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20

Tengo una F y una C

y tengo una K también

y lo único que falta es una perra como tú.

Buscaste lo perfecto, conseguiste tu perfecto.

Ahora soy demasiado perfecto para tí.

¿Cuál es mi nombre?

Ah-ah-ah

Sostengo la S porque yo no soy un Santo.



En las clases, Ji Min fue observado por todos, como siempre. No le importó porque a decir verdad se divirtió golpeando a Se Hun.

Esa clase la compartía con alguien que, para nada, esperaba verlo ahí.

Lu Han.

Lo observó de reojo, cada movimiento, cada gesto... Le resultó raro también el que no hiciera de sus caras de dolor. Se veía tranquilo y eso era jodidamente sospechoso. Sus ojos lo miraron sin vacilación. Lo analizó y notó algo que nunca antes vio. Alrededor de su cuello llevaba un collar de una cruz que parecía de plata. Tenía también un ala de ángel que la rodeaba. No entendía lo que era, pero según deducía, podría ser un amuleto para protegerse. Lu Han sabía lo que pasaba y se quería hacer a un lado de la situación, pero Ji Min no se lo permitiría.

Empezó su clase y después de casi dos horas, cuando estuvo a punto de largarse, lo siguió. Sabía que seguramente Yoon Gi no volvería por lo que ocurrió, así que suponía que no pasaría nada.

Lu Han caminó por el pasillo y Ji Min lo persiguió disimuladamente. Se ocultó tras la figura de algún alumno cuando el castaño se volteaba a mirar para atrás.

Lo siguió hasta la biblioteca. Lu Han recorrió las estanterías y se metió en un lugar estrecho, pequeño. Ji Min lo observó por el hueco que dejaban algunos libros con espacio entre uno y otro.


—¿Qué quieres, Park Ji Min? —dijo el chico, con una voz calmada, sin mirarlo siquiera.


El pelinegro frunció el ceño y salió del escondite. Se acercó al castaño y se quedó en silencio, como si no tuviese respuesta. El otro siguió sin mirarlo. Buscó un libro de la estantería y lo tomó. Se sentó en una silla junto a la ventana y comenzó a leer, ignorando la presencia de Ji Min.


—Tú sabes lo que ocurre—le dijo seriamente—Sabes que algo me sigue...


—No sé de qué hablas —lo miró de reojo y volvió a la lectura.


Ji Min le arrebató el libro de las manos agresivamente y lo tiró al suelo. Lu Han no se inmutó, simplemente se levantó con calma y lo volvió a tomar.


—Mentiroso... He notado cómo te retorcías cada vez que pasaba por tu lado hace poco—le dijo, molesto—Tú sabes lo que es él.


—Mira, Ji Min, aléjate de mí...


—No, no lo haré —dio otro paso para acercarse a él —Me vas a ayudar a deshacerme de él o...


—¿O qué...?


Se lo pensó mucho antes de soltarle alguna incoherencia, porque la verdad es que no tenía nada con que atacarlo. No sabía nada de su vida, ni tampoco mucho sobre cómo era en la escuela, más allá de ser el perro faldero de Se Hun.


—Déjame en paz—le advirtió por última vez.


—Le diré a Se Hun que estás enamorado de él... —soltó de repente y Lu Han se giró a mirarlo con sus ojos completamente abiertos.


Sólo era un rumor que Ji Min había escuchado por ahí. Pensó usarlo y si le salía mal, pues estaba bien jodido. Pero la expresión de susto del chico lo hizo calmarse y creer que había hecho una buena jugada.


—¿D-de dónde sacas eso?—se paró de la silla y habló en voz baja —No sabes lo que dices...


—Tu cara sí —le respondió victorioso—.Te gusta ese hijo de puta, ¿verdad?


—No le digas eso—lo agarró del cuello de la camisa, tratando de amenazarlo.


Ji Min sabía que Lu Han sólo era un peón para Se Hun y, si no estaba éste cerca para darle una orden, el chico no iba a hacer nada; no era capaz de darle un golpe, no sabía lo que hacer. Era como un perrito perdido sin su dueño.


—Si Se Hun se entera le darás asco, te odiará... Por marica—imitó la voz del chico al usar la última palabra.


—Cállate, eres un idiota Park Ji Min—lo empujó y se alejó unos pasos atrás —¿Crees que Se Hun va a creer lo que sale de tu sucia boca? Ve a buscar a otro que cure tu paranoia.


—¿Eso es un amuleto?—le señaló el cuello, ignorando lo que le dijo.


Lu Han lo agarró con su mano derecha y lo apretó. Era un amuleto, sí. Podía mantenerse así a salvo de esas horribles sensaciones que tenía cuando Ji Min se le acercaba. Era muy obvio el que lo notara ya que estaba a la vista; no fue su intención dejarlo así. Fue una simple distracción.


—No es asunto tuyo—le respondió dando la vuelta para largarse.


Inmediatamente Ji Min corrió a detenerlo. Lo tomó de la muñeca y tironeó hacia atrás para que se detuviera.


—Ayúdame Lu Han.


—Te dije que me dejaras en paz, Ji Min—le respondió, zafándose del agarre—.No me interesan tus problemas.


Y así, con esa última frase, Lu Han se marchó del lugar.

Ji Min se quedó mirándolo. Ya no tenía nada en mente que pudiera darle una idea sobre lo que hacer. Lu Han era su única salvación, o al menos eso pensaba ya que había visto esas extrañas reacciones ante su presencia. Era muy obvio que algo sabía. Nunca antes reaccionó así. Y cuando Yoon Gi apareció fue que su actitud cambió por completo.

Salió de la biblioteca con prisa y se chocó, al doblar la esquina, con Ho Seok. Los dos se miraron sin expresión. Luego Ji Min reaccionó, parpadeando un par de veces y le habló.


—No te ocurrió nada.


—No—le respondió sabiendo a lo que se refería.


—Tae estaba preocupado por ti—recordó al castaño y toda la escena. Suspiró —Me alegra que estés bien, Jung...


Ho Seok lo observó por unos segundos y le sonrió levemente. No era como si le molestase que le dijera que se alegraba de no verlo muerto, a pesar de la extraña relación que ambos tenían, tampoco se odiaban.


—Gracias, Park—le agradeció serio y dio un paso al costado para seguir su camino, pero antes de eso lo volvió a mirar—.Bien hecho, lo de Se Hun.


Eso si que fue algo inesperado de escuchar para Ji Min. No creía a ese chico capaz de sonreírle ni de hacerle comentarios de ese tipo.

Ignoró un poco su extraña actitud y algo vino a su mente. Hacía un momento había salido de la biblioteca, pensó en que tenía a su profesora de literatura que seguro podía darle una mano. Pero no se encontraba ahí.

Caminó hasta la sala de profesores, tampoco la encontró allí. Fue en otra dirección para ver si la localizaba. Pasó por un largo pasillo para cruzar por otro, donde estaba el despacho del director, al cual no tenía intención de acercarse.

Se detuvo al escuchar la puerta abrirse y se asomó para curiosear que no fuera el viejo quien saliera de ahí. Para su sorpresa, la cual no fue muy agradable, su querida profesora salió. Se veía despeinada y arreglaba su cabello con los dedos, disimuladamente.


—Asqueroso...—susurró para él mismo, frunciendo sus cejas.


Si era lo que suponía, era asqueroso. Nunca creyó eso de la profesora más simpática con cara de santa de todo el colegio. Le asqueaba el pensar sólo ver a ese viejo, y encontrarse con eso ya era demasiado. Aún así, Ji Min quería información. Recordaba las palabras en ese extraño idioma, porque luchó por retenerlas, y su profesora era su esperanza.

La siguió por unos segundos, hasta que la alcanzó.


—Profesora—la llamó, tratando de no sonar repugnado.


—Ji Min...—ella lo miró seria, algo asustada—¿Qué ocurre?


—Necesito preguntarle algo.


Tras su duda, le asintió y esperó que le hablara. Ji Min hizo mucho esfuerzo para pronunciar las palabras en su mente, decirlo le iba acostar aún más.


—Quiero saber qué significa algo así como...—pensó otra vez antes de decirlo— ¿Et in me... non habet?


Lo recordó, perfectamente.


—Eso es latín—le dijo ella curvando una ceja—¿De dónde sacaste eso?


Ji Min se encogió de hombros. Sólo quería que le dijera lo que significaba. Ni él mismo supo cómo logró recordarlo todo. Quizás porque estuvo repitiéndolo constantemente en su cabeza.


—No sé muy bien... Déjame pensarlo un momento—La mujer cerró los ojos. No era experta en esa lengua, pero había estudiado y recordaba algunas cosas. Chasqueó sus dedos varias veces, como si eso la ayudara a agilizar su mente—Él... Tener—dijo dudosa—Él tiene. Me tiene—volvió a chasquear los dedos y luego se detuvo. Abrió los ojos y miró a su alumno— Él me tiene... Sí, creo que es eso.


El pelinegro no entendía nada. Miró a su profesora totalmente perdido, pero ella no tenía la culpa.


—Gracias—dijo el menor, dando media vuelta.


Ahora que tenía su respuesta, estaba peor que antes. No entendía el sentido de sus sueños, por qué en latín y por qué se sentía tan involucrado dentro de éstos. Era más que seguro que todo tenía que ver con Yoon Gi. Y Lu Han debía ayudarlo sí o sí. Como fuera, tenía que buscar más respuestas.

Otra cosa que pasó por su mente fue preguntarle a Yoon Gi. ¿No era eso lo más lógico? ¿O quizás era meterse en un pozo sin fondo? No tenía idea, pero algo debía hacer. Y otra cosa de la que empezó a sentirse inquieto fue de esa reacción del peligrisáceo. ¿Volvería a desaparecer?

Todo era tan confuso dentro de su cabeza.

Salió de aquel horrible y vacío pasillo y al volver a clase se encontró a varios de sus compañeros mirándolo como siempre. Esas miradas de odio, de repudio, como si fuera el más asqueroso desecho de la humanidad.

Seguro los rumores habían empezado a transitar la escuela después del accidente. Y vaya lo poco que le importaba.

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