Capítulo 14
Las ojeras de mis ojos eran notables sin requerir esfuerzo. Mi cabeza dolía y por alguna razón no paraba de temblar.
La noche anterior Dillon se había ofrecido a pasar por mí para llevarme a la escuela, pero supuse que no descansaría y que el despertarme no sería un problema, por lo que había decidido caminar.
Mi corazón palpitaba cada vez con mayor velocidad ante cada paso que me aproximara ante la escuela. Estaba nerviosa y no podía ocultarlo. Tampoco era para menos. Ante la confesión de Dillon el día del incidente en la piscina, Darren había desaparecido y localizarlo había sido imposible.
Había buscado a Darren por los pasillos en el tiempo de sobra que había obtenido por haber llegado temprano, sin tener éxito. Y las esperanzas de encontrarlo en el salón de historia se habían esfumado al notar la presencia de todos los estudiantes, excepto la de Darren.
—¡Ela! —gritó Dillon mi nombre al verme.
—Darren no contesta mis llamadas ni mis mensajes y no lo encontré por ningún lado —le hice saber a Dillon al acercarme a él.
El timbre escolar había comenzado a sonar, siendo esa la señal del profesor para cerrar la puerta con seguro.
A medida que la puerta se cerraba, ansiaba por ver a Darren corriendo y deteniendo al profesor dándole una ridícula excusa como la del primer día diciendo que su auto se había descompuesto a mitad del camino. Lamentablemente, no había sido así. La puerta se había cerrado y el rastro de Darren era nulo.
—Fui a su casa —susurró Dillon, a la vez que se sentaba en su mesabanco—. Pero no estuvo ningún día. Su mamá dijo que salía con su abuelo a pescar.
Nos estaba evadiendo y no trataba de ocultarlo.
—¿Alguien sabe en donde está Twomey? —preguntó el profesor, quien sostenía una carpeta.
—¡Se intoxicó!
Dillon se levantó del mesabanco y gritó su excusa al aire, llamando la atención del salón entero.
—¿Enserió? —ironizó el profesor. Incrédulo ante la mentira repentina de Dillon.
—Si. Comió... ¡Trucha! ¡Bastante!
—Oh si... Leí un artículo dónde decía que las pescas en Clifden salieron con altos niveles de histamina a pesar de ser frescos. Espero que se mejore. Supongo que no podré ponerle falta.
Dillon comenzó a sentarse lentamente a medida que el profesor resumía el articulo basado en la excusa improvisada que él había dado.
No pude evitar no despegar mis ojos de la puerta. Anhelé el momento en dónde Darren tocara con desesperación implorando entrar, pero no fue así. Darren no se había presentado durante la hora de la clase.
La siguiente hora fue igual de desesperante que la primera. Mi mente no paraba de repetir lo que había ocasionado en la piscina y la reacción de Darren al descubrir la información básica sobre hadas que Dillon le había proporcionado, a la vez que intentaba buscar una explicación que hiciera que un miedo descendiera.
Al salir de la clase de literatura, fui tomada del brazo por Dillon. Y sin decir nada, me guió hasta la salida de la escuela.
—Al menos da el contexto de por qué me sacas de la escuela —le pedí, sin dejar de seguirlo.
La mano de Dillon señaló hacia la barda. Al principio nada fuera de lo normal cautivó mi atención, pero a medida que mis ojos comenzaron a recorrer la barda hacia arriba, me llevé la sorpresa de ver a Darren pegado en la parte superior siendo sujetado por enredaderas que cubrían su cuerpo, impidiéndole moverse y hablar.
—Lo encontré deambulando en la entrada después de historia —dijo Dillon.
—¿¡Y decidiste... cubrirlo de plantas!?
Dillon protestó con los ojos, y con un movimiento con su mano descubrió la boca de Darren.
—¡Bájenme de aquí! —imploró Darren.
—Bien, vámonos —ordenó Dillon.
Como la vez que ambos nos saltamos la clase de deportes, Dillon saltó había el borde de la gigantesca barda, colocándose de cuclillas. Me había quedado estática tratando de procesar lo que sucedía, pero a los pocos segundos, exactamente como aquella vez, comencé a elevarme junto al trozo de piso.
Dillon me tomó de la mano ayudándome a pararme sobre la barda, y sin anuncio previo, me rodeó de la cintura y saltó junto conmigo hacia el otro lado.
—¡¿Qué haces?!
A pesar de mi reclamo, Dillon elevó a Darren quien seguía envuelto en enredaderas, atrayéndolo hacia nosotros.
—Nos ignoró por cinco días. Y eso fue suficiente. Ahora lo resolveremos —sentenció.
Comencé a seguir a Dillon; esta vez, en su mayoría, por voluntad propia.
Habíamos tomado un camino entre los árboles con el fin de no llamar la atención ante el cuerpo flotante cubierto por plantas de Darren, quien no paraba de lanzar amenazas absurdas hacia nosotros.
Al estar lo suficientemente lejos, cercas de la bahía, Dillon despojó a Darren de las enredaderas, dejándolo libre.
—¡Esto es secuestro! ¡Los denuciaré con la policía! —volvió a amenazarnos Darren.
—¿A si? ¿Qué les dirás? ¿Qué flotaste todo el camino envuelto en plantas mágicas? —se burló Dillon.
Darren abría y cerraba la boca en busca de una respuesta, la cual nunca salió de sus labios.
—Darren, solo escúchanos. Lamento no habértelo dicho, pero no podía —le dije acercándome a él.
—¡Hubiera preferido no saber que los monstruos existen!
Cuando Dillon le reveló el secreto aquel día solo había hablado solo de nuestra especie. Evitando mencionar a los goblins, lo que significaba que Darren tenía conocimiento nulo hacerla de los monstruos. Por lo que al decir monstruos, se refería a nosotros.
—¿Monstruos? ¡¿Nosotros monstruos?! —comencé a alterarme—. ¿Sabes quiénes son monstruos? ¡Los Goblins! Quienes trataron de matarme en primer día de clases en un bar y los responsables de que restos humanos estén apareciendo ¡Así que no nos compares con esas criaturas!
Sin darme cuenta, había invadido el espacio personal de Darren, aterrándolo aún más de lo que se encontraba.
Retrocedí unos pasos permitiéndole moverse, sin lograr mejorar la situación
—¿Q-Que? —cuestionó Darren, con un hilo de voz.
—Lo que Ela quiso decir es que no somos peligrosos —intervino Dillon, colocándose al lado de mi—. Las hadas han convivido con humanos desde hace más de mil quinientos años, y los han protegido.
—¡Ela incendió agua y casi me ataca con estalactitas de tierra! —nos recordó.
—Eso fue porque perdió el brazalete que controla sus poderes cuando la tiraste hacia la piscina.
—¡No lo hice de manera intencional! —aclaré rápidamente.
Darren había empezado a caminar de un lado hacia otro, y a pesar de no mirarnos directamente, podía transmitimos la ansiedad que sentía.
Había conocido como era Darren cuando estaba cansado, cuando estaba enojado y cuando estaba feliz. Esta era la primera vez que lo notaba aterrado. Y Dillon y yo éramos la razón.
—¿Puedes regresar a lo de los goquins? —pidió Darren.
Su curiosidad me hacía pensar que quizás existía la posibilidad de recordarle quienes éramos, no como criaturas místicas de la mitología europea, sino como Dillon y Ela, sus amigos.
—Se llaman goblins —le corregí—. Y son una especie de duendes que con el paso de los siglos fueron adoptando una imagen humana, se alimentan de restos humanos y poder de hada — expliqué de una breve manera.
—¡¿Y esas cosas están comiendo niños?!
Nuevamente, Darren se había alterado.
—No a niños directamente —intervino Dillon—. Cuando se integraron a la sociedad solo se alimentaron de restos humanos, pero por alguna razón están atacando a personas. Normalmente prefieren partes adultas, pero no están descartando a los niños.
Si no fuera porque todo lo que sucedía era delicado, la confusión plasmada en el rostro de Darren me hubiese hecho reír.
—¡¿Y no han hecho nada?! —gritó, alzando ambos brazos—. ¿No se suponen que las hadas han protegido a los humanos?
—Si. Lamentablemente solo somos tres hadas en la ciudad. Una que tiene más de mil quinientos años y no tiene poderes, yo que no tiene sus poderes completos y Ela que es un hada entera pero no sabe controlarlos.
—¿Entonces que harán?
Dillon y yo cruzamos miradas.
Por mi parte solo tenía que ser paciente y aprender a controlar mi magia lo más rápido posible. Por parte de Dillon, investigar y esperar a tener una compañera funcional era lo único que podía hacer. Y a Gwenhwyar, solo le quedaba enseñarme.
—Nada por el momento —le respondí a Darren—. Primero necesito aprender a controlar mis poderes —hice una mueca, ladeando mis labios.
—Y... ¿Qué es lo que puedes hacer? ¿Qué poderes tienen?
Contuve mi sonrisa al escuchar su curiosidad. Por fin había visto al Darren que conocía, y el miedo que él proyectaba al inicio comenzaba a esfumarse.
—Controlamos los elementos, tenemos super habilidades físicas y tenemos la capacidad de retener las cosas más rápido que los humanos —presumió Dillon.
—Vaya... eso sí que es injusto.
Entre Dillon y yo le contamos todo hacerca de nuestro conocimiento sobre nuestra especie. La guerra ente hadas y pixies, los changelings y como es que mis ancestros conservaron toda su magia, los goblins y su repentina cacería humana, como mis poderes fueron reprimidos y como fueron liberados.
Todo el miedo que Darren había sentido desde lo que había causado en la piscina de Dillon había desaparecido por completo al momento de contarle nuestra experiencia en Londres y mis terribles experiencias con mis poderes las cuales lo hicieron reír.
—¡Wow! No tenía idea que habían pasado por todo eso. Me siento excluido —reveló Darren.
—No te preocupes, ya podrás escuchar sobre los fallidos intentos de Ela por hacer magia —bromeó Dillon.
—Darren —lo llamé, interrumpido su burlesca risa—, ya no huirás de nosotros ni nos ignorarás ¿Verdad?
Darren sonrió.
—No, no lo haré —afirmó— Además, creo que será genial tener hadas como amigos ¡Serán como mis guardaespaldas! —chilló con entusiasmo.
Me había quitado un gran peso de encima. No me importaba en ese momento si el que Darren supiera acerca del mundo mágico tendría consecuencias y cuales pudieran ser, estaba feliz de haber conservado a mi primer amigo irlandés.
—Listo. Resolvimos lo de Darren, ahora tenemos que volver a clases —avisó Dillon.
Había perdido la noción del tiempo y eso hacía volver la intranquilidad que sentía cuando forzamos a Darren a hablar con nosotros. Al revisar la hora en mi teléfono caí en cuenta que no sólo habíamos perdido el primer receso, sino también la .tercera y la cuarta clase.
—No puedo creer que perdí clases por su culpa —se quejó Darren— ¡Me hubieran secuestrado a terminar las clases!
—Al menos no tendrás falta en historia —minimizó Dillon—, le dije al profesor que te intoxicaste con trucha.
Darren soltó una carcajada.
—¿Enserió te creyó esa ridícula mentira?
—Si, al parecer si había un estudio hablando sobre causas de intoxicación de trucha.
—Y si no quieren más faltas tendremos que irnos ya o no alcanzaremos a llegar a la quinta —les recordé.
Ignoré la distancia que habíamos recorrido para alejarnos de la escuela, estábamos cercas de la bahía lo que significaba que al menos estábamos a veinte minutos. Por desgracia el descanso duraba diez minutos haciendo imposible el hecho de tener nuestras dos últimas clases.
Al llegar al barda, la campanilla que indicaba el inicio de la penúltima clase había comenzaron a sonar.
Dillon nos ayudó a cruzar al otro lado de la barda, y los tres corrimos por todo el estacionamiento, y por un vago segundo, la idea de saltarnos el tiempo restante de clases y escapar en el auto de Dillon cruzó mi mente, desechándola al instante para aumentar la velocidad en mis pasos y entrar a la escuela.
—¿Nos esperas en la salida? —detuve a Dillon con mi pregunta, antes de separarme de ellos para ir a mi salón.
—Dudo que eso sea necesario.
Cerré mis ojos con fuerza al escuchar una gruesa voz masculina. Antes de voltear y confirmar que era quien creía, miré hacia Dillon y Darren, confirmando con su mirada que se trataba del director.
Volteé y me paré al lado de Dillon.
—¡Buenas tardes! —le saludó Darren— justo íbamos para nuestros salones. No alcanzamos a escuchar el timbre y nos quedamos charlando —justificó al sentir su pesada mirada sobre nosotros.
—¿Cómo lo iban a escuchar si acaban de llegar? ¿Sabían que hay cámaras por dentro y fuera del perímetro de toda la escuela?
Maldecí, y rogué que no se hubiera percatado de las habilidades de Dillon.
—Y... ¿Qué fue lo que vio? —pregunté temerosa.
—¡A tres estudiantes cruzando esa puerta! —señaló la entrada que justo habíamos cruzado hace un par de segundos— ¡Y también alejándose del portón! Lo que no entiendo es como salieron si el portón permanece cerrado hasta la hora de la salida y la barda es imposible de escalar.
《Imposible para humanos》Me dije a mi misma.
—¿Nos dará detención?
El enojo del director parecía haber aumentado ante la pregunta de Darren, y su paciencia haberse acortado.
—¿Detención? —cuestionó con sarcasmo— ¡Oh no! ¡Llamaré sus padres!
Se dio la media vuelta, y con un movimiento con su mano indicó que lo siguiéramos.
Jamás me había metido en problemas a tal punto de citar a alguno de mis padres. La única vez que fui a parar a la oficina del director había sido por un pequeño conflicto entre Poppy y otra chica, la cual Olivia y yo habíamos tratado de separarla de Poppy. Y a pesar de aquel incidente, jamás llamaron a nuestros padres.
El silencio en la oficina era sofocante, y por alguna razón, se sentía un poco más fría a comparación de cualquier aula. El director recolectó nuestros datos y nuestros teléfonos, y después salió de su oficina, dejándonos solos.
—Estamos en grandes problemas —dijo Darren viendo directamente hacia la pared.
—Y lo estaremos aún más si descubren el modo en el que salimos del portón —murmuró Dillon.
Ninguno de los tres habló por un tiempo. El reloj de la oficina era lo único que se escuchaba lo que ocasionaba mi aumento de ansiedad.
Después de un tiempo, el director entró a su oficina.
—Su madre vine en camino, señorita Glendalough —me hizo saber—. Por alguna razón, no puedo contactar a las suyas— se dirigió a Dillon y Darren.
—Mi mamá no tiene teléfono desde hace una semana —reveló Darren—, y creo que están dando información en la estación de policía, fueron citados.
—La mía está en Londres.
No pude contener mi sorpresa al escuchar a Dillon. Después de haberle confesado a Darren la verdad sobre nosotros no nos habíamos ignorado, y en ningún momento mencionó que su madre saldría nuevamente del país.
La puerta de la oficina fue abierta nuevamente de manera sigilosa. Al ver a mi mamá entrar, traté de sonreír, recibiendo de su parte una retadora mirada. Era claro que estaba molesta.
—Señora Glendalough, tome asiento por favor —le pidió el director a mi mamá.
Mi mamá retiró la silla, y tomó asiento.
—Su secretaría dijo que mi hija y sus amigos no entraron una clase —decidió mi mamá iniciar tocar el tema.
—¿Una clase? ¡Se saltaron 4!
Con lentitud, mi mamá giro su cabeza, volteando hacia nosotros, concentrando su mirada directamente sobre Dillon por unos segundos antes de levantarse y caminar hacia nosotros.
—¡No puedo creer esto de ti Ela! —me gritó mi mamá— Y ustedes dos, sus madres estarán decepcionadas de ustedes —dijo para Darren y Dillon.
El comportamiento de mi mamá había sido completamente extraño hacia Dillon y Darren. Cuando mis amigas y yo ocasionábamos algún problema solía regalarme a mí, nunca a ellas. Pero había sido diferente, parecía enojada con ambos.
—¿Conoce a los padres de ellos? —le preguntó el director.
—Si, somos muy buenas amigas. Dillon y Demian son como mis sobrinos.
—Mi nombre es Darren —le corrigió.
Mi mamá lo ignoró.
—Por casualidad... ¿Sabe la razón de por qué no puedo establecer contacto con sus madres? —le preguntó el director.
Observé a mi mamá quedarse paralizada por unos cuantos segundos, mirando al director. Como si pensara en su respuesta.
—Si, la madre de Dillon tuvo un viaje repentino a Londres por su empleo, y la madre de Damián...
—Darren —le volvió a corregir Darren, siendo ignorado por una segunda vez.
—Su madre perdió su teléfono y está en este momento en la estación de policía acompañando al abuelo del chico a dar información sobre los restos humanos encontrados en el lago.
Desconocía como es que ella sabía toda esa información, y eso era aún más extraño que el hecho que estuviera molesta con mis amigos.
—Supongo en ese caso que podría llevárselos y darle a conocer a sus madres el por qué estarán suspendidos dos días.
La mirada que el director nos dedicó había sido peor que la de mi mamá al momento en el que entró a la oficina. Pero no era peor que el castigo que había sentenciado.
—¡¿Dos días?! —cuestionó Darren, levantándose de manera imprevista.
—Sin faltas justificadas —agregó el director.
—Me parece perfecto, así aprenden la lección —dijo mi mamá —. ¿Le parece bien si me los llevo ahora?
Sin decir nada, el director asintió e indicó que nos levantáramos con su mano.
Los tres tomamos nuestras pertenencias, y después de haber obtenido nuestros teléfonos de nuevo, dejamos la oficina.
—Mamá, enserio lamentamos haber salido de la escuela pero...
—No te preocupes —me interrumpió.
Su tono de voz era más relajado y no sonaba molesta.
—¿No estas molesta? —le pregunté con cautela.
—No, Dillon me explicó que fue un asunto relacionado con las hadas, lo que no sé es como Demian sabe hacerca de ustedes.
Miré a Dillon.
No encontraba el momento en el que mi mamá y Dillon cruzaron palabra. La postura relajada de Dillon y la sonrisa que mantenía indicaba que todo estaba bajo control. Pero por otro lado, Darren se mostraba nervioso.
—¿Cuándo hablaron? El director nos quitó nuestros teléfonos y no cruzaste palabra con ninguno de nosotros.
~Recuerda que podemos hacer esto~
Escuché en mi mente la voz de Dillon, quien mantenía una amplia sonrisa.
—¿Telepatía? ¿Así se dice? —le preguntó mi mamá directamente a Dillon, quien tan sólo asintió.
Debía de admitir que el método de Dillon había sido ingenioso, y de cierto modo, nos había sacado de problemas.
—¿Le dirá a nuestras mamás que estaremos suspendidos? —le preguntó Darren.
Mi mamá resopló.
—Tendré que hacerlo, al menos a tu madre porque no conozco a la de Dillon —le respondió mi mamá.
No necesitaba meterme a la mente de Darren como para saber que eso lo asustaba. Tenía buenas notas, ayudaba a su abuelo, y si no fuera por su negocio clandestino de tareas, no tendría razón para estar en problemas.
—¿Qué se supone que le diga cuando me pregunté que me salté clases? ¡Y si le digo que estaba con ustedes no me dejará salir con ustedes de nuevo! —exclamó Darren a la vez que acudía a Dillon de los hombros.
—Puedes hacer como que iras a clases pero al final vas a otro lugar —le propuso Dillon.
—No puedo porque la madre de Ela le dirá que fui suspendido —fingió sollozar.
—Podría... por accidente haber olvidado notificarle a tu madre eso. Ya saben el estrés del trabajo —dijo mamá.
De un segundo a otro, las afligidas facciones de Darren fueron remplazadas por facciones de felicidad.
—Muchas gracias —chilló, mientras abrazaba a mi mamá.
—Mentir nunca termina bien —le dije a Darren, pero pareció ignorarlo.
—Ela, supongo que me ayudarás en la panadería el resto del día —me avisó mi mamá.
A pesar de que estaba consciente de que sería estresante y de que no quería hacerlo, no podía rehusarme. Ayudar en la panadería era mejor que tener un castigo por otras tres semanas.
—Está bien —contesté.
—Señora Glendalough ¿De casualidad vino en auto? —mi mamá negó ante la pregunta de Dillon— ¿Quisiera que las dejará en la panadería?
—¡Muchas gracias! Si no lo consideras un problema está bien.
Dillon volteó a verme. Sonrió y guiñó un ojo.
—¿Cree que podría dejar a Ela practicar conmigo y con Darren un poco más su magia? —le preguntó Dillon, antes le entrar al auto.
Fue ahí en dónde caí en cuenta que Dillon sabía que mi mamá tenía un cierto agrado extra por él, y que sabía que no le diría que no.
—Pues... si es necesario, supongo que puede ir. Siempre y cuando llegues a las seis —me dijo mi mamá volteándome a ver.
—¡Si! Gracias. Llegaré a las seis —prometí.
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