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22

Yo nací así, todo se vuelve mierda.

El niño que amabas es el hombre al que temes.

Reza hasta tu número, dormido en tu dolor

tu manzana ha estado pudriéndose.

Mañana aparecerán muertos.

Yo lo tengo todo y no tengo opción.

Pero los haré pagar a todos y verás.



Un día más. Otro en el que debía levantarse para ir a la escuela. La rutina ya lo estaba cansando. Era como dar vueltas en un círculo. El día siguiente era como el de ayer, repetitivo.

Apenas durmió por culpa de lo ocurrido. Yoon Gi lo había violado. Se sentía repugnado y quería borrar ese momento de su mente, pero no podía. Se obligó a relajar su cuerpo en ese horrible momento, porque sabía que si se resistía iba a ser mucho peor. Lo odiaba y maldecía ese momento que aceptó hacer un trato con él.

¿En qué salía beneficiado? En nada. Sus padres eran unos zombis, Se Hun lo seguía maltratando, todos lo odiaban...

Lo único bueno era su cuerpo.

Salió camino a clases y cuando llegó, se encontró con el mismo panorama de siempre.

Fue hacia su primera clase y, cuando ingresó, todos se giraron a mirarlo. Ji Min no comprendía el por qué de esas miradas, todas juntas, posadas en él. Caminó hasta su lugar, ignorándolos por completo. Pero no dejaron de mirarlo incluso ya sentado.

Se estaba hartando.


—¡¿Qué miran?!—les gritó, irritado.


Todos se giraron para volver a charlar en su gran ronda.

A decir verdad, a Ji Min no le daba curiosidad saber de qué rumor era parte ahora, pero sí le parecía raro que todos lo hubieran mirado de esa manera al mismo tiempo. De todos modos, decidió concentrarse en sus clases e ignorar todo lo demás.

En su hora libre ni siquiera salió del aula. Se quedó con la cabeza apoyada sobre el pupitre, pensando qué hacer con su horrenda y arruinada vida.


—¿Ji Min?


Una voz que reconocía, llamó su atención. Tae se asomó por la puerta y luego entró, a paso lento. Su rostro estaba serio, hasta podría decirse que triste. Se sentó al lado del pelinegro y lo miró.


—Ji Min... Hay algo que debo contarte—le dijo en un tono bajo.


El presentimiento que tenía debido a esa entonación tan sombría lo hacía pensar cosas malas. Levantó su cabeza y miró al chico a los ojos.


—¿Qué ocurre...?


Tae Hyung tragó saliva. Agachó un poco su cabeza y luego la volvió a levantar.


—Jung Kook...—pronunció aquel nombre casi con un quiebre en su voz—Él desapareció.


—¿De qué hablas?—Ji Min se irguió en el asiento, abrió sus ojos y sintió su corazón a punto de detenerse—¿Cómo...?


El otro se encogió de hombros. Apenas en la madrugada se enteraron debido a que los señores Jeon les avisaron a él y a Ho Seok.


—No lo sé. Sus padres nos llamaron a Ho Seok y a mí desesperados después de volver de un viaje, preguntando si estaba con nosotros—se detuvo y suspiró—No tengo idea de cómo pudo pasar esto.


Las manos de Ji Min se cerraron en un puño. Ya estaba sospechando quién había sido el culpable. Definitivamente había sobrepasado la raya.


—¿Sabes a qué hora ocurrió?—lo interrogó.


—Espera, ellos me dijeron...—Tae cerró sus ojos y trató de recordar—Creo que alrededor de las 19:30-20:00.


—Maldito hijo de puta, Yoon Gi...—murmuró entre dientes y se levantó de golpe del asiento, asustando a Tae.


—¿A dónde vas Ji Min?—Tae lo miró confundido por su reacción.


Los pies del pelinegro se movieron rápidos, acelerados y torpes en busca del peligris. Si llegaba a encontrarlo, le rompería la cara, con lo que fuera y no le importaba nada. No podía dejarlo salirse con la suya de ese modo. Se paseó por toda la escuela, pero no dio con él. Con quién sí se topó en su camino fue con otro hijo de puta.

Kris.

Ambos se miraron. Ji Min dio unos pasos atrás para correr en otra dirección. No tenía idea qué hacía ahí, se suponía que había sido expulsado.


—Tanto tiempo, Park—lo miró con una sonrisita de burla y corrió a atraparlo antes de que se escapara.


Su intento de huir no sirvió de nada. Kris lo agarró del cuello de su camisa, tirándolo hacia atrás. Ji Min cayó sobre esos largos brazos, los cuales lo apretaron bruscamente, como si lo quisiera asfixiar.


—Te extrañé, pequeño cerdito.


—Suéltame...


—No—rio—.Tengo que llevarte a un lugar oscuro y frío. Vamos.


Ji Min pataleó todo lo que pudo, pero Kris le sacaba mucha diferencia de altura y fuerza. Lo arrastró por el pasillo y lo metió dentro de un cuarto lleno de porquerías. La luz del día apenas se asomaba por la pequeña ventanilla de la puerta. Pero dentro todo era muy oscuro aun.

La espalda de Ji Min chocó con la pared. Trató de palpar algo con sus manos a su lado para golpear a Kris, pero parecía que nada le podía servir.


—¿Qué quieres...?


Kris dio un paso hasta quedar demasiado cerca del pelinegro. Lo agarró del mentón y le movió la cabeza a un lado.


—Deberías saberlo... Por tu culpa fui expulsado. No voy a dejar que esto quede así como así.


—¿Te mandó Se Hun?—Ji Min apretó sus dientes con fuerza.


—No, esto lo hago por mi cuenta.


La mano de Kris apretó con fuerza el rostro de Ji Min. Dejó libre el camino hasta ese cuello, por el cual pasó su lengua y acabó por lamer.

Ji Min sintió asco, le dio un golpe en la cara, pero Kris rio por lo poco que le había afectado.


—Agáchate, perra...—le dijo con el tono de voz más despreciable que nunca usó. Lo agarró del cabello y lo obligó.


Las manos de Ji Min intentaron sostenerse para que el otro no pudiera lograr empujarlo hacia abajo.


—¡No!


—¡Vamos, Park, si te encantan estas cosas!


Le hizo más presión con ambas manos y logró que cayera de rodillas. Desabrochó su pantalón, mientras que Ji Min, harto y cansado, había empezado a llorar.

Kris lo obligó a abrir la boca, pero Ji Min se negó. Apenas tenía fuerzas para soportar todo eso. Estaba a punto de rendirse y dejar que el otro lo sometiera.


—Eso es Park, vamos, abre la boquita...


Las lágrimas que salían de sus ojos incluso las sentía arder. Se resignó, pero no hizo más que agachar su cabeza y llorar. Kris le jaló el cabello, furioso.


—Serás marica, deja de llorar.


—¡Que te den!—le gritó sin fuerzas.


—Yo sí te voy a dar, Park.


Lo empujó bruscamente y Ji Min golpeó su cabeza con la pared. Sus pantalones fueron siendo desabrochados con rapidez. Cuando creyó que ya estaba jodido, un golpe en la puerta los hizo sobresaltarse a ambos.


—No lo toques.


Yoon Gi había pegado una patada a la puerta. Se acercó hasta Kris y lo golpeó con un fuerte puñetazo en el rostro. Éste se tambaleó un poco y luego se recompuso.


—¿Y tú quién eres?—frunció sus cejas y le regaló una mueca de total desagrado.


El peligris extendió ambos brazos hacia sus lados y echó su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos.


—El Diablo—dijo con voz burlona.


—¿Estás loco...?—Kris se masajeó un poco la mejilla, dolorido. Se acercó hasta el de pelo gris, quien era mucho más bajo que él. Lo agarró de la camisa y levantó el otro puño para devolverle el golpe.


—Piensa lo que harás, Kris...—Yoon Gi abrió los ojos y lo miró. Lo atravesó con esa mirada tan profunda—A tu madre no le gustaría verte así.


En ese instante, lo soltó. Por primera vez en su vida, Kris sintió miedo. Nadie sabía de la muerte de su madre, ni siquiera Se Hun o Lu Han, así que escuchar a ese desconocido decir eso le había erizado el vello.

Dio unos pasos hacia la puerta para salir de ahí.


—¿Cómo...?


—Te dije que soy el Diablo, Kris—le sonrió de lado—.Será mejor que te largues y te calles la boca.


Kris sólo siguió retrocediendo, con temor. Después se alejó de la vista de ambos.

En el interior de ese pequeño cuarto lleno de porquería, Ji Min seguía agachado en el piso, abrazando sus propias piernas. No quería volver a vivir algo como eso; odiaba que Yoon Gi estuviese ahí, pero si no hubiera sido por él, Kris seguramente le habría hecho muchas cosas más.


—De nada, Ji Min —se agachó a su lado y le levantó la cabeza—. Casi vuelves a ser sometido, ¿eh?


Eso fue el colmo. Puede que lo hubiese salvado, pero se lo tomaba como si de un chiste se tratara. Era una lástima que no tuviese fuerzas para darle otro buen golpe y verlo escupir sangre.


—¿Qué le hiciste a Jung Kook?—le preguntó entre dientes, mientras esa mano lo tomaba del mentón.


—¿Por qué te importa?—rio y lo soltó.


—Tú le hiciste algo. Ayer cuando desapareciste...fuiste por él—Ji Min se secó las lágrimas con el brazo y se incorporó—¿Qué le hiciste?


Yoon Gi le dio la espalda. Metió sus manos en los bolsillos del pantalón y se carcajeó por un buen rato. Cosa que a Ji Min más que enojarlo lo asustaba.


—¿Quieres saberlo...?—se giró levemente para mirarlo—¿Seguro?


Ji Min no estaba preparado para saber la respuesta, porque la suponía. Asintió, muy lento con su cabeza y esperó lo peor.


—Me comí su alma.


—¿Y... Qué significa eso?


El cuerpo del peligris se movió a pasos lentos hacia él. Pegó sus labios cerca de la oreja del menor y le susurró.


—Lo maté.

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