Capítulo 26
⚜ 𝒟 𝒾 𝓁 𝓁 ℴ 𝓃 ⚜
Me encontraba en la biblioteca de mi casa leyendo los libros que obtuve de la casa que Gwenhwyar tenía en Dublín. Haber vuelto al lugar en el que pasaba la mayoría de mis tardes antes de ir a Clifden fue igual de difícil que el día en el que encontramos a Gwenhwyar sin vida. Había muchos objetos que llevaban memorias a mi mente, ninguna era mala, incluso las veces que me regañaba por cometer errores ponían una sonrisa en mi rostro.
Dejar Clifden me había quitado un gran peso de encima que cortaba con mi respiración cada vez que miraba por mi ventana, Aun así, sentí el mismo asfixio al volver a la casa de mi padre y su muy pronto prometida como se hacía llamar ella, la aún secretaria.
La puerta de la biblioteca se abrió sin aviso previo, como de costumbre había sido Melione, quien interrumpía mi paz cada vez que podía.
—¡Dillon! Te he buscado por toda la casa —me avisó la secretaria—. Lorcan llamó hace un par de minutos, preguntó por ti y dijo que te esperaban en el campo de polo a las tres, mandé a preparar un cambio adecuado para ti.
Su amabilidad me irritaba, posiblemente era el hecho de que le cayera bien, lo cual no era probable si fuera sincero conmigo mismo, o el hecho de que sentía un poco de culpa al verme y ser recordada que había sido ella la causa principal del divorcio de mis padres, pero su afabilidad hacia mí no era dada de su naturaleza.
—No hace falta, no iré —sentencié, volviéndome a concentrar en la información del libro.
—Nunca sales, sería bueno reunirte con tus amigos y tomar un poco de aire fresco —insistió—, a tu padre le encantaría si salieras.
Rodé los ojos.
—No existo solo para complacer a mi padre, y eso no son mis amigos, mis amigos están en Clifden.
Su insistencia aumento al igual que sus quejas hacia mi intolerable actitud, como la definía ella, y como cada vez que comenzaba a hablar sin detenerse, la ignoré.
Desde que había llegado tan solo intentaba mantenerme lejos de la casa y mi único descanso fueron las dos semanas en las que ella y mi padre viajaron a las Bahamas. Por desgracia para mi tranquilidad, su irritabilidad aumentó cuando un viaje de negocios se le presentó a mi padre hace una semana.
—¿Amigos? ¿En aquella ciudad de tercer nivel? —soltó una risa burlesca— ¿A caso eres amigo del chico raro que deja mensajes diariamente en el buzón de voz preguntando cunado irás de regreso?
—Prefiero a aquel chico raro que a tus amigas que tan solo te invitan a sus cumpleaños para recibir tus regalos que compras con el dinero de mi padre.
Una vez más había acabado con la porción de tolerancia diaria que forzaba mantener hacia mí, y ver su sonrisa tornarse en una forzada me llenaba de gratitud.
—No seas tan duro conmigo, pronto seremos familia ¿No se te ha ocurrido que tal vez...?
Sonreí a pesar de su amenaza. Me alegraba saber que estaría lejos antes de la propuesta de matrimonio.
—Mejor por que en vez de seguir entrometiéndote en lo que hago y lo que no me dices si ya me cambiaste para poder asistir a clases normales y si mi equipaje ya está listo —le interrumpí.
Era evidente que la trataba como una empleada en vez de un miembro de la familia. No era sorpresa que esperaba que le extendiera mia brazos y la aceptara en frente de mi padre, pero no pasaría, ni hoy, ni después del compromiso.
—Todo está listo —contestó cortante—. Por cierto, llegó tu estado de cuenta, no creo que a tu padre le alegre la idea de que estuviste en Londres solo tres días sin su permiso cuando ambos no estábamos.
Me encogí de hombros.
—¿Le quieres decir? Hazlo —la alenté—, no me importa y a él tampoco le importaría —le aseguré.
Su tic en el ojo el cual alertaba que su nivel de furia había llegado al máximo se hizo presente, y antes de perder la compostura y comenzar a gritar, salió de la biblioteca dejándome solo.
Esperé un momento antes de salir de la biblioteca. Al entrar a mi habitación, mis maletas estaban hechas y mis documentos en orden. Guardé los libros en un maletín por separado y comencé a bajar tantas cosas pude cargar a la entrada, regresando por el resto para después subir todo a mi auto. Antes de dejar Dublín, tomé algunos snacks de la cocina incluyendo los macaroons prohibidos de Melione sabiendo que estaría furiosa.
Al tener todo listo, no lo pensé una segunda vez y dejé la casa a pesar de sentirme inseguro de volver a Clifden al igual que un poco de miedo. Mi mente solo proyectaba escenarios de las reacciones de Darren y Ela a verme, había ignorado todos los mensajes a buzón de Darren, y nunca intenté comunicarme con Ela. Me di cuenta de que estaba molesta cuando dejó de enviarme mensajes hace un mes por lo que me aterraba enfrentar su reacción.
¿Cómo habrán reaccionado cuando se dieron cuenta que me había ido de la ciudad? ¿Qué habrán hecho todo ese tiempo? Me imaginaba a Ela enojada quejándose y diciendo lo harta que estaba de todo el asunto mágico en la que la había metido ¿Se habrá rendido? Por otro lado estaba Darren quien nunca se saltó un día de llamada para terminar sin poder comunicarse conmigo ¿A caso dejará de hablarme? Tenía una excusa egoísta que justificaba mi imprevista huida de la ciudad por lo que esperaba que no me recibieran con los brazos abiertos, pero tenía confianza que la razón de mi regreso la cubriera.
El sol se ocultó en mi camino hacia Clifden, permitiéndome ver las tenues luces que permanecían a la entrada de la ciudad, haciéndome sentir en casa al instante, estaba nervioso, pero me alegraba estar de vuelta. Al estar frente al portón de mi casa, presioné el botón del control que lo habría permitiéndome el acceso al instante, estacioné mi auto en el lugar de siempre, saqué mi equipaje del auto y entré.
—¿Mamá? Ya llegué —avisé con un grito desde la sala, yendo a la cocina.
Abrí el refrigerador casi al instante encontrando una rebanada de pastel de zanahoria con el sello que utilizaba la panadería de la madre de Ela. Lo saqué de la nevera, tomé un tenedor y comencé a comerlo.
—Veo que encontraste el postre que compré para mí esta tarde —escuché a mi mamá decir desde la puerta corrediza.
Elevé mi mirada y caminé hacia ella para abrazarla. En definitiva la había extrañado.
—Mentirosa, odias el pastel de zanahoria —la abracé con fuerza.
—¿Ya fuiste? —preguntó viéndome directamente a los ojos después de separarnos del abrazo.
—¿A dónde?
Sus cejas se alzaron y su sonrisa disminuyó, y tan solo bastó ese gesto para saber que se refería a la casa de Ela, por lo que negué al instante.
Era tarde, era sábado, era día familiar o posiblemente el día que le dedicaba al único amigo con el que si pasó tiempo. Tenía mil excusas para no ir a su casa, pero la principal era que sabía que no podría reaccionar ante un portazo en la cara.
—Apenas llegué —me excusé—. Además tengo que desempacar y ya es tarde. La veré el lunes en la escuela.
Mi mamá se cruzó de brazos sin dejar su intimidante mirada de lado
—Ve —dijo con firmeza—. De ser asi las cosas nunca cambiarán.
Sabía a la perfecciona el significado detrás de sus palabras. Mi boca se cerraba y se abría para decir algo que alejara la idea que tenía en su mente pero no podía formular palabra alguna. Ella lo sabía, incluso me atrevía a afirmar que siempre lo supo.
Tan pronto asentí, me extendió las llaves de mi auto, las cuales había dejado sobre la barra de la cocina y me dio dos palmaditas en el hombro.
Corrí hacia la entrada y me apresuré a entrar a mi auto. Cuando salí de Dublín ansiaba por llegar a mi casa, pero solo me importaba una cosa en ese momento, llegar a la casa de Ela.
Normalmente hacía quince minutos hacia la casa de Ela por lo que pensaba aprovechar el tiempo pensando que decir cuando me abriera la puerta, lamentablemente, mi tiempo se acortó al no obtener ningún semáforo en rojo y tener las calles completamente vacías.
Bajé del auto estacionándome frente a la casa de Ela, detrás del auto de su padre. Al caminar hacia la puerta, esta se abrió sin ser tocada previamente, y estando frente a mí se encontraban los padres de Ela quienes lucían apresurados por salir.
—¡Dillon! —reaccionó su madre al verme— No esperaba tu visita ¿No estabas en Dublín?
—Buenas noches, acabo de llegar hace como media hora ¿Está Ela?
Al momento de mencionar el nombre de su hija pudo notar como la desesperación de apoderaba de ella al igual que su esposo.
—Tuvo un paseo escolar al condado Mayo, se supone que estarían de vuelta hace una hora pero la escuela no ha escuchado nada del conductor ni de los profesores. Nadie sabe en dónde están asi que los padres del resto de los alumnos y nosotros vamos hacia la escuela.
—¿Ela no se ha comunicado con ustedes? ¿O con Darren?
Sus padres negaron
—Darren estaba en el viaje —me hizo saber su padre.
—Te mantendremos al tanto —me aseguró su madre.
Estaba oscuro y estaban en el condado Mayo, la última vez que había visto a Ela estaba insegura de sus poderes por lo que no era la mejor de las situaciones y posiblemente podría describirla como una de las peores.
Una idea no del todo racional había llegado a mi mente y a pesar de resistir hacerle caso sabía que terminaría conduciendo por una hora y media. Me despedí de los padres de Ela y subí nuevamente a mi carro. Busqué en mi teléfono noticias recientes del condado encontrado tan solo un accidente masivo automovilístico que provocó el cierre de la carretera.
«¿Y si se accidentaron? La noticia no hablaba de estudiantes o autobuses escolares» «¿Y si siguen parados en el tráfico esperando que abran la carretera?» «¿Qué tal si tomaron otra ruta?»
¿Qué ruta provocaría algún tipo de inconveniente? No podían comunicarse, posiblemente no había señal ¿Quizás cercas del bosque? ¿Qué rutas había ceras del bosque?
Rutas para cazadores era la que recomendaba internet promocionando seis caminos diferentes que se conectaban al bosque ¿Qué camino habrían tomado? Decidí intentar con el más cercano a la carretera.
Comencé a conducir hasta la salida de Clifden y no fue hasta medio camino en el que me acordé de mi madre al ver su llamada entrante en la pantalla. Al no poder ignorarla, contesté.
—Dillon ¿Estás en casa de Ela? —preguntó mi mamá apenas deslicé mi dedo sobre el botón verde en la pantalla.
—No mamá, no estaba pero sus padres me dijeron en dónde podrían estar, así que estoy tratando de encontrarla —respondí sin darle todos los detalles.
A mi padre no le importaba si salía del país sin avisarle si embargo era lo contrarió con mamá. Las veces que omitía mi localización era cuando ella viajaba, pero estaba consciente que si se enteraba que su hijo conducía por la carretera de noche con el plan en mente de recorrer el bosque, se alarmaría.
—Esa chica debe gustarme mucho si conduces por toda la ciudad tratado de encontrarla a esta hora —la escuché reír.
«O salir de la ciudad»
—Eso parece —reí nerviosamente—. Te aviso cuando vaya de regreso —dije intentando que colgara.
—Suerte.
«Sin duda necesitaré de esa suerte» Me dije a mi mismo.
Conduje por otros cuarenta minutos, la carretera principal que conectaba a ambos condados estaba con acceso y los vehículos estaban circulando. Seguí una de las rutas del GPS que me llevó a una entra directamente el bosque y la cual hizo que me desviara de la carretera.
No era una calle con pavimento, tan solo un camino desprolijo. Estacioné el auto no muy lejos de la carretera en caso de alguna emergencia y comencé a caminar. No podía escuchar ruidos de personas pidiendo ayuda ni sonidos que me indicara que algo moviéndose estaba presente. Solamente había silencio.
No me quedó de otra más que ver por encima de los árboles. Me quité el abrigo que tenía amarrándolo a mi cintura y traté de soltar mis alas, pero no pude a pesar del esfuerzo.
Me quedé inmóvil por un par de segundos logrando percibir un olor desagradable, y el aire que entraba por mi boca tenía cierto sabor amargo, el cual conforme los segundos pasaban aumentaba de intensidad.
Intenté alejarme de ese lugar caminando hacia otro lado, pero el olor no desaparecía. Afortunadamente, mis oídos capturaron las voces de algunas personas, dándome la esperanza que este viaje no hubiese sido en vano. Casi al instante, el sonido de las hojas de los árboles moviéndose me pusieron en alerta hasta el momento en donde vi brevemente una luz azul cayendo entre ellos la cual desapareció poco antes de caer por completo dejando ver la silueta de una persona.
Me dispuse a intentar atraparla pero tan solo pude sujetar su cintura antes del impacto el cual me hizo caer y rodar por una pendiente.
—¿Dillon?
El escuchar la voz de Ela me hizo reaccionar al instante. Me puse de pie tan rápido como mis piernas me lo permitieron y le extendí mi mano ayudándola a pararse.
—¿Ela? ¡¿Acabas de caer desde arriba?!
—No, caí desde abajo —contestó de manera sarcástica
La examiné con la mirada de arriba hacia abajo sin lograr ver sus alas las cuales estaban iluminadas de un color azul.
—Tus alas ¿Por qué eran azules?
Su frente se contrajo, dedicándome una dudosa mirada.
—Porque así brillan cuando vuelo de noche, como debe de ser ¿No?
—¡No! —me apresure a contradecirle— Nuestras alas no brillan... ¿Por qué caíste?
Tenía tantas preguntas y tantas cosas que decirle pero apenas comenzaba a procesar lo que había pasado hace un momento, no planeaba encontrarla cayendo del cielo con alas fosforescentes. Por otro lado, ella parecía confundida.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Ela, ignorando mi pregunta.
—Tus padres me dijeron que la escuela perdió contacto con el conductor y los profesores ¿Dónde está el resto?
Las manos de Ela permanecía en su cabeza, presionándola como si le doliera.
—¿Viste a mis padres? —preguntó volviendo a ignorar una de mis preguntas—De acuerdo eso no es lo importante, los profesores estaban cercas.
Sin dar más detalle, comenzó a caminar y yo a seguirla.
Parecía aturdida y un tanto estresada, y por alguna razón me daba miedo hablarle. Tan solo me limité a caminar detrás de ella. Por un momento pensé que en algún punto necesitaría mi ayuda, pero parecía saber lo que hacía.
No una distancia tan lejana más tarde, encontramos a los dos profesores y al que parecía ser, el conductor, los tres colgados desde un enorme tronco de árbol.
—Cuidado —le advertí a Ela—, debe a ver trampas de cazadores, como en las que cayeron ellos.
—¡Hey! ¡Chicos! ¿Podrían bajarnos? —imploró el profesor FitsPatrick.
Soltar la soga implicaba tener que trepar el árbol y desamarrarla puesto que nadie contaba con algún tipo de navaja.
Me dispuse a comenzar a trepar el árbol pero al darse cuenta Ela de mi intención me detuvo.
—¿Nos darán puntos extras al final del año? —les preguntó Ela— ¿A todos?
—¡No! Eso no está en el reglamento.
Le cuestioné a Ela lo que hacía pero no recibí respuesta de su parte.
—¿Entonces quieren enfrentarse los tres a una demanda por negligencia y abandono de menores? Por qué puedo hacer que el resto de los alumnos se quejen con sus padres por este incidente.
Ninguno de los tres atrapados soltó palabra alguna por unos cuantos segundos, lucían incomodos y Ela tan solo parecía esperar que dijeran lo que ella quería escuchar.
«¿Qué tanto tiempo pasó ella con Darren?»
—¡De acuerdo! ¡Solo bájenos! —gritó la profesora.
Ela sonrió y comenzó a escalar el árbol con agilidad llegando hasta la rama de donde colgaban las tres sogas. Primero liberó a la profesora, después al nuestro profesor y por último al conductor. Los tres cayendo con brusquedad a la nieve.
—¡¿Por qué salieron?! —nos gritó nuestro profesor, una vez se puso de pie.
—Yo no estaba con ustedes, acabo de regresar de Dublín —me excusé.
—¡Oh...! Joven FitzGerald, pensé que se había dado de baja.
—No, tan solo me cambie al sistema de estudio desde casa, pero regresaré el lunes —aclaré.
Ela volteó a verme, al hacer contacto con nuestras miradas, rodó los ojos expresando su desagrado. No resistí, y desaparté mi mirada primero.
—Chicos, serán mejor que vuelvan al autobus en lo que conseguimos ayuda —intervino la profesora.
A pesar de no saber lo que sucedía, me quedaba claro que el único problema no era la desaparición de los profesores, algo había pasado con el autobus, y si caminaban hasta la carretera los únicos tres adultos presentes, podría generar otro problema.
—Profesor, puedo prestarle mi auto para que vaya por alguien y pueda llamar a la escuela, los padres de todos están preocupados y están a punto de informar a las autoridades —le informé extendiéndole las llaves de mi auto.
Sin pensarlo es veces el profesor las tomó.
—¿En dónde está?
—Por el camino que está pegado a la carretera, el conductor a de saber, está cerca, solo caminen hacia el frente —le indiqué al profesor—, yo acompañaré a la profesora y a Ela de vuelta al autobús.
Mi idea pareció agradarles a todos, a excepción de Ela quien se rehusaba a hablarme y a dirigirme la mirada.
La profesora caminaba de tras de nosotros sin despegarse mucho ejerciendo su sentido de responsabilidad y cuidando de nosotros. Al llegar al autobus el problema principal se hizo visible al instante, dos de las llantas se habían quedado sin aire haciendo que el vehículo se estancara.
—Entren —nos pidió la profesora abriendo las puertas del autobus.
Ela entró primero y yo seguido de ella. Las miradas de todos se dirigieron a nosotros poniéndome, por primera vez, incómodo. No había estado con ninguno de ellos durante el día y aparecí de repente a la mitad del bosque sin explicación alguna.
—¡DILLON!
Darren se levantó de su asiento corriendo hacia mi tacleándome con un abrazo.
—Hey hola —lo saludé intentando quitarlo de encima.
—¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué estás aquí? ¿Recibiste mis mensajes en tu buzón? —bombardeó con preguntas.
Asentí levemente intentando idear como explicar todo sin que sonara raro ante todos.
—Fui a la casa de Ela y sus padres iban hacia la escuela, me explicaron todo y vine a...
Me detuve al ver como todos ponían atención ante mis palabras, había sonado muy evidente y estaba claro que estaba a punto de exponerme por completo, por lo que preferí no seguir hablando.
—A buscarla —acompletó Darren por mí.
Miré a Ela. Estaba molesta.
—A buscar a todos por que los padres de todos están preocupados —aclaré—. El profesor FitsPatrick y el conductor fueron en mi auto a buscar ayuda y por el inconveniente a todos nos darán dos puntos finales —dije tratando de desviar la atención hacia otro tema.
Como había supuesto, la noticia de calificación extra les dio a todos de que hablar. Darren me hizo sentarme con él y Ela en el fondo del autobus. No mucho después de que Darren comenzara a hablar de todo lo que había pasado desde que dejé Clifden, el chico que nos pidió a Darren y a mi suplir los lugares de dos integrantes de su equipo, se acercó a nosotros.
—Ela ¿Cómo te fue en el baño? —preguntó con sarcasmo— Supongo que bien ya que resolviste el problema de los profesores y te encontraste con uno de tus amigos.
Ela elevó la mirada de su teléfono y volteó a verlo con desgana.
—La vida funciona de maneras misteriosas —respondió volviendo a ver la pantalla de su celular.
El rubio se quedó estático por un par de segundo y después volvió a su lugar.
—¿Qué fue eso? —le pregunté a Darren sabiendo que Ela ni siquiera me respondería.
—¡Oh! ¿Cillian? ¡Es el pretendiente de Ela! —contestó Darren con una sonrisa.
—¿Que?
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Espero que les haya gustado el punto de vista de Dillon, hay muchos datos en este capítulo que tendrán importancia después. Y si tienen teorías, o dudas no duden en escribirlas
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