Capítulo 38
Sentí mi corazón latir con fuerza con cada mínimo sonido que escuchaba, y conforme el sol comenzaba a ocultarse mi desesperación aumentaba.
Zéphyrine había trazado los puntos clave donde los cuerpos aparecieron con mayor frecuencia durante los últimos meses, descartando miles de kilómetros de bosque. Pero, aun así habíamos reducido una gran cantidad de área, nos tomó todo el día cubrir los puntos clave.
A las pocas horas de haberle reportado a Zéphyrine la desaparición de Dillon, su madre llamó reportando que habían encontrado el auto de Dillon a unas cuantas millas de dónde el vivía. No se notaron señales de forzamiento, todo indicaba que Dillon salió del auto por su propia cuenta; le ofrecieron a la madre de Dillon levantar un reporte de desaparecimiento ante encontrar que la puerta permaneció abierta, mas lo rechazó asegurando que Dillon se encontraba en casa buscando ayuda para remolcar el auto el cual supuestamente se había descompuesto al saber perfectamente que no podría involucrar a la policía. Horas después, Darren, movió el auto.
Darren, Zéphyrine y yo nos habíamos encargado buscar a Dillon mientras que Eithne siguió con su día normal, cubriendo para nosotros, yuniéndose después de clases ante la excusa de un proyecto escolar conmigo.
Habíamos llegado a los mas profundo del ultimo punto que Zéphyrine había señalado, estábamos a unas horas de tener a Dillon desaparecido por un día entero y eso no era bueno. No pude evitar no preguntarme que había pasado, él era el mejor en cuanto defensa personal se tratase al igual que el controlar sus poderes, no encontraba una situación lógica en donde Dillon no hubiese ganado cualquier tipo de ataque.
—¿Estas segura que es el último punto? —le pregunté a Zéphyrine al comenzar a ver menos árboles.
—Si —contestó segura de si misma, destruyendo mis esperanzas.
Todos mantuvimos un mismo ritmo, Eithne, Zéphyrine y yo volábamos por encima de los árboles a la vez que Darren seguía la ruta trazada en el auto de Dillon. Al estar a punto de llegar a la zona desértica que había anticipado momentos atrás, Eithne dejó de seguirnos y comenzó a descender sin decir palara alguna.
—¿La seguimos?
Zéphyrine asintió.
—Creo que... percibo algo —dijo Eithne al tocar el piso con sus pies.
—Yo también —aseguró Zéphyrine.
No comprendía los poderes de las pixies, con trabajo comprendía los míos; pero aun asi, sabía que no era bueno.
—¿Que sucede? —preguntó Darren al dejar de conducir, bajando del auto.
—Hay algo aquí, siento una energía extraña —afirmó Zéphyrine.
La escasez de arboles era notoria, y mas adelante todo parecía desértico. Los alrededores lo habíamos cubierto y ningún signo de vida mágica, humana o animal parecía estar presente. Darren giró su mirada hacia mi encogiéndose de hombros, esperando que dijera algo, pero no pude, no comprendía tampoco lo que pasaba.
Eithne comenzó a inclinarse al piso hasta tocarlo con su mano, comenzando a alterarse al instante.
—¡Abajo del suelo! Hay... ¡Hay algo!
Alejé a todos distanciándolos un poco de mí y del área que Eithne había tocado.
A pesar de mi nerviosismo, respiré hondo, y con un esfuerzo jamás hecho por mí, utilicé mis poderes para levantar una gran porción de suelo. Al darme cuenta de que funcionó, no fue mi alcance lo que me sorprendió, sino el hecho de que Eithne estaba en lo correcto. Había algo debajo.
Desviar mi mirada fue imposible, a pesar de no querer hacerlo voluntariamente. Lentamente, los tres comenzaron a acercarse a mí.
—Iré a vomitar —se excusó Darren cubriendo su boca con la mano, corriendo hacia el árbol mas cercano.
Nunca había visto a Zéphyrine tan sorprendida como el aquel momento, y a Eithne con un miedo profundo.
—No creí que fuese tan grave —susurró Zéphyrine.
Una gran cantidad de restos de partes corporales no tan descompuestas se hicieron visibles al momento de retirar parte del suelo, eh inmediatamente, mil preguntas comenzaron a cruzarse por mi cabeza.
≪ ¿Por qué había un área desolada a la mitad del bosque? ¿Cuánto tiempo llevan los restos de este modo? ¿De dónde provenían tantas personas? Y ¿Por qué dejar partes tan enteras? ≫
—Jamás encontraremos a Dillon —protesté, entrado en desesperación.
—Ela —me llamó Darren acercándose a mí, reuniendo todas sus fuerzas para no devolver lo que quedaba en su estómago— ¿No te parece extraño que sea el única área del bosque sin arboles? —resaltó el mismo punto que me mantuvo intrigada— ¿Qué tal si esta área es una reserva para ellos?
—¿Reserva? ¿Cómo su almacena personal de carnes? —cuestioné.
—Puede que no sea el final del punto que Zéphyrine marcó —alentó.
Me forzaba componer mi estabilidad mental a la vez que intentaba encontrar algo de sensatez en la razón de Darren, y de cierto modo, su punto no sonaba descabellado.
Eithne avanzó unos cuantos metros hacia la parte desolada que Darren y yo habíamos resaltado y volvió a tocarla. Desde lo lejos, asintió dándole la razón a Darren, justo bajo el área donde Eithne se encontraba, había mas restos.
Volví a cubrir los restos que había desenterrado creando un camino libre para que Darren cruzara.
Me elevé decidiendo ir un poco mas alto de lo normal hasta encontrar el momento en donde el bosque volvía a reconectarse, por fortuna, no era tan lejos como lo había creído.
Hasta cierto punto, más de la mitad del camino, casi llegando al final del área desolada, sentí una inexplicable especie de barrera densa; volteé hacia Eithne y Zéphyrine dándome cuenta de inmediato por su expresión que se sentían de la misma manera que yo. A pesar de la extraña sensación, no regresé, tan solo continué con cautela.
Lentamente descendí hasta el piso con ellas detrás de mí. Esperamos que Darren se acercara, y comenzamos a caminar por la última área marcada en el mapa de Zéphyrine
—Ela —me llamó Eithne—. Ya está oscureciendo ¿No crees que sería buena idea volver?
No quería volver y esperar hasta el día siguiente, sabía que bastantes cosas podían pasar en esas horas pero comprendía la situación de Eithne, y la de Darren; sabía que un par de horas más sus padres comenzarían a localizarlos y nadie sabía que estaban en el bosque.
—Si es necesario tu y Darren regresen, yo me quedaré con Zéphyrine —aseguré mostrando un intento de sonrisa.
No pareció muy convencida con mis palabras y estaba segura de que trataría de convencerme, mas no podría regresar sin saber que había pasado con el pelirrojo.
—Ela ¿Por qué no intentas sentir la magia de Dillon? —preguntó Zéphyrine.
Mi memoria viajó al primer día que conocí a Dillon. Lo había tomado por un demente bajo la influencia de una sustancia cuando me aseguró que no era humana, y que me salvó solo por que dio conmigo a través de mi magia. Dillon me había encontrado aquel día por que sintió mi magia. Sin embargo, no sabía como hacerlo.
—¿Cómo hago eso?
Zéphyrine me miró incrédula.
—No es algo que se aprende, es algo que como hada eres capaz de hacer, así como Eithne y yo somo capaz de sentir la energía de las personas y lo que nos rodea —pausó un poco, dándose el tiempo de soltar un suspiro para después acercarse a mi—. Me imagino que debes sentir diferente la presencia de Dillon diferente a la de Eithne y la de Darren
Había encontrado un poco de razón en sus palabras. Cuando conocí a Eithne hubo esa inexplicable sensación de molestia e incomodidad sin razón alguna a pesar de ser amable, la cual poco a poco fue desapareciendo al acostumbrarme a su presencia. Sin embargo, no podía diferenciar a Dillon con el resto de las personas.
Dirigí mi mirada hacia ellos. Los tres me miraban esperando que hiciera o digiera algo pero que quedé ahí, observándolos sin saber que hacer.
—¿Ela? —escuché a Darren pronunciar mi nombre.
—¡No sé qué hacer! —grité con frustración.
No pude evitar sentirme patética.
Era una de las pocas hadas completas que había en existencia, y posiblemente la única descendiente de alguien que pertenecía al grupo de hadas mas poderosas, y aun así, no podía hacer algo para encontrar a Dillon. Todo el elogio a mis ancestros era inútil, yo era inútil.
Me di la vuelta para no mirar sus rostros y comencé a perder la compostura. Sabía por la experiencia que había ganado al ver una ridícula cantidad de horas de documentales de crímenes que nada bueno pasaba después de veinticuatro horas, y nuestro tiempo comenzaba a agotarse. No pude evitar pensar en la madre de Dillon, no podría ser capaz de mirarla a los ojos diciéndole que algo malo le había sucedido a Dillon, ella sabía la verdad y posiblemente me culparía, y de ser así, aceptaría la culpa. No podría vivir con eso.
Volví a soltar un grito lleno de frustración, esta vez, atrayendo una consecuencia.
Perdí el equilibro cayendo al suelo al sentir un brusco movimiento, similar a la vez que rompí el brazalete que Gwenhwyar me había entregado para controlar mis poderes, pero más fuerte, incomparablemente más fuerte.
Todo comenzó a sacudirse con intencidad ocasionando que parte de la tierra comenzara a separarse. Los árboles que nos rodeaban comenzaron a caer, uno tras otro, obligando a mis amigos y a Zéphyrine a refugiarse sin éxito.
Los tres corrieron hacia mí, por desfortuna, Darren quedó a la mitad de una grieta abriéndose. Intenté pararme para sujetar su mano y ponerlo de nuestro lado, pero caí al instante ante otro violento movimiento proveniente del piso. La grieta se ensanchó y mas árboles comenzaron a caer. Necesitaba cruzar o sería impactado por uno de esos árboles.
Miré a Darren retroceder una gran distancia. Saltaría la grieta. Comenzó a correr con gran velocidad saltando tan lejos como pudo sin llegar a ser suficiente.
Escuché a Eithne gritar su nombre.
En el último segundo, la mano de Darren logró sujetar el borde de nuestro lado quedando colgado, quedaba en él resistir hasta que el temblor parara. Y así fue. Tan pronto todo dejó de sacudirse, acudimos al auxilio de Darren quien comenzaba a perder fuerza.
—¡¿Estas bien?! —le preguntó Eithne a Darren examinándolo con profundidad.
Asintió frenéticamente.
Mas allá de una cortada en su mano, por suerte, estaba entero.
—Lo siento —me disculpé, mirándolo a los tres—. No era mi intención hacer que esto pasara, yo...
Zéphyrine me tomó de los hombros.
—Ela ¡Concéntrate! —exigió en voz alta—. Lo que menos necesitamos es que el única hada que tenemos entre en una crisis.
No era tan fácil hacer lo que pedía, mi mente estaba en mil partes y ya hacia bastantes minutos atrás que había entrado en una crisis.
Aun así, sin decir ninguna palara, asentí.
Los cuatro nos dimos un breve momento para calmarnos y después de ello, volteamos hacia todo el desastre que había ocasionado.
Una inmensa cantidad de árboles caídos, partes del suelo profundamente hundidas, peligrosas grietas y sobre todo una vista clara de le que se encontraba adelante.
≪ Perder el control no fue tan malo después de todo≫ Pensé.
—¡Vaya! —exclamó Darren con asombro al ver la situación— Recuérdame no hacerte enojar.
—Ela —me llamó Eithne en voz baja. Volteé hacia ella y me señaló hacia el frente—. Hay algo ahí.
A lejos, en la dirección en la que Eithne señalaba, se podía presenciar una diminuta luz.
Estábamos muy en lo profundo del bosque, no había electricidad y tampoco casas, por lo que no tardé en convencerme que fuese lo que fuese esa luz, se relacionaba con Dillon. No sabía que era, o si era seguro, pero me acercaría.
—Hay que ir —solté con seguridad.
—¿Cómo cruzaré? —cuestionó Darren— No se puede conducir.
Casi al instante, Darren se dio la media vuelta buscando con la mirada el auto de Dillon. Por fortuna, quedó intacto, como todo lo que se encontraba detrás de mí.
—Quédate aquí —le pedí—. No podrás defenderte si es alguna criatura, no tienes poderes.
El entrecejo de Darren se contrajo y de sus ojos desapareció un poco lo vibrante del color verde. Jamás me había dado esa mirada, llena de determinación y seriedad.
—Iré —sentenció.
—Darren...
—Iré —me interrumpió, sosteniendo su respuesta.
No me opuse al saber que no podría hacerlo cambiar de idea.
Eithne tomó de la mano de Darren y después de mí, comenzaron a elevarse, con Zéphyrine detrás de nosotros.
Conforme con acercábamos a la luz que Eithne logró identificar, mi corazón comenzó a latir con más velocidad. Temía ver lo que había ahí.
Comencé a descender y esperé a los demás apenas mis pies tocaron el suelo. Con mucho cuidado, comenzamos a caminar. Aquel destello de luz apenas perceptible se había convertido en lo único que iluminaba el área en el que estábamos, y más que un destello, era una esfera gigante en lo alto de un gigantesco árbol.
—Ela...
La voz temblorosa de Darren llegó a mis oídos, quitando mi atención de la esfera brillante color ámbar.
Volteé hacia él. Darren sacó de su mochila una linterna la cual encendió y dirigió hacia el tronco dejando expuesto una gran cantidad de esferas de todos los tamaños con la única diferencia que todas aquellas permanecían opacas.
—Por dios —susurró Zéphyrine—, se está alimentando. Esta aquí.
Escuché sus palabras, pero no desviaron mi atención de las esferas. Me acerqué un poco a ellas logrando ver su interior. No eran animales, eran criaturas que reconocía de los libros que Gwenhwyar me había obligado a leer cuando recién comenzó a enseñarme sobre mis poderes. Eran criaturas mágicas y no estaban vivas.
—Dillon —dije al ver la esfera brillante.
No podía ver su contenido, pero estaba segura de que era él.
Mi mente retrocedió a la reacción de Zéphyrine momentos atrás, junto con las palabras que la acompañaban. Había una certeza en su mirada que afirmaba saber que era lo que nuestros ojos habían presenciado; Zéphyrine jamás se mostró intimidada ante nada, tal vez impactada cuando descubrió la muerte de Gwenhwyar y sorprendida del Black Annis, no obstante, el terror se mostró en su mirada al ver la inmensa cantidad de burbujas opacas en ese inmenso árbol.
Tenía la urgencia de preguntar de que trataba todo esto, pero no podía desperdiciar más tiempo, sacar a Dillon de aquella brillante burbuja era prioritario.
Con Zéphyrine detrás de mí, comencé a elevarme hasta estar frente a la esfera; seguía sin poder ver su contenido y nada parecía sujetarla del árbol. Me debatí unos segundos sobre si aproximarme más sería lo adecuado, pero aún de no estar completamente segura de lo que sucedería, lo hice, atravesé la esfera.
No fui capaz de reaccionar de manera inmediata, mis ojos me alentaron a creer que la imagen frente a mi no era real, aunque, desafortunadamente, no era imaginario. Dillon se encontraba completamente inconsciente, y lo que parecía ser una rama de algún tronco, atravesaba la parte izquierda de torso.
No pude evitar gritar horrorizada.
—¿Dillon? —susurre su nombre cera de su oído sin obtener ninguna reacción de su parte.
Sabía que no la obtendría, pero desconocía si sería capaz de recobrar la conciencia. Necesitaba sacarlo.
Examiné todo a su alrededor, afortunadamente no había nada que lo retuviera, tan solo estaba ahí adentro, inconsciente.
Siendo cuidadosa a un extremo increíble, tomé su brazo derecho y lo abracé del torso sin tocar aquello que lo estaba atravesado, sacándolo a un paso lento de la esfera. Mi mirada se conectó con la de Zéphyrine apenas alcancé el exterior, después, su atención se desvió hacia Dillon.
Me ayudó a sujetarlo y lo llevamos abajo, donde Eithne y Darren se encontraban.
—¡¿Qué pasó?! —gritó Darren, sin desapartar la mirada de la rama que se encontraba en el torso de Dillon.
Ignoré las preguntas de Darren y Eithne, y recosté a Dillon sobre el tronco.
—¡Esta inconsciente! ¡¿Qué hacemos?! —me dirigí a Zéphyrine en busca de una respuesta.
Tomé su mano e intente contenerme al sentirla completamente helada. No lo logré, las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas al poner mis dedos en su mueca, no había nada que indicara que seguía vivo.
—¿Qué tal si intentamos sacar la rama? —escuche vagamente la voz de Eithne.
Elevé mi mirada hacia ellos, y anuncié: —No creo que este vivo.
Darren se puso a mi lado apenas escuchó mis palabras, se sacó los lentes y los puso bajo la nariz de Dillon; supe por su mirada que no ocurrió lo que esperaba. Desvié mi mirada hacia Zéphyrine por un segundo, y, a pesar de no tener mis cinco sentidos atentos, logré ver cómo me miraba con curiosidad.
Pegué mi cabeza a la de Dillon, abrazándolo por los hombros.
—Ela... —me llamó Zéphyrine.
—¡Si! —me exaltó la voz de Darren, haciendo que ignorara por completo lo que Zéphyrine estaba por decir.
Miré las gafas de Darren, sin comprender su eufórico grito. Al momento en el que elevó su mirada hacia mí, me dedicó la misma mirada con la que sorprendí a Zéphyrine.
—¿Que? —pregunté.
Darren sacudió su cabeza.
—No importa —murmuró, tan bajo como si fuese para él mismo— ¡Está respirando! ¡Dillon está respirando! —gritó mostrándome sus gafas, al no obtener la reacción que esperaba de mí, prosiguió— Mis lentes se empañaron ¡Está respirando!
Tan solo necesité saber eso para levantarlo con lentitud.
—Hay que llevarlo a mi casa —dijo Zéphyrine—, podré atenderlo ahí.
No cuestioné nada a pesar de no pensar las opciones con claridad. Zéphyrine me ayudó a cargar a Dillon hasta donde el auto se encontraba. Eithne tomó el asiento de enfrente y yo el de atrás, recostando a Dillon.
—¿No entrarás? —le pregunté a Zéphyrine bajando el vidrio del auto al momento en que cerró la puerta.
—Llévenlo cómodo, los veré allá.
No insistimos, y Darren no dudó en ponerse a conducir, lo más rápido que pudo.
Salir del bosque hasta la carretera fue un reto enorme y nos tomó un par de los minutos más que hubiésemos deseados, pero apenas alcanzamos la carretera, Darren aceleró lo más que pudo. Sobrepasó carros sin importarle que fuese un carril de ida y uno de venida, y condujo a una velocidad que excedía casi el doble de lo permitido hasta el punto de alcanzar la zona centro, bajó la velocidad siendo un poco mas precavido, pero aún excediendo el límite.
Eithne no bajó del auto cuando llegamos a casa de Zéphyrine, como lo acordamos, yo me quedaría con Dillon y Zéphyrine mientras Darren llevaba a Eithne a su casa. Era tarde, y estaba consciente que ambos de ellos tendrían que dar explicaciones a sus padres.
Afortunadamente, Zéphyrine ya estaba ahí en su casa, y apenas Darren y yo dejamos a Dillon en el cuarto que se nos había indicado, comenzó a tratarlo.
Lo primero fue sacar la rama, con lo que tuve que ayudarla y lo cual requirió que me forzara a mi misma a mantenerme calmada. Después, Zéphyrine se encargó de vendarlo y cubrir su torso completo de hojas cuestionablemente normales; una vez terminamos, dejamos descansar a Dillon y salimos del cuarto.
—Necesito preguntarte algo —dije conforme la seguía a la sala— ¿Qué era eso en donde estaba Dillon? parecías saber —inquirí.
—Criaturas mágicas —no dudó en responder—. El Black Annis debe de estar tomando fuerza, esta succionando la magia de las criaturas hasta dejarlas sin vida. Por eso las esferas estaban opacas.
Sentí un alivio profundo al recordar el lugar dónde Dillon se encontraba; si las opaco significaba que no había magia, quería decir que Dillon aún conservaba la suya.
—Hay algo que no entiendo, los cuerpos humanos...
Ella asintió sin que terminara la pregunta.
—Se alimenta de ellos, pero debe de consumir la magia de otros seres si quiere ganar fuerza, y lleva siglos contenida.
Asentí.
Inhale profundamente y exhalé, estaba cansada, y apenas comenzaba a sentirlo. Dejé mi peso caer sobre el respaldo del sofá, y cerré los ojos.
—No puedo creer que casi perdemos a Dillon, en menos de un día —suspiré, repasando todo lo ocurrido en mi cabeza.
—Ela, puede que Dillon no recupere su magia —abrí los ojos—, por suerte y lograste devolverle la vida, lo poco que le quedaba de magia lo esta usando ahorita su cuerpo para recuperarse.
—¿Lograr devolverle la vida? ¿A qué te refieres con eso? —cuestioné.
La misma mirada con intriga que me dedicó allá en el bosque, volvió a apoderarse de sus ojos.
—Gwenhwyar no te dijo —mencionó en voz baja.
—¿Decirme qué?
—Sabes que eres un hada completa —afirmó—, pero no sabes de lo que es capaz de hacer tu magia —dedujo, sin quitarme su mirada de mi—. Los padres del sobrino de Gwenhwyar estaban en el consejo, y todas las hadas que pertenecían al consejo era no solo por que eran mas poderosas, sino porque tenían habilidades extras, tu eres descendiente de esas hadas —concluyó.
—¿Y tengo habilidades extras? —Zéphyrine asintió— ¿Qué puedo hacer?
—No lo sé con exactitud —admitió— pero se que prolongar la vida es una de ellas, y lo sé por que del mismo modo que le regresaste la vida a Dillon, Gwenhwyar lo hizo con mi tío cuando cruzaron fronteras —confesó—. Tus ojos —pausó brevemente, dirigiendo su mirada a mis ojos, como si estuviese examinándolos—, se tornaron rosa mientras sostenías a Dillon.
《¿Rosa?》
No comprendí. Cada color representaba un elemto de la naturaleza, y esta segura que habia experimentado todos, pero nunca había escuchado que el rosa entrara en uno de ellos.
Deseé en ese momento tener a Gwenhwyar, se había ido y había dejado muchas cosas ocultas, las cuales, habrían sido de gran ayuda si supiéramos de su existencia. Tenía muchas preguntas acerca de muchas cosas, y sabía que Zéphyrine no sería capaz de responderlas todas; averiguar lo que yo era capaz de hacer, llevaría tiempo... bastante tiempo.
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