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21

¿Quieres saber lo que Zeus le dijo a Narciso?

Será mejor que lo veas por tí mismo.

Se encuentra en mi mitad congelada en cera

y tu artillería ejemplar,

¿Te gusta nuestra cama?

¿Te gusta nuestra apuesta?

Seis pies de profundidad



Jeon Jung Kook vivía no muy lejos del colegio. Sus padres viajaban mucho por temas de negocios y tenía con él a una mujer de unos setenta años que lo acompañaba.

Ese día el menor estuvo dibujando en su cuarto. Era algo que lo distraía y que le encantaba.

Hacía unos días que faltaba a la escuela y todo porque tenía miedo. Desde que le contaron que hubo un accidente en aquella fiesta, no quiso volver. Es más, le planteó a su madre tomar clases en casa. Era lo más fácil para él, antes que volver a ese lugar.

Cuando terminó de dibujar, bajó para tomar un vaso con jugo. Pero el sonido de la puerta se lo impidió.

Tres golpecitos.

Se acercó para abrir, un poco dudoso. Giró el pomo y entreabrió para asomarse.


—Hola, Jeon Jung Kook.


Esa actitud egocéntrica, esa mirada de asesino, la media sonrisa... Kook tuvo un escalofrío.


—Yoon Gi—dijo en voz baja—¿Cómo sabías dónde vivo?


El otro se encogió de hombros y le sonrió más ampliamente.


—Ho Seok me lo dijo—mintió—Ahora somos buenos amigos.


—Oh...¿En serio?


Kook era muy inocente y manipulable. A la primera sonrisa que veía se acababa por creer que todo era cierto.


—Claro, ¿puedo pasar?


—Es que... No sé, no puedo dejar entrar a desconocidos.


—Pero Kookie, tú y yo nos conocemos—hizo un fingido puchero—Podemos ser amigos. Yo quiero serlo.


Yoon Gi era tan bueno mintiendo y dando lástima que el pobre de Kook acabó por convencerse de que no tenía ninguna mala intención.

Que gran error.

Lo dejó pasar y le ofreció asiento en un gran sillón color blanco. Yoon Gi no lo rechazó, pero su idea no era estar ahí por mucho tiempo.


—¿Y qué es lo que querías? —preguntó tímido Kook.


—Sólo visitarte. Creo que eres buen chico, muy aplicado, sí...—recorrió mientras tanto con su vista aquella sala tan lujosa—.Y ya que Ji Min está ocupado, quería pasar el día contigo.


Jeon no supo qué hacer. Le era incómoda su presencia ahí. Le daba un poco de miedo porque la actitud del peligrisáceo lo intimidaba mucho.


—Yo... Estaba dibujando—comentó con una sonrisa nerviosa—,no sé qué podría resultarte interesante para hablar conmigo.


—Pues para empezar, me gustaría ver esos dibujos. Anda, muéstramelos.


Kook le asintió enseguida como si fuera un esclavo recibiendo órdenes. Corrió hacia las escaleras para subir a su cuarto y, una vez allí, juntar los papeles. Mientras tanto, Yoon Gi se paró para mirar toda la decoración detenidamente. Muchas fotos familiares, pinturas caras, pequeñas estatuillas, muchos libros... Quería distraerse un poco con todo lo que le había ocurrido, ya que se sentía débil. Y Kook era perfecto; era un alma pura y sana que podía aprovechar para recomponer su poder.


—Aquí están—le dijo, extendiéndole varias hojas.


El peligrisáceo las agarró y miró cada detalle. El chico tenía talento. Era una pena que se lo fuera a comer.


—Que bueno, muy bueno—se los devolvió y luego aplaudió.


La exageración con la que Yoon Gi aplaudió lo hacía creer que estaba siendo sarcástico con él y eso lo hirió porque parecía burlarse de su trabajo.


—No hace falta que mientas—dijo con la cabeza gacha.


Yoon Gi se acercó hasta él y le levantó el rostro. Le sonrió de lado y relamió sus labios.


—El Diablo no miente—le susurró muy cerca de su boca.


El menor se quedó inmóvil. El miedo y temor lo paralizaron. Vio en esos ojos que nada bueno iba a venir después de esas palabras tan profundas.


—Me comeré tu alma, Jeon— pasó su lengua por la mejilla, como degustándolo—Debes tener un sabor muy dulce, mmm...


Yoon Gi apretó el rostro del chico, obligándolo a abrir su boca para así tomar su alma. Ambos labios se rozaron a pocos milímetros de tocarse por completo.

Estaba a punto de obtenerla.

Sólo unos segundos más.


—¡Aléjate de él!—gritó una voz de anciana—¡Sal de esta casa, por el nombre de Jesucristo!


El pecho de Yoon Gi sintió un terrible dolor. Soltó a Kook de inmediato y éste cayó al suelo inconsciente. Se giró a mirar a aquella mujer, sostenía un collar con una cruz de plata apuntando hacia él.


—¡Señor, aleja a esta criatura diabólica!


—¡Agh!—chilló Yoon Gi, agarrando su cabeza. Le dolía, casi no tenía fuerza.


La mujer siguió recitando palabras de la Biblia mientras el otro trataba de recuperarse o al menos volver en sus sentidos.

Con un impulso, saltó hacia la anciana, quitándole el collar y lanzándolo lejos. La agarró, con una mano por el mentón y la otra la posicionó sobre la cabeza.


—Vieja zorra, por entrometida ahora morirás —le giró bruscamente la cabeza, haciendo que sonaran las vértebras. Le partió el cuello y la dejó caer al suelo.


El cuerpo quedó tendido sobre la alfombra, su cabeza quedó torcida, al igual que sus brazos al caer.

Yoon Gi la miró y empezó a reírse a carcajadas. Hacía un tiempo que no aplicaba eso en alguien y qué mejor que hacerlo en una anciana cristiana. Eso lo volvía realmente loco, despertaba sus ganas de asesinar. Era su actividad favorita.


—Hija de perra...—dijo riendo y caminando hacia el otro cuerpo, el de Kook—Ahora sí...



Ji Min sintió un sudor frío bajar por su frente. Tuvo una mala sensación.

Estaba junto a la ventana, observando a sus vecinos y también esperando a que Yoon Gi volviera. Le resultaba muy sospechoso que hubiese desaparecido hacía ya rato. Prefería soportarlo antes que saber que estaba torturando a alguien.

Miró hacia la casa de enfrente. Su vecino salía junto a su esposa, gritando. La metió al auto bruscamente y ella le gritaba cosas que no lograba entender. Era raro verlo así. Aquel vecindario era tan perfecto por fuera y tan podrido por dentro...

Ji Min se cansó de esperar y giró para ir hasta su cama. Eran las doce de la noche. Había estado desde las ocho metido en su cuarto, esperando señales del otro. Abrió las sábanas y se recostó de espaldas. Estaba cansado de pensar tanto. El qué significaban sus sueños, por qué Lu Han se hacía el idiota...


—Esto es una mierda—dijo para sí mismo.


—Lo es.


La voz de Yoon Gi a su lado no lo sobresaltó, como otras veces. Ya se había acostumbrado. Lo miró sin expresión y luego le volteó el rostro.


—¿Dónde estabas?


—¿Perdón?—rio el otro tomándose el estómago —¿Quién te crees que eres?


—El que te vendió su alma—le contestó serio —Quiero saber dónde estabas. Tengo derecho a saberlo ¿o no?


Yoon Gi ladeó su cabeza a un lado y le negó con el dedo.


—No tienes derecho a nada. No te interesa a dónde voy ni lo que hago, Ji Min.


Se quedó callado, volviendo a pensar de nuevo en todo. Iba a agarrarlo del cuello y ahorcarlo en cualquier momento. Estaba tan enojado porque Lu Han lo ignorara que no soportaba nada. No soportaba las palabras de Yoon Gi.

Lo golpearía, lo haría.


—Lo tengo—se volteó hacia él, poniéndose encima y agarrando el cuello de su camisa—Vives acosándome, burlándote de mí y jodiendo mi vida... Claro que debo saberlo.


Ji Min lo zarandeó, totalmente enojado y comido por la ira. Yoon Gi no hizo nada más que dejarse y reír como loco.


—¡Que rudo Ji Min!—mostró sus dientes—¿Qué viene ahora?¿Una cachetada?¡Vamos, golpéame si te atreves!


Y esa provocación lo hizo arder. Yoon Gi no creía al otro capaz de golpearlo porque para él era un llorón. Pero cuando sintió el puño sobre su mejilla derecha, supo que estaba equivocado. Le pegó con el puño muy apretado, tan fuerte e inesperadamente que mordió su lengua sin querer y pudo saborear su sangre.

Se quedó con el rostro de costado. Sonrió como si aquel golpe le hubiese encantado y lentamente, fue girando su mirada hacia Ji Min.


—Me golpeaste, Ji Min... —le dijo en un tono serio—, eres un atrevido.


Yoon Gi, rápidamente, lo agarró de la cintura y lo dejó boca abajo. Lo inmovilizó y se acercó con sus labios hacia el oído del pelinegro.


—Te voy a golpear yo a ti también—le susurró, apretando sus dientes—,pero de otro modo.


—¡Púdrete, Yoon Gi! —gritó, revolviéndose.


—Cállate o te la meteré en la boca—rio como psicópata.


Agarró las dos manos de Ji Min por detrás de la espalda y con la otra libre le desabrochó los pantalones y los bajó junto al bóxer.


—¡¿Qué haces?!—Ji Min intentó girarse pero le era imposible. La fuerza de Yoon Gi era demasiado para él.


No le dijo una palabra y después bajó sus propios pantalones, sacando su miembro de ese incómodo lugar. Metió un dedo en la entrada del menor sin avisar y éste se quejó. Movió su dedo dentro de él y después metió un segundo. Los sacó y metió como si nada, sin importarle los quejidos del otro.


—¡Me duele!


—Pues si esto te duele, espera que te la meta—volvió a reír como loco.


Los ojos de Ji Min se abrieron. Se espantó y por supuesto que no pensaba dejar que ese hijo de puta lo follara.


—¡No, no te atrevas!—se revolvió más desesperado.


Yoon Gi sacó sus dedos y puso la punta de su miembro en esa pequeña entrada. Presionó lentamente, lo introdujo pacientemente y gimió debido a lo estrecho que estaba.


—Joder... Ji Min, estás muy apretado.


El menor mordió su labio por el dolor que estaba sintiendo en ese momento. No podía hacer nada, estaba inmovilizado y ya tenía el miembro dentro de él. Las caderas de Yoon Gi se empezaron a mover con más intensidad. Se deslizó a su antojo por esa cavidad, disfrutando por lo estrecho que se sentía.

Soltó el agarre de las manos de Ji Min y le agarró el cabello, tirándolo hacia atrás para que pudiera pegar sus labios a su nuca.


—Gime, Ji Min... —mordió y tiró de su piel—, Gime para mí.


—Mu-muérete...Ahh...—el dolor se estaba transformando de a poco en otra cosa y por más que unas lágrimas empezaran a caer de sus ojos, no podía salir de esa situación.


—Vamos, mmm...—mordisqueó su hombro si dejar de moverse—.Te encanta, admítelo.


Ji Min negó con la cabeza lo poco que pudo, pero sabía que si se oponía y obligaba a su cuerpo a rechazar esas sensaciones la cosa no acabaría nada bien. Se agarró con sus manos del cabecero de la cama, mientras su cabeza seguía hacia atrás. Yoon Gi comenzó a penetrarlo mucho más fuerte. Lo agarró por la cadera, con su otra mano y lo apretó hasta clavarle las uñas.

Los gritos de Ji Min se intensificaron también con los movimientos de Yoon Gi, cada vez que entraba en él con fuerza, chillaba.

Al peligrisáceo le excitaban mucho los sonido que Ji Min hacía. Y cada vez los movimientos era más bruscos y rápidos. Le soltó el cabello y agarró su miembro para masturbarlo. Siguió los movimientos de las penetradas y bombeó sin descanso.

La cabeza de Yoon Gi se echó hacia atrás, dejando a la vista su manzana. Abrió sus labios y sacó su lengua para relamerse.

Le estaba encantando follarse a Ji Min de ese modo. Dio unas estocadas más y se corrió dentro del menor. Ji Min también lo hizo, pero sobre la mano que lo había estado tomando. Soltó un intenso gemido y cayó sobre sus codos. Las piernas le temblaban, al igual que los brazos.

Fue la primera vez que alguien lo penetró. Lo sintió doloroso, esa no era la idea que tenía a cerca de la primera vez.

Se dejó caer por completo y tomó aire, muy agitado.

Yoon Gi se levantó de la cama y subió de nuevo sus pantalones. Observó a Ji Min con una sonrisa de burla.

—La próxima vez que me golpees será peor.

Ji Min lo miró marcharse de su cuarto y, en cuanto lo perdió de vista, las lágrimas resbalaron por sus mejillas.

—Hijo de puta...


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