36
Si mueres cuando no hay nadie mirando
y tus valores caen y eres olvidado.
Si te matan en su TV, tú eres un mártir y un cordero de Dios.
Nada va a cambiar...
Nada va a cambiar el mundo.
El silencio dentro de su propia casa era algo que siempre deseó, pero no de ese modo. Entró sin mucho ánimo y dejó sus pertenencias escolares a un lado, en la mesita del pasillo de la entrada. Se asomó por la puerta de la cocina y al ver que no había nadie allí, tomó algo para saciar el poco apetito que tenía. No estaba comiendo prácticamente nada, pero a pesar de eso parecía que a su cuerpo no le importaba mucho. En la escuela comía de las muchas porquería que vendían en la cafetería. Sus pensamientos y preocupaciones lo dejaban sin hambre.
Terminando el último sorbo de jugo que había en su vaso, decidió subir a su cuarto. Como se había imaginado, Yoon Gi estaba ahí, pero su actitud se veía diferente, o eso era lo que sentía debido al sueño que tenía.
Lo ignoró y simplemente se sentó en la silla del escritorio. Tomó uno de los libros que había sobre la mesa y empezó a leer. Los exámenes finales se estaban acercando y ni siquiera había echado un vistazo a los temas que debía estudiar. Si no lograba pasarlos con éxito, podía despedirse de ingresar a la universidad.
No escuchó nada salir de la boca del peli gris por al menos unos diez minutos. No pudo concentrarse debido a eso y los nervios comenzaron a invadir su cuerpo. Lo que leía se le olvidaba al instante y tenía que volver a revisarlo unas dos veces. Yoon Gi estaba sentado al borde de la cama, observándolo y sin hablar. Era bastante perturbador; la atmósfera era rara y Ji Min no supo qué debía hacer, le extrañaba mucho esa actitud. En un momento se giró, lo más disimulado que pudo, para mirarlo. Cuando lo hizo, Yoon Gi estaba de pie tras su espalda, lo que lo hizo dar un pequeño respingo del susto. Vio que en su mano sostenía algo, pero no distinguió lo que era.
—¿Cómo fue tu día?—preguntó serio.
—Que te importa— esas palabras salieron de inmediato, sin pensarlo.
—Que maleducado—Yoon Gi dio un paso para quedar a su lado, se apoyó sobre el escritorio y le extendió un papel que sostenía en su mano. Ji Min lo miró absorto, sin entender en qué momento lo había obtenido—Encontré esto cerca de la escuela. ¿No ibas a invitarme?
Era uno de los papeles que habían estado entregando por toda la escuela, sobre la fiesta de Baek Hyun. Su corazón se aceleró debido a que no podía tratar de imaginar si acaso había estado alrededor de la escuela durante todo el día, o simplemente lo encontró de casualidad porque estaba de paso. Ji Min decidió hacerse el desentendido, como si nunca hubiese escuchado acerca de eso.
—Estoy estudiando, déjame —desvió la mirada de nuevo al libro.
Yoon Gi soltó un bufido que pareció más una risa. Apoyó el papel sobre el libro que el otro leía, tapando las letras. Dibujó una sonrisa de lado en sus labios y buscó la mirada del menor.
—Vamos, Ji Min, no seas tan aburrido—con una de sus manos lo tomó por el mentón y lo obligó a mirarlo—.Quiero divertirme.
La emoción al escuchar eso se transformó en preocupación. Tal como le dijo Lu Han, debían ir ambos y entonces ahí lo atraparían. Fue lo mejor dejar que surgiera la propuesta por parte de él, porque si era al revés la sospecha de que algo pasaba iba a ser muy evidente. Y como siempre, para seguir fingiendo dentro de su papel, Ji Min se negó. Movió su cabeza, sin decir una palabra.
—Oh, sí. Claro que iremos—Yoon Gi apretó un poco el rostro del pelinegro entre su mano, dejando que soltara un quejido.
Su piel empezó a arder al notar los dedos del peli gris clavarse en él. Lo sentía con más fuerza, incluso podía notarlo en su voz. Ésta era más profunda y daba mucho más miedo que antes cuando le soltaba una amenaza. Ji Min empezó a creer que debía tener cuidado con cualquier cosa que dijera, si lo molestaba podía ganarse un muy mal momento y la verdad es que ya no quería verse sometido a su violencia de nuevo. Lo miró con el ceño fruncido por un buen rato. Seguía molesto, aparte, con sus compañeros por el simple hecho de que se les antojara hacer una fiesta a esas alturas.
—Está bien, pero suéltame—dijo entre dientes, intentando apartar su rostro del agarre.
—Que rápido cediste —lo soltó y se quedó observándolo fijamente.
Su mirada abrumadora incomodaba tantísimo a Ji Min que creía empezar a temblar en cualquier momento. No debía fiarse de nada de lo que dijera o hiciera. Sus labios quedarían sellados hasta que se presentara una situación en la que sus palabras debieran ser necesarias.
Por esto siguió con su estudio hasta que pasaron unas dos horas. Dos horas en las que Yoon Gi no hizo nada para molestarlo. No se acercó a él, no le habló, ni siquiera intentó distraerlo con sus sucios juegos.
Ji Min se estaba volviendo loco de tan solo pensar que tramaba hacer algo. Pero Yoon Gi lo único que hacía era jugar con su mente.
—Estás muy callado...—se atrevió a hablarle.
Yoon Gi, quien estaba muy cómodo en la cama, se incorporó y quedó sentado observando al menor con una leve sonrisa.
—¿Callado? Tú estás extraño. Mucho...
—Yo estoy igual que siempre.
—Claro, Ji Min. Por eso tu pulso aumenta en cada momento que tratas de hablar conmigo. ¿Estás nervioso?¿Pensando mucho en si hoy estuve observándote sin que te dieras cuenta?
Ji Min tragó grueso. Su espalda se enderezó ligeramente y sintió un hormigueo muy molesto en su pecho. Le jodía no saber si Yoon Gi le insinuaba algo o sólo trataba de asustarlo. Pero a pesar de todo lo que fuera a soltarle no iba a dejarse atrapar, o lo que fuera que intentara hacer.
—Siempre estás observándome, así que ni siquiera pienso en ello.
—Entonces dado que crees que siempre estoy observándote, no tratas de hacer nada que vaya a perjudicarlos, ¿verdad?
—¿Perjudicar a quién?—el menor hizo un intento porque su voz no sonara temblorosa.
Yoon Gi no era ningún idiota y sabía perfectamente que Ji Min estaba haciéndose el tonto, jugando el papel de desconocedor de sus malévolas intenciones. Y si eso, en cierta parte, le daba algo de gracia porque era muy obvio con tal solo escucharlo hablar, por otro lado, lo irritaba.
—Te diré algo, Ji Min—el peli gris se levantó y se acercó al otro, quedando frente a frente. La distancia entre ambos rostros era de apenas unos pocos centímetros—.Si vas a jugar a fingir que no sabes de lo que hablo, entonces te lo aclararé de nuevo. Si le tienes una pizca de aprecio a los ineptos de tus padres, estoy seguro de que no harás ninguna estupidez, ¿estoy en lo cierto?¿Te estás portando bien o debo volver a enojarme contigo?
—Yo no soy ningún asesino como tú...
A pesar de decir eso, estaba mintiendo. Su corazón se volvió a precipitar con tan sólo imaginar lo que Yoon Gi podría hacerle a sus padres. La situación ya sobrepasaba el límite y quizás en el momento menos esperado ellos podrían sufrir un percance debido a su estado catatónico. Ji Min sólo quería que las cosas salieran bien, debía poner toda su confianza en Lu Han y colaborar para librarse del problema. Pero si bien su objetivo principal era deshacerse del demonio, también quería poder ayudar a ese chico, al verdadero Yoon Gi. Ese momento en que lo vio llorar despertó algo dentro de su mente y cuerpo, una sensación inexplicable de empatía y unas ganas de abrazar su cuerpo y decirle que lo ayudaría, pero por desgracia el miedo a que algo malo pasara fue más grande y no pudo hacerlo.
Haría todo lo necesario para que el plan, fuera cual fuera, saliera a la perfección; y por su puesto, tratando de que nadie saliera herido. No podía dejar que Yoon Gi hiciera algo como lo ocurrido en la escuela. Todo era un riesgo, pero si debía mantenerlo distraído, dejaría que hiciera lo que quisiera con él.
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