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55

Nam Joon observó por la ventana cómo Ji Min corría desesperadamente tras Yoon Gi y, a pesar de la distancia, volvió a llamarlo para que volviera con ellos. Pero Ji Min no escuchó a ninguno, tomó por su propia cuenta la decisión de dejar todo aquello que estaban a punto de hacer y buscar la solución al problema por sus propios medios, algo que era muy arriesgado. El profesor no iba a seguirlo y al parecer Lu Han tampoco. El joven castaño se había quedado paralizado por un momento observando al ángel que yacía en el piso. Su espalda aun sangraba y ambas alas estaban a punto de quebrarse por completo hasta abandonarlo. Algunas plumas blancas se habían teñido de rojo y caído alrededor de él.


—Jin...— el profesor se acercó hasta su querido ángel y lo cargó como pudo en brazos para dejarlo sobre una superficie más cómoda. Sus ojos estaban cerrados y su cara húmeda por todas las lágrima que habían corrido por ella—Por favor, despierta.


Lu Han observó en silencio, sujetando el libro con su mano con fuerza. Era la segunda vez que presenciaba algo tan horroroso como ver a alguien herido. Jin no se veía nada bien; su piel estaba más pálida de lo normal y sus labios un poco morados. Sentía el malestar del profesor, incluso él se sentía mal por lo que estaba pasando y hasta culpable.

Aquel pecho descubierto hizo leves movimientos, muy débiles, en un intento por respirar. Los ojos de Jin apenas lograron abrirse, sentía como si una luz molesta no le dejara ver bien. Pero aunque no estaba viendo casi nada, sentía las manos de Nam Joon tomando las suyas y también podía escuchar su voz.


—Lo siento—dijo con un tono de voz muy bajo—.Debí hacerte caso, sólo soy un estorbo.


Sin poder decirle una palabra, Nam Joon lo apretó contra su pecho y acarició sus cabellos castaños. Ahora que sus alas no podían sanarse, ya no sería más un ángel. Éstas estaban a punto de desprenderse de su espalda y dado que no había manera de repararlo, la única opción que tenía Jin era dejar que se las arrancaran del todo. El dolor que estaba sintiendo era insoportable, y su intento por disimularlo fallido. 


—Nunca fuiste un estorbo.


El cuerpo de Jin estaba débil, pero eso no le impedía mover sus brazos para rodear el cuello del peliblanco y apoyar así su cabeza sobre aquel hombro, donde una vez más volvía a llorar.

A los pocos segundos, escucharon unos pasos apresurados subir las escaleras. Se Hun, totalmente atemorizado, tomó del brazo a Lu Han y miró hacia todos lados. Aquella oscuridad que había estado invadiendo la casa desapareció. 


—¿Qué ocurrió? Vi a Ji Min salir corriendo por la puerta.


Lu Han lo miró detenidamente; por su cabeza pasaron miles de cosas al mirar aquellos ojos perdidos llenos de miedo. ¿Qué habría pasado si las cosas hubiesen dado otro giro? Seguramente, la imprudencia de haberlo dejado ir con ellos, le habría salido muy cara a todos. Se Hun podría haber sido poseído, Amon habría logrado su objetivo y todos los allí presentes estarían muertos, exceptuando al profesor Nam Joon.


—Él escapó, casi lo teníamos...—comentó desanimado—Ji Min decidió seguirlo, no quiso escuchar.


—¿No piensan ir con él?— Se Hun parecía bastante preocupado por Ji Min, sabía lo peligroso que era haberse ido así de repente solo. Deseaba que aquello hubiese acabado cuanto antes, pero volvían al principio del problema.       


—Si vamos por él, volverá a interrumpirnos—el profesor dejó a su ángel reposar y se acercó hasta sus dos estudiantes—.Ji Min decidió tomar ese camino. No estoy seguro de lo que vaya a pasar, pero no voy a dejar a Jin solo, no ahora.


Las palabras del profesor parecían haber indignado a Se Hun. Aquel tipo era en quien confiaban para resolver el asunto y según decía no iba a entrometerse en lo que fuera a pasar. El miedo porque aquel ser quitara a Ji Min del medio para seguir su camino hacia Se Hun, quien era su objetivo, ponía al chico en una situación de desesperación extrema. Podía sonar muy egoísta de su parte, porque en realidad estaba preocupado por lo que fuera a pasar con él, pero no podía pensar en otra cosa. Incluso se molestó un poco con Lu Han por decidir quedarse ahí y no hacer nada al respecto.


—¿Van a dejar que lo mate para que así luego venga por mí?—preguntó incrédulo, dando un paso atrás.


—Se Hun, eso no pasará.


—¿Cómo estás tan seguro?


La actitud de Se Hun de repente se volvió algo agresiva. Quería marcharse de ese lugar, volver a su casa y no salir de allí. No entendía por qué Lu Han dejaba que la situación pasara como si nada. Se quedó entonces contra la esquina del cuarto, acurrucándose a sí mismo e intentado no pensar en lo que ocurriría. Lu Han se acercó hasta él y le tomó la mano con fuerza, no estaba seguro de lo que fuera a pasar, sólo quería darle unas palabras para tranquilizarlo ya que veía que se estaba volviendo loco.

Si algo pasaba con Ji Min, ninguno estaba seguro de lo que sería. Nam Joon entendía que el chico estuviese asustado, pero seguir a Ji Min podría empeorar las cosas, ya que al parecer Yoon Gi estaba respondiendo ante su presencia. Quizás sólo él podía ayudarlo en realidad, por eso decidió dejarlo ir, y además no podía dejar a Jin solo, estaba débil y temía que lo peor pasara.

Un silencio sepulcral se adueñó de la sala por unos minutos. Lu Han intentaba pensar en algo para hablar con Se Hun, pero éste estaba reacio. Nam Joon sólo estaba sentado al lado del castaño, lamentándose en su interior por no poder haber interferido cuando Amon tomó sus preciadas alas para hacerlo sufrir.  

Después de un rato, Lu Han sintió algo extraño en la habitación. Miró hacia todos lados, asustado porque él hubiese vuelto. Pero estaba equivocado. Sus ojos se quedaron clavados cerca de Jin y Nam Joon, junto a ellos había aparecido alguien a quien ya conocía.

Sus grandes ojos negros lo miraron curioso, hasta con un poco de timidez. Ese chico tan callado e introvertido que había sido parte de los cuchicheos en la escuelas debido a su muerte tan repentina, estaba allí. Jeon Jung Kook apareció de la mismísima nada, y no como un espíritu. Lu Han observó que tras su espalda había unas pequeñas alas blancas que apenas se movían. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Cómo había entrado y él sin darse cuenta? Quizás estuvo demasiado metido en sus pensamientos que no lo notó. Al parecer, sólo él lo veía.


—¿Qué estás haciendo aquí?—le preguntó Lu Han, sin comprender.


Jung Kook  no dijo nada, sólo señaló a Jin con el dedo. Y, justamente en ese momento que lo hizo, el castaño lo miró con apenas fuerzas.


—No lo hagas—le dijo, llamando la atención de Nam Joon—, no lo merezco. Ve y busca a quien cuidar.


—¿Con quién hablas?—el peliblanco miró hacia la misma dirección que el otro, pero claramente no podía verlo.


El joven Jeon Jung Kook permanecía en silencio. Después de que su alma fuera arrebatada por el demonio, su cuerpo quedó vacío. Pero gracias a que Yoon Gi luchaba por liberarse, también lo hizo con algunas de las almas en pena que Amon usó para alimentar su poder. Una de ellas fue la de Jung Kook; la muerte fue inevitable, pero su alma fue devuelta como la de un ser celestial debido a su inocencia y, recuperando su aspecto físico, fue guiado hacia Jin. Ahora era un ángel, al igual que lo había sido el castaño, pero la intención de Kook no era cuidar de nadie, sino darle a Jin lo que había perdido hacía mucho, su inmortalidad.


—Fui guiado hasta a ti para hacer esto, sé que harás más que yo. Cuida de Ji Min, por favor.


En ese momento, Jung Kook cerró sus ojos y se fue transformando en un especie de polvo brillante que atravesó el cuerpo de Jin como una delicada brisa. El castaño sintió una sensación totalmente diferente, sus heridas sanaron, la energía volvió a él y sus alas volvieron a nacer.

Lu Han y Nam Joon presenciaron la recuperación de Seok Jin asombrados, sin poder hablar. El ángel pudo ahora extender sus nuevas alas, más grandes y fuertes, de un color blanco tan puro y hermoso como lo había sido el acto de aquel chico hacia él.



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