante todo el recorrido hacia el bosque, hasta llegar lo más cercano donde el punto marcaba. Descendimos, y comenzamos a seguir a pie. El sol ya había salido, pero por suerte nos encontramos bastante lejos de la zona de caza.
Pronto llegamos al área que había destruido con tan solo la sensación de mi emociones negativas que se acumularon en mi desesperación por encontrar a Dillon. Todo seguía desolado, sin ningun pino parado, y el desnivel que fue ocasionado por la grieta debida a mis poderes continuó siendo igual de profunda.
Los gritos de Darren, intentando hacer todo su esfuerzo posible por no caer, retumbaron en mi cabeza.
Cerré los ojos, me concentré, y volví a enfocarme en el problema principal.
Caminamos por algunos metros más, llegando al gigantesco árbol en donde Dillon permaneció retenido. Aún seguía absorbiendo la energía de varias criaturas, que, en ese punto, parecían sin vida.
Nauseas me invadieron.
—Ahí —señaló el árbol Alethya—. Ahí estará. Debajo.
—¿Cómo estas segura de eso? —le cuestionó la pixie.
—Lo miré, en mi visión —respondió sin darle gran importancia—. Así fue como supe que me necesitarían. Por eso vine.
Una vez más sentí nauseas.
Mi mente proyecto la calmante sonrisa que me dedicó cuando se presentó en la puerta, no era de amabilidad, ni de gusto por verme. Era calmante al punto de transmitir aceptación.
Sentí el golpe duro de la realidad. Su visión y su futuro sobre mi coincidían en este día, en este momento. Hoy moriría. Hoy sería el día en donde caería en ese vacío negro según su visión sobre mí.
Poppy y Olivia se graduarían de Cambridge.
Darren se volvería un gran inversionista y lograría todo lo que se propusiera, estaría en la cima.
Eithne cumplirá su sueño de ser diseñadora.
Y Dillon... Dillon se casaría con una chica que conocerá en su campus, una francesa por lo Alethya logró deducir.
Todos mis amigos tendrían un futuro, feliz, y yo no estaba en él.
No lo estaba por que hoy era el último día.
Una lagrima rodó por mi mejilla, y la limpié tan pronto me di cuenta. Ocultado mi sentimiento de ambas chicas.
—¿Cómo obtendremos el artefacto si esta debajo de ese enorme árbol? ¡No es como si nos pusiéramos a excavar! —protestó la pixie.
Inhalé. Contuve el arie. Resoplé con frustración.
Mi ansiedad, mi frustración ante la injustica de tener mi vida arrebatada sin anuncio previo cuando todo estaba perfectamente en orden, y mi enojo al saber que no estaría presente en la vida de mis amigo fue suficiente para abrir otra profunda grieta justo por el centro del gigantesco árbol, partiéndolo justo por la mitad.
Me quedé inmóvil, siendo examinada por ambas ante lo ocurrido. Ninguna de las dos esperaba eso de mí.
—Increíble —murmuró la pixie
Zéphyrine me observó por segundo para después acercarse a la grieta convertida en un barranco, y tan pronto desplegó sus alas para adentrarse en lo profundo. Un ahogado sonido resonó por toda el área, un sonido no proveniente de ningun ser humano. Un sonido ahogado en frustramiento, el frustramiento de saber que tu existencia estaba siendo amenazada.
—¡RÁPIDO! —gritó Alethya en modo advertencia, apurando a Zéphyrine.
No pasó mucho tiendo cuando Alethya y yo nos encontramos siendo rodeadas por la criatura oscura, más no nos dedicó mucho tiempo para aproximarse hacia donde Zéphyrine.
La pixie salió sosteniendo el artefacto, un cubo dorado no muy grande. Esquivó al Black Annis y se paró al lado de nosotras.
La criatura no tardó en devolverse hacia nosotras.
Zéphyrine soltó el cubo dorado hacia el suelo. Alethya comenzó a recitar la hoja antigua que trajo consigo y como si de un imán se tratase, la criatura comenzó a transportarse dentro de él al instante.
Una vez adentro, me pare frente al cubo, e inmediatamente sentí como una parte de mi comenzaba a desprenderse; estaba absorbiendo... ¿Mi vida?, así como absorbió al Black Annis.
Mi cuerpo comenzó a sentirse débil, mi menté empezó a dar vueltas y mi vista a nublarse. Poco a poco sentía como la oscuridad me absorbía y entre mi delirio, Juré escuchar a Dillon llamar mi nombre, en modo de imploración. Era mi mente llegando a su última etapa, estaba perdiendo conciencia, pero sentí un rayito de luz entre tanta oscuridad al escuchar la imaginaria voz de Dillon.
En poco tiempo, la oscuridad me envolvió por completo.
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¡VOLVI! Fueron unos meses intensos academicamente, laboralmente y personalmente, pero por fin pude volver a escribir. Espero que les haya gustado el capítulo.
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