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Capítulo 33


El vuelo de regreso, a pesar de ser corto, se sintió como una eternidad. Aterrizamos en Dublín alrededor de las tres de la tarde puesto que tan solo duramos un poco menos de cinco horas en Londres, y a pesar de no haber dormido en la noche anterior ya no estaba cansada, la ansiedad se había encargado de alejar el sueño.

Dillon decidió de camino a su casa que la mejor opción sería regresar a Clifden y ninguno de los tres nos opusimos. Una vez llegamos subí a mi habitación y comencé a empacar, no mucho después mi puerta fue abierta por Dillon.

Estaba consciente de que él quería decir algo, pero al momento de ver sus ojos no pude contenerme y no lo dejé iniciar.

—¿Sabes? Creí que estabas demente la primera vez que te conocí, y cuando te ví en mi escuela pensé que serías un problema. —comencé a hablar—. Pero estaba mal, siempre me sacaste de cada problema que creaba —alejé mi mirada de la suya bajando mi cabeza—. Lamento haber sido tu problema.

—No, no lo hagas —dijo al instante en el que pronuncié mi última oración.

—¿Que?

—No te despidas —pidió—. No te despidas como si no fueses a estar mas aquí, por que te aseguro que seguiré sacándote de problemas —aseguró acercándose dos pasos hacia mi—, y por que te aseguro que seguirás siendo mi problema.

Ninguna palabra pudo salir de mi boca y Dillon se percató de ello. Se acercó más a mí y abrazó con fuerza, sin importarle que no le correspondiera el abrazo de vuelta.

—Gracias —susurré una vez pude reaccionar.

Dillon me observaba a la vez que empacaba y cuando finalmente terminé de hacerlo me acompaño hacia en la entrada, en donde sus pertenencias residían y Eithne y Darren nos esperaban.

Estaba completamente lista para volver a casa a pesar de quitar días de nuestro viaje a Dublín. Ya no era asistir a la fiesta de padre de Dillon y ver si juntábamos información que Gwenhwyar había dejado en la ciudad, los secretos, sorpresas y la advertencia de la chica habían acabado totalmente con la emoción que inicialmente teníamos en descasar en la mansión de Dillon durante la semana.

Al momento en el que la mano de Dillon tocó la perilla de la puerta principal, fuimos detenidos por la señora Whelan, la ama de llaves. Dillon se alejó de la puerta y caminó hacia la señora Whelan.

—Lamento intervenir en tan inoportuno momento, pero su padre desea hablar...

—¡¿Mi padre está aquí?! —le interrumpió Dillon, expresándose con asombro.

La señora Whelan asintió.

—Lo está y me envió a pedirle...

—Dile que lo lamento pero que no tengo ningún tema de conversación pendiente —interrumpió Dillon nuevamente—, y que no pude aplazar más mi estancia por asuntos pendientes en casa.

Con decisión, Dillon se dió la vuelta y sujetó con firmeza la perilla; sin embargo, nunca llegó al punto de abrir la puerta, pues la insistencia del ama de llaves no dimitió.

—Joven Fitzgerald, me disculpo por no aclararlo con anterioridad —se apresuró a decir la ama de llaves, forzándose a mostrar la poca paciencia que cabía dentro de ella—, pero su padre no desea hablar con usted —aclaró—, sino con la señorita Ela.

Mi cuerpo se congeló al escuchar mi nombre ser pronunciado.

Dillon se rehusó de manera inmediata, pero aun así, accedí a hacerlo.

¿Qué podría querer decirme el padre de Dillon si no me conocía? ¿Por qué sólo yo y no Eithne y Darren?

No tenía idea alguna del por que su padre tendría alguna razón para conversar conmigo, pero de camino a su oficina me sentí como la yo de cinco años siendo recogida por sus adres del colegio por haber creado un problema. Estaba nerviosa.

La señora Whelan permaneció detrás de mi en todo momento asegurándose que fuese y entrara a la oficina, y al momento de hacerlo, una pequeña ráfaga de aire cubrió todo mi cuerpo, y tras estar dentro, la señora Whelan cerró la puerta quedando ella fuera de la oficina.

—Buenas tardes —saludé anunciando, hasta ese momento, mi ignorada presencia.

El padre de Dillon elevó su mirada hacia mí por un breve segundo para después regresarla al folder que sostenía entre sus manos.

—Ela Glendalough —pronunció mi nombre con interés—. Naciste en Londres, tienes diecisiete años tu padre tenía un puesto alto en una sede de mi banco en Londres hasta que fue despedido y tu madre solía ser abogada hasta que se mudaron a Clifden y tu padre consiguió un nuevo trabajo de puesto menor en otro banco y tu madre dejó su profesión para atender su panadería. Veo también que aplicaste para Cambridge y tus notas comenzaron a mejorar drásticamente ¿Estoy en lo correcto?

A pesar de no haber mencionado ninguna palabra, me quedé sin aire tras escuchar recitar mi información.

Miré hacia el folder y no necesité preguntar para saber que todas las hojas tenían información sobre mí. Mi vida personal estaba entre sus manos y tan solo una pregunta rondaba por mi cabeza: ¿Cómo lo había conseguido?

—¿Es amigo de Mark Zuckerberg? ¿Él le dio mi información? —bromeé arrepintiéndome al instante.

—Debo de admitir que no esperaba esa respuesta de su parte.

—Y yo no esperaba una invitación para tener una charla con usted —solté sin detenerme a pensar en mi respuesta, una vez más arrepintiéndome de mi elección de palabras— ¿En qué puedo ayudarle? —pregunté intentando llegar al objetivo de esta situación.

El Padre de Dillon me observó por un par de segundos, formando con sus labios una pequeña sonrisa que me generaba desconfianza.

Sin decir nada, hizo un gesto con su mano indicando que tomara asiento frente a él.

—Rompe con Dillon —pronunció de manera lenta.

Analicé sus palabras por un buen rato hasta concluir que lo que decía no tenía sentido.

—¿Qué?

—He cuidado con qué clase de personas se relaciona Dillon, sus amigos y familia —comenzó a explicar—. Desde que se fue de Dublín ha hecho elecciones de amistades no muy favorables y puedo entender eso, puedo dejar que escoja sus amigos, pero intervendré en sus relaciones.

Asentí de manera pausada intentando comprender sus palabras. Por alguna razón él creía que era más que una amiga para Dillon, y a pesar de no serlo, no podía comprender su petición.

—Usted no tiene la información completa de mi por lo que veo. Dillon y yo no estamos saliendo, somos amigos —aclaré, levantándome de la silla.

—Le gustas a mi hijo —sentenció de manera inmediata.

—Lo sé —respondí con la misma velocidad—. Y lo rechacé en navidad.

Mi confesión, la segunda parte a mi respuesta, lo tomó por sorpresa, la cual quedó al descubierto a través de sus gestos faciales.

—En ese caso...

—Y aun sí —lo interrumpí—. Si yo hubiese sido su novia no tendría por qué amenazarme a mí, tendría que hablarlo directamente con Dillon. Le aseguro si la próxima novia de Dillon me asemeja en actitud no va a dejar intimidarse por usted.

—¿La próxima? ¿Dillon ha comentado algo?

Pareció interesado. Por desfortuna Dillon no tenía a nadie en la mira, y a pesar de saber que tendría a alguien en un futuro, no podía exponerlo ya que fue revelado por la magia de una bruja y me tomaría por loca.

—Tendría usted que discutirlo con Dillon —me limité a responder.

El padre de Dillon asintió.

—En ese caso ¿Podría decirme la razón del por qué Dillon los llevó a ustedes a Londres por unas cuantas horas?

No. No podía hacerlo.

—Tendría usted que discutirlo con Dillon —volví a repetir.

—De acuerdo... ¿Por qué decidieron irse antes si el acuerdo era que se quedarían hasta el domingo?

—Tendría usted que discutirlo con Dillon —mantuve mi respuesta por tercera vez.

No parecía estar acabado con su paciencia a pesar de no responder sus preguntas como él lo deseaba, y a pesar de sentir mi estomagó volverse un nudo, mantuve mi postura.

—¿Tu respuesta será la misma con cada pregunta que te haga?

Me encogí de hombros.

—Solo si es algo que Dillon debe de responder por si mismo —respondí.

—¿Responderías algo diferente si hago preguntas sobre ti? —preguntó de manera desafiante.

—Puedo simplemente optar por no responder —contesté. Una vez mas asintió de manera lenta y pausada, como si tratara de analizar mis respuestas—. Señor Fitzgerald, me retiro, sería peligroso si Dillon condujera por carretera de noche.

Decidí soltarme de esa conversación y ponerle fin. Caminé hacia la puerta tras despedirme, mas no alcancé a abrirla.

—Señorita Glendalough —volteé hacia él al escuchar mi nombre—. Usted me agrada.

El padre de Dillon se mantuvo inexpresivo, y de la misma forma me mantuve al escucharlo. Al salir de su oficina encontrando el pasillo completamente vacío y un poco oscuro, y no fue hasta doblar hacia las escaleras que me encontré con Dillon, quien no tardó en expresar su curiosidad.

—¿Qué te dijo mi padre?

Continué mi camino bajando las escaleras con Dillon caminando detrás de mí.

—Solo preguntó por que fuimos a Londres, le dije que si quería saberlo debía de hablar contigo.

No muy convencido con mi respuesta, accedió a creerme.

Sin ninguna otra objeción, los cuatros nos adentramos en el auto de Dillon después de subir nuestro poco equipaje.

Descansé mi cabeza sobre la ventana de la puerta, al no poder cerrar los ojos, me conformé con observar la fría imagen que proyectaba la carretera. No pasó mucho tiempo después de haber salido de Dublín para que Darren y Eithne se vieran afectados por el cansancio del viaje y ambos cayeran rendidos en un profundo sueño.

Dillon conducía en silencio, y a pesar de no quejarse, podía ver cada vez que volteaba a verlo a sus parpados implorando por cerrarse más de un segundo; algo preocupante debido a que era él quien tenía el control del auto, pero aun así mantenía mi confianza en él. 

—Dijiste en la fiesta de compromiso de mi padre que a pesar de conocerme hace seis meses sientes que no me conoces —rompió el silencio Dillon—. Y creo que puedo decir lo mismo sobre ti.

Desvié mi mirada alejándola de los deshojados árboles cubiertos de nieve que se encontraban a los costados del camino volteando hacia Dillon, quien seguía manteniendo su mirada sobre la carretera.

—No soy yo la que tiene una doble vida, y una mas elegante que la otra —bromeé intentando no hacer de esta conversación un tema serio— ¿Por qué lo dices?

—Parecías realmente molesta con esas personas de la cafetería —contestó—. Darren y Eithne no están escuchando ¿Quieres hablar de eso?

Me giré hacia el asiento trasero en dónde ambos seguían durmiendo profundamente y suspiré con pesadez al girarme nuevamente.

—Rhett y Samantha —pronuncié sus nombres con desagrado—. Samantha solía juntarse con nosotras durante las horas libres y la hora del almuerzo y Rhett era un integrante del equipo de soccer. Mi tragedia comenzó cuando Poppy nos mostró a nosotras una encuesta que alguien de la escuela había creado sobre quien era el chico mas lindo del equipo, a Samantha le gustaba Rhett y no era una sorpresa por lo que nos pidió... ¡No! ¡Nos imploró! —corregí con dramatismo— que votáramos por él. Recuerdo que esa semana estuvo algo rara, siempre que el equipo de soccer pasaba por nuestra mesa Rhett me saludaba vagamente, y después de ahí Samantha dejó de hablarnos hasta que una mañana encontré mi locker repleto de fotos de Rhett. Samantha le había dicho a Rhett que él me gustaba y Rhett les mintió a todos diciendo yo lo stalkeaba en redes sociales y tenía mi teléfono repleto de sus fotos.

—¿Y tenías fotos de él?

Reuní fuerzas al repetirme a mi misma que Dillon controlaba el volante y me contuve de golpear su cabeza.

—¡NO! —exclamé con disgusto—¡Ni siquiera me gustaba! ¡Ni siquiera lo conocía!

Dillon estalló en risas ante mi demostración de frustración, incrementando mi nivel de fastidio. Me crucé de brazos y desaparté mi vista de él.

—Es increíble como terminas en situaciones como esas —volvió a burlarse.

—Suficiente sobre mi ¿Qué hay con esas personas que se me acercaron en la fiesta de tu padre? —cuestioné cambiando de tema abruptamente.

Dillon borró su sonrisa manteniéndose inexpresivo, y el silencio que él mismo había destruido volvió a formarse por un momento.

Mi pregunta no pareció afectarlo, Dillon tan solo se mantuvo sin decir nada por un tiempo a la vez que conducía. Cuando me resigné y me convencí de que no tocaría el tema, exhaló.

—Lorcan y Evette, son mellizos —dijo Dillon sin tomarle importancia—. Y a diferencia de ti, yo no tengo una historia dramática que los involucre, simplemente no me caen bien, no son unas buenas personas.

Accedí a creerle sin ninguna objeción de mi parte a pesar del largo tiempo callando su respuesta, parecía ser sincero y si de algo estaba segura sobre Dillon era que evitaba las situaciones complicadas, y a las personas.

Seguimos la conversación de personas indeseables que llegaron a nuestra vidas, de su parte, logré escuchar diversas historias de su antiguo colegio y como prefería mantenerse al margen de todo siendo él un misterio para todos los estudiantes, y de mi parte pude contarle más anécdotas sobre Adeline y como influyó ella para hacer de mi vida una desgracia.

Eithne y Darren no despertaron ni siquiera cuando alcanzamos la entrada a Clifden y antes de acercarnos a la zona dónde Eithne vivía le pedí a Dillon parar en la primera cafetería. Por suerte no había personas alineadas esperando por ser atendidas, pedí dos cafés negros y pasé a esperar a la barra.

—¿Ela?

Me giré al escuchar mi nombre ser pronunciado por una voz conocida. De manera inmediata no logré reconocer a ninguna de las personas en las mesas hasta lograr visualizar a Cillian caminando hacia mí.

—¡Cillian! ¿Qué haces aquí?

Como respuesta, elevó su vaso de café.

—¿Tu no estabas en Dublín? —preguntó acercándose a mí, recargándose sobre la barra.

—Decidimos regresar hoy, nos dimos cuenta de que teníamos algunas cosas que hacer —respondí con brevedad.

Cillian sonrió de manera animada no despegando su mirada de mí.

La barista me entregó mi orden dándome oportunidad de alejar mi atención de él y una excusa para despedirme, la cual no llegué implementar.

—Ya que estas aquí —me detuvo Cillian apenas mis manos tocaron los vasos de café— ¿Qué te parece si te invito a comer? Asumo que fue un camino largo.

No podía negar el hecho de que no fue un corto viaje, y mi estomago comenzó a pedir comida horas atrás antes de llegar a la ciudad, por lo que su propuesta no me pareció tan mala en el momento.

—No sería mala idea, pero aún tengo que llegar a mi casa a dejar mis cosas y tenemos que dejar a Eithne y a Darren en sus casa —le expliqué.

—No te preocupes ¿Está bien si paso por ti en cuarenta minutos?

Al no tener ningún otro pretexto que me detuviera, accedí. Me despedí de Cillian y volví al auto.

Le entregué a Dillon un vaso al momento de entrar y volví a checar a Darren y Eithne quien sorprendentemente, seguían sin despertar. Eithne mantenía su cabeza recargada sobre el hombro de Darren, y él descansaba su cabeza sobre la de Eithne. Aprovechando la oportunidad, saqué mi teléfono y tomé una fotos de ellos, sabiendo que Darren me agradecería en el futuro.

Dillon condujo hasta la casa de Eithne, a quien despertamos cuando bajamos sus cosas, Darren despertó al instante. Se despidió de nosotros y Dillon llevó a Darren a su casa. Después de dejarlo, le envié la foto que había tomado anteriormente.

Nuevamente éramos tan solo yo, Dillon y el pacífico silencio.

El atardecer comenzaba a ser reemplazado por la noche, y para el tiempo en el que llegamos a mi casa no había rastro del sol.

—¿Soy yo o todo está más oscuro de lo habitual? —preguntó Dillon al salir del auto.

Las luces que iluminaban las calles al igual que las casas del área permanecían en completa oscuridad, tan solo las luces del auto de Dillon iluminaban un poco la calle.

—Si, algo no esta bien —contesté. 

Dillon me ayudó con mis cosas y ambos caminamos hasta la entrada de mi casa. Retiré mi mano de la perilla de manera inmediata al notar la apertura de la puerta y al querer empujarla, fue abierta por mi padre quien parecía salir con prisa.

—¡Ela! ¡Dillon! ¿Qué hacen aquí? ¿Cuándo llegaron? —preguntó mi papé al darse cuenta de nuestra presencia.

—Tenemos unas cosas que resolver y por eso decidimos volver antes —respondí— ¿Qué sucede? ¿Por qué todo está tan oscuro?

Mi papá pasó sus manos alrededor de su cuello y suspiró con frustración.

—Tu mamá y yo volvimos de la panadería y nos encontramos con esto —alzó los brazos—. Esta área de la ciudad se quedó sin electricidad, quise hacer algo, pero es imposible. Uno de los vecinos dijo que mañana solucionarían el problema.

Asentí demostrando comprender la situación.

Otras luces vehiculares iluminaron la calle y un par de segundos después, Cillian bajó de su auto. Sus manos permanecían dentro de los bolsillos de sus jeans y su cara proyectaba una entusiasta sonrisa que se hacía más grande conforme se acercaba hacia nosotros.

—¿Estas lista? —preguntó Cillian después de saludar a Dillon y a mi padre brevemente.

—No creo que sea un buen momento Cillian, mi familia y yo tenemos un problemita. Pero iré a comer contigo otro día.

El tamaño de su sonrisa disminuyó y solo eso fue necesario para poder percibir su decepción. Mi padre se acercó a mí y rodeó mis hombros con su brazo.

—Ela, creo se sería una buena idea que fueras, no podemos hacer cena, no hay electricidad —alentó mi papá— ve, yo le avisaré a tu madre —insistió.

Le pedí a Dillon mis pertenencias tan solo obteniendo mi bolso. Insistí por el resto para llevarlo adentro de mi casa antes de irme, pero negó dedicándole una pequeña sonrisa.

Me giré hacia Cillian y caminé hasta su auto. 

No fuimos muy lejos de mi casa, algunos de los restaurantes de la zona turística permanecían abiertos y la falta de luz no había afectado esa parte de la ciudad. Al entrar a la pizzería cercana a la panadería de mi familia, Cillian ordenó una mediana de pepperoni mientras yo esperaba en la mesa.

—¿Por qué regresaron tan temprano? ¿Tuviste algún problema?

Negué de manera inmediata.

—¡No! Nada grave, tan solo... —hice una pausa buscando alguna excusa que fuese suficiente— Nos aburrimos, hay muchas reglas que seguir con el padre de Dillon.

—Muchos en la escuela dicen que viene de familia adinerada ¿Es cierto?

Quise reír ante su curiosa pregunta, pues la palabra adinerada no era lo suficiente para describir la estabilidad económica de su familia.

—Si, el valor de su sala de estar es mayor al valor de la casa de Darren, Eithne y mía combinadas —expuse—. Pero no es tan bueno como suena, el personal y su padre tienen muchas reglas.

—Eso explica el por que es tan serio —dijo Cillian entre risas.

No pude compartir su gracia. Conocía a Dillon y su ausente dinámica familiar en la creció y más que una explicación a su personalidad creía increíble como podía ser tan razonable y comprensible al no carecer de nada materialmente.

—Lo es en ocasiones, pero es una gran persona y un muy buen amigo, y si te da la oportunidad de conocerlo puedes llegar a ver su lado divertido.

Sonreí ante mis palabras, recordando específicamente una de nuestras peleas en los entrenamientos de Gwenhwyar.

—No lo sé, lo miras a los ojos y parece como si te detestara.

Por esa ocasión, reí ante su comentario.

—Dillon es bastante gruñón, tengo que admitir que en ocasiones no lo tolero, pero tampoco puedo imaginarme no haberlo conocido.

En especial de no haberlo tenido en mi vida hubiera muerto en aquel horroroso bar. Una vez más, sonreí al recordar estar en aquel callejón oscuro pensando que ese pelirrojo era en adicto fuera de sus cinco sentidos.

—Eso parece —respondió Cillian.

Conversamos por un largo momento antes de recibir la pizza, mi estómago tan solo contaba con el café que tomamos en Londres y el que había comprado al llegar a Clifden, estaba agradecida de poder haber consumido algo más antes de que el día terminara.

No pude evitar pensar en el resto, en especial en Dillon. Estaba segura de que Eithne tendría algo de comida después de llegar a su casa y la preocupación que sentí por Darren se desvaneció al instante de recordar que vaciaría su nevera, pero no podía evitar pensar si Dillon habría descansado o comido algo, estaba agotado antes de ir a Londres y aun así condujo hasta Clifden sin pensarlo dos veces.

No nos quedamos más tiempo del necesario, comimos y me llevó de regreso a mi casa. Las luces seguían ausentes y ante el frio de la noche comencé a preocuparme por la falta de electricidad, pues no sabía que tanto tendríamos que resistir sin la calefacción.

Cillian parqueó su auto detrás del inconfundible auto blanco que tapaba la entrada a mi casa. Salí de su auto ante la curiosidad de saber la razón del por qué Dillon seguía en mi casa y Cillian bajó después de mí. Sorprendentemente, el pelirrojo salió de su auto con varias bolsas de mercado.

El pelirrojo volteó y sonrió levemente al vernos al llamarlo por su nombre.

—¿Qué sigues haciendo aquí? Deberías ir a descansar, debes estar exhausto.

—Estoy bien —aseguró Dillon—. Compré algunas cosas para hacer brochetas, tu madre me dijo que no pudieron comer después de cerrar la panadería.

—Pero no hay energía ¿Cómo harás las brochetas?

—En el asador que funciona con carbón —respondió esbozando una sonrisa.

Mantuve mi compostura y evité cuestionar su respuesta a pesar de saber perfectamente que no contábamos con ningún asador.

—Ok —fue lo único que salió de mi boca.

—Estaré en tu jardín —avisó.

Dillon se despidió de Cillian de manera breve, con tan solo gestos sin decir nada y entró a mi casa.

—Cillian, gracias por la comida —le agradecí—. Supongo que te veré luego.

Me quedé inmóvil cuando sus manos tomaron las mías. Sus mirada permanecía baja y sus labios se curvearon intentando sonreír fallando completamente.

—Creo que serás una buena amiga Ela.

Sonreí complaciente al escuchar el termino a pesar de tener una enorme curiosidad del porque se había rendido tan fácil. Apenas apartó sus manos de las mías, me crucé de brazos.

—¿Qué te hizo darte cuenta de que no era la chica para ti? —le pregunté— ¿Fue por qué me comí cinco pedazos de pizza? Por que de ser así debo de confesar que me estaba conteniendo.

Cillian se soltó en risas.

—No estoy seguro si tú eres la chica para mí, pero se que no soy el chico para ti. Aun así, sé que será grandioso tenerte como amiga. Lamento haber pensado que estabas demente cuando te conocí.

—Y lamento pensar lo que pensé de ti cuando te conocí.

Sonreí de manera inocente sin dar más explicaciones dejándolo intrigado.

—¿Y qué pensaste? —cuestionó Cillian, sonriendo.

—Quiero mantener una imagen buena ante ti asi que prefiero reservármelo.

Nuevamente, río ante mi respuesta.

Cillian se despidió de mi y caminó hasta su auto. Me giré para entrar a mi casa, pero el llamado de Cillian me detuvo, me giré hacia él y antes de que entrara a su auto dijo: —Ela, no lo pienses mucho, y no te tardes demasiado.

Sin comprender el significado de sus palabras asentí y volví a caminar hacia mi casa. Caminé hacia la cocina y atravesé la puerta trasera hasta el jardín.

Mis padres se encontraban sentados sobre una banca en la esquina y Dillon rostizaba brochetas sobre fuego que controlaba con su mano izquierda asegurándose que no se saliera de control. Caminé hacia él y tomé una de las brochetas sin asar de un plato y comencé a ayudarlo.

—¿No vas a preguntar nada? —le dije a Dillon tomando siento al lado de él.

No me volteó a ver, tan sólo seguía concentrado rotando la brocheta dentro del fuego.

—Te lo dije una vez, no me gusta torturarme a mi mismo.

Dillon se giró hacia mí. Sus ojos habían tomado un color rojizo y la mitad se su cara era iluminada por un color naranja debido a su corta distancia con la llama. No me había dado cuenta de la cercanía con la que su rosto estaba sobre el mío hasta notar como su nariz casi tocaba la mía.

Giré mi cabeza recuperando mi distancia por un corto tiempo.

—Gracias por hacer esto —le dije cambiando el tema de la conversación—. No tenias que hacerlo.

Me pasó una de las brochetas listas que sostenía y la intercambió por la que yo estaba asando.

—No es nada, llévales estas a tus padres, están listas —dijo pasándome el plato con brochetas asadas.

Me levanté y caminé hacia mis padres; como era habitual, mi mamá sostenía una mirada de orgullo cuando miraba hacia Dillon. Puse el plato entre ellos dos y mi madre me pidió que tomara asiento, lo cual hice.

—¿No es encantador Dillon? —suspiró mi mamá.

—No. No lo es —respondí sin creer en mis palabras.

Mi mamá bajó la mirada por unos segundo para después voltear a verme con seriedad. Supe en se momento que no me hizo sentar para conversar acerca de la perfección de Dillon.

—Ela, el abogado Flanagan llamó, necesitamos abrir tu cuenta y firmar unos documentos.

Asentí incómodamente.

Volteé hacia Dillon contemplándolo. Al recordar la cabaña de Gwenhwyar que se ubicaba a las afueras de Dublín en la mitad de la nada comprendí porque Dillon no cedió en sus propiedades, y me dejó claro al ver su mansión que no necesitaba el dinero. Aun así, no me sentía preparada para recibir la fortuna de una persona a la cual conocí por un par de meses, a pesar de estar vinculada a la descendencia de  su familia.

—De acuerdo —accedí.

—Iremos mañana. Así que no quiero que vayas a bosques a buscar criaturas diabólicas para salvar a alguien o que te metas en algún problema —advirtió.

—Ok —prometí—. Y no son diabólicas, son criaturas de magia oscura.

—No me importa, te mantendrás al margen.

Sin decir nada asentí. Podía prometer no meterme en problemas por un día, mas no de manera indefinida.

Dillon se acercó a nosotros con otro plato de brochetas listas y se sentó al lado mio.

—Se que no es mucho, pero espero que les guste —les dijo a mis padres.

—¡Es más que suficiente! —exclamó mi padre—. Muchas gracias, no tenías que haberte molestado.

—No hay de que. Si quieren pueden quedarse en mi casa, está muy frío para que pasen la noche sin calefacción.

Intervine y me apresuré a rechazar su oferta.

—Estaremos bien Dillon. No te preocupes.

Su ojos no se desapartaron de los míos y después de un tiempo asintió ante mi declinación de su oferta.

—Si necesitas algo me dices.

—Gracias... lo haré.

.

.

.

.

¡OTRO CAPÍTULO! Espero que les haya gustado.

No se si me siguen en instagram pero si lo hacen posiblemente sabrán que me voy de viaje. (Estaré en Europa por un mes 🙌) y no se que tanto pueda tardar en acualizar, voy en parte de vacaciones y en parte por unas clases (Me voy el 11 de julio). Trataré de escribir en los aereopuertos (Dos dias enteros para llegar a mi primer destino) pero si no actualizo ya saben la razón. 

Si quieren seguir mi viaje estaré subiendo fotos y videos en mi instagram, pueden encontrarme como "magicbutterlya"


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