Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28

Y veo a todos los jóvenes creyentes, tu audiencia objetivo.

Y veo a todos los viejos impostores, todos simplemente cantamos su canción.

En el valle de la muerte somos libres

Tu padre es tu prisión, ya lo ves.

Tú sólo eres la copia de una imitación.




Todo era una confusión para Ji Min. Creía que algo raro pasaba, a pesar de no ser consciente de la hipnotización que Yoon Gi generaba con tan solo mirarlo a los ojos.

Sólo lo miraba como respiraba agitado y como su mandíbula se tensaba de tal manera que podía imaginar lo fuerte que apretaba sus dientes. Sí, Yoon Gi se veía muy enojado y Ji Min no sabía el motivo.

Por un momento creyó que podría haber dicho o hecho algo que provocara esa reacción, pero sinceramente no lo recordaba. Y no poder recordar lo ponía en una situación muy complicada.


—¿Qué ocurre?—se atrevió por fin a preguntar.


Yoon Gi lo miró rápidamente, con odio y muchas ganas de asesinarlo. Su interior seguía doliendo, era como sentir fuertes punzadas. Eso lo fastidiaba tanto... Sobre todo porque ahora que lo pensaba, Ji Min podría tener algo que ver con lo sucedido.


—¿Qué le dijiste?—le preguntó con voz ronca, exigiendo una inmediata respuesta.


—¿Qué le dije?—cuestionó sin entender—¿A quién?


Su actitud despistada no podía ser cuestionaba de ninguna manera por Yoon Gi, ya que fue él quien lo había hipnotizado. Pero le molestaba el hecho de que lo preguntara como si no se diera cuenta realmente de a quien se refería. Creía que en alguna ocasión Ji Min podría haberse acercado a ese chico que tanto estaba odiando.

En un principio Yoon Gi se sentía un poco incómodo con la presencia de Lu Han, pero no había llegado a tal extremo como el de hacía un momento. Si no lograba salir de la casa de los Oh cuanto antes, creería que podría haberse desmayado del dolor que se generó en su cuerpo. También, algo que le llamó la atención fue que escuchó una voz. No la pudo oír con claridad, pero supuso de quien había sido.

Después de lograr calmarse un poco y recomponer su cuerpo del dolor, se acercó hacia Ji Min y lo agarró del cuello. No le importaba su estado de desorden mental en ese preciso momento, porque estaba seguro de que algo había hecho a sus espaldas.


—¿El nombre de Lu Han te dice algo?—dijo entre dientes, apretando con más fuerza su cuello.


El nombre de ese chico, saliendo de los labios de Yoon Gi, claramente para Ji Min era una muy mala señal. Estaba jodido si creía que podía inventar algún tipo de excusa o desviar la conversación hacia otro tema para no hablar de él. Si bien no entendía lo que había pasado, suponía que se había ido una vez más al mundo de los sueños, pero en realidad no tenía mucho sentido ya que al darse cuenta del estado tan extraño del otro, estaba de pie y sentía una leve agitación a causa de haber corrido.


—N-no... Yoon Gi, me estás asfixiando—sus manos hicieron un torpe intento por sacárselo de encima, sabiendo que no tenía mucha más fuerza que él.


—Estoy muy, pero muy enojado, Park Ji Min—lo soltó de golpe y el menor cayó al suelo, tosiendo y respirando con dificultad. Yoon Gi dio unos leves pasos hacia la puerta y la cerró con brusquedad, haciendo que el otro se sobresaltara— ¡Estaba a punto de llevarme su alma, joder!


—¿Qué?


El cuerpo del menor se tensó y aun con la intención de poder recuperar algo de aire, se puso de pie y se ayudó apoyándose contra la pared. Siguió los pasos de Yoon Gi dar vueltas como un maldito loco por la habitación con notoria frustración y hosquedad por el hecho de que no se pudo alimentar de alguien más.


—Estuve a esto—hizo un gesto con sus dedos pulgar e índice dejando poco espacio entre ellos, para mostrarle lo cerca que estuvo de lograr su cometido—, de comerme el alma de Oh Se Hun. ¿Y quieres saber por qué te nombro a Lu Han?


—Yo...—Ji Min se sintió muy intimidado en ese momento en que Yoon Gi empezó a acercarse hacia él de nuevo, como si fuera a golpearlo.


—¡¿Quieres saberlo?!— le gritó, quedando a escasos centímetros de su cara— No, no quieres. Porque ya lo sabes muy bien... Y aún no me diste una respuesta concisa a lo que te pregunté antes. Si no hablas ahora mismo...


—¡Le pedí ayuda!— confesó Ji Min casi en un llanto. Se maldijo mil veces por haberle dicho eso, pero la presión era demasiada para él. Y empezó a suponer que ese era el tipo de respuesta que quería.


Yoon Gi torció su boca y sin dejar de fruncir sus cejas en señal de claro enojo, empezó a asentir con su cabeza y luego dio una gran palmada, otra vez sobresaltando al menor.


—¡Muy bien, bravo Park Ji Min!—pegó su cuerpo hacia él y como todas esas veces que había hecho, le susurró al oído de forma amenazante—Veo que con eso y con lo de tratar de asesinarme no aprendiste nada... Creí que eras un poco más inteligente, pero ya veo que sigues siendo un estúpido.


Y por supuesto que Ji Min sabía que era un idiota; estaba jugando con fuego y era totalmente consciente de ello. Intentar vencer al Diablo no era lo que pensaba. Incluso se planteaba la idea de dejarse llevar por sus órdenes, ser un esclavo y aceptar ese destino que lo torturaría eternamente. Estaba jodido, ese en definitiva era su problema. Y no había solución alguna, o eso creía él.


—No tengo nada que decir...—agachó su cabeza, sumiso.


—No importa. Yo te haré decir muchas cosas ahora mismo, además—con su mano agarró los cabellos del pelinegro y movió su cabeza hacia un costado para dejarle libre acceso a su cuello—no terminamos lo de antes. Vas a gemir como la perra que eres.


El cuerpo de Ji Min fue levantado y tirado violentamente sobre la cama. Otra vez, Yoon Gi iba a hacerlo.

Su ropa fue siendo casi arrancada, sabiendo que era el momento en que sufriría su castigo por ser tan bocazas. Su cara quedó contra el colchón, sus manos fueron atadas con su propio cinturón y en menos de lo que esperó, empezó a sentirlo entrar en él. La manera en que lo hacía era diferente a la otra vez, Yoon Gi estaba enojado y lo notaba en la forma en que lo penetraba, ni siquiera parecía querer satisfacerse a sí mismo, si no verlo llorar y sufrir a él por sus errores.

Ji Min ya no quería más, era doloroso y lo hacía sentir como una verdadera mierda. No quería ser usado así. Estaba cansado de todo.


—¡Gime, maldita sea!—Yoon Gi a la vez que incrementaba la velocidad, jalaba los cabellos de Ji Min haciendo que gritara por el ardor que sentía.


Sus piernas se sentían débiles, tanto, que esa sensación se apoderó de él completamente. Que Yoon Gi estuviese entrando y saliendo de él de esa manera tan violenta no le generaba nada placentero. Quería poder golpearlo, verlo escupir sangre y suplicándole que parase, como si fuera un intercambio de papeles con su agresor Se Hun.

Las cosas se estaban saliendo de control y a Ji Min le jodía no poder solucionar nada, y más sabiendo que Lu Han en realidad sí era consciente de lo que Yoon Gi era y no quería darle una mano. Pero era muy obvio que aquel chico nunca le prestaría ayuda, siendo uno de los amigos de Se Hun, era de esperar.

La tortura para el menor continuó; soportando las exigencias de Yoon Gi, el mal trato y la agresión. Tuvo que atenerse a sus órdenes, obligado a formar parte de un juego fetichista en el que debía recibir golpes y más golpes que marcaban su piel dejándola de color rosácea. Sus manos siguieron atadas en todo momento y luego una tela cubrió sus ojos, pero debido a las lágrimas la acabó empapando.

Su voz se quebraba, al igual que su cuerpo. No soportaría otra más de esas sesiones de castigo.


—Basta, te lo suplico, Yoon Gi...—le pidió en un tono de voz muy bajo.


—No puedes suplicarle nada al Diablo. ¿Crees te tengo lástima acaso?—dicho eso siguió sus embestidas hasta lograr terminar dentro de él.


Después de todo ese juego sadomasoquista que le había urgido, empezó a sentirse excitado y ver a Ji Min sufrir de aquella manera tan desprotegida, aumentaba sus ganas.

Ahora que sabía que Ji Min había pedido ayuda a Lu Han, no dejaría que lo humillara de ese modo. Un simple mortal no podía tener mucho más poder que él y, si acaso lo tenía, debía arrebatárselo junto con su vida.

Al acabar su castigo, Ji Min se sintió débil y mareado, su cabeza dolía mucho. Y por más que intentó incorporarse, lo que pasó fue que se desmayó y, lo último que vieron sus ojos fue la sonrisa macabra de Yoon Gi a su lado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro