Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

39 I

Somos buenos para nada más que ser todo lo que es malo.

Sabemos lo que somos y lo que queremos decir

y no nos importa quién está escuchando.

Nosotros no nos rebelamos para vender, sólo nos sienta bien.

Nosotros somos jóvenes brillantes.



La casa de los Byun no estaba muy lejos de la escuela; sólo a unos veinte minutos caminando. Estaba situada en un barrio privado y como Ji Min supuso, era de lo más extravagante. No llegaba a ser una mansión como la de Se Hun, pero no estaba muy alejada de llegar a serlo. 

Eran las once de la noche y la música sonaba tan fuerte que podía oírse aun sin haber entrado por completo al aparcamiento de la residencia. Las ganas de estar ahí eran nulas para Ji Min. Con solamente ver todo el alboroto afuera con sus compañeros riendo, gritando y moviéndose al ritmo de la música como si fueran unos idiotas sin sentido de la danza, se molestó.

 Yoon Gi iba delante de él, con paso firme. Su apariencia se veía muy diferente. A Ji Min le encantaba, no se iba a negar. Esos jeans negros rotos y esa sudadera fina complementada con una chaqueta de cuero negra realmente lo hacían muy atractivo y seductor a la vista de cualquiera. Incluso se había peinado diferente. En cambio Ji Min no se vistió como la gran cosa, fue de lo más sencillo.

La hora de entrar y de llevar la situación con total normalidad, como si nada pasara, estaba por llegar. Ambos ingresaron y, ante la mirada de curiosidad de unos y de incredulidad de otros porque el marginado de Park Ji Min asistiera a una fiesta, se hizo más que evidente. Pero más allá de prestar atención a Ji Min, en quien más se posaron las miradas fueron en Yoon Gi.

A lo largo de un pasillo, se podía acceder a la sala principal, donde el verdadero alma de la fiesta se encontraba. Jugando al billar y mostrando su deslumbrante sonrisa adorable, Baek Hyun, el chico de apariencia de modelo con delicadas facciones, divisó a Ji Min y alzó su mano para saludarlo. Se alejó de la mesa sólo para ir corriendo hacia él, pasando por al lado de Yoon Gi como si no existiera.


—¡Park Ji Min!—dijo entusiasta—No puedo creer que hayas venido.  

   

Al pelinegro no le terminaba de caer muy bien ese chico; como había dicho antes, le resultaba bastante pesado. Pero para no ser tan maleducado, le regaló una sonrisa algo forzada y cuando éste lo abrazó, lo empujó  mirando a Yoon Gi.


—Sí... yo tampoco puedo creerlo.


Baek acomodó su cabello en un sutil gesto que lo caracterizaba y siguió la mirada de Ji Min hasta encontrarse con la de una nueva, una mirada que nunca antes vio. Como era tan amigable y decía las cosas sin pelos en la lengua, se acercó descaradamente hasta Yoon Gi y lo inspeccionó de arriba abajo.


—¿Y este muchacho tan atractivo?—sonrió de lado y, girándose para mirar al otro, alzó sus cejas insinuante.


—Es...— Ji Min ni siquiera sabía cómo presentarlo, si hubiese podido le habría dicho "Este el maldito hijo de puta que está arruinando mi vida"— Min Yoon Gi, un nuevo alumno.


Al ser presentado de forma tan seca y desagradable (hasta aburrida), Yoon Gi tomó la mano de Baek Hyun y la estrechó con fuerza. El chico le correspondió el saludo, impresionado por su buena imagen y se quedó mirándolo por un buen rato. Después de eso, quien había estado con él jugando al billar, Park Chan Yeol, lo llamó. Inmediatamente le soltó la mano y mostró sus dientes, una vez vez más, en un gesto de pura amabilidad.


—Un gusto Yoon Gi. Espero que se diviertan, son libres de hacer lo que les plazca.


Dicho eso se alejó de ambos y volvió corriendo a la mesa. Abrazó a Chan Yeol, colgándose de su cuello y lo besó sin ninguna vergüenza. Quienes estaban al rededor de ambos empezaron a silbar y a animarlos a que fueran más lejos.  Ji Min arrugó su cara y miró hacia otro lado, incluso tomó otra dirección. Caminó hacia la cocina y, una vez ahí, tomó una bebida de la cual desconocía su origen a pesar de que la olió, pero dado que tenía sed y estaba molesto, simplemente bebió de un sorbo lo poco que había.

No quería cruzar palabras con nadie, sólo quería que ese plan tan improvisado de Lu Han saliera bien. Se suponía que debía mantener a Yoon Gi a su lado en todo momento, pero creía que eso era una tarea algo complicada. Si bien creía que podría, el peli gris con tan solo estar unos pocos minutos allí, se rodeó de gente. Sobre todo de mujeres. Algunas se le acercaban descaradamente al oído y reían, otras lo tocaban como si fuera un objeto. A Ji Min le jodía muchísimo verlo divirtiéndose con todas esas ilusas que creían poder tener algo con él. Y sonaba muy mal incluso hasta para el propio pelinegro, pero por un momento pensó que no le molestaría si Yoon Gi se llevaba el alma de alguna de esas interesadas.


—¿Por qué tan malhumorado?—Yoon Gi se acercó al pelinegro, quien seguía bebiendo casi escondido en una esquina de la cocina.  


—No me gustan las fiestas—respondió con sequedad, sin mirarlo y dando otro sorbo exagerado.

    

—Entiendo, estás aburrido—sonrió y le quitó el vaso para beber—No te preocupes, puedo hacer que esto se vuelva divertido.


Esa palabra en boca de Yoon Gi era sinónimo de problemas. Estaba claro que su diversión no era la misma que para Ji Min. No podía dejar que hiciera nada a nadie, por lo que debía distraerlo de algún modo hasta que Lu Han llegara.


—No es necesario que hagas nada.


—Claro que sí, te haré sonreír—bromeó y le dio una palmada en su hombro—.Se me acaba de ocurrir algo.


—Yoon Gi...


El peli gris, ansioso por ejecutar su idea, recorrió la planta baja en busca de los interruptores de la luz. Ji Min lo siguió, nombrándolo constantemente para que no hiciera nada, pero sus palabras eran inútiles, nunca lo escuchaba.

Se cruzó con mucha gente de por medio. Unos borrachos, otros seguramente bajo los efectos de alguna droga... El hijo talentoso de los Byun solía ser un ejemplo a seguir, pero al juntarse con Chan Yeol las cosas cambiaron. Aquella fiesta no tenía intenciones de celebrar nada, sino más bien de vender y comprar sustancias ilegales. Ji Min se preguntaba dónde estaban los padres de ese chico, aquellos que una vez conoció estando en el despacho del director, quien era familiar de los Byun.

La buena imagen que tenía Baek Hyun, de ese hijo perfecto y sano, se arruinó debido a las malas compañías. Pero sabía como ocultarlo frente a su familia, no era ningún idiota.

Yoon Gi logró encontrar lo que buscaba. La puerta que daba al sótano se abrió y con la intención de bajar hasta tener al alcance los interruptores, dio un paso en el primer escalón, pero Ji Min lo agarró de la mano y tiró de él con fuerza.


—¿Qué estás haciendo?—se molestó al notar que no lo dejaría ir—Voy a ponerle diversión a esto.


—No, no hagas nada. Yoon Gi—el menor pensó con rapidez para que Yoon Gi no lograra su objetivo, y sabía que tenía una sola opción—, quiero que te diviertas sólo conmigo.


Ji Min se acercó de más hasta ese hermoso rostro con la intención de retenerlo. Era el modo que tenía de que no siguiera ni pudiera hacer lo que fuera que planeaba. Por eso, al ver que Yoon Gi lo miraba con ansias, continuó con su juego.


—¿Por qué te empeñas en proteger a los demás?


El cuerpo de Ji Min se pegó al otro, dejándolo contra la pared. Lo tomó del rostro con ambas manos y lo besó con rabia, ignorando sus palabras.

Yoon Gi lo agarró por la cadera sin pensarlo y dejó que su lengua y la otra se encontraran para saborearse. Divertirse con Ji Min así era mucho mejor que arruinar aquella insignificante fiesta de adolescentes.

La forma de besarse era descontrolada, como si hubiesen necesitado de contacto hacía un tiempo. Ji Min no quería que nadie lo viese de ese modo con Yoon Gi ya que seguramente sería motivo de burla o de entretenimiento en la escuela al día siguiente. Por eso, lo llevó hasta aquel sótano y cerró la puerta. Bajaron las escaleras de madera y al llegar abajo, quien tomó el control de la situación fue Yoon Gi.

Acorraló al pelinegro contra la pared y lo miró fijamente. Relamió su labio de manera provocativa y se acercó hasta el oído del otro, rozando su boca por el costado de su rostro.


—No tendré piedad—le susurró, mientras recorría el cuello del menor con sus dedos—Te follaré tan duro que pedirás más y más...


Una corriente atravesó todo el cuerpo de Ji Min. Se estremeció como nunca antes y, si bien eso lo había excitado, el miedo también se presentó ante él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro