Capítulo 24
La semana siguiente fue más difícil de lo que había predicho. Controlar mis poderes fue un dolor de cabeza, tanto para mí como para Darren quien se vio afectado de distintas formas, en dónde el dolor físico predominaba, y para mis padres, quienes tuvieron que lidiar con el hecho de que casi volvía a destruir la casa. Lo único que los mantuvo pacientes fue el hecho de que una exorbitante cantidad de dinero se trasferiría a mi cuenta, lo cual podría cubrir todas las reparaciones que fuesen necesarias antes los desastres que había creado.
Los accidentes en la escuela fueron, por suerte, diminutos, y pudo culparse a las instalaciones antiguas y al mal funcionamiento de las cañerías, por lo que nadie sospechó que alguna fuerza sobrenatural externa fuese la causante de los desastres.
La investigación mágica que Darren y yo habíamos llevado de manera clandestina cada vez dejaba menos resultados y más preguntas que eran imposible de contestarse puesto que no contábamos con la presencia de Dillon ni la de Gwenhwyar, y el libro que Gwenhwyar había dejado a mi cargo parecía ser cuentos infantiles en vez de información valiosa. Cada vez que buscábamos algo que parecía ser útil nos topábamos con pared y desechábamos la idea, por desfortuna, los cuerpos en el bosque no paraban de aparecer, y cada vez eran más los policías que vigilaban las calles y las reglas que imponía la ciudad para mantener a salvo a las personas.
Me miré al espejo por última vez antes de salir de mi habitación verificando que mi cabello estuviese peinado, me coloqué mis tenis y bajé hacia la cocina. Mi mamá hablaba por teléfono desde la sala y mi papá terminaba de colocar el desayuno en la mesa. Al momento en el que notaron de mi presencia, ambos se pararon junto a mi sin dejar lo que hacían de lado.
Mi mamá se despidió de la persona del teléfono de una manera formal y enfocó su completa atención hacia mí.
—Era el abogado Flanagan, dijo que todo va en orden, pero necesitas una cuenta bancaria, iremos al banco después de tus clases.
Me molestaba como se manejaba todo el asunto del testamento de Gwenhwyar y la reacción de mis padres. Apenas el abogado se fue aquella tarde que dio las noticias mis padres comenzaron a sugerir diversas maneras en las que se podría utilizar el dinero, pero había dejado en claro que aquella cantidad no saldría de mi cuenta por ningún motivo, pues no estaba dispuesta a ser yo la que decidiera que utilidad se les daría a los siglos de trabajo de Gwenhwyar.
—Bien —resoplé al no poder encontrar una excusa.
Tomé uno de los bísquets que se encontraban en la canasta partiéndolo por la mitad y poniéndole mermelada. Al momento de llevarlo hacia mi boca, el timbre de mi puerta sonó y ante la mirada de mi mamá me paré a abrirla. La sonrisa forzada de Darren fue lo primero que captó mi mirada, seguido por el modo en el que retrocedía tres pasos al verme.
—No me lo tomes a mal pero prefiero mantener distancia de ti, siempre que estoy cerca me tropiezo con ramas mágicas, se incendia mi zapato o soy abofeteado por nieve —se excusó Darren al vente elevar mis cejas.
—¿Entonces a que vienes a mi casa si sabes que estaré aquí? —repliqué.
—¡Por comida! Mi mamá solo me dio una taza de chocolate caliente y pan.
Hice un movimiento con mi mano haciendo que una cantidad generosa de nieve se elevara del piso y la dirigí hacia Darren con rapidez haciendo que quedara cubierto de ella.
—¡Ela! —gritó mi mamá desde la sala— ¡No uses tus poderes en el pobre de Gabriel! —me retó devolviéndose hacia la cocina.
—Nunca me dice por mi nombre —se quejó Darren, sacudiéndose la nieve del cabello—. ¿De casualidad tienes alguna sobra para este humilde civil que carece de comida? —dramatizó extendiendo sus manos.
Me devolví al comedor y preparé dos bísquets más envolviéndoles en una bolsa de plástico, tomé mi mochila y no sin antes tomar un poco de efectivo de la cartera de mi padre que estaba sobre el sillón, salí de la casa.
Por unos segundos me quedé mirando hacia el frente, preparándome mentalmente que tendría que caminar por varios minutos bajo clima extremosamente frío, al recordar que Darren no tenía auto. Le entregué mi mochila y comencé a avanzar arrastrando los pies.
Conforme nos acercábamos a la escuela, las patrullas que vigilaban las calles comenzaron a aumentar al igual que los oficiales, y al llegar, nos detuvimos en la entrada del edificio al ver a todos los estudiantes tapando la puerta.
—Algo pasó —le hice saber a Darren al escuchar todo tipo de murmullos.
Abriéndonos paso de manera forzosa ambos logramos cruzar hacia el interior de la escuela, en donde más oficiales caminaban por los pasillos. A lo lejos, logré diferenciar el llamativo atuendo que Eithne vestía, y una vez logró vernos, caminó hacia nosotros.
—No van a creer lo que pasó —dijo la rubia omitiendo su habitual alegre saludo—. Encontraron el cuerpo del maestro de educación física en el campo, parece que fue atacado por un animal —nos hizo saber.
Intercambié una mirada con Darren la cual no correspondió y la regresé hacia Eithne.
—¿Entonces se cancelan las clases? —preguntó Darren con esperanza en su voz.
De manera intencional, le propicié un golpe en el hombro.
—Lamentablemente si —respondió Eithne con voz decaída.
La rubia bajó la mirada por unos segundos, al momento de elevarla, sus ojos se abrieron y comenzó a correr por el pasillo hacia una señora rubia y alta que vestía una larga gabardina negra y guantes de piel del mismo color.
Darren volteó a verme y con sigilo caminamos hacia ellas intentando hacerlo lucir normal y no como dos personas entrometidas.
—No fue un animal ¿Cierto? —cuestionó Darren en voz baja a medida que caminábamos.
—Lo dudo.
Eithne notó nuestra presencia al instante, a pesar de estar a unos cuantos pasos de ellas.
—Mamá ella es Ela y él es Darren, son amigos míos —nos presentó ante la señora casi al instante.
El parecido entre ellas era increíblemente cercano a excepción de los ojos, pues los de su madre no eran de color violeta como los de Eithne, sino de un color ámbar cafesoso.
Las palabras provenientes de la boca de Darren tropezaron entre sí a la vez que incoherencias comenzaban a formularse en modo de balbuceo. Pasé mi mano por su espalda sujetando su abrigo con fuerza como señal para que dejara de hablar la cual captó, y casi al instante la madre de Eithne redirigió su mirada a su hija.
—¿Entonces vienes a recogerme? —le preguntó Eithne a su madre
—No, tu hermana vendrá por ti, estoy trabajando en un caso y...
—¿Lo del profe de educación física? —le interrumpió Darren, arrepintiéndose al instante.
La madre de Eithne dejó salir un suspiro demostrando cansancio, procediendo a negar.
—No, el hijo de una maestra desapareció de su habitación, se cree que en la madrugada, y vengo a darle la noticia.
Su mirada estaba dirigida hacia el vacío. La examiné por un segundo con un poco más de atención percibiendo el estrés y agotamiento que residía en ella a pesar de evitar demostrarlo. Pero decidí volver a fijar mi concentración en sus palabras las cuales habían cautivado la atención de Darren y Eithne.
—¿De quién? —le preguntó su hija.
Su madre nos dedicó una dudosa mirada a mí y a Darren, debatiéndose sobre si decirlo frente a nosotros fuese una buena decisión, cosa de lo que Darren se había percatado.
—Si teme que lo digamos por todas partes no se preocupe, la vida social de Ela y mía se restringe a un cero por ciento —le animó Darren haciéndola soltar una pequeña risa.
—La señora O'Dwyer —soltó en susurro.
Darren dirigió su mirada hacia mí, pues sabía perfectamente que se trataba de la profesora que me enseñaba geografía.
No conocía mucho sobre los maestros que me enseñaban puesto que tan solo tenía unos cuantos meses conociéndolos, pero sabía que si alguien era capaz de saberse la vida de cualquier persona de inicio a fin sería el chico más entrometido y actualizado de la escuela, y por fortuna era uno de mis mejores amigos.
Eithne y su madre intercambiaron un par de diálogos a los que hice caso omiso antes de ver marchar a su madre. Me dirigí a la entrada junto con Darren y Eithne anhelando que la rubia se fuera pronto, mi mirada estaba concentrada en los autos que pasaban pero ninguno parecía llamar la atención de Eithne.
—¿Conocen a esa profesora? —preguntó la rubia.
—Si —se apresuró a contestar Darren—. Su ex esposo tiene una compañía de bienes y raíces, y cuando se divorciaron la dejó sin nada, tan solo con la custodia compartida ¿¡Pueden creer que ni siquiera le dejó la casa frente al lago!? Según la señora O'Dwyer fue una compra entre ambos.
Mi cerebro quedó enfocado en la localización de la casa que había mencionado Darren, comenzado a formular teorías y a alterarme.
—¿Por qué se divorciaron? —indagó Eithne.
Un profundo respiro se presenció por parte de Darren a la vez que resaltaba su notorio esfuerzo por contener su emoción interna.
—La engañó con la madre de una compañera —reveló, soltando un suspiro posteriormente—, jamás volvimos a ver a la pobre de Karlie, no le fue muy bien cuando todos se enteraron de que su mamá fue una de las razones por las cuales la profesora volvió a quedarse soltera —añadió.
El sonido de un claxon llamó la atención de los tres, especialmente de la rubia quien se apresuró a bajar los pocos escalones que daban a la puerta principal. Darren y yo la seguimos hasta llegar al penúltimo escalón y antes de subir al auto se despidió de nosotros.
—¿Vamos a desayunar algo? —habló Darren—, Solo alcancé a desayunar tres croissants con queso, y el bisquet que me diste —se quejó, llevando su mano a su estómago.
—¿Nomás? —repliqué con sarcasmo, a lo que Darren asintió.
Negué con la cabeza y comencé a caminar. Al momento en el que Darren bajó el último escalón tropezó cayendo al instante. Me giré para ayudarlo a levantarse pero al momento de reaccionar otra chica se encontraba extendiéndole la mano. Mis ojos se enfocaron en el cigarrillo prendido que pasó a su otra mano y el cual se encontraba peligrosamente cercas de la chaqueta de tela de Darren. Intenté advertirles pero había sido demasiado tarde, una diminuta llamita que se había creado al hacer contacto comenzó a crecer por el borde de la chaqueta de Darren.
—¡Darren! ¡Tu chaqueta! —grité logrando que quitara su atención de la chica.
Sin esperar un segundo más, Darren retiró su chaqueta velozmente tirándola hacia el piso y comenzando a pisotearla hasta extinguir la llama por completo.
—Lo lamento tanto —se disculpó la chica.
—Por una razón no se permiten los cigarrillos dentro de la escuela —le hice saber.
—Estamos afuera —se excusó.
Había decidido no debatir con ella, y al momento en el que retiré mi vista, se apresuró a irse.
—Mi suerte contigo cercas empeora cada vez más —chilló Darren volviendo a colocarse su chaqueta sin importarle la marca que la llama había dejado.
Rodé los ojos y volví a retomar mi camino sabiendo que me seguiría.
Comencé a desviarme del camino que usualmente seguía cada mañana introduciéndome entre los árboles, y a pesar de las protestas de Darren por creer que había sido yo la causante del incendio de su nueva chaqueta, seguí avanzando.
—¿A dónde vamos? Este no es el camino a las cafeterías buenas de la ciudad —cambió de tema Darren.
—A mi casa.
Escuché como sus pisadas dejaron de sonar, por lo que paré de camina y me giré a verlo.
—¿¡A que!? ¡Tengo hambre! —volvió a quejarse.
—Te doy barras de granola cuando lleguemos a mi casa.
Mi oferta no pareció llamarle la atención, o agradarle en lo más mínimo como había supuesto. Conocía bastante bien a Darren como para saber que no apoyaría la idea que rondaba en mi mente si no había comida de por medio.
—¡No! ¡Más! —exigió cual niño pequeño.
Intenté juntar paciencia y contesté:
—Tengo pollo frito de la cena de ayer.
Una sonrisa se formó en su rostro y finalmente, accedió a moverse.
Al llegar a mi casa, sin aviso previo, Darren se sumergió en mi nevera sacando las sobras de la cena del día anterior junto con las barras de granola que mi mamá mantenía arriba de la nevera. Lo dejé en la cocina y me apresuré a subir a mi habitación para vaciar por completo el contenido de mi mochila sobre mi cama y tomar de una de las cajas de plástico organizadoras del fondo de mi armario un par de linternas y baterías, metiéndolas en mi mochila.
Bajé nuevamente a la cocina y comencé a guardar los contenedores que Darren había sacado en la nevera; por último, guardé en mi mochila dos botellas de agua.
—¿Qué haces? —preguntó Darren a la vez que masticaba, olvidándose de los modales en la mesa que tanto recalcaba mi mamá.
—Guardando unas cosas —respondí— ¿Nos vamos?
Cerré la nevera y me acerqué a Darren.
—¿A dónde?
—A buscar al hijo de la profesora de Geografía.
Finalmente Darren había dejado de comer, prestándome un poco de su atención.
Pude percibir al instante su inquietud a través de sus ojos y la respuesta que ansiaba por salir de su boca. Antes de escuchar su "no" rotundo saqué dos barras de chocolate que tenía guardadas en uno de los cajones de mi cuarto.
—¿Son para mí? —asentí ante su pregunta— ¿Ambas? —volví a asentir.
Darren guardó silencio por unos segundos y sin darme una respuesta caminó hasta mi nevera, sacó un contenedor pequeño de helado de la colección semanal de mi padre y tomó una cuchara de las gavetas de la cocina. En ese momento me debatía cual sería mi principal preocupación sobre Darren, la cantidad de comida que tomaba de mi casa cuando venía o el que supiera dónde estaba cada cosa.
—Ahora si —se giró Darren hacia mi—. Vamos —accedió con una sonrisa.
Salimos de mi casa y comenzamos a tomar el camino a la calle por la cual se encontraba la casa de Dillon. No era cercas y no fue hasta unos cuantos minutos en dónde me arrepentí de no haber llamado un taxi. Tampoco contaba con un plan más allá de caminar por el bosque hasta encontrar a ese niño; fue en ese entonces en dónde le di importancia a la mirada que Darren me había proporcionado al decirle la intención que tenía.
¡¿Qué rayos estaba haciendo?! ¡No era mi problema! Y tampoco el de Darren.
Una parte de mi mente me visualizaba regresando y yendo a esa cafetería con Darren, la otra me proyectaba encontrando ese niño con un goblin. De tan solo recordar la desesperación que había sentido estando inmóvil en aquel bar dorado mis pies seguían avanzando, ignorando la opción segura que mi cabeza me forzaba a imaginar.
Al pasar por la casa de Dillon alenté mi paso sin quitar mis ojos de la reja, podía imaginarlo protestando ante la idea de adentrarnos al bosque sin ningún plan a la vez que recordé el tiempo que pasó mirando aquel mapa proyectado en su biblioteca el mismo día que Darren se intoxicó por accidente, nunca volvimos a ir al bosque del condado Mayo.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —habló Darren.
—Aunque te dijera que no la harías de todos modos.
—¿Por qué estás tan segura de que Dillon no volverá? ¿Sabes por qué se fue?
Desaparté mi mirada de Darren insegura de contarle lo sucedido después de la cena navideña en la casa de Dillon, ni siquiera lo sabían Poppy y Olivia.
—Porque lo rechacé —solté sin dirigirle la mirada.
Mi pie comenzó a jugar con una piedrita intentado en enfocarse en otra cosa que no fuese su reacción.
—¿Rechazar? ¿En qué modo? —cuestionó.
Exhalé preparándome para responder.
—Dijo que le yo gustaba y lo dejé abajo —respondí de manera directa.
Un par de segundos de silencio por parte de Darren comenzaron a desesperarme al querer escuchar algo salir de su boca, pero me desconcerté al escuchar sus carcajadas.
—No, no hay modo —soltó entre risas—. Ya dime ¿Qué pasó?
—Eso, eso pasó —le aseguré, volviendo a escuchar su burlesca risa.
—¿Me estás diciendo que a Dillon le gustas tú? —se soltó en carcajadas una vez más— Ela, la chica exasperante que es una desorganizada y acaba con la paciencia de todos le gusta a Dillon, el chico sin sentido del humor que no puede ver un cuadro chueco y que no sabe que es vivir bajo salario mínimo —asentí a pesar de sentir su insulto—. No, No hay manera. Tienes que estar bromeando.
Negué.
Esperé a escuchar otro comentario pero no habló. Darren siguió avanzando y hasta cierto punto, de no reconocer el camino, tan solo comencé a seguirlo, ambos sin decir ni una sola palabra.
Al acercarnos un poco más al lago, se encontraba una hermosa y enorme casa con amplias ventanas y un gigante patio en donde había una pequeña sección de juegos infantiles. Las patrullas que la rodeaban dejaron en claro que era la casa de dónde había desaparecido el niño.
—Necesitamos rodearla y adentrarnos al bosque por ahí —le dije a Darren quien tan solo asintió.
Con cuidado de no ser vistos por policías, corrimos hasta uno de los extremos de la calle llegando a un área no cercada por la cual nos desviamos, caminando entre árboles. Ambos comenzamos a lentificar nuestros pasos; saqué dos de las botellas de agua que había guardado en mi mochila y le extendí una.
Ya era casi medido día y apenas comenzábamos a divagar por el bosque. Intentaba razonar lo que haríamos pero ninguna idea me llegaba a la mente, tan solo caminábamos por ahí en silencio.
—¿Qué te dijo? —preguntó Darren de la nada—. ¿Cuáles fueron sus palabras exactas?
Sabía a qué se refería. Lucía incrédulo de lo que le había dicho.
—No recuerdo —mentí.
Lo recordaba perfectamente, sus palabras y la expresión que tomó su cara al escuchar mi respuesta, pero no pretendía exponerlo sin su permiso a pesar de no estar presente.
—No te creo, debes recordar el momento cuando le rompes el corazón a alguien.
Volteé hacia Darren. A pesar de no a ver dicho nada no real su comentario me había irritado.
—¡No le rompí el corazón! —me excusé ante él.
—El pelirrojo se mudó de ciudad por ti ¡¿Qué le dijiste?!
—Que sólo éramos amigo ¡Solo fui sincera!
Darren no parecía satisfecho con las respuestas que le daba, aún así, no siguió insistiendo en el tema a pesar de querer escuchar lo sucedido con fino detalle.
Tres horas pasaron y todo parecía normal, no había rastro de goblins ni de algún muerto, por el contrario el escenario que apreciaban mis ojos era pacífico a pesar del frío.
«¿Puede que la desaparición de no fuera por alguna criatura? ¿Y si verdaderamente salió de su casa en la noche y se perdió en el bosque? ¿Sería mejor si regresábamos?»
—Estoy cansado —se quejó Darren dejándose caer sobre la nieve pare después recostarse sobre el tronco de un árbol—. ¿Y si mejor regresamos? Tal vez ya encontraron al niño y nosotros estamos a punto de contraer hipotermia.
Volví a recorrer con mi mirada todo el escenario y asentí.
—Tienes razón, vamos.
Al momento en el que Darren se levantó un pequeño objeto azul captó mi atención, me acerque y tome el calcetín cubierto de nieve. Era pequeño, definitivamente no era de un adulto. ¿Qué tanto podía haber caminado un niño a la mitad de la noche sin regresarse por miedo a la oscuridad o sin desmayarse por el frío? Después de todo, no estábamos nada cercas de la casa del ex esposo de la profesora.
—¿Seguiremos caminando cierto? —resopló Darren al ver el calcetín que sostenía.
Asentí.
Por un poco más de una hora seguimos caminando, encontrando absolutamente nada. El frío había aumentado y el sol comenzó a descender. La noción del tiempo era inexistente pero mi conciencia me advertía que era hora de volver pues no era justo para Darren.
Dejé de caminar y me declaré rendida, sin duda había sido una mala idea haber ido.
—Hay que volver, esta oscuro —le dije a Darren quien soltó un grito de alegría.
—¡Gracias! ¡Al fin! —agradeció elevando sus manos— ¿Recuerdas el camino? Dimos muchas vueltas —preguntó rascándose la nuca.
Todo estaba oscuro y penas se podía percibir algunos troncos, y aquel no era nuestro único problema, había olvidado por dónde habíamos caminado.
—No —contesté en voz baja iniciando el pánico en Darren.
Al recordar las linternas que había metido en mi mochila las saqué y le entregué una a Darren, siendo él el primero en encenderla.
Darren apuntó la linterna hacia mi cegándome al instante, y al apuntarla hacia su dirección la dejó caer.
—¡¿Viste eso?! —gritó sin recoger la linterna.
—¿Ver qué?
Encendí mi linterna apuntando hacia el mismo lugar. Nada. Me giré inspeccionando detrás de mí pero todo parecía en orden, hasta el momento en regresarla al inicio. Retrocedí al ver una enorme sombra pasando entre los árboles.
—Hay alguien aquí —susurró Darren.
—Vámonos —me apresuré a contestar.
Tomé a Darren de la mano y comencé a correr con él sin saber la dirección y sin percatarme de lo que se encontraba detrás de nosotros hasta el momento en el que un grito me hizo parar de golpe obligando a Darren dejar de correr.
—¡¿Qué haces?! ¡Corre! —insistió Darren.
—¿Escuchaste el grito?
Mi corazón latía de manera desesperada, y por un momento el dolor de mis manos y el frio en mi cuerpo pasaron a ser un aspecto sin importancia.
—Ela, vámonos —ordenó con seriedad, pero lo ignoré una vez volví a escuchar el grito.
—Esta aquí —susurre pensando en el niño.
—¡Si, y seremos la cena si no huimos de él! —espetó Darren.
Me despojé de mi abrigo y se lo entregué a Darren. Ignoré sus gritos y tal y como Dillon me había enseñado desplegué mis alas. Me giré hacia Darren quien tan solo me miraba desconcertado.
—Vamos.
Le extendí mi mano y con cierto temor tomó de ella. No esperé ningún segundo más y comencé a elevarme del piso haciendo caso omiso a los gritos de Darren. Me concentré en el grito agudo que había escuchado previamente y me dirigí hacia él.
Al momento de comenzar a descender las oraciones de Darren llegaron a mis oídos, y continuaron por un par de segundos de haberlo puesto en el piso. Toqué su hombro haciendo que abriera los ojos y dejara de murmurar.
—¡Alabado sea el de arriba que no me dejó morir! —gritó Darren— ¡TU! Tu tu tu tu tu tu... —balbuceó apuntando hacia mis alas.
—Si, tengo alas... reales...
—Fos... fosfo...re recentes —tropezó entre sílabas
A pesar de no verlas directamente podía notar el esplendor azul que desprendían y el cual no era visible de día.
—Darren, el niño estas cercas, lo escuché ¿Podrías entrar en shock en otro momento?
Sin darme respuesta, tomé de su mano y comencé a seguir la voz aguda.
—¿Hay alguien aquí? —grité.
La voz que resonaba entre los árboles dejó de escucharse. Sabía que era la voz de un pequeño la que había escuchado, y sabía que estaba cercas.
—¡Gearoid! ¡Gearoid O'Dwyer! —gritó Darren el nombre del niño logrando que al instante se escuchara un fuerte llanto— por aquí —me guió Darren.
La luz que mis alas emitían era suficiente para ver unos cuantos centímetros. Los llantos del niño se escuchaban y mis ojos parecían verlo recargado sobre un árbol pero no se movía, parecía dormido.
—Darren, préstame la linterna—le pedí.
Al tenerla en mis manos, encendí apuntando hacia el árbol. Casi al instante cerré mis ojos y me giré hacia Darren quien cubría su rostro con su cara. No estaba dormido, y no era el único en el árbol.
—Dime que no es lo que vi, dime que no es lo que vi — imploró Darren.
A pesar de lo que mis ojos habían presenciado y al estar más que claro que no había algún indicio de vida, el llanto se seguía escuchando, esta vez, acompañado de un agudo chillido metálico. Me armé de valor y volví a iluminar el árbol con mi linterna, esta vez, mirando hacia arriba y no solo la base.
—El niño esta arriba —le avisé a Darren quien seguía rehusándose a abrir los ojos—. Iré por él.
Comencé a elevarme hasta la mitad del tronco. El pequeño estaba siendo sujetado por ramas provenientes del troncó y al lado de él, un cuerpo desgastado del mismo tamaño colgaba de la rama. Contuve mis ganas de devolver el desayuno y deshice las ramas liberando al niño, sosteniéndolo para llevarlo abajo.
—Listo, tenemos al niño ¿Podemos Irnos? —pidió Darren en modo de súplica.
Ya lista para acceder, sentí mi pie siendo sujetado con firmeza. A pesar de saber que no era Darren miré sus manos, confirmando que efectivamente no era él. Sentí su temerosa mirada sobre mi dándome cuenta al instante que era algo malo.
Empujé al niño hacia él tratando de elevarme, y después de poner resistencia logré liberarme. Apunté la linterna hacia lo que me sostuvo; instantáneamente, sentí como el temor de Darren se transmitió hacia mí al ver la demacrada piel azul, los dientes astillosos de la criatura y las enormes garras de sus manos. No era un goblin, era peor.
Tomé a Darren de la mano y elevé su peso junto con el del niño con conmigo. Traté de alejarme y de elevarme lo más posible al ver como los árboles se movían, como si la criatura corriera entre ellos. Avancé hacia la misma dirección ignorando el dolor en mis brazos hasta lograr ver dos luces pequeñas continuas, seguramente, la carretera. Al estar casi al final del bosque, los árboles dejaron de moverse, y casi al instante, sentí un peso menor en mi pecho.
Descendí con cuidado dejando a Darren y al niño en el piso.
—¿Qué hacemos con el niño? —pregunté al borde del pánico.
Las palabras no salían de la boca de Darren, quien tan solo miraba hacia la calle sosteniendo al pequeño.
—No... No podemos solo entregárselo a los padres. Harán preguntas —dijo después de unos segundos—. ¿Qué tal si lo dejamos cercas de su casa en dónde lo encuentren?
Miré al niño. Sus ojos permanecieron cerrados, como si durmiera, pero seguía respirando.
—Y salimos corriendo —añadí, accediendo a su propuesta.
—Volando —corrigió—. Hablando literalmente.
Nos tomó un segundo recobrar el aire, y media hora en llegar a la casa del niño la cual seguía repleta de oficiales. Cercas del cerco, Darren dejó al niño recargado y si esperar corrimos hasta el borde del lago, lo tomé de la mano y me elevé hasta acercarme al otro lado del lago, cercas de dónde quedaba la escuela.
Al haber pocas personas, cercas, optamos por caminar hasta mi casa. Darren me entrego mi abrigo y cubrí el suéter que se había perforado gracias a mis alas.
Ninguno de los dos dijo nada durante el camino y nuestro paso era lento. Llegando a la zona turística, las tiendas cerradas comenzaron a alarmarme, tan solo algunas cafeterías y restaurantes permanecieron abiertos, lo que significaba que era tarde.
—¿Qué hora es? —le pregunté a Darren quien sacó su teléfono de su bolsillo.
—Casi las nueve, estaré en problemas —añadió restándole importancia para después guardar su teléfono.
Aún lucía aturdido y no podía culparlo, ninguno esperaba presenciar lo que vimos.
Sentí un gran alivio al tocar la perilla de mi puerta, pero al segundo se esfumó al abrirla y encontrarme con las miradas furiosas de mis padres.
—¡¿En dónde estaban?! —gritó mi mamá apenas entramos, inspeccionándonos de arriba hacia abajo— ¡Ela, me dejaste esperándote en el banco por tres horas! ¿Y por qué están cubiertos de tierra y empapados?
—¿Esas son hojas? —preguntó mi papá, apuntando hacia mi cabello.
Volteé hacia Darren, el igual que yo, estaba hecho un desastre.
—Hace tres horas encontraron a un niño que se perdió ayer en la noche en el bosque, apareció mágicamente en la cerca de su casa. Díganme que no fueron ustedes —bajé la mirada al no poderle dar una respuesta a mi mamá—. Darren, puedes salir un momento de la casa —le pidió con tono autoritario causando que Darren obedeciera sin la necesidad de repetirse ella misma.
La puerta se escuchó cerrarse he instantáneamente mi mamá perdió la compostura.
—Era de vida o muerte... literalmente —me excusé causando ninguna impresión positiva en mis padres.
—¿Vida o muerte? —cuestionó mi madre— Dijiste que hay cosas en el bosque. Tu profesora murió por esas criaturas ¡¿Y tú solo decides ir ahí con alguien que no tiene habilidades para protegerse y ponerse a ambos en riesgo?!
—¡Un niño iba a morir! —justifiqué.
—¡¿Y QUE HAY DE USTEDES?! ¡¿Que hubieses hecho si algo le pasaba a Darren?! ¿Cómo lo ibas a explicar?
Ninguna respuesta cruzó por mi cabeza, había razón entre sus palabras y no habría cosa alguna que justificara el exponer la vida de Darren mas allá de un golpe de suerte que fue lo que obtuvimos.
—Lo lamento —me limité a decir.
Un largo suspiro lleno de cansancio logré escuchar proveniente de mi madre.
—No volverás a acercarte al bosque y estarás dos semanas castigada —sentenció conteniéndose—. Llevaré a Darren a su casa —dijo después de unos segundos.
—Yo puedo llevarlo —se ofreció mi papá.
—No, tengo que hablar con ese niño.
Mi mamá tomó las llaves del auto y salió de la casa no sin antes obligándome a quedarme en mi cuarto. Cada minuto que pasaba deseaba saber que le había dicho mi mamá a Darren pero no me atrevía a mandarle mensaje, incluso después de oír a mi mamá llegar.
Después de una hora, recibí un mensaje de él el cual lo abrí al instante:
"Black Annis" Decía junto a una fotografía de la criatura que nos había encontrado.
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Espero que les haya gustado el capitulo, fue un poco largo pero sentí que si merecía contener todo lo que puse. ¿Les está gustando la historia hasta este punto? Si tienen teorías por favor dejenlas, me gustaría leerlas.
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