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19

Viniste a ver "Mobscene"

Ya sé que no es tu escena

Es mejor que una escena de sexo

y es jodidamente obsceno.

¿Quieres comprometerte?

Ponte tu mejor traje

Rodéame con tus brazos, ahora vamos bajando, bajando, bajando...



Un mes sin clases era la gloria para Ji Min. Pero desgraciadamente, había sido reintegrado un día después gracias a la amenaza de Yoon Gi hacia su director. No tenía ganas de levantarse y, además, sus padres no se enteraban de nada de lo que ocurría. Parecía que vivía solo.

Esa noche, raramente, no tuvo pesadillas. Cuando ocurrió lo del baño, trató de guardar esas palabras en la memoria. Era difícil pero al menos con tener dos o tres podría averiguar de qué idioma se trataba. No podía anotarlas porque sentía que Yoon Gi podría verlo y eso era algo que no quería.

Otra cosa que lo inquietaba era el por qué la escuela abría ese día después de lo sucedido. Tampoco le importaba mucho, lo único que sí le preocupaba era saber si Ho Seok sobrevivió al incendio. Tae se vio desesperado por saber de él; a pesar de que a Ji Min no le terminaba de caer muy bien, tampoco es como si deseara la muerte del chico.

Se quedó bajo las sábanas un rato, dejando que la pereza le ganara al cuerpo. Cerró los ojos y se volvió a dormir unos minutos más. No era importante el que fuera o no a clases, en realidad, era algo irrelevante.

De pronto algo jaló de sus cobijas, destapándolo por completo. Se sentó con rapidez y observó al peligrisáceo parado frente a su cama, sonriendo como si le diese los buenos días.


—Al que madruga el Diablo lo ayuda, Ji Min—dijo en tono burlón, riendo.


—¿No era Dios?—se levantó y tomó sus sábanas, arrebatándoselas de las manos.


—¿Dios?—arrugó su cara como si hubiese olido algo desagradable—No digas barbaridades, eso no existe.


Ji Min no le contestó; le echó una rápida mirada de fastidio y entró al cuarto de baño para asearse y prepararse. Mientras tanto, Yoon Gi había bajado a la cocina. Los padres del pelinegro estaban ahí, sentados frente a frente, sin expresión alguna. Se acercó hasta ellos y se sentó sobre la mesa, mirándolos a ambos, disfrutando la escena.


—Que agradable es no escucharlos parlotear, señores Park—dijo Yoon Gi moviendo su cabeza— ¿Saben? Siempre creí que lo hacían a propósito para joder a Ji Min, vaya que me equivoqué. En fin... ¿Qué se cuentan?


Los dos seguían mirando a la nada, ni siquiera lo habían escuchado. Eran, literalmente, como entes sin alma. Sus cuerpos estaban ahí, pero su esencia parecían haberse esfumado. Yoon Gi volvió a sonreír. Estiró su brazo hacia la taza de café de la señora Park y bebió un sorbo. Hizo una cara de asco porque estaba frío y volvió a dejarlo en su lugar.

Al rato, Ji Min bajó hasta donde se encontraban los otros tres. Se acercó lentamente hasta la mesa y miró a sus padres. Se veían mal, sus ojos ya no expresaban nada. Ji Min temía que Yoon Gi les hubiese hecho algo malo. Estaba preocupado, eran sus padres y, muy en el fondo, los quería.


—¿Qué les hiciste?—frunció el ceño, señalándolos a ambos.


—¿Yo?—Yoon Gi se apuntó a sí mismo con el dedo, como si no supiera a qué se refería—¿Por qué crees que fui yo?


—¿Y entonces quién fue?—alzó la voz.


—Pues tú, idiota—El peligrisáceo se recostó sobre la mesa, apoyando su codo y con la otra mano peinando su cabello.


—¿Cómo que yo?¿De qué hablas?


—Tu deseo, ¿recuerdas?


En ese momento Ji Min recordó lo que dijo. Sabía que algo así ocurriría; era totalmente obvio que lo engañaría, que tomaría sus palabras en otro sentido y así, acabando por concederle lo que a él le diese la reverenda gana.


—Yo nunca deseé que parecieran muertos vivientes...


—Oh, que pena que haya interpretado mal tus palabras—torció su boca, en un gesto de inocencia—.Pero oye, ya no pelean más. ¿Eso no te hace feliz?


Por supuesto que lo ponía feliz, pero eso era haber ido al otro extremo. No quería ver así a sus padres. Le preocupaba que se quedaran así para toda la vida.


—Eres una basura—escupió Ji Min, saliendo de la cocina.


—¡Gracias!—gritó Yoon Gi riendo.


Ji Min salió de casa en dirección a la escuela. Pensaba averiguar lo que había ocurrido en la sala de la fiesta, aunque ya era obvio que fue culpa de Yoon Gi, pero debía saber quiénes estaban dentro en ese momento.

Al llegar, fue directo al patio para ver cómo había quedado todo fuera; nada le resultó raro. Después fue hacia la sala y ahí sí, se encontró todo quemado, aún podía sentir un extraño olor a plástico.

Observó con cautela y a lo lejos se encontró la figura del peligrisáceo. Se meneaba como si bailase al ritmo de alguna música.


—¿Te estás burlando?—dijo Ji Min molesto. Su voz hizo un gran eco en la sala.


—Revivo el momento—alzó sus manos y meneó su cadera de un lado al otro—Vamos, baila conmigo, no seas amargado.


Ji Min lo ignoró y dio media vuelta, pero al hacerlo, Yoon Gi le apareció de frente. Lo agarró de las caderas y lo obligó a bailar con él.


—Aleja tus mugrientas manos de mí—Ji Min dio un paso atrás, apartando el agarre del peligrisáceo.


—Siempre dices lo mismo "No me toques", "No quiero", blah, blah...—se burló, sin dejar de moverse—Al final siempre acabas gimiendo.


Los cachetes del pelinegro se tornaron rojos. Sintió un leve calor en su cuerpo y quiso escaparse de la situación. Sabía que Yoon Gi seguiría jugando con él, hasta ganarle. Y tenía toda la razón. Siempre acababa cediendo a todo, a sus provocaciones. Pero ¿y si le seguía la corriente?¿Y si lo provocaba él? Era una locura, pero debía arriesgarse.


—Está bien, bailemos—le afirmó con seguridad.


El otro detuvo sus pasos extraños de baile y lo contempló serio. Ji Min no comprendía por qué lo miraba así, pero le daba miedo.


—Bien, pero no quiero este tipo de baile—sonrió de improvisto. Agarró la mano de Ji Min y se lo llevó hasta un pequeño cuarto que había en la sala. Por supuesto que ahí no había nadie; lo usaban para guardar chatarra.

Yoon Gi cerró la puerta de golpe y empujó a Ji Min contra la pared. Pegó su cuerpo al de éste y apretó sus caderas con fuerza.


—Vaya, ya no te resistes a mí—comentó altanero, comenzando por lamer aquellos gruesos labios.


Y sí, Ji Min se dejaría hacer porque ya estaba cansado de oponerse. Se dijo a sí mismo de disfrutarlo, al fin y al cabo sólo le daría placer, nada más. Y si se dejaba dominar de ese modo, creía que Yoon Gi acabaría por aburrirse y dejarlo en paz. Aceptó el beso profundo que Yoon Gi le dio y juntó su lengua con la de éste. Le sabía delicioso y quería más. Llevó sus dos manos hasta los cabellos grises y los jaló con fuerza.

Yoon Gi estaba un tanto incrédulo porque Ji Min actuara así, pero lo excitaba mucho más que si se oponía. Le desabrochó el pantalón y metió su mano dentro, buscando lo que deseaba, aquello que le encantaba tocar para hacerlo gritar.

Lo masturbó con rapidez y brusquedad. Ji Min gimió ante ese bombeo sin miedo a ser oído. Le gustaba que lo hiciera así y más si mientras se lo hacía el aliento del otro chocaba contra su cuello.


—Yoon Gi—lo llamó, entre jadeos. Éste lo miró a los ojos, esperando que hablara—Me correré...


Sólo decir eso lo hizo acelerar y hacer que acabara en su mano. Pero no iba a dejarlo ahí, Yoon Gi quería más. Y cuando Ji Min se corrió, desabrochó sus propios pantalones, agarró la cabeza de del otro y lo obligó a agacharse.


—Chúpamela, Ji Min—le ordenó, sonriendo ampliamente.


Ji Min estaba un poco mareado, pero eso no le impedía reaccionar. Y sin rechistar, bajó los bóxers del otro y metió el miembro a su boca sin previo aviso. Yoon Gi tiró su cabeza hacia atrás y disfrutó de aquello como nunca. No guardó ningún gemido y cada vez que la boca del menor subía y bajaba los soltaba como si de una inocente risa se tratara.


—Lo haces muy bien, Ji Min—gimió su nombre y sonrió lleno de satisfacción.


Para el menor era la primera vez haciéndolo, pero no por eso iba a ser torpe. Lo relamió y apretó de la manera más vulgar que pudo y miró hacia arriba la cara de puro placer del peligrisáceo. Pasó a agarrarlo de los muslos y siguió entrando y saliendo con su boca, dejando su saliva en el camino para hacerlo más fácil.

Yoon Gi logró llegar y se corrió en la boca de Ji Min, éste escupió el semen porque no pensaba tragárselo, le resultaba asqueroso.

Se quedó arrodillado, tratando de recomponer el aire que le faltaba. Se limpió la boca con palma de la mano y rio por lo que acababa de hacer.


—¡Joder!—se dijo así mismo con un raro tono de lo que Yoon Gi supuso era entusiasmo.


—¿Ya estás demente?—rio al verlo. Subió su ropa y abrochó su pantalón—.No lo hiciste nada mal, me gustaría hacer una ronda más en...


Ji Min lo observó de reojo porque no había terminado de hablar. Aquellos ojos se volvieron negros de repente; se agarró el pecho con ambas manos, como si estuviese a punto de infartarse. Las rodillas chocaron contra el suelo, su cabeza quedó gacha. Gruñó de dolor y golpeó el suelo con su puño.


—Ahora no, maldito...—dijo entre dientes.


Ji Min no comprendía lo que le ocurría, ni a quién le habló. Lo siguió mirando por un buen rato y se sobresaltó al escuchar un grito desgarrador salir de su garganta.


¿Qué mierda le pasa?—pensó un poco asustado.


Yoon Gi se levantó con dificultad y caminó hacia fuera del cuarto, chocando con lo que se encontraba. En un momento se detuvo y dijo algo a Ji Min le resultó muy familiar.


Auxilium...


Eso lo había oído en sueños. Lo sabía perfectamente. Se acomodó la ropa y se levantó para observar cómo Yoon Gi se alejaba del lugar, perdiéndose en la oscuridad de la sala.

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