Capítulo 23
«Volvió a Dublín» Fue lo único en lo que pude concentrarme tras la noticia sorpresiva que nos había dado la madre de Dillon por lo que restó del día.
El resto de la semana, mis padres siguieron tratando de tocar el tema de lo sucedido con Gwenhwyar lo cual esquivé con mis mejores argumentos y Darren intentaba hacerme hablar de Dillon sin tener éxito alguno. Despejé mi mente y me propuse concentrarme solamente en las clases, no deseaba saber nada de asuntos mágicos ni sobrenaturales que seguían sin resolverse, pues había decidido que no me importarían más y volvería a ser un adolescente normal cuya única preocupación se relacionaba con la admisión a la universidad.
Despegué mis ojos de la ventana y volví a concentrarme en la pizarra llena de fórmulas químicas que por alguna razón tenían sentido por primera vez por lo que contestarlas no sería problema.
«Cl₂O₇ significa Anhídrido perclórico» Pensaba a medida que lo anotaba en mi libreta.
«¿Pero que le costaba avisarnos antes de irse? ¿Por qué no dijo nada?» Me cuestionaba volviendo a desviarme de la asignatura en la pizarra. «No Ela, concéntrate en la nomenclatura de las fórmulas»
Me había propuesto concentrarme solamente en asuntos escolares días atrás fallando rotundamente, cada vez que intentaba poner mi atención sobre alguna asignatura o lección mi mente creaba teorías absurdas sobre la silenciosa salida del pelirrojo, llegando incluso a pensar que su madre era un gobling disfrazado de humano que lo había obligado a irse. Y fue en aquel momento en donde caí en cuenta que había ido demasiado lejos.
«¿Qué acaso no pensaste en todo lo que está sucediendo antes de irte?»
Me enojaba, me tranquilizaba, y volvía a enojarme pretendiendo que no me importaba. Ese era el ciclo por el que pasaba constantemente.
Apenas el timbre sonó, tomé una foto de la pizarra mintiéndome a mí misma que los terminaría en casa, cuando internamente en mi era consciente que los haría minutos antes de la próxima clase. Salí del aula y me dirigí hacia física, las últimas dos horas del frustrante viernes de una de las peores semanas.
Dejé caer mi mochila y apenas hice contacto con la silla, la presencia de la chica de ojos morados acaparó mi atención por segunda vez en el día, siendo el primero la clase de historia.
—¡Ela! No sabía que también compartiríamos física —mencionó con entusiasmo, mismo el cual no compartía.
—Tampoco estaba al tanto de eso —pronuncié con lentitud.
Otra radiante presencia se había acercado a mí, siendo Darren aquella persona.
La teoría dice que dos energías positivas alteran la negativa, pero en mi caso tan solo lograba frustrarme a tal punto de sentir un leve dolor de cabeza.
Mi vista siguió en la rubia con mutación genética segundos después de la llegada de Darren, pero paso a estar en la de él al no escuchar palabra alguna. Para mi sorpresa, su atención estaba fija en la de ojos morados que vestía como muñeca victoriana moderna en colores pasteles. Supe al instante, que Darren ansiaba por que los presentara.
—¡Ehem! —carraspeó Darren sin quitar su atontada mirada de la chica nueva.
—Eithne, él es Darren, amigo mío por desfortuna. Darren, ella es nueva en la escuela —dije quedando en medio del silencio de ambos.
—Mucho gusto Darren —le saludo la rubia.
Golpeé a Darren con mi codo ligeramente sacándolo del trance en el que se encontraba, pretendiendo que le regresara el saludo.
—¿Eres nueva? —Eithne asintió ante la pregunta de Darren—. Deberíamos mostrarte un poco de la ciudad ¿Qué te parecería ir a comer algo después de clases?
~Darren ¡No!~
Volteé a verlo de manera inmediata. Estaba segura de que había escuchado mi suplica mental a pesar de no dirigir su mirada hacia mí, y aun así, no parecía importarle, tan solo sonreía.
~Darren ¡Retráctate!~
—¡Eso sería genial! No he podido salir a conocer desde que llegué —chilló la rubia.
—Pero tenemos cosas que hacer... deberes escolares —me excusé.
—Ela, no has hecho nada desde que Dillon se fue, sólo enojarte todo el día. Vas a salir —sentenció Darren.
Me quedé estática viendo a Darren ante la mención del nombre del pelirrojo. Estaba furiosa y escuchar su nombre tan solo me irritaba más.
~Ven con nosotros y asegúrate que no diga alguna tontería y te ayudo con lo que quieras~
Suplicó Darren.
—¿Quién es Dillon? —preguntó la rubia.
Darren se preparó para responderle pero me adelanté.
—Nadie de importancia.
Sin involucrarme, dejé que Darren escogiera el lugar, y antes de que la clase empezara le avisé a mi mamá por medio de un corto mensaje que saldría después de clases.
Cuando la campana sonó, el profesor entró al salón y siguió el protocolo de la cerradura no dejando pasar a todo aquel que se había presentado tarde. Darren ocupó su asiento atrás de mi como de costumbre y la chica nueva cuyo entusiasmo se elevaba hasta el cielo tomó el lugar de Dillon.
—¿Segura que quieres ocupar ese lugar? —le pregunté a Eithne—. Al lado de Darren hay uno.
—¿Y dejarte sola? ¡No! Eso sería deprimente —argumentó.
Las horas que la clase había durado resultaron ser estresantes. El profesor explicando un tema nuevo el cual no me preocupaba aprender y Darren intentando iniciar una conversación con la chica nueva sin tener éxito alguno fue una tortura.
Cuando las dos horas concluyeron Darren se encargó de escoltarnos a su auto no sin antes ofrecerse a cargar la mochila de la rubia y la mía por obligación.
Al estar frente al pick-up de Darren, la sonrisa que Eithne siempre portaba decayó hasta una línea recta.
—¿Los tres nos iremos ahí? —preguntó temerosa.
Darren sonrió y asintió con entusiasmo.
—Si crees que se ve mal espérate a cuando frené —comenté en voz baja, atemorizándola un poco más.
—Pero... solo tiene dos asientos —resaltó la rubia.
—Sobre eso... —se apresuró a decir Darren con ánimo.
Sonreí al ver como Darren inclinaba su asiento completamente hasta el frente mostrando dos asientos miniatura que se miraban de frente entre sí en un espacio reducido designado solamente para las mochilas y en el cual no era apropiado para una edad más allá de los nueve años.
—Oh... —pronunció Eithne con decepción.
Me apresuré y proclamé mi lugar en el auto de Darren forzando a la nueva a entrar al espacio reducido de la media cabina trasera.
Darren condujo hasta la cafetería que se encontraba en la zona turística y a la cual habíamos llegado para tomar un descanso cuando me conoció el primer día de clases. El lugar se encontraba repleto y tan solo una mesa al fondo se encontraba desocupada. Al momento de proclamarla, una de las empleadas tras el mostrador se dejó venir hacia nosotros para tomar nuestras órdenes y se retiró hacia la cocina una vez pedimos nuestra comida.
—Entonces... —rompió el silencio Darren—, te trasladaste a mitad del año —dijo para Eithne quien asistió—. ¿Por qué?
—Trasladaron a mi mamá de Roscommon para ayudar con los cuerpos encontrados en el bosque, quien diría que ya van más de sesenta.
La sonrisa de Darren que apareció cuando volteó hacia la ruba comenzó a desvanecerse al oír la noticia de los cuerpos la cual había optado por no decirle. Desvíe mi mirada hacia la nueva al sentir los ojos de Darren sobre mí.
Casi al instante, la señora que había tomado nuestras ordenes apareció ante nosotros dejando en la mesa nuestros chocolates calientes.
~¡¿Y no pensabas hacerme saber sobre los cuerpos?!~
Escuché la queja de Darren en mi cabeza, misma que ignoré para enfocarme en mi bebida.
—¿Por qué tantos cuerpos? —le preguntó Darren tratando de obtener una respuesta.
—Nadie lo sabe, no han determinado una causa de muerte, muchos están en pésimo estado y la mayoría son solamente partes de la persona, solo sé que no ha aparecido ningún cuerpo totalmente completo.
La mirada retadora de Darren cada vez se volvía más furiosa a pesar de que trataba de disimularlo.
—Hay que dejar de hablar de cosas deprimentes —intervine en la conversación con el propósito de desviar la atención de Darren sobre el tema aunque fuera por un momento—. ¿Ya tienes pensado que harás después de graduarte?
Su cara se iluminó con entusiasmo al tocar el tema de las universidades, dejando en claro con sus gestos que sabía exactamente lo que haría.
—Estudiaré diseño de modas en parís y pondré mi propia boutique, me volveré millonaria, y seré la próxima Chanel —contestó con decisión—. ¿Ustedes?
—Iré directamente a administración de negocios, me graduaré con honores y planeo tener un monopolio a los treinta —estableció Darren con firmeza.
Di otro sorbo a mi taza, y al elevar mi mirada encontré a ambos con su atención hacia mi esperando que dijera algo.
—Regresaré a Londres —dije volviendo a darle otro sorbo a mi taza.
—¿Y...? —pidió la rubia una respuesta más completa.
—Estudiaré la universidad —agregué. Sin dejarlos satisfechos—. Entraré a Cambridge, estudiaré ingeniería bioquímica, me graduaré, buscaré empleo y aceptaré la primera oferta y espero poder vivir con un salario decente en un apartamento sin ratas ni insectos.
Había creído que el decir una respuesta un tanto larga los dejaría conformes, pero tan solo obtuve sus miradas desaprobatorias.
—Te conformas con poco —dijo Eithne.
—No todos sueñan con ser millonarios a sus treinta —me excusé.
Sus juzgantes miradas se relajaron al ver como la mesera ponía ante nosotros nuestros platos de comida, pero no paso mucho para volver a la conversación.
—¿Ustedes ya enviaron solicitudes?
Darren y yo asentimos ante su pregunta.
—Yo solo necesito esperar y sacar un noventa por ciento en mi Leaving Certificate.
Me distraje un poco al recordar el tiempo que faltaba para el examen, casi tres meses. Muy poco tiempo sin consideraba que el resto de mi futuro dependía de la nota de aquel examen.
—¿Crees que Dillon vuelva para ese entonces? —escuché preguntar a Darren.
Mi mente quedó en blanco al analizar su pregunta, si me hubiese dejado influenciar por mis esperanzas un sí habría salido de mi boca, lamentablemente para Darren, el realismo y pesimismo era algo en lo que estaba consumida.
—No creo que Dillon vuelva —solté derrumbando la confianza que Darren proyectaba.
—¿Quién es Dillon? —preguntó la rubia—. Es la segunda vez que lo mencionan.
Bajé mi mirada dejándole el paso libre a Darren para que explicara.
—Un amigo de nosotros que...
—Ex amigo —le corregí a Darren enfatizando la primera palabra.
Un espacio de silencio se formó entre los tres, antes de hacer que Darren continuara.
—Una persona que regresó a su ciudad sin decirnos nada —aclaró Darren.
—Una persona que ignoró nuestros mensajes y nos abandonó sin decirnos nada cuando más lo necesitábamos y quien sigue sin hablarnos —volví a entrometerme en la respuesta de Darren corrigiéndolo.
Un "Oh" con tono incómodo salió de la boca de la rubia.
Comencé a comer intentando despejar a Dillon de mi cabeza, pero no podía, estaba molesta con él.
Darren trató se salvar el ambiente iniciando un nuevo tema de conversación con la rubia en el cual tuve una nula participación. Me limité a terminar mi comida y que ellos lo hicieran, quería darme prisa y llegar a mi casa para recostarme en el piso de mi habitación
—¿Quieres que te lleve? —le preguntó Darren a Eithne cuando comenzó a despedirse de nosotros.
—No, mi mamá está en la entrada esperando por mí, le avise que vendría comer a una cafetería —explicó dejando el dinero de su platillo—. ¡Los veo mañana! —dijo de manera animada antes de retirarse.
No pude contener mi sorpresa y volteé hacia Darren al escuchar su última oración.
—¿A caso dijo que nos vería mañana? —Darren asintió— ¿Qué acaso que pegará a nosotros cómo pulga?
Resopló.
—Mejor dime porque no me dijiste lo de los cuerpos en el bosque —exigió cambiando su tono de voz.
—No hablaré de eso con tantas personas cercas.
Tampoco pretendía hacerlo estando en un lugar aislado, al menos intentaría sacar todo lo relacionado con muertes y desapariciones de mi vida, eran personas de la cuales ignoraba su existencia y no pretendía preocuparme por cosas innecesarias, mi nuevo objetivo era volver Londres.
Darren y yo pedimos la cuenta y nos retiramos en cuento dejamos el dinero.
—¡Oh no! —gritó Darren corriendo hacia su auto.
Me quedé parada desde cierta distancia viendo como Darren miraba hacia todas partes de manera desesperada. El cofre de su auto estaba elevado y su estado inquietante tan solo indicaba que algo faltaba.
—¿Que sucede? —me atreví a preguntar acercándome a él.
—¡La batería! ¡Se robaron la batería! ¡¿Sabes lo que cuesta una batería?! —gritó con desesperación.
—Peor aún ¿Cómo nos iremos? —le cuestioné.
Sabía la respuesta, y no quería hacerlo. No deseaba caminar hasta mi casa.
—A penas va empezando el año y todo va mal —se quejó con voz chillona.
Darren llamó su abuelo contándole lo sucedido, y como las veces anteriores, sería el quien recogería el vehículo.
No nos quedó de otra por lo que comenzamos a caminar. Por un buen tiempo, Darren permaneció en silencio, como si divagara entre su cabeza. Al llegar al solitario camino que daba hacia mi casa, rompió el silencio.
—No creas que olvidé lo que mencionó Eithne ¿Quieres decirme sobre esos?
A pesar de parecer como si me daba a elegir entre si hablar sobre los cuerpos o no, su tono se inclinaba hacia una exigencia.
—No en realidad —contesté.
—¡¿Por qué no me dijiste?! ¡¿Ya le dijiste a Dillon?!
Dejé de avanzar y coloqué mis ojos sobre él, mirándolo fijamente.
—Darren, Dillon se fue, no volverá —dejé en claro.
—¿Cómo sabes eso?
«Por que en parte es mi culpa» Me respondí a mi misma.
—¡Por que él estaba consiente de que algo mató a Gwenhwyar, que hay algo ahí afuera y aún así se fué! —repliqué sin el cuidado de nivelar mi tono de voz.
Mi respuesta lo dejó sin palabras, inmóvil.
No podía controlar mi respiración, me había dado cuenta que había dejado de pretender que estaba calmada.
—¿Sabes que está pasando? —preguntó Darren de manera cautelosa.
—¡No! —me apresuré a dejar en claro—. No sé que está pasado, no sé por qué hay tantos cuerpos, no sé por qué asesinaron a Gwenhwyar...
—Ela...
—¡No se que fué quien lo hizo! —continué hablando ignorando a Darren.
—¡Ela , tu...!
—¡Tampoco sé si estoy en la lista de los próximos!
—¡Brazalete!
Una luz cegadora impactó directamente en mis ojos a la vez que mi cuerpo perdía el equilibrio tras la última palabra dicha por Darren. A los pocos segundos de haber cerrado mis ojos, sentí como impactaba sobre la fría nieve que cubría el piso.
Me levanté un tanto aturdida por lo sucedido tratando de abrir los ojos, pero se me fue imposible.
—¿Darren? ¡¿En dónde estás?! —lo llamé, entrando en desesperación al no obtener una respuesta de su parte— ¡Darren!
Mi cuerpo se congeló al sentir como algo tomaba de mi brazo. Forcé a mi vista tornarse clara y me relajé al ver a Darren frente a mí, quien al igual que yo, trataba de recobrar su balance.
—Tu brazalete —mencionó apuntando hacia mi muñeca.
La desesperación comenzó a apoderarse de mi nuevamente al notar como mi muñeca carecía de cierto objeto de gran importancia, el brazalete que había llevado conmigo y el cual nunca había abandonado mi lado sin justificación alguna se encontraba desaparecido.
Comencé a buscarlo entre la nieve y la tierra descubierta de la tierra, ignorando las palabras que salían de la boca de Darren a tal punto que parecían murmullos ante mis oídos.
Mi mano fue sostenida con fuerza impidiéndome moverla. Con lentitud comencé a elevar mi vista hacia Darren, quien parecía asustado.
—¿Que...?
—Mira a tu alrededor —me interrumpió.
El camino que recorría cada mañana después de salir de mi casa al igual que los costados permanecían cubiertos de ramas toscas de árboles a excepción del punto en donde Darren y yo nos encontrábamos. No necesitaba preguntarme que anomalía había ocurrido para la aparición imprevista de tal desastre natural, pues sabía que había sido yo la causante.
—Necesito mi brazalete, no podré controlar mis poderes sin él —le dije a Darren.
Darren bajo su mirada y lentamente abrió el puño de su otra mano dejando ver la joya que me había entregado Gwenhwyar desecha en tres pedazos.
—Estaba detrás de ti —avisó entregándome los pedazos de metal.
«Estoy acabada»
Me quedé en silencio intentando poner mis pensamientos en orden y estabilizar mis emociones, pero cada segundo mas me quedaba en claro que todo en mi era un desorden y que no tenia la mas remota idea de cual sería mi siguiente paso.
—¿Qué hago ahora? —murmuré.
—Ir a casa y descansar —demandó Darren.
Quería ir a casa, quería encerrarme en mi habitación y organizar todo lo que estaba sucediendo, quería encontrar una solución.
—Ayúdame —le pedí, poniéndome de pie—. Algo tuvo que haber dejado Gwenhwyar, tal vez alguna pista o indicaciones o... ¡O algo!
Darren se mantuvo inexpresivo por un par de segundos a la vez que me sostuvo la mirada.
—¿Si te ayudo prometes que me dirás todo? —asentí ante su pregunta— ¿Entonces por donde empezamos?
—Gwenhwyar me dio un libro raro el último día que Dillon y yo la vimos con vida, no lo he querido leer pero creo que puede ser útil.
—Entonces lo revisaremos hoy.
Le sonreí como agradecimiento.
Ambos comenzamos a caminar nuevamente, esquivando las ramas que había hecho crecer de manera involuntaria, intentando pasar por el tronco que tapaba el camino principal. Agradecí que estaba solitario y solo éramos Darren y yo en aquella calle, pues de no haber sido asi no habría encontrado la manera de explicar lo sucedido.
Las ramas comenzaron a reducir su tamaño y grosor a medida que avanzábamos hasta el punto en donde no se hacían visibles. Al momento de llegar a mi casa, antes de alcanzar la perilla, Darren habló:
—¿Tienes pensado en como quitar las todas las ramas que cubren el camino?
—No, y no me preocuparé de eso hasta mañana, por hoy no quiero más problemas ni preocupaciones —respondí a medida que abría la puerta de mi casa.
Avancé tres pasos antes de detenerme al ver a mis padres sentado en la sala con un desconocido vestido formalmente de edad avanzada. Darren entró y al igual que yo no pasó más allá de la sala.
—Ela, tenemos que hablar —pronunció mi mamá con seriedad.
Mi corazón dejó de latir por un segundo y los escalofríos me invadieron al instante. Me acerqué a ellos manteniendo una distancia, notando como el señor de traje sacaba un folder de su maletín y se lo entregaba a mis padres.
«No quería problemas» Chillé en mi mente.
—¿Sucede algo? —reuní en valor para preguntar a la vez que me preparaba para una mala noticia.
—Al parecer tu profesora de magi... —mi papá hizo una pausa antes de completar la palabra— ¡De botánica! Dejo esto para ti.
Mi mamá me extendió el folder que el señor le había entregado, abriéndolo para mi previamente antes de alcanzarlo con mis manos. Leí de manera superficial ignorando todos los términos legales que desconocía hasta llegar a la parte desconcertante en donde muchos números lograban llamar la atención.
—¿Qué es esto? —pregunté a pesar de saber la respuesta.
—La señora Gullery dejó esa suma para usted y el joven Fitzgerald, pero él declinó y pidió que se le pasara a usted —contestó el anciano en traje.
Darren asomó su mirada a la hoja, poniendo los ojos en blanco casi al instante de ver la cantidad. Sin decir nada, le entregue el folder a mi mamá.
—¿Dillon? ¿Se comunicó con Dillon? —pregunté ansiosa dando un paso hacia el frente.
El de traje asintió.
—¿Por qué no nos habías dicho que Dillon se había ido de la ciudad? —intervino mi mamá.
Decidí ignorar su pregunta y enfocarme en el anciano.
—¿Cómo lo contactó? ¿Podría pasarme el número de su casa en Dublín?
Sus ojos tratando de esquivar los míos eran una clara respuesta. "Los datos de los clientes son confidenciales" Era lo que escuchaba decir a mi mamá cada vez que atendía a alguien en el teléfono cuando ejercía su profesión de abogada, por lo que entendí al instante.
—No puedo brindar datos confidenciales, pero podría ayudarla a llevar el proceso legal para obtener la cantidad que la señora Gullery dejó —dijo el anciano.
Darren me daba golpecitos en el hombro animándome a aceptar y mis padres tan solo leían las hojas en el folder.
—No habrá necesidad de eso, declinaré yo también.
Las protestas de Darren fueron las primeras que se hicieron presentes, seguidas por las de mis padres cuando salieron del shock de mi negación. El señor se había quedado en silencio, pero sus expresiones demostraban lo confundido que se encontraba.
—Ela ten en cuenta que...
—Tengan ustedes en cuenta que ni siquiera querían todo el asunto magi... botánico cuando regresé de Londres con Dillon —interrumpí a mi padre, recordándole cuando les di la noticia.
Los cuatro se quedaron en silencio, y sin aviso previo, Darren tomó de mi brazo y me jaló hacia la cocina, apartándonos de los adultos.
—¡¿Qué rayos haces?! —reclamó en voz baja con voz retadora.
Me crucé de brazos.
—Rechazando dinero —contesté con calma.
—¡Pues no lo hagas! Su maestra los dejó para ustedes ¿No crees que fue por una razón? Además dijeron que tenía varios siglos aquí en la tierra ¿No crees que fue cansado para ella recolectar todo ese dinero? Puedo darte un montón de razones para aceptarlo pero te diré la más importante —hizo una pausa, respiró hondo y exhaló— ¡Es dinero! —exclamó en voz alta.
Darren continuó hablando por un par de minutos intentando convencerme dando todo tipo de razones absurda. Nuevamente Dillon llegó a mi mente, me preguntaba por qué lo habría rechazado pero la respuesta se generó al instante al recordar que no lo necesitaba, era caro que ya tenía basto.
—¡Esta bien! —grité al no poder con la voz de Darren— Solo cállate —le rogué.
Con la misma impaciencia con la que me había arrastrado hacia la cocina. Me empujó hasta la sala, quedando justo enfrente de mis padres y el abogado.
—Ela... —intentó hablar mi mamá.
—Lo haré, inicie el tramite o lo que sea —dije para el anciano con nulo entusiasmo.
—¡Si! —se escuchó el grito eufórico de Darren— Tendré dos amigos millonarios ¡Mis problemas están resueltos! —miró hacia el techo.
—Otra cosa más señorita Glendalough —habló el señor—, la señora Gullery dejó también el testamento todas sus propiedades y sus pertenencias.
Volteé hacia mis padres quienes lucían abrumados. Desconocía todo lo que Gwenhwyar poseía, el dinero en si solo ya había sido una sorpresa, pero algo me decía que no solo era su casa en Clifden.
—Está bien —accedí sin poner pero alguno.
—Solo que... —hizo una pausa un tanto dramática— El joven Fitzgerald accedió a compartirlos con usted —informó.
«La familia de Dillon tenía propiedades ¿Para qué querer las de Gwenhwyar? ¿Acaso había algo importante?» Comenzaba a cuestionarme intentando asimilar todo.
—De acuerdo —fue lo único que pude pronunciar.
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