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Unos minutos antes...


Lu Han estaba acomodando sus libros en la estantería de la habitación. Clasificó todo por orden alfabético, ya que había sacado algunos para volver a leerlos.

Después de hablar con Ji Min sobre lo que creían que podrían hacer definitivamente para atrapar al demonio, se dio cuenta de que ahora era mucho más complicado. No sólo porque la sospecha de que algo pasaba entre ellos era más que obvia, sino que también ahora había aparecido ante sus ojos un ser celestial. No comprendía de dónde procedía, ni por qué estaba junto al profesor nuevo; pero el presentimiento de que podía ser algo que los frenara no abandonaba sus pensamientos.

Tenía en claro lo que hacer, ya que según Ji Min le contó no saber nada del paradero de sus padres, podían atraparlo en su propia casa ya que ahora no había nadie cercano a Ji Min que pudiera sufrir las consecuencias de un mal actuar, aunque sonaba terrible no saber sobre el paradero de los padres, al menos no estarían cerca. Lu Han no creía que estuviesen muertos, lo que era seguro es la forma de jugar con las mentes que tenía ese ser demoníaco. Lo estaba volviendo loco a Ji Min y si no hacían algo pronto, esa locura llegaría hasta el límite.

Era un poco tarde y Lu Han apenas comió de lo que su madre preparó para cenar; últimamente el apetito se le iba, se centraba en otras cosas y olvidaba comer. Ahora tenía la certeza de estar cerca de su objetivo. Averiguar quién era ese demonio o por qué había hecho tal cosa como poseer a un humano no estaba tan lejos de lo que creyó. Se dio cuenta de que si había una palabra para describirlo, esa era la de ira. Según Ji Min, la violencia y ganas de venganza en él nunca fueron algo que lo mantuviese sediento, y al llegar ese demonio eso cambió. Confesó, incluso, que le gustó lo que hizo y tenía ganas de más. Y con esto, Lu Han temía que Ji Min se volviese un monstruo.

A punto de terminar toda la organización de su cuarto, pasó a acomodar un poco la ropa de sus cajones. Estuvo doblando y apilando camisas tranquilamente. En algún momento escuchó algo extraño que lo hizo detenerse. Miró de reojo hacia la ventana y se acercó para cerrarla. Volvió a su tarea, pero otra vez sintió un ruido; no quiso voltear a mirar hacia atrás, no era necesario, el espejo que tenia enfrente se suponía que delataría a un posible intruso, pero Lu Han no sabia que ciertas cosas no se reflejaban en los espejos. Los espíritus por ejemplo eran algo que nunca logró ver a través del espejo, sólo la visualización directa era el camino.

Por eso, dado que no había nadie más que él en ese espejo y que se escuchaba una voz, no quería girar y darse una sorpresa. Respiró hondo para relajarse y, repentinamente, unas plumas blancas viajaron hasta frente sus ojos. Algunas cayeron sobre sus pies y las observó. Se hacía una idea de lo que era, por lo que no se vio tan asustado, pero aun así tenía miedo.


—Lu Han—escuchó su nombre—, no te asustes.


—¿Quién eres?—preguntó sin siquiera girarse.


—Tú deberías saberlo, ¿no?


El castaño de grandes alas dio unos pasos para quedar frente al muchacho. Su hermoso rostro deslumbró a Lu Han, hipnotizándolo. El brillo en sus ojos era algo que nunca vio en otra mirada. Seok Jin era un ser que no rozaba la perfección, sino que era la misma en su totalidad. Extendió un poco sus alas para espabilar al otro castaño que lo miraba perdido. Consiguió que pestañease; movió su cabeza levemente y volvió a la realidad.


—¿Por qué iba a saberlo?—le contestó por fin— Nunca en mi vida te vi. Es más, nunca en mi vida vi a un ángel.


Seok Jin se cruzó de brazos y observó un poco el cuarto del chico. Espacioso, amueblado con lo necesario, cuadros de pinturas, muchos libros en su estantería... Era el típico cuarto de un estudiante al que se le podía calificar como nerd. Y si bien Lu Han daba esa apariencias y era un buen estudiante, él no se consideraba como tal. En realidad creía que era una palabra que daba mucho pie a las bromas, a la discriminación y demás cosas. Sus compañeros nunca entendieron cómo acabó formando parte de la pandilla de Oh Se Hun y cómo es que tampoco había recibido una paliza.


—Tus ojos son iguales a los de él— comentó, acercándose al chico y tomándolo del mentón para mirarlo con detalle—.Pero a pesar de eso no veo malas intenciones en ti. Eres un buen chico.


El tacto de la mano de Seok Jin era suave, incluso a penas se podía sentir. Lu Han no podía apartarse de él, volvió a mirar su hermoso rostro y comenzó a pensar lo extraño que era el poder ver algo como aquello y sentir cómo tocaba su cara. Desde niño, y gracias a su abuela, Lu Han pudo comprender muchas cosas, aprendió lo impensable y siguió avanzando en cuanto a conocimientos para perfeccionarse. Según tenía entendido, si podía sentir el tacto de algún espíritu era porque éste tenía algo importante que hacer antes de partir, como si quisiera volver a la vida por qué dejó cosas pendientes, cosas que iban más allá de despedirse de un familiar o arreglar malentendidos. Por ello, Lu Han intentaba relacionar eso con el poder sentir el tacto del ángel que estaba frente a sus ojos.


—¿A qué te refieres con él...?


—Si viajamos unos cuantos años atrás— lo soltó sutilmente, casi acariciando su mentón— y nos adentramos en ese hospital, nos encontraremos con un anciano alto y delgado que era dueño y director del lugar; solía llevar una bata blanca que acababa manchada de rojo. ¿No es así?


—¿Cómo sabes eso?— Lu Han empezó a dar unos pasos atrás hasta que chocó con su armario.


—Porque siempre estuve ahí, protegiendo a alguien.


El joven médium se sentía muy confundido. Tratando de buscar la relación del ángel con él, entendía que quizás la presencia de él se debía a que quería saldar alguna cuenta o arreglar algún asunto que, por culpa de su antepasado nunca pudo concretarse. Descartaba la posibilidad de que quisiera cobrar venganza ya que le dijo que no le haría daño. Por ello se sentía tranquilo, pero no dejaba de estar enredado en su propia cabeza al recordar las cosas que su abuela le contó acerca del Dr. Lu. Tomó aire y, con la intención de que le contara algo más, dejó atrás su miedo y abrió su boca para hablar. En ese momento, su madre pasó cerca de su cuarto y entró para preguntarle si recordaba a qué hora llegaba su padre del trabajo. Justamente, en ese momento sonó el timbre.


—Seguro es papá— dijo el chico con una sonrisa.


Su madre asintió y bajó, ya que veía a su hijo ocupado. En cuanto se cerró la puerta, Lu Han suspiró pesado, temiendo que su madre lo hubiese escuchado hablar solo. Seok Jin se sentó sobre la cama en posición de indio y miró al joven, ladeando su cabeza de forma infantil. Y ahora que estaban de nuevo solos para poder hablar, Lu Han le pidió que le explicara todo.


—Necesito saber...


Lu Han fue interrumpido por un fuerte sonido que provenía del piso de abajo. Creyó escuchar a su madre gritar antes de eso, pero por alguna razón pensó que eran voces molestas. Ambos abrieron los ojos de golpe, sorprendiéndose. Lu Han no dudó en salir corriendo del cuarto y bajar las escaleras a toda prisa. En cuando bajó, vio la escena. Su madre bajo un charco de sangre y, a un costado contra la pared, Park Ji Min.

Corrió a abrazar el cuerpo de su madre; un grito que casi desgarró su garganta retumbó en los oídos de Ji Min y también en los de Seok Jin. Éste último había bajado también. Observó la escena y sintió el pecho agitado. Con sus pies descalzos corrió hasta el castaño y su madre y lo miró a los ojos asustado.


—¡Por favor, ayúdala!— gritó Lu Han, con los ojos llenos de lágrimas.


Seok Jin echó un rápido vistazo a aquel cuerpo que se encontraba agazapado contra la pared y manchado de sangre, sintiendo una terrible angustia. Juntó sus manos y volvió la vista al cuerpo de aquella mujer. Tocó la frente de ésta, donde la herida de la bala era más que notable y en pocos segundos logró cerrarla. El pecho de la mujer volvió a moverse, dando signos de que respiraba. Lu Han, tembloroso, le tomó el pulso y lo sintió latir, al mismo tiempo que un gran alivio caía sobre su cuerpo, a punto de desplomarse. Miró al chico de alas blancas en un puchero, sin dejar de llorar y no pudiendo pronunciar una palabra, le susurró un "gracias".

El castaño abrazó a su madre con fuerza y después Seok Jin lo ayudó a acomodarle en su cuarto, mientras que el pelinegro seguía temblando y llorando por lo que acababa de hacer. Lu Han volvió hasta él y sin poder ocultar su enojo y rabia lo golpeó.


—¡Maldito!—le gritó mientras le daba puñetazos y Ji Min se cubría sin fuerzas—¡Basura!


—Lu Han, deja de golpearlo— Seok Jin frunció el ceño y tiró de su camisa para detenerlo, dejándolo apartado a un lado. Se agachó para mirar al pelinegro, intentó que lo mirara a pesar de que sabía que era imposible—.Creo que he visto a este chico antes, y no en la escuela.


Ji Min se agarró la cabeza. Su cuerpo temblaba como una hoja; estaba muy asustado, no sabía qué había ocurrido. Quería irse lejos y no volver.


—Lo siento, lo siento— murmuró entre sollozos mientras que Seok Jin lo miraba con lástima y Lu Han, a pesar de que sabía que no había sido su intención, el odio en sus ojos no se iría tan fácilmente.

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