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Capítulo 42

El ruido por la mañana no fue discreto, ni sutil. Varias personas entraron a mi habitación apenas el sol comenzó a relucir, unas recogiendo mi desastre, otras cambiando las flores de los jarrones por nuevas y otras preparando lo que parecería ser el vestido que usaría en la ceremonia.

La señora Whelan finalmente me obligó a salir de mi cama, y a pesar de que mis ojos se cerraban, no discutí con ella y me forcé levantarme. Finalmente, un horroroso grito agudo terminó por despertarme.

Salí de mi habitación en mis pijamas ante la idea de otro desastre mágico, tres habitaciones después de la mía, encontré algo peor que eso. La que parecía ser la novia se encontraba portando un vestido en forma de sirena, con toda la falda rasgada. La peor pesadilla de toda novia a punto de casarse.

Sus damas de honor intentaban calmarla sin obtener que la histeria de la persona en blanco disminuyera, por el contrario, parecía estar sufriendo una crisis. Una de las mujeres vestidas en lila cruzó mirada conmigo, alertando al resto de mi desconocida presencia. Finalmente, ante el silencio de todas las vestidas en lila, la novia dirigió su atención hacia mí.

No portaba maquillaje y sus ojos estaban hinchados, al igual que sus mejillas, seguramente, por el llanto, y, aun así, era hermosa. Sus ojos color ámbar resaltaban ante el color canela de su piel, su cabello era café claro sin llegar al rubio. Parecía modelo.

—¿Y tú eres? —demandó saber la prometida del padre de Dillon, dejando su colapso emocional de lado por breves segundos.

—S-soy... l-la —apenas dos palabras y vocabulario se volvió torpe.

—¿Empleada nueva? —preguntó una de las mujeres vestidas en lila.

—La novia de Dillon —logré decir.

La novia me miró con horror al instante, volviendo a caer en el llanto.

—¿Cómo es posible que no estes lista si serás una de mis damas? —chilló— ¡Todo está saliendo mal!

Volví a ver la fisura en la parte trasera de su vestido, era enorme y no podría cubrirse sin dejar una espantosa costura que evidentemente se notaría.

No era mi problema, yo había sido obligada a venir bajo amenaza, no debía importarme que otra de las bodas del padre de Dillon saliera mal o se cancelara. Pero no podía dejarla así.

—Creo que puedo ayudar con tu vestido —pronuncié insegura, con lentitud.

Un brillo de esperanza cubrió sus ojos, y supe inmediatamente que me había metido en un problema no muy pequeño.

—¡Gracias! —gritó, abrazándome al instante con fuerza.

Por tercera vez volví a examinar la rotura del vestido, parte de la falta hasta la cola estaba deshecha y mi creatividad era muy limitada. Busqué opciones en mi teléfono, la mayoría de la imágenes arrojaban flores en vestidos, mas no había tiempo para conseguir flores artificiales.

«Pero si naturales.»

Salí de la habitación dejando la puerta abierta, llamando a la primera empleada que cruzara por mi vista.

—¿Si señorita? —preguntó la empleada al estar frente a mí.

—¿Podrías conseguir tela blanca? ¿De algún mantel por ejemplo?

Me miró con curiosidad, pero no hizo preguntas, tan solo asintió y se apresuró a retirarse.

Comencé a repasar mi improvisado plan.

Ampliar la rotura del vestido cortando un triángulo desde la falda a la cola.

Coser el mantel.

Colocar la flores.

No había tiempo para cocer las flores, por lo que quedaba solamente pegarlas y fijarlas. Corrí hacia la habitación de Dillon, golpeando con fuerza de manera insistente. Al ser abierta la puerta, entré hasta llegar al centro de la habitación.

—Claro... entra.

Me giré al escuchar la voz de Dillon detrás de mí, dando un enorme paso hacia atrás y bajando mi mirada evitar ver al pelirrojo que tan solo portaba una tolla alrededor de su cintura.

—¡¿Por qué no estás vestido?! —grité volteando mi cabeza hacia la derecha, evitando verlo.

—Yo no soy quien entró a la habitación de otra persona como si nada —me recordó, devolviendo la culpa de esta situación hacia mí— ¿Qué pasó? ¿Sucedió algo?

Mi atención volvió a dirigirse al problema principal: el vestido.

—Necesito que vayas y consigas pegamento industrial de secado rápido y fijador de secado rápido —pedí—. Pero primero vístete.

Me dedicó una mirada desconcertada, exigiendo más contexto a la situación con sus ojos.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—El vestido de la prometida de tu padre se rompió y creo que puedo arreglarlo —dije brevemente sin entrar en detalles.

Dillon arrugó su nariz y caminó hacia su cama sentándose en el borde. Supe al instante que contar con su ayuda sería difícil. Después de todo, le desagradaba la prometida de su padre, y podría asegurar que le guardaba rencor por el divorcio de sus padres.

—Ela, no te involucres. Estamos aquí prácticamente bajo amenaza —me recordó. Se levantó de su cama y caminó hacia mí.

—Se que no te cae bien, pero después de todo es el día de su boda —mi argumento no pareció convencerlo—. Además, no nos conviene que otra boda salga mal para tu padre.

Protestó con lo ojos, y accedió en contra de su voluntad.

—Bien, pero tu pagarás por ese favor.

Por un par de segundos mi visión se bloqueó, mi vista apuntaba a nada en específico. Dillon sonrió no delicadamente, no de felicidad, y no sarcásticamente. Detrás de su sonrisa juguetona podía percibir un poco de maldad.

—¡No vas a cobrarme un favor! —solté con un poco de enojo en mi tono de voz, ocasionando que la sonrisa de Dillon se ampliara— ¡Soy tu novia! —protesté— cobrarme por un favor es... es... ¡Ilegal!

La carcajada de Dillon resonó por toda la habitación.

Conforme su risa descendía, su proximidad hacia mi aumentaba.

Sus manos tomaron mi cintura y sin ningun tipo de advertencia su labios se posaron sobre los míos. Su beso llevó a mi memoria a la noche en donde aclaré todo con él, pero el recordatorio de su vestimenta, o bien, falta de ella, me hizo reaccionar.

Dillon volvió a sonreír juguetonamente, apreciando con diversión mi sonrojado rosto.

—Iré por el pegamento —dijo en voz baja, muy cercas de mi rostro.

—Y el fijador —respondí en medio del trance.

Salí de su habitación apenas mi cuerpo optó por responder y me devolví al cuarto de la novia, en donde la histeria y los gritos reinaban.

Intenté calmarla y asegurarle que podía solucionarlo, y entre más el pánico abandonaba su mente, más me preguntaba por qué me metía.

Una de las empleadas dejó un mantel blanco sobre uno de los sofás, y media hora después, Dillon tocó la puerta, entregándome lo que había pedido.

—Te debo una —le agradecí sin tomarle significado a mis palabras.

—Puedes deberme todas las que quieras —dijo a medida que caminaba hacia la novia.

Me sonrojé, pero pretendí no tomarle importancia y sobre todo, no me volteé a verlo para que no notara lo rojo en mi cara.

Comencé a ampliar la rotura desde la falda hasta la cola del vestido, corte el mantel en un triángulo y comencé a cocerlo. A la mitad de mi idea, las miradas juzgantes comenzaron a intensificarse, y al momento de colocar el pegamento, la novia volvió a soltarse en llanto. La ignoré y volví a concentrarme en pegar flores, rosas blancas que hice crecer en la habitación de al lado.

Fijé las flores y revelé el resultando ante la novia.

Gritó, finalmente, de felicidad, y volvió a abrazarme, fuertemente.

—¡Gracias! —chilló— Lamento haberte llamado persona por debajo del promedio.

—¿Que?

Me ignoró y siguió festejando su felicidad con las otras mujeres. Al ver que mi presencia sobraba, me devolví a mi habitación, y comencé a cambiarme con velocidad. Dos empleadas me ayudaron con mi maquillaje y mi cabello y como si un milagro cayera sobre mí, estaba justo a tiempo en la entrada de la casa, completamente lista.

Dillon bajó a los segundos. Cabello rojizo perfectamente peinado vistiendo un traje en colores neutros, siempre que creía que no podía verse mejor, lo hacía, de manera impresionante.

—Lo sé, lo sé... me miro tan radiante que es difícil quitar la atención de mi —se alabó a sí mismo.

—Meh, pudiste verte mejor.

Su sonrisa decayó, y una apareció en mi rosto.

Una limusina negra se estacionó en cuestión de segundos, en la entrada de la residencia de Dillon. Su padre había dejado la propiedad media hora antes y la novia seguiría después de nosotros.

Al llegar a la iglesia, una mujer vestida de traje comenzó a organizarnos a la entrada del evento, yo, siendo la última de las damas, en compañía con Dillon.

—Tan solo tenemos que resistir la ceremonia y un poco la fiesta —susurré en el oído de Dillon.

La música comenzó a sonar y las primeras damas comenzaron a hacer la entrada. Volteé levente hacia atrás logrando ver a la novia. Después crucé el pasillo junto con Dillon.

Él se colocó del lado de su padre, detrás de otros señores y yo detrás de la última dama. Cuando la novia por fin hizo su entrada la atención se dirigió hacia ella, y hacia el vestido que había improvisado.

No presté mucha atención a la ceremonia, me concentré en Dillon y en sonreír de tal manera que fuse convincente. Cuando la ceremonia terminó los aplausos resonaron por todo el lugar, y el padre de Dillon y su nueva esposa salieron por el pasillo, siendo felicitados por todos. Tan solo faltaba resistir la fiesta para ser libres.

El jardín donde la fiesta se llevó a cabo era enorme, y repleto de flores. Los colores eran suaves y la música clásica creaba el perfecto ambiente. Los camareros pasaban con pequeños aperitivos y copas de champagne, y los invitados parecían estar pasado un gran momento, a excepción de Dillon.

—Veinte minutos más, escapamos. Le pedí a alguien que trajera mi auto —me avisó, examinado a todas las personas, ansioso por irse.

Del otro lado del jardín, una voz femenina pronuncio el nombre de Dillon atrayendo su atención. Al ver su sonrisa, desvié mi mirada. Una señora en sus sesentas vestida con un traje color Salmon se aproximó hacia nosotros; abrazó a Dillon y beso su mejilla. Era su abuela.

—¡Cada vez siento que estas más grande! ¡Tengo meses sin verte! —volvió a abrazarlo— Y trajiste a...

Su frase quedo abierta, esperando que Dillon la a completar por ella.

—Mi novia —sonrió Dillon—. Su Nombre es Ela.

—Es un gusto.

Su abuela me dedicó una media sonrisa y dio un paso hacia mí.

—Fuiste dama de la nueva esposa de mi hijo ¿La conoces? —preguntó, formando, con lo que parecía ser, una sonrisa.

—No, de hecho, fui dama por obligación, la conocí esta mañana.

—Mi papá nos amenazó para avenir —aclaró Dillon.

Fui yo quien se llevó la sorpresa, no solo porque Dillon reveló nuestra situación como si se tratara de una pequeñez, sino por la reacción de su abuela, no lucía sorprendida en lo absoluto.

—Supongo que tendré que disculparme por eso —suspiró, y bajo la mirada—. Supongo que también tendré que ir a ofrecerle mis disculpas a tu madre —elevó su mirada hacia su nieto, transmitiendo una increíble cantidad de tristeza al instante—. Espero volver a verte Ela.

La abuela de Dillon me dedicó una sonrisa, sus labios se curvearon tan solo un poco para poder contarla como una, parecía genuina, pero no fue lo suficiente para descifrar si mi presencia fue de su agrado, o si verdaderamente desea verme de nuevo.

Sentí la mirada de Dillon sobre mí, pero no podía quitar la mia de su abuela a la vez que se alejaba de nosotros.

—¿Estas bien? —me preguntó, intentando que enfocara mi atención en alguna otra cosa.

—Si... Solo que... ¿Crees que le haya agradado? ¿Yo?

La mano de Dillon abrazó mi cintura. Al momento de sentir su tacto, mis ojos se desviaron hacia los suyos involuntariamente.

—Creeme, si te dijo que esperaba volverte a ver, le agradaste —aseguró.

No pasó mucho tiempo para que Dillon se viera envuelto en conversaciones con personas que claramente no conocía, pero que parecían conocerlo perfectamente, y él a ellos; conversaciones que no me incluyeron, y que me hicieron pasar bastante tiempo en la barra, sola, tomando lo que parecía ser jugo de uva burbujeante sin alcohol.

Dillon volteaba a verme cada cierto tiempo, lucía desesperado por escabullirse, pero fingía una perfecta sonrisa y se reía como si los chistes políticos y económicos verdaderamente dieran gracia.

Levanté mi mano mostrándole mis cinco dedos indicándole que le quedaban cinco minutos. Pareció entenderlo.

Terminé mi copa y volví a pedir otra.

—Egon Muller reserva 1959 —escuché una voz femenina decir detrás mio.

Antes de voltear, miré al mesero asentir y como prioritizó la copa de la persona detrás de mí en vez de mi jugo.

La misma chica rubia del día anterior, y gemela del otro chico que irritaba a Dillon, tomó la copa como si no fuese una novata. Miró al chico de la barra servirme otra copa de jugo y no ocultó su deseo por burlarse.

—No a todos nos gustan la bebidas alcohólicas —justifiqué con irritación ante su risa.

Pude leer como sus labios formularon la palabra "patética", sin llegar a ser expresada con su voz.

—Mas bien no muchos saben pedir las bebidas adecuadas —pretendió corregirme—. Así como no muchos saben a qué tipo de eventos no asistir.

Me forcé a mantener la compostura, al igual que el día anterior, intentaba provocarme, y no le daría la satisfacción de hacerlo.

—Es cierto ¿Conoces de alguien que se halla escabullido sin invitación? —pregunté curiosa, no intentando caer en su juego, y aparentando inocencia— Por lo que he visto todos se conocen.

—¿A caso te llegó una? —cuestionó sarcásticamente.

—¡Claro que no! El padre de Dillon fue a invitarme personalmente.

Bajó su copa con lentitud y su sonrisa comenzó a decaer.

Volteé hacia Dillon en busca de ayuda. Y apenas nuestras mirada cruzaron, dejó su conversación para venir a mi rescate. Necesitábamos salir de aquí, y necesitábamos hacerlo con gracia.

—¿Lista? —preguntó Dillon. Ignorando la presencia de la rubia.

—Desde hace rato.

Mi respuesta salió más exhaustiva de lo que deseaba expresar.

—¿Te irás tan pronto en la boda de tu padre? —preguntó la rubia.

—Asistí a la ceremonia, no puedes darme esa mirada juzgante si no sabes los tiempos de mi vida.

La respuesta de Dillon salió seca, causándole cierta impresión a la chica, y a mí. No era nuevo para mí la asperidad con la que Dillon solía responder, una que, si bien me detenía a pensarlo, nunca usó conmigo.

Tomó de mi mano y me sacó de a fiesta. Por segundos fue difícil de quitar mi mirada de la rubia, pude sentir desde una gran distancia el enojo que iba dirigido hacia mí, y pude respirar libremente una vez estaba dentro del auto de Dillon.

Los dos nos quedamos en silencio por casi un minuto, no necesitábamos decir nada para saber que había sido una mañana estresante y sofocada para ambos.

—¿Quieres descansar un o...?

No lo dejé terminar. Quería salir de la ciudad cuanto antes. Quería volver a casa, a Clifden.

—Vamos, en cuanto más rápido encontremos lo que estamos buscando más rápido volveremos a casa.

Asintió, y me dedicó una sonrisa decaída.

Dublín era una hermosa ciudad, era fascinante, y Dillon lo sabía; noté cuanto le gustaba el primer día que llegamos en la boda pasada de su padre. Sin embargo, esa emoción tan solo le duró poco tiempo. Detestaba sentir tener la necesidad de huir, pero lo que era la vida de Dillon en la ciudad de su padre, era exasperante.

Dillon condujo en silencio, el cual me sirvió para descansar un poco. El viaje fue largo, Dillon no compartió conmigo los detalles de la residencia del tío de Zéphyrine, tampoco fue necesario saber esa información para saber que no estaba en ningún área conocida. No eran humanos, y necesitaban tener un perfil bajo para mezclarse y no levantar sospechas.

Pasamos calles, carreteras y bosque. No esperaba una casa a las afueras de la ciudad, pero tampoco esperaba una enorme mansión en lo mas recóndito del bosque. Una enorme propiedad deteriorada tan escondida entre arboles que podría asegurar que los satélites no lograban tomar fotos de ella.

«¿Cómo le hizo Darren para conseguir la localización de esta residencia?» No podía parar de cuestionarme, sin llegar a una conclusión razonable.

Dillon estacionó su auto en frente del enorme lago que se encontraba delante de la descuidada residencia, y el cual, se conectaba por un puente de madera. No dudaba que en su tiempo habría sido un hogar de ensueño, lamentablemente, tenía el aspecto de una casa de película de terror.

—¿Te da miedo entrar? —se burló Dillon, dando un paso hacia el puente.

—¿Te imaginas todos los insectos que puede haber ahí? ¡Quizás hay víboras! ¡O insectos peligrosos mágicos!

Dillon comenzó a reír de manera desmesurada, logrando que cayera en cuenta que prefería al Dillon que reía frente a una mansión oscura que al Dillon que desafiaba cada orden en casa de su padre.

—Si hay peligro, quema lo que esté en frente de ti y listo —aconsejó entre risas.

No pude evitar sonreír.

Lo seguí, todo el camino a través del puente hasta el interior de la mansión.

El interior era igual de impresionante que el exterior, adornos extravagantes empolvados y pinturas de retratos oscurecidos por el tiempo. Era evidente que todo valía una fortuna en su tiempo, y era aún más valioso en ese instante.

Recorrí toda la entrada y los pasillos que caminaba con mis ojos. Tanto Dillon como yo intentábamos encontrar el estudio o algún lugar con escritos y libros, y no fue muy difícil, en el primer piso, se encontraba una enorme biblioteca con todo tipos de libros y una pequeña área de descanso.

En la pequeña mesa donde se encontraba un florero con polvo, se hallaba una sobre. Lo sacudí hasta hacer ver el nombre visible.

"Lord Brodurickghem"

—¿Era un Lord? —cuestioné en voz alta, atrayendo la atención de Dillon hacia la carta.

—No —dijo Dillon, aún examinando la carta— No uno real al menos, ni siquiera era humano, ni proveniente de familia irlandesa —recordó.

La biblioteca no era solo una habitación con libros, había un segundo piso y otra habitación conectada con lo que parecía ser un estudio. Era enorme.

Dillon se quedó en la primera parte y yo decidí buscar en el estudio.

Busqué en gavetas y estantes, libros sospechosos obteniendo muchas reliquias que cualquier coleccionista daría miles de euros por ellas, pero nada de valor para nosotros. Cerca de la ventana, encontré un librero, cerrado por un enorme candado de bronce oxidado.

Debía abrirlo.

No me molesté en intentar encontrar una llave, tomé el objeto más cerca de mayor peso y rompí las puertas de madera del librero.

—¿Ela? ¿Estas bien? —escuché a Dillon gritar desde el otro lado.

—¡Sí! —grité de vuelta.

Libros y papeles cayeron al instante, y, a comparación del resto, esto parecían ser siglos más antiguos. El primer libro que tomé estaba escrito en el mismo idioma que los otros libros mágicos que habíamos descubierto.

El segundo era bastante llamativo, estaba envuelto en lo que parecía ser escamas gigantes de serpiente con efecto tornasol. Lo abrí al instante, y de la primera hoja, salió un papel doblado, bastante arrugado, escrito en una especie de tinta dorada, en el mismo antiguo idioma.

Tan pronto lo abrí, sentí la necesidad de ocultarlo, de no dejar que nadie lo viera. No traía conmigo ningun tipo de bolso ni mochila, tan solo un pequeño clutch que el ama de llaves me hizo tomar. Lo guardé ahí, y seguí buscando.

—Encontré esto —dijo Dillon caminando hacia mí, con su mirada en las hojas de los libros—. Creo que pueden servir.

Su mirada se desvió hacia el desastre que había provocado, parando en el libro que entre mis manos.

—Yo también encontré algo.

Tomé los dos libros, y se los mostré. Omitiendo por completo el papel que cayó del extravagante.

—¡Encontraste las cartas! —gritó eufórico, dejándome completamente confundida.

Dillon se inclinó hacia los pedazos de madera pertenecientes al librero, sacando de los escombros sobres antiguos que mi vista había ignorado por completo. Todos dirigidos hacia "Khaos".

Dillon me pasó la mitad de los sobres. Sus ojos reflejaban la impaciencia por leer el contenido, y al igual que él, también quería leerlas, quería las respuestas, pero se sentía incorrecto. Decidimos esperarnos, y leerlas junto con todos.

No recorrimos los otros cuartos de la mansión, tan pronto obtuvimos lo que necesitábamos, salimos de la residencia. Aún era bastante temprano, y si dejábamos Dublín de inmediato, podríamos alcanzar a llegar a nuestra ciudad a tiempo para la cena.

Dillon condujo hacia la residencia de su padre. Mis cosas estaban empacadas y asumía que las de Dillon también, por lo que no nos quedaríamos bastante tiempo.

Como de costumbre, fuimos recibidos por la señora Whelan, el ama de llaves, quien se encontraba a acompañada de dos empleadas. Su sorpresa al vernos fue notoria, y su curiosidad no cedió.

—¿Puedo preguntar por qué abandonaron la fiesta de su padre tan temprano? —le preguntó a Dillon.

—Tenemos que regresar a Clifden.

No dio explicaciones, y el ama de llaves no siguió insistiendo. Tampoco fue necesario subir por nuestras cosas, Dillon tan solo pidió por ellas y en cuestión de minutos las bajaron hacia nosotros. Me asombraba el poder de sus palabras, una orden, y hacia que todos se movieran para cumplirla. Si Dillon tenía ese poder ¿Qué tanto poder tenía su padre?

Varios empleados se encargaron de subir nuestras cosas al su auto. La ropa que el padre de Dillon había mandado a comprar para mi ocupó la mayoría del espacio. Volví a sentirme sofocada.

—Deberíamos llevarnos a uno de tus empleado para que baje y acomode en mi casa todo lo que tu padre obligó a comprar para mí. Ahora me tocará guardar más ropa —bromeé, queriendo llorar internamente.

—Si quieres podemos decirle a alguien que lo haga, le pago el boleto de regreso a Dublín.

Su seriedad me hizo dudar por un par de segundos antes de soltarnos ambos entre risas.

Una vez subieron todo al auto de Dillon, comenzó a conducir hacia la salida de Dublín.

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——————✧◦⚜◦✧——————

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Subí a mi habitación arrastrando mis pies después de cenar. Las preguntas de mi madre no pararon en ningun momento y mi cansancio aumentó al responderlas. Su curiosidad fue desde tipo de comida que sirvieron hasta el por qué el padre de Dillon me había obsequiado un guardarropa de miles de euros, cosa que no puede responder sin mentir.

Apenas toqué mi cama, cerré mis ojos, pretendí hacerlo por un largo tiempo, pero al recodar la nota que cayó del libro escamoso volví a levantarme.

Saqué el papel y de manera involuntaria comencé a traducirlo. Palabra por palabra. Con una gran facilidad que verdaderamente me asombró. Creí que por fin había dominado el idioma, la traducción fluyó como agua. Hasta el momento en el que me di cuenta que no era el mismo idioma que los otros escritos mágicos. Era símbolos, pero era totalmente diferente.

¿Moriré?

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Espero que les haya gustado. He estado con el tiempo muy limitado y apenas tengo tiempo para escribir. Pero espero que les haya gustado el capitulo.

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