35
Lu Han lo había visto todo. Después de escuchar a Ji Min hablar sobre un hospital, un acta de defunción fechada en el 1866, todo se revolvió en su interior. Su abuela le había hablado acerca de sus antepasados. Él creía que todos habían sido médiums que generación tras generación habían ayudado a muchas almas en pena a poder descansar como debían. Pero de entre toda su familia había alguien del que nunca se hablaba. Ese era el doctor Lu. Padre de tres hijos, casado con una buena mujer que supo seguir adelante después del suicidio repentino de éste; nunca fue muy bien visto dentro del circulo familiar.
Escuchó toda la historia de las atrocidades que cometía, de los rituales que realizaba. En verdad a Lu Han le dolió saber eso. Le dolió incluso más cuando vio los recuerdos de Ji Min al hacer un contacto más profundo valiéndose de sus capacidades y todo lo que su abuela le enseñó. Había visto también y sentido aquellos actos sexuales que el demonio cometió contra la voluntad del chico. Le asqueó y le dejó una horrible sensación en el cuerpo.
Ahora debía planear algo con toda la información que tenía. Quería ayudar a Ji Min simplemente para vengar a su abuela, porque se estaba arriesgando demasiado al no haber tratado nunca con un demonio que parecía ser tan poderoso. Su abuela no le enseñó cómo debía hacerlo, qué pasos había que seguir para librarse de algo como eso. Lu Han tenía miedo; miedo de que algo saliera mal.
La idea de que Ji Min asistiera a la fiesta en casa de Baek Hyun era lo único que se le ocurría. Era una forma de poder atraparlo sin que sospechara nada; Lu Han sabía que no podría resistirse a una fiesta llena de jóvenes descontrolados de los que podría alimentarse. Estaba siendo un riesgo eso también, que el demonio considerara quitarle la vida a quienes fueran a sumarse a la diversión, pero no tenía otra cosa en mente. Además, tenía la ayuda de Se Hun.
Ji Min terminó sus clases y, de vuelta a casa, se encontró con Ho Seok por el camino. El chico seguía muy afectado por la muerte de Jung Kook y su expresión facial lo reflejaba incluso a varios metros de distancia. Caminaba con la cabeza agachada y se mordía el labio constantemente.
Aceleró un poco sus pasos para acercarse hasta él. Nunca habría tratado de ser amable con alguien que sabiendo todo lo sufrió, no lo defendió. Si bien a Ji Min no le interesaba empezar una amistad con él, tampoco quería ignorarlo. Ambos llevaban consigo el dolor de haber perdido a alguien importante en sus vidas.
—Ho Seok—lo llamó sin apenas levantar la voz—¿Cómo has estado?
Su pregunta era muy absurda, la respuesta obvia. Ho Seok levantó su cabeza y lo miró sin decirle nada. Se veía bastante mal, incluso parecía afectado por otra cosa. Tenía un color muy oscuro alrededor de sus ojos, como si hubiese recibido un golpe. Pero en realidad el chico no había dormido prácticamente nada.
—Ji Min...—su voz sonaba apagada, hasta con un poco de molestia. Pasó una mano por su cara para espabilarse aunque fuera un poco—Lo siento, no tengo mucho ánimo hoy.
—Lo entiendo—Ji Min quedó en silencio, algo incómodo ya que Ho Seok parecía no tener intención de escucharlo—¿Y Tae Hyung?
Cuando dijo ese nombre, Ho Seok lo miró con el entrecejo fruncido. Precisamente su cara se debía a aquel chico. Soltó un suspiro y aunque su intención era marcharse, no podía guardarse el malestar que sentía por lo que había pasado entre ambos.
Ho Seok miró a su alrededor y tomó el brazo del pelinegro para llevarlo a un lugar más oculto. Pasaba gente por la calle y temía ser oído por alguien más.
—Escucha, sé que no somos amigos ni nada parecido, pero creo que eres el único a quien puedo contarle esto—volvió a mirar, vigilando que nadie estuviera muy cerca de ambos—. Tae Hyung me dijo algo y yo... Creo que me odia.
Al pelinegro le sorprendía que Ho Seok fuera a contarle algo que, al parecer, era muy personal. Se mantuvo en silencio esperando atento y paciente a que las palabras pudieran salir de su boca, ya que se veía un poco nervioso. Era la primera vez que se sentía alguien importante, porque nadie antes le había querido contar sus problemas, ni si quiera Jung Kook, aunque éste había sido un niño muy callado y reservado en lo que a su vida personal respectaba.
Ho Seok movía su pierna de manera incontrolable, haciendo un leve sonido golpeando con el talón el suelo. Le resultaba muy extraño estar a punto de contarle a Ji Min algo que lo afectó, pero quien estaba peor que él era Tae Hyung.
—¿Qué ocurrió?—se atrevió Ji Min a preguntar para romper ese silencio del otro.
—Me besó...—Ho Seok soltó aquello con un tono de voz extraño, no sonó como si le hubiera asqueado, pero tampoco como si estuviese emocionado o sorprendido—Mierda, no me mires así.
Los ojos de Ji Min lo miraron estupefacto, no pudo reaccionar de otro modo. Aunque en algún momento creyó que había algo entre esos dos, sobre todo por parte de Tae Hyung, quien era un chico algo cariñoso con el pelinegro, pero nunca creyó que llegara a eso.
—Perdón, es que no me imaginaba que...
—Sí, lo sé—lo interrumpió, chasqueando sonoramente su lengua—.Yo tampoco creí que fuera a hacer algo como eso. Le dije que estaba loco y lo empujé. Joder, no fue mi intención; estaba nervioso y no pude responder de otro modo. Lo hice llorar. Soy una mierda.
Dar consejos amorosos no era el fuerte de Ji Min, obviamente. Se sentía mal por Ho Seok y también al imaginar al pobre Tae Hyung siendo de algún modo rechazado, aunque Ho Seok no se veía repugnado por tal acción. Decirle que se sentía una mierda lo hacía pensar al pelinegro que le importaban los sentimientos de Tae y que le correspondía. Al menos le daba esa impresión. Sin saber qué hacer o decirle, le dio una palmadita en su hombro.
—Lo siento, Ho Seok, no soy bueno para estas cosas—se lamentó Ji Min, un poco avergonzado—, pero creo que deberías hablar con él. No creo que te odie...
—Siento estar contándote esto— el chico se revolvió los cabellos con cierta frustración y le sonrió levemente a Ji Min.
—No te preocupes por eso.
A veces a Ji Min (la mayor parte del tiempo) no le gustaba estar escuchando problemas ajenos porque creía que ya demasiados tenía él en su vida. Era esa clase de persona que se sentía mal al saber la desgracia que pasaba otro. Pero en ese momento no le importó escuchar a Ho Seok hablando sobre la repentina confesión de Tae Hyung. Incluso creía que podrían arreglarse y seguramente empezar algo más que una relación de amistad entre ambos. Y aunque pensara de esa forma positiva respecto a la relación de éstos, por otro lado temía que Yoon Gi decidiera hacerles algo. Ya lo había oído hablar de Ho Seok y que le parecía un chico interesante con el que poder entretenerse, pero antes de imaginarse que ya estaba haciendo algo, su primera víctima dentro de su círculo cercano fue Jeon Jung Kook.
—Te acompañaré a casa—Ho Seok le mostró una sonrisa algo más amplia y ante aquella propuesta, Ji Min tuvo que negarse.
—No es necesario, ve y habla con Tae.
Dicho eso, salió más o menos corriendo para que no lo detuviera para insistirle. Se alejó lo más que pudo del chico y decidió desviarse por un camino más largo. Quería pensar en cómo iba a resolver el tema de invitar a Yoon Gi a esa fiesta. A decir verdad, invitarlo no era buena idea. Olvidó y, maldijo por ello, que había arrugado y tirado al suelo el papel que sería su salvación. Cuando llegara a casa tendría que jugar el papel de inocente y esperaba que le saliera bien.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro